Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El barranco de Wabash, 4 de noviembre de 1791,7.15 AM . Artista Peter Dennis.

A las 6.45, atacando rápidamente los indios invadieron el campamento de la milicia de kentucky. Los milicianos supervivientes huyeron luego por un sendero indio en el barranco por el que discurre el río Wabash. Cruzando el río, los milicianos llegaron finalmente a su encuentro con St. Clair, que siguieron por el otro lado del barranco a la cresta en la cual se hallaba acampado el ejército americano. Los indios que persiguen a los milicianos atacaron el campamento, pero fueron rechazados.

Esta ilustración muestra la escena una media hora después del primer ataque indio. Los indios ahora rodean el campamento. Los que están en el primer plano son indios Miami detrás de los árboles y en el suelo están disparando el fusil contra los soldados americanos en la cresta. A su derecha se encuentra un hombre de la frontera de kentucky,que ha sido derribado y le han arrancado la cabellera. Por delante,antes del Wabash y a lo largo del rastro dejado por St Clair´s, pueden verse los cuerpos de otros milicianos muertos de kentucky. A su derecha e izquierda,los indios Miami estan regresando de su ataque contra el campamento. En la cresta, los tres cañones de 6 libras de la compañía del capitán Mahlon Ford han comenzado a disparar contra los Miamis. Las ramas de los árboles por encima y por delante de los indios Miami tiemblan,cuando los proyectiles disparados por la artillería estadounidense los golpea cada diez segundos. A la izquierda de los cañones,que apuntan demasiado alto para dañar a los Miamis,estan los soldados del batallon de Pensilvania Oriental del Comandante John Thomas Butler. En el primer plano a la derecha esta el jefe indio de los Miami William Wells. Capturado por los indios Miami cuando era un niño,Wells era el hermano del capitán Samuel Wells,un comandante de la milicia de Kentucky que sobrevivió al ataque de los indios. Wells está escuchando a un oficial británico, uno de los dos del 24 (2º Warwickshire) regimiento de infantería enviados secretamente a la guarnición de Detroit para asesorar a los indios. El oficial,que lleva el abrigo de invierno de un guerrero Ojibwe,insta a los indios Miami a avanzar a la línea más cercana de la artillería americana.


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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El centro del campo americano, 4 de noviembre de 1791 8.15 AM. Artrista Peter Dennis.

Después de una hora de batalla los americanos trataron de expulsar a los indios de su línea de retaguardia con una carga que marcha hacia la derecha encabezada por el teniente coronel William Darke. Como los americanos cargaban, los indios Shawnee y luego los Wyandoot atacaron por la esquina sureste débilmente sostenida del perímetro estadounidense. Después de correr en el interior del campo estadounidense, masacraron a los heridos y a los civiles y saquearon los suministros del ejército.

Esta obra de arte muestra el avance de tres compañías de soldados del 2º regimiento de infantería cargando para expulsarlos. Las figuras en primer plano están en el centro del campamento americano, donde se encontraban las carretas y los suministros del ejército, y donde las mujeres, los niños y los heridos habían sido enviados a lo que se creía que era una zona de seguridad. A la izquierda se encuentra un carro de suministros del Ejército de EE.UU., del que se han descargado cajas, barriles y bolsas. Un muchacho bien vestido cerca de la carreta, el hijo de un oficial americano, ha sido asesinado y arrancado el cuero cabelludo. Tres mujeres muerta están muy cerca. Un guerrero Shawnee está llevando un barril de pólvora de nuevo a la línea de los indios, como otro corta la cabellera a un soldado herido del batallón de Virginia. El jefe indio Shawnee Black Hoof está gritando a los guerreros a retirarse cuando la carga estadounidenses avanza hacia el área. Un guerrero Shawnee huye, cuando otros continúan disparando a los estadounidenses que avanzan. En la distancia el 2º regimiento de infantería del Mayor Jonathan Heart, que había dejado a su hijo en el centro del campo estadounidense, ha sido alcanzado por una bala de mosquete cuando lideraba la carga americano. A su izquierda, la segunda compañía de infantería del capitán Samuel Newman, que también había dejado allí a su hijo, y a su derecha, los del capitán Robert Kirkwood la "gallina azul de Delaware", siguen avanzando,aunque mataron a Newman y kirkwood.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La ultima carga,4 de noviembre de 1791,9.30 AM . Artista Peter Dennis.

Después de casi tres horas de batalla,los americanos,aturdidos por el fracaso de repetidas cargas a la bayoneta y las continuas bajas que los indios les infligen,han retrocedido en un área de cerca de 3 hectáreas en el extremo norte del campo. Allí,donde las balas de mosquete indios y flechas matan a más estadounidenses cada minuto,muchos han perdido la voluntad de seguir luchando. Después de 15 minutos de masacre en la limitada área,los pocos oficiales estadounidenses que sobreviven se han dado cuenta de que todo el ejército se perderá a menos que ahora huyan del campo,

Las figuras en primer plano se encuentran cerca del extremo norte de la línea trasera. El área,originalmente ocupada por una compañía del 2º regimiento de infantería,ahora defendida por soldados que quedan de unidades destrozadas. A lo lejos,los indios Ojibwe ocupan las posiciones opuestas a ellos. Los oficiales estadounidenses están tratando desesperadamente de persuadir a los desmoralizados soldados a formar una línea para cargar sobre los indios Ojibwe con bayonetas. El capitán Henry Carberry del Batallón de Maryland está gritando a los soldados de que esta carga es para abrir un camino a través de los indios por donde el ejército puede retirarse. El Major Thomas Butler que se ha roto los huesos de ambas piernas,no puede caminar. Un soldado de los batallones de Pensylvania del Este, que ha perdido su sombrero, se ha puesto el de un miliciano, y está disparando a los indios, como otro, que se ha envuelto en una manta, y se sienta en silencio a la espera del final. Tres soldados del 2º regimiento de infantería han comenzado a formar las líneas como un grupo de soldados del Batallón de Maryland, Otros dos soldados del 2º regimiento de infantería están escuchando a Carberry y deciden si unirse o no a la carga. A lo lejos, los Ojibwe envalentonados están disparando sus fusiles contra los estadounidenses. Uno de ellos, agotada su pólvora, esta usando un arco.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Fallen Timbers. La Legión de Anthony Wayne en la Batalla de Fallen Timbers en las orillas del río Maumee, Ohio, 20 de agosto de 1794.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Francia 1854-1860. Suboficial de artillería a pie.

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"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

Lord Kitchener

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Ab insomne non custita dracone
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Tippecanoe, el flanco izquierdo americano, 7 de noviembre de 1811,5.50 a.m. Artista Peter Dennis.

