LA GUERRILLA DE EL BRUCH

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

Moderador: Miguel Villalba

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caracalla
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LA GUERRILLA DE EL BRUCH

Mensaje por caracalla »

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Monumento al Tambor del Bruch


Era Manresa, capital de corregimiento desde la entrada en vigor de la Nueva Planta de Felipe V, y contaba en 1808 con una población que no llegaba a las diez mil almas, pero aún así superaba a las de Lérida, Gerona, Tarragona y Vich, ciudades que también encabezaban corregimientos catalanes. La ciudad que se orilla junto al río Cardoner era notable por su pujanza industrial y comercial dedicada principalmente a las manufacturas de la lana, la seda y el algodón. Además de tejidos, se producían en Manresa gran cantidad de clavos en los talleres «clavetaires» y explosivos en los molinos llamados «polvorers», que estaban situados fuera del recinto urbano, pero no lejos de las murallas, en un paraje denominado «Les Obagues». Ésta fue una de las, causas de que los franceses, establecidos en Barcelona, se fijaran en ella.

La situación económica no era buena en aquel momento. Después de varios años de guerra contra los ingleses, con el bloqueo naval que impedía la llegada de materias primas y la exportación de manufacturas y con un gran desbarajuste en los puestos fronterizos, por los que pasaban infinidad de productos franceses, se dejaba, sentir una fuerte crisis en el trabajo y una alarmante disminución del comercio.

Además de los molinos de pólvora, que eran los únicos del Principado, su situación privilegiada en el corazón de Cataluña, muy cerca del camino de Barcelona a Madrid, la convirtió en un lugar estratégico que los franceses deseaban y los manresanos decidieron no ceder, contestando con valientes negativas a todas las órdenes y sugerencias del general francés Duhesnie, interesado en controlar los explosivos y la situación geográfica.

El día 2 de junio de 1808 se recibieron en el Ayuntamiento de Manresa dos cargas de papel sellado. El hecho, corriente en aquella época, no habría sorprendido a nadie si el sello real hubiese sido el de costumbre. Pero en este caso el papel había sido habilitado con una frase sobreañadida que no podía agradar a los manresanos. Bajo el sello antiguo que decía «Carolus IV D. O. Hispaniarum Rex», se había escrito a modo de rectificación: «Valga por el Lugarteniente General del Reyno». ¿Qué lugarteniente era éste? La inscripción se refería a aquel a quien llamaban los franceses «Gran Duque de Berg» que los españoles traducían, jocosamente, como «Gran Troncho de Berzas», y consideraban como un simple mochilero, un vulgar empleadillo de Napoleón.

Indignados, los manresanos, por aquella alteración en el documento oficial se dispusieron a manifestar su disgusto y protesta lo amontonaron todo y prendiéronle fuego en una popular pira, como símbolo y realidad de su condena.

Cuando el último hilillo de humo negro se desvaneció en lo alto y los rescoldos comenzaron. a ser aventados, los patriotas manresanos, dirigidos por Francesc Riera i Balaguer, decidieron ir a ver al gobernador del, corregimiento, don Francisco Codony de Paladella, para pedirle que publicara un bando en donde se manifestara el enojo y disgusto de los manresanos.

Esta repulsa era fruto del gran malestar que se había producido por la entrada de los ejércitos franceses en España y el sometimiento de los catalanes a la autoridad de Napoleón. Todos ellos imaginaban que podrían ser reclutados para ir a combatir «en las lejanas tierras de Rusia y Alemania, al servicio del Emperador». Y nada les horrorizaba tanto como tener que exponer sus vidas para defender la causa de aquel a, quien llamaban «vil y fementido Tifón Malaparte».

Hay que tener en cuenta, por otra parte, el talante conservador de aquella gente. Los manresanos de 1808, influidos por las prédicas que oían casi todos los días en sus iglesias y conventos, no podían aceptar las ideas puestas en circulación por los revolucionarios franceses. Pensaban que era un deber luchar contra aquellos «gérmenes de corrupción» y contra los agentes que los propagaban.

De acuerdo con las demandas de los manresanos, el gobernador, apoyado por las otras autoridades, publicó un habilísimo bando en el que, sin mencionar el papel sellado ni tampoco citar a los franceses, ponía las bases, para un alzamiento en regla.

Deseoso de que las ideas manifestadas por el pueblo en el día de hoy, que son las de sostener sus derechos fundados en las leyes con que félizmente ha vivido bajo la dominación de sus legítimos soberanos..., he proveído: que retirándose todos los vecinos que con este motivo han manifestado tan dignos sentimientos, se tranquilicen y esperen, que ya se irán dictando, cuantas providencias sean necesarias.

No aludía a la quema del papel sellado; pero si a los «legítimos soberanos». Recomendaba calma. pero las providencias anunciadas, que se daban a continuación en el mismo bando, no permitirían mucha paz ni sosiego a los manresanos.

