Conquista y defensa del fuerte Schenk

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

Moderador: Miguel Villalba

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Sir Weymar Horren
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Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Abro este tema para tratar la sorpresiva toma y posterior defensa de la fortaleza de Schenk (Schenkenschanz), en el noroeste de Alemania, demolida hace ya más de 300 años y cuyo entorno la mano del hombre ha alterado notablemente. Un asedio que, pese a ser muy poco recordado hoy en día, en su momento mantuvo en vilo a toda Europa, pues tras varios años amodorrado el viejo león hispano parecía despertar para apretar de nuevo la mancuerda de las Provincias Unidas holandesas. Fue un largo espejismo de 9 meses durante los que las maquinarias bélicas de la monarquía hispánica y las provincias rebeldes trabajaron sin cesar, la una para mantener el control de un fuerte emplazado bien adentro en la boca del lobo, y la otra para recuperar la llave perdida de su puerta trasera.

El fuerte Schenk

Esta fortaleza, que tanto dio que hablar, fue construida en el año 1586 por el soldado de fortuna Maarten Schenk, natural de Goch, en una islita del Rin situada cerca de Emmerich. El verdadero artífice del fuerte fue, sin embargo, el caballero inglés Robert Dudley, conde de Leicester, que encomendó a Schenk su construcción para impedir que los españoles hicieran correrías en la isla de Butuwe, región agrícola y ganadera de vital importancia para las Provincias Unidas. El fuerte fue erigido en el lugar donde antiguamente el Rin se dividía en dos brazos; uno que fluía hacia el norte para juntarse con el Ijssel, y otro que, tomando en nombre de Waal, hacía lo propio hacia el oeste, bordeando el Ducado de Cleves y el condado de Zutphen.

El fuerte, completamente rodeado de agua, era un edificio de forma cuadrangular con un reducto en cada esquina, además de una doble punta de diamante provista de artillería de cara a Emmerich y dos fosos en la parte que miraba a tierra. Los muros, provistos de hornabeques, eran inusualmente altos y espesos, lo que confería un aspecto amenazante al conjunto; unido a la isla de Butuwe por un dique de tierra de 1.500 pasos de longitud por apenas 10 de anchura, con un arenal de amplitud variable en función del caudal del río. El fuerte contaba, por último, con dos embarcaderos y un espacio de intramuros capaz de abarcar varias viviendas y edificios, incluyendo un molino y una iglesia. El almirante de Aragón había sitiado tan imponente fortaleza en 1599, pero no había logrado su rendición, y el lugar era tenido por inexpugnable por ambos contendientes.

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Impresionante alzado del fuerte Schenk. Atención al reducto artillero en primer plano.

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Planta del fuerte Schenk. Permite apreciar las intrincadas defensas en la parte del dique.


“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Antecedentes

La captura del fuerte Schenk por tropas españolas en 1635 se produjo en un momento en el cual el poder español en el noroeste de Alemania había pasado de ser muy poderoso a casi inexistente en apenas un lustro. Las campañas de Ambrosio Spinola en 1605, 1606, y más tarde en 1610, habían proporcionado a España tres buenas cabezas de puente en el curso del Rin: Rheinberg, Wesel, y el castillo de Krakau, y el poder español llegaba hasta el norte por medio de la posesión de las ciudades de Oldenzaal y Lingen, esta última a tocar de Frisia. Tras la toma de Breda en 1625, que dejó exhausto al ejército de Flandes, Olivares buscó un modo de conseguir una paz favorable con los rebeldes menos costoso en tiempo y recursos que sitiar una por una todas las fortalezas de Holanda. Nació así el ambicioso proyecto de la Fossa Eugeniana, consistente en la construcción de un canal que uniría el río Rin con el Mosa, desviando el tráfico comercial del primer río hacia el segundo, y de este hacia el Escalada. Los holandeses no solo se verían ahogados comercialmente, sino que sus pérdidas se corresponderían con los beneficios españoles.

Pero el proyecto tuvo una vida corta. Los holandeses capturaron un convoy de indias al completo en 1628 y procedieron a sitiar Bolduque en 1629. Aunque el ejército español penetró en la región de Veluwe desde su base en Wesel y tomó la ciudad de Amersfoort en el corazón de Utrecht, un golpe de mano holandés hizo caer Wesel, y caído Wesel no solo fue necesario abandonar Amersfoort, sino que no pudo socorrerse Bolduque. En 1631 irrumpió en escena Gustavo II Adolfo de Suecia, que tras barrer a los imperiales del norte de Alemania se apoderó de todo el Bajo Palatinado ocupado por España. Aprovechándose de las circunstancias, los holandeses dieron comienzo a una campaña que sacudió los cimientos del poder español en los Países Bajos: en rápida sucesión marcharon por el valle del Mosa tomando sin hallar casi oposición las ciudades de Venlo, Roermond, Sittard, Maastricht y Limburgo. En 1633 cayeron Rheinberg y Orsoy, en el curso del Rin, y los Estados Generales veían ya muy cerca la reunificación final de los Países Bajos bajo la égida calvinista.

El esperado derrumbe español, sin embargo, no se produjo. El ejército de Flandes, al mando del marqués de Aytona, Francisco de Moncada, no solo logró bloquear el avance holandés en el Brabante, sino que además se apoderó de la isla de Stevensweert al sur de Roermond, que hizo fortificar para dotarse de una buena cabeza de puente sobre el Mosa a través de la cual acudir al socorro de las plazas españolas que subsistían aún en Ultramosa (más allá del Mosa) si se terciaba. Al cabo de año y medio llegaba a Flandes con refuerzos el Cardenal Infante Fernando, entrando en el país precisamente a través de Stevensweert.

Imagen
Situación de la isla de Stevensweert en 1633, guarnecida y fortificada a conciencia por las tropas españolas.

Para entender la complicada situación geográfica recomiendo este mapa que he creado yo mismo en Google Maps: http://g.co/maps/kp8ym

En rojo, plazas españolas. En azul, las holandesas.
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Antecedentes (2)

Tras una campaña irresoluta en 1634, los Estados Generales y el Príncipe de Orange proyectaron una nueva invasión en mayo de 1635, que debía ser la definitiva. La Francia de Richelieu, pretextando la toma de Tréveris y la detención de su arzobispo pro-francés por tropas españolas, declaró la guerra a España a la sazón y formó una coalición con los holandeses para sacar provecho de la aparente debilidad española. 25.000 soldados franceses atravesaron el obispado de Lieja y se juntaron en Maastricht con el ejército de campaña de las Provincias Unidas, llegando a formarse una fuerza conjunta de 50.000 combatientes. Con tales efectivos, los aliados se enseñorearon de Tirlemont, Diest y Arschot en Brabante, y marcharon sobre Bruselas para terminar la conquista. Sin embargo, se vieron forzados a asediar primero Lovaina para asegurar sus líneas de suministros. El hambre, las enfermedades, la deserción y los campesinos flamencos furiosos se cebaron en las tropas sitiadoras, y a principios de julio, ante las alarmantes noticias de que 16.000 imperiales al mando del conde Ottavio Piccolomini acudían desde Alemania a socorrer al Cardenal Infante, el príncipe de Orange y los comandantes franceses decidieron levantar el asedio y retirarse de vuelta a sus plazas del Mosa antes de verse copados entre los españoles y el socorro imperial.