La batalla de Tippecanoe tuvo lugar en el año 1811 y enfrentó al ejército de los Estados Unidos de América liderado por William Henry Harrison, gobernador del territorio de Indiana, contra los guerreros de la confederación de pueblos tribales aliados bajo el mando de Tecumseh de la tribu de los shawnee. La batalla se desarrolló a las afueras de Prophetstown, cerca de la actual Battle Ground, Indiana, y forma parte de la conocida como guerra de Tecumseh, a la que siguió la guerra de 1812. Aunque la facción de Harrison sufrió un mayor número de bajas pese a contar con un contingente de hombres superior, la batalla se interpretó como una importante victoria política y simbólica para las fuerzas norteamericanas.
La batalla

Cuando las tropas de Harrison se aproximaron a la ciudad en la tarde noche del 6 de noviembre, un joven nativo llamado Marvin Reed, salió de la misma a caballo portando una bandera blanca. Cuando llegó hasta Harrison dijo ser portador de un mensaje de El Profeta (sobrenombre del hermano de Tecumseh, Tenskwatawa) en el que exigía el alto el fuego hasta el día siguiente cuando los dos bandos enfrentados podrían mantener un encuentro pacífico. Harrison consintió en la entrevista pero desconfiando del cabecilla indígena mantuvo vigías toda la noche.

Los sucesos de aquella noche no resultan muy claros y no se puede precisar como comenzaron los ataques. Parece que los centinelas descubrieron un grupo de guerreros avanzando en las horas previas al amanecer del día 7 de noviembre. Cuando los soldados se despertaron por el sonido de los disparos descubrieron que estaban rodeados por los guerreros de El Profeta. Un feroz combate estalló cuando los guerreros nativos rompieron las líneas de Harrison y penetraron en el campamento. Los voluntarios rápidamente se reagruparon y repelieron el avance nativo intentando asegurar sus líneas. A lo largo de aquella mañana las tropas dirigidas por Harrison soportaron varias cargas. Cuando los nativos empezaron a quedarse sin munición y salió el sol, mostrando lo pequeño que era en realidad el ejército del Profeta, estos se retiraron. Entre los hombres de Harrison hubo 68 muertos o heridos mortales y unos 120 heridos de menor gravedad. El número de bajas entre los nativos es sujeto de intenso debate aunque en general se acepta que fueron inferiores a las padecidas por el ejército norteamericano. Los historiadores estiman que al menos 50 cayeron abatidos y entre 70 y 80 fueron heridos.

Temiendo el pronto regreso de los guerreros de Tecumseh con el apoyo de nuevos refuerzos Harrison ordenó a sus hombres fortificar la posición. Al día siguiente, 8 de noviembre, envió un pequeño grupo de hombres para que inspeccionaran la ciudad, que resultó desierta pues los nativos en retirada la habían abandonado durante la noche. Harrison entonces mandó a sus tropas incendiar Prophetstown y destruir las reservas de víveres allí almacenados, sin los cuales la confederación difícilmente sobreviviría al invierno. Las tropas de Harrison también profanaron el cementerio nativo desenterrando algunos cuerpos y desmembrando los cadáveres.
Epílogo

La batalla de Tippecanoe fue un serio golpe para el sueño de Tecumseh de una confederación tribal unida. El Profeta que había vaticinado que las armas de las tropas de Harrison no podrían hacer ningún daño a sus guerreros, cayó en desgracia por su error y huyó a Canadá. Tecumseh continuó jugando un papel importante en las operaciones militares en la frontera, no obstante, y en 1812 había recuperado buena parte de su antigua fuerza. Las tropas de Tecumseh formaban casi la mitad del ejército británico que tomó Detroit a los norteamericanos en la guerra de 1812. No fue hasta la muerte de Tecumseh en 1813 durante la batalla del Thames que su confederación dejó de amenazar la expansión de los colonos. Cuando William Henry Harrison se presentó como candidato a presidente de los Estados Unidos de América durante las elecciones de 1840 utilizó como eslogan la frase "Tippecanoe and Tyler too" (“También Tippecanoe y Tyler”) para recordar a la gente su papel en estas dos batallas. Esta misma frase dio lugar a una canción que se popularizó durante dichas elecciones.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Tippecanoe, el flanco derecho americano, 7 de noviembre de 1811,7:00 a.m. Artista Peter Dennis.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Tippecanoe, el contraataque americano, 7 de noviembre de 1811,7:40 a.m. Artista Peter Dennis.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de tippecanoe librada el 7 de noviembre de 1811. Artista William Henry Harrison.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Horseshoe Bend. Artista Keith Rocco.

La batalla de Horseshoe Bend (también conocida como Tohopeka, Cholocco Litabixbee o la Horseshoe) tuvo lugar durante la Guerra anglo-estadounidense de 1812 en Alabama central, Estados Unidos. El 27 de marzo de 1814, las fuerzas de los Estados Unidos y sus indios americanos aliados bajo las órdenes del General Andrew Jackson derrotaron a los «Bastones Rojos», una parte de la tribu de los indios creek liderados con eficacia por el shawnee Tecumseh. Esta batalla dio fin a la Guerra contra los creek.

Antecedentes
La batalla es considerada parte de la Guerra de 1812. Los creek fueron a la guerra incitados por Tecumseh, el principal aliado británico, que trataba de construir una resistencia pan-india a la expansión americana. Los británicos planearon crear un gran estado indio «neutral» que sería un parachoques para los americanos.1​ Horseshoe Bend fue la principal batalla de la Guerra Creek, con la que Andrew Jackson procuró «limpiar» Alabama para el establecimiento americano. El general Jackson estaba a la orden de un ejército de milicia del Tennessee Occidental, que había convertido en una fuerza de enfrentamientos bien entrenada. Hay que añadir a estas unidades de milicia el 39º de Infantería de los Estados Unidos y aproximadamente 600 Cheroqui, Choctaw y Creeks Inferiores lucharon contra los indios creek «Bastones Rojos». Después construir el Fuerte Williams en la primavera de 1814, el ejército de Jackson marchó cortando camino 10 km bosque adentro del campamento del jefe menawa de los Bastones Rojo cerca de una curva en el río Tallapoosa, llamado «Curva de Herradura» (Horseshoe Bend), en Alabama central, a 12 km al este de lo que es ahora Alexander City. Jackson envió al General John Coffee con la infantería montada y los indios aliados al sur cruzando el río para rodear el campo de los Bastones Rojos, mientras Jackson se quedó con el resto de la 2.000 infantería al norte del campamento.

La Batalla
El 27 de marzo, a las 10:30h, Jackson comenzó un bombardeo de artillería con dos cañones durante aproximadamente dos horas. No causaron grandes bajas. Los cheroquis de Coffee y la caballería comenzaron a cruzar el río y lucharon contra los Bastones Rojos en su retaguardia.

Jackson entonces ordenó una carga a la bayoneta. La infantería atacó los parapetos que rodeaban el campamento y atraparon a los Bastones Rojos en un fuego cruzado. Sam Houston (futuro gobernador de Tennessee y Texas, así como el presidente de la República de Texas) sirvió como tercer teniente en el ejército de Jackson y fue uno de los primeros en saltar las barricadas vivo siendo herido por una flecha Creek que lo dio problemas el resto de su vida.2​

La batalla continuó durante aproximadamente cinco horas. Aproximadamente 550 Bastones Rojos murieron en el campo, mientras muchos murieron intentando cruzar el río.3​ El futuro Senador de los Estados Unidos John Eaton escribió: «Esta batalla dio un golpe de muerte a las esperanzas del enemigo, tampoco ellos se arriesgaron, después, a permanecer allí... En esta acción, los mejores y el más valiente de sus guerreros fueron aniquilados».

