Balduino I, el cruzado sin alma.

"Personajes" que han dejado o pretendido dejar huella en la Historia Militar Internacional.

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Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

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No resulta complicado encontrar desastres militares a causa de un mando compartido, desde Arausio (105 a.C.) hasta Tannenberg (1914), y sin embargo quizá la mayor epopeya durante la Edad Media fue la Primera Cruzada, donde un grupo de nobles de distinta procedencia, siempre celosos de su independencia e incapaces de unificar el mando durante todo el trayecto desde Constantinopla hasta Jerusalén, lograron un éxito sin precedentes. Pero no solo los líderes más notables nunca formaron un ejército cohesionado (salvo cuando las amenazas militares les obligaba a ello), además sus intereses resultaban de lo más variado; algunos como Roberto de Flandes o Roberto de Normandía abrazaron la cruz llevados por su fervor religioso, otros como Raimundo de Tolosa en busca de gloria y un liderazgo que siempre se le escapó, también nos encontramos con el normando Bohemundo de Tarento, sabedor de que en el Sur de Italia no podría saciar su ambición de poder y de las expectativas que le ofrecía la expedición que se estaba formando, o Godofredo de Bouillon, hombre piadoso, Duque de Lorena por la gracia del Emperador Enrique IV, pero sin que fuese un feudo hereditario, hecho que pudo pesar en su decisión de unirse a la expedición. Caso aparte es del Esteban II de Blois, que vivía feliz en su Condado, uno de los más ricos de Francia, y no tenía ninguna intención de unirse a la Cruzada, pero su esposa, hija de Guillermo el Conquistador y mujer de armas tomar, le obligó a ello, para disgusto de Esteban y dicha de los historiadores, pues se conservan las numerosas cartas que durante el trayecto envió a su esposa. Acompañando a estos grandes nobles encontramos docenas de menor linaje, entre los que destacarían Tancredo, sobrino de Bohemundo de Tarento, y sobre todo Balduino, hermano menor de Godofredo de Bouillon. Destinado en un principio a la carrera eclesiástica no recibió por ello ninguna tierra de la familia, aunque su carácter le llevó a renunciar a los hábitos y ponerse al servicio de su hermano, recibiendo con agrado la noticia de la expedición a Oriente y llevando consigo a su mujer e hijos, en la idea de que en Tierra Santa se le abrirían oportunidades que en su región natal nunca tendría; partió sabiendo que nunca regresaría a Europa.

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La primera hueste que se puso en marcha fueron los loreneses de Godofredo de Bouillon en Agosto de 1096, quien decidió tomar la ruta húngara bajando el Rhin y el Danubio hasta las fronteras del Reino de Colomán. Este no vio con buenos ojos la llegada de otro ejército tras los disturbios y saqueos que la llamada Cruzada popular, bajo la batuta de Pedro el Ermitaño, había causado en su territorio unos meses antes, invitando a Godofredo y sus principales caballeros a su Corte antes de tomar la decisión de dejarles atravesar Hungría.  Una vez comprobado que el ejército lorenés no era una masa indisciplinada como la de Pedro el Ermitaño, Colomán accede a permitirles atravesar su frontera, con la condición de que no se realizase ningún tipo de saqueo y garantizándola con un rehén, eligiendo como tal precisamente a Balduino. Alto, pálido, de negra melena, diestro con las armas y mirada inteligente, Colomán supo distinguir en él al más peligroso de los caballeros que acompañaban a Godofredo, y no se equivocaba. Balduino se negó, pero finalmente no le quedó otra opción que acceder, mientras su hermano mayor se cuidaba de informar a todos los hombres que cualquier acto de vandalismo sería condenado con la muerte de los causantes. El ejército atravesó Hungría sin mayor novedad hasta llegar a la frontera bizantina en Belgrado, momento en el que Balduino es liberado. Tras algunos desmanes en territorio bizantino por fin llegan a Constantinopla a finales de Diciembre, donde el Emperador Alejo I agasaja con regalos a los nobles, pero al mismo tiempo exige un juramento de homenaje y la restitución de todos los territorios bizantinos que pudiesen ser reconquistados a los turcos. Godofredo se opone, Alejo decide obligarle cortándole los suministros, Balduino responde saqueando los suburbios de la capital, y finalmente Alejo decide levantar el bloqueo, pero a cambio que de que el ejército lorenés sea trasladado a Pera, en la otra orilla del Cuerno de Oro. Godofredo no quiere prestar el juramento antes de consultar con los líderes del resto de ejércitos que se dirigían a Constantinopla, Alejo I deseaba lidiar con ellos de forma separada consciente de que una vez reunidas todas las tropas cruzadas le resultaría más difícil imponer sus condiciones, por ello, cuando en Marzo de 1097 es informado de que nuevas tropas se acercan a la ciudad decide forzar la situación suprimiendo los víveres que enviaba a los loreneses. Estos responden saqueando Pera y los pueblos de alrededores, chocando con la guardia pechenega que actuaba como fuerza policial en la zona. De nuevo vemos a Balduino tomando la iniciativa, emboscando a los pechenegos y capturando a 60 de ellos, muchos de los cuales fueron asesinados. Quizá envalentonado por este éxito Godofredo dirige su hueste a través del puente que unía Pera con Constantinopla al asalto de una de sus puertas, hasta que un hastiado Emperador envía a sus tropas de élite al combate, derrotando en un breve combate a los loreneses, lo que convence a Godofredo y demás nobles a prestar el juramento de homenaje.

