LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

Moderador: Miguel Villalba

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LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Año 1212. Para quienes vamos teniendo cierta edad y aprendimos Historia ligando acontecimientos y fechas, la señalada resulta inolvidable. En el buscador del Foro he encontrado bastantes referencias sobre la Batalla de las Navas de Tolosa, más ninguna descripción de la misma o hilo específico sobre este acontecimiento. Dado que el 16 de Julio del presente año se cumple el 800 aniversario, me he propuesto ser yo mismo quien lleve a cabo este trabajo, iniciándolo con una extensa descripción del periodo histórico y de la sucesión de acontecimientos que llevaron a la batalla, terminándolo con las consecuencias derivadas de la victoria cristiana. Nada nuevo bajo el sol, sólo en mi biblioteca dispongo de al menos media docena de libros que tratan sobre el tema, y a poco que uno busque en Internet puede encontrar multitud de relatos sobre este acontecimiento. Algunos bastante buenos, pero en todos encuentro a faltar algún pasaje, o estoy en desacuerdo con algún dato, motivo por el que he decidido realizar un trabajo propio para nuestro Foro. Por supuesto, agradeceré cualquier comentario, rectificación, aclaración o crítica, que espero sean abundantes, al resultar este un tema bien conocido por muchos de ustedes.

EL IMPERIO ALMOHADE

Corre el año 1125 cuando en la ciudad de Tinmell (Atlas, sur de Marruecos) Ibn Tumart se autoproclama como Mahdi (el guiado, profeta redentor del Islam) creador de una nueva doctrina islámica, basada en un monoteísmo estricto (de ahí el nombre romanceado de almohades –unitarios- del árabe al-muwahhidun, -los que profesan la unidad de Allah-) que sólo admitía el Corán y la Sunna. Ibn Tumart se muestra muy crítico con los gobernantes almorávides, quienes apenas han transformado las costumbres populares poco acordes con el Corán, y que consideran al nuevo líder religioso como un radical. Ya sea por fervor religioso, por la rivalidad entre las distintas tribus o probablemente por una mezcla de ambas causas, el Mahdi logra aglutinar a las tribus bereberes masmudas y zanatas en una rebelión abierta contra los almorávides. Él no consigue contemplar el fruto de sus esfuerzos pues fallece en el año 1128, pero su sucesor, Abd al-Mumin, se proclama Califa y continua una larga guerra contra el decadente imperio almorávide, que concluye victoriosamente al apoderarse en 1146 de la capital enemiga, Marrakech. Ese mismo año se produce el primer contacto entre el naciente imperio almohade y la Península Ibérica.


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Mezquita de Tinmell, en cuyos alrededores se encuentra la tumba de Ibn Tumart y de los primeros Califas almohades

SEGUNDO PERIODO DE TAIFAS EN LA ESPAÑA MUSULMANA

Los combates en el Magreb fuerzan a los gobernantes almorávides a desplazar la mayor parte de las tropas disponibles a combatir la rebelión almohade, hecho que no pasa desapercibido a una población andalusí en general descontenta con la inmoralidad administrativa y el desorden en que había degenerado el imperio almorávide. Las noticias sobre las victorias de los unitarios contribuyen a que la rebelión prenda por todas partes, creándose en la España musulmana un nuevo periodo de taifas, con la constitución de señoríos independientes (hasta veinte distintos), muchas veces enfrentados entre sí. La inestable situación resulta propicia para los Reinos Cristianos; en 1147 Alfonso VII Rey de Castilla y León conquista, con la ayuda de aragoneses, pisanos y genoveses, la recién creada taifa de Almería, al tiempo que Alfonso I de Portugal, con la colaboración de una importante flota de cruzados ingleses, se hace con la ciudad de Lisboa. Pero ese mismo año las tropas almohades ya se encuentran en la Península, llamadas por Ibn Qasí, señor de la taifa de Mértola (sur de Portugal) quien veía peligrar sus tierras ante una reacción almorávide a finales de 1145, que les llevó a reconquistar Granada. Los unitarios desembarcan en 1146 y ocupan Tarifa y Algeciras, encontrando escasa resistencia entre los gobernadores almorávides y las taifas recién creadas, imponiendo su gobierno en las grandes ciudades de Al-Andalus: Sevilla (1146), Córdoba y Jaén (1148), Badajoz (1150), Málaga (1152), Granada (1154). Tampoco se libró la taifa de Mértola (1151) tras morir en Silves Ibn Qasí. El primer enfrentamiento serio entre almohades y cristianos se produce cuando los primeros atacan y conquistan la ciudad de Almería, en 1157. Resultaba una pérdida previsible, pues su conquista diez años antes fue un hecho adelantado a su tiempo, pero su caída tuvo como consecuencia inesperada la muerte del Rey Alfonso VII, acaecida durante el camino de regreso a León tras una fallida expedición de socorro a la ciudad sitiada. Si su fallecimiento resultaba una mala noticia para los reinos cristianos, su testamento, en el cual dividía Castilla y León entre sus dos hijos, lo fue aún más.


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Alcazaba de Almería


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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

LA ESPAÑA DE LOS CINCO REINOS

Con la muerte de Alfonso VII y la división de su reino languideció la idea imperial como unidad de los reinos hispanos frente al Islam. La Crónica latina de los Reyes de Castilla afirma que la división del reino hegemónico de la Península fue la causa fundamental “de las muchas matanzas y de los muchos males que en las Españas tuvieron lugar”, expresándose en el mismo sentido el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, en su Historia de los hechos de España. Los reinos cristianos de Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón se enfrentaban entre sí con la misma saña que lo hacían contra los musulmanes, que incluso llegaban a ser aliados ocasionales de unos y otros, en función de los intereses que dividían, enfrentaban y en suma debilitaban a los reinos cristianos.


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Agravó la situación de Castilla la prematura muerte en 1158 de su flamante Rey Sancho III, quien dejaba como heredero a su hijo Alfonso, de sólo tres años de edad, una regencia en la que se enfrentaba la Casa de Lara contra la de Castro y unos vecinos que aprovecharon las circunstancias para conquistar territorios: Sancho VI de Navarra se apodera en 1159 de Logroño, Fernando II de León de la fronteriza Tierra de Campos.

Durante aquellos convulsos tiempos la defensa castellana ante el nuevo peligro proveniente del norte de África se sustenta en dos pilares principales. Por una parte la gran fortaleza de Calatrava, situada al sur de Toledo, de origen musulmán, conquistada por Alfonso VII en 1147 y entregada a los caballeros de la Orden del Temple para su conservación. Estos, diez años más tarde, devuelven la ciudad fortificada al Rey Sancho III, al considerar sus fuerzas insuficientes para afrontar con garantías un ataque almohade. En este trance dos monjes cistercienses se ofrecen para hacerse cargo de la defensa: fray Raimundo, abad de Fitero (Navarra), y el hermano lego Diego Velázquez, hombre de armas antes de ser fraile. Entre ambos consiguen reclutar una considerable cantidad de caballeros y soldados, que formarán el germen de la Orden de Calatrava, fundada en 1164.


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Ruinas de la ciudad fortificada de Calatrava