El jefe Menawa fue herido de gravedad, pero sobrevivió y condujo sólo a aproximadamente 200 de los 1,000 guerreros originales a través del río, a la seguridad de la tribu Seminola en la [Florida española]].
Resultados

El 9 de agosto de 1814, Andrew Jackson obligó los creeks a firmar el Tratado de Fuerte Jackson. A pesar de las protestas de los jefes creek que habían luchado junto a Jackson, la Nación creek traspasó 93,000 kilómetros ² —mitad de Alabama y parte de Georgia del sur— al Gobierno de los Estados Unidos. Aunque la Guerra Creek fuera en gran parte una guerra civil entre los propios creek, Andrew Jackson no vio ninguna diferencia entre los creek que habían luchado con él y los Bastones Rojos que lucharon contra él. 7,700 km² de los 93,000 km² que Jackson había obligado ceder a los creek fue reclamado por la Nación cheroqui que se había aliado con los Estados Unidos.4​ Cuando fue Presidente, Jackson tomó la tierra traspasada a sus antiguos aliados, los cheroquis, junto con otras tierras que los cheroquis fueron obligados a dejar al ser expulsados del Territorio de Oklahoma. Junaluska, el jefe cheroqui que salvó la vida de Jackson en la batalla y quién condujo 500 Cheroquis en apoyo de Jackson en Horseshoe Bend, declaró: «Si yo hubiese sabido que Jackson nos expulsaría de nuestras casas, le habría dejado morir en Horseshoe Bend».

Esta victoria, junto con la Batalla de Nueva Orleans, dio a Andrew Jackson la popularidad para ganar las elecciones como Presidente de los Estados Unidos en 1828.

El campo de batalla se conserva en el Parque Militar Nacional Horseshoe Bend.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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JACKSON escribió:"Orgull" la toma de Tetuán en 1860, donde los voluntarios catalanes a las órdenes del General Prim fueron los primeros en izar la bandera de España. Artista Augusto Ferrer Dalmau.
En homenaje al cuadro de Dalmau:
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Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Batalla de Boquerón del Sauce, Paraguay durante la Guerra de Triple Alianza. El Batallón Florida, de la División Oriental estaba al mando del Coronel León. Obra del artista Juan Bautista Diógenes Hequet del Museo Histórico Nacional que se encuentra en custodia en el Salón de Honor del Batallón “Florida” de Infantería N° 1 desde el año 1998.

La batalla de Boquerón del Sauce ―también conocida como batalla de Boquerón de Pirís, batalla de Punta Ñaró o batalla de Sauce―, fue una serie de combates que se dieron los días 16, 17 y 18 de julio de 1866 durante la Guerra del Paraguay, también conocida como Guerra de la Triple Alianza. Los tres días de la batalla fueron de épicas proporciones, comparables cada uno de ellos a la batalla de Estero Bellaco, que se había llevado a cabo meses antes.1​

Las tropas del coronel paraguayo Elizardo Aquino derrotaron a las del mercenario español (bajo lealtad uruguaya) León de Palleja en feroces duelos. Ambos líderes cayeron muertos en esta batalla. Las bajas en ambos bandos fueron considerables, cerca de 5.000 bajas aliadas contra casi 3000 de los paraguayos. En esta batalla las tropas uruguayas quedaron prácticamente exterminadas como una fuerza considerable y luego de ella, solo participarían algunos pequeños batallones expedicionarios.

Los días 16 y 17 de julio de 1866, tropas paraguayas lideradas por el coronel Elizardo Aquino se enfrentaron en escaramuzas en los montes y esteros de Punta Ñaró y Boquerón del Sauce a los ejércitos de la Triple Alianza. Varias bajas por ambos bandos se dieron en las grescas.

Bartolomé Mitre, comandante en jefe de las tropas aliadas, ordenó atacar a la plaza fuerte enemiga que se hallaba atrincherada en la zona y encomendó al experimentado mercenario español León de Palleja para derrotar a las defensas paraguayas. La orden de Mitre era de «tomar a toda costa las baterías del enemigo».

Las tropas de la alianza estaban compuestas casi en su totalidad, en esta acción, por los uruguayos leales a Venancio Flores y las tropas mercenarias de Palleja. Unos batallones brasileños y argentinos se acoplaron a la operación, por orden de Mitre y avanzaron hasta el frente. El plan de Palleja era atrevido pero factible: las tropas brasileñas y argentinas avanzarían frontalmente para retener al enemigo en su trinchera, mientras los uruguayos rodearían la posición por el flanco más débil lanzando una carga sorpresa a la bayoneta. Los defensores guaraníes eran ligeramente superiores en número, pero el ataque era atrevido y prometedor.

Sin embargo, Elizardo Aquino, quien era conocido como el «León de la Vanguardia» por su osadía y por encontrarse siempre «muy al frente de sus tropas» se percató del plan de los aliados e hizo apuntar todos los cañones, sin cambiarlos de posición, hacia el «flanco débil» paraguayo en dirección oeste, cruzando de lado a lado en complicados tiros el frente de batalla.

El 18 de julio se lanzó el ataque e inicialmente, los argentinos y uruguayos consiguieron avanzar hasta el punto de flanquear casi totalmente la posición paraguaya, ubicándose en una pequeña depresión que los ponía a cubierto. Los artilleros paraguayos, dada la complicada posición en que se encontraban, no pudieron inicialmente cumplir la idea defensiva de Aquino. Pero en la zona frontal del ataque, los brasileños y argentinos daban la sorpresa y avanzaban, ante el desconcierto paraguayo. Solo allí los artilleros guaraníes lograron hacer dianas deteniendo la maniobra de flanqueo de los uruguayos. La posición paraguaya era desesperante. Había riesgo de ser rodeados. Es allí cuando el coronel Aquino ordena una carga frontal de caballería contra las tropas argentinas y brasileñas que ya habían ganado demasiado terreno. Con los batallones 6º, 7º y 8º inicia un contraataque que pone en retirada, inicialmente a los argentinos y luego a los brasileños.

El desconcierto en ese instante era total. Palleja intenta reorganizar el frente, pero no lo consigue. Aquino, no obstante, sube a un caballo que encontró cerca y grita a sus tropas: «Voy a matar a unos negros con mis propias manos» y luego mató de un sablazo a un afrodescendiente brasileño que encontró en su camino.

