Navis longa: la galera de guerra romana.

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Flavius Stilicho
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Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

1. Conceptos generales.
“Navis longa” (plural: "naves longae") es el término genérico que solían usar los romanos para hablar de una nave de guerra rémica; en contraposición a las naves “redondas” mercantes o simplemente frente a aquellas naves a remo que no tenían el característico casco alargado y estrecho de un navío de guerra. En general el término común para una nave mercante era “navis oneraria”, mientras que una “navis actuaria” era normalmente una galera de carga/transporte de tropas.

Aunque portaban velas para su uso en condiciones favorables, la propulsión de una galera residía en sus remos alineados en cada amura y propulsados por remeros. Si se quería mayor velocidad, aparte de diseñar un casco que presente una menor resistencia al movimiento, estaba la solución obvia de incrementar la “potencia motriz”.
La primera opción era incrementar la eslora de la nave para que pueda acoger más remos por amura (con su correspondiente remero). Incrementar la eslora mas allá de cierto punto, ponía en peligro la integridad estructural del casco cuando este se ve sometido en el mar a los esfuerzos de arrufo y quebranto, que llevarían a la galera a partirse por el centro.


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Demostración de los esfuerzos de quebranto y arrufo sobre una galera (gráfico para la Aventura de la Historia)


Una segunda solución era incrementar el número de remeros por bancada. Lo mas sencillo es poner a varios remeros a propulsar el mismo remo pero hay que tener en cuenta que el incremento en potencia no es proporcional al número de remeros. Una alternativa es el sistema medieval de remo “alla sensile” por el que varios remeros se sentaban en una misma bancada usando cada uno su propio remo (de longitudes diferentes); pero no hay indicios de que dicho sistema se diera en la antigüedad.
En cualquier caso aumentar la bancada, suponía aumentar la manga de la nave alterando la relación eslora/manga y por tanto presentando el casco una mayor resistencia al avance en el agua. Esto nos lleva a la solución de que en vez de añadir remeros a lo ancho, los añadamos a lo alto; es decir colocar remeros a diferentes alturas, cada uno manejando su propio remo.
En principio era eficiente tener galeras de hasta 3 órdenes/niveles de remos. A la hora de colocar a los remeros había que tener en cuenta que lo ideal era colocarlos lo más bajo posible de tal manera que el centro de gravedad de la galera permanezca bajo. También aquí se tenía que tener en cuenta que para bogar de manera eficiente el ángulo con el que el remo entraba en el mar debía ser lo menor posible.


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Visión antigua de las galeras clásicas. Como vemos los ilustradores de otras épocas pensaban que construir galeras de mayor orden implicaba simplemente tanto alargar la nave como añadir niveles de remos y amontonar remeros, sin preocuparse mucho de si eso era o no factible/práctico.


A la hora de clasificar los navíos nos encontramos con algunos problemas por los términos usados por los cronistas antiguos, a lo que se añade que algunos utilizaban términos latinos y otros griegos; sin contar con los posibles errores introducidos por los copistas medievales al copiar términos que no sabían a que correspondían. Además con el paso del tiempo se puede dar la situación de que una misma denominación ya no indique el mismo tipo de nave que en algún siglo anterior o viceversa que un mismo modelo de nave cambie de nombre debido a los usos de la época.
En general, las naves inferiores al trirreme eran nombradas de varias formas y venían en muy distintos tipos y formas. Y de hecho no era raro que un modelo de nave viniera en dos versiones, una con un único nivel de remos (monorreme/monocrota) y otra con dos (birreme/dicrota).
Al llegar al trirreme (triremis/trieres) empezaba un nuevo tipo de clasificación. Las galeras a partir de este orden se debían considerar lo suficientemente “normalizadas” como para distinguirlas únicamente según el orden: 3 – trieres, 4 – tetreres, 5 – penteres, 6 – hexeres, y así hasta 40 – tessarakonteres. Aunque las denominaciones griegas eran en teoría también oficiales en Roma, en la práctica los términos se latinizaron como triremis, quadriremis, quinqueremis...
En su día los términos generaron bastante confusión pero hoy se acepta que el numeral de orden no se refiere al número de niveles de remos sino al número de remeros (o bancos individuales).


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Diversas combinaciones en cuanto a remeros y a remos a varios niveles. Hay que considerarlo simplemente un esquema simplificado, en el que no quedan reflejadas todas las opciones y no se reflejan las posiciones relativas de los remeros ni la anchura (manga) necesaria en cada navío para acoger la combinación señalada.


Aunque la velocidad y la maniobrabilidad eran importantes en combate -sobre todo si se querían utilizar las tácticas clásicas de combate con espolón-, llegó un momento en que los diseñadores antiguos pasaron a prestar atención a otro aspecto de las galeras como arma de combate: el combate al abordaje. Un primer paso era pasar de usar galeras afractas (sin cubierta) a catafractas (con cubierta), con el consiguiente aumento en el peso.
Si se querían llevar más “infantes de marina” a bordo se necesitaba más espacio, espacio que se ganaba sobre todo si se aumentaba un poco mas la manga a costa de una peor relación eslora/manga. Aumentar la manga también permitía naves mas estables y mejores plataformas “artilleras”. Los grandes polirremes se podían permitir instalar torres para arqueros y piezas ligeras de artillería de torsión; con las que diezmar a los remeros e infantes enemigos; dejando a la galera enemiga parcialmente incapacitada y vulnerable a un asalto al abordaje.
Así pues hubo un movimiento en busca de galeras más grandes (polirremes), que necesitaban más remeros para mantener un mínimo de velocidad aceptable.


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El harpax de Agripa, un arma diseñada para enganchar a la galera enemiga y facilitar el abordaje, y que se dispararía desde alguna pieza de artillería de a bordo.


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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Lutzow »

Me preguntaba por donde andabas Flavius, me alegra comprobar que trabajando en otro interesante artículo... :D

Saludos.

P.S. ¿Cuándo empiezan las batallitas? :)
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Me temo que la cosa no va de describir batallas; simplemente es ir exponiendo los principales modelos de naves usados por los romanos a lo largo de la historia.
Aclarado el asunto, y dado que supongo que Lutzow se retirará decepcionado del hilo :-p~ ; espero que haya gente que le interese y que pueda ir aportando cosas según vaya progresando el hilo.
Saludos.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2. Época republicana.
2.1 “Naves minoris formae” (naves menores/ligeras).

2.1.1 Cónteras.
Los romanos ya tendrían experiencia naval como parte de su época etrusca, pero tenemos que remitirnos a 394 a.C. para hallar la 1ª mención a una nave de guerra romana: el Senado de Roma despachó una a Delfos con una ofrenda y la nave fue detenida en Lipari bajo la sospecha de tratarse de una nave pirata. Sospecha que no sería del todo infundada cuando en el 348 el tratado Cartago-Roma contiene clausulas para evitar la piratería romana sobre las rutas comerciales cartaginesas.
Si todavía no tenían escuadra como tal, la captura en el 338 de Anzio parece haber producido un notable botín en forma de naves de guerra: algunas de ellas trasladadas a un astillero romano y otras quemadas y sus proas (rostra) usadas como adorno del Foro.
No sabemos que tipos de naves tenían los romanos en esa época, pero es improbable que tuvieran grandes naves (caras de mantener y tripular). Lo mas probable es que como potencia naval de menor entidad se limitaran a versiones de las tradicionales pero todavía vigentes triacónteras (30 remos) y pentecónteras (50 remos). Ambas podían presentarse tanto en versión monorreme/monocrota como en forma de birreme/dicrota.
En el caso de la pentecóntera es mas probable que apareciera en versión dicrota. La pentecóntera monocrota con sus 25 remos por amura, apuraba bastante la longitud que se podía conseguir de forma segura para un casco relativamente sencillo y alargado. En cambio al colocar a los 50 remeros en dos alturas se conseguía una nave de menor eslora con sólo un incremento marginal de la manga; a la vez aumentaba la altura de la borda lo que era útil a la hora del combate con proyectiles. La pentécontera dicrota era algo mas ligera que la monocrota, pudiendo girar y acelerar mucho más rápido.
Una pentécontera dicrota podría rondar las 16 toneladas y tal vez hasta 22 metros de eslora (en la línea de flotación). A su tripulación de 50 remeros, podemos añadir 10-20 tripulantes más: 2-4 oficiales, 4-6 marineros y 6-10 “infantes de marina”. Aquellas pentecónteras más pensadas para el combate, irían dotadas de cubierta (catafractas) y espolón. En caso de combate, hay que tener en cuenta que los remeros romanos no eran esclavos, por lo que en último extremo se podían añadir a la lucha aunque no fueran combatientes especializados; algo útil sobre todo en caso de una incursión a tierra (p.e. para un saqueo).

Al producirse una expansión de la armada romana en el siglo III, las pentecónteras serían relegadas como naves de combate principales, probablemente ya ni se la incluía al hablar de naves longae; pero siempre era útil contar con naves sencillas y baratas como las cónteras para misiones auxiliares como: exploración (naves exploratoriae), “recogida de inteligencia” (naves speculatoriae), enlace y despacho, o patrullaje. En dichas funciones acabarían siendo relegadas por modelos basados en el lembos.


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Reconstrucción (navistory.com) de una triacóntera griega (de 32 remos en vez de 30).


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Reconstrucción (navistory.com) de una pentecóntera romana en versión monocrota (de 52 remos en vez de 50). La tienda/refugio a popa es típica de la representación de las naves romanas.


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Reconstrucción de una pentecóntera dicrota griega.