El único fruto que sacaron los confederados franco-holandeses de dicha campaña fue, a decir de los cronistas españoles, llenar las calles de París de tullidos hasta el extremo de que Richelieu ordenó expulsar a muchos para evitar que llamasen demasiado la atención. El 4 de julio de 1635, habiendo arribado Piccolomini a Bruselas, el marqués de Aytona salió en persecución de franceses y holandeses al mando de 22.0000 infantes y 14.000 caballos. Pronto alcanzaron a los fugitivos, que llegaron a abandonar a sus espaldas carros llenos de heridos y enfermos para marchar a mayor velocidad. El Príncipe de Orange dejó en Diest 16 compañías de infantería con órdenes de detener a los españoles el máximo tiempo posible, pero el marqués de Aytona no se distrajo sitiando la plaza y envió la caballería de Flandes y Alemania, al mando del conde Juan de Nassau y Piccolomini, con un cuerpo volante de 6.000 mosqueteros, a picar la retaguardia enemiga y causar el mayor daño posible. Al fin lograron los confederados refugiarse en Roermond, pero al precio de 500 o 600 hombres y hasta 200 carros de bagajes.

Piccolomini procedió entonces a sitiar Diest, cuya guarnición se rindió a partido el 10 de julio, el segundo día de sitio. El comandante, el coronel Wimbergh, y 2.000 hombres de guarnición salieron con armas al hombro, bala en boca, con las mechas encendidas, las banderas desplegadas y los tambores batiendo, siendo escoltados por la caballería española hasta Bolduque. Los 15 días siguientes los pasaron los generales españoles en Diest, esperando la llegada de las tropas imperiales que no habían llegado aún. Vuelto a Bruselas, el infante Fernando ordenó al Duque de Lerma tomar el mando de los tercios de Celada y Guasco, varios regimientos alemanes al servicio del rey y 2.000 jinetes croatas al mando del general conde de Isolano, y acantonarse en Stevensweert para controlar los movimientos franco-holandeses y socorrer si fuera menester las plazas de Geldern y Juliers. Desde la isla de Stevensweert Lerma fue enviando pequeñas partidas alemanas para reforzar la guarnición de Geldern.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por frates milites »

Excelente sire !!

saluten
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por pepero »

Añado el tema para seguimiento, tiene muy buena pinta.

Saludos
Pepe
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

La sorpresiva toma del fuerte

Francisco Gómez de Sandoval y Padilla, 2º Duque de Lerma e hijo del desventurado valido del rey Felipe III resultó ser un comandante de lo más activo, quizás incluso demasiado para muchos de sus congéneres. Desde Stevensweert entretuvo a la caballería croata del emperador esquilmando la campaña holandesa, donde los feroces mercenarios croatas cometieron tales excesos a decir de los holandeses, que más parecía que en lugar de a cristianos se enfrentaran a turcos. El príncipe de Orange, viendo su ejército y el francés muy menoscabados, ordenó a su pariente Guillermo de Nassau-Hilchenbach (a quien vimos vencido en Kallo) sacar tropas de Emmerich y acamparse cerca de Nimega para controlar las incursiones de los croatas y darse la mano con su ejército en Roermond si fuera menester. Los croatas provocaron un pánico espantoso a los campesinos locales, y llegaron a saquear y quemar la abadía de Postel, cerca de Bolduque, a cuyo abad pasaron por el filo de la espada.

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Nuestro viejo conocido, el conde Guillermo de Nassau, el mismo de la batalla del dique de Kallo.

El principal fruto de las correrías de la caballería ligera croata fue que Guillermo de Nassau dejó muchas guarniciones del alto Rin y Betuwe bajo mínimos para formar un pequeño ejército de campaña, y los espías españoles informaron puntualmente de tal circunstancia a los comandantes locales de la región de Güeldres. Así llegó al conocimiento de Adolf Enholt, caballero del país, la suculenta noticia de que Nassau-Hilchenbach había dejado apenas 120 hombres de guarnición en el fuerte Schenk. Enholt era un antiguo oficial del ejército de los Estados que se había pasado al bando español tras la ejecución de su padre en la Haya acusado de traición. A la sazón ocupaba el cargo de teniente-coronel del regimiento del Conde de Emden, y era un soldado experimentado que conocía el curso del Rin como la palma de su mano. En marzo de ese mismo año había organizado y ejecutado en persona la toma por sorpresa de Tréveris, que se había saldado con un éxito notable.

Enholt creía que podía tomar el fuerte Schenk por sorpresa si se le proporcionaban los medios necesarios, y así lo notificó al Duque de Lerma, que le dio carta blanca para actuar. La operación que preparó y ejecutó el teniente coronel alemán fue tan impresionante que en España costó tiempo creer que no tuviera tratos con alguno de los oficiales de la guarnición. Comentaba no pocos, en España, que el fuerte se había tomado gracias a que un renombrado comerciante de vinos de Colonia había alcanzado un trato con el gobernador del fuerte, al que hacían inglés. Pero ni el gobernador era inglés, ni medió trato alguno en la toma del fuerte.

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La toma del fuerte según un grabado de la época. El nº 1 representa el lugar por donde cruzaron los españoles. En nº3 el reducto donde los holandeses organizaron la última e inútil defensa.

Las cosas sucedieron así: Enholt escogió 500 hombres de la guarnición de Geldern, que la noche del 26 de julio fueron saliendo en pequeños grupos de la ciudad para reunirse en un bosque cercano, desde donde se encaminaron hacia el fuerte llevando dos carros donde ocultaron escalas, municiones y barcas bajo un espeso manto de heno. Guiados por un marinero llamado Knapschinkel y "el gran" Hartmann, el mejor guía de la región, Enholt y sus hombres llegaron pasada la media noche junto al pueblo de Halt. Allí echaron las barcas al agua, subieron los hombres a bordo, y cruzaron el Waal amparados por la espesa negrura de la noche. Un navío de guerra holandés patrullaba regularmente aquel tramo del río, pero aquella noche era demasiado oscura como para ver nada, y los españoles pasaron inadvertidos, tomando pie a tierra en el dique que unía el fuerte con la isla de Butuwe y ocupando rápida y silenciosamente las casas que había en extramuros.

Las escalas y demás enseres necesarios para el asalto fueron desembarcados, y divididos en tres grupos, Enholt y sus hombres se aproximaron a las murallas. El foso estaba seco, y la estacada muy descuidada, de modo que llegaron hasta los muros sin ser sentidos. Entonces un centinela holandés que hacía guardia en el puente los descubrió, y tras preguntar en vano "¿quién va?", disparó su mosquete para dar la alarma. Los 180 holandeses de guarnición (habían sido reforzados con 60 soldados de Emmerich poco antes) salieron de sus camas a medio vestir o en cueros, pero fueron sobrepasados rápidamente. Lideraban los tres ataques el teniente Langhorst, Hermann Moulaert, capitán de los soldados marítimos, y un tal Juan Descheus, al que apodaban "el Duque de Alba". Sobrecogidos por el terrible asalto, los defensores trataron de oponer una última resistencia en el reducto del molino de piedra, pero fueron finalmente aplastados y masacrados. El gobernador Walderen recibió hasta 13 heridas antes de desplomarse con la espalda atravesada de un mosquetazo. Pese a ir en camisa de dormir, se había batido con valentía. A las 3 del amanecer los españoles eran amos del fuerte. Solo el molinero, un funcionario y el secretario de Walderen, que escaparon en una chalupa, lograron salvarse. Los demás, salvo las mujeres, los niños, los panaderos y "los que hacían la birra", fueron pasados a cuchillo. De los españoles, 20 cayeron, y hubo bastantes heridos.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Lutzow »

No se andaban con chiquitas los españoles... Muy interesante, espero impaciente conocer la reacción de Guillermo de Nassau y la defensa del fuerte...