Se lanza a la carga con sus hombres y causan devastación en las tropas en retirada. Alcanzan la trinchera principal aliada, donde se encontraba Palleja, quien fue herido de muerte en el lugar tras luchar con su espada contra dos jinetes paraguayos y luego se lanza tras las indefensas tropas uruguayas que fueron abandonadas por sus compañeros argentinos y brasileños.​ Es allí cuando Aquino recibe un disparo en el vientre por parte de un brasileño herido que quedó atrás. Cae de su caballo. Pero sus tropas continúan la contraofensiva y arrasan a los uruguayos, que quedaron abandonados por sus compañeros, dejando a casi ninguno vivo.
Soldados uruguayos arrastran a su jefe, el mercenario español José Pons de Ojeda ―que se hacía llamar León de Palleja―, caído en la batalla de Boquerón.

El cadáver de Palleja sería trasladado en angarillas por sus soldados uruguayos, quienes lo apreciaban mucho, hasta un lugar cercano donde, en evento solemne, lo enterraron.

Tres días después, Elizardo Aquino fallecería en Paso Pucú, obteniendo antes de morir el ascenso al rango de general.
Soldados paraguayos muertos en la batalla de Boquerón.
Última edición por JACKSON el 07 Jun 2018, editado 3 veces en total.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Artillería uruguaya en la batalla de Tuyyuti, 24 de mayo de 1866.

La primera batalla de Tuyutí fue un enfrentamiento armado entre las fuerzas paraguayas contra las aliadas en el marco de la Guerra de la Triple Alianza. Tuvo lugar el 24 de mayo de 1866, como consecuencia del ataque del ejército paraguayo al campamento aliado establecido en una zona seca rodeada de pantanos conocida como Tuyutí, dentro del territorio paraguayo.

Con esta ofensiva, López pretendía inclinar la guerra a su favor, y para tal fin convocó la mayor cantidad de soldados para asestar un golpe decisivo a la mayor parte del ejército aliado establecido en Tuyutí, con el objetivo final de negociar la paz con los aliados y su retirada del territorio paraguayo.​

La batalla fue ganada por los aliados, duró más de cuatro horas y dejó una importante cantidad de pérdidas humanas en ambos bandos.​ La victoria aliada fue de vital importancia para el curso de la guerra, ya que lo mejor del ejército paraguayo fue destruido y desde entonces López nunca más pudo reunir una cantidad semejante de hombres.

Fue una de las principales batallas de la Guerra de la Triple Alianza, y la gran cantidad de combatientes involucrados en este enfrentamiento fue de tal magnitud, que hasta hoy día sigue siendo la batalla más grande y sangrienta librada en América del Sur.

La tropa de Díaz se vio favorecida por el terreno y fue la primera en atacar. Derrotó a dos batallones uruguayos a cargo de defender delante de Bellaco Norte pero luego fue rechazada por tres batallones brasileños que usaron 26 piezas de artillería desde una sólida posición defensiva, los paraguayos retrocedieron al bosque hasta que finalmente fueron obligados a retroceder de ahí por un contraataque aliado.

La unidad del comandante Marcos, que debía atacar por el centro, flanquearía el estero por el paso Gómez, pero se vio retrasada en su avance y fue rechazada en tres ataques con graves pérdidas.​ La poderosa caballería de Marcos cargo contra las líneas brasileñas, pero el general francés Emílio Luís Mallet, comandante de las tropas brasileñas en el centro había ordenado cavar un foso delante de sus posiciones, por lo que los paraguayos nunca pudieron acercarse a menos de 50 metros, esto unido al fuego de la artillería imperial diezmó a los jinetes paraguayos.

En el caso del general Resquín, sus dos batallones de infantería cruzaron el estero por el paso Yatayty Corá y Lequizamón, y su caballería de ocho regimientos por paso Minas. La caballería derrotó a los pocos escuadrones argentinos que allí se encontraban, pero en su temerario ataque contra la infantería argentina formada en cuadros resultó prácticamente aniquilada​ aunque con gran dificultad, finalmente no pudó envolver el flanco.​ Los batallones de Resquín avanzaron con gran lentitud debido a las dificultades del terreno, lo que dio tiempo a los argentinos para tomar adecuadas contramedidas y rechazarlos a través del estero.

Aunque inicialmente pareció que se convertiría en una completa derrota aliada, la batalla terminó en un sangriento desastre paraguayo. A las 16:30, tras cinco horas de lucha, el combate cesó y las unidades paraguayas se retiraron.​ La batalla de Tuyutí fue una de las más sangrientas de la historia de América del Sur, entre 13.000 y 15.000 combatientes murieron ese día.​ Según la historiografía paraguaya su ejército sufrió cerca de 5.000 muertos y 8.000 heridos mientras que murieron 7.000 hombres del ejército aliado y 4.000 más fueron heridos.​ Pero las fuentes aliadas dan cuenta, entre muertos y heridos, de 3.000 brasileños (entre ellos el general Antônio de Sampaio, comandante de la 3ª División de Infantería), 800 argentinos y 300 uruguayos; frente a 13.000 bajas paraguayas.

Mitre al tener tal número de pérdidas y desconociendo realmente la situación de los paraguayos se negó a avanzar a Paso Pucú, sin saber que López era totalmente incapaz en esos momentos de contener cualquier ataque. Mitre no sacó mayor provecho de su victoria, se quedó en Tuyutí esperando lo que hiciera su enemigo.​ Lo que da la verdadera importancia de la batalla es que por la mala coordinación y poca planificación, un ataque que debió darles una victoria decisiva, costó a los paraguayos la destrucción de sus mejores unidades regulares, la mayoría de los jinetes muertos eran miembros de la élite de Asunción.​

Al final de la batalla los aliados aún poseían una fuerza de combate, al contrario de López que, de allí en adelante, nunca más consiguió reunir una fuerza de aquella magnitud para combatir. Desde entonces, sin condiciones humanas para batir en campo abierto, a Solano López solo le restaba resistir atrincherado en las fortificaciones (Fortaleza de Curupaytí y Fortaleza de Humaitá) con la esperanza de poder desgastar a las fuerzas enemigas. Con esta victoria, las tropas aliadas se establecieron firmemente en territorio enemigo.​

El general Barrios y sus hombres por sus parte, debido a las dificultades del terreno,​ se vieron muy retrasados, llegando a Potrero Piris casi al medio día. En esos momentos las tropas brasileñas ya estaban preparadas por lo que se perdió la sorpresa. Sin embargo, el general dio la señal y sus tropas atacaron a las unidades de brasileños y uruguayos. El actuar del general brasileño Manuel Luís Osório fue decisivo, ordenó a las reservas ir a apoyar a las tropas más comprometidas.
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Batalla de Estero Bellaco. Artista Diógenes Hequet.

El 16 de abril de 1866 pasaron el río tropas brasileñas al mando del mariscal Osorio y se establecieron en el Fuerte de Itapirú. Luego, el mismo día, cruzó el general Flores al frente del primer cuerpo del ejército de Argentina y de una división de infantería uruguaya. Al día siguiente lo hicieron las tropas de Paunero.

El general Flores y su vanguardia, comandada por el mercenario español León de Palleja, posicionado en Estero Bellaco, fue atacado el 2 de mayo por una fuerza paraguaya de 6.000 hombres con cuatro piezas de artillería. Los paraguayos prácticamente arrollaron a las tropas aliadas, en completa confusión hasta que estas fueron auxiliadas por doce batallones de reserva.

