La ciudad de Segeda, foco de la revuelta celtíbera que desembocaría en la guerra de Numancia, se corresponde con la actual Segovia. El historiador Apiano comete un grave error al datar la implicación de Numancia en estas contiendas en el año 153 antes de Cristo. Tal suceso no se produjo en realidad sino en el 142 antes de Cristo, tras caer el cónsul Cecilio Metelo por sorpresa sobre Segovia. Es entonces y no antes cuando Rectugenos, casi con toda seguridad el hijo de Caro, promotor este otro del anterior levantamiento, se repliega hacia el Alto Duero.
La versión correcta de los hechos la cuenta el historiador Floro, si bien de un modo mucho más sucinto: la guerra dura once años, Numancia, que hasta entonces se había abstenido de intervenir, se involucra a consecuencia del asilo que presta a los segidenses, y el primer general que se dirige contra ella es Quinto Pompeyo. Floro, eso sí, a diferencia de Apiano, se centra únicamente en la guerra de Numancia propiamente dicha. Omite los acontecimientos previos o, al menos, no los relaciona con ella. En cualquier caso, el relato de este último concuerda mucho mejor con el resto de fuentes.
El orden cronológico
- “Retorna ahora nuestra historia a la guerra de vacceos y numantinos, a los que Viriato había incitado a la revuelta. Cecilio Metelo fue enviado desde Roma contra ellos con un ejército más numeroso y sometió a los vacceos, cayendo sobre ellos con sobrecogedora rapidez, mientras estaban entregados a las faenas de la recolección. Sin embargo, todavía le quedaban Termancia y Numancia.”
Apiano.
¿Cómo consigue Viriato que se rebelen?
- “Los segovienses, habiéndoles sido devueltos por Viriato los hijos y las esposas, prefirieron contemplar el suplicio de sus rehenes antes que ser infieles a los romanos.”
Ps. Frontino, 4, 5, 22.
Hay que suponer que el incidente se produce tras la toma de Córdoba, dónde Claudio Marcelo habría recluido a los rehenes de la guerra anterior, pero, con todo, este fragmento incurre en una contradicción. ¿Si ya obraban en su poder, cómo es que fueron torturados? El enigma lo resuelve Valerio Máximo.
- “Luchando Quinto Metelo contra los celtíberos puso cerco a la ciudad de Centóbriga: aprestadas las máquinas junto a la única parte del muro que podía ser destruida, parecía ya a punto de derrocarla, cuando pospuso la próxima victoria a la humanidad. Pues habiendo expuesto los centobrigenses a los golpes de la catapulta a los hijos de Retógenes, que se había pasado a Metelo, para que no perecieran de cruel muerte a la vista del padre, levantó el asedio, a pesar de que Retógenes protestaba de que no debía ser él el obstáculo para consumar el asalto, aunque debiese hacerse con la destrucción de su linaje. Y con esta tan clemente conducta, si dejó de tomar las murallas de una ciudad, se captó en cambio la voluntad de todos los celtíberos, e hizo que no necesitase de muchos asedios para reducirlos al dominio del pueblo romano.”
Valerio Máximo, 5, 1, 5.
De aquí se extraen un par de conclusiones: los centobrigenses son los mismos que aquellos otros a los que el fragmento anterior se refiere como segovienses, y la familia del tal Rectúgenos, hijos y esposa, también segovienses, se incluían entre los rehenes entregados a los romanos en una pasada contienda. ¿Cómo concluye esta historia? ¿Se salvó Centóbriga? ¿Volvió a cambiar de bando?
- “Aquel Metelo que había merecido su sobrenombre por su actuación en Macedonia, también habría merecido que se le diera el de Celtibérico al haber capturado Contrebia en memorable actuación y respetado, con mayor gloria todavía, Nertóbriga.”
Floro, campañas de España.
Evidentemente, hay una confusión con los nombres. Floro llama Nertóbriga a la ciudad que Metelo desiste de asaltar, un acto piadoso por el cual además, y en eso también coincide con Valerio Máximo, se granjearía las simpatías de los celtíberos. Ahora, no obstante, surge una nueva población, Contrebia.