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Comparación (J. Coates) entre los dos tipos de pentecóntera.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Poliorcetos »

Mi interés es muy alto, tanto como mi ignorancia. Con esta serie de exposiciones espero conocer de una vez por todas esa parte de la técnica y táctica que se me ha resistido. Muy bueno, compañero.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Lutzow »

¿Qué no hay batallitas? ¡Exijo la hoja de reclamaciones!... :lol:

En serio, será un placer aprender de una vez por todas distinguir entre el batiburrillo de naves romanas, lo leeré con atención... :ok

Saludos.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Schweijk »

Como siempre, leerte es un placer, Flavius.
"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2.1.2. Lembos/liburna.
Las antiguas cónteras acabarían siendo reemplazadas por el lembos (lembus) a partir de mediados del siglo III a.C. El lembos era un tipo de nave de origen ilirio, favorecida por los piratas de la costa dálmata del Adriático. El lembos era en principio una galera afracta que solía llevar unos 50 remeros y no superaba los 16 remos por hilera en su configuración birreme. Su principal característica era una proa puntiaguda y aerodinámica, y destacaba por su velocidad y maniobrabilidad.

Ya para el 249 a.C. (1ª Guerra Púnica) se mencionan a los lembos (lembi/lemboi) como naves de exploración que van por delante de la escuadra romana y avisan de la presencia del enemigo. El lembos/liburna también podían desempañar funciones de enlace dentro de la escuadra, servir de naves correo, así como de transportes rápidos. Tras adoptar el lembos, los romanos desarrollaron numerosas versiones. Además de variar en tamaño, las versiones podían contar o no con espolón, ser afractas o catafractas; todo ello es de suponer que en función del uso que se le quisiera dar.
No sólo los romanos se fijaron en dichas naves, probablemente tras capturar un buen número de ellas, sino también otros vecinos como los macedonios: Filipo V de Macedonia desplegó más de 150 lembos en su conflicto con Roma.

El lembos original probablemente venía tanto en versiones monorreme como birreme. Entre los lembos macedonios se cuenta que había del tipo hemiolia, un tipo de nave que se cree que se remaba según el sistema “uno y medio” o “½”: la mitad de los remos eran propulsados por un remero y la otra mitad (se supone que los de la parte central, donde la nave es más ancha) contaba con dos. Este sistema mixto era favorecido por los piratas del Mediterráneo oriental, que sin duda sacaban provecho de que la tripulación se podía dedicar a remar o la luchar según las circunstancias. En principio no parece que los romanos favorecieran este sistema, aunque hay una mención al uso de hemiolias en el 149 (Tercera Guerra Púnica) como transportes rápidos para llevar tropas entre Sicilia y África.

La evolución romana del lembos desembocó en la liburna, nombre que parece que se generaliza a lo largo del siglo I a.C, ya en la campaña contra los piratas de Pompeyo (69 a.C.) se mencionan. El nombre haría referencia a la tribu iliria de los liburni, supuestos inventores del lembos.
Aunque es difícil hablar de una típica liburna, se podría aventurar que al final de la época republicana la más corriente sería un birreme de entre 18-24 metros de largo, con hasta 50/60 remos, cada uno manejado por un único remero. La dotación sería de por el estilo de la ya comentada para la pentecóntera. Según sus funciones estarían o no dotados con cubierta. Es posible que para misiones de enlace y correo, se recurriera a liburnas monorremes afractas y sin espolón, y con unos 30 remos.

A pesar de su relativo pequeño tamaño, podían llevar si era necesario piezas de artillería; no sólo de los modelos “lanza-dardos” anti-personal sino también del tipo lithobolos (“lanza-piedras”). Filón de Bizancio detalla que se podía instalar en el lembos una plataforma para el lithobolos con un techo curvado hecho a base de sólidos maderos. La adaptación reseñada por Filón no era para su uso en combate naval puro y duro, sino para convertir al lembos en una especie de cañonera/bombarda como apoyo de un ataque naval a un puerto/ciudad enemiga. No sabemos si los romanos se molestaron en hacer tales adaptaciones pero la posibilidad existía.

Al comienzo de la guerra civil entre César y Pompeyo (49 a.C.), la flota pompeyana congregó 500 galeras más algunas liburnas, según el propio César, y dado que otra fuente (Apiano) habla de 600 naves, es posible que la mayoría o todas de esas 100 extra fueran liburnas.
Cuando llegó el momento de la guerra entre Octavio y Marco Antonio; destacó la presencia de liburnas en el lado octaviano. En teoría sus 230 galeras de guerra habrían venido acompañadas por 140 liburnas.

En teoría parece fuera de lugar tener una gran escuadra con numerosas liburnas, pero estas podían ser útiles en el combate sí eran bien usadas. Ya Filipo de Macedonia había usado sus numerosos lemboi como “escoltas” en batalla de sus galeras catafractas de mayor tamaño. Las liburnas operando en grupos y con el apoyo de galeras más grandes podían resultar muy efectivas si hacían uso de su gran maniobrabilidad. Los espolones de las liburnas podían no ser capaces de perforar eficazmente un casco de una gran galera, pero se sobraban para para llevarse por delante sus remos. Un enjambre de liburnas revoloteando alrededor de una galera pesada debía ser algo bastante molesto, teniendo que estar pendientes de espantarlas y distrayendo su atención de amenazas más importantes. En Accio vencieron las fuerzas más ligeras de Octavio (gracias a las tácticas de Agripa) a las de Antonio; y las liburnas parecen haber representado un importante papel. El propio Octavio vivió la batalla a bordo de una liburna, aunque en este caso no para combatir sino para aprovechar su potencial como nave de enlace, que puede desplazarse de aquí a allá de la línea con facilidad.
Además de lo ya comentado, las liburnas sin duda serían útiles para perseguir y rematar naves dañadas; y sin duda colaborarían en la fase final de Accio cuando los de Octavio se resignaron a incendiar aquellas naves de Antonio que aunque atrapadas se resistían tenazmente a su captura al abordaje.



Aparte del lembos/limburna, se pueden mencionar los myoparones (singular, myoparon) un término de origen griego asociado a lo que parecen ser pequeñas naves monorremes típicas de los piratas. Al hablar de los piratas cilicios Apiano nos relata que su evolución fue de usar pequeños botes “scaphae” -que era el nombre que también recibían los botes auxiliares que portaban las galeras de mayor tamaño- a incursionar con myoparones y hemiolias, para más tarde dar el salto a birremes y trirremes.
Hay una mención a la utilización romana de myoparones, cuando se comenta que en el marco de unas negociaciones entre Marco Antonio y Octavio para intercambiar barcos por soldados, Octavia intervino para modificar el acuerdo de tal manera que se añadieran 20 myoparones para Octavio a cambio de 1.000 soldados para Antonio. Probablemente Antonio los había obtenido de la propia Cilicia, ahora bajo control romano.


Como hemos visto los lembos/liburnas birremes podían alcanzar los 60 remos; en principio pueden haberse dado durante la República birremes más grandes, aunque su utilidad es discutible ya que tamaños pequeños eran óptimos para funciones auxiliares y si se requería de una nave mas veloz o potente era mejor dar ya el salto directo al equilibrado trirreme.


Imagen
Lembos de 60 remos, siglo III a.C. (M. Pitassi)


Imagen
Reconstrucción de una nave ligera del tipo liburna (Museo della Civiltà Romana)


Imagen
Liburna en la época de Accio (navistory.com). Esta reconstrucción nos presenta una liburna de 24 remos con dos remeros por remo, una configuración que no es la más probable.


Imagen
Liburna de finales de la república / comienzos del Imperio (M. Pitassi). Por banda se ven 17 remos en una hilera por 12 en la otra, lo que haría un total de 58 remos/remeros.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2.1.3. Trirremes.
El trirreme (triremis), al parecer inventado en Sidón o en Corinto, marcó una época viniendo a sustituir a la pentecóntera como navío de combate de las principales armadas mediterráneas, durante los siglos VI a IV a.C. Se trata de la galera clásica antigua, una galera en la que cada hilera tienes 3 remos, cada uno de ellos remados por un único remero.
La configuración clásica del trirreme es la de 170 remeros distribuidos en 3 órdenes: 54 talamitas (remeros del orden inferior), 54 zigitas (remeros del orden intermedio) y 62 tranitas (remeros del orden superior). A los remeros se añadían 4-5 oficiales, hasta 16 marineros y hasta 40 “infantes de marina”, aunque normalmente se conformarían con la mitad. Dependiendo de su función podría darse en versión afracta (abierta) o catafracta (con cubierta).
Un trirreme rondaba los 36 metros y su peso rondaría las 46 toneladas. Su velocidad era en principio mayor que la de los birremes como la liburna. Si acaso los modelos más veloces podían aspirar a competir con las versiones más pesadas de las trirremes, y tal vez ni eso. Pero en general podemos asumir que un trirreme en buenas condiciones era capaz de dar caza a cualquier de nave inferior rango y de escapar de aquellas superiores.


No tenemos evidencia de cuando empezaron a usar los romanos el trirreme, pero es de suponer que en algún momento de los siglos IV o III. Se ha aventurado como fecha la del 311 a.C. que es cuando
se crea en Roma el cargo de los “duoviri” navales, ante la necesidad de organizar mejor lo que debía ser una creciente escuadra ante las cada vez mayores necesidades navales debido a una creciente línea de costa.
Al estallido de las guerras púnicas (264 a.C.), debía de ser la galera de mayor enjundía con la que contaba Roma. No se podía afrontar una guerra contra una potencia naval como Cártago sólo con trirremes, pero no por ello había que dejarlas totalmente del lado. Así en el programa de armamento naval de emergencia romano de cara a a enfrentarse con Cartago se incluyeron 20 nuevas trirremes como refuerzo de los 100 quinquerremes. Y de nuevo, de cara a la guerra “siria” (192 a.C.) que se preveía con Antíoco, se ordenaron otras 20 (sobre un total de 50 galeras).
Además de los trirremes propiamente romanos, hay que tener en cuenta que los romanos demandaron naves (y tripulaciones) de sus aliados: los socii navales. Probablemente entre las naves propias que pudieron aportar habría un buen puñado de trirremes, ya que las principales ciudades costeras solían contar con algunos de ellos aunque sólo fuera para labores anti-piratería.


