Compañías de “aérostiers” (1794-1799)
Publicado: 26 Dic 2016
1. Hacia la aerostación militar.
Aunque hubo varios precursores, la aerostación “levanta el vuelo” con los Montgolfier en 1783. Estos hermanos, hijos de un fabricante de papel, consiguen hacer ascender un pequeño globo experimental, a finales de 1782. Entusiasmados por el éxito, deciden darlo a conocer y continúan experimentando con globos mayores. Se trata de globos recubiertos de tela y papel, que son impulsados por aire caliente obtenido por la quema de paja y lana.
Los experimentos se suceden a la vez que se extiende la fiebre por la aerostación con multitudinarias demostraciones.. En el propio 1783 se produce el primer ascenso tripulado -por el químico Pilâtre de Rozier acompañado por el marqués d'Arlandes-; así como la invención del primer globo propulsado por hidrógeno, obra del químico Jacques Charles asistido por los hermanos Robert.
Ilustración de algunos de los primeros aerostatos y sus ascensiones en 1783 y 1784.
Inflado de un globo de hidrógeno del físico Charles y los hermanos Robert.
Desde un primer momento se especuló con un potencial uso militar de las novedosas máquinas. Si hacemos caso a lo que declaró Joseph-Michel Montgolfier, fue la lectura de las noticias sobre el prolongado sitio de Gibraltar (1779-1783) lo que les estimuló a pensar que si no se podía tomar la impregnable plaza por tierra o por mar, tal vez se pudiera hacer desde el aire.
Benjamin Franklin, testigo de uno de los primeros ascensos de 1783, también especuló en una carta con la idea de operaciones aerotransportadas en una visión que implicaba el empleo de 5.000 globos con 2 tripulantes cada uno, que permitirían situar tropas más allá de las líneas enemigas.
Más futuro tenían aquellos que vislumbraron en los aerostatos un medio de señalización y observación; algo tempranamente apuntado por varios personajes en Francia y Gran Bretaña. Iba a ser España la pionera en ese campo, ya que en 1792 se experimenta con un aerostato con clara misión militar, auspiciado por el conde de Aranda:
“... con el objeto premeditado de tener en campaña y en qualquiera situación, y hora del día una atalaya fija, o ambulante a voluntad, y susceptible de mucha elevación para descubrir los terrenos del contorno de un exército, y los movimientos como evoluciones del enemigo en la disposición de un ataque, y durante él las variaciones que intentase. Con igual aplicación al registro interior de una plaza, o de ella hacia fuera”.
Considerado el cuerpo de artillería como el más adecuado para el uso inteligente del aerostato, sería el Real Colegio de Artillería de Segovia el encargado de construir y experimentar con él. En la propia academia se encontraba de hecho dando clases el reconocido químico francés Joseph Louis Proust, que antes de trasladar sea España ya había sido uno de los pioneros franceses de la aerostación. Dirigidos por Proust, un grupo de oficiales, cadetes y artilleros se encargaron de realizar experimentos a lo largo de 1792 que concluyeron con una demostración ante el rey y sus ministros, realizada en noviembre de ese año en San Lorenzo del Escorial.
La demostración fue un éxito, y el concepto de aerostato militar visto como prometedor. Sin embargo acabaría quedando en el rincón de proyectos olvidados.
Ascensión de un montgolfière en Aranjuez en 1784 (obra de Antonio Carnicero)
Ascenso del aeronauta italiano Lunardi en Madrid en 1793, repetición de una realizada el año anterior. Lunardi hizo demostraciones aeronáuticas a lo largo de varios países.
Aunque hubo varios precursores, la aerostación “levanta el vuelo” con los Montgolfier en 1783. Estos hermanos, hijos de un fabricante de papel, consiguen hacer ascender un pequeño globo experimental, a finales de 1782. Entusiasmados por el éxito, deciden darlo a conocer y continúan experimentando con globos mayores. Se trata de globos recubiertos de tela y papel, que son impulsados por aire caliente obtenido por la quema de paja y lana.
Los experimentos se suceden a la vez que se extiende la fiebre por la aerostación con multitudinarias demostraciones.. En el propio 1783 se produce el primer ascenso tripulado -por el químico Pilâtre de Rozier acompañado por el marqués d'Arlandes-; así como la invención del primer globo propulsado por hidrógeno, obra del químico Jacques Charles asistido por los hermanos Robert.
Ilustración de algunos de los primeros aerostatos y sus ascensiones en 1783 y 1784.
Inflado de un globo de hidrógeno del físico Charles y los hermanos Robert.
Desde un primer momento se especuló con un potencial uso militar de las novedosas máquinas. Si hacemos caso a lo que declaró Joseph-Michel Montgolfier, fue la lectura de las noticias sobre el prolongado sitio de Gibraltar (1779-1783) lo que les estimuló a pensar que si no se podía tomar la impregnable plaza por tierra o por mar, tal vez se pudiera hacer desde el aire.
Benjamin Franklin, testigo de uno de los primeros ascensos de 1783, también especuló en una carta con la idea de operaciones aerotransportadas en una visión que implicaba el empleo de 5.000 globos con 2 tripulantes cada uno, que permitirían situar tropas más allá de las líneas enemigas.
Más futuro tenían aquellos que vislumbraron en los aerostatos un medio de señalización y observación; algo tempranamente apuntado por varios personajes en Francia y Gran Bretaña. Iba a ser España la pionera en ese campo, ya que en 1792 se experimenta con un aerostato con clara misión militar, auspiciado por el conde de Aranda:
“... con el objeto premeditado de tener en campaña y en qualquiera situación, y hora del día una atalaya fija, o ambulante a voluntad, y susceptible de mucha elevación para descubrir los terrenos del contorno de un exército, y los movimientos como evoluciones del enemigo en la disposición de un ataque, y durante él las variaciones que intentase. Con igual aplicación al registro interior de una plaza, o de ella hacia fuera”.
Considerado el cuerpo de artillería como el más adecuado para el uso inteligente del aerostato, sería el Real Colegio de Artillería de Segovia el encargado de construir y experimentar con él. En la propia academia se encontraba de hecho dando clases el reconocido químico francés Joseph Louis Proust, que antes de trasladar sea España ya había sido uno de los pioneros franceses de la aerostación. Dirigidos por Proust, un grupo de oficiales, cadetes y artilleros se encargaron de realizar experimentos a lo largo de 1792 que concluyeron con una demostración ante el rey y sus ministros, realizada en noviembre de ese año en San Lorenzo del Escorial.
La demostración fue un éxito, y el concepto de aerostato militar visto como prometedor. Sin embargo acabaría quedando en el rincón de proyectos olvidados.
Ascensión de un montgolfière en Aranjuez en 1784 (obra de Antonio Carnicero)
Ascenso del aeronauta italiano Lunardi en Madrid en 1793, repetición de una realizada el año anterior. Lunardi hizo demostraciones aeronáuticas a lo largo de varios países.