Combate de San Gabriel (1680)

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

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Danilo
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Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

El tema trata la primera acción bélica de cierta importancia en tierras rioplatenses contra un enemigo exterior. El hecho obedeció al interés de los habitantes de las gobernaciones de Tucumán y Buenos Aires, pertenecientes por aquel entonces al Virreinato del Perú. El objetivo consistió en la eliminación de la cabeza de puente establecida por Portugal frente a Buenos Aires a finales del siglo XVII. Componen las fuentes del tema:

Felipe Cárdenas, “La primera guerra argentina”, en Todo es Historia, Nº 143, abril 1979

Carlos Escudé y Andrés Cisneros (organizadores), Historia general de las relaciones exteriores de la república Argentina, Buenos Aires, GEL-CARI, 2000, Tomo II, Capítulo 4.

I

En la costa oriental del estuario platense, a 250 kilómetros de la boca del Río de la Plata y a unos 100 kilómetros de la desembocadura del Río Uruguay, irrumpe una península y un grupo de islas que desde mediados del siglo XVI eran conocidas con el nombre genérico de San Gabriel, denominación que hoy sólo conserva la isla más grande, situada a cinco kilómetros de la actual ciudad uruguaya de Colonia. Esta protuberancia de la margen oriental conforma un trío estratégico con las de Montevideo y Maldonado para el control de los grandes ríos del Cono Sur, por ello fue un punto de interés para Portugal cuando, a partir de la recuperación de la independencia en 1640, la Casa Braganza se propuso delimitar su patrimonio territorial en América. Pese a que la zona caía dentro de la demarcación adjudicada a España por el Tratado de Tordesillas y que las autoridades residentes en Buenos Aires habían efectuado sobre las muy poco habitadas tierras orientales diversos actos posesorios como la atribución de encomiendas y mercedes, la corona portuguesa animada por la protección británica se propuso establecer una fortaleza en las inmediaciones de Buenos Aires. Esta ambición se vio fortalecida por la bula de Inocencio XI Romanus Pontifex, del 22 de noviembre de 1676, que creó el obispado de Río de Janeiro cuya jurisdicción incluía la margen oriental del Río de la Plata.

Imagen
Línea del tratado de Tordesillas
http://1.bp.blogspot.com/_J1qTsCFy0Dc/T ... illas3.jpg

El regente de Portugal designó a Don Manuel Lobo para emprender los planes expansionistas sobre el Plata. Su nombramiento, extendido en octubre de 1678, contenía los minuciosos pasos a dar a partir de la “fortificación y población” de San Gabriel. Se le daba autorización para llevar unos 500 soldados de infantería y caballería, estacionados en Río de Janeiro, y se le otorgaban amplios créditos para los gastos en que incurriera. A mediados de 1679 Lobo ya había tomado posesión de la gobernación de Río de Janeiro y preparaba su expedición al Río de la Plata. Sin embargo, para la empresa no pudo reclutar más que vagos, gente sin oficio y aventureros. Lobo partió del puerto de Santos con dos navíos, dos zumacas y tres lanchones. Disponía de tres compañías de infantería, un escuadrón de caballos de coraza, 18 piezas de artillería y 100 barriles de pólvora, además de elementos de construcción. Lobo llevaba también 60 esclavos de su propiedad y tres sacerdotes, dos de ellos jesuitas. Completaban la expedición ocho mujeres. A finales de enero de 1680, la flotilla portuguesa ancló frente a la isla de San Gabriel. El 26 Manuel Lobo funda la Nova Colonia do Sacramento en nombre de Portugal, y de inmediato comenzaron las tareas de construcción de viviendas y defensas.

Por desoladas que fueran las riberas del Plata, semejante movimiento desde Brasil no podía pasar desapercibido para las autoridades de Buenos Aires. El gobernador Don José de Garro sabía de la preparación de la flotilla de Lobo, por lo cual el río era patrullado desde hacía un año. El 21 de enero de 1680, un tripulante de una chalupa de una fragata anclada en Buenos Aires encontró a cuatro navíos desconocidos fondeados en las islas. Sin hacer caso a las señales que le hicieron desde ellos, el marino regresó en el acto a Buenos Aires para informar la novedad.

Continúa…


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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Ditirambo »

Muy buen aporte Danilo, esperamos la continuación.
Normalmente la explicación más simple es la mejor. No hay que postular la existencia de entidades innecesarias para la explicación. Siempre tenemos que intentar explicar lo desconocido en términos de lo conocido.
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Buscaglia »

Muy interesante y totalmente desconocido para mí.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

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Danilo
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

Gracias compañeros. Vamos con la segunda parte.