El 2 de mayo de 1866, el Mariscal López ordenó un reconocimiento ofensivo al sur del Estero Bellaco, para imponerse de la ubicación del oponente.

Las fuerzas aliadas entraron en campo paraguayo. El ejército adversario retrocedía sin hacer resistencia. Todo vaticinaba un éxito próximo y seguro. Siguiendo las huellas de las tropas de López, avanzaron por el camino real de Humaitá, hasta llegar, sin dificultad, al Estero Bellaco del Sur, en cuyas proximidades acampó la vanguardia, compuesta de cuatro batallones uruguayos, cuatro batallones brasileños, cuatro piezas de artillería, algunos regimientos de caballería riograndense y doscientos jinetes de la escolta particular del general Flores. En total, más de ocho mil hombres de las tres armas.

La posición de las fuerzas de Flores era, como sigue, en aquel momento:

Los cuatro batallones brasileños citados estaban acampados detrás de una suave cuchilla. El batallón 7º, que era el más avanzado, protegía las cuatro piezas del regimiento 1º de artillería. A ochocientos metros a retaguardia estaban el 21º y 38º cuerpos de “Voluntarios da Patria”. Los batallones uruguayos Veinticuatro de Abril, Florida, Independencia y Libertad ocupaban la izquierda de las tropas imperiales. El español Palleja comandaba a los batallones Florida y Veinticuatro de Abril, compuestos en gran parte por mercenarios españoles, italianos e incluso suizos entre los colorados de Uruguay.​

A las doce del día, cuando los aliados se entregaban a devorar el rancho, hicieron irrupción los paraguayos por los tres pasos del Estero, arrollando los puestos avanzados de la vanguardia. El empuje de la caballería paraguaya sembró en un primer momento el desconcierto entre las fuerzas argentinas y orientales que se pusieron en retirada, siendo perseguidos. El mismo Venancio Flores estuvo al borde de ser capturado en la escaramuza, pero fue capaz de huir con un golpe de suerte.6​ Repuestos y reorganizados con apoyo de la retaguardia brasileña comandada por Osorio, los aliados pudieron ejercer una mejor resistencia al ataque paraguayo que se desató.

En efecto, cuando la vanguardia del ejército aliado había sido derrotada, el coronel José Eduvigis Díaz, comandante de las tropas paraguayas, quiso ir más allá todavía. En vez de ordenar en el acto la retirada, toda vez que el objetivo de la operación ya había sido cumplido, se empeñó en una temeraria persecución para estrellarse contra el grueso del ejército aliado. La carga fue efectuada por el coronel Elizardo Aquino, quien chocó contra las ya recuperadas tropas aliadas y hubo de soportar la presión de todo el poder del oponente. Las bajas fueron altas para ambos bandos. La intervención brasileña en la retaguardia fue crucial para impedir una penetración más profunda de los paraguayos.

Al otro lado del Estero, Díaz hizo fracasar un movimiento envolvente de las tropas brasileñas, intentado por el Paso Sidra, rechazándolos dos veces a la bayoneta, obligándolos a huir.​

Si bien las bajas fueron casi similares para ambos bandos (parecido número de muertos con más heridos en el bando aliado), los objetivos paraguayos de emboscar al enemigo y de robar varias piezas de artillería y municiones se consiguieron. Los paraguayos pudieron hacerse con 4 piezas de artillería y varios carros repletos de armas modernas que sirvieron para paliar la escasez de material que se empezaba a hacer sentir en el campamento de Francisco Solano López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Avai. Artista Pedro Americo.

La batalla de Avay (o Abay, Avaí, Avaý, Abaý, Abaí o Abahí), librada el 11 de diciembre de 1868, fue la segunda de las grandes batallas de la campaña del Pikysyry, llamada Dezembrada por los brasileños, durante la guerra de la Triple Alianza.

De acuerdo a sus instrucciones Caballero ocupó su nueva posición en la margen izquierda del arroyo Avaí. Allí fue reforzado por un regimiento de caballería y un batallón de infantería de Villeta, con lo que reunía una fuerza de 5593 hombres con 18 piezas de artillería.​

En ese punto, el Avay corre en el centro de un gran valle limitado por dos extensas colinas. Mientras adelantaba frente al paso una batería de 10 piezas y otras de 4 a cada costado, Caballero dispuso sus tropas formando por brigadas en semicírculos a retaguardia de la artillería descansando sobre la colina sur. La exigua reserva permanecía a las órdenes directas de Caballero.

A diferencia de Itororó, la posición a defender podía ser fácilmente flanqueada y envuelta por un enemigo que dispusiera de mayores fuerzas. Asimismo, el vado carecía de mayor importancia al existir numerosos pasos alternativos. Las operaciones que precedieron a la batalla tuvieron lugar en un área aproximada de 30 kilómetros cuadrados de un terreno accidentado, cubierto de bosques en algunos puntos y conocido por los paraguayos, lo que teniendo en cuenta la disparidad de fuerzas hubiera tornado conveniente un uso intensivo de operaciones de guerrilla, lo que no fue aprovechado por Caballero.

Al tener noticias del despliegue paraguayo y decidido a aprovechar el error de sus adversarios, Caxias ordenó el avance. El general argentino Gelly fue prevenido de la operación y suponiendo que López podría verse tentado u obligado a desguarnecer la línea del Pykisirí para enfrentar a Caxías dio órdenes a sus fuerzas en Palmas de prepararse para la acción con el objeto de o bien fijar al ejército paraguayo en sus posiciones o atacar si López pese a todo marchaba a reunirse con Caballero.

En las primeras horas del 11 de diciembre de 1868, el ejército imperial se puso en marcha siguiendo el curso del arroyo Avaý. La vanguardia permanecía al mando del general Manuel Luis Osorio, el centro a las órdenes de los generales Luis Mena Barreto y Bittencourt y la retaguardia al mando de José Joaquim de Andrade Neves y Manuel Mena Barreto con 2500 hombres de caballería. Sumaban en total 17.883 o 18.900 hombres, según las fuentes.

Por su parte, el ejército argentino dejó sus cuarteles en Palmas y tomó posiciones frente a la línea del Pykisirí. A las 10:30, una lluvia torrencial dificultó el desplazamiento de la infantería por un terreno de esteros y bañados, por lo que solo fuerzas de caballería al mando del general Castro, el regimiento argentino San Martín y la Legión Paraguaya continuaron avanzando, obligando a los piquetes de vanguardia paraguayos a retirarse a las trincheras hasta que encontrándose las avanzadas argentinas ya próximas a las líneas paraguayas se empeñó un fuerte tiroteo.

El avance argentino hizo temer a López que fuera el preludio de un ataque generalizado por lo que renunció a reforzar a Caballero, dispuso concentrar a sus fuerzas y envió órdenes a Caballero replegarse a los cuarteles de Itá Ibaté (Lomas Valentinas).

