Parece mentira, pero hay procesos y hechos históricos que permanecen casi invisibles para la Historia. El otro día, en un texto extraído de las memorias de Champlain, cuando narra una traición que se preparaba contra él en Quebec, comenta que los conjurados iban a entregar la fortaleza "a los españoles o a los vascos". Es decir, considera a los últimos como una entidad con una política propia y diferenciada en el Canadá. Desde luego, me ha resultado curioso (quizá porque acabo de ver la serie Frontier sobre la Compañía de la Bahía de Hudson, serie tan mala y predecible que esto me ha parecido totalmente sorprendente).
Lo cierto es que, hasta que el Tratado de Utrecht cerró el Terranova y Canadá a los navíos vascos, estos tuvieron una importante presencia por la zona. Una presencia ni impulsada ni vetada por la Corte española, que parece que, simplemente, "dejaba hacer" sabiendo que la construcción naval y la multiplicación de tripulaciones entrenadas suponía una gran ventaja cuando estallaba la guerra con otras potencias europeas. En la Edad Media los marinos vascos y cántabros habían entablado guerras y establecido paces al margen de la Corona, pero estamos ya en el XVII. La cuestión es, ¿Champlain exagera o piensa de verdad que los marinos vascos -armadores privados, no funcionan como las todopoderosas compañías monopolísticas del XVIII- iban a ocupar el por entonces pequeño puesto francés de Quebec?
