El sábado pasado fue mi cumpleaños (y lo recuerdo todo, por una vez, no borroso a partir de determinada hora
). Dos días después vinieron mi hermano y mi cuñada a visitarnos.
Como al borrico de él se le olvidó la fecha, decidió hacerme un regalo... o dos. Así pues, conociendo como conoce mis gustos, me compró (sin avisar, oiga)
La guerra de los Treinta Años, de Geoffrey Parker y...
Panzer Commander
Aparte de que yo lo hubiese llamado "Comandante Panzer", he visto errores en la traducción flagrantes, no achacables a un original inglés "averiado" (
más de mil proyectiles de todos los calibres y la artillería naval), cosa que hace dudar del traductor, por eso la defensa de Julian Hernandez mosquea tanto. Quizás se halla sentido molesto personalmente, pues habrá tomado las críticas por lo personal, pero él también debería ponerse en nuestro lugar.
Hemos sufrido (creo que es el término adecuado) muchas traducciónes criminales, incluso maquetaciones asesinas para encajar un texto en un número determinado de páginas (me acuerdo del
Leipzig 1813 y tiemblo... más puntos que en toda la historia de la Traumatología), y ahora nos cae esta, la muy esperada traducción de un libro bastante conocido y deseado por aquellos entusiastas de la Segunda Guerra Mundial que no dominan el inglés lo bastante como para pelearse con un libro extenso, y experimentan el susto de ver que la traducción es tan descuidada como suelen serlo las de otras editoriales que no se dedican exclusivamente a la historia militar como parece ser la vocación de Tempus. De ahí el desgarro, las lágrimas y los juramentos ante las estatuas de Clio y Nebrija. No solo es cuestión de dinero o de purismo, son las espectativas defraudadas.
Por cierto, "Tridente" es la ciudad de Trento (ese era su nombre latino). El gentilicio es
trentinos o
tridentinos; durante mucho tiempo después del famoso concilio, fue foco de tensión nacionalista entre Austria-Hungria e Italia.