Operación Catherine.
Publicado: 14 Feb 2017
Durante la Gran Guerra el siempre inquieto Lord Fisher, promotor de los acorazados tipo dreadnought y de los cruceros de batalla, no se conformaba con el papel fundamental pero pasivo de la Grand Fleet como elemento esencial del bloqueo contra el Imperio Alemán, y desde el inicio del conflicto abogó por su plan para desembarcar un ejército en Pomerania, consiguiendo incluso que se construyesen buques con tal fin (cruceros de batalla clase Renown y Courageous). El plan podría haber terminado fácilmente en un desastre al enfrentarse a una poderosa Kaiserliche Marine que actuaría en casa y resultó finalmente desestimado, pero al iniciarse la Segunda Guerra Mundial una de las primeras disposiciones del flamante y no menos entusiasta Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, fue retomar la idea de una ofensiva naval en el Báltico. En esta ocasión no se trataba de un imposible desembarco en Alemania, sino aprovechar la relativa debilidad de la Kriegsmarine para ubicar una flota en el Báltico que cortase de raíz todas las importaciones navales germanas con los Países Bálticos y la URSS, pero sobre todo para evitar que el mineral de hierro sueco pudiese ser exportado a Alemania.
Con tal fin el 6 de Septiembre de 1939 Churchill se puso en contacto con el Almirante Cork con el fin de estudiar un plan para una ofensiva en el Báltico, y el 26 del mismo mes se presentó un estudio preliminar al respecto. Churchill y Cork estaban de acuerdo en la necesidad de enviar buques acorazados capaces de resistir ataques aéreos y submarinos, y dada la imposibilidad de construirlos se propuso modificar tres clase Revenge. Tanto para superar el problema del escaso calado de las aguas donde debían actuar y minimizar los impactos de torpedos se propuso añadir un doble bulge a los acorazados, que pasarían a tener una manga de 46 metros, viendo mermada su velocidad a unos pobres 12-13 nudos, lo que para el Primer Lord del Almirantazgo no suponía mayor problema, pues los únicos rivales en potencia, la clase Scharnhorst, no obtendrían ninguna ventaja de su velocidad en las confinadas aguas de los Estrechos Daneses, y su artillería de 381 mm daría buena cuenta de ellos, mientras los reforzados clase Revenge no tendrían nada que temer de los cañones de 28 cm que portaban los buques germanos. Se identificó como el mayor peligro los ataques aéreos, por ello se decidió prescindir de las torres B y X con el fin de ahorrar peso, añadiendo en cambio 2.000 toneladas de blindaje horizontal, incrementando entre 100 y 130 mm la protección preexistente. También se potenciaría en todo lo posible el armamento antiaéreo, y Churchill llegó a plantear que un portaaviones formase parte de la Escuadra del Báltico, propuesta que debió dejar boquiabierto a más de un mando del Almirantazgo. Como el área de actuación se suponía plagada de campos minados, la solución de Churchill fue la construcción de barcos especiales con la proa reforzada y la tripulación ubicada en la popa, que de este modo irían abriendo camino al resto de la flota. El Almirante Cork, que estaría a mando de la Operación, solicitó que la ventaja respecto a la Kriegsmarine fuese de al menos un 30%, por lo que además de los tres acorazados “tortuga” la Escuadra estaría formada por tres cruceros pesados, dos ligeros, dos flotillas de destructores, una de submarinos y abundantes buques auxiliares, entre los que se encontrarían petroleros y barcos-taller.
Esquema de un clase Revenge reconstruido según el proyecto de Churchill.
