La Guerra Imjin (1592-1598)

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Antigono Monoftalmos
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

La verdad es que las decisiones del gobierno coreano eran para mear y no echar gota, con perdón :roll:


El momento ideal para ser un héroe, es aquél en que se ha acabado la batalla y los otros tipos han muerto, que Dios los tenga en su gloria, y tú te llevas todo el mérito.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por ALGERNON »

"el almirante no pudo huir muy lejos, debido a su edad se quedó rezagado de sus acompañantes y se le vio por última vez corriendo con seis guerreros japoneses en los talones."

Esta frase no tiene desperdicio, uno casi puede ver la escena, el almirante jadeando y mirando por encima de su hombro, sus ayudantes desaparecidos y las katanas brillando a sus espaldas

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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

Antigono Monoftalmos escribió:La verdad es que las decisiones del gobierno coreano eran para mear y no echar gota, con perdón :roll:
Puede resultar sorprendente que el que tal vez sea el mayor héroe de Corea (al menos el más conocido internacionalmente) estuviera en un tris de ser ejecutado por su propio gobierno. Pero vamos tratos injustos a hombres esforzados ha habido muchos a lo largo del mundo y la historia. Así a bote pronto y pensando en la historia de la Armada española se me ocurren gente como el duque de Osuna, Fadrique de Toledo, el marqués de Ensenada, Malaspina, Mazarredo...
Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por hoff »

Flavius Stilicho escribió:
Antigono Monoftalmos escribió:La verdad es que las decisiones del gobierno coreano eran para mear y no echar gota, con perdón :roll:
Puede resultar sorprendente que el que tal vez sea el mayor héroe de Corea (al menos el más conocido internacionalmente) estuviera en un tris de ser ejecutado por su propio gobierno. Pero vamos tratos injustos a hombres esforzados ha habido muchos a lo largo del mundo y la historia. Así a bote pronto y pensando en la historia de la Armada española se me ocurren gente como el duque de Osuna, Fadrique de Toledo, el marqués de Ensenada, Malaspina, Mazarredo...
Saludos.
Desde luego.
Entre un gobierno dividido en facciones sin escrúpulos, con una doctrina de gobierno rígida (el confucianismo) y un monarca nada fuerte, a diferencia del gobierno de Hideyoshi, que había ascendido de campesino a señor militar de Japón. En esas condiciones, un buen general que pudiera convertirse en un poder aparte era visto con gran desconfianza.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Flavius Stilicho escribió:Pero vamos tratos injustos a hombres esforzados ha habido muchos a lo largo del mundo y la historia. Así a bote pronto y pensando en la historia de la Armada española se me ocurren gente como el duque de Osuna, Fadrique de Toledo, el marqués de Ensenada, Malaspina, Mazarredo
O el caso del propio Nelson y el trato que le dio la Armada británica :~i
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

Sun-sin expresó en su día lo que opinaba de la falta de preparación coreana para la guerra. No era el tipo que se rebela contra su rey pero no hubiera si do extraño que tras la guerra hubiera hecho uso de su influencia para librar a Corea de aquellos que considerara como "malos consejeros". Aun así no deja de ser curioso que su destitución al final viniera provocada no por los ministros, sino por los "inquisidores" del Censorado. Puede que estos fueran manipulados en la sombra por algún ministro pero también parece que los oficiales del Censorado tenían la costumbre de librar su propia guerra contra el resto del Gobierno.
Dado que acabaría muriendo en la guerra (spoiler :-p~ ) no sabemos que papel hubiera tenido en la política coreana pero probablemente fue un alivio para muchos ministros de la Corte. Con su muerte podían otorgarle honores como nombrarle ministro con carácter póstumo a la vez que tras la guerra volvían a sus antiguos hábitos de luchas entre facciones.
Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Halsey »

Recién ingresado al foro, me he leido el hilo desde el principio.

Muy bien narrada la campaña, la verdad es que no conocía de esta guerra apenas nada. Seguiré atento a ver como remata la cosa......
No hay hombres extraordinarios... sólo circunstancias extraordinarias a las que los hombres ordinarios se ven obligados a hacer frente.....
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

Gracias Halsey y bienvenido.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

20. La campaña terrestre: Namwon; la conquista de Jeolla.

Con las manos ya libres, los japoneses pudieron dar rienda suelta a su campaña terrestre. El objetivo de la campaña no era volver a repetir la marcha contra Seúl; marcha en cualquier caso impracticable porque los coreanos esta vez sí habían fortificado y guarnecido el estratégico paso de Joryeong. Esta vez el objetivo inicial de los ejércitos japoneses era la provincia de Jeolla. Dos poderosos ejércitos debían converger sobre la capital provincial: Jeonju. El “ejército de la izquierda” avanzaría primero por la costa para después seguir la ruta de Namwon; mientras que el “ejército de la derecha” seguiría la ruta del interior a través de las montañas Hwangseok.


Imagen
El general Yang Yuan proclama que detendrá a los japoneses en Namwon.


El Ejército de la Izquierda se componía de las siguientes fuerzas: Ukita Hideie (10,000), Konishi Yukinaga (7,000), Sō Yoshitomo (1,000), Matsuura Shigenobu (3,000), Arima Harunobu (2,000), Ōmura Yoshiaki (1,000), Gotō Sumiharu (700), Hachisuka Iemasa (7,200), Mōri Yoshinari/Katsunari (2,000), Ikoma Kazumasa (2,700), Shimazu Yoshihiro (10,000), Shimazu Tadatsune (800), Akizuki Tanenaga (300), Takahashi Mototane (600), Itō Yubei (500) y Sagara Yoriyasu (800). En principio eran 49.600 hombres, aunque la práctica desaparición de la armada coreana, le permitía echar mano de buena parte de los 7.200 hombres asignados a las escuadras navales.
En el camino del ejército de Ukita Hideie se encontraba la fortaleza de Namwon. Esta vez no iban a ser los coreanos los que insistieran en la defensa de una ciudad fortificada, sino sus aliados chinos. Los comandantes coreanos -basándose en experiencias previas- habían sugerido fortificarse en las montañas pero el general chino Yang Yuan insistió en la defensa de lo que no dejaba de ser una buena fortaleza. Yang Yuan había participado en la primera campaña como general de división y ahora regresaba a la vanguardia de un nuevo ejército Ming. La movilización inicial china fue de 38.000 hombres, a los que más tarde se fueron uniendo nuevos contingentes (traídos de regiones más alejadas) tanto terrestres como navales, hasta sumar cerca de 75.000 hombres, algo menos de los 100.000 hombres prometidos por el emperador Wanli. De momento Yang Yuan sólo contaba a mano con 3.000 tropas Ming para defender la ciudad, a las que se acabaron uniendo otros 3.000 soldados coreanos; dentro de la ciudad podría haber cerca de 6.000 civiles. Los defensores confiaban en la fortaleza de las murallas y los amplios preparativos de defensa, que incluían fosos y estacas que hacían difícil el asalto.