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Es bien conocido como uno tras otro todos los contingentes cruzados son trasladados a Asia, donde ayudan a la reconquista de Nicea, tras lo cual inician el largo recorrido hacia el Sur que debía llevarles hasta Jerusalén. Tras conseguir una victoria poco decisiva en Dorilea ante los turcos Selyúcidas continúan su camino por Asia Menor con guías bizantinos, que recomiendan evitar el camino directo desde la ocupada Konya a Antioquía pues este transcurre por el desfiladero de las Puertas Cilicias, un estrecho paso de apenas diez metros, y tras Tarso y Adana hay que atravesar el desfiladero de las Puertas Sirias, camino estrecho y sencillo de defender si encontraban turcos dispuestos a oponer resistencia, por lo que el grueso del ejército toma el camino que transcurre por el Este a través de Cesaria Mazacha por el Antitauro hasta la llanura de Antioquía, que además ofrecía la ventaja de que transcurría por tierras dominadas por varios reyezuelos armenios.

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Mapa donde se puede contemplar la ruta del grueso del ejército a través de Asia Menor, dando un rodeo para evitar el Antitauro y las Puertas Cilicias. El movimiento de Tancredo es erróneo, pues precisamente se dirigió directamente a las Puertas Cilicias tras Heráclea.

Pero no todos toman este camino, dos líderes secundarios toman el primero, probablemente bajo la apariencia de proteger el flanco derecho del ejército principal, lo más seguro buscando fortuna en tierras de Cilicia. Uno de ellos es Tancredo, acompañado de un pequeño grupo de Normandos formado por cien caballeros y entre doscientos y cuatrocientos infantes, el otro es Balduino, con un contingente de loreneses y flamencos que quizá sumasen quinientos caballeros y dos mil infantes. Mientras Tancredo y su pequeña fuerza toman el sendero que corre directamente hacia el desfiladero de las Puertas Cilicias, Balduino elegía la calzada principal que descendía hacia el desfiladero pasando por Podandus, a tres jornadas de distancia del primero, sin que ninguna de ambas huestes encontrase resistencia en el mismo. Tras atravesarlo Tancredo desciende hacia Tarso, la principal ciudad de Cilicia y ocupada por una guarnición turca que al contemplar la pequeña fuerza invasora realiza una salida contra los normandos, solo para cosechar una humillante derrota y tener que guarecerse tras los muros de la ciudad. Sus habitantes, griegos y armenios, se ponen en contacto con Tancredo para que les libere de los turcos, pero estos resisten durante tres días ante la pequeña fuerza atacante, mientras Tancredo envía emisarios al grueso del ejército solicitando refuerzos. Sin embargo quienes llegan ante Tarso son los loreneses de Balduino, cuyo número hace recapacitar a la guarnición que se refugia en la alcazaba. Al amanecer los cristianos abren las puertas de la ciudad y Tancredo se adelanta para colocar su estandarte sobre sus muros, pero Balduino le hace saber que Tarso le pertenece, llegándose a un acuerdo por el cual serían los habitantes de la ciudad quienes decidiesen a qué Señor servir, y para chasco de Balduino eligen a Tancredo. No es el lorenés hombre capaz de admitir una derrota, indicando a los tarseños que su