En junio de 1940, con los panzer campando a sus anchas por la campiña francesa y el gobierno galo, refugiado en Burdeos, cediendo al derrotismo, el gobierno británico propuso al gobierno francés la fusión de ambos ejecutivos: crear un nuevo Estado uniendo Gran Bretaña y Francia.
Se trató del proyecto político más audaz e imaginativo de toda la Guerra Mundial, considerado precursor de la actual Unión Europea. Sin embargo en muchos libros aparecen interpretaciones erróneas de lo que ocurrió.
A menudo se le ha atribuido a Churchill un protagonismo en el proyecto que realmente no tuvo.
Por ejemplo:
El rescate de la Historia, Rayner y Stapley, Ed. Robin Book, 2007, pág. 35“Su propuesta de unir Gran Bretaña con la Francia de 1940 a punto de ser derrotada tuvo más de patético que de profético.”
J.A. Vaca de Osma, Grandes Generales de la Historia, Espasa, 2005, pág. 279“Parece ser que entonces Churchill tenía la idea de unir a ingleses y franceses en una sola nacionalidad, todos ellos como ciudadanos de una sola nación y aglutinar sus fuerzas contra el enemigo común. Años después, De Gaulle contaba que cuando oyó esta proposición de Churchill creyó que estaba bromeando, que había ingerido demasiado whisky”.
Ambos libros están por completo equivocados, en especial el de Vaca de Osma, que no cita la fuente de la que extrae semejante despropósito: en realidad Churchill no le hizo la propuesta de unión a De gaulle, sino que fue justo al revés: De Gaulle se la propuso a Churchill y tuvo que convencerlo de que era buena idea.
La Historia de la Unión Franco-Británica es esta:
El 14 de junio de 1940, con el Ejército francés prácticamente barrido y el Ejército británico evacuado de Dunkerke, todo el mundo temía que los derrotistas que había en el seno del gobierno francés, capitaneados por Pétain, pidieran el armisticio y abandonaran a la Gran Bretaña. En Londres se reunieron cuatro miembros de ambos gobiernos para encontrar la forma de hacer que Francia continuase luchando contra Hitler en lugar de pedir el armisticio.
A la reunión asistieron:
Lord Halyfax, secretario del Foreign Office
Robert Vansitart, su segundo en el ministerio
Charles Corbin, el embajador francés en Londres
Jean Monnet, presidente del Comité Franco-Británico de compra de armamentos
Pensaron que la forma de hacer que Francia prosiguiera la lucha aunque los alemanes ocuparan todo el territorio continental francés era lograr la fusión de Francia y Gran Bretaña en un solo Estado.
Esa idea, que parecía una utopía irrealizable antes de la guerra, en aquel momento de crisis les pareció la única factible.
Al día siguiente redactaron un borrador de tratado que fuera admisible por ambas partes y acordaron presentársela al general De Gaulle, que era en aquel momento el máximo representante del gobierno francés en Gran Bretaña, para que a su vez se la propusiera a Churchill.
De Gaulle era viceministro de Defensa, y estaba en Londres para convencer a Churchill de que enviase a Francia todas las fuerzas de que dispusiera. Sin embargo De Gaulle sabía que la lucha en la metrópoli era ya desesperada, y que Churchill , que también lo sabía, no iba a dejar desprotegida a Inglaterra enviando efectivos a una batalla perdida. Por eso la propuesta de Monnet y Corbin le pareció la única salida.
El día 16 de junio De Gaulle acudió a Downing Street con la propuesta de Tratado de Fusión de ambas naciones. A Churchill ya le había explicado el proyecto su ministro de Exteriores, Lord Halyfax, pero recibió a De Gaulle dubitativo. Fue necesario que el general francés le convencciera. Cuando Churchill se animó al fin a apoyar la propuesta convocó de inmediato al Gobierno británico en pleno.
Se trataba de un gobierno de unidad nacional, es decir, que estaban representados todos los partidos, como una especie de comité delegado del Parlamento, de manera que el Primer Ministro no estaba por encima jerarquicamente por encima del gabinete, sino que debía consultarlo para tomar una decisión de ese calibre.
El Gobierno Británico permaneció reunido dos horas, deliberando la propuesta de Unión. En ese tiempo De Gaulle telefoneó al Presidente del Gobierno Francés, Paul Reynaud, y le pidió que reuniera al gabinete porque le iba a transmitir una importante propuesta del Gobierno británico.
El acta de la reunión de Downing Street revela que Churchill no creía por completo en la propuesta de unión:
“El primer ministro dijo que su primera reacción había sido la de estar en contra de la idea, pero que en esta grave crisis no debemos permitir que se nos acuse de falta de imaginación. Era necesario realizar algún anuncio espectacular para que los franceses siguieran”.
Es decir, que Churchill veía la propuesta sólo como un gesto espectacular, algo que animara a Francia a continuar en la guerra aun después de que su territorio continental fuera ocupado por Alemania.
En cualquier caso, tras dos horas de debates, Churchill y Lord Halyfax convencieron al resto de ministros de lo necesario de la propuesta, y pidieron a De Gaulle que lo comunicara al gobierno francés.
De inmediato De Gaulle telefoneó a Reynaud para darle la noticia. El presidente francés se mostró encantado. Era un firme partidario de continuar la lucha, y la Unión Franco-Británica le pareció el método perfecto para conseguirlo. Le dijo a De gaulle que él le expondría la idea de inmediato al gabinete de gobierno, reunido al efecto, mientras el general debía volar cuanto antes a Burdeos para llevarles el Tratado por escrito.
Sin embargo Reynaud pasó en las horas siguientes la peor noche de su vida. Si bien él estaba por completo de acuerdo, el resto del gobierno, que era de Unidad Nacional, como el inglés, es decir, que el presidente no estaba jerárquicamente por encima del gabinete, era predominantemente derrotista. Pétain llevaba la voz cantante, y su deseo no era proseguir a lucha, sino pedir a Hitler el armisticio.
Pétain dijo esa noche que la Gran Bretaña sería pronto derrotada por Alemania, y que en esas circunstancias el Tratado de Unión supondría “fusionarse con un cadáver”.
Reynaud se encontró en franca desventaja y el gobierno le pidió no sólo que rechazara la propuesta de unión, sino que solicitara la paz por separado con Alemania.
Reynaud no quiso presidir la rendición y dinitió de su puesto, que esa misma noche ocupó de mil amores Pétain.
Cuando De Gaulle aterrizó el día 17 en Burdeos con el Tratado en la cartera la suerte ya estaba echada: Pétain era presidente, Francia se rendía y la Unión Franco-Británica jamás se produciría.
Al día siguiente, el día 18 de junio de 1940, el general De Gaulle volvía a tomar un avión inglés y se dirigía a Londres para hacer a través de la radio su famoso llamamiento a proseguir la guerra contra el nazismo en nombre de la Francia Libre.
Por tanto el proyecto de Unión Franco-Británica ni fue idea de Churchill ni fue una ocurrencia absurda sin ninguna posibilidad de llevarse a la práctica: fue ideada por cuatro importantes políticos y fue apoyada por el Gobierno británico en pleno y por el presidente del gobierno francés.
Fuentes:
Charles De Gaulle, Memorias de Guerra, la esfera de los libros, 2005
Roy Jenkins, Churchill, Península, 2002