Imagen
Plano japonés realizado durante el propio sitio de Namwon


Cuando el ejército japonés llegó ante Namwon, descubrió que sin duda era peligroso lanzarse al asalto directo sin más. El primer día de sitio (23, IX) los japoneses rechazaron una salida de las tropas de la ciudad y más tarde se limitaron a escaramucear con los defensores para observar las disposiciones enemigas en las murallas. Al día siguiente avanzaron en fuerza hacia las murallas, teniendo que rellenar el foso defensivo en varios puntos y refugiándose del intenso fuego recibido entre los restos calcinados de las casas que en su día se extendían fuera de las murallas y que no habían sido del todo demolidas por los defensores.
Tras un día de descanso, solicitar repetidamente la rendición de la plaza y verse sometidos a un tiempo lluvioso que dificultaba las operaciones, el ataque se reanudó en la noche del día 26 bajo la luz de la luna. Los japoneses habían procedido a recoger tallos de arroz durante el día, haciendo fardos que apilaron para crear una rampa de asalto artificial en al menos uno de los sectores de las murallas. Además para el asalto se prepararon las correspondientes escaleras de bambú y se consiguió incendiar una de las torres defensivas coreanas; todo ello bajo la protección de continuas salvas de arcabucería que se prolongaron cerca de dos horas y consiguieron mantener a los defensores con las cabezas agachadas.
El asalto final devino en una carrera entre las fuerzas de los distintos sectores y clanes con el objetivo de ser los primeros en clavar sus estandartes en lo alto de las murallas. Las banderas de Matsuura Shigenobu se presume que fueron las primeras en coronar las murallas, en el sector occidental; seguidas rápidamente de otras como las de Ōta Kazuyoshi, uno de cuyos samuráis: Ōkōchi Hidemoto, dejó un vivido relato del asalto.
Hidemoto relata como una vez en el interior se enfrentaron a un desesperado contraataque a caballo de los defensores -probablemente la carga en la que murió Yi Bok-nam, el principal comandante coreano-; mas tarde su grupo tuvo que abatir a un gigantesco espadachín coreano empalándolo con sus lanzas, después el propio Hidemoto estuvo a punto de morir a manos de un grupo de guerreros coreanos, para finalmente llegar hasta uno de los principales comandantes coreanos (Yi Chun-won) al que a pesar de sus heridas consiguió cortar la cabeza.
Los japoneses contabilizaron ese día 3.726 cabezas como trofeos. Sólo se conservó intacta la preciada cabeza obtenida por Hidemoto (identificada por prisioneros coreanos); del resto se decidió conservar sólo los narices (en sal) para su envío a Japón. Hideyoshi exigía resultados visibles en esta segunda invasión, lo que acabó desembocando en la práctica de enviarle las narices de los enemigos abatidos. Entre las víctimas de los japoneses no estaba el general Yang Yuan. Este se abrió paso a través de una de las puertas escoltado por una fuerza montada de unos 300 hombres. Dos tercios de la fuerza de Yuan cayeron en el proceso y el propio general resultó gravemente herido; a su regreso a China sería juzgado y decapitado.


Imagen
Con la fortaleza ya en llamas, Yi Bok-nam realiza un contraataque contra los asaltantes.


Por su parte, el Ejército de la Derecha se componía de las siguientes fuerzas: Mōri Hidemoto (30,000), Katō Kiyomasa (10,000), Kuroda Nagamasa (5,000), Nabeshima Naoshige/Katsushige (12,000), Ikeda Hideuji (2,800), Chōsokabe Motochika (3,000), Nakagawa Hidenari (2,500). En total unos 65.300. El ejército de Mōri Hidemoto avanzó por la ruta interior, cruzando el río Nakdong tras ignorar al antiguo guerrillero (y ahora general provincial) Gwak Jae-u, que se refugió en una fortaleza montañesa en la confianza de que los japoneses le atacarían en un lugar de su elección prácticamente inexpugnable.
El principal incidente durante su avance fue el combate de Hwangseoksan, una fortaleza en las montañas nada más cruzar la frontera provincial. Las miradas chinas y coreanas estaban centradas en el avance del otro ejército japonés por lo que la guarnición de Hwangseoksan era una fuerza improvisada compuesta por unos cientos de soldados a los que se habían unido un par de miles de civiles. El único comandante coreano con verdadera experiencia militar eligió escapar antes de que los japoneses completaran el cerco. El asalto fue breve y realizado en la noche del 26 al 27 de septiembre. Los japoneses contabilizaron 353 soldados coreanos muertos, a lo que hay que sumar un gran número de civiles que fueron alcanzados cuando trataban de huir de la fortaleza durante la batalla.

Ambos ejércitos convergieron victoriosos en la capital provincial de Jeonju (30, IX) que encontraron desierta, abandonada tanto por civiles como por las tropas de guarnición, entre los que se encontraban una fuerza de 2.000 tropas Ming. Tras reunirse en Jeonju los japoneses, se cambió la organización de los ejércitos, dividiéndose en varios grupos que partieron en direcciones opuestas con la misión de peinar la provincia de Jeolla de norte a sur.
La campaña de “pacificación” fue llevada a cabo con una especial dureza y crueldad. Se advirtió a todos los campesinos que debían regresar a trabajar sus campos, cualquiera que fuera encontrado fuera (especialmente en las montañas) sería considerado un rebelde y ejecutado. Tanto los oficiales del gobierno como sus familias debían ser ejecutados y sus viviendas quemadas; así como cualquiera que les diera refugio. Como reflejo las cuentas de “narices” enemigas de los libros contables militares japoneses pasaron a reflejar asientos diarios, sin necesidad de que hubiera ningún combate formal con unidad coreana y china alguna.