La idea era interrumpir totalmente la navegación alemana en el Báltico, lo que conllevaría según los planes a que Suecia entrase en guerra como aliado o al menos se viese obligada a ceder una base para la flota. En caso contrario esta tendría que regresar a Gran Bretaña transcurridos tres meses, pues ese era el tiempo establecido en lo respectivo a la duración del combustible. Churchill ordenó en Octubre dar prioridad a la construcción de los medios necesarios para la Operación Catherine, con la idea de llevarla a cabo en Primavera, cuando los Estrechos no estuviesen helados, pero varios departamentos del Almirantazgo se opusieron al mismo, encabezados por el Primer Lord del Mar, Almirante Dudley Pound. Se argumentaba que para llevarla a cabo había que reforzar las medidas antiaéreas, asegurarse de la neutralidad de Japón y la URSS, así como la colaboración de Noruega y Suecia antes de que se iniciara. Asimismo se argumentaba que los clase Revenge, aunque obsoletos, eran buques necesarios para la escolta de convoyes en caso de que buques alemanes se internasen en aguas atlánticas, pero Churchill contra argumentó que la presencia de la Flota del Báltico impediría que ningún barco alemán pudiese salir de este Mar, lo que reduciría el peligro para los buques capitales más modernos y valiosos. Finalmente fueron las propias limitaciones de los astilleros británicos los que dieron al traste con la Operación, por una parte por la mano de obra necesaria para construir una gran cantidad de buques de escolta para los convoyes, por otra porque al mismo tiempo que Churchill emitía instrucciones para la transformación de los clase Revenge en “buques tortuga”, también lo hacía para acelerar la terminación de los clase King George V, únicos que podrían enfrentarse a los Bismark cuando estos fuesen comisionados, y los departamentos administrativos del Almirantazgo se las ingeniaron para dar prioridad en los materiales a la construcción de los nuevos acorazados, quedando en suspenso la reforma de los Revenge, lo que finalmente conllevó a la cancelación de todo el plan.
Hoy sabemos que la superioridad de la aviación sobre buques acorazados durante la WWII es evidente, pero en 1939 no era un hecho probado. No recuerdo dónde leí que por entonces la Luftwaffe no disponía de aviones torpederos y que las mayores bombas aéreas eran de 500 kilos, seguramente insuficientes para poder atravesar la cubierta blindada planeada por el Primer Lord del Almirantazgo, pero que sin duda causarían muchas bajas y daños en las superestructuras, y por otra parte está por ver si el sobredimensionado bulge sería capaz de resistir el impacto de varios torpedos submarinos. En cualquier caso casi daba lo mismo si los “buques tortuga” conseguían ser hundidos o no, porque desde el momento en que los petroleros que acompañaban a la Flota fuesen echados a pique, ya sea por medio de aviones o submarinos, esta no podría permanecer mucho tiempo en la mar y debería retirarse. Todo el plan suena a locura, pero incluso después de la guerra Churchill lamentaba que no se hubiese llevado a cabo, incluso defendiendo que este tipo de buque presuntamente invulnerable hubiese resultado muy útil en el Mediterráneo. Mi opinión es que Churchill, como estratega naval procedente de la Gran Guerra, estaba un tanto obsesionado con los acorazados, y que tuvo suerte de estar rodeado de colaboradores militares capaces de frenar sus fantasías…
Fuentes:
"Schlachtkreuzer" - Carlos Ruiz
http://www.webatomics.com/jason/catherine.html
http://codenames.info/operation/catherine/
https://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Catherine
Con tal fin el 6 de Septiembre de 1939 Churchill se puso en contacto con el Almirante Cork con el fin de estudiar un plan para una ofensiva en el Báltico, y el 26 del mismo mes se presentó un estudio preliminar al respecto. Churchill y Cork estaban de acuerdo en la necesidad de enviar buques acorazados capaces de resistir ataques aéreos y submarinos, y dada la imposibilidad de construirlos se propuso modificar tres clase Revenge. Tanto para superar el problema del escaso calado de las aguas donde debían actuar y minimizar los impactos de torpedos se propuso añadir un doble bulge a los acorazados, que pasarían a tener una manga de 46 metros, viendo mermada su velocidad a unos pobres 12-13 nudos, lo que para el Primer Lord del Almirantazgo no suponía mayor problema, pues los únicos rivales en potencia, la clase Scharnhorst, no obtendrían ninguna ventaja de su velocidad en las confinadas aguas de los Estrechos Daneses, y su artillería de 381 mm daría buena cuenta de ellos, mientras los reforzados clase Revenge no tendrían nada que temer de los cañones de 28 cm que portaban los buques germanos. Se identificó como el mayor peligro los ataques aéreos, por ello se decidió prescindir de las torres B y X con el fin de ahorrar peso, añadiendo en cambio 2.000 toneladas de blindaje horizontal, incrementando entre 100 y 130 mm la protección preexistente. También se potenciaría en todo lo posible el armamento antiaéreo, y Churchill llegó a plantear que un portaaviones formase parte de la Escuadra del Báltico, propuesta que debió dejar boquiabierto a más de un mando del Almirantazgo. Como el área de actuación se suponía plagada de campos minados, la solución de Churchill fue la construcción de barcos especiales con la proa reforzada y la tripulación ubicada en la popa, que de este modo irían abriendo camino al resto de la flota. El Almirante Cork, que estaría a mando de la Operación, solicitó que la ventaja respecto a la Kriegsmarine fuese de al menos un 30%, por lo que además de los tres acorazados “tortuga” la Escuadra estaría formada por tres cruceros pesados, dos ligeros, dos flotillas de destructores, una de submarinos y abundantes buques auxiliares, entre los que se encontrarían petroleros y barcos-taller.
