1827, el segundo Duque de Buckingham y Chandos en Benidorm.

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pacobou
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1827, el segundo Duque de Buckingham y Chandos en Benidorm.

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Richard Plantagenet Temple Nugent Brydges Chandos Grenville Duke of Buckingham and Chandos.
Estuvo en el verano de 1827 visitando Benidorm. Inició su singladura en Southampton el 3 de Julio del mismo año a bordo de su velero (yacht) artillado,
“The Anna Eliza”, y solamente le acompañaban su secretario personal, Chaplain, Surgeon y varios sirvientes domésticos más. En su diario personal publicado en 1862 en tres volúmenes, nos cuenta y detalla su largo viaje día a día.

Volumen I
Capítulo V
Perseguido por un Fragata Francesa - Anclaje en Benidrom-Heroísmo del General Richards - Absurda disposición de cuarentena–Pesca del bonito.

10 de Septiembre de 1827.

Echamos un vistazo por la costa de África en una bahía enorme. Vimos una gran fragata con su vela mayor recogida, estaba parada y junto a un bergantín. Evidentemente era de la escuadra Franco-Argelina de bloqueo. Pero no tenía bandera. Estábamos a tiempo de virar y poner rumbo a la costa española. La fragata notó que la evitábamos y al instante se dispuso a perseguirnos. Mostramos nuestros colores; pero ella no lo hizo, aunque continuó la persecución. Nosotros, por supuesto, no nos detuvimos y seguimos nuestro curso, tomando nuestra vela mayor más viento en un arrecife porque allí la brisa era más fuerte. La Fragata hizo lo mismo con sus gavias. Era una brisa suficientemente fuerte como para llenar la vela de una pesada fragata y nos debiera haber alcanzado, pero, después de cuatro horas de persecución y con todo el trapo, todavía no se nos había acercado ni una pulgada y nosotros íbamos tan sobrados como para que le fuera imposible cogernos.

Dia 11.
Mar revuelto y viento del este. Apenas hemos avanzado y pensamos alcanzar esta noche algún pequeño fondeadero de la costa de España. No nos gusta Alicante, nos parece un lugar arriesgado. Cartagena la hemos pasado y no podemos pensar en retroceder. Pero de tanto bregar noche tras noche, el arribar a algún sitio no es mala idea. Además de otras comodidades, tenemos una plaga de mosquitos en nuestros camarotes. Tenemos todos mosquiteras y durante todo día el tormento es incesante, y tenemos que recurrir forzosamente a acordarnos de la isla de Laputa, cada hombre a su manera.

Hemos determinado intentar anclar en Benidrom. Se encuentra a unas treinta millas de Alicante.
En la entrada hay una pequeña isla que lleva el mismo nombre, 455 brazas de ancho, montañosa, deshabitada y sin agua. Hay bastante profundidad en ella. Entre ella y Alicante se encuentra el pueblo de Villajoyosa y el Cabo de la Huerta. La inmediata bahía de Benidrom está formada por un punto bajo hacia el oeste, en donde está la torre de “Guiboa” y un alto punto hacia el este en el que está la torre de “Escaleta”. La ciudad es pequeña y está sobre una roca defendida por una pequeña construcción con dos cañones. La tierra se aleja poco a poco de la orilla, cubierta de naranjos y olivos, pero marrón y árida hasta llegar a la base de una alta cadena de montañas, la más notable de las cuales tiene un corte profundo en ella, justamente como una inmensa tronera para un cañón gigante, llamada La Cuchillada de Roldán, o el corte de Roldán.

Era de noche cuando soltamos el ancla, así que no tuvimos comunicación con la costa, pero vimos que nuestra proximidad había causado muchas miradas y cierta alarma, ya que se encendieron luces de inmediato y los correspondientes fuegos corrieron por las montañas a la derecha y a la izquierda, indicando la presencia de alguien extraño y sospechoso. El hecho es que nuestra aspecto militar y sin llevar todavía pendiente (como los piratas), nos hace sospechosos de ser el animal más desagradable y temido por los Españoles, llamado corsario Colombiano. Encontramos anclaje, pero no reposo, la liamos tanto aquí como fuera en el mar. Pero miramos la carne fresca y la leche por la mañana. (Como diciendo que no quieren buscar jaleos de noche)