El general paraguayo recibió sus nuevas instrucciones a último momento pero Serrano se opuso a seguirlas, observando que el adversario marchaba ya sobre la posición por lo que careciendo de caballería para asegurar la retirada se arriesgaban a un desastre. Ante las alternativas, Caballero prefirió presentar batalla.

Previendo una retirada, Caxias decidió cerrar el cerco por lo que en mitad de la marcha, cerca del punto denominado Paso Malo, destacó la brigada de caballería al mando de José Joaquim de Andrade Neves sobre un camino que se dirigía a Villeta en la retaguardia de Caballero y a la de Manuel Mena Barreto para que envolviendo el flanco izquierdo paraguayo convergiera en retaguardia con las fuerzas del Barón del Triunfo.

El resto del ejército brasilero tomó posición sobre la pendiente este de la colina que enfrentaba el vado y desplegó su artillería en la cima, dominando de hecho las baterías enemigas.

Mientras se iniciaba el bombardero de las posiciones paraguayas comenzó a caer la lluvia torrencial que disimuló las maniobras de flanqueo de José Joaquim de Andrade Neves y Mena Barreto y dificultó el uso de los fusiles paraguayos, en gran parte de chispa. Fuera por carecer de avanzadas que percibieran el movimiento enemigo o por otra razón, Caballero no solo no decidió retirarse sino que no tomó medida alguna en previsión de la maniobra que, teniendo en cuenta las fuerzas empleadas y el terreno favorable, acabarían previsiblemente por cercarlo y dejarlo expuesto a una batalla de aniquilamiento.

A las 10 de la mañana, la primera línea al mando de Osorio y compuesta de fuerzas del 3.º cuerpo y de la 5.º división de caballería inició el avance encabezada por los batallones 36, 44, 9 y la división Cámara bajo un violento fuego de fusilería y metralla. Tras conseguir superar el vado, ante las pérdidas sufridas y considerando inminente que sus hombres retrocederían Osorio pidió urgentes refuerzos a Caxias, que envió al resto del 3.º cuerpo de ejército.

Al mando del mayor paraguayo Bernal el regimiento 8 efectuó una furiosa carga de caballería sobre los batallones 9 y 15 que intentaban trepar la colina consiguiendo desbandarlos y herir al comandante del 15, Lima Silva. Ante la gravedad de la situación, Osorio arengó a sus hombres incitándolos a avanzar pero una bala le rompió el maxilar izquierdo, debiendo retirarse del frente.

Caxias se puso entonces a la cabeza de las tropas del 2.º cuerpo y de su artillería mandadas por el general Luis Mena Barreto y se lanzó sobre la izquierda paraguaya mientras ordenaba al general Bittencourt que lo siguiera con la reserva.

El avance general hizo retroceder a las tropas de Caballero que abandonando la colina se retiraron a la siguiente altura a su retaguardia abandonando gran parte de su artillería.

Pronto, el 1.º y 2.º regimiento de caballería vadeaban el arroyo Avay envolviendo la derecha paraguaya mientras que aparecían las fuerzas del Barón del Triunfo y Manuel Mena Barreto.

Siendo tan inminente como inevitable el cierre del cerco, Caballero procuró formar en cuadro a los 3500 sobrevivientes, agotados tras tres horas de combate contra fuerzas superiores, escasos de municiones, y con muchas de sus armas inservibles, en gran parte viejos fusiles de chispa.

[En el momento del ataque,] los paraguayos, viéndose perdidos, se desbandaron. Vana precaución: el cuadro de las cuatro puntas se volvió un círculo de matanza; 17.000 hombres embravecidos empezaron la faena al son de ataque [...] Aterrados y anonadados, sin escape, se agrupan entre sí los paraguayos; los más bravos venden cara su vida, otros sucumben sin sentirlo; los niños lanzan las armas y se arrojan a los pies de los soldados brasileros, se arrastran, oprimen sus rodillas, pidiendo compasión. La piedad no da oídos en aquella expansión de odios sin resistencia: los que no mueren por el brazo airado de nuestros aliados, son pisoteados por sus caballos y presentan una masa repugnante, parecían ultimados por las garras de un tigre... Casi todos perecieron, 3.500 cadáveres enemigos, enlodados en pantanos color de sangre, yacían amontonados en distintos grupos. Mezcladas allí estaban todas las edades, como si atestiguase aquel acto inhumano la destrucción de un pueblo.

La caballería argentina mantuvo la presión mayor sobre la línea enemiga durante el resto del día, hasta que la acción en Avaý estuvo asegurada. López decidió ya demasiado tarde enviar a la reserva compuesta por los batallones 12 (comandante Viveros), 6 (Luján), 7 (Insfrán) y 20 (Aspillaga) al mando del segundo del cuerpo, mayor Patricio Escobar. Sobre la marcha se le incorporó en retirada el batallón 21 (comandante Oviedo), única unidad que sobrevivió a la acción de Avaý, y al conocer la derrota, Escobar dio parte y recibió la orden de replegarse.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Yatai. Artista Diógenes Hequet.

La batalla de Yatay fue librada el 17 de agosto de 1865 entre las tropas de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) y las del Paraguay en las cercanías de Paso de los Libres, actual departamento Paso de los Libres, provincia de Corrientes, Argentina.

La batalla de Yatay fue la primera gran batalla terrestre de esta guerra, y la más importante de la segunda fase de la Guerra de la Triple Alianza, transcurrida en territorio correntino.

El campo de batalla estaba mayormente inundado, ya que tanto el arroyo Yatay, su afluente el arroyo Despedida — que limita por el este las cuchillas en que se libró la batalla — y el río Uruguay estaban desbordados. La mayor parte de las fuerzas de infantería paraguaya estaban atrincheradas entre árboles y en unas zanjas de la zona de quintas de la cercana villa, y protegidas por un lodazal que las cubría de ataques frontales; pero, al dejar el arroyo a sus espaldas, imposibilitaba su evacuación en el caso — que el propio Duarte consideraba muy probable — de una derrota.​

Las fuerzas de Duarte estaban formadas por 1.980 hombres de infantería y 1.020 de caballería, sin ninguna artillería. Los aliados contaban en total con 5.550 infantes, 5.000 jinetes y 32 piezas de artillería. Entre los jefes del ejército aliado se contaban jefes experimentados como los propios Venancio Flores y Paunero, los jefes orientales León de Palleja, Ignacio Rivas, Enrique Castro y Gregorio Suárez, y los argentinos Juan Bautista Charlone, José Miguel Arredondo, José Giribone, Ignacio Segovia, Joaquín Viejobueno, Leopoldo Nelson, Desiderio Sosa, Simeón Paiva y Madariaga.

La batalla comenzó a las diez de la mañana, con un apresurado ataque de la división de infantería de León de Palleja, que manifestó que no era «de hombres» disparar con artillería a un enemigo desarmado, y ordenó a sus soldados avanzar. Duarte aprovechó el error y contraatacó con casi toda la caballería, causándole cientos de bajas y obligándolo a retroceder. Por otro lado, la artillería - arma que podía haber decidido la batalla por sí sola - suspendiéndolos posteriormente para no masacrar a la división de León de Palleja, que se había ubicado justo en la línea de tiro.​

Frente a esa situación, la división de caballería de Segovia atacó a la caballería paraguaya, apoyada por los orientales de Castro y Suárez. Por más de dos horas, la batalla fue exclusivamente de caballería, a lanza.

