Saludos, sobrevivientes todos!
De mi bachillerato, puedo mencionar a uno en especial: un sustituto.
El muy orondo era el suplente de nuestra profesora de Historia de Venezuela en el 1° año de bachillerato, que estaba en su reposo pre-natal. Desde el primer día nos comenzó a agriar la existencia, a llamarnos de todo por cualquier tontería.
Por estar en un liceo militar, los que llevábamos la peor parte éramos los delegados del curso (en el sistema jerárquico escolar militar de aquí se les llama
distinguidos). Habían dos distinguidos por curso, y yo era uno de ellos.
Un buen día, estaba exponiendo sobre la contaminación ambiental (no lo voy a olvidar nunca: era la incidencia de químicos en la atmósfera) y me dejó en el aire cuando me puso al corriente del uso de nitrato de plata para provocar lluvias. No supe qué responder. Por todo comentario, me dijo: "
siéntate, güevón, que ni una exposición sabes dar".
Hasta aquí.
Levanté un informe para el Sub-Director académico, con copia al Capitán Director del Liceo, detallando todo lo dicho y algunas cosas más. Lo suscribía el otro distinguido, tan molesto como yo.
Total que un buen día de mayo (añadamos poesía

), el tipejo estaba en una de sus payasadas cuando vuelve a dirigirse a mí con saña... pero no se había percatado que el Sub-Director acababa de entrar... Apenas lo vio, se calló, agarró su maletín y salió.
Después supe que gracias a mi informe, el suplente fue suspendido para dar clases por dos años.
Sí, soy vengativo cuando quiero... (00)
De la universidad recuerdo a uno en especial: mi profesor de Derecho Administrativo I en mi segundo año de Derecho. Era el colmo de la arrogancia, de la elegancia y de la falta de humildad. Hasta que un día atendió el teléfono durante uno de los parciales y conestó con una voz muy sumisa y particular:
- Aló... ¿Octavio? Mira, ahorita no te puedo atender... Sí, esta noche llego temprano, mi amor... Sí, sí... Besos...
A partir de ese momento no sabíamos qué hacer: si seguir contestando el parcial, o burlarnos desenfrenadamente del tipo, o sencillamente cagarnos de la risa.
Con todo y la tirria que nos tenía, no me pudo reprobar.
Nos vemos en el aire!