Hemos pasado por Alicante, a la que no podía mirar sin haber traído con fuerza a mi mente la bravura del galante, pero romántico General Richards, quien, siendo sitiado en su castillo por el Duque de Berwick, sufrió en sus carnes el ser reventado en lugar de rendirse, aunque él sabía que una mina se estaba preparando bajo sus pies, y hasta el último momento notó su progreso y calculó sus efectos en su diario y cartas, cual “Yo tengo en Stowe”, buscando con la mirada a su guarnición, quienes usaban su propia expresión, que era “no so bluff as he was” (no tan farol como él era, ni de broma) en una parte de las obras en las que calculaba que la explosión no se extendería, y él y algunos de sus oficiales que estaban junto a él se llevaron la peor parte de la explosión. Él fue el único que pereció. El suelo se abrió bajo sus pies, y luego se cerró, enterrándolo en el abismo. Las defensas del castillo no resultaron dañadas, y la guarnición resistió hasta que la flota Inglesa entró en la bahía y la tomó con todo lo que había, & c.

Día 12.
Nuestra noche fue de hecho de lo más incómoda. El asunto era excesivamente pesado e incómodo. Enviamos un bote a la costa con nuestro intérprete y cocinero, Fontara y Ford, con el Brêvet de Santé (patente de santo ¿?). Fueron recibidos por el Alcalde, que por cierto se negó a dejarlos bajar a tierra. Deberíamos haber obtenido nuestro Brêvet de Santé en Alicante; Benidrom sólo es un pueblo de pescadores, y no nos podía ser práctico. Pero al fin permitió a Fontara tocar el sagrado suelo de España, previamente hundiendo sus cestas, &c., en el agua salada, con el fin de evitar cualquier peligro de infección por parte nuestra a la ciudad de Benidrom, y casi haciéndole pasar por similar ablución. Pero no le permitirían salir de la playa, aplaudiendo a un hombre con una espada oxidada que lo vigilaba a una distancia segura para impedir la comunicación entre él, los pescadores y los niños con pintas sucias que se querían agolpar a su alrededor y ver de qué estaba hecha.
Fontara habiendo dado a conocer en voz alta que Yo, E. Il Signor Duca, quería refrescos, el mercado de Benidrom fue trasladado inmediatamente de la cálida esquina de la calle de cabañas de pesca, de las cuales el pueblo estaba hecho, a la playa en la que estaba Fontara y sus dólares; y, a pesar de los temores de Il Signor Alcalde de que la población de Benidrom fuera barrida por la peste contraída a bordo de mi yate, pronto fuimos surtidos de carne fresca, fruta, y todo lo que quisimos, excepto el agua, que el concienzudo Alcalde dijo que debía ser cogida por ellos mismos, y nosotros debíamos pagar medio dólar por tonel para ello. Como se trataba de casi tan querida como el vino, y probablemente se le pidió sólo porque la primavera estaba en el jardín del Alcalde ¿?, y como teníamos mucha a bordo, nos negamos a acatar la imposición.

Hablamos de poder bajar a tierra en la isla y nos dio el visto bueno, pero que en el continente no debemos pisar. Era evidente que no era de sentido común, porque toda la población de Benidrom iba diariamente a dicha isla para llevar la jábega para pescar bonitos, y consecuentemente era seguro que en la isla se contagiarían de nuestra plaga, a la que temían tanto en su propio continente. Pero siendo la regulación tan sensible a una o más disposiciones de cuarentena, con este punto a nuestro favor estuvimos de acuerdo. Así Fontara pudo tener su mercado Indio en la playa, y nosotros proseguir nuestros descubrimientos en la isla.

Es de construcción singular, formando un plano inclinado hacia el mar de oeste a este. La roca se precipita al mar, y hay aguas profundas a su alrededor. Está formada de piedra caliza, en estratos paralelos al plano de inclinación de la isla, viz., 22 °, alternando entre caliza compacta y fósil, llena de restos orgánicos, madréporas, & c. Una pieza que rompimos parecía haber estado sujeta al fuego, y haber sido quemada con un color rojo. A través del cristal vimos las mismas masas rojas formando parte de las montañas distantes, y especialmente bajo y sobre La Cuchillada de Roland, la cual estoy convencido, de la similitud de su forma, aunque a escala muchísimo mayor, a la de Whindykes en Escocia, es en sí mismo un “whindyke” ¿?, formado por una vena quemada, dejando la roca caliza carbonizada a su paso. Debemos, sin embargo, examinar más detenidamente nuestras muestras antes de decidir este punto, pues no hemos podido ver más que las analogías proporcionadas por la isla.