hermano Godofredo era el líder de la expedición y Bohemundo y los normandos actores secundarios, lo que unido a la amenaza que representa la superioridad numérica de sus hombres hace recapacitar a los habitantes de la ciudad, que cambian de idea y quedan bajo la protección de Balduino, teniendo que abandonar la misma un malhumorado Tancredo. Al poco de partir un contingente de trescientos infantes normandos, los refuerzos solicitados por Tancredo, llega hasta los muros de la ciudad, pero pese a sus súplicas Balduino se niega a abrirles las puertas , viéndose obligados a acampar fuera de las murallas. Viendo su oportunidad, la guarnición turca de Tarso cae sobre ellos al anochecer, matando todos los normandos sin que los loreneses hiciesen el menor gesto de apoyarles. El amanecer descubre la magnitud de la matanza, que irrita a flamencos y loreneses por igual, muchos de los cuales era hombres alistados en la Cruzada por su fe, buscando combatir a infiel y redimir sus pecados, que no entienden de política ni buscan un nuevo lugar donde asentarse. La irritación se convierte en cólera y, culpando a Balduino de lo sucedido, le persiguen a pedradas obligando a que este y sus fieles se refugien en una torre. Desde la misma Balduino explica que debido al pacto con los tarseños no podía dejar entrar a tropas normandas y que a fin de cuentas los culpables son los turcos de la guarnición. La suerte le acompaña porque en ese instante aparece un grupo de cristianas a quienes los anteriores habían cortado orejas y nariz, desbordándose entonces toda la furia contra los musulmanes, que resultan masacrados a su vez. Otro golpe de fortuna aparece en forma de flota que se acerca a la ciudad, constituida por piratas flamencos bajo el mando de Guynemer, quien pone a sus hombres al servicio de Balduino. Este decide dejarlos como guarnición de la ciudad y seguir los pasos de Tancredo por el camino costero, dejando de lado la intención de crear un Condado en Cilicia, quizá debido al clima brumoso y palúdico, quizá porque se encontraba demasiado cercano de los territorios imperiales y no resultaría complicado para Alejo I obligarle a devolver las plazas obtenidas.Tras pasar por Amida llega hasta Mamistra, ya en poder de los normandos, quien recelosos no permiten a los loreneses entrar en la ciudad, obligándoles a acampar extramuros. Tancredo está furioso tras conocer la masacre de Tarso y decide atacar el campamento de Balduino, produciéndose una corta y poco edificante batalla entre cristianos, en la que los numéricamente superados normandos resultan vencidos y deben refugiarse en la ciudad. El único hecho positivo de este combate reside en que hace reflexionar a Tancredo, quien lavado su honor con sangre, decide ofrecer a Balduino una reconciliación bien recibida por este, quien por otra parte ya tenía decidido reunirse con el ejercito principal.

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Este pequeño mapa sí muestra correctamente el recorrido de Balduino por Cilicia, que coincide con el de Tancredo hasta Mamistra. Mientras Balduino se reunía con el ejército principal en Marash, Tancredo continuó su avance por la costa, tomando Alejandreta y reuniéndose con el ejército tras atravesar las Puertas Sirias, cerca de Antioquía.