Saludos.
Delenda est Putinlandia

Es mejor permanecer con la boca cerrada y parecer un idiota, que abrirla y confirmarlo...
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Lutzow escribió:No se andaban con chiquitas los españoles...
En los asaltos por sorpresa no había posibilidad para los "sitiados" de rendir la plaza antes de que comenzaran las labores de zapa. Cuando los atacantes penetraban en la ciudad, fortaleza o fuerte, o los defensores lograban rechazarlos, o bien quedaban a merced de sus armas, y generalmente se producían degollinas como esta.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Maniobras immediatas a la toma del fuerte

Tomado el fuerte, el teniente coronel Enholt despachó presto un mensaje para el Duque de Lerma informando del éxito de la empresa. El Cardenal-Infante Fernando y el marqués de Aytona, que permanecían indecisos en Diest, sacaron entonces la caballería española e imperial de sus cuarteles y encomendaron a su comandante, el conde Juan de Nassau, antiguo calvinista y oficial en el ejército de los Estados, acoplarse al cuerpo del Duque de Lerma para aprovisionar el fuerte e introducir en él refuerzos suficientes para hacer frente a la previsible respuesta holandesa, que no se hizo esperar. El príncipe de Orange recibió la primera noticia de la pérdida de Schenk por medio de postas apenas cinco horas después de que se produjera, y tras asumir que lo impensable había sucedido, organizó en Roermond un gran convoy de 2.000 soldados de caballería y 600 carromatos, cargado cada uno con 6 mosqueteros, para guarnecer la isla de Betuwe. Al cabo de pocos días, el ejército conjunto de los Estados de Holanda y de Francia levantó su campo en las cercanías de Roermond y se desplazó hasta Nimega. Desde dicha ciudad Orange envió algunas tropas hacia el fuerte a través de la isla de Dussel, pero la presencia de numerosas partidas de jinetes croatas y la negativa de los vivanderos a seguir adelante impidió que se pudiera interceptar el socorro español que, al mando de Lerma, había salido de Stevensweert y, tras pasar por Geldern, marchaba directo a Schenk.

El Duque de Lerma aprovisionó el fuerte con 200 carros de víveres, principalmente carne salada y queso, y puso en él de guarnición 12 compañías de soldados viejos españoles del tercio del marqués de Celada, dejando otras 3 en la población neutral de Goch, jurisdicción del Duque de Cleves, que a lo largo de los meses siguientes vería vulnerada su soberanía en incontables ocasiones. Además del socorro, hay que tener en cuenta que se almacenaban dentro del fuerte 12.000 sacos de trigo, 40 piezas de artillería, 4.000 barriles de pólvora y 4.000 granadas. Aparentemente, pues, el Duque podía estar tranquilo. Se le reprochó más tarde, sin embargo, que en lugar de guarnecer con sus tropas las posiciones en torno a Schenk que los holandeses podrían utilizar para bloquear el fuerte, se entretuviera sitiando varias plazas cercanas ocupadas por guarniciones enemigas. El 2 de agosto un cuerpo de 3.000 hombres al mando del maestre de campo valón barón de Wezemaal puso bajo sitio la población de Erkelenz, situada a medio camino entre Juliers y Roermond. La villa estaba defendida por un doble foso y una muralla medieval, y se rindió en menos de un día ante la imposibilidad de resistir.

ImagenImagen
Plantas de Erkelenz y Straelen, las conquistas del Duque de Lerma, obra de Joan Blaeu.

El 5 de agosto Lerma encomendó al marqués de Leiden sitiar la villa se Straelen, cercana a Venlo, con un cuerpo de 3.000 infantes españoles, italianos y de naciones. Straelen estaba mejor fortificada que Erkelenz, y contaba con 300 hombres de guarnición. Los sitiadores plantaron su artillería y comenzaron a cavar trincheras. La guarnición holandesa se rindió entonces bajo los mismos pactos que lo hizo la de Diest, y Leiden acantonó en la población 300 infantes de naciones y 2 compañías de caballería, quedando como gobernador de la misma el capitán español Maella. Dos días más tarde el maestre de campo italiano Carlo Guasco tomó el cercano castillo de Arcen, sobre la ribera del Mosa. Pero Orange, entre tanto, no había permanecido de brazos cruzados...
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Tosk »

Sir, muchas gracias por el tema, lo estoy leyendo y estoy encantado...así aprendo un poco más sobre un período que me interesa cada vez más y que sé muy poco.

Saludos
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por marine »

"12 compañías de soldados viejos españoles"
Me encantan esa expresión. Un magnifico tema y de una epoca muy interesante, un saludo.
Dios ya existía antes que el Cuerpo de Marines, así que el corazón se lo podéis dar a Cristo, pero el culo pertenece al Cuerpo.

Todo lo que se mueve es un Vietcong. Todo lo que se esté quieto es un vietcong disciplinado.

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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Me alegro de que os guste, y ciertamente esa expresión de los soldados viejos resulta muy tranquilizadora en vista a la conservación del fuerte. Pero pasemos ahora a las reacciones de unos y otros ante la captura del fuerte y a las expectativas que se abrieron para los intereses españoles. No es difícil, en este terreno, caer en las exageraciones de los cronistas y escritores oficiales, pero sin duda en España se generaron enormes esperanzas en el fuerte de Schenk. Escribió un padre jesuita que "Al fin hoy se le hace [a los holandeses] la guerra en su tierra, y este fuerte, que ellos llaman tres veces fuerte y llave de Holanda, está muy asegurado y abastecido de gente y municiones y artillería. Sin embargo, se entiende invernará por allá hasta ganar otras plazas circunvecinas, para mayor seguridad. Podráse entrar de hoy mas en la Belva y Behea siempre que se quiera, y pondráse contribucion hasta las puertas de Amsterdan.

También los altos comandantes celebraron la toma del fuerte por su enorme valor estratégico. Schenkenschans no solo era una buena cabeza de puente sobre el Rin y el Waal, sino que constituía una base de operaciones excelente para actuar contra la línea del Ijssel y las ciudades y fuertes que la guardaban, y además facilitaba en mucho el paso del Brabante a Gelderland, que en tiempos de Alejandro Farnesio conllevaba un enorme rodeo por tierras del arzobispo de Colonia. Pero lo principal era indudablemente que, "metidas nuestras armas en el corazón de Holanda, cogidas por las espaldas las fortificaciones de sus riberas, vecinos á villas opulentísimas no fortificadas; y, en suma, sacado el peso del ejército de encima de las provincias obedientes y puesto por yugo á las rebeldes", no pocos creían que pronto se firmaría una paz ventajosa con las Provincias Unidas.

