Espionaje nacionalista en la GCE
Publicado: 13 Jun 2007
Los Servicios de Información de la Frontera Nordeste de España (SIFNE)
Los SIFNE eran independientes del mando militar, pero a pesar de ese carácter civil estuvieron inspirados por el general Mola. Nacieron en septiembre de 1936 y permanecieron independientes hasta el 28 de febrero de 1938. En esa fecha fueron absorbidos por el entonces recién creado SIPM.
José Bertrán y Musitú, un ex ministro de Alfonso XIII, del que fue abogado tras la proclamación de la República, dirigía los SIFNE. Su funcionamiento requería una fuerte suma de dinero: el capital que se empleó fue siempre privado y en su mayor parte procedente de sus creadores como el mismo Bertrán y Musitú, o también de Juan March y de Francisco Cambó, quien, según Ricardo de la Cierva, fue el verdadero inspirador de los SIFNE.
Toda la labor de esta red de espionaje de Franco se desarrolló desde fuera de España, donde se encontraban gran parte de la burguesía catalana y otros próceres como fueron: Juan Estelrich, Eugenio d'Ors, Carlos Sentís, José Pla, José Vergés, Miguel Mateu Pla,
Octavio Saltor, Carlos Rafael Marés o el mismo Juan March y, en general, agentes procedentes del antiguo Somatén. Cambó jugaba con la ventaja de las múltiples relaciones establecidas en Cataluña que pudo transformar en una tupida red de información al servicio de Mola y de Franco.
El Cuartel General de los SIFNE se hallaba en el sur de Francia, pero tuvieron que trasladarse a Irún porque el gobierno francés conoció sus actividades y los expulsó. Aun con su denominación, referida a un territorio concreto de España, extendió fundamentalmente sus redes por Cataluña y Aragón, pero también con sus notas informativas cubría el resto de la nación (como Madrid) en labores de espionaje e información militar y política.
Los campos de actuación de estos servicios de información eran la cartografía, las comunicaciones del enemigo, el estudio de la prensa, el control de puertos y fronteras, la información obtenida por los propios agentes, la información de evadidos de la zona republicana, la captación de telegramas de esa misma zona y el puro espionaje o contraespionaje. Además, el Cuartel General de Franco les daba orientaciones sobre cuáles eran las necesidades de información que se precisaban en cada momento.
Eran agentes de los SIFNE los representantes diplomáticos de la España nacional en las naciones donde ésta había sido reconocida y en aquellas donde no lo había sido, el representante oficioso era el agente. Otro grupo de agentes se empleaba en recoger a los evadidos y canalizar sus informaciones y por último, estaban los clásicos espías.
La seguridad aconsejó que los SIFNE se estructuraran en forma radial y así cada agente sólo conocería a su jefe inmediato y éste con los demás jefes convergerían individualmente en el centro de dirección. Los agentes estaban identificados con un número y con una letra que era la inicial de la ciudad en la que residían.
Muestra de la eficacia de los SIFNE es que cuando se produjo su absorción por el SIPM se respetaron sus redes y sus técnicas de trabajo, aunque entonces sería bajo un mando militar único.
El Servicio de Información y Policía Militar (SIPM)
En noviembre de 1937 los nacionales colocan al frente del espionaje al coronel, de Estado Mayor José Ungría Jiménez para coordinar las informaciones del SIM (que a su vez coordinaba las procedentes de las segundas secciones) y de los SIFNE, cada vez más extensos y eficaces. Esto suponía la centralización de los servicios de información. El objetivo de esta medida fue reunir bajo un solo mando todo lo referente al espionaje, el contraespionaje y el orden público (éste especialmente en las zonas de vanguardia).
En las labores de espionaje aprovecharon las redes de los SIFNE y además se mantuvieron los contactos con los grupos quintacolumnistas, como los de Madrid, con los que ya antes Burgos mantenía relación.
El 28 de febrero de 1938 el nuevo servicio pasó a denominarse SIPM y se mantenía al frente al coronel José Ungría. La centralización, que era un hecho desde noviembre anterior, ahora se plasmaba en esta decisión y de forma efectiva el SIM y los SIFNE eran absorbidos por la nueva organización por lo que desaparecían.
Fue en el contraespionaje donde el SIPM tuvo que trabajar más, en la creación de nuevas organizaciones, lo que hay que unirlo a la necesidad del orden público en las zonas de vanguardia, tema en el que se debía partir prácticamente de cero.
Los agentes del SIPM también estaban designados con un número y una letra y, a su vez, se dividían en sectores. Este Servicio llegaría a agrupar a 30.000 hombres (lo que equivale a tres divisiones), tanto movilizados como personal Civil, que incluía a mujeres. El SIPM tenía secciones en cada uno de los ejércitos. La Jefatura del SIPM se hallaba en el Cuartel General del Generalísimo en Burgos. También en su seno a veces actuaba el llamado Servicio de Información Exterior (SIE), que estaba constituido por los agentes del SIPM en el interior de Madrid: estos agentes utilizaban el nombre en clave de Lucero Verde y conformaban una red que funciona a en torno a José Centaño de la Paz, ayudante del mismísimo Casado, y con quien mantuvo contactos en los meses finales de la contienda.