Lo hace en Marash, donde su mujer agoniza (y según algunas fuentes también sus hijos, aunque no está claro que llegase a tener ninguno), y donde es recibido fríamente tras los sucesos en Tarso, siendo recriminado por su hermano Godofredo. Balduino entonó el mea culpa de puertas hacia fuera, pero en su interior seguía latiendo la ambición de crear su propio señorío y, aconsejado por un armenio de nombre Bagrat, decide reunir todos los hombres posibles y dirigirse al Este, hacia las tierras del Eufrates. Muchos de quienes le acompañaron en su recorrido por Cilicia no lo hacen en esta nueva aventura, de modo que parte con unos cien caballeros y mil peones, sin la bendición de ninguno de los líderes de la expedición, y sin embargo este movimiento motivado por la ambición personal resultaría decisivo para el triunfo de la Primera Cruzada, como veremos más adelante.


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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por RODRIGO1 »

Me está cayendo simpático ese Balduino, aunque reconozco que no le compraría un auto usado.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

La ambición personificada, pero el hombre necesario para la consolidación del Reino de Jerusalén, aunque aún queda mucho camino hasta llegar a la Ciudad Santa...

Saludos.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Es uno de los personajes más atractivos de la Primera Cruzada; ya en su ensayo El Viaje Prodigioso, Leguineche le retrató como uno de los líderes cruzados más hábiles y más ambiciosos. Personaje que personifica la política maquiavélica siglos antes de que Maquiavelo escribiera El Príncipe, un hombre atraído por la erótica del poder, mujeriego y jugador...pero también con mano para gobernar en Oriente; no le hizo ascos a pactar con musulmanes y con los cristianos orientales...llegando a casarse con una aristócrata armenia. Y a pesar de ser amante del lujo, ambicioso y codicioso, sus hombres eran capaces de seguirle hasta las mismas puertas del infierno...quizá porque también era generoso en el reparto del botín...bueno, todo lo generoso que podía ser un hombre como Balduino :-
Eso sí, aquellos que confiaron en él, no puede decirse que salieran muy bien parados; Tancredo tuvo suerte de seguir vivo, pero Thoros de Edesa o Ricardo de Salerno no pudieron decir lo mismo :~i
El momento ideal para ser un héroe, es aquél en que se ha acabado la batalla y los otros tipos han muerto, que Dios los tenga en su gloria, y tú te llevas todo el mérito.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Vaya spoiler que me acabas de meter con Thoros y Ricardo, Antígono... :)

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Leñe...bueno, no he entrado en detalles; así que la intriga se mantiene :-
El momento ideal para ser un héroe, es aquél en que se ha acabado la batalla y los otros tipos han muerto, que Dios los tenga en su gloria, y tú te llevas todo el mérito.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Schweijk »

Otra biografía de primera... Gracias Lutzow.
"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por laguno »

Estupendo artículo Lutzow. Hace que se sienta uno satisfecho de pertenecer a El Gran Capitán.

Un saludo
"...como jueces de la competición están los dioses, que, naturalmente, se pondrán de nuestra parte, ya que nuestros enemigos han jurado en falso sobre ellos, mientras que nosotros, teniendo ante nuestros ojos tanta abundancia de posesiones, nos hemos mantenido firmemente apartados de ellas en virtud de nuestro juramento a los dioses" Jenofonte - Anábasis.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Gracias Schweijk y Laguno, a ver si para el próximo domingo puedo escribir la siguiente entrega... :D

Saludos.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

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Mapa con las principales poblaciones del Condado de Edesa.

