La muerte de Travis.
El 6 de marzo de 1836, a las siete de la mañana, el ejército mexicano al mando del general Santa Anna tomó la antigua misión de San Antonio de Valero, más conocida como El Alamo, donde se había hecho fuerte un grupo de partidarios de la independencia de Texas. La leyenda -y de manera muy especial el cine- afirmaría que todos ellos habían muerto combatiendo frente a las fuerzas mexicanas. Pero, en realidad, ¿cómo perecieron los últimos defensores de El Alamo?
Cuando dio inicio el siglo XIX, Texas era un enorme territorio casi despoblado y sometido al dominio español. De sus cuatro mil habitantes, la práctica totalidad residía en las cercanías de San Antonio de Béjar. Desde 1810 -en que se inició el movimiento independentista en México- hasta 1820, Texas fue mayoritariamente lealista y no tuvo ningún problema en sofocar las insurrecciones independentistas. La situación cambió radicalmente en 1820 cuando en España llegó al poder un gobierno liberal. La ideología de los gobernantes españoles coincidía considerablemente con el programa de los independentistas y eso provocó una desmovilización de los lealistas que facilitó la independencia mexicana. En 1821, Agustín de Iturbide se convirtió en rey de México.
La separación de México de España no tardó en provocar la codicia de sus vecinos del norte. Así, al menos desde 1826, se llevaron a cabo intentos para anexionarse Texas y convertirla en un conjunto de estados esclavistas. Semejantes acciones venían favorecidas por dos factores. En primer lugar, el descontento de los texanos que, al convertirse México en un estado federal, habían pasado a depender del estado de Coahuila negándoseles su existencia como estado federado y, en segundo lugar, la continua llegada de colonos norteamericanos. De hecho, algunos de los héroes del Álamo formaban parte de estos grupos. Por ejemplo, Travis, que mandaría la guarnición, había abandonado Alabama dejando a su esposa embarazada para buscar fortuna en Texas. En cuanto a James Bowie se encontraba en Texas desde 1828. En 1831 se había convertido al catolicismo y contraído matrimonio con Úrsula de Veramendi, hija del subgobernador de Texas. Durante algún tiempo, Bowie se sintió integrado en una Texas mexicana, pero cuando en 1833 se produjo la muerte de su esposa e hijos su comportamiento cambió de manera radical.
La rebelión texana estalló precisamente cuando uno de los inmigrantes norteamericanos, Stephen Austin, fue puesto en libertad en virtud de una amnistía proclamada en julio de 1835. En septiembre, se produjo un alzamiento de algunos amigos de Austin, que tomaron la ciudad de San Antonio antes de que concluyera el año.
En apariencia, la independencia texana no iba a verse desafiada. De hecho, Santa Anna no realizó ningún movimiento militar encaminado a sofocar la revuelta. Sin embargo, al acercarse el invierno el improvisado ejército texano se disolvió para que sus integrantes atendieran a sus obligaciones familiares y en ese momento el general mexicano decidió marchar sobre San Antonio. La reacción fue tan rápida que los independentistas texanos se encontraron sin fuerzas que oponer a las mexicanas. De manera apresurada y valiéndose de voluntarios que, en buena medida, no habían tenido ningún contacto previo con la región, procedieron a ocupar una antigua misión conocida vulgarmente como El Álamo. Su intención era distraer en esta posición a Santa Anna proporcionando a Sam Houston, encargado de formar un ejército, tiempo suficiente para articular una defensa eficaz. Entre los voluntarios se encontraba David Crockett, un antiguo cazador, soldado y congresista, que había sido derrotado electoralmente en 1835 y ahora había marchado a Texas en busca de nuevas aventuras.
La guarnición, unos ciento ochenta hombres a los que acompañaban algunas mujeres y niños, se estableció el 23 de febrero de 1836 en El Álamo. Los combates, sin embargo, no se iniciaron hasta el 6 de marzo, justo la jornada siguiente a la llegada de las tropas de Santa Anna a las inmediaciones de la antigua misión.
Como era previsible, los texanos y sus partidarios no pudieron oponer una resistencia eficaz a Santa Anna y sus hombres. A las cinco de la madrugada del 6 de marzo de 1836 se inició el ataque mexicano. Antes de que dieran las siete de la mañana, El Álamo estaba en manos de los atacantes. La resistencia había durado poco más de una hora. Aunque las pérdidas de los derrotados fueron considerables, no todos ellos murieron en el combate como, generalmente, se ha indicado en distintas obras de ficción. Al menos uno, llamado Henry Warnell, logró escapar en un grupo de cinco aprovechando la oscuridad. Los otros cuatro fueron perseguidos y muertos. Igualmente se puso en libertad a Joe, el esclavo negro de Travis, y a Sam, el liberto de Bowie, ya que los mexicanos los consideraron esclavos que habían combatido obligados. Por lo que se refiere a las mujeres -la señora Dickinson, las cuñadas de Bowie, Gertrudis y Juana Navarra- fueron bien tratadas. Santa Anna incluso se ofreció a adoptar a la niña Angelina Dickinson y antes de proceder a la liberación de las mujeres ordenó que se les rindieran honores militares.
Sin embargo, no todos los prisioneros tuvieron esa fortuna. En manos de Santa Anna cayó media docena de prisioneros entre los que se encontraba el propio David Crockett. Uno de ellos, llamado Brígido Guerrero, al verlo todo perdido, se encerró en un calabozo y logró convencer a los mexicanos de que había sido un prisionero de los alzados salvando así la vida. No fueron tan afortunados los restantes voluntarios. Crockett intentó elaborar una complicada historia que le permitiera salir con vida del trance e incluso, según alguna fuente, se puso de rodillas suplicando que se le perdonara. No le sirvió de nada. Como relataría el coronel José Enrique de la Peña en un libro publicado en México en 1836 y titulado 'La Rebelión de Texas', Crockett fue fusilado junto al resto de sus compañeros. Posteriormente, Susana Dickinson vería su cadáver delante de la iglesia, justo donde habían tenido lugar las ejecuciones.
Sólo la leyenda posterior alteraría los hechos alargando, en primer lugar, el tiempo que lograron resistir los defensores de El Álamo y tiñendo, posteriormente, su final de unos tonos que se consideraron más épicos pero que no se correspondían con la realidad histórica documentada.