Los primeros trirremes romanos tal vez fueran parecidos al modelo griego clásico, pero en la época de las guerras púnicas el trirreme habría evolucionado hacia un modelo catafracto más pesado y protegido. Aunque más pesado, el trirreme seguía siendo una nave ligera para lo que era la época cuya utilidad residía en su velocidad y agilidad. Es probable que los trirremes pesados portaran alguna pieza de artillería pero en principio no era muy conveniente sobrecargarlos. Es improbable que fueran equipados con torres, salvo tal vez alguna desmontable de las diseñadas por Agripa si era lo suficientemente ligera.
Ocasionalmente también se podían adaptar como transportes, incluso de caballos. Así en la escuadra romana reunida en el 256, iban 20 trirremes alistadas como transportes de caballos.


En los combates entre grandes escuadras, el trirreme estaría normalmente relegado a funciones auxiliares de exploración y persecución, dejando el peso de la batalla a los polirremes. Al tratarse del navío más rápido de la flota, tendrían un papel destacado dentro de las fuerzas de exploración, sobre todo como parte de la pantalla que debía evitar la aproximación de naves de reconocimiento enemigas.
Aunque las grandes batallas ya no se decidieran con ataques ágiles con espolón, eso no quiere decir que a los trirremes no les surgieran oportunidades para lanzarse al ataque -aunque sólo fuera contra los remos de las naves rivales-; eso sí tratando de evitar enzarzarse en un combate de abordaje y/o de proyectiles con los polirremes.
Durante los combates navales en torno a Marsella (49 a.C.) entre pompeyanos y cesarianos, se nos narra como dos trirremes massaliotas estuvieron a punto a embestir la nave insignia del cesariano Decimo Bruto (al parecer un hexarreme), que se salvo por los pelos con una maniobra en el último momento.

A pesar de lo comentado anteriormente, podían darse situaciones en que no hubiera mas remedio o se considerara mas eficiente formar una escuadrilla en base a los trirremes. Así tenemos el caso de una lucha ante Gadir en el 206 a.C: los romanos (Cayo Lelio) contaban con 7 trirremes y un quinquerreme y los cartagineses (Adherbal) con 8 trirremes y un único quinquerreme. Se entiende que los dos “cincos” serían los respectivos buques insignia de cada bando; y el peso de la acción quedaría en manos de los trirremes de ambos bandos.
Asimismo los trirremes serían habituales en tareas de escolta y patrullaje de las rutas comerciales.


Aunque no fuera adoptado por los romanos, hubo otro otro tipo de “trieres” en el mundo mediterráneo denominado trihemolia. La trihemolia fue muy popular entre armadas como la rodia, que en ocasiones estuvieron aliados con Roma, ya que tenía casi el mismo rendimiento que un trirreme pero exigía menos tripulación (y por ende era más barata de operar). En la trihemolia los remeros se reducían a 120 y se aprovechaba mejor el espacio reduciendo a la mitad los remos de uno de los tres niveles, en concreto el inferior. Asi pués los remeros inferiores se situaban en la parte central, donde el casco es de cualquier forma más ancho, pero al no tener que acoger remeros a todo lo largo se podía conseguir un casco más afinado.


Imagen
Reconstrucción del sistema de remado de un trirreme (Coates). A la derecha el “tradicional” griego haciendo uso de una estructura denominada “parexeiresía” para apoyar el 3er nivel de remos. A la izquierda, un sistema simplificado, sin necesidad de usar parexeiresia, que se atribuye a los trirremes púnicos, a partir de mediados del siglo IV.


Imagen
Reconstrucción de dos trirremes romanos, uno temprano “de estilo clásico griego” y el otro más protegido del siglo II a.C. (M. Pitassi).


Imagen
Trirreme romano (G. Rava). Está representado con un corvus, siendo bastante improbable que los trirremes fueran dotados de uno ya que afectaría demasiado al delicado balance de pesos de la trirreme y además el abordaje no era la misión principal del trirreme. Lo que sí podría llevar es alguna pieza de artillería ligera como la que se muestra.


Imagen
Trirreme romano (G. Rava). Aquí vemos un trirreme catafracto en acción durante la campaña de Pompeyo contra los piratas. Da la impresión de que faltan remos hasta los supuestos 85 por amura y probablemente la estructura para proyectar los remos debería dejar hueco para la ventilación.


Imagen
Trihemolia (J. Coates)


Imagen
Tácticas para combate con espolón. Aunque los trirremes se tuvieron que adaptar al nuevo campo de batalla; las tácticas clásicas se debían seguir teniendo presentes y eran aplicables a cualquier nave equipada con espolón.
La 1ª (periplous) y la 4ª (diekplous) son mas bien tácticas de escuadra, con el objetivo de situarse a proa de las naves enemigas. En la 1ª mientras una parte de la escuadra fija a la rival se envían naves por el flanco a rodear al enemigo; mientras que en la 4ª una escuadra trata de penetrar por un hueco en la línea de batalla enemiga.
La 2ª y la 3ª son formas de ataque individual. La 2ª es un ataque contra los remos del rival; y en la 3ª se ha ganado el flanco de la nave enemiga y se procede a atacarla (en ángulo) con el espolón para perforar el caso.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2.2 Naves maioris formae (naves mayores/pesadas).

2.2.1 Cuatrirremes.
Los autores clásicos asignaban a Cartago el mérito de ser los primeros en construir el cuatrirreme (quadriremis). Es posible que la construcción de “cuatros” se produjera a raíz de las guerras entre Cartago y Siracusa, aunque no sabemos a ciencia cierta que vino primero si el cuatrirreme púnico o el quinquerreme siracusano. Como muy tarde el cuatrirreme se habría inventado a mediados del siglo IV, aunque su primera aparición histórica contrastada se da en el sitio de Tiro (332 a.C.) por parte de Alejandro Magno.
El cuatrirreme es el más pequeño de los llamados polirremes; aunque los clásicos no los llamaban así. Livio hablaba de “naves maioris formae”; y otros hablan simplemente de naves catafractas y naves afractas, con el problema de que no estamos seguros de si asumían que sólo las naves pesadas eran catafractas (ya que en cierto sentido sí eran naves pensadas para ser catafractas) o incluían entre las catafractas a naves ligeras con cubierta.

Aceptando que un cuatrirreme supone 4 remeros por hilera en cada amura, tenemos la cuestión de como se distribuían. Si nos vamos al gráfico del primer post, vemos que el autor propone 3 variantes: una configuración trirreme de 2+1+1; una birreme de 2+2 y una monorreme de 4 remeros.
Tirando de las referencias clásicas a su capacidad y rendimiento comparado con otras naves; así como una referencia al pago por los remos de un “cuatro” -que varios autores calculan que es el equivalente a unos ochenta y tantos remos-; se llega a la conclusión de que el cuatrirreme era una nave remada a dos niveles (birreme). Muy probablemente el diseño surgió como una evolución de la pentecóntera dicrota.

Era menos veloz que el trirreme pero un poco más que el quinquerreme; y tenemos referencia a que su francobordo era menor que el de éste (lo que cuadra con la distribución birreme). Su eslora sería algo menor que la del trirreme, y según alguna estimación su peso podría rondar las 60-75 toneladas. Lo más significativo es que aumentaría la manga desde los poco más de 3 metros de las naves con un sólo remero por remo hasta unos 5,6 metros.

Se supone que portarían entre 40-50 remos por amura, lo que hace 160-200 remeros. La dotación de soldados podría rondar los 60-75, a los que añadir 20-25 marineros y oficiales.

Los “cuatros” eran en principio los navíos más pequeños en montar torres, al menos las pesadas torres de la época; pudiendo llevar incluso dos: una a proa y otra a popa. El lienzo que cubría la torres se solía pintar para distinguir mejor naves propias de enemigas, y hacia el final del periodo parece que se puso de moda pintar las torres para hacerlas parecer hechas de piedra. Por supuesto, si eran capaces de soportar el peso de las torres, también lo eran de llevar algunas piezas de artillería.


Cuando los romanos crearon su primera gran escuadra para enfrentarse a Cartago al inicio de la 1ª Guerra Púnica (264) saltaron directamente del trirreme al quinquerreme. Probablemente el primer contacto relevante de los romanos con las cuatrirremes sería a través de Siracusa, cuando ésta pasó a ser aliada de Roma, al poco de empezar la guerra, y/o través de cuatrirremes púnicos capturados. Precisamente en el 250 los romanos usaron un “cuatro” púnico capturado para apresar a Anibal el Rodio en Lilibeo, cuya veloz nave se había burlado repetidamente de anteriores intentos de darle caza.
En el año 205 Publio Cornelio Escipión el Africano consigue que las ciudades aliadas le construyan 30 galeras, de las que 10 son cuatrirremes. Probablemente ya antes de esa fecha se habían venido construyendo algún que otro “cuatro” para las fuerzas navales romanas.
La presencia de cuatrirremes fue importante en las fuerzas rodias, aliadas de Roma; llegando a reunir 32 de ellos para enfrentarse a Anibal, ahora al frente de la escuadra seleúcida (190 a.C.).
En los combates de Alejandría (47 a.C.) había un buen puñado de cuatrirremes; 10 de las 15 galeras “mayores” cesarianas eran “cuatros” y los egipcios habían reunido 22 de ellos.
Aunque no sabemos el número, los “cuatrirremes” representaban una parte importante (al menos cualitativa) de la flota de Sexto Pompeyo, ya que se describe a las galeras pompeyanas como con torres pero más bajas que las galeras pesadas de Agripa. En Accio (31 a.C.) había sin duda unos cuantos en las filas de Octavio, y se estima que debían representar una parte importante de sus fuerzas “pesadas”.


