Xocaikaya escribió:Lo que yo digo es que es posible que Hitler tubiera sentido del humor.
No lo creo.
Para Hitler, toda persona se convertía en comparsa o en instrumento, jamás un ser humano despertó su interés auténtico y su simpatía. Incluso desistió de todos los intentos de establecer contactos con antiguos compañeros de lucha, hasta el punto de que le molestaban los deseos de aquellos por acercársele. La pobreza de contactos que le aislaba humanamente le favorecía, sin embargo, en lo político, pues sólo veía peones en un tablero de ajedrez.
Otro aspecto del empobrecimiento social lo constituye la imposibilidad de mantener una conversación en su presencia: o bien hablaba Hitler y los demás tenían que escuchar, como se ha testimoniado repetidas veces, o bien los demás charlaban y Hitler permanecía sentado, como ausente, ensimismado, apático, cerrado al mundo exterior, sin abrir los ojos y "mondándose los dientes de una forma terrible", como se dice en el informe de uno de sus asistentes.
En sus reuniones nocturnas en el Berghof, donde se proyectaban películas durante tres o cuatro horas, los allí reunidos se sentaban luego ante la chimenea, sin que jamás se entablase una auténtica conversación. Al mismo tiempo, Hitler ejercía una influencia paralizadora sobre quienes le rodeaban; eran muy pocas las personas que se sentían a gusto en su presencia, observó uno de sus viejos camaradas. Durante una o dos horas permanecían allí todos sentados, hablando poquísimo, de forma entrecortada, pero siempre sobre temas triviales. Hitler generalmente, permanecía mudo o cavilando, se quedaba contemplando con la mirada fija las llamas , mientras los reunidos observaban un silencio cada vez mayor, tanto por respeto como por cansancio. Sólo cuando Hitler despedía formalmente a Eva Braun, entre las dos y las tres de la madrugada, y él mismo se retiraba también poco después, los que quedaban parecían revivir y exteriorizaban su nerviosa alegría. De forma muy similar transcurrían las veladas en Berlín, sólo que el círculo de personas era mayor y la atmósfera más tensa.
Estos párrafos han sido extractados del libro
Hitler, una biografía, de Joachim Fest.
Como creo que podremos comprender todos, Hitler no se caracterizaba precisamente por su simpatía o su sentido del humor, ni aún estando con su círculo íntimo conversando junto al fuego de una chimenea.