Imagen
Mapa de la "segunda invasión" (samurai-archives.com)


Próximo capítulo: 21. Tropiezos por mar (Myeongnyang) y tierra (Jiksan).
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Ormuz »

Menudos mantas los del gobierno coreano... :burla:

Me sorprende la facilidad con la que los japoneses tomaban fortificaciones. Da la sensación de que en europa el asalto a una fortaleza era mucho más costoso. También se ve lo decisivas que eran las armas de fuego. (00)
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Trancos-Alatriste »

Ormuz escribió:Menudos mantas los del gobierno coreano... :burla:

Me sorprende la facilidad con la que los japoneses tomaban fortificaciones. Da la sensación de que en europa el asalto a una fortaleza era mucho más costoso. También se ve lo decisivas que eran las armas de fuego. (00)
Tras la primera invasión, ¿no hicieron los coreanos ningún intento de adoptar el arcabuz como arma "masiva", vista su eficacia?
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

Trancos-Alatriste escribió:
Ormuz escribió:Menudos mantas los del gobierno coreano... :burla:

Me sorprende la facilidad con la que los japoneses tomaban fortificaciones. Da la sensación de que en europa el asalto a una fortaleza era mucho más costoso. También se ve lo decisivas que eran las armas de fuego. (00)
Tras la primera invasión, ¿no hicieron los coreanos ningún intento de adoptar el arcabuz como arma "masiva", vista su eficacia?
Se trataba fortalezas anticuadas desde el punto de vista europeo, en muchos casos simples villas o ciudades amuralladas. Las más complicadas eran las de montaña, mas que nada por su posicion en alto, que dificultaba alcanzar a los defensores sobre las murallas. No había bastiones, revellines, lunetas... que dificultaran la aproximación. Aunque alguna vez había que recurrir a abrir brecha derribando una sección de las murallas, muchas se podían tomar al asalto con escaleras si se conseguía acercar suficientes tiradores que cubrieran el asalto.
Ya vimos durante el primer sitio de Jinju (capítulo 13) como los coreanos habían empezado a adoptar arcabuces modernos en pequeñas cantidades. Durante el periodo entre invasiones hubo una reforma del ejército coreano que incluía adoptar una organización similar a la china e incluía la adopción del arcabuz como arma principal al nivel del arco y de las armas cuerpo a cuerpo. Otra cosa es dado el estado ruinoso del país cuanto se pudo progresar en ello.
Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

21. Tropiezos por tierra (Jiksan) y mar (Myeongnyang).

Los nuevos desastres militares sembraron el pánico en Hanseong/Seúl y el gobierno de nuevo empezó a planificar su evacuación, asumiendo que los japoneses pronto se presentarían ante sus murallas. El general chino Ma Gui, comandante del ejército Ming en Seúl, llegó a proponer el abandono de Corea y la retirada de las tropas Ming al otro lado del Yalu. Al final tuvo que presentarse en Seúl, el supremo comandante Ming para asuntos militares en Corea: el general Yang Hao, y ordenar la defensa de Seúl.
Avanzando desde Jeolla en dirección norte iban varias fuerzas japonesas. Mas que tener la intención de tomar Seúl, parece que la intención de dichas fuerzas era ir consolidando un territorio que los comandantes japoneses aspiraban a conservar, una vez acabada la campaña militar. Eso no quita que de haber considerado a Seúl vulnerable, hubieran tratado de conquistarla independientemente de que figurara o no en los planes trazados por Hideyoshi. Tanto se quisiera avanzar hacia Seúl o consolidar el dominio nipón en las tres provincias del sur, había un punto clave: Jiksan, ya que se trataba de un paso a través de las montañas Charyeong en el borde provincial entre la provincias de Chungcheong por donde avanzaban los japoneses y la de Gyeonggi, donde se situaba la capital.


Imagen
Heráldica de Kuroda Nagamasa (Emmanuel Valerio)


Siguiendo instrucciones de Yang Hao, se organizó un ejército Ming de 8.000 hombres que se debía desplazarse hasta Jiksan y emboscarse a la espera de la llegada de los japoneses. Los planes Ming se trazaron con el mayor secreto posible y ni siquiera se los comunicaron a sus aliados coreanos. La batalla de Jiksan (16-17, X) comenzó cuando un contingente del ejército japonés, consistente en los 5.000 hombres de Kuroda Nagamasa, chocó con las fuerzas chinas. Según una versión, la vanguardia de Nagamasa fue completamente tomada por sorpresa por los emboscadas tropas Ming. Otra versión (la del clan Kuroda) afirma que una avanzadilla japonesa en misión de exploración localizó a una gran fuerza china; y a pesar de la disparidad de fuerzas eligió luchar para al menos retrasar al enemigo e impedirle tomar la delantera en la carrera por los puntos estratégicos del campo de batalla, en especial de un paso sobre el río.
Al oír los disparos que marcaron el comienzo de la batalla, Kuroda Nagamasa envió a Gotō Mototsugu con una unidad montada a reforzar lo más rápidamente posible a las fuerzas en vanguardia, a la vez que se enviaba aviso a la fuerza principal del ejército japonés que marchaba a un día distancia bajo las ordenes de Mōri Hidemoto. Mototsugu llegó a tiempo para lanzar una carga colina abajo que restauró momentáneamente la situación cuando los japoneses ya iban a ser expulsados definitivamente al otro lado del río. Los jinetes samuráis recurrieron varias veces a ocultarse entre los árboles y volver a aparecer, tratando de dar la impresión de que se trataba de una fuerza mas grande que la real. Al final se consiguió ganar tiempo para la llegada casi al anochecer del propio Nagamasa con el resto de las tropas.
Al amanecer del día siguiente los japoneses lanzaron un ataque, que fue rechazado por tropas chinas armadas con arcos, armas de fuego individuales y cañones ligeros. Los chinos pasaron al contraataque, reforzados por 2.000 jinetes recién llegados, que completaron la victoria Ming. La persecución terminó cuando los chinos se dieron cuenta de que se aproximaba Mōri Hidemoto en apoyo de las fuerzas de Kuroda Nagamasa. Las pérdidas japonesas fueron de 500-600 hombres, siendo a su vez las pérdidas chinas de varios cientos de hombres.
Tras la batalla, Jiksan fue abandonada y pudo ser tomada por los japoneses. La derrota podía ser considerada anecdótica y el objetivo estratégico conseguido; sin embargo los japoneses se preocuparon por la persistente presencia china en Corea. Parecía claro que la corte Ming no sólo iba a defender de nuevo a Corea, sino que esta vez se había dado prisa en ir enviando refuerzos. A su vez llegaron noticias también preocupantes provenientes de un frente inesperado: el naval.


Imagen
Goto Mototsugu


Cuando el almirante Yi Sun-sin recobró el mando se encontró con que su antaño numerosa armada había quedado reducida a 10 navíos supervivientes de la batalla de Chilcheollyang (dos de los doce supervivientes iniciales se habían perdido por el camino) y tres más que se pudieron añadir; en total 13 (mas auxiliares). Además apenas contaba con un puñado desmoralizados marineros para tripularlos. El enérgico Sun-sin se puso rápidamente a trabajar: se restauró la moral (haciendo huir con facilidad a una flotilla de exploradores nipones) y la disciplina. Los navíos existentes fueron transformados en una suerte de mezcla de panokseon y barco tortuga, añadiéndoles protecciones laterales y algo similar al techo con estacas de las naves tortuga.
Finalmente se tomó una medida de carácter estratégico; la pequeña armada coreana se retiró al extremo suroccidental de Jeolla en busca de una nueva base mejor protegida: Byeokpajin, en la isla de Jindo y con el estrecho de Myeongnyang al lado. Dicho estrecho tenía que ser la “última línea defensiva” de la costa de Jeolla. Avisados por sus exploradores de que los coreanos volvían a estar activos, los japoneses volvieron a reunir su armada bajo el mando de sus principales comandantes como Tōdō Takatora, Katō Yoshiaki, Wakizaka Yasuharu y Kurushima Michifusa. En total se reunieron 133 naves, al menos varias docenas de ellas de guerra. Una vanguardia de dicha armada se acercó a explorar la isla de Jindo y fue rechazada (17, X).