Toda la isla está cubierta con carbonato cristalizado de lima. No hay agua sobre ella, pero diariamente una población de no menos de 150 almas trabajan en la pesca del bonito. Esto lo hacen a través de una serie de redes largas de Jábega, que acarrean hasta las repisas de las rocas. Cómo capturan el pescado lo de conozco, porque las redes, aunque largas, son poco profundas, y los pescadores principalmente parecen estar pendientes de arrojarlas sobre los peces con piedras (lastre) cuando estos se acercan a la roca, para que caigan en la bolsa de la red. Pero la mayor parte debe, y, de hecho, lo hace, escapar. Fue muy divertido ver las miríadas de peces pequeños que cubren la superficie de la mar, escapar de las redes y de los bonitos. La pobre gente ansiaba ser de provecho, y asiduamente nos asistió para arribar la costa, y para asegurar nuestro barco.

El gran objeto de su devoción lo encontraron en nuestros cigarros, que distribuimos libremente entre los pobres tipos. Fueron un gran regalo para ellos, ya que sus propios cigarros consistían en partículas muy pequeñas de un tabaco silvestre, liados en tiras de papel o trozos de caña. En un cuartel que entramos cerca de Gibraltar encontramos a toda la guardia liándose sus cigarros para el día. Uno de ellos estaba sumido en aguas profundas, que deberían tener siete u ocho pies de profundidad por lo menos (estaba tan ocupado que no se enteraba). Un pequeño mono atezado, de color marrón como la caoba, tiró de su camisa, la única prenda que llevaba puesta, sumergido, y, buceando, subió el valioso premio. Compramos una cena a base de pescado para nosotros y toda la compañía de la nave, y nos hicimos populares entre esta parte de la civilización de Benidrom, a pesar de los ansiosos temores de su digno Alcalde. Yo nunca vi correr más diligentemente a hombres, y la manera en que se desnudaron para la pesca haciendo alarde de la gran ventaja de sus finas formas musculares. Su vestimenta consiste en una camisa arremangada hasta los codos, una faja de color alrededor de su cintura, y un par de calzones cortos hasta medio muslo. Ellos hacen hogueras, asan los peces pequeños que pescan, traen agua en garrafas desde Benidrom, y con un cigarro buscan su descanso nocturno bajo la salientes de roca.

Día 13.
El Alcalde tuvo el descaro de pedirnos veinticuatro dólares por un cordero vivo, y mucho más impactante nuestra negativa. Declaró que se había pegado una gran caminata por conseguirlo, pero lo dejamos en sus manos (no lo quisimos comprar) y salimos navegando, dejando al Alcalde y al hombre de la espada oxidada, todavía de centinela, en la playa. Pasamos Altea y su bahía, por donde pasa un pequeño río que se mete en el mar. La bahía es abierta, pero no hay anclaje seguro en ella con viento del este. La gama de escarpadas montañas con La Cuchillada de Roldán todavía conforman el panorama. Por la noche nos quedaremos de nuevo por la zona, y lo haremos en el Peñón de Calpe, al que otro sabio lo llamó monte de IFAK, que forma al oeste el límite de la bahía de Calpe, en la que hay una pequeña ciudad del mismo nombre. El parecido que esta roca, conectada por un pequeño istmo con el continente, recuerda a Gibraltar en miniatura, es muy vistoso. Aunque hay anclaje a ambos lados del mismo, tampoco se puede elegir, porque en la parte de levante un arrecife de rocas lo hace inseguro.

Aquí otra vez más, como en Benidrom, una gran alarma parece que ha surgido por nuestra apariencia. Permanecimos cerca de tierra, y las luces inmediatamente corrieron de derecha a izquierda, como dando aviso de nuestra proximidad a la costa.


https://es.scribd.com/document/26575971 ... rm-en-1827


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