un relato que me hizo reir bastante cuando lo lei por primera vez.
De "One of our submarines", Edward Young, Wordsworth Military Library.
En el momento de ésta historia Young era Numero Uno del HMS Saracen, por entonces operando en el Mediterraneo.
La traduccion es mia (el libro está en ingles), asi que si algo suena "raro", ya sabeis a quien teneis q echarle la culpa
""Dijimos adios a Malta a inicios de Diciembre. En una noche neblinosa de luna llena poco antes de Navidad, dirigiendonos a Argel tras una patrulla sin novedad, nos encontramos para nuestra sorpresa siguiendo a dos millas a otro submarino tambien dirigiendose al Oeste. Justo cuando habiamos identificado al desconocido a traves de nuestros binoculares como un submarino italiano, comenzó a hacernos una larga serie de señales luminosas totalmente ininteligibles.
Lumby, pensando rapido, y esperando engañar al enemigo haciendole pensar que eramos amigos, llamó al señalizador al puente y le ordeno contestar con una serie de rapidas señales sin sentido alguno.
El italiano quedo sorprendido pero no queria dar impresion de incompetencia, de modo que comenzó su señal de nuevo. Le interrumpimos con el nombre de un submarino italiano elegido al azar, lo que hizo que parara inmediatamente de hacernos señales.
"Llamele de nuevo", dijo Lumby.
"Que debo decirle, señor?"
"lo primero que le venga a la cabeza"
"si, señor"
Entreví una sarcástica sonrisa en la cara del señalizador mientras dirigia su lampara Aldis hacia el enemigo, y pronto, oyendo la serie de clicks producidos al apretar el interruptor de la lampara, me di cuenta de que estaba recorriendo un remarcablemente detallado vocabulario de obscenidades. En la guerra moderna, no se le da a menudo la opcion a un hombre de decir exactamente lo que piensa de su enemigo a su cara, pero este marinero ciertamente aprovechó su oportunidad.
La situacion era ahora tan grotesca que todos en el puente estabamos temblando de risa contenida. El italiano comenzó a hacernos señales de nuevo, y a traves de nuestros binoculares pudimos ver que estaba cambiando el rumbo hacia nosotros.
"Todos abajo!" dijo Lumby en seguida "Voy a sumergirme y a intentarlo con el".
Descendimos rapidamente del puente mientras las valvulas principales se abrian, y en poco mas de medio minuto estabamos sumergidos y deseando que el enemigo no se hubiera dado cuenta de ello. En la suavemente iluminada sala de control nos situamos en estaciones de inmersion. El capitan buscó en la dirección del enemigo a traves del periscopio, pero debido a la pérdida de luz producida por las muchas lentes del mismo, pasaron dos minutos antes de que pudiera distinguir la leve silueta del objetivo.
El Italiano se aproximó exasperantemente lento, sin duda sorprendidos por nuestra subita desaparicion. Entonces, a menos de 10 grados para el ángulo de fuego que le habíamos calculado, Lumby le perdió de vista; y a pesar de una serie de metodicas busquedas por periscopio e hidrófono fuimos incapaces de detectarle de nuevo. Nuestra pretendida victima finalmente habia vuelto a la sensatez y se habia sumergido. Una lástima: de haberle hundido ésta sería una de las mejores historias de submarino de la guerra.""
Un saludo.