El cuatrirreme seguía siendo una nave relativamente rápida y como galera “ligera” dentro de las “mayores” no era extraño que se la considerase también apta para misiones de exploración. Sin embargo tenían que ser cuidadosos: tenemos el caso de Brindisi (48 a.C.) en el que Antonio uso un par de trirremes como cebo haciéndoles aparentar que estaban de prácticas; 5 cuatrirremes pompeyanos fueron despachados para interceptarlos pero no pudieron con los más veloces trirremes que los atrajeron hasta el puerto donde les estaban esperando más galeras y acabaron capturados.
Una de sus mayores virtudes residía en ser mas económica de operar que naves como los “cincos”: no sólo necesitaba menos remeros sino que dado que sólo se necesita un remero experto por remo, la mitad de los remeros podían ser “reclutas”.
En combate frente a naves de mayor orden, tenían la desventaja de que su menor altura les suponía una desventaja a la hora de intercambiar proyectiles, aparte de su menor dotación de soldados. Por contra su menor calado les permitía navegar más cerca de la línea de costa que sus rivales más pesados.


Imagen
Esquema de remado (J. Coates).


Imagen
Reconstrucción de un cuatrirreme temprano de 90 remos (J. Coates).


Imagen
Reconstrucción de un cuatrirreme romano de 100 remos, en una ilustración de los años 70 (Viereck)
En la vista cenital se puede ver el mástil abatido, hay que recordar que éste representaba un peligro en combate (si era derribado) por lo que las galeras o lo abatían o incluso lo dejaban en la playa antes de una batalla.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2.2.2 Quinquerreme.
El quinquerreme (quinqueremis), cuya primera aparición tiene lugar en el 398 a.C. en la Siracusa de Dionisio I, era el navío de combate por excelencia de la época: el sucesor del trirreme como columna vertebral de una gran escuadra.
Parece que la irrupción del “cinco”, al igual que la de otros polirremes, podría deberse a una creciente falta de confianza en la capacidad del trirreme para imponer sus tácticas “rápidas” en el campo de batalla. La destrucción de la atrapada escuadra ateniense en Siracusa (413 a.C.) en un combate “proa contra proa” sin espacio para maniobrar, supuso un revelador ejemplo de que la agilidad no siempre puede imponerse. En cuyo caso debió parecer interesante desarrollar naves más pensadas para chocar de frente: no espolón contra espolón, sino de frente contra la estructura de apoyo de los remos rivales; y/o combatir con “infantes de marina”.

Los 5 remeros por hilera se distribuían en 3 niveles: 2 en cada uno de los dos remos: superior y medio, y un único remero en el inferior. Se ha propuesto que el quinquerreme también podía existir en versión birreme: 3 remeros en el remo superior y 2 en el inferior; sin embargo las referencias que poseemos son de que el quinquerreme era más alto que el cuatrirreme, como ya se ha indicado.
Los remos por amura podrían llegar a los 90 para un total de 180 y unos 300 remeros. A ellos, se añadieran 20 marineros y una dotación variable de soldados: normalmente entre 70-120, aunque podían llegar a ser más (o sólo 40 en tiempo de paz). Así pues la dotación podía rondar e incluso superar los 400 hombres.

La eslora (en la línea de flotación) de un “cinco” sería de 42-45 metros o incluso más en algunos modelos. Su manga, al menos de una “cuatro” aunque puede que fuera superior pasando de los 6 metros; y su altura sobre el nivel del agua llegaría hasta casi los 3 metros. El desplazamiento rondaría o superaría las 100 toneladas.
Su configuración dependería de la misión a realizar, en caso de que se necesitara velocidad se podían dejar “expeditae”, es decir dejando en tierra elementos pesados como torres, piezas de artillería, etc.


Poco después de empezar la 1ª Guerra Púnica (264-241) el Senado de Roma ordenó la construcción de 100 quinquerremes (261 a.C.), que iban a ser la columna vertebral de una nueva escuadra romana. En teoría el modelo era una “novedad” en las filas romanas, y se recurrió a copiar un “cinco” púnico que había encallado en la costa durante un combate.

Estos primeros quinquerremes parecen haber sido inferiores a los púnicos, probablemente por una combinación de falta de experiencia tanto en construcción/diseño como en el propio manejo. Sin embargo los ingeniosos romanos compensaron sus carencias con varios elementos.
Por un lado añadieron al “cinco” una torre (o varias) para arqueros; no es que los romanos hubieran inventado la torre naval, pero parece que fueron los primeros que se plantearon de que además de para labores de asedio naval, la torre era útil en una combate general naval.
Por otro, reforzando notablemente el cuerpo de soldados a bordo. Un quinquerreme podía llevar una dotación de 40 infantes de marina en tiempo de paz, pero en caso de guerra dicha dotación podía reforzarse con hasta una centuria completa de 100 legionarios. La intención romana era solventar los combates navales como una lucha terrestre, y para ello se añadió un elemento final: el “corvus”: una gran pasarela de abordaje de 11 metros de largo y 1,2 metros de ancho, sujeta a un mástil en la proa de la nave de tal forma que podía pivotar a un lado u otro. Cuando una nave enemiga estaba al alcance, se dejaba caer sobre ella la pasarela, en cuyo extremo había una punta metálica que se clavaba en la cubierta enemiga.
El "corvus" debutó con éxito en la batalla de Mylae (260), donde su uso sorprendió a los cartagineses. Superada la sorpresa inicial, los cartagineses intentaron adaptarse a la situación, aun así volvieron a ser derrotados en Cabo Ecnomo (256). Sin embargo, la historia del “corvus” termina aquí. Se cree que el engorroso aparato habría contribuido al desastre de las flotas de 255 y 249, hundidas por tormentas.

La reconstrucción de la escuadra romana en el 243 implicó la construcción de 200 nuevos quinquerremes, pero ahora de un nuevo modelo. Se tomo como base la veloz nave capturada a Anibal el Rodio en Lilibeo (250), que suponemos que era también un quinquerreme. A la par que contar con un “cinco” más ligero y maniobrable, la experiencia naval romana sin duda había mejorado, por lo que el “corvus” ya no aparece, y es sustituido por una pasarela de abordaje normal y corriente que se podía llevar sobre cubierta.

A lo largo de la 1ª Guerra, los romanos perdieron 700 quinquerremes por 500 de los cartagineses; y durante algún momento de la guerra se podían poner en acción hasta 700 quinquerremes entre ambos contendientes. Todo ello da una muestra de la importancia del “cinco” en dicha guerra.

Durante la 2ª Guerra Púnica (218-201), el “cinco” seguiría siendo el predominante en las filas romanas; teniendo los romanos unos 220. En principio 160 se habrían quedado para operar en aguas italianas y sicilianas. Al frente hispánico se asignaron en principio 35 quinquerremes, y en el 210 cuando marchó para allí Cornelio Escipión el Africano, lo hizo con otros 30. Otros 25 acabarían siendo despachados al Adriático (216) y finalmente sirviendo en apoyo de la Liga Etolia.
Aparte del uso como navío “de línea”, el quinquerreme también se podía usar en asedios navales. Una de las ocasiones más notables fue el asedio de Siracusa (213-211), en el que participaron 60 quinquerremes romanos, la mayoría fueron equipados como plataformas de tiradores pero ocho de ellos se usaron como “plataforma de asalto”. Atados por pares, se les equipó con "sambucae": escaleras de asalto protegidas, que debían permitir el asalto directo a las murallas, aunque el ataque resultó un fracaso ante las medidas defensivas diseñadas por el renombrado Arquímedes.
El quinquerreme también se podría utilizar como “transporte de tropas”. Así durante la 2ª Guerra Púnica, la 1ª Legión fue transportada a Sicilia a bordo de 30 quinquerremes: unos 150 legionarios por nave. Es posible que para trayectos muy cortos, y dejando en tierra todo lo innecesario como torres, piezas de artillería... se pudieran llegar a transportar en modo “flete” a más de 200 legionarios.


En los dos siguientes siglos, el quinquerreme siguió siendo la columna vertebral de las escuadras romanas, aunque declinando un poco en número. En los enfrentamientos entre la flota de Octavio (Agripa) y la de Sexto Pompeyo, la escuadra octaviana tenía una fuerte base de quinquerremes, frente a las fuerzas más ligeras pompeyanas que tenían pocos de estos. Aun así no era tarea fácil someter a las ágiles naves pompeyanas y Agripa tuvo que recurrir a refinar las tácticas de la flota octaviana, y añadir al arsenal naval romano el "harpax": un gancho de abordaje que se lanzaba desde una pieza de artillería.


Imagen
Perfil y posible esquema de remado (P. Connolly)


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Posible esquema de remado de un “cinco” romano (J. Coates)


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Quinquerreme romano temprano con “corvus” (J. Burns).


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Quinquerreme romano con “corvus” (P. Dennis). La distribución de los equipos de 5 remeros por hilera no aparece muy clara, pero se puede ver bien como los remeros están protegidos pero ventilados. En el extremo se puede ver como se está izando el mástil, que en combate se abatiría sobre cubierta.


Imagen
Abordaje con "corvus" (P. Connolly).


Imagen
Quinquerreme romano (P. Connolly).


