Aprovechando las fiestas navideñas he leído varios libritos de la colección ‘Guerreros y batallas’, de calidad bastante desigual.
El primero de ellos es ‘
La batalla de Bailén, 1808. El águila derrotada’ de Francisco Vela (que reúne en un solo tomo los números 21 y 22 de la serie ‘Guerreros y batallas’). Como era esperable, teniendo en cuenta su autor, es un libro muy recomendable. Su estructura es la habitual en este tipo de libros: breve introducción histórica, examen de los dos ejércitos enfrentados, de sus mandos, de la campaña y de la batalla en sí, así como de sus consecuencias, pero todo esto es tratado de forma rigurosa y aportando información novedosa. Los órdenes de batalla y estados de fuerza son completos (dándonos una cifras sobre los contendientes muy exactas), el estudio de los dos ejércitos adecuado, la cartografía de la campaña es buena y los gráficos de la batalla dan una idea clara de su desarrollo (fallan un poquito los mapas generales, aunque es algo fácilmente solucionable, al menos para un español). En cuanto a las láminas, son buenas, especialmente las que describen los uniformes de forma esquemática, también las dos sobre la batalla, solo fallan algo dos de ellas, que recogen de forma reducida cuatro de la edición original, al quedar las figuras demasiado pequeñas, pero no hay que olvidar que pagamos 18 € por lo que fueron dos libros de la colección citada (175 pág.), cuyo precio en conjunto era de 28 €. El punto más susceptible de debate es la desmitificación que realiza de muchos de los tópicos más populares sobre la famosa batalla (la participación popular, el famoso cambio de chaqueta de los suizos, la gran superioridad numérica española, …), pero sus afirmaciones no están basadas en meras opiniones subjetivas sino que se apoyan en datos.
En resumen, un libro excelente que creo que será referencia obligada, en nuestro país y fuera, para el que quiera conocer algo sobre esta batalla, primera derrota de los ejércitos napoleónicos. Yo le pondría un notable alto tirando a sobresaliente.
El segundo es ‘
Las Navas de Tolosa 1212. La verdadera cruzada’ de José I. Lago y Manuel González Pérez. Como ya se ha comentado en este hilo, José I. Lago tiene una gran inclinación a proponer una visión muy subjetiva de la historia, excesivamente maniquea, a la que se quiere arrastrar al lector. Eso no quiere decir que no pueda tener razón en ocasiones, pero con frecuencia le falta un apoyo sólido para que los demás podamos aceptarlo todo sin más. Las láminas son buenas, al igual que los gráficos tridimensionales de la campaña. Los de la batalla están bien para el inicio de la misma, pero son algo confusos para el resto. La cartografía general es muy escasa, lo que es un fallo importante. Mi calificación, un 5,5 ó 6 sobre 10.
Un comentario más breve sobre el tercero ‘
El ejército visigodo. Desde sus orígenes hasta la batalla de Guadalete’ de Roberto Muñoz y Ángel García Pinto. El texto es bastante flojo, cubre un periodo demasiado amplio, su sistemática es confusa, la redacción deja mucho que desear y las láminas son solo pasables. También hay que reconocer que es un tema poco tratado y que las fuentes son escasas. Aprobado muy raspado.
Por último he leído ‘
Ceriñola 1503’ de Francisco M. Canales. Comenzando por las láminas, las dedicadas a las figuras son flojas y no dan demasiada información, por el contrario los gráficos tridimensionales de la batalla son buenos y permiten hacerse una idea clara de la misma. El texto no es gran cosa, se entera uno básicamente del contexto histórico, relata el transcurso de la batalla de forma parca pero clara, pero trata de forma bastante deficiente de las características, mandos, tácticas, organización, material,… de los ejércitos contendientes. Le doy un aprobadito.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados