Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Operaciones navales.

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oister
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Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por oister »

En la Primera Guerra Mundial la acción naval más famosa fue la Batalla de Jutlandia, pero en éste artículo quiero hacer énfasis en la influencia del poder naval a nivel estratégico y como afectó el desenlace del conflicto. Un aspecto muy conocido es el efecto que tuvo el bloqueo naval que sufrió Alemania, el cual fue uno de los principales factores que contribuyó a la rendición de esa nación, por otra parte, menos conocida, pero de gran importancia, es la Segunda Ofensiva Submarina Alemana, la cual estuvo, muy, pero muy cerca de derrotar a los enemigos de Alemania.

Tras la Batalla de Jutlandia y por los siguientes siete meses los submarinos de esa nación continuaron operando junto a la flota, y solo esporádicamente se les autorizó detener a barcos mercantes he inspeccionarlos, y sin ellos encontraban algún tipo de contrabando que podría ser considerado material de guerra para ser usado en su contra se hundía al mercante.
De esa manera se lograron muy pocos éxitos contra las rutas de comunicaciones del enemigo, sin embargo, para enero de 1917 la posición alemana se estaba debilitando enormemente, en occidente ellos tenían que mantenerse a la defensiva y en oriente Rumania le había declarado la guerra a los Estados-Centrales, agregando de golpe a 500,000 soldados en su contra, y los rusos no daban señal alguna de agotamiento. Presionado por la situación y sus asesores, el día 31 de aquel mes de enero el kaiser anunciaba el reinició de los ataques submarinos sin restricción alguna contra todo barco mercante que intentara llegar hasta los puertos de Gran Bretaña y Francia, siendo la única excepción los barcos de la Cruz Roja. En otras palabras, desde éste momento los comandantes de los submarinos tenían la autorización de hundir a cualquier barco mercante enemigo o neutral que se colocara en sus miras.
Para 1917 la marina imperial alemana tenía 130 submarinos en su inventario, todos ellos eran naves modernas capaces de causar una gran cantidad de daño; aquellos podían embarcar suficiente combustible y provisiones para permanecer en mar abierto por cuatro ó seis semanas, tenían una pieza de 105mm con la que podían causar una gran cantidad de daño a un barco mercante carente de blindaje y dentro de su casco podía transportar 16 torpedos que podían ser lanzados desde seis tubos. La orden fue dada, y todas esas naves fueron desatadas contra las rutas de comunicación aliadas y lo que sucedió a continuación solo puede ser considerado como una masacre.
Uno tras otro decenas de barcos mercantes fueron hundidos con espectacular rapidez por el fuego de artillería y los torpedos alemanes. Previo a éste momento el tonelaje de mercantes hundidos era casi nulo, pero para febrero 520,000 toneladas de buques mercantes aliados y neutrales se fueron a pique; en los meses siguientes la cifra aumentó: marzo 564,0000; abril 860,000. Las pérdidas eran alarmantes, en solo tres meses, 2,000,000 de toneladas en barcos mercantes se habían ido a pique. Para poner esa cifra en contexto, Gran Bretaña requería de 10,750,000 de toneladas en barcos mercantes, propios y neutrales, para poder mantener en pie de guerra su industria y su población. Pronto comenzaron a escasear los alimentos importados, y un bien estratégico que cada vez se hacía más indispensable, el petróleo, comenzó a desaparecer de las reservas acumuladas en la isla. Éste era un golpe particularmente fuerte contra la marina de guerra británica, sus acorazados y cruceros más modernos, y todos sus destructores, dependían de ese combustible, pero los barcos-tanque que traían el preciado líquido desde América estaban siendo destruidos con pavorosa facilidad, y para el mes de abril los británicos ya solo tenían el combustible suficiente para ocho semanas más. Como medida urgente se tomó la decisión de limitar las operaciones de esas naves.
La situación era tan delicada que el 21 de febrero de 1917 el mismo Jellicoe le anunció al gobierno de su nación que tendría que “determinar por cuanto tiempo más podría continuar con la guerra sí las pérdidas en barcos mercantes continuaba al ritmo actual”. De hecho, los asesores del kaiser le habían asegurado al líder supremo de Alemania que de lograr mantener un ritmo de destrucción de mercantes enemigos a cerca de 600,000 toneladas mensuales podrían doblegar a los británicos en menos de siete meses.
Por los siguientes tres meses las pérdidas entre los mercantes continuaron a un ritmo escalofriante, en mayo llegaron a las 616,000 toneladas; en junio fueron 696,000 y para agosto 555,000. ¡Que cerca se hallaron los alemanes de lograr su objetivo! Pero lo que los asesores militares del kaiser no tomaron en cuenta fue el deseo de los británicos de continuar en la lucha y su inventiva. En primer lugar, para lograr reemplazar parte de las bajas sufridas, se peinaron todos los puertos de la isla buscando naves obsoletas para traerlas de vuelta al servicio de la marina mercante y se autorizaron los fondos necesarios para iniciar un extenso programa de construcción de barcos mercantes, incluso se trajo de vuelta del frente de batalla a 35,000 obreros especializados en la construcción de barcos que se habían enlistado en el ejército.
Y eso no es todo, finalmente se autorizó el sistema de convoyes. Previamente la marina de guerra británica había desechado esa opción creyendo que los mercantes estarían más seguros navegando solitarios, mientras que un puñado de sus destructores y cruceros-ligeros permanecían navegando de un punto a otro del mapa intentando toparse con algún submarino enemigo. Pero obviamente ese sistema era un completo fracaso y ahora se le dió al mismo la oportunidad de ser usado. En el mes de julio 21 convoyes que incluían a 354 mercantes cruzaron el Atlántico y perdieron solo dos de sus naves en ataques enemigos. Lo interesante es que en el sistema de convoyes le daba la mejor oportunidad a las unidades ligeras británicas de hallar al enemigo y aún cuando no lo pudieran destruir, le podían disuadir de efectuar ataques contra los mercantes.
Esa era la solución para su problema, desafortunadamente para los británicos ellos no tenían el número suficiente de destructores para proteger a todos sus barcos mercantes, y por los siguientes meses las pérdidas continuaron a un nivel alto, pero que comenzaba a declinar: en septiembre se perdieron 353,000 toneladas, octubre 466,000, noviembre 302,000 y diciembre 414,000. Pero un nuevo aliado pronto les daría una importantísima ayuda. El 2 de abril de 1917 los Estados Unidos de Norteamérica entraban al conflicto y para el mes de junio la marina de guerra norteamericana ya había asignado 28 de sus destructores para operar junto a los convoyes que estaban organizando los británicos, para finales de la guerra tenían 79. Con esas naves y las británicas fue posible colocar al 90% de la marina mercante británica bajo el sistema de convoyes. Desde ese momento las pérdidas fueron cada vez menores, el peligro había pasado, y diez meses después Alemania se rendía.