... Que los que quieran alistarse se presenten a los sujetos que hoy mismo eligirán los Comunes, dándose a cada individuo útil que tome las armas cuatro reales-vellón diarios...
...Obedecerán las órdenes que les den las personas destinadas para mandarles, con la mayor puntualidad para que se observe el buen orden, que es el fundamento principal del éxito en las empresas...


Al anochecer de este mismo día 2 de junio, quedó constituida la Junta, una de las primeras que se crearon en Cataluña para oponerse a los franceses. La integraban el gobernador, algunos miembros del Ayuntamiento y los representantes de los gremios, entre los que ocupaba un lugar destacado el canónigo Ramón Montanyal. primer comandante del Somatén manresano. Puede decirse que todas las «fuerzas vivas» de aquella pequeña Manresa de 1808 estaban allí.

Los somatenes no constituían un cuerpo de milicia regular ni están organizados militarmente. Eran paisanos que aportaban voluntariamente sus armas, sus municiones y su valor cuando las circunstancias lo requerían, sin esperar retribución alguna. Su nombre procede seguramente de las palabras catalanas «som atents». que quiere decir «estamos atentos», aunque hay quien busca la etimología en la locución «so metent», es decir. «emitiendo son».

Para castigar la quema del papel sellado y para incautarse de los molinos de pólvora, el generalísimo Duhesme envió a Manresa, desde Barcelona, una columna al mando de Schwartz, al mismo tiempo que ordenaba a otras compañías, al mando de Chabran, dirigirse a Tarragona. Los hombres de Schwartz salieron el 4 de junio de la Ciudad Condal, tomando el camino de Lérida, pero debido a una fuerte lluvia tuvieron que pernoctar en Martorell. Este retraso en el avance de las tropas francesas permitió a los somatenes de Manresa, Igualada y otros pueblos aledaños prepararse para la lucha y situarse en algunos lugares estratégicos, especialmente, en el paso de los Bruchs y en la cima dominada por una casa solariega llamada can Massana, desde donde se iniciaba, a través de difíciles e inclinados vericuetos, el camino de acceso a la ciudad del Cardoner.

El general Schwartz salió de Martorell al amanecer del día 6 sin tomar ninguna, precaución. Pero habiendo pasado su columna las últimas casas del Bruch, se encontró con una lluvia de balas que procedía de los bosques circundantes. Después de unos momentos de desconcierto, los franceses siguieron adelante y al llegar a la parte más alta del camino, es decir, a las inmediaciones de Can Massana. recibieron otro chaparrón de balas. En aquel momento, todas las campanas de las iglesias próximas tocaban a rebato y llegaba un contingente de hombres armados de Sampedor, uno de cuyos miembros (al parecer un joven, luego identificado como Isidro Llusá) aporreaba su pequeño tambor, produciendo un ruido infernal, que el eco del macizo montañoso amplificaba y hacía un tronar con estruendo amenazante para los franceses. Aunque este hecho no fue decisivo para el desarrollo del combate, Sebwartz, que ya había perdido la confianza en sí mismo y que tenía órdenes de evitar el combate, decidió retirarse y dejar para otra ocasión la marcha hacia Manresa.

Sobre el legendario tambor el 29 de noviembre de 1808, el Diario de Manresa, dice que en las Fiestas entre otros actos, hubo un lucido pasacalle en el que se exhibía el tambor de la Congregación de la Virgen de, los Dolores que los somatenes de esta villa llevaban el 6 de junio cuando atacaron a los soberbios vencedores de Marengo en la, famosa batalla de Can Masana y Bruch, el que les causó tal temor y espanto que, apenas lo oyeron, perdieron el timbre de vencedores, pues se entregaron a la más vergonzosa fuga y derrota.

Ocho días después de la retirada de Schwartz, el generalísimo Duhesme ordenó una segunda expedición, pero ésta no al mando de Schwartz, sino dirigida por Chabran, el cual tampoco había tenido mucho éxito en su marcha hacia Tarragona y había regresado a San Feliu de Llobregat. Esta segunda expedición estaba mejor armada y era más numerosa que la primera. Pero, como en la ocasión anterior, también entonces las tropas francesas encontraron una tenaz resistencia que les impidió continuar su camino hacia Manresa, porque los somatenes y voluntarios de esta ciudad y de las localidades próximas, especialmente los de Igualada, a los que comandaba Antonio Franch, así como las cuatro compañías de Lérida que acababan de llegar al mando de don Juan Baget, escribano de aquella ciudad y coronel de su somatén, les volvieron a barrar el paso en los Bruchs y Can Massana, obligándoles a retroceder.

En la intersección entre la carretera general Barcelona-Madrid y la que se dirige a Manresa por Can Massana existe un monumento al «Timbaler» o «Timbalero» (aunque su emplazamiento quizá no corresponde exactamente al lugar donde se dieron los combates), el cual constituye un hermoso recordatorio de la gesta, un símbolo entrañable que conviene respetar.

Ocho días después de la segunda batalla del Bruch, la Junta de Defensa manresana comenzó a publicar un periódico llamado «Diario de Manresa», que es el primero del cual se tiene noticia en aquella ciudad.