Permitidme, por último, que ponga aquí un comentario chistoso sobre la conquista del fuerte y su evidente parecido con un jamón serrano, también obra de un padre jesuita. Dice así: "Está hecha aquella plaza en figura de pernil, y como poco antes algunos contrarios se burlasen del Infante, diciendo que era niño aun dé papas, un aldeano luego, cuando llegó la nueva de la toma de Esquens (Schenck) dijo: ¡Oh! válgaos Dios holandeses! ¿qué niño es este que os traga de un bocado tan grande y tan caro pernil?". Según refiere Matías de Novoa, ayudante de cámara de Felipe IV, el príncipe de Orange se lamentó que "hemos perdido en una hora más que hemos ganado en muchos años".
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por jmunrev »

Buen trabajo S.W.H. Gracias y enhorabuena. ¿Sabes que fue del fuerte?
Me he dado el capricho de jugar un poco con google earth y el mapa antiguo que has posteado. Usando dos referencias permanentes como son dos ciudades, he superpuesto los mapas y ahí esta el resultado. Efectivamente, por donde se supone que iban los dos ríos se ven indicios claros de que asi fue. Lo primero que me sorprende es la exactitud del levantamiento topográfico que hicieron en esa época. Y lo segundo como cambia el curso fluvial en solo 400 años.
Como podéis ver, en la traza roja del perímetro exterior de las murallas no queda ni rastro. La demolición fue a conciencia.
Por cierto, tu marca no coincide con mi resultado, ¿en que te has basado para situarla ahí?
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"Yo soy un marino hijo de España, pero, desgraciadamente, hay muchos oficiales que son hijos de Drake".
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por jmunrev »

Otra duda que me surge: te refieres a Enholt como teniente coronel. Creo que ese empleo no existia en el Ejercito de los austrias, que su equivalente entonces era el de sargento mayor. Pero puede que en los regimientos de "alemanes bajos" si existiera.
"Yo soy un marino hijo de España, pero, desgraciadamente, hay muchos oficiales que son hijos de Drake".
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

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He desplazado mi marca sobre la actual situación del pueblo, más cerca de Griethausen. Sobre la geografía de la zona, según tengo entendido, a finales del siglo XVII la acumulación de sedimentos y barro en curso del Bajo Rin hizo que el nivel del agua disminuyera considerablemente en este tramo del río, desviándose buena parte de su caudal hacia el Waal. En 1672, de hecho, el ejército francés con Luis XIV al frente pudo vadear el río para atacar el fuerte, sin necesidad de cruzarlo en barcas. En los meses veraniegos este tramo del Rin llegaba incluso a volverse innavegable. Dado que el río era de gran importancia comercial para las Provincias Unidas, los Estados Generales encomendaron en 1701 al ingeniero Menno van Coheroon la construcción de un canal que, partiendo de Pannderen, aislara el meandro innavegable y permitiese que volviera a fluir el río con regularidad. El meandro poco profundo acabó secándose, y la bifurcación del Rin en dos brazos se desplazó 7,5 kilómetros al oeste del fuerte de Schenk, que perdió así su importancia estratégica y fue demolido poco después.

A mediados del siglo XVIII se produjo un nuevo cambio, cuando se construyó el canal de Bijland para hacer en el Waal un cambio similar al realizado en el Rin. En este caso, sin embargo, el meandro poco profundo se ha conservado, y constituye un área de inmenso valor natural conectada al curso actual del río a través de pequeños arroyos. Este mapa muestra los cambios de forma fácilmente comprensible:

Imagen

Marrón: el Rin
Rojo: el desaparecido Viejo Rin
Verde oscuro: el Waal
Verde brillante: el estancado Viejo Waal
Azul pastel: el canal de Bijland
Azul oscuro: el canal de Pannerdens
Morado: el Bajo Rin

En cuanto el empleo de teniente coronel, o de teniente de coronel, para ser más exactos, existía en las unidades con base regimental, o sea en las alemanas y, hasta su reconversión en tercios, en las valonas, irlandesas y de otras naciones. Un teniente coronel bastante famoso fue Juan Bautista de Taxis, que lo era del regimiento de Francisco Verdugo. Lo que no tengo tan claro es que el rango fuese equivalente al de sargento mayor. Creo que la equivalencia exacta con el tercio sería "teniente de maestre de campo", mientras que el sargento mayor existiría en ambos tipos de organización.
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

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Bueno, esto no podía quedar así... :roll:

El príncipe de Orange sitia el fuerte

Aprovechando que el Duque de Lerma estaba con su ejército en el ducado de Güeldres, el Príncipe de Orange levantó el campo de Nimega y marchó hacia Schenk. Por el camino guarneció las ciudades de Emmerich, Wesel y Rees. Luego, desde la isla de Betuwe, hizo pasar a sus tropas a la orilla opuesta del Rin (que no del Waal) en el castillo de Tolhuis. Los regimientos franceses que quedaban tras el descalabro de Lovaina fueron en cabeza. El teniente coronel alemán Pichler mandó comenzar la construcción de una media luna en la punta de Spick, mirando al fuerte. Mientras tanto, el conde Hendrik Casimir y su lugarteniente Pinsen van der Aa descendieron de Rees al mando de 6 cornetas de caballería y 12 banderas de infantería y se apostaron en Bislich para estorbar el paso al Cardenal-Infante, en caso que apareciera y llevara intenciones de socorrer el fuerte. Aunque Schenk no estaba cercado, los holandeses pronto comenzaron a cavar zanjas y a erigir parapetos, sin importarles las muchas bajas que les causaba el fuego de una batería de 2 o 3 cañones que, emplazada al límite de la lengua de tierra, dejaba caer bombas sobre sus cuarteles día y noche.

Entre tanto, el Cardenal-Infante cruzó el Mosa con su ejército en Stevensweert y se avanzó hasta Goch. Era el 4 de agosto, y ese mismo día el teniente coronel Pichler dispuso un cuerpo de 1.500 hombres para asaltar la molesta batería española. Guarnecían la fortificación 200 alemanes, con la pega de que para replegarse al fuerte debían recorrer kilómetro y medio de tierra al descubierto y bajo el fuego de mosquete que podían recibir desde Spick. El asalto fue un éxito, y tomada la batería, los españoles perdieron toda esperanza de extender sus correrías por la Betuwe. Con todo, el Príncipe de Orange estaba convencido de que Schenk no podía caer sino por hambre, y no se atrevió a lanzar asaltos frontales a través del estrecho istmo. En lugar de ello mandó bastir un puente de barcas sobre el Waal y comenzó una enorme obra en la orilla de Duffel: un fuerte capaz de alojar 3.000 soldados. También hizo acondicionar una batería de 6 cañones en Panderen, cuyas bombas causaron serios destrozos en las casamatas del fuerte.