Pero más importante aún para la seguridad de los reinos cristianos era la existencia de Muhammad Ibn Mardanis (el Rey Lobo de las crónicas latinas), señor de Murcia, aliado de Castilla y aglutinador de la resistencia andalusí ante el avance almohade. Ibn Mardanis, con fama de mundano y liberal (por lo tanto muy alejado de la ortodoxia religiosa pregonada por los almohades), no sólo resiste el empuje de estos, sino que con ayuda de mercenarios cristianos, amplia su territorio apoderándose en 1159 de Jaén, Úbeda y Baeza, llegando a sitiar la propia Sevilla. Según nos narran Los Anales Toledanos, el año anterior las milicias concejiles de Ávila también atacaron la misma ciudad, derrotando a Abu Yaqub Yusuf, primogénito del Califa, durante la incursión. Dadas las circunstancias el propio Abd al-Mumin arriba por primera vez a la Península en 1160, al mando de un importante ejército que derrota a los castellanos en tierras extremeñas y obliga al Rey Lobo a desistir de sus ataques contra Córdoba y Sevilla al perder la ciudad de Carmona. Dos años más tarde una nueva incursión andalusí-castellana contra Granada se ve frustrada por los refuerzos que la ciudad recibe del norte de África; pero este será el último triunfo del Califa Abd al-Mumin, quien fallece en 1163 tras 33 años de gobierno, durante los cuales había levantado un imperio que abarcaba buena parte del norte de África y del sur de la Península Ibérica. Dos años de respiro tuvieron el Rey Lobo y sus aliados cristianos hasta que Abu Yaqub Yusuf (Yusuf I) se afirmó como Califa, pero en 1165 un importante ejército bajo el mando de sus hermanos inflige una gran derrota en la vega del Segura a las fuerzas de Ibn Mardanis, quien se ve obligado a refugiarse en Murcia, donde tras sus murallas consigue resistir el ataque almohade. Este duro golpe, sumado a la defección de su suegro y señor de Jaén, Ibn Hamusko, y los ataques del reino de Aragón, obligan al Rey Lobo a mantenerse a la defensiva durante los últimos años de su vida, aunque consigue mantener bajo su dominio los territorios del levante peninsular hasta su muerte (1171), momento en el que sus hijos se someten al poder almohade. Para entonces Alfonso VIII ya había sido declarado mayor de edad y asumía personalmente el gobierno de su reino, una Castilla que había superado la minoría de edad de su Rey sin sufrir ataques almohades en su territorio, demostración palpable de que su alianza con Ibn Mardanis había resultado muy provechosa, pues a cambio de la ayuda de algunos miles de soldados, generalmente bien pagados por el Rey musulmán, este había logrado resistir el empuje norteafricano durante un periodo de veinte años, alejando de Castilla a un enemigo poderoso en un momento en el que se encontraba debilitada por los enfrentamientos entre el regente Don Nuño Pérez de Lara y Don Fernando Rodríguez de Castro.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

EXPANSIÓN CRISTIANA – REACCIÓN ALMOHADE – ALARCOS

En 1172 los almohades dirigen sus esfuerzos hacia tierras castellanas, conquistando los castillos de Garcimuñoz, Alcaraz y Vilches, aunque son repelidos ante Huete, plaza defendida valientemente por Don Pedro Manrique de Lara. Al año siguiente Alfonso VIII pacta una tregua con los musulmanes, pues su primer propósito es recuperar las tierras perdidas por Castilla durante su minoría de edad, y ya ese mismo año recupera La Rioja de manos navarras. Cubiertas las espaldas tras la derrota de Navarra y su alianza con Alfonso II de Aragón, el Rey castellano dirige su mirada al sur, donde en 1177 conquista la ciudad de Cuenca, tras nueve meses de duro asedio. Un nuevo pacto, en este caso con Fernando II de León, le deja las manos libres para continuar hostigando a los almohades, devastando en 1182 el Valle del Guadalquivir y conquistando en Febrero de 1184 la considerada hasta entonces inexpugnable villa de Alarcón, puerta de entrada a las tierras valencianas, tras otros nueve meses de asedio. Todos estos éxitos fueron favorecidos por la presencia del Califa Abu Yaqub Yusuf en sus tierras africanas, donde desde el año 1176 combatía una rebelión tribal en la región del Souss (sur de Marruecos). Alarmado por el goteo de malas noticias provenientes de la Península, en 1184 desembarca en Algeciras y, atravesando Sevilla y Badajoz sólo para sumar tropas a su ejército, se dirige raudo hacia la ciudad de Santarém, situada en el Algarve portugués y defendida por su Rey, Alfonso I. Este contaba con la alianza de su yerno el Rey de León, quien marcha hacia el sur en apoyo de los portugueses, hecho que obliga a los almohades a dividir sus tropas para enfrentarse al nuevo enemigo, movimiento que crea confusión entre ellos, de tal manera que quienes deberían continuar el asedio comienzan a retirarse. Mientras intenta poner orden en un ejército que empieza a desbandarse, Abu Yaqub Yusuf se expone a los arqueros cristianos, siendo mortalmente herido por una flecha. La habitual inestabilidad producida en los territorios musulmanes al morir su gobernante es aprovechada por Alfonso VIII para hacerse con Trujillo y Montánchez en 1185 (tras la muerte de su señor, Don Fernando Rodríguez de Castro) y fundar, un año más tarde, la villa de Plasencia, ciudad a la que dota de una importante guarnición como posición adelantada frente a los almohades. Pero los reinos cristianos también sufren convulsiones a causa del fallecimiento de sus Reyes; en 1185 Alfonso I de Portugal (a quien sucede Sancho I), en 1188 Fernando II de León (le sucede Alfonso IX) y en 1194 Sancho VI de Navarra (sucediéndole Sancho VII, apodado “el Fuerte” por su corpulencia y una altura que estudios antropométricos sobre sus restos indican superaba los 2,20 metros). Este último año una razzia del Arzobispo de Toledo Martín López arrasa los alrededores de Sevilla, mientras otra dirigida por el propio monarca castellano llega hasta Algeciras; pero para entonces el Califa Yusuf II ya ha dominado completamente las rebeliones en su territorio africano, formando un importante ejército con el que desembarca en la Península en Junio de 1195. Esta noticia sirve para aliar momentáneamente a los distintos reinos cristianos, siendo el primero en ponerse en marcha Alfonso VIII, en dirección al curso alto del Guadiana, a la fortaleza fronteriza (aún no completada) de Alarcos, con el fin de evitar el acceso de las fuerzas enemigas al valle del Tajo. El 16 de Julio se detecta al ejército almohade, más numeroso de lo previsto, pero aún así el Rey castellano decide, en contra del consejo de muchos de sus caballeros, no retirarse a Talavera, donde ya se encontraba Alfonso IX de León con sus tropas y hacia donde se dirigían también las huestes navarras de Sancho VII, sino enfrentarse inmediatamente con el invasor. Con tal fin, el día 17 el ejército castellano monta su campamento en los alrededores del castillo de Alarcos, presentándose la siguiente mañana en formación de batalla frente al campamento almohade, levantado la tarde anterior. Pero Yusuf II decide no dar la batalla ese día, quizá porque esperaba que se incorporasen las últimas tropas de su retaguardia, de modo que los caballeros cristianos regresaron a su propio campamento tras haberse tostado un buen rato bajo el sol manchego. Finalmente es el día 19 cuando las fuerzas musulmanas forman en una amplia llanura, apoyando su retaguardia en una colina, donde se ubica Yusuf II con su guardia personal. En vanguardia forman los voluntarios benimerines y arqueros agzaz (de origen kurdo), la segunda línea está compuesta por tropas de la tribu hintata al mando del Visir Abu Yahya, con los flancos cubiertos por caballería ligera andalusí y berebere. Desconocemos el número de soldados que formaban este ejército, pero teniendo en cuenta las limitaciones logísticas de la época y basándonos en otras batallas contemporáneas difícilmente podrían alcanzar los 20.000 efectivos, puede que bastantes menos. Por su parte los cristianos, posiblemente en un número inferior a la mitad de sus enemigos, forman una vanguardia compuesta por la caballería pesada al mando de Don Diego López de Haro, y una pequeña retaguardia donde se encuentra el propio Rey. Las tácticas son claras, pues vienen repitiéndose a lo largo de muchos años en las confrontaciones entre cristianos y musulmanes: Los primeros cargarán contra el centro enemigo, si consiguen quebrarlo y atravesarlo la victoria será suya, pero si por el contrario las cargas de la caballería pesada no consiguen dislocar el dispositivo rival serán detenidos y rodeados por las tropas ligeras musulmanas, quienes se alzarán con la victoria. Esto último ocurrió en Sagrajas un siglo antes, y la historia se repetirá en Alarcos: Las dos primeras cargas de caballería son detenidas por la primera línea almohade, aunque la tercera consigue superarla y llegar hasta los hintata con ímpetu suficiente para matar a su comandante, el Visir Abu Yahya. Pero tras casi tres horas de combate bajo el sol tanto los caballeros como sus monturas empiezan a acusar el esfuerzo de la jornada, su inmovilidad propicia que resulten blancos más sencillos para los arqueros enemigos, la caballería ligera ataca los flancos, donde las tropas de los concejos no resisten la acometida, la superioridad numérica se impone.


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Con el ejército cristiano en plena retirada hacia los muros de Alarcos el Rey es exhortado a huir, mientras un nutrido grupo de caballeros al mando de Don Diego López de Haro se hace fuerte en el castillo, izando el pendón real para de este modo facilitar la retirada de Alfonso VIII. La lucha continua encarnizada bajo los muros de Alarcos (como puede comprobarse con los descubrimientos excavados en la denominada “fosa de los despojos”), hasta que finalmente los almohades envían como parlamentario a su aliado temporal Don Pedro Fernández de Castro (hijo del fallecido Don Fernando, Señor de Trujillo), llegando a un pacto de capitulación por el cual los sitiados entregan la fortaleza y una docena de rehenes a cambio de su libertad.