II

El gobernador Garro era un vasco militar de carrera, anteriormente había sido gobernador del Tucumán. Desde Buenos Aires envió a varios oficiales para que tomaran contacto con los lusitanos. La misión incluía observarlo todo a fin de conocer las fuerzas de que disponían los recién llegados. El 10 de febrero, la primera aproximación guardó la cortesía correspondiente a los usos militares de la época, España y Portugal estaban en paz y se prefería evitar una actitud hostil. Ante el prudente requerimiento de desalojar el lugar, Lobo contestó con amabilidad que las tierras que ocupaba pertenecían a su príncipe. La comitiva regresó a Buenos Aires con la respuesta mientras los portugueses continuaron trabajando en la nueva población.

Simultáneamente, Garro había enviado una urgente misiva al virrey de Lima dando cuenta del suceso con el pedido de ayuda. A la vez, requirió al gobernador del Tucumán 300 hombres de su jurisdicción. También pidió a Santa Fe 50 soldados y a Corrientes 81 más. Asimismo se dirigió al superior de la provincia jesuítica del Paraguay solicitándole el envío de 3.000 indígenas de las reducciones, con armas y bastimentos, acompañados de religiosos. Los milicianos del Litoral (es decir Santa Fe y Corrientes) debían concentrarse en Santo Domingo de Soriano, en la margen oriental del Río Uruguay, para avanzar desde allí hacia el establecimiento portugués. Los del Tucumán se dirigirían a Buenos Aires.

Lobo continuaba con las tareas fundacionales, sabiendo que la consolidación del asentamiento dependía de la actitud de las autoridades de Buenos Aires. El 23 de febrero envió a la ciudad vecina a su segundo con un ruego, Lobo esperaba se le vendiese artículos necesarios para los colonos. El enviado regresó a Colonia del Sacramento con una negativa nada edulcorada de Garro. Lobo ya no podía engañarse con la predisposición de Buenos Aires, sin embargo mandó de regreso las naves a Río de Janeiro comunicando lo ocurrido y pidiendo que retornasen con materiales y provisiones. Con esa decisión quedó aislado, a cuarenta kilómetros de sus enemigos río de por medio. Entretanto, el jefe lusitano perdió a un colaborador que nunca pudo llegar a la colonia. Una nave con Soares de Macedo a bordo había seguido a la flotilla de Lobo. Luego de naufragar su embarcación a la altura de Punta del Este, Soares de Macedo fue apresado por los españoles y quedó prisionero de Garro. Enterado, el 2 de junio Lobo demandó la libertad de su lugarteniente “para que tengamos entendido si estamos en guerra o en paz”. Garro en otra respuesta seca defendió su acción y calificó a los portugueses de intrusos, para entonces las fuerzas convocadas por el gobernador de Buenos Aires estaban llegando a destino. Lobo se encontraba sin comunicaciones con Brasil, sin su lugarteniente, con su población sufriendo la escasez y los rigores del invierno platense. El 13 de julio en un último intento diplomático envía a Buenos Aires a su capellán jesuita, alegando que su expedición es conocida por la corona española y que no quiere derramar sangre. La fría negativa de Garro llegó cuando la Colonia del Sacramento estaba bajo sitio.

Las fuerzas provenientes del Litoral y las Misiones se encontraron en un lugar en la ribera izquierda del Río Uruguay. El criollo Juan de Aguilera iba al frente de 50 soldados santafesinos. El sargento mayor Francisco de Villanueva conducía a 60 correntinos. Estos contingentes se reunieron con los 3.000 guaraníes de las Misiones, que venían arreando 9.000 cabezas de ganado para su mantenimiento. Los indígenas llegaban con la jefatura de seis caciques y una veintena de oficiales españoles y criollos, todos bajo la supervisión del padre Altamirano. El maestre de campo Vera y Mujica, santafesino ilustre, quedó al frente todas las fuerzas reunidas en Santo Domingo de Soriano. Por su parte Francisco de la Cámara, nacido en Alcalá de Henares, comandaba 120 hombres de Buenos Aires. Ellos se sumaron a la columna cuando ésta arribó a las proximidades del asentamiento portugués. El contingente enviado desde Tucumán quedó de reserva en Buenos Aires.

Continúa…
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Tosk »

Muy interesante Danilo, gracias por compartir.

Saludos
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Danilo
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

Tosk, para eso estamos aquí. Saludos.