Don Fernando envió socorro a Schenk tan pronto se enteró de que los holandeses iban estrechándolo. Despachó los tercios italianos de Andrea Cantelmo y Sigismondo Sfondrati (4.000 efectivos en total) para construir una cortadura, 600 pasos dique adentro, que uniese el Rin con el Waal y dejase el fuerte aislado. También le llegó un jugoso premio al teniente coronel Enholt: la comandancia del fuerte, la dádiva de 50.000 francos y una cadena de oro cortesía del Cardenal-Infante. El 9 de agosto dos compañías españolas salieron del fuerte y se apoderaron de la posición señalada. Durante la noche la pusieron en defensa como buenamente pudieron con zapas y palas. Por estar el puesto a tiro de pistola de las trincheras holandesas, los rebatos durante las obras en los días sucesivos fueron constantes.
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Alojamiento en Cleves

En las primeras semanas de agosto, las tropas españolas e imperiales fueron repartiéndose por todo el ducado de Cleves en previsión de una campaña dilatada. Para desgracia del Cardenal-Infante, su veterano consejero Francisco de Moncada, antiguo gobernador de los Países Bajos, cogió unas fiebres el día 10 durante una visita al fuerte Schenk con el príncipe Tomás de Saboya y murió en Goch al cabo de una semana. Su pérdida fue un duro golpe. El 23 de agosto el ejército católico abandonó Goch, y tras hacer frente de banderas en Uden la infantería y alojarse la caballería en Kalkar, descendió sobre la población fortificada de Griethausen, frente al fuerte Schenk, y la tomó. Los españoles se apresuraron a apostar baterías de artillería en la localidad con ánimo de estorbar la navegación holandesa entre Wesel, Emmerich y Rees. La caballería croata, entre tanto, dominaba la campaña hasta las murallas de Nimega. Para poner freno a sus correrías, el príncipe de Orange destacó algunas tropas de arcabuceros a caballo, pero los croatas eran un hueso duro de roer. Si los holandeses se concentraban en Nimega, ellos se desplazaban hacia los alrededores de Rheinberg y Orsoy. Estos feroces saqueadores amenazaban incluso a los pacíficos pobladores de Cleves y Juliers. Los magistrados locales llegaron al punto de pedir al Infante que guarneciese sus villas con tropas españolas, en aras de mantener lejos a los croatas.

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Fragmento de un mapa del ducado de Cleves, por Joan Blaeu (1645), que muestra el escenario de las operaciones.

En el fuerte, mientras tanto, se sucedían los combates. Los holandeses bombardeaban incesantemente la posición con bombas y granadas, y los españoles efectuaban
algunas salidas sobre las trincheras enemigas. Mientras los holandeses avanzaban metro a metro a través del dique, los españoles se fortificaban erigiendo estacadas y parapetos. Estaban tan cerca unos de otros que podían hablarse sin necesidad de alzar la voz. Por otra parte, los gastadores holandeses trabajaban, afanosos, en la construcción de un fuerte real en la punta del dique, el llamado "Neuw Schenkenschans". Igualmente, la media luna de Spick pronto se convirtió en un fuerte real bien trazado, y se erigieron otros reductos y baterías a lo largo de las orillas. El fuego de artillería y mosquetería desde dichos puestos batía día y noche los parapetos y las estacadas, y las barcas que llevaban municiones al fuerte, convirtiendo las guardias en un infierno. El Cardenal-Infante, visto como pintaba el cuadro, decidió reforzar la guarnición con 4 compañías de infantería española, dos del tercio del marqués de Celada y otras dos del tercio de Francisco Zapata. Sin embargo, las salidas de los veteranos españoles, curtidos en la lucha cuerpo a cuerpo con espadas y medias picas, no bastaban para mantener el fuerte a salvo. Por suerte, Schenk no estaba del todo bloqueado, de modo que los heridos podían ser evacuados en barcas.

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El fuerte de Schenk y las fortificaciones construidas por holandeses y españoles.

Orange confiaba en tomar el fuerte en octubre, antes de que el invierno hiciera dificultoso el abastecimiento. También los españoles sufrían carestía de alimentos. El propio Orange, al comprobar que los habitantes de Maastricht y los campesinos de Limburgo vendían comida a los españoles sin el menor ambage, mandó publicar un bando que amenazaba con la pena de muerte semejante actuación. La soldadesca se vio obligada a vivir del terreno, y las deserciones aumentaron. También la peste se cobró no pocas vidas. Y el frío estaba al llegar...
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Cambio de planes

Los bombardeos holandeses del 1 y del 6 de septiembre fueron particularmente virulentos. También la lucha en las trincheras. Varios capitanes españoles murieron en los combates, y el conde Johan Maurits de Nassau-Siegen fue herido en una oreja. En este punto, las operaciones se habían estancado por completo. Por su parte, los holandeses empleaban todos sus recursos en ablandar la resistencia española, mientras que el Cardenal-Infante hacía lo posible por mitigar el daño. Los holandeses se habían asentado con firmeza en Spick y Betuwe, y tenían una cabeza de puente en Duffel. Los españoles controlaban, en la orilla opuesta, el castillo de Bijland, varios reductos construidos por el maestre de campo Cantelmo, y el pueblo de Griethausen. A mediados de septiembre, parecía que el bando que contase con más capacidad de resistencia saldría vencedor. En esas, los españoles llevaban las de perder, pues estaban lejos de sus fuentes de suministros, y no contaban con tropas suficientes para intentar cruzar el Rin y atacar los cuarteles del príncipe de Orange. Pero don Fernando tenía aún varios ases en la manga.

El primero de dichos ases era la escuadra de Dunkerque. El 15 de agosto se hizo a la mar una flota compuesta por 14 galeones, 6 fragatas, y una galeota real francesa recientemente apresada. A las órdenes del superintendente Monsieur de Gavarelli, la flota se dirigió al mar del Norte con la misión de buscar y diezmar las pesquerías holandesas del arenque. El día 17 avistaron 140 buzas protegidas apenas por un navío de guerra, de nombre Dragon, artillado con 26 piezas de bronce. Tras un mortal cañoneo a corta distancia, la almiranta española lo abordó y se apoderó de él. 85 holandeses murieron en la lucha, otros 79 fueron hechos prisioneros. Entre tanto, los restantes buques depredaban sobre las buzas, apresando a sus tripulantes y quemándolas o echándolas a pique a cañonazos. En pocas horas acabaron con 75 de ellas. En los días siguientes continuó la caza. El 20 de agosto una flotilla de buzas trató de ponerse a salvo escoltada por 6 buques de guerra, pero 20 acabaron en manos de los corsarios flamencos, que las quemaron. El día 25 los navíos católicos combatieron a distancia con una flota holandesa de 22, que iba siendo reforzada poco a poco por otros 18 buques. Más veloces, los de Dunkerque se pusieron a salvo en su base el 2 de septiembre, trayendo consigo 721 marineros holandeses prisioneros. Otros 207, ancianos y niños, fueron liberados y devueltos a Holanda en un navío de Hamburgo.

Don Fernando recibió nuevas de la victoria estando en Uden. También él había trazado planes para el ejército, que tras 33 días aprovisionando el fuerte de Schenk, se puso por fin en movimiento. En los alrededores del fuerte quedó Cantelmo con 3.000 hombres. Con el resto y los imperiales del conde Piccolomini, el Cardenal-Infante marchó hacia el oeste y tomó el castillo de Gennep a orillas del Mosa. La posición era de gran valor estratégico: no solo permitía bloquear Venlo y Roermond, sino que también facilitaba en mucho el paso de Cleves a Brabante, con la ventaja que ello suponía para la conservación de Schenk. El Infante mandó fortificar el viejo castillo, hizo tender un puente de barcas para pasar de una orilla a otra, y dispuso la construcción de una esclusa en la desembocadura del cercano río Niers para desviar agua hacia el foso del fuerte. El príncipe de Orange, temeroso de que don Fernando cayera sobre Grave o Bolduque, distrajo parte de sus hombres para, al mando del conde Otto de Limburg Stirum, tener vigilados a los católicos.