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Castillo de Alarcos

Resulta imposible conocer el número de bajas, que debió ser elevado en ambos bandos, sobre todo y lógicamente entre los derrotados cristianos, que sabemos perdieron en la batalla a los Obispos de Ávila, Segovia y Sigüenza, además de a los Maestres de la Orden de Santiago y de la portuguesa Orden de Évora. Como consecuencia de la derrota castellana Alfonso VIII y el resto de sus tropas se refugian en Toledo, mientras los almohades se hacen con la ciudad fortificada de Calatrava (cuyos escasos defensores, freires calatravos, son pasados a cuchillo), así como de los castillos de Caracuel, Malagón y Guadalerzas, eliminando de este modo las fuerzas cristianas al sur de la capital castellana, salvo en el poderoso castillo de Consuegra, defendido exitosamente por los caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

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Castillo de Consuegra

Tras regresar durante el invierno a Sevilla, donde es proclamado como al-Mansur (el victorioso), Yusuf II vuelve a la carga durante el siguiente verano, tomando Plasencia, Montánchez y devastando los campos de Madrid, Alcalá de Henares, Guadalajara y la propia Toledo. La situación en Castilla se torna dramática, a los ataques provenientes del sur se unen los de los reinos de León y Navarra, pues tanto Alfonso IX como Sancho VII, molestos con Alfonso VIII por haberles convocado y no esperado antes de Alarcos, aprovechan la debilidad de Castilla para atacar, respectivamente, Tierra de Campos y Soria. La recuperación viene de mano del Papa y Alfonso II de Aragón, quienes presionan para conseguir la paz, firmada con Navarra ese mismo año. El Rey de León rehúsa, es excomulgado por el Papa Celestino III debido a su alianza con los infieles y se ve atacado al mismo tiempo por las tropas de Portugal, Castilla y Aragón (estas bajo el mando de Pedro II, hijo del recientemente fallecido Alfonso II), siendo obligado a un pacto por el cual habrá de casarse con Berenguela, hija de Alfonso VIII, y a la entrega de algunas plazas. En el frente sur también se consigue un importante éxito al reconquistar Plasencia, gracias a la retirada gradual de los almohades debido a una nueva revuelta en Ifriqiya (actual Túnez), acordándose entonces (1197) una tregua por diez años entre cristianos y musulmanes, tregua respetada por todos excepto los caballeros de la Orden de Calatrava, que sólo ante el Papa debían responder. La Orden se encuentra en sus horas más bajas, ha perdido muchos caballeros en Alarcos, junto a todas sus fortalezas en el Campo de Calatrava, incluyendo la ciudad que les da nombre. Pero en 1198 un prisionero musulmán les hace saber que el importante castillo de Salvatierra, a los pies de Sierra Morena, se encuentra muy escaso de guarnición, organizándose entonces una expedición con todas las tropas disponibles (400 caballeros y 600 peones), que atraviesan el territorio enemigo hasta llegar a él, lo asaltan y se encastillan, a casi un centenar de kilómetros de las fuerzas propias más cercanas. La hazaña es tan importante que los caballeros, perdidas sus otras posesiones, tomarán el nombre de Orden de Salvatierra.

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Castillo de Salvatierra
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

CAMPAÑA ALMOHADE DE 1211 - LA CAÍDA DE SALVATIERRA

En 1209 finaliza la tregua con los almohades, tregua que Alfonso VIII no tiene ningún interés en reeditar, realizando junto a los caballeros de Salvatierra varias incursiones en territorio musulmán, al tiempo que Pedro II de Aragón conquista Ademuz y varias localidades más en el levante peninsular. Los gobernadores andalusíes no tardaron en elevar sus quejas a Muhammad al-Nasir, hijo y sucesor de Yusuf II al-Mansur, y conocido en las crónicas cristianas como Miramamolín, versión fonética del árabe Amir al-mu`minin o Príncipe de los Creyentes, título honorífico que recibían todos los califas almohades. Al-Nasir consulta con sus ministros la posibilidad de emprender una gran expedición en Al-Andalus, y estos le aconsejan en contra por mor de la mala situación económica que atraviesa el imperio. Quizá influenciado por las recomendaciones de su padre en el lecho de muerte, en las cuales le indicaba que nunca dejase desamparados a los habitantes de la Península, al-Nasir hace caso omiso de los consejos en contra y planea atacar los territorios cristianos durante la primavera de 1211, declarando la guerra santa. Varios y fatigosos meses tardaron los ejércitos almohades y andalusíes en recorrer los anegados caminos (1211 resultó un año excepcionalmente lluvioso) que desde Marraquech llevaban hasta Salvatierra, pues fue este fuerte castillo, una espina clavada en pleno territorio musulmán, el primer objetivo elegido por al-Nasir. La primera avanzadilla almohade es rechazada por la carga de 400 caballeros de Salvatierra, aunque rápidamente deben volver grupas ante la llegada del grueso del ejército de al-Nasir. Se inicia el sitio a primeros de Julio, con el bombardeo constante de 40 almajaneques traídos por los sitiadores para derribar las murallas. No tarda en caer la puebla, situada en un nivel inferior, pero los caballeros cristianos resisten todos los asaltos a las murallas principales, acumulándose los muertos y heridos durante los dos siguientes meses, hasta que la escasez de agua y de efectivos obliga a los supervivientes a pactar una tregua para poder solicitar al Rey permiso para rendir el castillo. Les es permitido negociar una capitulación por la cual los freires pueden abandonar Salvatierra junto a las pertenencias que puedan cargar, incluidas las reliquias que el Maestre Don Ruy Díaz de Yanguas lleva hasta el castillo de Zorita de los Canes, plaza fuerte donde se atiende a los heridos. El verano languidece, las huestes de Don Diego López de Haro guarnecen Toledo y las de Alfonso VIII vigilan en la Sierra de San Vicente para evitar razias; al-Nasir se muestra satisfecho con lo conseguido y se retira a Sevilla, desde donde escribe una carta (famosa, aunque de dudosa autenticidad) en la cual amenaza a toda la cristiandad.

CRUZADA

Verdadera o no, la intimidación del Califa almohade, unida a las noticias de la caída de Salvatierra (más que un castillo, un símbolo de la resistencia cristiana), se propaga a través de una Europa alarmada por la posibilidad de que España pueda caer de nuevo en manos musulmanas. Desde una Corte castellana enlutada por la reciente e inesperada muerte del primogénito real debido a unas fiebres, parten embajadores hacia diversas regiones de Francia y la Santa Sede, regresando con la buena noticia de que el Papa Inocencio III se muestra dispuesto a organizar una Cruzada, con la habitual exoneración de los pecados de aquellos que se muestren dispuestos a participar en ella. Pronto los juglares recorren los caminos con canciones donde se recuerda la pérdida de Jerusalén a manos de Saladino y se caldean los ánimos con vistas a la batalla que se avecina. Mientras tanto, Alfonso VIII se reúne con su primo Pedro II de Aragón, quien le promete acudir con sus tropas a Toledo el 20 de Mayo de 1212, aunque para ello deberá recibir varios préstamos, tanto del Rey castellano como de Sancho VII de Navarra. Por otra parte Alfonso IX de Aragón es advertido por el Papa, a través de sendas misivas enviadas a los Obispos de Toledo y Santiago, de que será excomulgado si durante la duración de la Cruzada ataca el territorio castellano. El propio Rey leonés, al igual que Alfonso II de Portugal, declina participar en la Cruzada, pero ambos permiten que aquellos caballeros de sus reinos que así lo deseen puedan acudir a la llamada. Durante el invierno se trabaja arduamente en la fabricación de armas, armaduras y escudos, al tiempo que se reúnen las provisiones necesarias para el abastecimiento de un gran ejército, pues se espera que una multitud de cruzados se congregue en Toledo durante la primavera de 1212. Los ultramontanos empiezan a llegar a partir de Febrero, algunos a título individual, la mayoría formando parte de las mesnadas de algún noble u Obispo; predominan los provenientes de Francia, aunque también figuran soldados de Alemania e Italia. Pronto estos hombres ociosos provocarán varios disturbios en la ciudad, en forma de linchamientos e incluso asesinatos entre la floreciente comunidad judía de Toledo, motivo por el cual el Obispo Rodrigo Ximénez de Rada les ubica extramuros, en la denominada Huerta del Rey, junto a la ribera del río. No fue hasta mediados de Junio cuando Pedro II de Aragón pudo acudir con sus tropas, aproximadamente unos 3000 hombres, y hacia el 19 de ese mismo mes se ponía en marcha todo el ejército, con los cruzados ultramontanos en vanguardia comandados por Don Diego López de Haro, a quien seguía Pedro II a una jornada de distancia, formando la retaguardia Alfonso VIII.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Buscaglia »

Saludos.