Imagen
Dos interpretaciones de un quinquerreme romano (M. Pitassi). El de arriba corresponde a un modelo del comienzo de las guerras púnicas, equipado con corvus y con una torre pesada. El segundo modelo corresponde al del final de la 1ª Guerra Púnica, carece de corvus y las torres son más ligeras; así mismo es más largo y con unas líneas más “refinadas”.


Imagen
Quinquerreme romano basado en el monumento de la Isola Tiberina (G. Denning).


Imagen
Quinquerreme romano del mismo estilo que el anterior (J. Coates).


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Quinquerreme romano del estilo de los dos anteriores (G. Rava). Tiene 282 remeros, y además de una torre a proa va equipado con varias piezas de artillería.

Imagen
Reconstrucción de una sambuca (Richard Hook). La ilustración corresponde al asedio póntico de Cyzico (73 a.C.), aunque es muy posible que no se usara una sambuca de estilo romano sino otro ingenio tipo torre de asalto, tal vez algo similar a la torre de la izquierda aunque ésta da la impresión de ser excesiva.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

2.2.3 Hexarremes y otros grandes polirremes.
El quinquerreme fue el caballo de batalla de las armadas romana y cartaginesa; sin embargo en las armadas helenísticas proliferaban a su lado otros “gigantes” de orden superior, fruto de una especie de “carrera armamentística”. Ni Cartago ni Roma tuvieron mucho interés en seguir estos pasos, con la excepción de la adopción del hexarreme (hexaremis), pero más que como nave de línea sobre todo como nave de mando (navis praetoria), por lo que se construiría en un nº muy limitado.

El propio hexarreme no fue un invento “helenístico” sino que se atribuye (al igual que el quinquerreme) a Siracusa, y parece que fue introducido al final del reinado de Dionisio I (que moriría en el 367 a.C.).

En teoría el hexarreme podría haberse dado tanto en versión birreme: hileras de 2 remos con 3 remeros cada uno, como en versión trirreme: hileras de 3 remos con 2 remeros por remo. Parece más probable éste último, ya que se nos cuenta que en Accio todos los grandes polirremes de Marco Antonio (incluido el hexarreme) medían 10 pies de alto: casi 3 metros, que es la altura que a su vez tendría un quinquerreme.

Existe una referencia a un “seis” helenístico naufragando con al menos 500 hombres a bordo. Partiendo de ahí se puede intentar calcular como se distribuiría la dotación. En principio su dotación de infantes de marina normal sería igual o superior al quinquerreme: 140-150 infantes o más. Si consideramos que el quinquerreme podía alcanzar los 180 remos y consideramos 2 remeros por remo: 180 x 2 = 360. Añadiendo un poco más de 20 marineros y oficiales, nos sale una cifra algo superior a los 500 pero que encaja con la referencia.

Así pués puede que el hexarreme simplemente fuera un quinquerreme ligeramente ampliado, sobre todo con algo más de manga y mayor espacio en cubierta para un “estado mayor” y equipamiento como torres y/o piezas de artillería. Todo ello a costa de reducir algo la agilidad y tal vez también la velocidad.
Aunque en teoría estos gigantes tenían menos que temer de ataques con espolón, salvo que fueran repetidos; lo cierto es que en algún caso un pequeño David había vencio a un gigante Goliat de un solo golpe. Así tenemos como en la batalla de Side (190 a.C.), un “siete” fue hundido de un sólo golpe por una nave rodia bastante más pequeña (¿un cuatrirreme?, ¿un trirreme?), lo que causó consternación en las filas seleúcidas.


Aunque se especula si los primeros “seises” romanos fueron construidos ex-profeso o capturados a los cartagineses, lo cierto es que ya en la batalla del Cabo Ecnomo (256 a.C.) nos encontramos con que ambos cónsules romanos tenían como insignia un hexarreme.
Previamente en Mylae (260) los romanos habían capturado un “siete” púnico, aunque dicha nave no era de construcción cartaginesa sino que previamente había pertenecido a Pirro de Épiro y los cartagineses se habían hecho con él (probablemente abandonado). No parece que los romanos reutilizaran el “siete” capturado.

En los siguientes años, el hexarreme sigue apareciendo de vez en cuando, sobre todo como nave insignia pero también como nave de prestigio para “embajadas”. Así sabemos que Sexto Pompeyo tenía al menos uno -calificado de esplendido-, con el que acudió a reunirse con Octavio y Marco Antonio (39 a.C.); aunque los almirantes de Sexto Pompeyo en batalla parecen haber preferido usar una nave más modesta, por lo que dicho navío habría quedado relegado a “nave de prestigio”.
A su vez cuando Octavio va a enfrentarse a Sexto Pompeyo (36 a.C.), tiene también al menos uno ya que se relata la pérdida de un “seis” en una tormenta. Probablemente tuviera varios, ya que no se indica que fuera la nave insignia de la escuadra octaviana. De cara a Accio, se nos cuenta que la nave de mayor tamaño de la escuadra octaviana era el hexarreme, pero no sabemos cuantos habría.


La victoria de Agripa sobre las fuerzas de Sexto Pompeyo supuso la victoria de una escuadra “pesada” sobre una más “ligera”. Marco Antonio parece haber tomado nota de esto, y cuando de cara a Accio (31 a.C.) tuvo que hacer una selección de las naves a emplear, se centró en una escuadra con más pegada: no sólo “cincos” y “seises” (acompañados de naves más ligeras); sino que su escuadra contenía modelos de “sietes” (hepteres), “ochos” (octeres), “nueves” (enneres) y “dieces” (deceres).
Un análisis del monumento de la victoria de Augusto en Accio releva huecos de varios tamaños donde habrían estados expuestos cerca de 27 espolones capturados a Antonio. Asumiendo que lo natural es que Octavio pusiera los espolones de los navíos más grandes, se especula que los huecos podrían haber correspondido a: 7 “seises”, 5 “sietes”, 4 “ochos”, 3 “nueves” y 4 “dieces”. A ello hay que añadir otro monumento, en el que se “dedicó” un espolón por cada tipo de nave de la escuadra de Antonio, desde un modesto monorreme hasta un “diez”. Es de suponer que aparte de los mencionados habría más: no todos los espolones acabarían en los monumentos que conocemos y otros polirremes escaparían dentro de la fuerza de 60 galeras que se abrió paso a través de las fuerzas octavianas.
Así pues, Accio, sería la única ocasión conocida en que una fuerza romana puso en liza navíos por encima del hexarreme. El origen de los grandes polirremes de Antonio serían por un lado los que aportara Cleopatra como parte de la escuadra ptolemaíca (la última escuadra helenística superviviente); así mismo es muy posible que en Oriente se hubieran preservado algunos de los navíos de otras escuadras helenísticas como la difunta seleúcida, pudiendo Antonio echar mano de ellos. Finalmente, estaría la opción de que varios se hubieran construido expresamente en los astilleros orientales por orden de Antonio, de cara al conflicto con Octavio.
En cualquier caso, Accio fue el canto del cisne de estas fortalezas flotantes. Las crónicas de la batalla acentúan su torpeza, aunque sin duda eran unas fortalezas difícilmente conquistables. Las naves octavianas las atacaron en grupos de al menos dos o tres, y finalmente tuvieron que vencer la resistencia de muchas naves de Antonio a fuerza de incendiarlas.


Imagen
Esquema de remado de un “seis” (J. Coates).


Imagen
Nave de mando durante la batalla de Accio (Rado Javor). El autor no especifica que nave tenía en mente, pero en el caso de las fuerzas octavianas el insignia típico de los almirantes sería un “seis”.


Imagen
Recreación de un “siete” (J. Burns). En la ilustración se adopta la configuración birreme: 4+3, y se ajusta la altura poniendo una cubierta de combate sobreelevada.


Imagen
Recreación de un “ocho” egipcio, en la batalla de Accio (Navistory.com), en configuración trirreme: 3+3+2.


Imagen
Recreación de un “diez” (J. Burns), en configuración trirreme: 4+3+3.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

3. Época Imperial.

3.1 Cuatrirremes, quinquerremes y hexarremes.
El establecimiento del Imperio coincidió con el fin de la última armada mediterránea que se podía oponer a Roma: la ptolemaíca. Octavio Augusto era el amo indiscutible del Mediterráneo, y el Mare Nostrum sólo lo surcaban naves romanas o a lo más las de algún estado clientelar sin relevancia; sin olvidarnos del ocasional pirata. Los quinquerremes y otras naves grandes ya no tenían sentido, por lo que Augusto se libró de gran cantidad de ellos cuando reorganizó la Armada.

Unos pocos quinquerremes y al menos un hexarreme fueron conservados. El destino de estas naves habría sido puramente ceremonial. También es posible que durante algún tiempo no se quisiese prescindir del todo de estos modelos por aquello de conservar viva una cierta tecnología, sin embargo no se tardaría mucho en perder interés (viendo el Imperio consolidado y sin que surgieran amenazas navales) por lo que estas naves acabarían desapareciendo en torno a finales del siglo I d.C. o comienzos del siglo II.
De la época se conservan varios nombres:
Hexarreme: Ops (Escuadra de Miseno)
Quinquerreme: Victoria (una en Miseno y otra en Ravena, ¿la misma nave?), Augustus (Escuadra de Ravena).