A través de este diario y de otras muchas publicaciones de la época, los sociólogos interesados en la evolución de psicología colectiva podrían observar un hecho muy curioso, cómo es el que apenas alejado el enemigo, ya comenzaron a discutirse el puesto que a cada uno correspondía en el mérito de la victoria. Todos se atribuyen la primacía. Nadie quiere ocupar el segundo lugar, el propio «Diario de Manresa» reconoce en su número de 20 de septiembre de 1808 que algunos han llevado a mal que los diferentes escritos que hablan del primer triunfo entre el Bruch y Can Masana lo atribuyan a los manresanos solos, sin hacer la menor mención de los habitantes de otros pueblos que también tienen parte en él.

Pero lo cierto, justo es reconocerlo, que a la hora de la verdad, tanto en él peligro como en la desgracia, Manresa y los corregimientos vecinos actuaron unidos, se ayudaron mutuamente y dieron lecciones de comprensión y solidaridad.

Tres años después de las batallas del Bruch, el 30 de mayo de 1811, invadió Manresa un ejército francés al mando del mariscal Mac Donald. Este ordenó el saqueo y la quema de un extenso sector de la ciudad, quedando el núcleo urbano reducido a la miseria, convertidas calles y plazas en un desierto calcinado. Como muestra de la solidaridad ciudadana, después de aquella desventura la ciudad del Cardoner recibió la ayuda de todo el Principado para su recuperación. Un año después, el 9 de julio de 1812 las Cortes Generales de la nación, establecidas en Cádiz, no vacilaron en dar un testimonio expresivo del aprecio y gratitud que merecían a la Nación la lealtad, valor y heroico patriotismo que tan gloriosamente habían acreditado, desde el principio de la insurrección, los esforzados manresanos.

En el mismo documento se concedía a la, ciudad de Manresa el título de Muy Noble y Muy Leal, que desde entonces ostenta con legítimo orgullo. Un siglo después, Manresa era honrada con otro título, el de Benéfica, concedido en atención a los rápidos y eficaces auxilios que a su vez, prestaron los manresanos a las víctimas de una explosión acaecida en una fábrica de hilados y tejidos de un pueblo vecino.

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Granaderos franceses


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Noviscum Deus
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Mensaje por Noviscum Deus »

Buen artículo :dpm:
Como el sastre se sirve de la aguja para juntar retazos, así usé yo de mi espada para unir provincias separadas. Desde que la razón me despuntó, nada me pareció tan odioso como la fragmentación del imperio. Pregunta a mis fronteras si queda algún lugar en poder enemigo. Te contestarán que no; pero si afirmativamente te dijeran, presto allí llegaría enlorigado, empuñando mi espada. Interroga también a los cráneos de los súbditos rebeldes, que brillan a la luz del sol, esparcidos sobre la llanura como calabazas hendidas, te dirán que los he abatido sin descanso.
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Mensaje por Snorri »

jejeje, en honor a esa gesta militar del sometent catalan, me puse un grabado o dibujo del timbaler del Bruc, en los Episodios Nacionales de Perez Galdós, el autor comenta q el nombre de el supuesto timbaler del Bruc era Luciano Ansió, un adolescente, es casi imposible confirmar este hecho, si alguien lo conociese, estaria bien q lo compartiese con nosotros.Tb en otras paginas encontramos lo siguiente :

Años después, el año 1809, se incorporó además la leyenda del "Timbaler" (El Tamborilero). El historiador Cabanes hablaba del "minyó" (niño) de Santpedor, convertido en "general en xefe". Se habla que este jóven, para algunos autores Isidre Lluçà i Casanoves, nacido en Santpedor el 15 de marzo de 1791 y muerto el 7 de abril de 1809, dirigió la batalla con un tambor como los que se utilizaban en la Cofradías.
El atribuir a un joven la victoria puede corresponder a la glorificación de un combate ganado por las fuerzas populares mal armadas y frágiles, frente a un enemigo poderoso y en teoría superior. La incorporación del tambor y de su sonido, parece una aproximación al sonido de las campanas que llamaban desde los campanarios de diversas poblaciones a "sometent". Cuenta la leyenda que gracias al sonido del tambor, con su eco al rebotar contra las paredes de la montaña de Montserrat, los franceses se retiraron pensándose que un gran ejército los estaba esperando para derrotarlos.
Lo cierto es que las leyendas de las banderas de los Santos Patronos de Manresa (que fueron distinguidas por Alfonso XIII el 1927 con los honores de capitán general por su participación en el "sometent" de las batallas del Bruc) y especialmente la del "Timbaler" del Bruc están plenamente asumidas por la población y son ampliamente conocidas en Cataluña. Así en las localidades del Bruc y de Santpedor se alzan dos monumentos excepcionales a su memoria y cada año se realizan ofrendas florales y institucionales a su memoria.


Realidad o folcklore popular???

saludos
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Rafa.Rodrigo (kappo)
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Re: LA GUERRILLA DE EL BRUCH

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

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Los Somatent (del pintor Martí Alsina).
[...] y 100 millones de ducados [...]
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