Muy interesante :dpm: .

A título anecdótico señalo que esta batalla es uno de los 25 términos que se preguntan en el examen de Selectividad en Navarra a los alumnos de 2º de Bachillerato (junto con un comentario de texto/gráfica y dos preguntas de síntesis más amplias).

Eso sí, hay que responder en unas pocas líneas, como en este ejemplo:

Navas de Tolosa:
Batalla que tuvo lugar en 1212 al pie de Sierra Morena, junto al paso de Despeñaperros. En ella, una coalición de reinos cristianos (Castilla, Navarra, Aragón) junto con tropas francesas y portuguesas, derrotó a los almohades que dominaban al-Andalus desde 1147. La victoria provocó la desaparición del poder almohade en la península, una nueva fragmentación de los dominios musulmanes en reinos de taifas así como un fuerte impulso reconquistador durante el siglo XIII.

Ya vemos que hay poco lugar para la profundización, el dato concreto o el matiz :oops: Y, cuando lo hay, es erróneamente para poner alguna anécdota del tipo: "las banderas que llevaban los caballeros del Baztan se conservan en el ayuntamiento de Elizondo", lo que no sería demasiado - o nada - valorado por el corrector del examen.
Según reza una antigua inscripción en la portada de la iglesia de Otxate, cuando el mundo era joven, solo habitaban la tierra y los océanos seres primordiales a los que no resultaba agradable contemplar. Extraños y deformes, procedentes del vacío y las estrellas. En una época aún arcana, estos seres primordiales se ocultaron más allá del tiempo, pero dejaron su semilla. Cthulhu engendró a los seres de la tierra; Dagón, a los marinos, y Derleta, a los lunares.

"Caperucita y otros relatos vascos de terror"
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »


AVANCE HACIA EL SUR: MALAGÓN – CALATRAVA – ALARCOS - SALVATIERRA


La concentración cristiana en Toledo no podía pasar desapercibida a los almohades, que a primeros de Junio se dirigen desde Sevilla hacia los pasos de Sierra Morena, dicen algunas crónicas que con la moral un tanto abatida, pues justo antes de partir se divulga que han sido ejecutados, tras permanecer más de un año en prisión, los gobernadores de Fez y Ceuta, acusados de negligencia durante el trayecto del verano anterior por el jefe de la hacienda, Ibn Mutanna, quien parece ser no era muy querido por la tropa. Tampoco ayuda a elevar los ánimos el atraso de la paga, dadas las tensiones de tesorería que aquel momento tenía el imperio almohade. Habiendo dejado las fortalezas de Calatrava, Salvatierra y otras menores bien guarnecidas durante el invierno anterior, el grueso del ejército se sitúa al sur de Sierra Morena, controlando el paso del Muradal (hoy Despeñaperros) principal vía de comunicación entre la meseta castellana y Andalucía. Al norte de este camino la posición almohade más avanzada era el castillo de Malagón, lugar al que llega la vanguardia cristiana el 24 de Junio y, sin pararse siquiera a plantar las tiendas, se lanza al asalto con tanto ímpetu que al caer la noche ya habían tomado las cuatro torres adosadas al cuerpo principal del castillo. Llegados a esta situación los defensores intentar negociar el habitual amán (salvaguardia o pacto de capitulación, por el cual se entrega el castillo a cambio de salvar la vida e incluso algunos bienes), pero se encuentran ante la cerrada negativa de los ultramontanos, nada proclives a perdonar a los enemigos de su fe. La toma de Malagón se cierra pues con la matanza de casi todos los musulmanes que la ocupaban, sin que Don Diego López de Haro pueda hacer nada por evitarlo y con el disgusto de Alfonso VIII por lo acontecido, al ser informado cuando junto a sus tropas llega al lugar el día siguiente. Tras una jornada de descanso el ejército al completo se pone en marcha de nuevo, no sin que antes los dos Reyes peninsulares hayan tenido que solventar, entregando más alimentos, las quejas de varios cruzados relativas a la falta de aprovisionamiento, a las que se unen las voces de quienes desean abandonar la expedición al mostrarse incapaces de soportar el calor de estas tierras. El próximo destino no es un pequeño castillo, sino la ciudad fortificada de Calatrava, de gruesas murallas y defendida por el andalusí Abu Qadis, curtido en las luchas fronterizas, conocido y respetado por sus adversarios cristianos. Antes de llegar hasta el objetivo hay que atravesar el río Guadiana, cuyos vados han sido sembrados de abrojos por los musulmanes, buenos para retrasar la marcha cristiana y hacer trabajar a los exploradores, pero que no causan mayores contratiempos. La visión de Calatrava, con sus recios muros, numerosas torres y profundo foso causa impresión en aquellos que no la conocían, iniciándose un debate entre quienes desean asaltarla y quienes piensan que resultaría mejor dejarla de lado y continuar el camino. Finalmente se llega a la conclusión de que no es buena idea dejar un enemigo tan numeroso en la retaguardia, de modo que el 30 de Junio se inicia el asalto, consiguiendo tropas aragonesas y caballeros de Salvatierra (que aspiran a volver a ser caballeros de Calatrava) conquistar dos torres del perímetro exterior antes de la caída del sol. En principio la pérdida de estos dos baluartes no comprometía la defensa, pero al día siguiente los musulmanes solicitan parlamentar, con la oferta de entregar la ciudad a cambio de sus vidas, su libertad y sus ropas. Resultaba un acuerdo justo, que beneficiaba a los cristianos porque de este modo se ahorraban continuar el asedio y se hacían de manera intacta con la importante cantidad de provisiones que se acumulaban en Calatrava, pero recibió mala acogida por parte de los Obispos y nobles franceses que comandaban las tropas ultramontanas, cerrados en la idea de que con los infieles no se pacta, sencillamente se les aniquila. Alfonso VIII, sabedor de que no tiene sentido demorarse en sitiar una plaza que les es ofrecida, utiliza como justificación para pactar que un asedio prolongado arruinaría la sede de la Orden de Calatrava (que vuelve a recuperar su nombre original), y de este modo todos los musulmanes pueden abandonar la ciudad, aunque tienen que ser escoltados por Don Diego López de Haro para evitar ataques de los cruzados de allende los Pirineos. En un intento de calmar a estos últimos se les recompensa con la mitad del botín obtenido, siendo la otra mitad para Pedro II y sus aragoneses. La idea no resulta afortunada, pues tras dos días de saquear la fortaleza los ultramontanos informan del abandono de la expedición; unos alegando la fatiga que les causa el duro verano en la meseta, otros echando pestes porque se haya permitido que un gran número de infieles salvasen sus vidas, y sin duda otros varios al haber visto saciada su sed de botín tras la conquista de Calatrava. Todos, salvo 150 hombres bajo el mando de Armando Amalarico, Obispo de Narbona, regresan a sus hogares no sin causar algunos desmanes en los caminos de Castilla y Aragón. Algunos cronistas cifran en un tercio la pérdida de efectivos del ejército cristiano tras la deserción de los cruzados, cuyo desempeño general tras tantas expectativas había dejado mucho que desear, aunque al menos contribuyeron a la conquista de Calatrava, plaza que bien defendida podría haber jugado el mismo papel que Salvatierra en la campaña del año anterior. Desconocemos las causas por las cuales el comandante andalusí Abu Qadis entregó la fortaleza tan rápidamente, quizá tuviese noticias de la matanza ocurrida en Malagón y quisiera evitar el mismo fin, o tal vez sus tropas fuesen más escasas de lo que suponemos, o la moral de las mismas estuviese muy baja, aunque sin datos fehacientes no podemos juzgarle. Quien sí lo hizo fue el Califa al-Nasir, pues nada más llegar Abu Qadis al campamento almohade ordena que sea arrestado, siendo ejecutado acto seguido, sin ni siquiera haber podido intentar justificarse ante su monarca. La muerte de Abu Qadis causa un importante malestar entre las tropas andalusíes, malestar que se suma al de muchos almohades por el ya comentado retraso de la paga y la ejecución de los gobernadores de Ceuta y Fez; la campaña de 1212 no parece haberse iniciado con buenas expectativas.
Mientras tanto los cristianos continúan su camino, reforzados por la presencia del gigante Sancho VII de Navarra, quien junto a 200 de sus caballeros ha decidido unirse a la expedición. Conquistan sin lucha, pues han sido abandonados por sus defensores, los castillos de Alarcos (que tantos recuerdos debió traer al Rey castellano), Piedrabuena y Caracuel, para llegar el 8 de Julio ante los reconstruidos muros de Salvatierra. Allí se repite el debate sobre si intentar su conquista o continuar al encuentro del ejército del Miramamolín; Alfonso VIII es partidario de recuperar lo perdido el pasado año, pero le hacen ver que su guarnición es lo suficientemente importante para poder defender el castillo durante mucho tiempo, pero demasiado escasa para causar problemas fuera de sus muros. Con el fin de atemorizar a los musulmanes y elevar la moral propia, todo el ejército pasa revista en la explanada frente a Salvatierra, dirigiendo a continuación sus pasos hacia el sur, sabedores de que el enemigo se encuentra cerca. Ahora el problema residía en llegar hasta él.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Tosk »

Gracias por el hilo Lutzow...increíble que esta batalla no haya sido tocada aún en un tema propio, pero adelante que el hilo promete!
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Gracias Tosk :dpm: Me ha surgido algo de trabajo extra estos días, pero confío en poder concluir el hilo en una o dos semanas...