Por su parte los cuatrirremes aguantaron un poco más, hasta mediados del siglo III. Su número parece haber sido algo superior al de sus hermanos mayores, pero aun así su presencia parece haber sido bastante limitada. Conocemos nombres de 9 cuatrirremes que sirvieron en la "Classis Misenensis" (escuadra de Miseno): Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna, Annona, Libertas, Olivus; y de 6 que sirvieron en la "Classis Ravennas": Fortuna, Mercurius, Neptunus, Padus, Vesta, Victoria.
Los “cuatros” era más económicos de mantener que los “cincos”, siendo todavía “potentes” en caso de una eventualidad, por lo que no es extraño que se reservaran más naves de este tipo. Probablemente constituirían una suerte de reserva “pesada”, así como servir de naves de mando. Cuando Plinio el Viejo, comandante de la escuadra del Miseno, acudió en rescate de Pompeya durante la erupción del Vesubio (79 d.C.), lo hizo en un cuatrirreme.


Imagen
Quinquerreme (arriba) y cuatrirreme (abajo), siglo I d.C. (G. Rava).
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

3.2 Trirremes.
La nueva situación naval elevó al trirreme a una posición prominente. Se trataba de la "navis longa" (o ploia makra) de mayor tamaño que todavía operaba en un nº significativo. De hecho era una galera de batalla que iba algo “sobrada” para combatir el ocasional pirata o las limitadas embarcaciones “bárbaras”. Esto supuso cierta involución de la trirreme, recuperando su ligereza inicial. Ya no hacían falta pesadas naves catafractas, por lo que se le fueron retirando ciertos elementos. A falta de “artillería” enemiga, las protecciones se fueron reduciendo a ligeras “pantallas” en los laterales para proteger a los remeros; y para principios del siglo II nos encontramos con que las trirremes vuelven a ser “afractas”, conservando una prominente plataforma de combate a proa.


Los trirremes tenían una fuerte presencia en las escuadras “pretorianas” de Miseno y Rávena. Se conservan nombres de 50 trirremes en la de Miseno: Concordia, Spes, Mercurius, Iuno, Neptunus, Asclepius, Hercules, Lucifer, Diana, Apollo, Venus, Perseus, Salus, Athenonix, Satyra, Rhenus, Libertas, Tigris, Oceanus, Cupidus, Victoria, Taurus, Augustus, Minerva, Particus, Eufrates, Vesta, Aesculapius, Pietas, Fides, Danubius, Ceres, Tibur, Pollux, Mars, Salvia, Triunphus, Aquila, Liberus Pater, Nilus, Caprus, Sol, Isis, Providentia, Fortuna, Iuppiter, Virtus, Castor; y de 28 en la de Rávena: Esculapius, Apollo, Aquila, Archinix, Ariadna, Augustus, Castor, Concordia, Costantia, Danae, Danubius, Diana, Felicitas, Hercules, Mars, Mercurius, Minerva, Neptunus, Nereis, Pax, Pietas, Pinnata, Providentia, Silvanus, Triumphus, Venus, Virtus, Victoria.

Tácito nos indica que cuando Augusto organizó la armada romana tras Accio, concentrándola inicialmente en Frejus, se asignaron “sociae triremes” a puntos clave en las provincias. Estos trirremes habrían sido inicialmente operados por “aliados”, constituyéndose en las naves de mayor porte de esas primitivas escuadras provinciales. Más tarde se irían constituyendo las escuadras provinciales romanas propiamente dichas, que habrían seguido contando con algunos trirremes, sobre todo aquellas importantes como la Classis Alexandrina en Egipto.


Los trirremes también salieron fuera del Mediterráneo. Desde la creación a principios del siglo I de la Classis Germanica está contó con algún que otro trirreme, operando en la desembocadura del Rin. Tanto Germánico como más tarde Cerealis parecen haber tenido un trirreme como insignia. En la abortada expedición de Calígula a Britania había varios trirremes, y según nos cuenta Suetonio hizo trasladar alguna de ellas “tierra adentro” hasta la propia Roma para su desfile triunfal. A su vez, cuando se creara definitivamente la Classis Britannica, ésta tendría al menos un trirreme (probablemente como insignia).


La última presencia del trirreme, se da en la primera gran batalla naval tras Accio: la del Helesponto (323/324 d.C.) entre Constantino y Licinio. En teoría la derrotada escuadra de Licinio contaba con 200 trirremes (sobre un total de 350) y la de Constantino con 80 “triacónteras” (es de suponer que liburnas de 30 remos) de las “2000” a su servicio; venciendo las pequeñas triacónteras por darse el combate en una zona estrecha en la que las trirremes no podrían maniobrar. Tras el primer enfrentamiento, la escuadra de Licinio intentó salir del Helesponto pero se encontró en su boca ante la escuadra de Constantino (liderada por Crispo), superior en número, y sus almirantes dudaron sobre si acometer o no a los de Constantino, dando tiempo a que un temporal se abatiera sobre la escuadra de Licinio y la estrellara contra los acantilados.
Carece de mucho sentido, el relato clásico de Zósimo en el que Licinio sólo cuenta con trirremes y Constantino sólo cuenta con liburnas/triacónteras. De hecho Constantino habría contado en sus filas con las escuadras “pretorianas” de Miseno y Rávena, frente a Licinio que se habría tenido que conformar con las naves de las escuadras provinciales de Oriente. Lo más probable es que ambos hubieran contado con naves de los varios tipos que operaban en aquella época, y que Constantino hubiera tenido incluso más trirremes que Licinio.
En cualquier caso parece que el trirreme desaparece tras el Helesponto, igual que los grandes polirremes tras Accio. Casi dos siglos más tarde, en tiempos de Zósimo (finales del siglo V – comienzos del siglo VI), se nos dice que la del trirreme es una “tecnología pérdida”.


Imagen
Trirreme romano, siglo II d.C. (M. Pitassi). Obsérvese como el espolón se curva hacia arriba, una característica de las naves “rostratas” romanas en época imperial.


Imagen
Trirreme (en primer plano) sirviendo como insignia de Trajano, durante la campaña de Dacia (G. Rava)
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Lutzow »

La desaparición de quinquerremes, cuatrirremes y finalmente trirremes es el mejor ejemplo de que la ausencia de un enemigo fuerte debilita... Supongo que también tratarás el desarrollo de los dromones, que tanto juego dieron a los romanos orientales... :-

Saludos.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Sí, es una circunstancia curiosa. Más adelante hablaremos de los dromones, ya en una época en que los "romanos" volvían a tener rivales; pero el caso es que ahora que volvían a ser necesarias naves más potentes no se siguió el camino evolutivo del pasado recuperando trirremes y quinquerremes...
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

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Muy bueno este hilo :Bravo . Con todo el morro del mundo voy aprovecharme del conocimiento ajeno y preguntar :oops: . En mis años de adolescente grunge recuerdo haber leído, creía recordar que en una Investigación y Ciencia pero es que no estoy seguro y no lo encuentro, un artículo sobre la posibilidad de que los remeros griegos usasen una especie de pañal que se deslizaba y hacía el bogar más eficiente, como hoy en día en el remo deportivo donde se ayudan del movimiento de las piernas. Incluso había una referencia a un autor clásico donde se hablaba del ridículo aspecto de estos remeros griegos con sus calzones-pañal. No recuerdo nada más pero me llama la atención esta clase de innovaciones cuasi-deportivas para aumentar velocidad y potencia. Alguien conoce algo o dónde podría buscar.

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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Turing escribió:Muy bueno este hilo :Bravo . Con todo el morro del mundo voy aprovecharme del conocimiento ajeno y preguntar :oops: . En mis años de adolescente grunge recuerdo haber leído, creía recordar que en una Investigación y Ciencia pero es que no estoy seguro y no lo encuentro, un artículo sobre la posibilidad de que los remeros griegos usasen una especie de pañal que se deslizaba y hacía el bogar más eficiente, como hoy en día en el remo deportivo donde se ayudan del movimiento de las piernas. Incluso había una referencia a un autor clásico donde se hablaba del ridículo aspecto de estos remeros griegos con sus calzones-pañal. No recuerdo nada más pero me llama la atención esta clase de innovaciones cuasi-deportivas para aumentar velocidad y potencia. Alguien conoce algo o dónde podría buscar.

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Los remeros griegos usaban una especie de cojín para remar. El nombre es hupêresion/hyperesion, o algo así. Hay una queja de Isócrates de que los atenienses ya no usaban hoptilas ciudadanos y contrataban mercenarios, dándose el caso de que cuando desembarca una tripulación se daba la situación de que los ciudadanos atenienses desembarcaban portando sus cojines y los mercenarios extranjeros sus armas.
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Turing »

Flavius Stilicho escribió:
Turing escribió:Muy bueno este hilo :Bravo . Con todo el morro del mundo voy aprovecharme del conocimiento ajeno y preguntar :oops: . En mis años de adolescente grunge recuerdo haber leído, creía recordar que en una Investigación y Ciencia pero es que no estoy seguro y no lo encuentro, un artículo sobre la posibilidad de que los remeros griegos usasen una especie de pañal que se deslizaba y hacía el bogar más eficiente, como hoy en día en el remo deportivo donde se ayudan del movimiento de las piernas. Incluso había una referencia a un autor clásico donde se hablaba del ridículo aspecto de estos remeros griegos con sus calzones-pañal. No recuerdo nada más pero me llama la atención esta clase de innovaciones cuasi-deportivas para aumentar velocidad y potencia. Alguien conoce algo o dónde podría buscar.

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Los remeros griegos usaban una especie de cojín para remar. El nombre es hupêresion/hyperesion, o algo así. Hay una queja de Isócrates de que los atenienses ya no usaban hoptilas ciudadanos y contrataban mercenarios, dándose el caso de que cuando desembarca una tripulación se daba la situación de que los ciudadanos atenienses desembarcaban portando sus cojines y los mercenarios extranjeros sus armas.
Muchas gracias, he encontrado por fin el artículo en S American pero no tengo acceso y en slideshare lo han capado por el copyright:

https://www.scientificamerican.com/arti ... ient-gree/

El autor es John R. Hale y el título en español es algo así como "La boga en la Grecia clásica" por lo que he visto en las imágenes que quedan en internet dice que podía llegar a velocidades de ocho nueve nudos, una barbaridad y explica también algo sobre la tecnología naval griega y tácticas de combate, me quedo con las ganas hasta no ver si en alguna biblioteca lo encuentro. Mi madre se deshizo hace años de todas mis revistas en el pueblo :cry: , amor de madre lo llaman. La verdad tienen buena pinta los libros de este hombre.