- “Es digna de memoria también la táctica de Quinto Metelo. Hacía éste la guerra en España contra los celtíberos en calidad de procónsul, y no pudiendo tomar por la fuerza a Contrebia, capital de este pueblo, después de largas y secretas meditaciones consigo mismo, encontró el procedimiento que debía llevarle al éxito deseado. Se puso en camino con gran empuje, dirigiéndose ahora aquí, ahora allí; se establecía en estos montes, poco después se trasladaba a aquellos, sin que en todo este tiempo ni los suyos ni los enemigos conociesen la causa de esta inopinada y súbita fluctuación; una vez que le preguntó un íntimo amigo suyo por qué seguía este género disperso e incierto de campaña, le contestó: “desiste de preguntar esto, pues si me enterase de que mi túnica interior conocía mi propósito, mandaría al instante quemarla.” ¿A dónde, pues, tendía esta disimulación, cuál era su fin? Cuando hubo confundido en ignorancia a su ejército, y en falsas suposiciones a toda la Celtiberia, una vez que se había puesto en marcha con otro rumbo, torció de repente hacia Contrebia, y, descuidada y atónita, la tomó.”
Valerio Máximo, 7, 4, 5.
La conquista de Contrebia, la capital de los celtíberos, se produce tras una tentativa fracasada. Tras abandonar el sitio y despistar a los enemigos, Quinto Metelo cae finalmente sobre ella por sorpresa. Recapitulemos.
- “Retorna ahora nuestra historia a la guerra de arévacos y numantinos, a los que Viriato había incitado a la revuelta. Cecilio Metelo fue enviado desde Roma contra ellos con un ejército más numeroso y sometió a los arévacos, cayendo sobre ellos con sobrecogedora rapidez, mientras estaban entregados a las faenas de la recolección. Sin embargo, todavía le quedaban Termancia y Numancia.”
Apiano.
…Cayendo sobre ellos con sobrecogedora rapidez, mientras estaban entregados a las faenas de la recolección.
Se podría pensar que Contrebia no es la misma ciudad que Centóbriga, que Retógenes hace entrar en razón a sus paisanos y que todo concluye con el clásico “fueron felices y comieron perdices”, gracias, por supuesto, a la compasión del cónsul, pero existen razones fundadas para dudarlo.
- “Pero Retogenes, un numantino apodado Caraunio, el más valiente de su pueblo, después de convencer a cinco amigos, cruzó sin ser descubierto, en una noche de nieve, el espacio que mediaba entre ambos ejércitos en compañía de otros tantos sirvientes y caballos.”
Apiano.
Numantino por adopción, habría que especificar, pero conviene más prestar atención a los otros dos epítetos. Caraunio tiene todas las pintas de un patronímico. ¿Acaso hijo de Caro?
- “Los segedanos, cuando supieron de su próxima llegada, sin dar remate ya a la construcción de la muralla, huyeron hacia los arévacos con sus hijos y sus mujeres y les suplicaron que los acogieran. Éstos lo hicieron así y eligieron como general a un segedano llamado Caro, que era tenido por hombre belicoso.”
Apiano.
Y el otro, “El más valiente de su pueblo”. ¿Un título?
- “Difícilmente, si se me permite confesarlo, se podría hallar causa más injusta para una guerra. Habían acogido a los segidenses, aliados y parientes suyos, fugitivos de las manos de los romanos. De nada sirvió su intercesión. Pese a que se habían mantenido lejos de toda participación de los enfrentamientos, recibieron la orden de deponer las armas como precio para un compromiso oficial. Esto fue recibido por los bárbaros como si se les amputasen las manos. En consecuencia, se aprestaron inmediatamente a la guerra a las órdenes del valerosísimo Megarábico.”
Floro, guerra numantina.
“El valerosísimo Megarábico”: ¿”El más grande de los arévacos”?