El SIPM, en conexión con la quinta columna madrileña, jugaría un destacado papel en el final de la guerra en la capital de España.
Los SIFNE eran independientes del mando militar, pero a pesar de ese carácter civil estuvieron inspirados por el general Mola. Nacieron en septiembre de 1936 y permanecieron independientes hasta el 28 de febrero de 1938. En esa fecha fueron absorbidos por el entonces recién creado SIPM.
José Bertrán y Musitú, un ex ministro de Alfonso XIII, del que fue abogado tras la proclamación de la República, dirigía los SIFNE. Su funcionamiento requería una fuerte suma de dinero: el capital que se empleó fue siempre privado y en su mayor parte procedente de sus creadores como el mismo Bertrán y Musitú, o también de Juan March y de Francisco Cambó, quien, según Ricardo de la Cierva, fue el verdadero inspirador de los SIFNE.
Toda la labor de esta red de espionaje de Franco se desarrolló desde fuera de España, donde se encontraban gran parte de la burguesía catalana y otros próceres como fueron: Juan Estelrich, Eugenio d'Ors, Carlos Sentís, José Pla, José Vergés, Miguel Mateu Pla,
Octavio Saltor, Carlos Rafael Marés o el mismo Juan March y, en general, agentes procedentes del antiguo Somatén. Cambó jugaba con la ventaja de las múltiples relaciones establecidas en Cataluña que pudo transformar en una tupida red de información al servicio de Mola y de Franco.
El Cuartel General de los SIFNE se hallaba en el sur de Francia, pero tuvieron que trasladarse a Irún porque el gobierno francés conoció sus actividades y los expulsó. Aun con su denominación, referida a un territorio concreto de España, extendió fundamentalmente sus redes por Cataluña y Aragón, pero también con sus notas informativas cubría el resto de la nación (como Madrid) en labores de espionaje e información militar y política.
Los campos de actuación de estos servicios de información eran la cartografía, las comunicaciones del enemigo, el estudio de la prensa, el control de puertos y fronteras, la información obtenida por los propios agentes, la información de evadidos de la zona republicana, la captación de telegramas de esa misma zona y el puro espionaje o contraespionaje. Además, el Cuartel General de Franco les daba orientaciones sobre cuáles eran las necesidades de información que se precisaban en cada momento.
Eran agentes de los SIFNE los representantes diplomáticos de la España nacional en las naciones donde ésta había sido reconocida y en aquellas donde no lo había sido, el representante oficioso era el agente. Otro grupo de agentes se empleaba en recoger a los evadidos y canalizar sus informaciones y por último, estaban los clásicos espías.
La seguridad aconsejó que los SIFNE se estructuraran en forma radial y así cada agente sólo conocería a su jefe inmediato y éste con los demás jefes convergerían individualmente en el centro de dirección. Los agentes estaban identificados con un número y con una letra que era la inicial de la ciudad en la que residían.
Muestra de la eficacia de los SIFNE es que cuando se produjo su absorción por el SIPM se respetaron sus redes y sus técnicas de trabajo, aunque entonces sería bajo un mando militar único.
El Servicio de Información y Policía Militar (SIPM)
En noviembre de 1937 los nacionales colocan al frente del espionaje al coronel, de Estado Mayor José Ungría Jiménez para coordinar las informaciones del SIM (que a su vez coordinaba las procedentes de las segundas secciones) y de los SIFNE, cada vez más extensos y eficaces. Esto suponía la centralización de los servicios de información. El objetivo de esta medida fue reunir bajo un solo mando todo lo referente al espionaje, el contraespionaje y el orden público (éste especialmente en las zonas de vanguardia).
En las labores de espionaje aprovecharon las redes de los SIFNE y además se mantuvieron los contactos con los grupos quintacolumnistas, como los de Madrid, con los que ya antes Burgos mantenía relación.
El 28 de febrero de 1938 el nuevo servicio pasó a denominarse SIPM y se mantenía al frente al coronel José Ungría. La centralización, que era un hecho desde noviembre anterior, ahora se plasmaba en esta decisión y de forma efectiva el SIM y los SIFNE eran absorbidos por la nueva organización por lo que desaparecían.
Fue en el contraespionaje donde el SIPM tuvo que trabajar más, en la creación de nuevas organizaciones, lo que hay que unirlo a la necesidad del orden público en las zonas de vanguardia, tema en el que se debía partir prácticamente de cero.
Los agentes del SIPM también estaban designados con un número y una letra y, a su vez, se dividían en sectores. Este Servicio llegaría a agrupar a 30.000 hombres (lo que equivale a tres divisiones), tanto movilizados como personal Civil, que incluía a mujeres. El SIPM tenía secciones en cada uno de los ejércitos. La Jefatura del SIPM se hallaba en el Cuartel General del Generalísimo en Burgos. También en su seno a veces actuaba el llamado Servicio de Información Exterior (SIE), que estaba constituido por los agentes del SIPM en el interior de Madrid: estos agentes utilizaban el nombre en clave de Lucero Verde y conformaban una red que funciona a en torno a José Centaño de la Paz, ayudante del mismísimo Casado, y con quien mantuvo contactos en los meses finales de la contienda.
El SIPM, en conexión con la quinta columna madrileña, jugaría un destacado papel en el final de la guerra en la capital de España.