Saludos.

P.S. Gracias también a ti Buscaglia :wink:
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por jmunrev »

Excelente labor Lutzow, no desfallezcas tapando este imperdonable hueco en el foro.
En un reciente viaje a Andalucia, he descubierto que se ha inaugurado un nuevo museo de la batalla junto a la A-4 cerca de Despeñaperros. No he tenido ocasión de visitarlo, a ver si alguien nos da referencias del mismo. http://www.dipujaen.es/microsites/museo ... acion.html
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Está al lado de Santa Elena, al otro lado de la nacional IV, ya pasado Despeñaperros (yendo hacia el Sur, claro)

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Es lo del círculo rojo, con una flecha roja marco el paso elevado sobre la N-IV para pasar desde Santa Elena. De todos modos, creo que algo se comentó ya de este centro en otro hilo.... Y nada bueno.

Saludos
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

jmunrev escribió:Excelente labor Lutzow, no desfallezcas tapando este imperdonable hueco en el foro.
En un reciente viaje a Andalucia, he descubierto que se ha inaugurado un nuevo museo de la batalla junto a la A-4 cerca de Despeñaperros. No he tenido ocasión de visitarlo, a ver si alguien nos da referencias del mismo. http://www.dipujaen.es/microsites/museo ... acion.html
Gracias jmunrev, se hará lo que se pueda, aunque estoy un poco liado... Paso al menos un par de veces al año por Despeñaperros (mi chica es de origen jienense) pero aún no he tenido ocasión de parar y visitar el museo...

Quinto_Sertorio escribió:De todos modos, creo que algo se comentó ya de este centro en otro hilo.... Y nada bueno.
Sí, le leído en distintos lugares que deja mucho que desear... Habrá que pasarse para tener una opinión propia, aunque solo sea porque creo que el museo tiene buenas vistas sobre el campo de batalla.

Saludos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por jmunrev »

Si, esa sensación me da la propaganda "oficial" que habla de museo para la paz, el entendimeinto entre civilizaciones, la reconciliación,...tufo, tufo...
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Hola, a modo de disgresión sobre la temática del hilo, y a efectos de curiosidad, pongo esta foto de uno de los lugares mencionados:

Imagen

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Es Calatrava la Vieja, vista aproximadamente desde el SurOeste-Oeste. En el lado derecho la alcazaba. Se aprecia cómo sobresale la muralla del recinto respecto al terreno circundante. En aquella época debía ser una impresión más importante, claro.

Una planta del yacimiento....

Imagen


A le derecha, la alcazaba, en rojo construcciones cristianas, abajo está la puerta principal a la ciudad, haciendo un doble ángulo, se aprecia la planta de las defensas de la medina, que estarían rodeadas por el foso en el que pasaría el agua del Guadiana, de derecha a izquierda en el gráfico, rodeando la muralla) y en la parte superior la pieza de muralla que se adentraba en el Guadiana para asegurar el suministro de agua fresca (impidiendo que se mezcle con el agua del foso), y protegerlo (esta estructura sobresaliente de la muralla, tiene un nombre específico, pero en este momento no lo recuerdo).

Edito: coracha. Se llama coracha, la extensión de la muralla dedicada a asegurar el abastecimiento de agua desde el río, en la foto se aprecia una principal, y junto a la alcazaba creo que hay otra más pequeña.

Durante el asedio de la campaña de las Navas, posiblemente el infortunado defensor se encontró con gente insuficiente para poder proteger todo el perímetro. Sería interesante conocer además cuál era en ese momento el estado de las defensas, incluyendo el foso, el nivel del Rio, etc... Da la impresión, de que tal defensa no fue posible, sencillamente.

Saludos
Última edición por Quinto_Sertorio el 06 Ene 2012, editado 1 vez en total.
Razón: Coracha, se llama coracha.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Precisamente, y según algunas fuentes, fue parte de la coracha que bien señala Quinto Sertorio la tomada por aragoneses y calatravos durante el asalto... Para mí continua siendo un misterio la escasa resistencia ofrecida por Abu Qadis. Sabemos que el castillo de Salvatierra fue restaurado y bien guarnecido tras la conquista de 1211, al menos lo suficiente para conseguir que todo el ejército cristiano no se demorase en intentar su toma. Calatrava era mucho más importante, tanto por sus dimensiones como por su posición estratégica, en primera línea ante el enemigo; llevaba 17 años en poder musulmán y sus provisiones eran abundantes, según consta tras el saqueo cristiano, por lo tanto debería tener una guarnición acorde con su importancia. Al menos eso pensaría al-Nasir, tan molesto con la actuación de Abu Qadis que lo hace ejecutar por traidor sin siquiera escucharle...

Saludos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Tal vez el misterio esté en el propio rio....


Esta es la coracha en cuestión...

Imagen

Comparen con el plano del post anterior. El Río fluye de derecha a la izquierda en la foto, y la coracha lo "corta" perpendicularmente. En los huecos que aparecen en el muro de la derecha, podría haber norias u otros artiluguios para tomar el agua, el muro de la izquierda está recubierto con un cementado actual, que se suele utilizar modernamente para marcar las estructuras antiguas, de modo claramente diferenciado; ese murete evitaba que el agua que pasaba por el foso (que rodeaba la medina al Sur de sus murallas), se mezclara con el agua fresca del río.

Un momento.. :pre: :shock ¿Río.. ? ¿Qué río? Podría preguntar un lector... Si, esa coracha, está bien dentro del cauce de un río... El río Guadiana. Que se supone que protegía por el norte la medina, con una ancha zona pantanosa. Sin embargo, este río Guadiana aparece y desaparece... En la foto por ejemplo, sólo ser ve una zona verde arriba, relativamente húmeda, pero no hay agua.

Claro, está tomada 800 años después... Pero posiblemente en el momento del asedio, el nivel del rio pudo estar, por falta de agua o por colmatación, demasiado bajo, tanto en el cauce como en el foso, haciendo vulnerable Calatrava, tal vez indefendible según criterio del responsable. Desde luego, si se tomó esta coracha, era señal de que era accesible.

En fin.. hipótesis....

Saludos
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Muy buena la fotografía de la coracha :dpm: ¿Es una imagen propia?. La importancia del foso en Calatrava reside en que, tal y como puede apreciarse en las fotografías anteriores, se encuentra ubicada en un llano, a diferencia de la mayoría de fortificaciones existentes en la zona. La hipótesis de la falta de agua con que llenarlo resulta plausible, aunque el hecho de que los vados del Guadiana estuviesen sembrados de abrojos nos hace suponer que algo de agua debería llevar. Además, con o sin agua el foso daba cierta protección, las murallas eran sólidas, las torres abundantes, y en caso de necesidad o falta de efectivos siempre quedaba la opción de refugiarse en la alcazaba. Pero para defenderse es necesario un espíritu combativo que parece ser la guarnición no tenía... ¿Otra consecuencia del retraso de la paga?...

Saludos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Hola,

Lutzow, sí, es foto mía, de unas peregrinaciones de este verano a la zona de las Calatravas y Alarcos. Tengo algunas más que podrían ser interesantes, pero no quiero romper demasiado la dinámica del hilo, más tarde a modo de complemento, tal vez..