Imagen
La batalla de Myeongnyang


Para la inevitable batalla de Myeongnyang (26, X), Sun-sin planificó dar un buen uso a su conocimiento de las mareas en el estrecho, estrecho que también era conocido como el canal rugiente por la fiereza de sus aguas -con una corriente que llegaba a alcanzar entre 9-11 nudos- y que en su punto mas estrecho únicamente medía unos 250 metros de ancho. Sun-sin situó a su escuadra oculta en una bahía pasado al otro lado de la parte más estrecha del pasaje y situó como cebo a una flotilla de barcos de pesca, algo más alejada pero a la vista de tal modo que en la distancia simulaban ser una línea de naves de combate. Finalmente les recordó a sus capitanes que no había retirada posible mas alla de esa línea.
Como Sun-sin esperaba la armada japonesa entró en el estrecho por la mañana con la marea a favor, impulsados por la corriente, teniendo que dividirse en 4-5 escuadrones al no poder entrar todos a la vez. Al otro lado les esperaba Sun-sin emboscado en la zona en que las aguas ya se calmaban y la corriente no era tan fuerte. Yi Sun-sin se lanzó al ataque contra los sorprendidos nipones; su navío lideró el ataque seguido por el resto de capitanes, a varios de los cuales les costó un poco vencer su inicial temor al ver lo que se les venía encima desde el otro lado del estrecho.
Los 13 navíos coreanos se vieron pronto rodeados pero se defendieron con ferocidad a lo largo de varios ataques, recurriendo tanto a cañonazos como a arrojar todo tipo de proyéctiles que se tuvieran a mano. Fieles a los preceptos de Sun-sin trataron de evitar en todo momento ser abordados, y sólo uno de ellos llego a ser asaltado aunque el abordaje fue rechazado. Las protecciones extra que Sun-sin había hecho instalar demostraron su valor en el tipo de combate que se desarrolló. Alrederor de las “fortalezas flotantes” coreanas se iban acumulando los restos de naves y hombres enemigos; entre ellos el de uno de los comandantes navales enemigos: Kurushima Michifusa (identificado por un desertor nipón).
Aun así tarde o temprano la pequeña escuadra de Sun-sin se hubiera visto superada, pero como ya éste había previsto la marea cambió y la fuerte corriente empezó a empujar a las naves japonesas de vuelta por donde habían venido. Los coreanos por su parte se dejaron llevar también por la corriente, aprovechando para seguir infligiendo daño a una armada completamente desorganizada. Cuando frenaron la persecución por el cansancio, habían destruido 31 naves enemigas sin perder una sola.
Los desmoralizados almirantes japoneses se retiraron de la costa de Jeolla tras la batalla, regresando a Busan. El denominado “milagro de Myeongnyang” había impedido que la armada nipona penetrara en el Mar Amarillo y de nuevo sus fuerzas terrestres avanzadas se veían privadas de un vital apoyo.


Imagen
Batalla naval entre coreanos y japoneses, probablemente se corresponde con Myeongnyang.


Una vez analizada la situación, los comandantes nipones consideraron que teniendo en cuenta la llegada del invierno, la presencia de refuerzos chinos y el nuevo fracaso de su armada, no merecía la pena continuar las operaciones y/o tratar de mantener el nuevo terreno conquistado. Dicha retirada parece haber estado en consonancia con los planes de Hideyoshi desde un principio. Los ejércitos japoneses emprendieron el camino de vuelta, aprovechando para sembrar aun mas la destrucción a su pado. En dicho regreso, algunos como Kato Kiyomasa dieron un rodeo, aprovechando para regresar a través de Gyeongju (antigua capital del reino de Silla) y reducir a cenizas el complejo de templos de Bulguksa.
De vuelta al punto de partida, los japoneses aprovecharon para extender algo su antiguo perimetro en torno a Busan, de tal manera que ahora pasó a extenderse desde Ulsan hasta Suncheon.


Próximo capítulo: 22. La guerra de los Wajō : Ulsan.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por zilus »

De nuevo, otro relato fascinante, felicidades!.

Sun-Sin ha demostrado en varias ocasiones que sabia lo que se hacia. Llamativo que no sea la norma, muchas veces, que los hombres mas capaces esten al mando y ellos solos marquen la difecencia entre la victoria y la derrota.

Saludos.
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impresionado al llegar al país fue ver a un español, plantado en mitad de la
calle durante un bombardeo, que se hurgaba los dientes displicentemente
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

zilus79 escribió:De nuevo, otro relato fascinante, felicidades!.

Sun-Sin ha demostrado en varias ocasiones que sabia lo que se hacia. Llamativo que no sea la norma, muchas veces, que los hombres mas capaces esten al mando y ellos solos marquen la difecencia entre la victoria y la derrota.

Saludos.

En este caso hemos visto los extremos, como un mal comandante puede arruinar a una buena flota (superior a la de su rival) y como un buen comandante no sólo gana cuando es fácil ganar sino también cuando esta en una notoria inferioridad como fue en este último caso.
Una curiosidad; se cuenta que al almirante Togo en un discurso para albarle le compararon a Nelson y Yi Sun-sin, Togo habría dicho que podía aceptar que le compararan con Nelson pero no con Sun-sin por no tener este igual (en su opinión).
Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por ALGERNON »

Otro relato excelente; no puedo imaginarme la desvastacion de Corea en tantas ida y venidas de ejercitos por su territorio.-

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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

ALGERNON escribió:Otro relato excelente; no puedo imaginarme la desvastacion de Corea en tantas ida y venidas de ejercitos por su territorio.-

Mario
Por desgracia, si la primera invasión ya fue dura con Corea -todas las guerras lo son-, la segunda fue mucho peor al haber una política generalizada de destrucción y asesinato de cualquiera que ofreciera la más mínima resistencia; y como ya comenté resistirte podía ser simplemente que fueras un campesino al que pillaran fuera de tu villa y tus campos de trabajo.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

22. La guerra de los Wajō : Ulsan.


Imagen
Distribución de las fortalezas japonesas (Osprey Publishing).


