Si ahora mismo preguntamos a cualquiera cual fue el verdugo de Stalin, el brazo ejecutor de las purgas, el 90% de las personas nos citaría a Laurenti Beria. Pero no es así: el verdadero verdugo de Stalin fue Nikolai Ezhov (o Yehzov): fue él quien dirigió las grandes purgas de 1937-38. Beria fue ‘solamente’ su sucesor y, a decir de muchas fuentes, no superó a su predecesor y maestro.
Nacido en 1895, combatió en la I Guerra Mundial y en 1917 se unió a los bolcheviques. Fue comisario político en la guerra civil y en 1921 se unió al grupo de quienes apoyaban más fervientemente a Stalin, entonces con muchos rivales en el partido y no muy bien visto por Lenin. Para entonces ya se había ganado una reputación de ‘tipo repelente’ en palabras de muchos viejos comunistas.
Después de diversas funciones al servicio del Partido, y con una sólida reputación en el mismo de hombre monolítico e infalible en la ejecución de órdenes, pasa a suceder a Yagoda en la OGPU en 1936, pasando el organismo a tomar el nombre de NKVD, y fue nombrado Comisario de Asuntos Internos. Probablemente ya llevaba instrucciones sobre lo que se esperaba de él, porque lo primero que hizo fue purgar la policía secreta de ‘elementos contrarrevolucionarios’. Luego les tocó a los demás. Se ha hablado mucho de qué perseguía Stalin con las purgas. Parece que lo más probable fue ‘purgar’ al país de todos los elementos susceptibles de mantener una mínima oposición sobre el régimen, aún siendo leales, partiendo de las raíces: que fueran ‘anteriores’ al Partido, que hubieran recibido alguna educación ‘no controlada’ o alguna vez hubieran actuado de forma independiente. De hecho, la represión fue mucho más dura con los escalones medios y superiores del Partido y la sociedad soviética que con el común del pueblo.
Yezhov dirigió el periodo más duro de la represión. Institucionalizó la invención de pruebas y la tortura, aprobada por ley en 1937-38 –se dice que por orden directa de Stalin-, mientras los tribunales juzgaban ‘por analogía’. ‘Delitos’ que pocos años antes habían sido castigados con sentencias leves pasaban ahora a llevar acarreado el fusilamiento. Ezhov tenía constantemente que descubrir ‘complots’ y conjuras y se hizo práctica casi común implicar en un complot a quienes ‘descubrían’ otro. Creó las ‘troiki’, tribunales de tres miembros que hacían juicios rápidos que acababan casi siempre en ejecución…
Fue, de hecho, el director de la conjura contra Tukhachevski, el jefe del Ejército Rojo a quien Stalin veía sospechoso de ‘bonapartismo’, y cuyo buen fin dejó al Ejército Rojo descabezado en las fechas de la invasión alemana. Yezhov comisionó al NKVD para que fabricase pruebas contra el militar, que tendrían que ser de amplísimo alcance para que el proceso fuera ‘creíble’. En la operación se dice que participó el SD alemán (que en ese caso no haría más que colaborar con Stalin, pero no ‘engañarle’), la ‘conjura’ llegaría a Stalin y en el proceso posterior caerían casi todos los jefes del Ejército Rojo. De acuerdo al patrón de las ‘purgas’ los más altos fueron fusilados. El destino del resto, según su categoría, osciló entre la muerte y el campo de trabajo. Del escalón más bajo, muchos fueron rehabilitados tras una primera expulsión del ejército.
La tensión afectó a Ezhov. Delgado y de aspecto pálido, probablemente empezó a tomar drogas durante ese periodo y, cada vez más tenso, empezó a perder el control. En la segunda mitad de 1938 el nivel de la represión desapareció. Probablemente Stalin considerara que ha había habido suficiente y –natural en ese orden de cosas- la señal fue la caída en desgracia de Yezhov. En 1938 mantuvo un duro enfrentamiento con Molotov, que quizá Stalin viera como una provocación a su autoridad. Poco después, Laurenti Beria fue designado como director del NKVD sin que Yezhov fuera informado de ello, y después él mismo fue ‘relegado’ a Comisario para el Transporte de Aguas. El 10 de abril de 1939 fue arrestado, se le siguió un proceso secreto y fue finalmente fusilado el 10 de abril de 1940. En las fotografías que aparecía junto a Stalin, su foto fue borrada.
Había supervisado el fusilamiento o el envío a campos de trabajo de millones de personas. De hecho, Beria fue visto después como hombre más benévolo, que redujo los niveles de tortura y ejecución. En Rusia se sigue llamando la “Ezhovshina” al periodo de las grandes purgas de Stalin.