Yo creo que el defensor debió tener buenas razones para abandonar, desde luego. Ya hemos comentado la posible falta de eficacia de las defensas naturales. Desde luego, también mencionas la posible falta de espíritu combativo en la tropa, por falta de sus sueldos o lo que sea; en ese sentido es además fácil de entender que cuando lo que te espera es que te pasen a cuchillo, te vas a defender con más ganas, hasta el límite de tus posibilidades; mientras que si sabes que (como fue el caso), vas a poder negociar con el atacante una salida segura a cambio de la entrega de la plaza, desde luego que vas a estar menos dispuesto a seguir con una defensa inútil. Por eso la actitud intransigente de los cruzados europeos, pudo ser más un estorbo que una ayuda en el campo de batalla...

Saludos
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Por lo que a mí respecta tus aportaciones serán siempre bienvenidas, Quinto Sertorio. Más aún tras comprobar que eres buen conocedor de la zona, que yo hace como diez años que no visito... Pero ya tengo convencida a la jefa (no es necesario esforzarse, su pasión por los castillos no es menor que la mía) para visitar el Campo de Calatrava y los alrededores de Santa Elena en breve...

Saludos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

SIERRA MORENA

El camino que desde Toledo lleva hasta Córdoba y hasta este momento han seguido las tropas cristianas cruza Sierra Morena a través del Puerto del Muradal, donde se encuentra el pequeño castillo de Castro Ferral. La vanguardia asciende el Puerto, manteniendo algunas escaramuzas con fuerzas musulmanas, que abandonan el castillo. Desde lo alto los cristianos alcanzan a ver el campamento almohade, a menos de dos leguas de distancia, pero para llegar al mismo tienen que atravesar un desfiladero, llamado paso de la Losa, bien defendido por abundantes tropas almohades. Conscientes de las dificultades y riesgos que tal empresa entraña, los cristianos abandonan Castro Ferral por su escasez de agua y sus notables se reúnen en consejo con el fin de debatir su próximo movimiento. Los más pesimistas aconsejan abandonar la empresa y contentarse con lo conseguido hasta el momento, los más prudentes abogan por desandar el camino y buscar un paso alternativo a dos o tres días de distancia. Alfonso VIII se opone porque los víveres empiezan a escasear, al tiempo que teme que una retirada resulte desmoralizadora para los civiles y demás profanos que forman parte del ejército, si no queda otra alternativa se muestra dispuesto a cargar por el desfiladero e intentar forzar el paso, afrontando la posibilidad de que se produzca un desastre. Todo este asunto denota cierta improvisación por parte de los mandos cristianos, pues hemos de suponer que el paso de la Losa debía de ser bien conocido por ellos, al menos por los caballeros de Calatrava, que desde la cercana Salvatierra habían realizado varias algaradas por territorio musulmán durante los años anteriores. Quizá no esperasen que estuviese ocupado, pero dadas las características del lugar, donde según el Rey castellano mil hombres podían defenderse de todos los hombres que pueblan la tierra, lo sorprendente es que no hubiese estado guarnecido. La reunión termina sin que se haya llegado a ningún acuerdo, pero esa misma noche la suerte, en forma de un pastor llamado Martín Halaja, se presenta en el campamento. Este hombre hace saber a sus compañeros de fe que hacia el oeste, a escasa distancia, existe un paso que no está vigilado por los musulmanes. Rápidamente salen a explorarlo Don Diego López de Haro y el adalid aragonés García Romero, regresando con la satisfactoria noticia de que el camino era justo lo que estaban esperando: un paso que desemboca en una colina amesetada bien provista de agua, en la llanura frente al campamento musulmán. El 14 de Julio las tropas atraviesan el que hoy conocemos como Puerto del Rey y desembocan en la descrita colina, que desde entonces viene a llamarse Mesa del Rey, levantando el campamento ante los asombrados ojos de sus enemigos, que intentan evitarlo utilizando sus fuerzas ligeras, sin resultado. El día siguiente, en contraste con lo ocurrido en Alarcos, es el ejército almohade el que se dispone en formación de batalla, con su centro apoyado probablemente en el Cerro de los Olivares (el más alto de la zona, aunque algunos estudios lo sitúan en el de las Viñas), donde al-Nasir planta su roja tienda de campaña, protegida por una empalizada y su guardia personal, mientras el resto de las tropas se disponen en los flancos de esta posición, ocupando las colinas que rodean el llano de las Américas, donde se desarrollará la batalla. Pero los cristianos rehúsan la invitación, limitándose a defender su campamento y recobrar fuerzas tras haber atravesado la Sierra, no será hasta el 16 de Julio cuando decidan presentar batalla.


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Mesa del Rey y campo de batalla desde las proximidades del Puerto del Rey
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

EJÉRCITOS ENFRENTADOS

Durante muchos siglos ha permanecido en la memoria colectiva la imagen de cientos de miles de hombres por bando enfrentándose en Las Navas de Tolosa, cifra que ha ido reduciéndose paulatinamente en los tiempos modernos, aunque el debate continúa abierto. Los números más fiables y realistas de que disponemos nos remiten a los aproximadamente 3.000 hombres que acompañaban a Pedro II de Aragón, los 200 que trajo consigo Sancho VII (baja cifra posiblemente motivada por la adhesión del Rey navarro a la expedición en el último momento) y los 150 cruzados que quedaron junto al Obispo de Narbona. A ellos hay que sumar las tropas de las Órdenes Militares del Temple, San Juan de Jerusalén, Santiago y Calatrava, amén de los hombres de León y Portugal que a título individual quisieron participar en la batalla. Por parte castellana existen crónicas que cifran en unos 2.300 los caballeros que formaban la hueste real, a los que habría que añadir aquellos procedentes de las milicias concejiles (entre 12 y 20 concejos participaron en la batalla, según fuentes), de donde también provendrían buena parte de los hombres de a pie. Estudios de campo realizados por el historiador Carlos Vara en base al número de tiendas que podían ser ubicadas en la Mesa del Rey sugieren que el número máximo de hombres rondaría los 12.500, cifra similar a las tropas cristianas en la batalla de Hattin 25 años antes, o a las francesas en la de Bouvines en 1214. Por parte musulmana los datos son aún más escasos, salvo aquellos fantasiosos que describen un ejército compuesto por cientos de miles de hombres. Sí sabemos que participaron al menos siete cabilas o tribus bereberes que formaban el grueso de las fuerzas almohades, a las que sumar tropas andalusíes, voluntarios llegados de todo el mundo musulmán al ser proclamada la guerra santa y la caballería ligera formada por mercenarios árabes y kurdos. Algunos autores, basándose en el resultado de la batalla, indican que el número de efectivos musulmanes sería aproximadamente el mismo que el de los cristianos, aunque las crónicas de estos últimos coinciden en que el enemigo era cuantitativamente muy superior, mientras en las crónicas del bando contrario no se justifica la derrota en base a la superioridad numérica cristiana. En mi opinión el ejército de al-Nasir sí debió ser mayor que el cristiano, aunque algunos de sus componentes no estaban a la altura de sus rivales; como muchos de los voluntarios, mal armados y entrenados, cuya mayor aspiración era morir en combate con el fin de alcanzar el paraíso musulmán y disfrutar de sus huríes. Otros, como ya he comentado, no tenían la moral demasiado elevada, factor importantísimo en un combate como el que se presentaba, y que explica por sí solo que un ejército de unos 12500 hombres pueda vencer a otro de aproximadamente 18.000, cifra probable de los efectivos unitarios.

Respecto al armamento podemos decir, de forma muy simplificada, que los cristianos estaban mejor preparados, sobre todo en el aspecto defensivo, con mejores y más numerosas armaduras que los musulmanes, quienes por el contrario disponían de una superior cantidad de armas arrojadizas.