Tras sembrar la destrucción por el sur de Corea, las tropas japonesas regresaron a sus fortalezas en el sureste coreano. El nuevo “perímetro de Busan” medía unos 250 kilómetros, con la incorporación de varias nuevas fortalezas en sus extremos: desde Ulsan hasta Suncheon.
Las fortalezas japonesas en Corea reciben el nombre de wajō (“waeseong” para los coreanos), Estas fortalezas se trataba o bien de reconstrucciones de antiguas fortalezas coreanas, ya presentes en lugares estratégicos, o bien de nuevas edificaciones. Se trataba de grandes proyectos que necesitaron del trabajo intensivo de numerosos obreros coreanos.
Los comandantes nipones no se sentían especialmente impresionados por las características de las antiguas fortalezas coreanas, habiéndose demostrado muchas de ellas poco preparadas para resistir el asalto de ejércitos que contaban con armas de fuego. Así pues se implantó un modelo de fortaleza que tomaba como ejemplo los desarrollos tenidos lugar en el propio Japón. En general el ideal nipón era escoger una posición en colina y “esculpir” la colina a base de pico y pala creando diversos fosos, motas y reductos que daban lugar a varias líneas de defensa, dificultando enormemente el avance de los asaltantes que debían avanzar a través de varias circunvalaciones. Las fortificaciones propiamente dichas se construían combinando piedra, arcilla y madera. Los muros defensivos solían asentarse sobre una sólida base de piedra y contaban con numerosas aspilleras para los arcabuceros. Muchas fortificaciones incorporaban torres y torreones, pero estas eran construcciones de madera, a diferencia de los que sucedía en Occidente.


Imagen
El ejército Ming-Joseon se dirige hacia Ulsan.


El primer wajō en ser puesto a prueba fue el de Ulsan, en el extremo oriental de la línea defensiva. De hecho se trataba de una fortaleza en construcción, ya que era una incorporación de última hora. El área estaba asignada a Katō Kiyomasa y éste había decidido a su regreso de la campaña levantar una nueva fortaleza en la colina de Tosan, en un enclave estratégico junto al estuario del río Taehwa. Se ordenó a los obreros trabajar a marchas forzadas y para vigilar los trabajos se dejó a una fuerza de 7.000/10.000 hombres bajo el mando de Asano Nagayoshi.
Mientras los obreros coreanos eran obligados a trabajar durante el duro invierno, tropas chinas habían ido llegando a Corea en gran número. Tras hacerse cargo personalmente de los refuerzos, Yang Hao se reunió con el general chino Ma Gui y el coreano Gwon Yul. En total el ejército combinado Ming-Joseon sumaba unos 55.000 hombres (40.000+ de ellos chinos), y emprendió la marcha contra Ulsan.
Los japoneses se vieron completamente sorprendidos y la primera noticia que tuvieron del avance enemigo fue el ataque de un escuadrón volante equipado con flechas incendiarias contra los barracones de la guarnición japonesa. Al amanecer del día siguiente (29 de enero de 1598) una vanguardia sino-coreana de caballería se presentó ante las posiciones japonesas y tras lanzar su ataque fingió la huida, atrayendo a la guarnición hasta una fuerza mayor que esperaba en formación de combate (en formación de grulla con las alas extendidas). Los japoneses consiguieron a duras penas replegarse pero sufriendo cerca de 500 bajas, siendo perseguidos hasta las propias puertas de la incompleta fortaleza de Ulsan.


Imagen
La guarnición nipona de Ulsan completamente rodeada.


Al siguiente día se lanzó un ataque masivo contra Ulsan precedido por una barrera de fuego de artillería. Los atacantes se aprovecharon de la brecha existente en la incompleta muralla exterior (había un gran hueco donde debía ir una de las puertas de acceso) para penetrar en la fortaleza obligando a los japoneses a retirarse al recinto interior. Asano Nagayoshi lideró, arcabuz en mano en vez de la tradicional lanza, un exitoso contraataque en el sector oriental. Los Ming cambiaran entonces su esfuerzo hacia el sector noroccidental de las murallas; lograron coronar las murallas y penetrar en el interior pero no con suficiente fuerza, siendo también rechazados.
Los defensores habían tenido 660 bajas. Más grave que las bajas era que atrás habían quedado destruidos e incendiados sus barracones y almacenes. Apenas se habían podido introducir suministros en el recinto interior y no existían pozos. Para conseguir agua había que recurrir a derretir nieve o recogerla del foso. A lo largo del sitio la aparición de algún día lluvioso ocasional sería recibido como una verdadera bendición, pero nunca fue suficiente. De momento el único consuelo era que Katō Kiyomasa había conseguido llegar a través del río hasta la fortaleza (acompañado de un puñado de hombres de su guardia personal) antes de que se cerrara el cerco y comunicado a los defensores de que se había dado aviso a los otros comandantes para reunir un ejército de rescate.
Tras el fin del primer asalto, la artillería Ming-Joseon volvió a entrar en acción, pero dada la posición elevada del reducto interior, los artilleros chinos descubrieron que sus disparos eran prácticamente inútiles ya que chocaban contra la sólida base de piedra inferior. Eso no quita que por ejemplo un disparo de cañón partiera en dos a uno de los guardaespaldas de Kiyomasa. Por su parte chinos y coreanos probaron a tratar de acercarse a las murallas protegidos por grandes escudos, pero pronto los tiradores japoneses calcularon a que distancia sus disparos penetraban en los escudos enemigos.


Imagen
Ilustración de un intento de asalto a Ulsan (Peter Dennis para Osprey Publishing)


El 1 de febrero llegaron a Ulsan los comandantes en jefe chinos: Yang Hao y Ma Gui. Tras analizar la situación se decidieron en contra de nuevos y costosos asaltos, optando por un sitio formal. La idea era sensata sobre todo sabiendo de las carencias en el interior de la fortaleza. Los hombres de Katō Kiyomasa tuvieron que sacrificar sus caballos y más tarde pasar a comer raíces o comer cuero hervido; es muy probable que se tuviera que recurrir al canibalismo. A la sed y el hambre, se le unió la llegada de una ola de frio el 3 de febrero que causó estragos por congelación. Los sitiadores eran conscientes de los padecimientos de la guarnición a través de los prisioneros -muchos de ellos capturados cuando desesperados salían en busca de comida y/o agua- pero ellos mismos sufrían a causa del frio y la falta de suficientes suministros para mantener a un ejército tan grande. Otra fuente de preocupación para Yang Hao era que estaban empezando a aparecer refuerzos nipones. De momento el ejército Ming-Joseon era capaz de mantener alejados a dichos refuerzos, impidiendo varios intentos de desembarco de tropas cerca de la asediada fortaleza.
Los diversos comandantes japoneses habían ido enviando tropas a levantar el sitio de Ulsan, incluso Konishi Yukinaga se había desprendido de un contingente. El ejército de relevo quedó al mando de Mōri Hidemoto, pero en un primer momento lo único que pudo hacer fue plantar la mayor cantidad de banderas posibles en una colina a la vista tanto de sitiadores como de sitiados (8 de febrero). El ejército de Hidemoto -que llegaría a sumar 13.000 tropas- era en principio insuficiente para levantar el sólido cerco de Ulsan; pero su presencia no dejaba de tener un efecto psicológico tanto en sitiados como sitiadores.
Finalmente Yang Hao decidió que no podía esperar más. Tarde o temprano los japoneses reunirían suficientes tropas para lanzar un ataque y los defensores se negaban a rendirse teniendo tan próximos a sus compañeros. El asalto final tuvo lugar el 19 de febrero; las tropas de asalto chinas y coreanas volvieron a avanzar con sus escaleras bajo la cobertura de numerosos arqueros y arcabuceros. Para repeler el asalto quedaban unos 1.000 defensores capaces todavía de luchar; se trataba en su mayoría de arcabuceros ya que Katō Kiyomasa había ordenado dar prioridad en las raciones a aquellos soldados capaces de manejar un arcabuz. Dicha medida dio un amplio rédito cuando los asaltantes fueron recibidos por una lluvia de balas. Yang Hao dio por finalizado el asalto tras perder unos 500 hombres.