Duarte ordenó una maniobra de repliegue, que finalmente permitió a la infantería aliada entrar en acción, y aunque la superioridad numérica era abrumadora, los paraguayos resistieron con una tenacidad que llenó de asombro a sus enemigos. Cuando la batalla estaba prácticamente perdida, Duarte intentó una desesperada carga de caballería, con el resultado de que su caballo fue muerto. El propio Paunero intimó la rendición a Duarte, a lo que este finalmente accedió. No obstante, Paunero debió insistir ante el general Venancio Flores para que este no hiciera fusilar a Duarte, ya que este había hecho ejecutar a un emisario enviado por el general en jefe a sobornar a Duarte.

Nueva luz sobre la batalla arroja la publicación en junio de 2015, de las memorias inéditas del Sgto. Mayor Pedro Duarte, preparadas para el Canciller argentino Estanislao Zeballos en 1888 y nunca editadas. En estas, Duarte detalla las fuerzas de que disponía:

Dice Duarte que las publicaciones aliadas y paraguayas están equivocadas sobre la fuerza efectiva que tuvo en Yatay, pues, entre enfermos, desertores y compañía destacada en la boca del Yatay con las canoas, había mucha fuerza de menos. Ella era esta:

Batallón 28.º de línea, Comandante Teniente Cirilo Patiño y 7 oficales, 456 plazas.
Batallón N.º 16 de línea, comandado por el teniente Don José Zorrilla y 7 oficiales.
Regimiento N.º 24 de caballería de línea, fundado por el mayor Duarte y de su mando inmediato, 383 plazas y 3 oficales. Este cuerpo había sostenido las guerrillas desde Santo Tomé y hacía de 2.º del jefe, mandándole directamente el alférez Ibañez.
Regimiento N.º 26 de línea, comandante teniente Elías Cabrera. No tenía artillería.
Estas [tachado: fuerzas] cifras fueron sacadas del parte diario de 16 de agosto de 1865, víspera de la batalla y colocadas en un croquis que hizo Duarte el día 18 sobre la carona. El mayor, hoy general, Ministro de la Guerra, me ha mostrado dicho croquis de su puño y letra y su antigüedad es evidente.
Duarte

También da una versión en primera persona de su captura, hecha por el coronel Magariños, y no por Paunero:

Duarte fue tomado prisionero por el coronel oriental Magariños Cervantes. Una bomba de palanquetas le había hecho saltar del cinto el revólver y se defendía al ser atacado con su espada, que estaba ya arqueada, cuando lo atacaron por la izquierda dos morenos de pantalón punzó (orientales del batallón de Palleja. Florida) y le asestaron unos bayonetazos. Se los quitó con la mano izquierda, quedando herido en la mano y dedos, cuando apareció el coronel Magariños y gritó:

―Soldados, dejen ese señor ofical, no le hagan mal.
Los morenos se alejaron con pena, pues Duarte usaba lujosas prendas de plata en el caballo, látigo y espuelas. El [tachado: oficial] coronel galopó hacia Duarte y Duarte hizo ademán de atropellarlo. El coronel gritó:
—Deténgase señor oficial, yo le garanto la vida.
—[¿]Y quién es usted? [¿]Qué graduación tiene?
—Soy el coronel Magariños.
—[¡]Bueno! Envaine su espada, yo envainaré la mía y conversaremos.
Así se hizo y se dieron la mano. El coronel Magariños creía que se trataba de un ofical; pero quedó grandemente sorprendido cuando supo que llevaba nada menos, que al comandante en jefe enemigo. Llevado a presencia del general Paunero, Magariños pidió a este que autorizara las garantías dadas al prisionero. Paunero le dijo que eso no había ni que recordarse entre soldados de honor y trató amistosamente a Duarte llevándolo a presencia del general Venancio Flores. Este se paseaba en el campo raso y cuando le fue presentado Duarte, puso un gesto amenazador. El general Venancio Flores estaba irritado contra el jefe paraguayo porque le había fusilado pocos días antes un sujeto francés que le mandó con comunicaciones.

Los párrafos anteriores fueron redactados por Estanislao Zeballos en entrevista personal con Duarte, que entonces era ministro de Guerra de Paraguay, con grado de general.​

Una última resistencia de los infantes del teniente Zorrilla, que cruzaron el arroyo Yatay, fue abortada por un ataque de la caballería de Suárez y Madariaga, que los atacaron por la retaguardia. Unos cien soldados paraguayos cruzaron a nado el río Uruguay, mientras el resto era muerto o tomado prisionero. En total, sufrieron 1.500 muertos​ y 1.600 prisioneros, de los cuales 300 heridos.

Pese a los comentarios despectivos de jefes como Flores o Palleja, que preferían interpretar el comportamiento de los soldados paraguayos como el resultado de la barbarie o de la brutalidad inducida por el régimen de López, la resistencia había sido heroica; un anticipo cabal del comportamiento brillante de los paraguayos cuando, a partir del año siguiente, se vieran obligados a defender su propio territorio.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Batalla de las Lomas Valentinas. Artista Juan Bautista Diógenes Hequet.

La Batalla de Itá Ibaté (Itá-Ibaté, Itaivaté, Itá Yvaté o Lomas Valentinas), librada entre el 21 y el 27 de diciembre de 1868, fue la última de las grandes batallas de la campaña del Pikysyry, llamada "Dezembrada" por los brasileros, durante la guerra de la Triple Alianza, donde los aliados fueron victoriosos.

El ejército brasileño, dirigido por el Marqués de Caxias, en lugar de atacar directamente desde el sur, hicieron un largo y complicado rodeo, apareciendo el 4 de diciembre entre la posición paraguaya y Asunción, iniciando la campaña que la historiografía del Brasil llama la "Dezembrada". La nueva situación obligó a López a reorganizar la defensa apresuradamente: ordenó construir una larga trinchera en los límites del norte de las Lomas Valentinas.

La trinchera consistía en un foso de sólo unos 60 cm de ancho por otros tantos de profundidad. Estaba ubicada "sobre la primera meseta de derecha a izquierda formando ángulo con una línea quebrada que se dirigía hacia el Cuartel General paraguayo por el frente". Los soldados sentados en el borde interior quedaban a cubierto, pero su flanco derecho quedaba expuesto.

Mientras tanto, López envió a la mayor parte de sus fuerzas hacia el norte, para intentar detener a los invasores. Pero los aliados obtuvieron dos completas victorias, en las batallas de Itororó, del 6 de diciembre, y de Avay, del día 11.

López concentró en Lomas Valentinas la mayor parte de sus fuerzas, unos 7.000 hombres, dejando en Angostura una división de sólo 700 hombres y en la trinchera de Piquisiry unos 1.500, en su mayoría inválidos o muy jóvenes.