En cuanto a la táctica, no hay duda de que tanto Alfonso VIII como su Alférez, Don Diego López de Haro, Señor de Vizcaya, debieron tener muy presentes las enseñanzas de Alarcos al plantear el encuentro que se avecinaba. Al contrario que entonces, donde la mayor parte de las unidades se utilizaron en vanguardia como fuerza de choque, en esta ocasión el ejército cristiano forma en tres líneas, con similares efectivos cada una de ellas, y que a su vez se dividen en un cuerpo central y otros dos formando las alas. También se decide entreverar las tropas de los consejos con hombres de armas y caballeros, con el fin de crear unidades homogéneas ante el enemigo. En el centro de la vanguardia figura el Alférez de Castilla junto a unos 500 caballeros y tropas de algunos consejos, a su izquierda forman caballeros aragoneses bajo el mando de García Romero, también apoyados por tropas de los consejos castellanos, mientras a su derecha estarían los 150 caballeros ultramontanos que permanecían con el ejército más las mesnadas de algunos nobles provenientes de los Reinos de León y Portugal. La segunda línea cristiana estaría constituida por las experimentadas tropas de las órdenes militares del Temple, Hospital, Santiago y Calatrava, la huestes de los Condes Gonzalo Núñez de Lara y Ruy Díaz de Cameros, curtidas tropas de varios consejos fronterizos y fuerzas aragonesas bajo el mando de los nobles Jimeno Cornell y Aznar Pardo. En la retaguardia, como última y decisiva reserva se encuentran los tres Reyes peninsulares presentes en Las Navas: En el centro Alfonso VIII junto con varios nobles, entre los que se incluye el Don Álvaro Núñez de Lara portando el pendón de Castilla, así como el Obispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada y tropas de varios consejos. A su izquierda figura el Rey Pedro II junto a su guardia, a su derecha Sancho VII y sus hombres.
Por parte musulmana la disposición de sus tropas estaba encaminada a resistir en primer lugar las cargas cristianas, para a continuación dislocar al enemigo haciendo caer sobre el mismo una lluvia de armas arrojadizas, momento en el que se organizaría un contraataque general sobre las alas y retaguardia rival. Con este fin la vanguardia estaría formada por la multitud de voluntarios que desde todo el mundo musulmán había acudido a la llamada de la guerra santa, hombres en su mayoría inexpertos y mal armados, sólo útiles para tratar de desorganizar y cansar a los cristianos. La línea principal ocuparía los cerros que rodean la llanura, con tropas almohades en los centrales y andalusíes en los laterales, con similar disposición en unos y otros, según la cual la primera línea estaría ocupada por infantes cubiertos por grandes escudos, con una rodilla en tierra y la lanza alzada hacia el enemigo. Tras ellos arqueros y honderos preparados para arrojar sus proyectiles una vez este haya sido detenido, y por último la caballería pesada en espera de que se desorganice para pasar al contraataque. En los flancos del ejército se sitúan los cuerpos de caballería ligera agzaz y árabe, como unidades prácticamente independientes en su desempeño táctico. La primera, armada con arcos compuestos, se caracteriza por la afamada puntería de sus componentes en el tiro parto, consistente en girar todo el cuerpo y disparar hacia atrás a todo galope. La segunda, equipada con lanzas y arcos, es experta en la táctica del turnafuye, en la cual aprovechan la ligereza y rapidez de sus cabalgaduras para hostigar a los caballeros cristianos, fingiendo retirarse acto seguido con la idea de que las fuerzas rivales se desordenen durante la persecución, momento en el que volverían grupas para atacar de nuevo. Como protección adicional se levanta, en la cumbre donde se encuentra al-Nasir, un palenque o corral cuadrangular, formado por materiales tales como las cajas y canastas donde se transportaban las armas, además de estacas unidas por cadenas, detrás de las cuales se encontraría la guardia del Califa. La historiografía cristiana que durante siglos ha mantenido la idea de que esta estaba formada por esclavos negros atados entre sí no se sostiene hoy en día, entre otros motivos porque no tiene mucho sentido armar a esclavos y que estos constituyan tu guardia personal. Sí parece cierto que al menos una parte de quienes defendían el palenque serían fanáticos voluntarios llamados imesebelen o desposados, hombres provenientes del Magreb que se ataban por parejas a la altura de las rodillas, lo que les imposibilitaba la huida y les obligaba a combatir hasta el fin, aunque también disminuiría su capacidad de lucha. Por último, a lo largo de toda la retaguardia almohade, hallaremos grandes tambores que no dejarán de retumbar mientras dure la batalla, con el fin de proporcionar ánimo a las fuerzas propias y sembrar el temor en el corazón de sus enemigos.


Imagen
Esquema básico de las formaciones enfrentadas en el campo de batalla
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Blas de Lezo »

Excelente aportación al foro Lutzow pero debo recordarte una norma del foro:
6.3.7 En "El Gran Capitán" se deben adjuntar las referencias de donde se ha consultado información para su redacción. No se debe copiar textos ni total ni parcialmente sino que deben ser opiniones y estudios personales. Todo esto no está en contradicción con pequeñas citas complementarias dentro del artículo siempre que claramente se indiquen.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

Mis disculpas Blas de Lezo, la idea era citar las fuentes al final del trabajo, pero dado que aún me puede llevar bastante tiempo terminarlo esta misma tarde las recopilo y publico una bibliografía.

Saludos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por APV »

Lutzow escribió:número máximo de hombres rondaría los 12.500, cifra similar a las tropas cristianas en la batalla de Hattin 25 años antes, o a las francesas en la de Bouvines en 1214. Por parte musulmana los datos son aún más escasos, salvo aquellos fantasiosos que describen un ejército compuesto por cientos de miles de hombres. Sí sabemos que participaron al menos siete cabilas o tribus bereberes que formaban el grueso de las fuerzas almohades, a las que sumar tropas andalusíes, voluntarios llegados de todo el mundo musulmán al ser proclamada la guerra santa y la caballería ligera formada por mercenarios árabes y kurdos.
Las cifras es el eterno problema en estos temas.

Hay que señalar que se debe diferenciar entre presentes y combatientes, pues los ejércitos de la época solían llevar cierto número de auxiliares acompañando a las comitivas nobles: pajes, heraldos, bufones,... que no luchaban y permanecían en el campamente. Teniendo en cuenta que el ataque cristiano tomó el campamente musulmán aunque no fueran combatientes probablemente cierto número de los auxiliares musulmanes fue baja a causa de la lucha.

Por otro lado ciertamente la cifra cristiana parece correcta (eran 15.000 en Bouvines, más de 12.000 aliados en Muret, quizás unos 15.000 también Hattin). Pero la musulmana podría discutirse por varias razones.
Primero dudo que aceptaran una batalla frontal contra la caballería pesada cristiana sin un buen margen de seguridad en base a la experiencia de otros ejércitos islámicos, por ejemplo en Hattin pese a ser el doble prefirieron agotarlos.
En segundo lugar los musulmanes luchaban cerca de sus bases, con Jaén próxima, lo que permitía abastecer mejor a sus tropas.
Y finalmente la movilización fue amplia, lo que permite compararse con movilizaciones parciales del Al-Andaluz de esa época:
-La invasión almorávide de África con fuerzas reunidas en las Baleares en 1184 contaba con algo más de 4.000 efectivos.
-Para la batalla de Puig en 1237 haciendo una recluta a fondo en toda la región de Valencia reunieron más de 11.000 hombres (casi todos de infantería y gran parte de calidad discutible) frente a un ejército 5 veces inferior.
Lutzow escribió: La historiografía cristiana que durante siglos ha mantenido la idea de que esta estaba formada por esclavos negros atados entre sí no se sostiene hoy en día, entre otros motivos porque no tiene mucho sentido armar a esclavos y que estos constituyan tu guardia personal.
En realidad no serían esclavos en sentido moderno.
Así los mamelucos eran esclavos de origen turco, kurdo, circasiano,... entrenados militarmente y que formaban la guardía de los califas abasidas o de la India o de Egipcio donde destacaron.

En este caso a los almohades les era sencillo conseguir negros que entrenar como soldados/esclavos y que al califa le eran útiles y teóricamente más leales que las tropas de las kabilas.
Conoce al enemigo y conócete a ti mismo; y en cien batallas no estarás jamás en peligro Sun Tzu.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

APV escribió:
Las cifras es el eterno problema en estos temas.