Imagen
Inoue Nagayoshi, uno de los defensores de Ulsan (ilustración de Utagawa Kuniyoshi)


Desde el punto de vista de Yang Hao era hora de levantar el sitio y retirarse para evitar más pérdidas. No se había conquistado Ulsan pero quedaba el consuelo de que prácticamente toda la guarnición enemiga había causado baja en una forma u otra; quien no estaba muerto, herido o capturado, estaba al borde del desfallecimiento, capaz de defender su posición pero de poco más.
Sin embargo lo que tenía que haber sido una retirada ordenada se convirtió en un desastre. Se corrió el rumor de un desembarco nipón y el ejército empezó a desintegrarse. Cuando el ejército nipón de Hidemoto descubrió que chinos y coreanos no sólo se retiraban sino que además lo hacían en desorden, cayeron sobre ellos cazando a numerosos soldados dispersos. Sumando las bajas del sitio a las de la desastrosa retirada, el ejército Ming-Joseon perdió varios miles de hombres. Las crónicas coreanas reconocen 3.000-4.000 bajas durante la retirada; por su parte las chinas son conflictivas, reconociendo una tan sólo 1.800 mientras que otra las asciende a 10.000. Los japoneses llegaron a hablar de 20.000 bajas enemigas pero también estimaron al ejército enemigo en el doble de sus verdadera fuerza.
Los desfallecidos supervivientes de Ulsan tuvieron que ser sustituidos por otras tropas. Para muchos su milagrosa supervivencia era un signo de un claro favor divino. Otros no dejaron de ser conscientes de un elemento decisivo en el curso tanto del combate como a lo largo de toda la guerra: Asano Nagayoshi escribió a su padre en Japón y le advirtió que debía dar ordenes estrictas de que futuras tropas que se desplazaran a Corea debían traer la mayor cantidad de arcabuces posibles; incluso los propios samuráis deberían equiparse con arcabuces.


Imagen
El avance del ejército de Hidemoto contra el ejército Ming en retirada.


Próximo capítulo: 23. La gran ofensiva: Sacheon y Suncheon.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por ALGERNON »

Un nuevo capitulo muy bien narrado d esta apasionante campaña.-
Una pregunta: en la lamina de Inoue Nagayoshi que arma esta usando?, no es lo que para mi entiendo como un arcabuz.-

Mario
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Lutzow »

Ya te digo, el arma parece un bazooka...

Si no recuerdo mal, la idea de este hilo surgió en base a esta última lámina de Peter Dennis... Me alegra mucho que te animases a crearlo, está quedando magnífico... :dpm:

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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

ALGERNON escribió:Un nuevo capitulo muy bien narrado d esta apasionante campaña.-
Una pregunta: en la lamina de Inoue Nagayoshi que arma esta usando?, no es lo que para mi entiendo como un arcabuz.-

Mario
Lutzow escribió:Ya te digo, el arma parece un bazooka...

Si no recuerdo mal, la idea de este hilo surgió en base a esta última lámina de Peter Dennis... Me alegra mucho que te animases a crearlo, está quedando magnífico... :dpm:

Saludos.
Cierto Lutzow, comentaste que te llamaban mucho la atención asedios como el de Ulsan.
Respecto al bazooka, pues aunque nosotros no lo entendamos como un arcabuz/mosquete de mecha, los japoneses sí. Aparte de los modelos corrientes de armas de mecha, los japoneses desarrollaron variantes en forma tanto de pistolas de mecha como armas de grueso calibre. Estas últimas reciben normalmente el nombre de O-zutsu/Ozutsu (o bien O-Tsutsu). Habitualmente se las describe como "cañones de mano" pero no dejan de ser un arcabuz de mecha de gran calibre.

Pongo unos videos:




Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por ALGERNON »

En los videos se ve mucho mas claro que es (o pretende ser) un mosquete, tiene una empuñadura, gatillo y cola de gatillo para disparar; un mosquete descomunal pero mosquete al fin.-
En el grabado de Kuniyoshi esos elementos no aparecen y es apenas un caño que el soldado solo sostiene pero no lo empuña.- Eso fue lo que me motivo la pregunta y lo que lo lleva a Lutzow a compararlo con una bazooka.-
Debe ocurrir que el artista japones por razones de estilo (o de desconocimiento) dibujo al mosquete asi y sabemos que con los artistas no se discute.- :D

Mario
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

23. La gran ofensiva: Sacheon y Suncheon.

Una vez finalizado el sitio de Ulsan era hora de que Hideyoshi y los comandantes nipones reflexionaran sobre el futuro de la presencia nipona en Corea. Por un lado Hideyoshi se sentía satisfecho con que sus ejércitos hubieran barrido Corea recogiendo numerosos trofeos en forma de “narices”. A estas alturas ya se conformaba únicamente con una apariencia de victoria pero el ataque contra Ulsan le presentaba un problema: si retiraba ahora sus tropas podía parecer una muestra inaceptable de debilidad. De momento ordenó a sus comandantes mantener sus posiciones en los wajō Para junio, tras pasar varios meses sin que se renovaran los intentos de tomar un wajō aceptó que regresara a Japón la mitad de las tropas y se abandonara alguno de las fortalezas. De momento quedaron en Corea 64.700 soldados japoneses, a la espera de que Hideyoshi encontrara una excusa para sacarlos de allí sin menoscabo a su dignidad.