III

El 6 de julio de 1680, los españoles habían sitiado la fortaleza que los portugueses estaban construyendo en San Gabriel. El objetivo era cortarle a la nueva colonia las comunicaciones con el abastecimiento desde Brasil y evitar cualquier intervención de los indios charrúas. A pesar de la superioridad numérica, el ejército sitiador tenía un punto débil, algunos guaraníes comerciaban sin problemas con los sitiados. Ante el creciente número de indígenas dispuestos a entregarle carne vacuna a los portugueses a cambio de bayetas y otros efectos, Vera y Mujica decidió retirar la mayor parte de los guaraníes al Río San Juan, a unos 15 kilómetros hacia el norte, sobre la costa. Los caciques, avergonzados por el comportamiento de su gente, pidieron atacar la ciudadela sin más demora, porque ganaba espacio la impaciencia y con el invierno también las enfermedades. Los hechos llevaron a Vera y Mujica a tomar una actitud más dinámica. El 21 de julio el jefe español intimó la rendición. Para fines de mes el ataque era inminente, sin embargo Vera y Mujica resolvió postergar la acción hasta que llegaran refuerzos desde Buenos Aires. Más que militar la espera tenía un motivo político, Vera y Mujica no se animaba a generar un incidente en virtud de la paz de España con Portugal, esperaba una orden concreta y responsable de abrir fuego. El gobernador Garro, a la vez, quería asegurarse el respaldo de un consejo antes de dar la orden.

El 28 de julio se celebró una nutrida reunión en la casa del obispo de Buenos Aires a la que concurrieron treinta funcionarios, cabildantes, vecinos caracterizados y oficiales llegados del Tucumán. Luego de darles el informe de situación, en donde enfatizó los gastos que acarreaba a la Real Hacienda mantener el sitio, Garro requirió el dictamen de los concurrentes. Con la unanimidad de los pareceres, el gobernador dictó la orden de ataque. La comunicación junto a los refuerzos llegó el 3 de agosto a la Barra de San Juan. Al día siguiente, Vera y Mujica convocó a los jefes y les impartió la orden de llevar de inmediato un ataque fulminante contra la colonia, sin preparación de artillería. Los atacantes marcharían por la noche en tres columnas, de manera que antes del amanecer caerían sobre los portugueses por tres flancos de las fortificaciones que daban a tierra. Las fuerzas de Vera y Mujica sumaban 300 españoles (europeos y americanos) y poco más de 3.000 indios de las misiones. La plaza tenía aproximadamente 300 defensores, excluyendo a los labradores, artesanos y los “inservibles” que no tomaban las armas. La fortaleza, diseñada por el apto ingeniero militar Correia Pinto, estaba situada el filo de la loma que corre por la península. Si bien incompletas, las defensas complicaban la expugnación: la obra presentaba dos macizos hacia el este unidos por una estacada de palos de madera sobre tierra apisonada, asegurada por un foso que tenía la altura de un hombre, con una sola entrada de puente levadizo que miraba hacia el norte.

El 6 de agosto por la noche los sitiadores abandonaron el campamento y empezaron a caminar en el mayor silencio. Cada columna iba comandada por un jefe guaraní: el sargento mayor Ignacio Amandaú, el maestre de campo Cristóbal Cupiy y el de igual grado Francisco Curitú. Los contingentes de criollos y españoles estaban repartidos entre las columnas cada uno con sus jefes.

Continúa…
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

IV

En la incipiente fortaleza de San Gabriel velaban las armas sin reparar en la inminencia del asalto. El capitán Manoel Galvao había recibido el mando de Lobo debido a la fiebre que obligaba al gobernador a guardar descanso. En el primer contacto, en el sector sur los atacantes degüellan a un centinela adormilado, pero su compañero hacer tronar a su arcabuz poniendo en alerta a la plaza. El silencio de la noche se convierte en un correr de gritos y tiros. El guaraní Curitú y el capitán Alejandro de Aguirre trepan al baluarte por el sur, el capitán correntino Gabriel de Toledo y el sargento mayor indígena Amandaú asaltan con éxito el sector norte. Los portugueses se defienden con denuedo, Galvao logra rechazar el ataque del sur, él mismo montado a caballo se lanza a uno y otro lado sableando al enemigo. Los santafesinos lanzan una nueva oleada por el sur, con ello consiguen detener a los que empezaban a desbandarse y superan las defensas, llegando incluso al depósito de pólvora. Galvao no retrocede, da pelea y mata a cinco españoles hasta que un mosquetazo le vuela la cabeza. Un grupo de portugueses se resiste en la parte norte, abrumados por un enemigo que lo supera en número, intentan echar al agua una lancha varada en la playa, pero son exterminados antes de subir.