Hay que señalar que se debe diferenciar entre presentes y combatientes, pues los ejércitos de la época solían llevar cierto número de auxiliares acompañando a las comitivas nobles: pajes, heraldos, bufones,... que no luchaban y permanecían en el campamente. Teniendo en cuenta que el ataque cristiano tomó el campamente musulmán aunque no fueran combatientes probablemente cierto número de los auxiliares musulmanes fue baja a causa de la lucha.
Sí, resulta imposible conocer el número exacto de combatientes, las fuentes contemporáneas no sirven porque funcionaban más como panfleto publicitario que como parte de guerra. En las cifras no tengo en cuenta el abultado número de personas no combatientes que acompañaban a los ejércitos, que sobre todo en el bando musulmán debía ser bastante elevado, pues por ejemplo los mercenarios de la caballería árabe se hacían acompañar en los combates por toda su tribu.
APV escribió: Por otro lado ciertamente la cifra cristiana parece correcta (eran 15.000 en Bouvines, más de 12.000 aliados en Muret, quizás unos 15.000 también Hattin). Pero la musulmana podría discutirse por varias razones.
Primero dudo que aceptaran una batalla frontal contra la caballería pesada cristiana sin un buen margen de seguridad en base a la experiencia de otros ejércitos islámicos, por ejemplo en Hattin pese a ser el doble prefirieron agotarlos.
En segundo lugar los musulmanes luchaban cerca de sus bases, con Jaén próxima, lo que permitía abastecer mejor a sus tropas.
Y finalmente la movilización fue amplia, lo que permite compararse con movilizaciones parciales del Al-Andaluz de esa época:
-La invasión almorávide de África con fuerzas reunidas en las Baleares en 1184 contaba con algo más de 4.000 efectivos.
-Para la batalla de Puig en 1237 haciendo una recluta a fondo en toda la región de Valencia reunieron más de 11.000 hombres (casi todos de infantería y gran parte de calidad discutible) frente a un ejército 5 veces inferior.
Si aceptamos unos efectivos musulmanes que ronden los 18000 hombres la superioridad sobre los cristianos se establece en un 50%, unido a una posición defensiva escogida, sobre varias colinas. Puede que esta cifra fuese algo mayor, pero no demasiado porque fue el ejército cristiano quien buscó el enfrentamiento con ahínco, y dudo que lo hiciera si tuviese constancia de que el enemigo le superaba en una proporción igual o mayor que 2:1
APV escribió: En realidad no serían esclavos en sentido moderno.
Así los mamelucos eran esclavos de origen turco, kurdo, circasiano,... entrenados militarmente y que formaban la guardía de los califas abasidas o de la India o de Egipcio donde destacaron.

En este caso a los almohades les era sencillo conseguir negros que entrenar como soldados/esclavos y que al califa le eran útiles y teóricamente más leales que las tropas de las kabilas.
Por supuesto, pero tanto los mamelucos como más tarde los jenízaros no pueden considerarse como esclavos una vez convertidos en soldados, aunque en su origen sí lo fuesen. Parece ser que la guardia negra era una característica asociada a los gobernantes almorávides, no a los almohades, y de hecho no existen crónicas contemporáneas a la batalla que narren su existencia. Ello no quita que pudiesen existir elementos de raza negra dentro del palenque de al-Nasir, pero no en el número y forma en que aparecen en las crónicas cristianas posteriores.

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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Lutzow »

BIBLIOGRAFÍA

MARÍA DOLORES ROSADO Y MANUEL GABRIEL LÓPEZ / Las Navas de Tolosa – La Batalla
JUAN ESLAVA GALÁN / Grandes Batalla de la Historia de España
JUAN CARLOS LOSADA / Batallas decisivas de la Historia de España
GONZALO MARTÍNEZ DÍEZ / Alfonso VIII, Rey de Castilla y Toledo
EDITORIAL PLANETA / Nueva Historia de España (X Tomos)
EDITORIAL DURBAN / Historia de España (VI Tomos)
EDITORIAL EVEREST / Castillos de España (III Tomos)
EDITORIAL ESPASA-CALPE / Castillos de España
EDICIONES LANCIA / Castillos de Ciudad Real
http://www.artehistoria.jcyl.es/granbat ... s/8760.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de ... _de_Tolosa
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Alarcos
http://www.vallenajerilla.com/berceo/ru ... ciodelapaz
http://www.galeon.com/medieval1/alfonsoVIII.htm
http://www.arteguias.com/biografia/alfonsoviii.htm
http://www.balawat.com/alarcos/pbata18.htm (Gráficos)
http://elbarrigueta.blogspot.com/p/ruta ... ue-de.html (Fotografía)

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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Habrá que hacer una extensiva recopilación, para fijar y entender las diferencias (religiosas, tribales, militares, cualesquiera...) entre almorávides, almohades, benimerines...

En cuanto al número de combatientes, me llama la atención, me resulta asombroso, cómo tan "pocas" personas, podían conseguir tanto en la Historia. Apenas unas 30.000 personas poco más o menos en total decidían el destino de pueblos reinos o imperios... como un tercio de la capacidad del Bernabeu, por poner un ejemplo.

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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Bueno, hay que tener en cuenta que los estados de esta época eran aristocracias de guerreros que dominaban sobre una extensa población campesina sometida. Así que no es raro que ejércitos relativamente poco numerosos desde nuestro punto de vista decidiesen muchas veces contiendas y guerras.
Por cierto, mis felicitaciones a Lutzow :Bravo
No todos los días te encuentras con artículos tan buenos sobre un período (la Reconquista) en el que uno no está muy ducho :oops:
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Fernando Martín »

Fantástico hilo que acabo de descubrir. Gracias Lutzow. Después de esto mi voto para ti como mejor forero del trimestre. Je je.
En la Edad Media los ejércitos no eran muy grandes. Creo que las cifras que dáis suenan correctas. Y eso que los bandos eran coaliciones. La aportación de navarra parece más una embajada que un refuerzo.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por APV »

Lutzow escribió:Si aceptamos unos efectivos musulmanes que ronden los 18000 hombres la superioridad sobre los cristianos se establece en un 50%, unido a una posición defensiva escogida, sobre varias colinas. Puede que esta cifra fuese algo mayor, pero no demasiado porque fue el ejército cristiano quien buscó el enfrentamiento con ahínco, y dudo que lo hiciera si tuviese constancia de que el enemigo le superaba en una proporción igual o mayor que 2:1.
En realidad el ejército cristiano no tenía demasiadas opciones.

Al comenzar la campaña contraban con el refuerzo de tropas ultramontanas, aunque se da una elevada cifra pudieron ser muchas por ser un momento de gran ánimo cruzado (cátaros, imperio latino, cruzada infantil (no tan infantil),...) o pudieron ser pocas por existir al mismo tiempo muchas opciones donde apuntarse en pos de riquezas. gloria y tierras (Occitania, Oriente,...).
En su marcha al sur las cosas habían ido bien y al atravesar la Sierra Morena no podían dar la vuelta, pues retroceder ante un ejército enemigo por unos pasos montañosos es jugársela, y reconstruir la coalición el año siguiente sería difícil por las preocupaciones propias de cada monarca y las rivalidades.
En ese sentido debían buscar la batalla y pronto para no enfangarse en una guerra de asedio o de desgaste de sus fuerzas.

En realidad era el bando musulmán el que aceptó la batalla cuando tenía muchas opciones en su haber: agotar al enemigo, defenderse en Jaén,... por tanto los musulmanes debían estar confiados en sus fuerzas por lo que debían considerar que tenían amplia superioridad; incluso cerca del 2:1.

Por otro lado como he señalado la región de Valencia reunió 11.000 y las Baleares 4.000 así que no sería raro que en Andalucía reclutaran no menos de 10.000 soldados, a los que habría añadir las tropas propiamente almohades y los voluntarios y mercenarios (me extrañaría lo de los árabes aunque no tanto los kurdos porque los había en Cirenaica).
Lutzow escribió:Por supuesto, pero tanto los mamelucos como más tarde los jenízaros no pueden considerarse como esclavos una vez convertidos en soldados, aunque en su origen sí lo fuesen. Parece ser que la guardia negra era una característica asociada a los gobernantes almorávides, no a los almohades, y de hecho no existen crónicas contemporáneas a la batalla que narren su existencia. Ello no quita que pudiesen existir elementos de raza negra dentro del palenque de al-Nasir, pero no en el número y forma en que aparecen en las crónicas cristianas posteriores.
Los mamelucos seguían siendo formalmente esclavos aunque constituyeran una casta militar, su propio nombre significa poseidos. También existían los ghilman.

Así pues no era nada raro considerar que tuvieran soldados-esclavos negros como parte de la guardía califal; aunque quizás su número se exagere al confundir los cronistas éstos con los imesebelen al encontrarse ambos en el palenque y asociarlos.
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Re: LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Mensaje por Quinto_Sertorio »

Bueno... El ejército musulmán combatía en principio, en su terreno. Incluso antes de Jaén, tenían la fortaleza de Baños de la Encina. Una campaña larga en esas tierras, sería peligrosa para los cristianos, y tal vez otro mando defensor, hubiera podido explotar estas circunstancias... Pero el bando musulmán, tenía sus propios problemas internos, como se ha visto; una campaña larga podría desgastarle también a él, hacer perder prestigio consintiendo a un enemigo moverse en su terreno y destruirlo (esto, sólo se lo puede permitir un poder muy fuerte y seguro); aumentar problemas y gastos, etc.

No, creo a ambos les interesaba decidir de una vez el negocio, cuanto antes mejor; y por supuesto, ganar, claro; algo que ambos pensaban que iban a hacer, obviamente.

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