El ejército Ming en Corea había confiado en lanzar su “gran” ofensiva contra las posiciones niponas en junio. Sin embargo una rebelión en la provincia de Liaodong alteró todos sus planes y las tropas en tránsito hacia Corea tuvieron que detenerse a restaurar el orden. Un nuevo problema surgió cuando una investigación oficial sobre lo ocurrido en Ulsan desembocó en la presentación de cargos contra Yang Hao y la puesta en duda de la propia pertinencia de la presencia Ming en Corea. Al final se impuso la facción pro-guerra, pero entre unas cosas y otras, la ofensiva para expulsar a los japoneses se tuvo que retrasar hasta el inicio del otoño.
Los aliados identificaron como objetivos claves de la línea japonesa los wajō de Suncheon, Sacheon y Ulsan. El ejército Ming-Joseon se dividió en tres columnas, decidido a atacar los tres objetivos. Contra Ulsan marchó el ejército del general Ma Gui (24.000 chinos y 5.500 coreanos). Sacheon era el objetivo del general Dong Yiyuan (26.800 chinos y 2.300 coreanos); mientras que Suncheon fue asignado al ejército del general Liu Ting (26.000 chinos y 13.000 coreanos).


Imagen
Arcabucero coreano en la etapa final de la guerra.


El general Dong Yiyuan era un recién llegado a la guerra de Corea y avanzó con decisión hacia Sacheon tomando por el camino un pequeño fuerte auxiliar abandonado en el último momento por los japoneses, aunque los chinos pudieron cazar a un puñado de los miembros de la guarnición fugitiva. En Sacheon le esperaban los 8.000 hombres del veterano Shimazu Yoshihiro El hijo de Yoshihiro, Tadatsune, quiso lanzar un ataque inmediato contra los Ming pero su padre se lo prohibió, recordándole que era mejor que primero el enemigo se “ablandase” intentando tomar la fortaleza.
Yoshihiro tenía razón ya que el “novato” Yiyuan estaba decidido a lanzarse rápidamente al ataque. El asalto tuvo lugar el 30 de octubre, precedido por la habitual barrera de artillería Ming. Como complemento a los cañonazos, los chinos consiguieron acercar un ingenio de sitio contra la puerta; no esta claro si dentro había una especie de ariete con artefactos explosivos adosados o bien un cañón de asedio cubierto al que se consiguió acercar para disparar a bocajarro. El caso es que la puerta principal de la fortaleza fue destrozada y los asaltantes se lanzaron a penetrar por la brecha que había surgido en su lugar, a la vez que se traían escaleras para asaltar las murallas. Los defensores estaban esperando para repeler el asalto, recibiendo a los atacantes con una lluvia de proyectiles. Al poco de empezar el asalto hubo una enorme explosión; al parecer los japoneses consiguieron alcanzar con un proyectil o con un artefacto incendiario al mencionado ingenio de asedio, prendiendo fuego a los frascos de pólvora que los zapadores chinos habían traído consigo. La explosión no sólo causó bajas sino una enorme confusión entre los asaltantes que los japoneses estuvieron prestos a aprovechar.
Los Shimazu pasaron al contraataque, saliendo tanto por la destrozada puerta como por otras dos. A pesar de la confusión, el ejército Ming no se desintegró ante el contraataque y consiguió oponer resistencia. Los japoneses tuvieron que cambiar de táctica y mandar unos destacamentos por los flancos a atacar la retaguardia china; concretamente el campamento de los sitiadores. Como sospechaban, las tropas que guardaban el campamento eran las de peor calidad y cedieron rápidamente al pánico, arrastrando a parte del ejército con ellos. Aun así el grueso del ejército Ming resistía en formación y seguía siendo superior en número a los Shimazu.
Las esperanzas de Dong Yiyuan de darle la vuelta a la batalla se derrumbaron cuando los chinos notaron la aproximación de refuerzos nipones procedentes de otro wajō cercano. El ejército se desintegró en una retirada desordenada. Perseguidos hasta el río Nam, las bajas chinas fueron enormes. Los japoneses se jactaron de haber tomado 37.000 cabezas, aunque en realidad no había tantos sitiadores. Por su parte los coreanos estimaron las bajas en unos nada despreciables 7.000-8.000 hombres.


Imagen
Los Shimazu se lanzan al contraataque


Suncheon era el wajō más occidental y el único construido en la provincia de Jeolla. El reducto principal se asentaba en un acantilado rocoso al lado del mar protegiendo dos puertos en los que anclaban varias centenares de naves japonesas (transportes principalmente). La pendiente de la colina era relativamente suave en el lado terrestre y las murallas exteriores no eran excesivamente altas, pero la guarnición era numerosa al estar formada por 13.700 hombres bajo el mando de Konishi Yukinaga.
Para tomarlo se optó por intentar una operación combinada entre la armada y el ejército. Tras desprenderse de algunas tropas, los generales Liu Ting (chino) y Gwon Yul (coreano) contaban con 23.600-28.000 hombres. En el frente naval había varios cientos naves, comandadas por Yi Sun-sin y el almirante chino Chen Lin, que transportaban a bordo cerca de 25.000 hombres, incluidos numerosos guerreros chinos.
El sitio comenzó el 19 de octubre cuando tanto el ejército como la armada empezaron un bombardeo de las fortificaciones niponas que se iba a prolongar durante varios días. El plan era realizar un asalto coordinado tanto por tierra como por mar, abrumando a los defensores. Tras varios amagos de asalto cancelados porque las tropas de tierra todavía no estaban listas, el esperado ataque tuvo lugar el 31 de octubre. Liu Ting había hecho construir numerosos ingenios de asalto, tales como escudos móviles, torres de asedio, carretas “protegidas” para acercar cañones a corta distancia de la muralla o las famosas “yunti che” (“escalera a las nubes”): escaleras de asalto plegables instaladas en carretas.


Imagen
Ilustración de una "yunti che" china


El asalto comenzó con la armada sino-coreana acercándose a Suncheon con la marea para bombardear a corta distancia las posiciones japonesas. Por el lado terrestre los aliados avanzaron tratando de acercar sus ingenios de asedio a las murallas. Muchos de esos ingenios eran excesivamente pesados por lo que avanzaban con dificultad y pronto los defensores se dieron cuenta de que lo mejor era concentrar el fuego contra ellos. Los asaltantes estaban tan concentrados en hacer avanzar los dichosos ingenios que Yukinaga se dio cuenta de que podía permitir a sus tropas “lanzar una salida” contra ellos ya que los enemigos no estaban bien desplegados para impedirla. La carga japonesa puso fin al primer asalto; Liu Ting aún ordenaría repetirlo otras dos veces pero sin éxito. Por su parte la armada se retiró cuando cambió la marea; según Sun-sin en dicho sector se causaron bastantes bajas a los defensores por pocas propias. Es de suponer que al ver la falta de progreso terrestre no se llegó a intentar desembarcar a las tropas embarcadas.