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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Turing escribió: El autor es John R. Hale y el título en español es algo así como "La boga en la Grecia clásica" por lo que he visto en las imágenes que quedan en internet dice que podía llegar a velocidades de ocho nueve nudos, una barbaridad y explica también algo sobre la tecnología naval griega y tácticas de combate, me quedo con las ganas hasta no ver si en alguna biblioteca lo encuentro.
Esas son las velocidades alcanzadas por la Olympias, un acertado intento de reconstrucción de una trirreme griega del siglo V. Aún considerando que es difícil que una réplica se acerque al grado de perfección del original, es un dato que sirve como referencia. En su día sorprendió mucho las velocidades alcanzadas por la Olympias y su "voluntariosa" tripulación, asi como su capacidad de giro.



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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Lutzow escribió:La desaparición de quinquerremes, cuatrirremes y finalmente trirremes es el mejor ejemplo de que la ausencia de un enemigo fuerte debilita
Ciertamente; por eso el mayor desarrollo naval se dará durante la era helenística, y el mayor estancamiento durante la época imperial romana...sobre todo porque su principal enemigo, Partia/Persia, tampoco invertía mucho en desarrollo naval :~i
Flavius Stilicho escribió:
Turing escribió:Muy bueno este hilo :Bravo . Con todo el morro del mundo voy aprovecharme del conocimiento ajeno y preguntar :oops: . En mis años de adolescente grunge recuerdo haber leído, creía recordar que en una Investigación y Ciencia pero es que no estoy seguro y no lo encuentro, un artículo sobre la posibilidad de que los remeros griegos usasen una especie de pañal que se deslizaba y hacía el bogar más eficiente, como hoy en día en el remo deportivo donde se ayudan del movimiento de las piernas. Incluso había una referencia a un autor clásico donde se hablaba del ridículo aspecto de estos remeros griegos con sus calzones-pañal. No recuerdo nada más pero me llama la atención esta clase de innovaciones cuasi-deportivas para aumentar velocidad y potencia. Alguien conoce algo o dónde podría buscar.

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De hecho, algunos autores dicen que el uso de ese cojín por parte de los atenienses fue el que les dio la victoria en Salamina...algunos mencionan a Temístocles como autor del invento :-
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

3.3 Liburnas y otras naves ligeras.

Las ligeras y prácticas liburnas se convertirían en el verdadero pilar de la armada romana durante la época imperial, hasta el punto de que llegaría un momento, tras la desaparición del trirreme, en que la denominación “liburna” tendría una connotación genérica para definir cualquier nave de guerra.
Vegecio (finales del siglo IV) habla de que “En el presente, todos los navíos de guerra se construyen sobre el mismo modelo, y se llaman liburnas...”

En realidad dentro de las liburnas tendríamos diferentes modalidades para las que los expertos no han conseguido una clasificación clara por falta de información.
Inicialmente la liburna “típica” de comienzos del Imperio, parece haber sido un birreme “afracto” con 50-60 remos, y equipado con espolón; aunque también existirían versiones más simples en configuración monorreme.
En paralelo a la versión de “alta mar” se desarrollan versiones fluviales, como las que aparecen en la Columna Trajana. Sin embargo las naves más típicas de las flotas fluviales serían botes más pequeños monorremes, cuyo ejemplar más representativo sería el de la “navis lusoria”. Una “navis lusoria” típica, tenía 20 remos por amura y un pequeño mástil abatible.


Entre finales del siglo III y comienzos del siglo IV, se introduce un nuevo tipo de nave de guerra en las escuadras provinciales norteñas, que incluye notables diferencias con las liburnas clásicas: parece que el mástil deja de ser abatible, y tanto proa como popa ganan prominencia y suelen estar rematadas por figuras decorativas. Se trataba de naves pensadas para hacer frente a las aguas atlánticas, con mayor manga y calado que las galeras mediterráneas tradicionales. Su configuración podía ser tanto birreme como monorreme con dos remeros por remo. Estas naves de guerra se acabarían trasladando al Mediterráneo. Sin embargo no sabemos si recibieron un nombre especial, o simplemente seguían siendo consideradas dentro de la categoría ya genérica de liburnas. En tiempos de Constantino I hay una referencia “arcaica” a triacónteras (30 remos) y pentecónteras (50 remos), y algún autor opina que estas habrían correspondido a esos modelos de liburnas con influencias atlánticas.
A finales de siglo, nos encontramos a las liburnas reflejadas en la Notitia Dignitatum, así como la referencia a que las “liburnae” de Fravitta destrozaron las balsas con que las tropas del rebelde Gainas trataba de cruzar el Helesponto (399 d.C.).


Para el siglo V, tenemos naves de guerra de tamaño medio con una eslora total estimada de 33,5 metros por una manga de 4,9. Se trata de naves “catafractas” equipadas con espolón, monorremes con dos remeros por remo, y con cerca de 40 remos. Para entonces las torres están ya completamente desaparecidas, aunque estas naves podían seguir montando alguna pieza de artillería ligera. El surgimiento de nuevas amenazas como la vándala parece que se hace notar en la necesidad de una mayor protección para los remeros.
También atribuido a comienzos del siglo V, concretamente en un texto atribuido a Eunapio de Sardes, se habla de un nuevo tipo de liburna de 30 remos denominada dromades, probablemente el antecesor del dromón.

En ésta época el Imperio Romano todavía podía reunir para una operación conjunta una gran cantidad de liburnas. Así para la gran y desastrosa expedición romana contra los vándalos (Cabo Bon, 468) se dan enormes cifras que aunque exageradas (Juan el Lidio habla de 10.000 liburnas) parecen indicar que se podían reunir al menos cientos de ellas.


Imagen
Esquema de liburna de remada a dos niveles (J. Coates). La representación parece ser de una liburna imperial de 50 remos, siglo I-II d.C.; los 25 de banda se distribuyen entre 12 en la hilera inferior y 13 en la superior.


Imagen
Liburna birreme afracta, 200 d.C. (G. Rava). Obsérvese el mástil abatido y el característico espolón curvado hacia arriba, propio de la época imperial.


Imagen
Liburna monorreme y liburna birreme en acción contra los godos en el Bósforo (G. Rava)


Imagen
Liburna birreme catafracta, siglos III-IV d.C. (G. Rava).


Imagen
Un par de ejemplares de “navis lusoria”, siglo IV, navegando por el Rin.


Imagen
Liburnas y naves monorremes más pequeñas (proto-dromones) ardiendo durante la batalla del cabo Bon (468 d.C.) (G. Rava).
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

4. Época romano-bizantina.
4.1 Dromones tempranos.

Apenas hay alguna referencia a liburnas en el siglo VI, y nos encontramos que cuando San Isidoro de Sevilla escribe sus Etimologías (c. 627-630) es obvio que no sabe lo que es una liburna y deduce que es una nave propia de comerciantes y que su origen es libio. El mismo Isidoro afirma que las antiguas “naves longae” son las que en su época se denominan dromones, y que el nombre le viene del griego “correr”.

Aunque el término dromón (dromōn) ya aparece con anterioridad en varias ocasiones, como por ejemplo cuando se nos habla de la escuadra reunida por Teodorico el Grande en Italia, la primera referencia detallada es en el contexto de la invasión del África vándala por Belisario en el 533. La flota invasora de Belisario va escoltada por 92 galeras de guerra denominadas dromones, por la gran velocidad que alcanzan, y que son descritas como monorremes y catafractas para proteger a los remeros. En dichas galeras viajaban 2.000 hombres del propio Bizancio que eran a la vez remeros y luchadores, no habiendo un hombre superfluo entre ellos. Si hacemos cuentas salen a 20 y pocos hombres por dromón, lo cual se aleja del típico mínimo de al menos 30 remeros de las más pequeñas galeras de guerra de toda la vida. Es posible que haya aquí un error o que lo que se quiera decir es que esos 2.000 se añadían a la dotación normal de la galera pero no sólo como “infantes de marina” sino que reforzando a los remeros.

Las primeras referencias a los dromones parecen indicar que se trata de una evolución gradual de las liburnas, y que en principio el término dromón se habría usado para distinguir a un tipo de liburna rápida; uno cuyas formas se acabarían imponiendo y desplazando a los modelos con formas más clásicas.
Cuando hablamos de mayor velocidad no está muy claro si se entiende por velocidad media en trayectos de larga distancia, velocidad punta y/o velocidad en batalla (agilidad, velocidad de giro). En cualquier caso, los romano-bizantinos debieron ver una ventaja sustancial en las formas que iban adquiriendo estas liburnas-dromones; sobre todo dado que ahora a diferencia de épocas anteriores nos encontramos con una época de desafíos navales en el Mediterráneo: vándalos y godos, pueblos que han conseguido acceso a la tecnología naval romana de la época.

La evolución de la liburna hacia el dromón del siglo VI parece haber cristalizado en una nave con las siguientes características:
* Nave monorreme, dotada con cubierta -aunque la protección de la dotación sólo era parcial-, y con 50 remos (25 por amura).
* Sustitución de la vela cuadra por la vela latina, izada sobre un único mástil (abatible).
* Sustitución del tradicional y contundente espolón colocado la línea de flotación por un esbelto y alargado espolón situado sobre la línea de flotación. Esto permitió construir una proa más ligera con una roda diseñada para mejorar la velocidad.