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El fuerte construido en Gennep por los españoles. Mapa de Joan Blaeu, 1649.
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Operaciones hasta la llegada del invierno

Aunque el grueso del ejército español, con el Cardenal Infante y Piccolomini, se había retirado hacia el Brabante, los holandeses organizaron varios golpes de mano en Cleves destinados a debilitar a las fuerzas que habían quedado a cargo de Andrea Cantelmo. El gobernador de Orsoy atravesó el Waal con 600 caballos sobre el puente de Panderen y asaltó de madrugada el 17 de septiembre un cuartel de caballería croata en Spuy. El gobernador, Isselstein, formó cuatro escuadrones, que marcharon a distancia de un tiro de mosquete. Degollaron los dos primeros centinelas en silencio, pero al tercero lo mataron de un disparo antes que pudiese dar la alarma. Cundió el pánico, y el cuartel fue arrasado. Los mismos holandeses reconocieron que las mujeres e hijos de los croatas fueron cortados en pedazos. Doblegada la resistencia, Isselstein llevó a sus tropas de vuelta a Panderen con 150 caballos capturados, 90 prisioneros y abundante botín. El socorro enviado por Cantelmo poco pudo remediar, aunque su presencia disuadió a los holandeses de ocupar el fuerte y ponerlo en defensa.

La correría puso en alerta a los españoles, que en los días sucesivos redoblaron las guardias en sus cuarteles. De hecho, cuando el príncipe de Orange en persona poco después preparó un asalto general al cuartel principal español en Mondelbergh, su vanguardia de 1.000 hombres fue descubierta por los centinelas, no quedándole otro remedio que retirarse sin fruto de regreso a sus posiciones en Emmerich. Cantelmo dispuso sus tropas para la batalla, pero el holandés declinó el enfrentamiento. Los españoles, que deseaban combatir, erigieron en respuesta una batería de 6 cañones entre el castillo de Bylandt y el fuerte Schenk. El cañoneo forzó a los holandeses a replegarse de la orilla, aunque por poco tiempo. Las baterías construidas por Cantelmo, en verdad, eran un buen estorbo para los holandeses; no para los que sitiaban Schenk, sino para los comerciantes que dependían de la navegación por el Rin para engrosar sus fortunas. Los navíos mercantes se veían obligados a desembarcar sus cargas en la orilla holandesa, desde donde eran llevadas por tierra en carro hasta Anrhem. Los españoles, advirtiendo el trajín de mercaderías, dirigieron sus cañones sobre las naves holandesas. Después que dos naves fuesen alcanzadas de lleno y una bala rasa decapitara a un marinero, los comerciantes no tuvieron otra opción que desembarcar en Emmerich y hacer la ruta por tierra hasta Arnhem.

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El fuerte de Schenk y las principales fortificaciones españolas (Griethausen y el castillo de Bylandt) y holandesas (Tohuis y el Nuevo Schenkenschans).

El 28 de septiembre, junto a Mook (escenario de la famosa victoria de Sancho Dávila en 1574), los croatas de Piccolomini, en número de 2.000, tuvieron la ocasión de vengarse de la caballería holandesa. Se toparon junto al pueblo con 800 caballos holandeses, y los desbarataron por completo. Picados, los croatas fueron persiguiendo a los fugitivos hasta las puertas mismas de Nimega, donde apenas un puñado se salvó. A tales alturas, por la proximidad del invierno, Orange comenzó a retirar parte de sus tropas a sus cuarteles de invierno. Solo una mínima fuerza, capaz de abastecerse con suficiencia, se quedó bloqueando, que no sitiando abiertamente el fuerte Schenk. La moral en el campo holandés era baja. Los españoles habían estrangulado al comercio ribereño: ni un solo barco subía desde Colonia. Además, el fuerte que don Fernando había hecho bastir en Gennep dejaba todas las plazas holandesas sobre el Mosa y hacia el sur cortadas del cuerpo principal de las Provincias Unidas. La única forma en que Orange podía hostigar por entonces a los españoles era tratando de privarlos de suministros. A comienzos de octubre 2 oficiales y 2 marineros de un buque de guerra ribereño con base en Wesel fueron acusados de transportar víveres y municiones a los españoles. Los dos primeros fueron ahorcados, y los otros enviados a galeras.
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Toma de Limburgo y alojamientos invernales

La llegada del frío paralizó las operaciones en torno a Schenk, pero los españoles aprovecharon la situación de debilidad de las provincias rebeldes para reconquistar el ducado de Limburgo, ocupado en 1632 por los holandeses, y que tras la construcción de los fuertes de Stevensweert y Gennep era casi imposible de socorrer. Para ello don Fernando destacó a uno de sus mejores oficiales, el marqués de Lede, que el 5 de octubre partió de Gennep rumbó a Limburgo, la capital del ducado. Lede llegó a su destino el día 16. Si bien solamente llevaba consigo 1.000 infantes, 400 caballos y 2 cañones, pronto recibió refuerzos: 1.000 efectivos de la guarnición de Tréveris al mando del teniente coronel Marcos de San Martín, 1.000 de Luxemburgo, y otros 1.000 de Namur despachados por el barón de Balançon. Lede alojó la infantería en Dalhem, y la caballería en Gulcken y Hevermont. Los defensores, capitaneados por el coronel Enno Ferens, contaban con 500 hombres, mientras que los burgueses, en su mayoría católicos, estaban pacíficamente de parte de los españoles. Ferens pidió socorro a Maastricht, pero bloqueada desde 1632, la plaza apenas pudo despachar un escueto socorro de 100 hombres, que pese a sus enormes esfuerzos (pasaron 3 días con sus noches con las armas en la mano, sin dormir, buscando un hueco por el que escurrirse entre los sitiadores), nada pudieron hacer.

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Limburgo en 1632, grabado anónimo.

El día 21 los hombres de Lede desalojaron a los holandeses de las defensas exteriores. Paciente, el marqués (valiente defensor de Maastricht en el sitio de 1632) hizo bastir una batería de 5 cañones y 2 morteros y pasó hasta 10 días bombardeando las murallas con balas rasas y bombas incendiarias. El 31 abrió brecha y por la noche ordenó un asalto general. Los holandeses fueron barridos, dejando 30 muertos en la brecha y huyendo el resto a la ciudadela. Ferens resistió aún dos días, pero al fin, viendo que su resistencia solo podía terminar en un baño de sangre, decidió rendir la fortaleza. Lede le concedió buenas condiciones. Ferens y sus soldados pudieron abandonar Limburgo con las armas al hombro, tambores batiendo, y sus posesiones personales, siendo convoyados hasta el castillo de Kerpen, un enclave holandés en Juliers. En cuanto a los clérigos calvinistas, Lede les concedió seis meses para poner en orden sus asuntos y desaparecer. Seguidamente, el marqués marchó sobre la villa de Valkenburg (o Fouquemont) y obtuvo su rendición mediante la amenaza de bombardeo. El resto del ducado cayó en sus manos como la fruta madura.

