FJavier escribió:
Esta mañana me he comprado el libro:
"El Sitio de Baler. La Historia de los últimos de Filipinas relatada por su más destacado protagonista" del General Saturnino Martín Cerezo. Editado por Publicaciones de Defensa. Quinta edición corregida y aumentada del año 2.000.
El prólogo es de Azorín.
Me ha costado 18 "leuritos" (permitirme esta pequeña gracia en honor a un gran comunicador Carlos Herrera, del que soy fiel fosforo).
Creo que este libro va a posponer la lectura de "La última Guerra de África (Campaña Ifni-Sahara)" que, en principio, iniciaré cuando acabe el arriba mencionado.
Una historia que pone los pelos de punta y enjuaga los ojos en lágrimas del lector, y que empieza con esta declaración de intenciones por parte del autor:
AL QUE LEYERE
Vivos todavía en mi alma, como si dataran de ayer, palpitantes como lo estarán mientras aliente, aquellos once meses de angustia que agonizamos en la iglesia de Baler, creo que le debo a mi patria una relación de lo sucedido entre aquellas cuatro paredes, último resto de su dominio en Filipinas.
Por eso doy a luz este libro. Satisfecho de la gratitud y la recompensa merecidas, no pretendo exhibirme; solamente deseo no dejar olvidado lo que bien merece sumarse a nuestra dorada leyenda, hoy por desgracia tan controvertida y maltratada; hechos gloriosos que, indudablemente, se hubieran multiplicado en todo el teatro de la guerra si otras hubieran sido las circunstancias y los medios.
Un pequeño destacamento de soldados puso allí en evidencia que no han decaído nuestras virtudes militares. Conviene recordarlo, siquiera no sea más que para reafirmar esa fe salvadora de que tanto necesitamos actualmente.
Derribados por el infortunio, caídos en el apocamiento y el descrédito, considero pues de oportunidad, estas páginas, humilde apunte para la historia de aquellos días luctuosos y debido tributo a mis valerosos compañeros.
Limpio de resquemores, y no deseando ni la censura ni la crítica, sólo ha de valorarlas mi sinceridad al escribirlas; sea ello mérito para la benevolencia en su lectura.
Y... nada más. Paz a los muertos, reflexión a los vivos y una oración a Dios pidiéndole que nos ilumine y nos proteja.
Saturnino Martín Cerezo. Madrid, a 30 de septiembre de 1904.
Un libro muy recomendable, como bien dices, prologado por Azorín. Un testimonio escalofriante, cercano, duro y completo de lo que supuso el asedio y la supervivencia de aquellos cazadores del Batallón Expedicionario número 2, contado en primera persona por uno de los protagonistas, que a la postre se vió como comandante en jefe tras la muerte de sus superiores, recompensado con la Cruz de segunda clase de la Real y Militar Orden de San Fernando con pensión anual de 1.000 pesetas(*) y que años después, llegaría a ser general. Ilustrado con fotos y con anexos de documentos (relaciones de combatientes -vivos, caídos y heridos- y sus procedencias, raciones de alimentos y evolución de las provisiones, armamento, planos y croquis del lugar y aledaños...) constituye una de las mejores fuentes para documentarse acerca del asunto.
Perfectamente complementado por la colosal obra de Manu Leguineche "Yo te diré... La verdadera historia de los Últimos de Filipinas", si es que puedes hacerte con ella: yo estuve buscándola mucho tiempo hasta que el compañero JMS me facilitó un ejemplar, cuestión por la cual me encuentro desde entonces en deuda con él.
En definitiva: una muy buena adquisición, no te arrepentirás, salvo por la tristeza de la historia y la grandeza de aquellos soldados.
...tenga por seguro esta España tan desdichada que, a pesar de todos los desvanecimientos de leyendas que por ahí pregonan, no han de faltarle nunca soldados como los soldados de Baler, alguno de los cuales, dicho sea de paso, bien puede ser que tenga que mendigar una limosna.
(*) También el fallecido Comandante Enrique de Las Morenas, fallecido a los cuatro meses de asedio, fue agraciado con la citada Laureada, y a su viuda una pensión anual de 5.000 pesetas de la época... en directa contraposición con los heroicos cazadores supervivientes durante los nueve meses de asedio luchando en proporción de 100 contra 1, a los que se les facilitó una pensión mensual de ¡60 pesetas de la época!
Estremecedor.
Saludos.