Tras la derrota bizantina de Manzikert (1071) los selyúcidas se extendieron por toda el Asia Menor, aunque algunos territorios se mantuvieron nominalmente bajo dominio bizantino, como el Principado creado por el armenio Filareto Brajamio, que conservó durante un tiempo Antioquía y los territorios desde la ciudad hasta el curso medio del Éufrates. Sin embargo la existencia de este territorio autónomo resultó efímera, cayendo Antioquía en manos turcas en el 1084, mientras ciudades como Edesa, Melitene o Mamistra consiguieron mantener una precaria independencia, bajo Señores nominalmente sujetos al Bizancio pero en la práctica territorios autónomos, a quienes solo la desunión de los musulmanes permitía mantener cierta soberanía. La llegada de las nuevas sobre la Cruzada que avanzaba por Asia Menor fueron bien recibidas por los armenios, que veían la ocasión de fortalecerse y liberarse de la presión musulmana, por ello cuando la pequeña hueste de Balduino avanzó hacia el Éufrates pronto se le unieron numerosos armenios mientras las pequeñas guarniciones turcas en la zona o bien huían o bien resultaban aniquiladas, conquistando el lorenés en un breve periodo de tiempo todas las ciudades al Oeste del río, excepto Samosata, donde el Emir Balduk organizó la resistencia de su ciudad pero no pudo oponerse a la expansión latina. En el invierno de 1097 Balduino ya se había hecho con las dos principales fortalezas de la zona, Ravendel y Turbessel, y estando en esta última recibió una embajada de Thoros, Señor de Edesa, donde le ofrecía una gran cantidad de dinero para ejercer como mercenario en defensa de la ciudad ante el peligro que representaba para la misma el enorme ejército que Kerbogha, el Emir de Mosul, estaba reclutando para acudir en ayuda de Antioquía, por entonces sitiada por el ejército cruzado. No era hombre Balduino que hubiese dejado su puesto como Gobernador de Verdún  y viajado a Oriente por unas monedas e hizo saber a Thoros que solo acudiría a Edesa si le nombraba heredero, por lo que este último, envejecido y sin hijos, accedió a la solicitud, partiendo entonces Balduino hacia la ciudad al frente de 80 caballeros, y entrando en la misma el 6 de Febrero de 1098 en olor de multitud. Los cronistas no pueden dejar de narrar la ceremonia de adopción tradicional entre los armenios, sin duda pensada para menores de edad y no para un curtido caballero, pues esta consistía en que tanto Thoros como su esposa vistiesen una amplia camisa que pasarían por encima de la cabeza de Balduino, frotándose mutuamente el pecho descubierto; es de imaginar que más de un curtido guerrero lorenés no pudo reprimir una sonrisa ante tal espectáculo. Mientras tanto algunos armenios como el consejero Bagrat mostraban su desencanto por la situación, pensando en que la llegada de los europeos serviría para consolidar un nuevo Reino armenio y no para que se gestase uno latino, lo que podría haber ocurrido si al mando de la hueste europea hubiese estado un caballero menos inteligente y ambicioso que Balduino; para cuando Bagrat quiso darse cuenta de su error ya era demasiado tarde y fue desterrado junto con su hermano, perdiéndose su rastro en la Historia.

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Ruinas de la fortaleza de Turbessel.