La gran lección que podemos aprender del éxito que lograron alcanzar los británicos en su bloqueo sobre Alemania, y de aquel triunfo que casi logran alcanzar los submarinistas alemanes, es que una nación industrializada, con escasos recursos naturales propios, depende enormemente de sus importaciones, y sin ellas es imposible mantener a su nación en pie de guerra.
Esta es la esencia de todo conflicto, pero que es de mucho mayor importancia en el contexto moderno: cada vez que una nación entra en guerra contra otra ha de intentar lograr un triunfo en el menor tiempo posible, solo de ésta forma no tendrá que usar sus reservas de materiales estratégicos; en otras palabras, es un conflicto-táctico, en el cual la mejor calidad de las fuerzas armadas de una nación le darán a la misma una mejor oportunidad de alcanzar una victoria. Pero he aquí la otra cara de la moneda, de no alcanzarse aquella victoria relámpago, se pasará a un conflicto-estratégico, en él las naciones beligerantes tendrán que asegurar su propio abastecimiento de materia prima para mantener un constante flujo de equipo y provisiones para sus soldados en el frente, ahora el conflicto pasara a ser un juego de números, en el cual la cantidad tiene definitivamente una mayor ventaja sobre la calidad.

Victor Aguilar-Chang


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nou_moles
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Re: Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por nou_moles »

interesante
oister
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Re: Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por oister »

gracias
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Re: Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por cañaytapa »

Y hay que añadir... la mayoría del comercio internacional se realiza por mar.
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Re: Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por nou_moles »

cañaytapa escribió:Y hay que añadir... la mayoría del comercio internacional se realiza por mar.

Por eso si os fijáis en las dos grandes guerras, el control del comercio marítimo en el atlántico norte y el pacifico era esencial, para luchar debe de haber armas con las que luchar.
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Re: Combate-Naval 4: La Segunda Ofensiva Submarina Alemana

Mensaje por Satur »

Curiosamente, cuando los EE. UU. entraron en la Segunda Guerra Mundial, consideraron que los barcos mercantes estaban más seguros navegando solos mientras que sus buques cazasubmarinos hacían patrullas de un punto a otro intentando sorprender a los submarinos alemanes... con los mismos resultados que los ingleses en la Primera Guerra Mundial. Hay lecciones que cuesta aprender. :D
Cuando el líder eficaz ha dado por terminado su trabajo,
la gente dice que todo ocurrió de un modo natural.
LAO TSE.

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