La lucha se convierte en una masacre. Para mantener a raya a los guaraníes que la acosaban, la esposa de Galvao toma la espada de las manos de su esposo muerto. La matan, al igual que al ingeniero Correa Pinto con casi todos sus oficiales. En vano los jefes tratan de contener a los indios, disparada la masacre los guaraníes asesinan sin compasión a los defensores de la ciudadela. Un pequeño grupo de portugueses se abre paso hasta la precaria iglesia, una vez allí consiguen hacerse fuertes y negociar la entrega con la debida garantía de vida. Un Manuel Lobo desfalleciente se ha hecho ceñir las armas, es capturado al salir de su habitación a dar pelea. A punto de ser ultimado por los guaraníes aparece Vera y Mujica, quien lo protege con su cuerpo y usando su cargo de jefe consigue salvarlo al reclamarlo como prisionero propio.

El sangriento combate se extendió por menos de una hora: los atacantes tuvieron 36 muertos y más de 100 heridos, en tanto los defensores perdieron 112 hombres ultimados en el asalto o en los momentos posteriores a la lucha. Una carta enviada por Lobo a su rey da cuenta de la impresión de los portugueses, en una queja amarga informaba que “los más crueles fueron los padres de la Compañía que capitaneaban a los indios en los sucesos de San Gabriel (…) que antes y en dicha ocasión dieron repetidas órdenes a los indios para que ninguno de nosotros quedara vivo, diciéndoles en voz alta AYUCÁ CA RAIBA, que en su lengua quiere decir MATAD A LOS BLANCOS”. El testimonio de Vera y Mujica nos hace dudar de la veracidad de las palabras de Lobo, según el jefe español, al terminar la lucha departió unos momentos con Lobo, a quien encontró “vuelto en sí aunque en el mismo estado, moribundo”.

Con el sol sobre el horizonte, la batalla ha terminado. En ese mismo 7 de agosto de 1680 se entierran a los muertos. Al día siguiente la noticia llega a Buenos Aires. En medio de la celebración llega una zumaca con Lobo, los oficiales sobrevivientes y dos sacerdotes de la expedición. El jefe se encuentra física y moralmente abatido. El resto de la población de la Nova Colonia do Sacramento es evacuada el 21 para ser repartida en diversos puntos de la gobernación.

En el próximo mensaje los comentarios finales…
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

Epílogo

Debido al carácter drástico del ataque español, los sucesos fueron recordados por los portugueses como “la noche trágica”. Los guaraníes de las misiones tenían motivos para vengarse en nombre de sus padres y abuelos, ellos habían sido las víctimas de las incursiones de los bandeirantes, en las cuales los portugueses secuestraban indígenas para esclavizarlos y saqueaban sus poblaciones. Las milicias guaraníes se habían convertido en la mejor fuerza para contener las penetraciones desde Brasil, para 1680 tenían una organización aceptable y habían vencido a los portugueses en dos batallas: Mbororé y Caazapá Guazú. De hecho, el gobernador Garro ya antes de la expedición de Lobo había solicitado la presencia permanente de 1.000 guaraníes en Buenos Aires. El pedido fue rechazado por los padres misioneros.

Este combate tiene elementos que lo jerarquizan sobre las batallas arriba mencionadas: asistieron soldados de diferentes lugares, la convocatoria incluyó a milicias de los pueblos del Tucumán, los oficiales de esas fuerzas fueron decisivos en la unanimidad buscada por Garro antes de dar la orden de ataque, y la ubicación de la colonia en el Río de la Plata le da un valor estratégico a la contienda. Las razones de los españoles (europeos y americanos) para expulsar a la avanzada luso-brasileña son obvias. Los padres de las misiones con los guaraníes también tenían las suyas, más racionales que la simple venganza por los bandeirantes. A los jesuitas les preocupaba la supervivencia de las reducciones y asegurarse el ganado vacuno que se reproducía libremente en la Banda Oriental del Uruguay, para entonces un recurso no explotado que se perfilaba como la riqueza de la región.

