genal escribió:Hola a todos es la primera vez que comento algo en este foro no sé si es el sitio adecuado ya que me encuentro de poder saber tres preguntas y la verdad no se donde ubicarlas.
Consulta cajón de sastre.
-Una de ellas es de Los Tercios Españoles, En los Tercios españoles, el Tambor Mayor tenía como misión fundamental sustituir la transmisión oral de las órdenes, creo que las ordenes se las daba el Sargento Mayor.En combate ¿junto a quien se situaba?
El tambor mayor formaba parte de la plana mayor del tercio y llevaba jineta con una borla como distintivo. Era el encargado de distribuir las órdenes y también mandaba toda la música del mismo.
Dónde se situaba, exactamente no lo he encontrado, pero posiblemente al lado del maestre de campo y el sargento mayor dada su función de transmisión de las órdenes.
-Otra es sobre el Asedio al Santuario de la Cabeza, la defensa se organizó con cinco Secciones de guardias civiles al mando del Capitán de la Guardia Civil, Manuel Rodríguez Ramírez. En el año 1941 el nombre de dicho Capitán sale relacionado en un Diario Oficial ¿Qué motivos fueron para que saliera relacionado? ¿quizás por ascenso?
Copio y pego de
viewtopic.php?f=7&t=12669&start=60 :
Hay una figura en toda esta historia, que no termino de entender, se trata del Capitán Manuel Rodríguez Ramírez, este era mas antiguo en el empleo que Cortes y sin embargo el segundo en el mando, además después de la guerra fue sometido a consejo de guerra en 1941, según tengo entendido acusado de negligencia por permitir que el mando de la defensa del Santuario la tomase el capitán Cortes siendo este mas moderno que el, también se le acusaba de no haber castigado a un brigada por apropiarse de suministros, ya que el capitán Rodríguez era el jefe de recogida de estos. Tengo entendido que el fiscal pidió 30 años de reclusión, pero el Tribunal se absolvió por las penalidades sufridas en el asedio y no manifestarse nunca contra la causa nacional. Fue forzado a jubilarse, se le negó el ascenso a comandante y entrar en la Orden se San Hermenegildo. Esto dentro de la Guardia Civil es retirarte con deshonor.
-Y esta última, Por Real Orden de 15-11-1879, a los Sargentos Graduados de Oficial, se les eximia de ¿algún armamento? ¿prenda de vestir?
Durante el siglo XIX los sargentos, que eran clases de tropa, usaron como elemento distintivo el sable corto (originalmente usado también por granaderos y cazadores), junto con el fusil y la bayoneta iguales a los de la tropa. Por real orden de 5 de octubre de 1841 este sable fue suprimido para los granaderos y cazadores de infantería, conservándolo sin embargo los sargentos “
como distintivo de mando honor y premio” (“Armas blancas en las FF. AA. Españolas” de Juan L. Calvó). El modelo fue normalizado en 1879 como “
sable para sargentos a pie modelo 1879” (aunque no era muy diferente del modelo de 1818).
Lo que hizo la real orden de 15/11/1879 fue exclusivamente eximir a los sargentos graduados de oficial de llevar la mochila puesta a la espalda, pero su
armamento continuaría siendo el sable, fusil y bayoneta. En esta fotografía de esa época podemos ver a un sargento 2º del Regimiento de Infantería Asia con su fusil Remington, la bayoneta, el sable de sargento y la mochila, incómodo elemento del que estaría exento de cargar si fuera graduado de oficial.
Copio el texto de la real orden:
Sargentos.—Vestuario y equipo.—(Real orden 15 noviembre).—Eximiendo de llevar puesta la mochila á los sargentos graduados de oficial.
Excmo. Sr.:—Aprobando lo propuesto por V. E. á este Ministerio en 5 del pasado, y de acuerdo con lo informado por la Junta Superior Consultiva de Guerra en 25 del mismo, el Rey (q. D. g.) se ha servido disponer que á los sargentos graduados de oficial se les exima de llevar la mochila puesta á la espalda, como los demás individuos de la clase de tropa, en los actos en que éstos lo verifican; quedando, por tanto, de rogada la real orden de 15 de diciembre de 1845.
De real orden lo digo á V. E. para su conocimiento y de más efectos.—Dios guarde á V. E. muchos años.—Madrid 15 de noviembre de 1879.—Campos.—Señor General en Jefe del ejército del Norte.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados