Retomo el hilo para reseñar una acción anterior:

Toma de los Fuertes de Sipac y Sungap en la Ysla de Balanguingui el 19 de Febrero de 1848. Autor José Honorato Lozano.
19 de febrero de 1848.
Durante la campaña contra los piratas de Filipinas de principios de 1848, se produce el asalto al fuerte de Sipac, principal punto fuerte de los piratas en la provincia filipina de Aklan.
La expedición comenzó con la toma del fuerte de Balanguingui, otro reducto de piratas filipinos, conseguido el objetivo, la expedición española se concentró en la toma del fuerte de Sipac, mandando patrullas de reconocimiento a las inmediaciones de la fortaleza y comenzó la construcción de escalas para el asalto al fuerte. Cuando terminaron estos preparativos el día 18 se comenzó el desembarco de las distintas unidades, principalmente Infantería de Marina, artillería y un destacamento de ingenieros, procediéndose al desembarco en pequeñas balsas para evitar los arrecifes que había en la zona.
Según iban desembarcando las unidades, con el máximo sigilo que se podía, se fueron colocando en los emplazamientos que previamente habían dispuesto los exploradores para ellas, a unos 200 metros del objetivo, así mismo se colocaron varias baterías artilleras y se repartieron escalas y fajinas para el asalto.
Las tropas permanecieron en sus posiciones hasta el amanecer, momento en que fue dada la señal de asalto por medio de la banda de música del Cuerpo, al oír los acordes comenzó el fuego de la artillería, que aunque fue nutrido y preciso no doblegó la resistencia de los piratas que resistían en los muros blandiendo sus armas y desafiando a los soldados españoles. Viendo la situación, el Capitán General Narciso Clavería Zaldúa, acompañado por su Estado Mayor y una escolta de infantes de marina, arengó a las tropas, exhortándoles a cumplir con su deber como se espera de los soldados españoles que eran y recordándoles las anteriores victorias. Finalizada la arenga con un sonoro ¡Viva España! se dio la orden de asalto general, orden que fue cumplida al instante, poniéndose a la vanguardia de la fuerza atacante las tropas de la Marina que voluntariamente habían solicitado tan honroso puesto.
Se destacó en el asalto a la fortaleza el cabo primero de Infantería de Marina Policarpio Montoya, que fue uno de los primeros en alcanzar los muros del fuerte, que pese a estar siendo cañoneado por la artillería desembarcada, así como la de la escuadra fondeada en la bahía, resistía con ferocidad, pues los piratas creyendo que su fuerte era inexpugnables habían traído a sus familias con ellos y al verse superados, muchos prefirieron matar a sus familias para luego morir peleando. Al final, el empuje y la valentía de la brigada de Marina, que se había ofrecido voluntaria para comenzar el asalto y los aliados zamboangeños, que demostraron gran valor y arrojo en el combate, hicieron que el fuerte cayera en manos españolas.
Unos pocos enemigos consiguieron escapar y fueron perseguidos por la compañía de Carabineros del 2º de Infantería ligera, algunos pudieron refugiarse en una posición cercana, pues al otro lado de un estero, en una espesa arboleda de cocoteros, había un pequeño fuerte,el fuerte de Sungap, desde el que se habían infligido algunas bajas a los invasores durante el choque anterior. Clavería confió su toma al capitán Gregorio Bárcenas y su compañía de carabineros del 2.º Ligero. Sólo un moro fue herido en la contienda, en comparación a la ausencia de bajas de los españoles, que además se hicieron con las 93 piezas artilleras de ambos fuertes, la mayoría cañones de bronce. Otros 13 fueron hallados en las casas cercanas. Los supervivientes huyeron hacia el interior de la jungla, aunque fueron perseguidos por una columna desde tierra mientras que una escuadra de embarcaciones pequeñas lo hacía por los esteros, acabando con la resistencia que los piratas ofrecían.
Las pérdidas en las filas de la Capitanía habían sido considerables: doscientos treinta y siete entre muertos, heridos y contusos, murió el capitán José María Ataide del 1.er Regimiento Ligero, y resultaron heridos los dos ayudantes de campo de Clavería, al igual que otros oficiales. 340 cadáveres de piratas moros fueron apilados e incinerados, para evitar el contagio de enfermedades.
La repercusión que tuvo la expedición a los reductos piratas fue tal que muchos sultanes se apresuraron a mandar emisarios para felicitar al Capitán General y renovar los tratados de paz con los españoles por miedo a represalias, ya que habían estado protegiendo a los piratas y participando del beneficio de sus botines.
La escuadra a su regreso al puerto de Manila fue aclamada por la multitud, ya que aunque durante la expedición se sufrieron sensibles pérdidas, se había devuelto a la libertad a trescientos cristianos a los que tenían esclavizados los piratas moros.
Lo mejor del Call Of Duty, es que ni te duelen los tiros ni pagas la munición.
El Maestro Zebra.
Ab insomne non custita dracone