A finales del siglo VI empiezan a aparecer los dromones birremes, llegando a doblar el nº de remos hasta 100, a la vez que desaparece el concepto de liburna.


Imagen
Dromón birreme siglo VII (Peter Bull).
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

4.2 Dromones, siglos VIII-XI.

Durante el siglo VII surge un nuevo desafío a la armada bizantina en forma de la naciente armada árabe, que adoptaría el dromón como propio, con el nombre de shalandi; aunque lo adaptarían a su forma de lucha, poniendo más énfasis en sus capacidades como plataforma de combate que en sus capacidades marineras. El desafío árabe quedaría patente con la derrota bizantina en la Batalla de los Mástiles (654/655), en la que unos 200 shalandiyyat árabes vencieron a unos 500 dromones bizantinos. El poderío naval árabe les llevaría a las propias puertas de Constantinopla, aunque sin éxito, pero obligaría a los romano-bizantinos a buscar mejoras en el diseño del dromón.

Hacia mediados del siglo VIII el dromón evoluciona incorporando un segundo mástil, lo que mejoró sus condiciones marineras. Aunque el dromón principal seguía siendo un birreme de 100 remos, con una eslora en torno a los 28 metros.
Se incrementó su potencial de combate mejorando la protección de la dotación. Se instaló una plataforma de combate central entre ambos mástiles y se agrandó la plataforma de combate a proa. En algunos dromones de élite, la plataforma de combate de proa incorporaba al menos un proyector (siphōn) de fuego griego: la legendaria arma incendiaria desarrollada por los bizantinos en la década de los 70 del siglo VII, que salvó varias veces a Constantinopla del ataque enemigo. Aparte podían portar piezas de artillería naval de torsión que disparaban virotes de mayor o menor tamaño : “ballistrai” a proa, y las más pequeñas “toxobalistrai” a lo largo de la amura. Aunque menos comunes, también se podían llevar pequeñas catapultas.

En torno al siglo IX, las líneas del dromón evolucionan, y proa y popa adoptan formas más curvadas.

No todos los dromones eran iguales, aunque a veces es difícil identificar clases debido al irregular uso de ciertos términos por los autores bizantinos.
Los bizantinos al clasificar sus dotaciones hablaban de “osia”, que sería el equivalente aproximado a 100 hombres, por lo que un osiakos sería un dromón estándar de 100 remos (no necesariamente la cifra exacta, pudiendo ser 96/100/104, etc.). Además de los remeros, habría que añdir al menos un puñado de oficiales y marineros.
Un pamphylos (o pamphylion) contaba en teoría con “osia” y media pero mantenía los 100 remos. En la “Tactika” del emperador León VI (escrita en torno al año 900), se recomienda el uso del pamphylos como nave de mando del “strategos” (comandante) de una escuadra, y tripularla con hombres escogidos a los que se denomina “pamphiloi”.
Los cerca de 50 hombres extra, no está claro si reforzaban directamente los remos de la bancada superior (remando dos por remo a ese nivel) o actuaban dando relevos a los remeros cansados, a la vez de poder servir como infantes de marina en combate.
En la misma "Tactika" se habla de dromones remados por dos “osiai”, 200 remeros que se distribuían en teoría de la siguiente forma: 50 en la bancada inferior y 150 en la superior. Esta distribución ha sido bastante discutida, y una posibilidad que se refiera a que había 50 remeros “fijos” que se distribuían en el nivel inferior y 150 tripulantes “polivalentes” que ejercían tanto de remeros como de combatientes, según las necesidades, pero que no remaban todos a la vez.
Finalmente el chelandion estaba tripulada en teoría por hasta 3 “osiai”, sin dejar de ser un birreme de 100 remos. En origen se trataba de una galera destinada al transporte de caballos, que en algún momento evoluciona hacia galera de guerra, tal vez aprovechando su abultada manga para incorporar más tripulantes. A partir del siglo X, el término chelandion se generaliza como sinónimo de dromón, en el sentido de “galera de guerra”.


Los dromones monorremes originales no desaparecieron, reconvirtiéndose en naves ligeras sobre todo dedicadas a la exploración y patrullaje. Los bizantinos pasan a denominar a este tipo de nave simplemente monērēs, o también como dromonion (un diminitivo de dromón). Su dotación sería de media osia, acorde con una nave de 50 remos. Con el tiempo evolucionarían hasta la “galea”, que a partir del siglo XI se extendería entre las ciudades italianas para más tarde, tomando la forma de la galera medieval, acabar desplazando al propio dromón en el Mediterráneo.
La caída de Constantinopla (1204) sirve como punto final para la era del dromón, aunque para entonces ya tenía poca relevancia.

Imagen
Fuego griego en acción, durante los sitios de Constantinopla (717-718) (Peter Dennis).

Imagen
Dromón birreme ¿siglo VIII?. (Peter Dennis).


Imagen
Dromón del siglo IX-X (J.H. Pryor). Obsérvese como el mástil que está más a proa, se inclina hacia delante para evitar que las dos velas se enreden.


Bibliografía:
D´Amato, Raffaele (2015): Republican Roman Warship, 509 - 27 BC (Osprey´s New Vanguard 225).
D´Amato, Raffaele (2016): Imperial Roman Warship, 27 BC – 197 AD (Osprey´s New Vanguard 230).
D´Amato, Raffaele (2017): Imperial Roman Warship, 193 – 565 AD (Osprey´s New Vanguard 244).
Konstam Angus (2015): Byzantine warship vs Arab warship (7th - 11th centuries) (Osprey´s Duel 64).
Gardiner, R. (Ed.) & Morrison, J. (Ed.) (1995): The Age of Galley; Mediterranean oared vessels since pre-clasical times.
Murray, William H. (2012): The age of Titans. The Rise and Fall of the Great Hellenistic Navies.
Pitassi, Michael (2012): The Roman Navy. Ships, men & warfare, 350 BC – AD 475.
Pryor, J.H. & Jeffreys E.M. (2006): The Age of the Dromon; The Byzantine Navy ca 500-1204.

Rebolo Gómez, Rafaél: "La Armada cartaginesa" http://www.grijalvo.com/Rebolo_Gomez_Ra ... Indice.htm
Web "Rams, ravens and wrecks": http://ramsravensandwrecks.blogspot.com.es/
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Añadir que el dromón era un barco tan versátil en combate que llegaría a derrotar a los propios drakkars vikingos...de hecho, ante la visión de un dromón lo único que podían hacer las naves vikingas era en aprovechar su velamen para ganar velocidad y no ser interceptados...de hecho fue gracias a los dromones que el emperador Constantino IX aplastó a la mayor flota nórdica que navegó por el Mar Negro :~i
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Lutzow »

Magnífico trabajo Flavius, como siempre... :dpm:

A raíz del mensaje de Antígono he recordado esta lámina de Cabrera Peña mostrándonos un dromón dando buena cuenta de unos drakkars.

Imagen

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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Flavius Stilicho »

Antigono Monoftalmos escribió:Añadir que el dromón era un barco tan versátil en combate que llegaría a derrotar a los propios drakkars vikingos...de hecho, ante la visión de un dromón lo único que podían hacer las naves vikingas era en aprovechar su velamen para ganar velocidad y no ser interceptados...de hecho fue gracias a los dromones que el emperador Constantino IX aplastó a la mayor flota nórdica que navegó por el Mar Negro :~i
Además de la amenaza "principal" a Constantinopla que venía de la zona del Mediterráneo; es cierto que hubo varios ataques de los "bárbaros" del Norte. Ya en su día la flota bizantina tuvo que dar cuenta de los ávaros, aunque estos parecen haber usado poco más que botes.

Una amenaza más seria fue la de los varegos/rus de ascendencia vikinga. Hubo cuatro ataques "rus" contra Tsargrad (Constantinopla), incluido el que mencionas:
* 860 – El primer ataque pilló a los bizantinos por sorpresa y con la flota y ejército alejados de Constantinopla. Los rus saquearon los suburbios y se volvieron satisfechos en sus barcos.
* 907 - Oleg de Kiev dirigió una numerosa flota contra Constantinopla. Las crónicas rus hablan de una gran victoria, pero el asedio en sí fue un fracaso
* 941 – El 3er ataque naval a Constantinopla (por Igor Rurikovich) fue desbaratado, usando el “fuego griego” a pesar de haber sido instalado a toda prisa en un puñado de viejos buques fuera de servicio.
* 1043 Último ataque rus a Constantinopla (en época de Constantino IX); nuevamente un puñado de barcos equipados con “fuego griego” logra salvar el día y los rus serían contundentemente derrotados como comentas y como vemos en la bonita ilustración que ha puesto Lutzow.

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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Ilustración que aparece en el artículo sobre esa batalla reseñado en el número de Desperta Ferro dedicado a las talasocracias :~i
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Pidgeott »

Perdón si me desvió un poco del tema, pero es que las galeras siempre me han dejado con la duda sobre el por qué se dejaron de usar,
O mejor dicho ¿Por que los grandes navios dejaron de necesitar remos?
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Re: Navis longa: la galera de guerra romana.

Mensaje por Lutzow »

La respuesta podría alargarse mucho, pero básicamente por la evolución de la ingeniería naval que permitió construir mejores naves mancas, de mayor tamaño y más resistentes estructuralmente que las galeras, con capacidad para portar muchos más cañones y una tripulación reducida... Aún así las galeras continuaron utilizándose durante mucho tiempo en mares como el Mediterráneo y el Báltico, al menos hasta el siglo XVIII, cuando ya resultaba obvio que eran un diseño desfasado respecto a los cada vez más evolucionados buques de vela...

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