Esquema de un clase Revenge reconstruido según el proyecto de Churchill.
La idea era interrumpir totalmente la navegación alemana en el Báltico, lo que conllevaría según los planes a que Suecia entrase en guerra como aliado o al menos se viese obligada a ceder una base para la flota. En caso contrario esta tendría que regresar a Gran Bretaña transcurridos tres meses, pues ese era el tiempo establecido en lo respectivo a la duración del combustible. Churchill ordenó en Octubre dar prioridad a la construcción de los medios necesarios para la Operación Catherine, con la idea de llevarla a cabo en Primavera, cuando los Estrechos no estuviesen helados, pero varios departamentos del Almirantazgo se opusieron al mismo, encabezados por el Primer Lord del Mar, Almirante Dudley Pound. Se argumentaba que para llevarla a cabo había que reforzar las medidas antiaéreas, asegurarse de la neutralidad de Japón y la URSS, así como la colaboración de Noruega y Suecia antes de que se iniciara. Asimismo se argumentaba que los clase Revenge, aunque obsoletos, eran buques necesarios para la escolta de convoyes en caso de que buques alemanes se internasen en aguas atlánticas, pero Churchill contra argumentó que la presencia de la Flota del Báltico impediría que ningún barco alemán pudiese salir de este Mar, lo que reduciría el peligro para los buques capitales más modernos y valiosos. Finalmente fueron las propias limitaciones de los astilleros británicos los que dieron al traste con la Operación, por una parte por la mano de obra necesaria para construir una gran cantidad de buques de escolta para los convoyes, por otra porque al mismo tiempo que Churchill emitía instrucciones para la transformación de los clase Revenge en “buques tortuga”, también lo hacía para acelerar la terminación de los clase King George V, únicos que podrían enfrentarse a los Bismark cuando estos fuesen comisionados, y los departamentos administrativos del Almirantazgo se las ingeniaron para dar prioridad en los materiales a la construcción de los nuevos acorazados, quedando en suspenso la reforma de los Revenge, lo que finalmente conllevó a la cancelación de todo el plan.
Hoy sabemos que la superioridad de la aviación sobre buques acorazados durante la WWII es evidente, pero en 1939 no era un hecho probado. No recuerdo dónde leí que por entonces la Luftwaffe no disponía de aviones torpederos y que las mayores bombas aéreas eran de 500 kilos, seguramente insuficientes para poder atravesar la cubierta blindada planeada por el Primer Lord del Almirantazgo, pero que sin duda causarían muchas bajas y daños en las superestructuras, y por otra parte está por ver si el sobredimensionado bulge sería capaz de resistir el impacto de varios torpedos submarinos. En cualquier caso casi daba lo mismo si los “buques tortuga” conseguían ser hundidos o no, porque desde el momento en que los petroleros que acompañaban a la Flota fuesen echados a pique, ya sea por medio de aviones o submarinos, esta no podría permanecer mucho tiempo en la mar y debería retirarse. Todo el plan suena a locura, pero incluso después de la guerra Churchill lamentaba que no se hubiese llevado a cabo, incluso defendiendo que este tipo de buque presuntamente invulnerable hubiese resultado muy útil en el Mediterráneo. Mi opinión es que Churchill, como estratega naval procedente de la Gran Guerra, estaba un tanto obsesionado con los acorazados, y que tuvo suerte de estar rodeado de colaboradores militares capaces de frenar sus fantasías…
Fuentes:
"Schlachtkreuzer" - Carlos Ruiz
http://www.webatomics.com/jason/catherine.html
http://codenames.info/operation/catherine/
https://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Catherine