Los alojamientos invernales se hicieron del modo siguiente: por parte holandesa, Orange replegó el grueso de sus fuerzas a Rees, Emmerich y Wesel. Al mando de los que permanecieron bloqueando el fuerte de Schenk dejó a Guillermo de Nassau Hilchenbach (el de Kallo), secundado en la villa de Bislich por el coronel Pinsen van der Aaa y en el fuerte de Spicjk por el coronel Wardembourgh. El príncipe de Orange se retiró a Arnhem para conferenciar con los Estados Generales, dejando en campaña solamente 2.000 caballos a las órdenes de su veterano lugarteniente Staeckenbrouck, con órdenes de mantener a raya a los croatas en el obispado de Lieja. Por parte española, las disposiciones fueron estas: 2.500 hombres quedaron en Schenk al mando del teniente coronel Adolf Enholt, 1.000 en Cleves con Francesco de Toralto, el sargento mayor de Cantelmo, que recibió patente de maestre de campo; y otros 1.500 en Gennep a las órdenes del irlandés Thomas Preston. En Güeldres quedaron de guarnición 6 compañías españolas al mando del barón de Balançon. El ejército de campaña se alojó en los contornos de Diest, excepto varias tropas que transitaron al ducado de Limburgo, donde se alojaron principalmente en Maaseik y Tongres. Las tropas imperiales del conde Piccolomini se distribuyeron entre el obispado de Lieja y el ducado de Juliers. Por aquel entonces el duque de Lerma cayó gravemente enfermo y falleció el 12 de octubre. Fue enterrado junto al marqués de Aytona, muerto semanas antes en Goch.
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Cae el castillo de Bylandt

A comienzos de noviembre, ya en plena estación invernal con fuertes lluvias y hielos en el Rin, el príncipe de Orange logró apoderarse del castillo de Bylandt. El día 15 envió a su furriel general a reconocerlo. Aunque el hombre fue muerto de un mosquetazo antes de enviar ninguna relación, Orange encomendó a Guillermo de Nassau cercar la plaza con varios regimientos. Los defensores, liderados por un oficial húngaro, se defendieron con vigor, obligando a los holandeses a cavar trincheras para protegerse de las descargas de mosquetería. Parte de los sitiadores se acuartelaron al norte, dirigiendo sus aproches hacia dos medias cortaduras. Simultáneamente, Guillermo de Nassau hizo construir en el dique de Schenk una batería de cuatro cañones, cuyo fuego causó graves daños en Bylandt la mañana del 18. La guarnición se rindió poco después. Salieron 130 hombres con las armas al hombro y los tambores batiendo, llevando varios carros con sus mujeres y los heridos. Fueron convoyados hasta Breda. Nassau instaló una guarnición de 3 compañías en las ruinas del castillo y envió sus 4.000 hombres a ocupar diversos reductos y cortaduras en la cercanía. Pese a las inclemencias del tiempo, Orange hizo traer gastadores y comenzó la construcción de dos cuarteles con capacidad para alojar 4.000 efectivos.

El Cardenal Infante, informado del revés, ordenó procesar al capitán húngaro (que fue decapitado) y envió al conde Juan de Nassau a Güeldres para aprovisionar bien el fuerte de cara al invierno y mudar la guarnición. Por esas mismas fechas murió de un mosquetazo Adolf Enholt rechazando un asalto holandés en las trincheras. Su cuerpo fue llevado a Cleves y enterrado con honores. Lo sucedió en el mando del fuerte el borgoñón Gomar de Fourdin. Entre tanto, Orange relevó a los hombres que habían conquistado Bylandt y puso a trabajar en su lugar a las guarniciones de Nimega, Grave y Bergen op Zoom. La insistencia holandesa en el cerco del fuerte tenía consecuencias no siempre deseadas para el gobierno de la Haya: muchas guarniciones apenas tenían fuerzas para poner freno a las correrías españolas. La guarnición española de Breda sorprendió 3 navíos de mercancías entre Dordrecht y Willemstad y se llevó cinco carros cargados de botín. Por otro lado, el Cardenal Infante mandó reforzar las defensas de Griethausen con varias medias lunas e incrementó su guarnición en 700 hombres. Caído Bylandt, la pequeña población era un punto crucial si deseaba aprovisionar Schenk por vía directa. En diciembre el frío y el hielo mantuvieron a unos y otros encerrados en sus alojamientos. No fue hasta marzo cuando el deshielo permitió retomar las operaciones.

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La partida de Schenkenschans... Un grabado anónimo que representa el asedio al fuerte holandés como una partida de dados. Aparecen los obispos de Maguncia y de Colonia, el papa Urbano VIII, el Cardenal Infante Fernando, el rey Felipe IV de España, el príncipe Frederik Hendrik de Orange, el rey Luis XIII de Francia y el cardenal Richelieu. Bajo la mesa gimen los campesinos de Cleves y Juliers, principales damnificados de las operaciones.
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Fin del juego

En el mes de febrero, suspendidas las operaciones, los holandeses trataron de recuperar el fuerte por sorpresa. Para ello sobornaron a un capitán de la guarnición, de nombre Galalon (sospecho que valón o borgoñón), que se encargaba de supervisar las guardias nocturnas. La noche señalada para el golpe de mano holandés, este tal Galalon ocupaba su puesto ordinario. Amparados por la oscuridad los holandeses, que tenían tropas preparadas en el istmo para lanzar un falso ataque por ese flanco, se aproximaron al fuerte rumbo al embarcadero con varias barcas atestadas de soldados. Un centinela detectó uno de los botes, y corrió a informar al Galalon. Este le respondió que no importaba, pero en seguida el centinela descubrió otras dos barcas, y luego otras más. Recelando del capitán, el centinela disparó su mosquete para dar la alarma. Acudiendo otro oficial a ver qué sucedía, descubrió al tal Galalon golpeando al centinela, y sospechando que algo se traía entre manos, lo llamó traidor. Galalon lo mató a puñaladas, pero no pudo impedir el fracaso del ataque. Por la parte del río, los españoles hundieron varias barcas a cañonazos, obligando al resto a retirarse. Por tierra los holandeses ganaron tres reductos, pero Fourdin, que pudo poner en alerta a tiempo a la guarnición, logró rechazarlos finalmente.

El deshielo primaveral provocó, como cada año, un aumento considerable del caudal del Rin. La crecida se llevó por delante muchas fortificaciones de la ribera, tanto españolas como holandesas. Ambos contendientes, despertados del letargo invernal, se aprestaron a reanudar las operaciones. A las órdenes del Cardenal Infante, el conde Juan de Nassau, que gobernaba su caballería, aprestó en Herentals sus tropas para escoltar un gran convoy destinado a abastecer al fuerte, muy necesitado de municiones y víveres tras los duros meses invernales. Al mismo tiempo, el príncipe de Orange hizo frente de banderas en Nimega y partió para Cleves con el objetivo de arrebatar Griethausen a los españoles y poder completar así el bloqueo al fuerte. Juan de Nassau no llegó a tiempo a socorrer Schenk, pues el deshielo había vuelto impracticables los caminos, y los carromatos se atascaban en el fango. Por su parte, Orange reunió 10.000 hombres en los alrededores de Griethausen; 4.000 venidos desde Zutphen y Deventer, y 6.000 desde Rees, Emmerich y Wesel. La guarnición de Griethausen se componía de 400 soldados imperiales bisoños, que no obstante la disparidad de fuerzas lograron rechazar dos asaltos. Al tercero, se retiraron al castillo. Los holandeses saquearon la población. Poco después, los imperiales rindieron la plaza con buenas condiciones. Los atacantes perdieron 60 hombres, entre ellos un sargento de batalla y dos capitanes. Los imperiales sufrieron 36 bajas.