La construcción de la trinchera se aceleró, pero el primer ataque se produjo el día 17 de diciembre; al día siguiente, Caxias descubrió que estaba incompleta en dos puntos, dos estrechos pasajes delante de la cañada que dividía ambas lomas. Sobre allí lanzó un ataque general el día 21, pero fue rechazado con grandes pérdidas para ambos bandos.

El día 27, ya incorporadas al ejército aliado las tropas argentinas y uruguayas, Caxias lanzó un segundo ataque, que combinaba avances frontales con rodeos desde el este y el oeste, que terminaron por derrotar completamente las posiciones paraguayas.

López huyó del campo de batalla, y organizaría un nuevo ejército, con el cual resistiría un año más. Las fuerzas aliadas destruyeron todas las posiciones defensivas hasta sus cimientos, incluyendo la línea del Piquisiry, la batería de Angostura y las trincheras de Lomas Valentinas
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Riachuelo. Artista Pedro Ernesto Palácio.

La batalla del Riachuelo (frente a la ciudad de Corrientes, Argentina, 11 de junio de 1865) fue un enfrentamiento naval ocurrido en el marco de la Guerra de la Triple Alianza poco después de la invasión paraguaya de Corrientes. Fue una de las más importantes y decisivas batallas de esta guerra, además es considerada como la batalla naval más grande ocurrida en América. La victoria de la Marina de Brasil sobre la escuadra del Paraguay determinó el aislamiento definitivo del Paraguay, imposibilitado desde entonces hasta el fin de la guerra de comunicarse por el río Paraná con ninguna nación que no fuera enemiga.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El combate de Laguna Sirena desarrolado el día 17 de abril de 1866.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Escena de la batalla de Tuyutí, la más grande de América. Artista Cándido López.
Última edición por JACKSON el 08 Jun 2018, editado 1 vez en total.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Yatai. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El comienzo de la batalla de Curupayty. Artista Cándido López.

La batalla de Curupayty (o de Curupaytí) fue un enfrentamiento militar ocurrido en el marco de la Guerra de la Triple Alianza. Fue librada el 22 de septiembre de 1866, en el Fuerte de Curupayty, distante a unos 8 km de la localidad de Humaitá.

La batalla tuvo inicio con el bombardeo de la flota brasileña a las fortificaciones paraguayas, seguido del avance terrestre del ejército aliado. Pero las pésimas condiciones del terreno dificultaron el ataque aliado, lo que resultó más fácil a los paraguayos defender sus posiciones. El desenlace de este enfrentamiento fue favorable al ejército paraguayo, y en efecto, fue su mayor victoria en esta guerra.

Antecedentes
Véase también: Campaña de Humaitá

Tras la batalla de Curuzú, el 3 de septiembre de 1866, mientras los paraguayos reforzaban las defensas en Curupayty con gran celeridad los comandantes aliados detuvieron su avance discutiendo sobre qué ruta seguir, desaprovechando la oportunidad de tomar el entonces débil bastión enemigo.
La batalla
Bombardeo naval

El 22 de septiembre se inició el ataque contra la fortaleza paraguaya. La flota imperial, que avanzó desde Curuzú, estaba integrada por 5 acorazados, 2 buques bombarderos, 3 chatas bombarderas y 6 cañoneras dirigidas por el almirante Joaquim Marques Lisboa, Marqués de Tamandaré. Los acorazados Bahía y Lima Barroso se adelantarían para cañonear las fortificaciones mientras el resto de las naves atacaban el resto de las líneas enemigas.

El bombardeo se inició en la mañana, a las 8:00 horas, cuando los 101 cañones de la flota imperial atacaron las posiciones paraguayas. Estos respondieron con la artillería ubicada hacia el río. En pocas horas cerca de 5.000 proyectiles fueron disparados contras las trincheras paraguayas. Cuando llegó el mediodía, los acorazados "Brasil", "Lima Barroso" y "Tamandaré", cruzaron la línea de contención de Curupayty para ametrallar la batería paraguaya de la barranca, desde su retaguardia, dando por finalizado el bombardeo.
Ataque terrestre aliado

Bartolomé Mitre, avisado de que la flota imperial había terminado su cañoneo y asumiendo que las posiciones paraguayas debían estar destruidas, ordenó el avance. Los argentinos y uruguayos estaban al mando de los generales Wenceslao Paunero y Emilio Mitre y los brasileños estaban comandados por Manuel Marques de Souza III, Barón de Porto Alegre. Todas estas fuerzas iniciaron el ataque divididas en 28 cuerpos, reforzados posteriormente por 15 batallones argentinos y 9 cuerpos brasileños que estaban en la reserva. Ante esto el general paraguayo José Eduvigis Díaz ordenó el repliegue de las tropas ubicadas en las trincheras más avanzadas.
La masacre aliada

Recién cuando los soldados aliados estuvieron al alcance, Díaz ordenó disparar a la artillería paraguaya que estaba casi intacta y que causó enormes bajas a las tropas enemigas que avanzaban en formaciones muy densas y con mucho esfuerzo y lentitud debido a la zona lodosa. Estas fuerzas, al superar la zona batida por la artillería debían pasar por zanjas cubiertas con espinas y estacas para llegar al campo de tiro de la infantería paraguaya atrincherada en sus posiciones.

Los soldados aliados no pudieron acercarse a las trincheras enemigas, y los pocos que lograron hacerlo fueron literalmente fusilados. Cuando intentaban retroceder la llegada de refuerzos los hacía cargar nuevamente siendo igualmente rechazados en todos sus ataques.
Retirada

Cerca de las 16:00 horas, Mitre dio la orden de retirarse, aunque varias tropas ya habían empezado el proceso por iniciativa propia. Media hora después los paraguayos empezaron a celebrar su victoria.
Consecuencias

Las bajas aliadas fueron enormes, cerca de 5.000 de ellos resultaron muertos (unos 4000 argentinos y el resto brasileros). Los paraguayos perdieron menos de un centenar de hombres, y menos de una treintena de ellos murió.​

El desastre de Curupaytí, que constituye un cumplido ejemplo del fracaso de un ataque frontal sin reconocimiento previo contra una posición prácticamente inexpugnable, paralizó las operaciones de los aliados durante diez meses,5​ terminó de hundir el ya mermado prestigio del entonces presidente argentino Bartolomé Mitre como generalísimo6​ y reavivó especialmente en Argentina el rechazo popular a la guerra, lo cual devino en una serie de levantamientos en las provincias que hicieron forzoso retirar tropas del frente.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El asalto de la primera columna brasileña en la batalla de Curupayty. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El asalto de la segunda columna brasileña en la batalla de Curupayry. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El asalto de la tercera columna argentina en la batalla de Curupayty. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El asalto de la cuarta columna. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Las trincheras Paraguayas. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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La batalla de Curupayty. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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Después de la batalla de Curupayty. Artista Cándido López.
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Re: Pinturas y Grabados de los siglos XVIII y XIX

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El pasaje del arroyo de San Jose en el año 1865. Artista Cándido López.
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