Al día siguiente al fallido asalto, Liu Ting pidió a la armada que realizara un ataque nocturno contra Suncheon. El almirante Chen Lin aceptó el encargo mientras que el prudente Sun-sin sólo se avino a prestar apoyo ya que no veía clara la operación. La armada avanzó hacia Suncheon con la marea nocturna y Chen Lin acercó sus naves a corta distancia para bombardear las fortificaciones niponas, mientras Sun-sin lo hacía desde más lejos. Pasado un tiempo Sun-sin le advirtió con un mensaje de que la marea iba a cambiar, pero Chen Lin fue lento en extraer a sus naves y entre 30-40 quedaron encalladas. La guarnición japonesa interpretó que se estaba produciendo un intento de desembarco anfibio nocturno y se ordenó rechazarlo “en las playas”. Los japoneses se sorprendieron al encontrar a los chinos “sentados” en sus naves esperando un nuevo cambio en la marea y procedieron a asaltar aquellas que habían quedado más accesibles, capturando y/o destruyendo al menos 19 de ellas.
En teoría el ataque naval nocturno debía haber servido para atraer la atención de los defensores y que Liu Ting lanzara su propio ataque por el lado terrestre. Sin embargo este no se llegó a materializar, probablemente porque el general chino recibió la noticia del desastre ocurrido en Sacheon. Los sitiadores aun permanecieron 3 días más en la zona y Yi Sun-sin aun intentó seguir con el cañoneo a los defensores pero la suerte del sitio ya estaba echada. El ejército Ming se retiró de Suncheon.


Imagen
La fortaleza de Suncheon bajo sitio.


La derrota de Sacheon también llegó a oídos de Ma Gui en Ulsan. El segundo sitio de Ulsan no había sido como el primero. Ma Gui había estado presente en el anterior y ahora se encontró con que la fortaleza en la colina Tosan ya había sido completada y contaba con una decidida guarnición de 10.000 soldados de nuevo bajo mando de Katō Kiyomasa, que ciertamente no iba a ceder ahora cuando su situación era mucho mejor que en la anterior ocasión. Ma Gui no estaba por la labor de perder hombres en asaltos que sabía que tenían pocos visos de triunfo, por lo que se limitó a poner cerco a la fortaleza y esperar acontecimientos. Se hizo algún intento de provocar a los defensores a realizar una salida pero en vano.
Las noticias del fracaso en Sacheon y rumores de la formación de un ejército de rescate, impulsaron a Ma Gui retirarse; aunque esta vez se realizó en buen orden y sin contratiempos.
La triple ofensiva aliada contra los wajō había acabado en victoria para las tropas japonesas, un éxito del que no podría regocijarse Toyotomi Hideyoshi ya que el taikō había muerto un par de semanas antes...


Imagen
Heráldica de Shimazu Yoshihiro (recreación de Emmanuel Valerio)


Próximo capítulo: 24. Punto final: Noryang.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por ALGERNON »

Los generales chinos despues de esto habran meditado en poner un restaurant en Mostoles :lol:

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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

ALGERNON escribió:Los generales chinos despues de esto habran meditado en poner un restaurant en Mostoles :lol:

Mario
Todos los generales recibieron un buen rapapolvo por su pobre actuación, aunque parece que los principales comandantes salieron relativamente bien librados. Por ejemplo Dong Yiyuan se escapó sólo con una bajada de rango; eso sí un par de sus subordinados fueron ejecutados por el desastre de Sacheon.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Lutzow »

Quizá hubiese resultado mejor estrategia atacar los fuertes uno a uno, consiguiendo de esta manera una superioridad abrumadora en cada sitio... peor difícilmente les hubiese ido.

Saludos.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Flavius Stilicho »

Lutzow escribió:Quizá hubiese resultado mejor estrategia atacar los fuertes uno a uno, consiguiendo de esta manera una superioridad abrumadora en cada sitio... peor difícilmente les hubiese ido.

Saludos.
No te falta razón. Tal vez pensaron que atacando por tres puntos, los japoneses no organizar ejércitos que pudieran acudir en rescate de los tres a la vez. Sin embargo deberían haber sido conscientes de que sus fuerzas por separado tenían difícil tomar, al menos al asalto, tres fortalezas que contaban con una importante guarnición. Tal vez, dado que su experiencia previa era contra una fortaleza japonesa incompleta como Ulsan o contra japoneses encerrados tras murallas coreanas como el caso de Pyongyang, no calibraron bien la dificutald de tratar de tomar un wajō.
En retrospectiva hubiera resultado mas interesante concentrarse primero en la relativamente aislada Suncheon ya que además, como hemos visto, se podía contar con el apoyo de la armada y sus cañones; planificando un largo asedio, bloqueando completamente la fortaleza, bomardeándola sin descanso y poniendo al grueso del ejército en una buena posición atrincherada para impedir la llegada de un ejército de rescate.
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Ormuz »

Como de costumbre ha estado genial, Flavius. :Bravo

Menudo correctivo que recibieron los chinos y coreanos. En toda la guerra fueron de paliza en paliza. Es un poco lo que os comentaba al principio del hilo sobre que los chinos no eran tan temibles como pudiera parecer.

Una pregunta. La cruz del estandarte del clan shimazu ¿es por el cristianismo?
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por hoff »

Ormuz escribió:Como de costumbre ha estado genial, Flavius. :Bravo

Menudo correctivo que recibieron los chinos y coreanos. En toda la guerra fueron de paliza en paliza. Es un poco lo que os comentaba al principio del hilo sobre que los chinos no eran tan temibles como pudiera parecer.

Una pregunta. La cruz del estandarte del clan shimazu ¿es por el cristianismo?
Parece que el mon de la cruz dentro del círculo lo usaban antes de la llegada del cristianismo al Japón, según este enlace, que es en el que lo he visto explicado: http://koei.wikia.com/wiki/Shimazu.

El que tiene esa cruz de aspecto latino parece más bien el caracter Ju, que significa "diez", y suele tener igualmente el sentido de mulitiplicación o unión de fuerzas, según el libro de kanjis de Albert Torres i Graell.

Por cierto, los Shimazu aún existen.
El miedo es natural en el prudente
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Re: La Guerra Imjin (1592-1598)

Mensaje por Ormuz »

hoff escribió:
Ormuz escribió:Como de costumbre ha estado genial, Flavius. :Bravo

Menudo correctivo que recibieron los chinos y coreanos. En toda la guerra fueron de paliza en paliza. Es un poco lo que os comentaba al principio del hilo sobre que los chinos no eran tan temibles como pudiera parecer.

Una pregunta. La cruz del estandarte del clan shimazu ¿es por el cristianismo?
Parece que el mon de la cruz dentro del círculo lo usaban antes de la llegada del cristianismo al Japón, según este enlace, que es en el que lo he visto explicado: http://koei.wikia.com/wiki/Shimazu.

El que tiene esa cruz de aspecto latino parece más bien el caracter Ju, que significa "diez", y suele tener igualmente el sentido de mulitiplicación o unión de fuerzas, según el libro de kanjis de Albert Torres i Graell.

Por cierto, los Shimazu aún existen.
Me refería a la cruz latina. Como el cristianismo estaba bastante expandido en esa zona pensé que podría tener algo que ver. Aclarado queda, pues. :dpm:
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