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Óleo sobre lienzo de Gerrit van Santen sobre el asedio en el Rijkmuseum de Amsterdam.

La toma de Griethausen permitió al príncipe de Orange construir una línea de fortificaciones entre el castillo de Bylandt y la propia población que mantendría el fuerte aislado definitivamente del ejército español. Don Fernando, en respuesta, movilizó rápidamente a sus tropas para acudir al socorro antes de que el cinturón defensivo holandés estuviese completado. El 6 de abril el ejército español partió de Tournhout y, pasando por Arendonck, Meyerde y Eindhoven, atravesó el Mosa en Gennep. Su destino era Cleves, donde Piccolomini con las tropas imperiales juntó fuerzas con ellos tras partir de Kalkar. Llegando a la vista del fuerte, dispararon varias salvas de artillería para avisar a Fourdin se su llegada. También Guillermo de Nassau-Hilchenbach supo de su venida. El holandés contaba a la sazón con 12.000 infantes y 3.000 caballos atrincherados. El 8 de abril los católicos acometieron el cuartel de Pinsen van der Aa pero fueron rechazados en las trincheras. Perdida la posibilidad de ganar un cuartel y romper la línea holandesa, don Fernando se retiró a Cleves y celebró un consejo de guerra con sus oficiales. El príncipe Tomás de Saboya juzgó imposible quebrantar las defensas holandesas y abogó por dejar que ganasen el fuerte. Su opinión prevaleció.

El fuerte Schenk estaba sentenciado. Los holandeses lo bloqueaban completamente y arrojaban sobre él, día y noche, una gran cantidad de bombas y granadas. Pese a ello, los defensores todavía ofrecían una gran resistencia. El 17 de abril efectuaron una furiosa salida, matando numerosos enemigos y tomando prisionero un capitán holandés. La lucha en las trincheras del istmo era feroz. Para entonces Fourdin contaba solamente con 600 hombres. El 24 de abril los sitiadores se prepararon para el asalto final, en el que tomarían parte 22 compañías de infantería, varias de ellas embarcadas en chalupas por la parte del río. Fourdin, juzgando imposible rechazar el asalto, pidió parlamentar. El 30 de abril los 600 supervivientes de la guarnición abandonaron Schenk con las armas al hombro, bala en boca, dos cañones y un número indeterminado de carromatos con sus familias y posesiones, y fueron convoyados hasta Geldern. Los enfermos fueron enviados en barcas a Gennep, y poco más tarde entraron en el fuerte los holandeses. Encontraron un montón de ruinas humeantes: todos los edificios estaban arruinados. Tras 9 meses de combates y sufrimiento, al fin el asedio a Schenkenschans había terminado.

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Grabado caricaturesco holandés que muestra al Cardenal Infante agotado tres un viaje de 7 meses a lomos de un toro furioso, que se supone las Provincias Unidas. Lo consuelan Felipe IV, el papa de Roma y el emperador Fernando II.

Los holandeses, pese a las enormes pérdidas humanas y económicas sufridas, celebraron su victoria por todo lo alto. Por otra parte, el Conde-duque de Olivares, que se había mostrado exultante con la conquista del fuerte, lamentó amargamente su perdida y reprendió al Cardenal Infante por no haber socorrido al fuerte a tiempo. Los peores damnificados fueron, curiosamente, los franceses. Mientras que los españoles y los imperiales sufrieron pérdidas moderadas en el cerco, Orange lamentó bajas considerables y sus arcas quedaron casi vacías. Los holandeses no pudieron emprender una nueva campaña hasta 1637. Mientras tanto, españoles e imperiales dirigieron su atención hacia la Francia de Richelieu. Comenzaba el "año de Corbie".
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Urogallo
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Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Urogallo »

Excelente y muy trabajado hilo.
"Adoro Alemania. Por eso me gusta que haya dos" Charles de Gaulle.
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Sir Weymar Horren
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Muchas gracias...

Faltaba la bibliografía:

Sucesos de la campaña de Flandes del año de 1635 en que Francia rompió la paz con España, por D. Jerónimo Mascareñas, en Colección de Libros españoles raros o curiosos. Tomo 14. Madrid: Real Academia de la Historia, 1880.

Cartas de algunos pp. de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la Monarquía entre los años de 1634 y 1648, en Memorial Histórico Español: colección de opúsculos, documentos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Madrid: 1861.

Visscher, Claes Jansz. (II): Nouvelle & parfaicte Carte de Schencken-Schans, avec les nouvelles fortifications, & toutes les Circonstances du siege, d'un & d'autre costé. Amsterdam: 1635.

Aedo y Gallart, Diego: Viage, sucessos y guerras del Infante Cardenal don Fernando de Austria: desde doze de abril de mil seiscientos y treinta y dos que salio de Madrid para la ciudad de Barcelona, hasta veinte y vno de setiembre de mil y seiscientos y treinta y seis. Barcelona: Juan Sapera, 1637.

Commelin, Isaak: Histoire De La Vie & Actes memorables De Frederic Henry de Nassau Prince d'Orange: Enrichie de Figures en taille douce et fidelement translatée du Flamand en Francois: Divisée en Deux Parties. Amsterdam: Judocus Jansson, 1656.
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por FJavier »

Muchas gracias Sir Weymar Horren por este tema, lo he leido con placer.

Hace tiempo leí un libro de Bernardino de Mendoza, Comentarios de don Bernardino de Mendoça de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos : desde el año de 1567 hasta el de 1577, me dejó muy buen sabor de boca y este tema me lo ha recordado. :Bravo :Bravo
La educación es como una erección si la tienes, se nota


Diplomacia es mandar a alguien a hacer puñetas de tal manera que esté deseando emprender el viaje
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Sir Weymar Horren
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Un gran libro, sin duda, como casi todos los que tratan la Guerra de Flandes con material de primera mano, y me alegro de que el tema te haya gustado.
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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jmunrev
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por jmunrev »

Excelente trabajo, muchísimas gracias.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Lutzow »

Coincido con mis compañeros, un magnífico trabajo Sir Weymar...

Saludos.
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Re: Conquista y defensa del fuerte Schenk

Mensaje por Sir Weymar Horren »

Celebro que sea de vuestro agrado. :D
“Me han querido pagar con decir que soy hechicero, y que de noche ando dentro de sus cuarteles en figura de lobo, y esto con tal aprensión, que me dicen que los clérigos de Zaragoza preguntan si es verdad. La curiosidad me pudiera hacer desear otro sitio para ver el papel que me hacían hacer, porque el pasado fue de hereje; éste de brujo, el otro como no sea de puto, estos otros lo harán tolerable” - Gregorio Britto, gobernador de Lleida durante los sitios franceses de 1646 y 1647.
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