José de Garró creyó actuar de acuerdo con los intereses reales. Sin embargo, la corona española estaba en una difícil situación, entraba en guerra con Francia y por ello quería evitar la enemistad de Portugal. En el otro lado del Atlántico, Don Pedro II se negó a recibir las explicaciones del embajador español, ordenó concentrar tropas en la frontera y estuvo a punto de entrar en estado de guerra. El 7 de mayo de 1681, con la firma del Tratado Provisional, España aceptó las demandas portuguesas, salvo el aspecto jurídico de fondo. Con el acuerdo quedó allanada la reinstalación luso-brasileña en San Gabriel. En febrero de 1683, el nuevo gobernador de Río de Janeiro tomó posesión de la Colonia del Sacramento en nombre de su rey. La instalación provisoria de la colonia continuó con sus vaivenes hasta junio de 1777, cuando quedó incorporada definitivamente al dominio español.

Prisionero de los acontecimientos en Europa, Garro fue destituido y con su gente de milicia fue a la cárcel como parte del desagravio ofrecido por Carlos II a Portugal. Finalmente, casi de manera clandestina, Garro es destinado a Chile sin el conocimiento del Consejo de Indias. El vasco militar de carrera quedó en la historia como el gobernador que armó una fuerza hispano-guaraní para expulsar de las costas del Río de la Plata a la primera intrusión luso-brasileña.

Nota: Otra fuente consultada, Lia Quarleri, Rebelión y guerra en las fronteras del Plata, Buenos Aires, FCE, 2009.
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Tosk »

No es de extrañar la fiereza de los guaraníes hacia los pórtugueses, como bien has indicado en el texto, los portugueses eran la representación de esos enemigos acérrimos que tuvieron los guaraníes: los bandeirantes, que se adentraban en territorio guaraní y ganaban terreno para dominio portugués. Se destruían los poblados guaraníes y se tomaban cautivos, que iban a trabajar como mano de obra esclava en las explotaciones agrícolas portuguesas.

Imagen

El amplio territorio que tiene hoy Brasil, puede explicarse en buena medida por el avance, por la ganancia de terreno de estas bandeiras, que no sólo estaban compuestas por europeos, sino que también por esclavos africanos, y en su mayor parte por indios tupíes, enemigos acérrimos de los guaraníes. Y este terreno se ganaba a costa de los guaraníes. Es por este motivo que los guaraníes siempre se plegaron a la causa española (con la salvedad quizá de la Guerra Guaranítica - ¿recuerdan la película "La Misión"?). También, en la Banda Oriental, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, los guaraníes fueron una defensa eficaz contra incursiones de los charrúas (pámpidos, de otra etnia), siempre problemáticos a las autoridades españolas.

En un museo de Colonia del Sacramento hay una imagen, un grabado como los que se ven en las crónicas, de una fortaleza portuguesa tomada por tropas españolas y guaraníes, quizá sea de esta acción, y si no es, es una buena forma de ilustrarla. Voy a ver si tengo la foto o si puedo conseguirla.
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Danilo
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Re: Combate de San Gabriel (1680)

Mensaje por Danilo »

Efectivamente Tosk, cuando mencionamos a los guaraníes tenemos que recordar a los tupíes y a los charrúas. Al contrario de la imagen que se pretende presentar de ellos con fines políticos desde las corrientes indigenistas, como si pudieran agrupar a las etnias contra los conquistadores y colonizadores, la realidad es que podían ser antagonistas y rivales irreconciliables. Así como los guaraníes organizados por los jesuitas fueron la principal fuerza armada contra las intrusiones luso-brasileñas, los tupíes fueron la fuerza más numerosa de muchas bandeiras. En cuanto a la Colonia del Sacramento, uno de los objetivos del sitio era aislar a los portugueses de la ayuda que pudieran recibir de los charrúas.

Las fundaciones de las misiones en la margen izquierda del Río Uruguay (retratadas por la película La Misión) son concomitantes con la instalación de Colonia. A los portugueses el asentamiento les daba una base naval para bloquear el Río de la Plata y el Río Uruguay, incluso podían atacar a Buenos Aires. Pero además era una base para incrementar el comercio con la región, es decir drenar con ello la plata potosina hacia Brasil, y para la explotación de las "Vaquerías del Mar" que empezaban a florecer en tierras orientales. Esto último los ponía en tensión con los jesuitas. Los padres de la Compañía de Jesús junto con los garaníes, fundaron las misiones de lo que hoy es territorio de Río Grande do Sul. Con los nuevos asentamientos trataban de interponer un antemural a la penetración portuguesa en la región.

El asunto da para más de un tema: milicias guaraníes, funciones militares de la reducciones, la guerra guaranítica y las campañas en la región en ese largo siglo que va de fines del XVII a fines del XVIII, en especial la de Cevallos. Estaría bueno ir disparando cada tema por separado (aunque por supuesto irían asociados) entre varios compañeros.
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