La primera medida que tomó el flamante corregente fue atacar Samosata, que por su ubicación ponía en peligro las comunicaciones con Turbessel y Ravendel, además de ser el principal enemigo de los edesanos, cuya milicia apoyó con entusiasmo la campaña. Está se desarrolló entre el 14 y el 20 de Febrero y no resultó precisamente un éxito, al parecer los de Edesa no resultaron ser buenos combatientes, fueron sorprendidos por los turcos y sufrieron graves pérdidas, aunque en compensación Balduino se hizo con un punto fuerte cercano a Samosata donde situó a la mayor parte de sus caballeros, consiguiendo de este modo que las algaradas turcas disminuyesen, incrementándose la fama de Balduino al tiempo que disminuía la de Thoros. Este nunca había sido muy popular en la ciudad pese a haber mantenido su independencia, en parte por ser oficialmente un representante del Imperio Bizantino, también por pertenecer a la iglesia ortodoxa. Ahora sus habitantes tenían un nuevo y más poderoso protector y pronto se rebelaron contra el anciano, sitiándole en su palacio. Hasta qué punto Balduino fue promotor de la revuelta es complicado de establecer, aunque no hay duda de que esta le beneficiaba, y que los edesanos no habrían actuado sin al menos haber informado primero a los francos. Cuando Thoros solicitó su ayuda se limitó a encogerse de hombros e indicar a su padre adoptivo que se rindiese, a los que este accedió al verse abandonado por sus tropas, pero los habitantes de Edesa no le permitieron escapar, y cuando Thoros lo intentó a través de una ventana, fue atrapado y despedazado por las masas. Tras este hecho no hubo discusión sobre quién sería el nuevo Señor de la ciudad, autoproclamándose Balduino Conde de Edesa y las tierras circundantes, lo que asustó a Balduk de Samosata, sabedor de que sería el próximo objetivo. Hombre pragmático, envió una propuesta al Conde por la que se ofrecía a entregar la ciudad a cambio de 10.000 besantes y pasar él y sus hombres a formar parte de las tropas de Balduino en calidad de mercenarios, lo que fue bien recibido por este último, que no andaba falto de dinero tras encontrar en el Palacio de Thoros un importante tesoro fruto de años de elevados impuestos. Tras la conquista de Samosata y poco más tarde de Saruj Balduino controlaba un amplio territorio en el curso medio del Éufrates y su fama se extendió por toda la zona, incluyendo a caballeros que atravesaban Asia Menor para unirse a la Cruzada principal o incluso a otros que llevaban tiempo sufriendo las penalidades del asedio de Antioquía, siendo todos ellos recibidos en Edesa con regalos en efectivo y tierras donde asentarse, e invitados a casarse con herederas armenias, predicando con el ejemplo al hacerlo él mismo con la hija de un potentado llamado Tafroc, quizá el propio gobernador de Marash.

Precisamente en Marash habíamos dejado al ejército cruzado marchando hacia Antioquía, donde llegaron el 21 de Octubre ante las poderosas defensas de la ciudad y establecieron un largo y penoso asedio. Medio año más tarde continuaban detenidos frente a sus muros, pese a haber derrotado contundentemente a sendos ejércitos de socorro procedentes de Alepo y Damasco. La situación se tornó dramática cuando se supo que Kerbogha, el poderoso Emir de Mosul, estaba formando un gran ejército para acudir a Antioquía, al que se unirían las huestes de Alepo y Damasco. Varios cruzados empezaron a desertar, entre ellos Esteban de Blois, lo que tendría sus consecuencias, pues en su huida hacia el Norte se encontró en Asia Menor con Alejo I y el ejército imperial, que avanzaba prudentemente hacia Antioquía, bien para apoyar a los cruzados, bien para garantizar que la ciudad sería devuelta al Imperio, tal y como habían jurado hacer los líderes latinos. Pero al pintar Esteban de Blois la situación tan negra, dando por perdido al ejército, el Emperador decidió que lo más prudente sería retirarse hacia Constantinopla, bueno para los intereses de Balduino, pues Edesa también había pertenecido a Bizancio y cuanto más lejos estuviese el Emperador y su ejército menos probable tener que atenerse al juramento prestado.

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Asedio de Antioquía según manuscrito medieval.

El gran ejército de Kerbogha se puso en marcha a primeros de Mayo, pero en lugar de dirigirse directamente hacia Antioquía tomó el camino hacia Edesa, donde Balduino reunió a todos los hombres disponibles para la defensa. Durante tres semanas intentó en vano el ejército de Mosul tomar la ciudad, hasta que los consejeros del Emir le convencieron de que los defensores eran suficientemente numerosos para defender los muros, pero no representaban un peligro fuera de ellos y bien se les podría dejar atrás. Estas tres semanas perdidas frente a Edesa resultaron determinantes para el buen fin de la Primera Cruzada, pues Kerbogha se presentó ante las murallas de Antioquía el 5 de Junio, solo dos días después de que, gracias a una traición, los cruzados lograsen hacerse con la ciudad y guarecerse en ella, pasando de sitiadores a sitiados. De no haber sido por la aventura armenia de Balduino resulta muy probable que el ejército cristiano hubiese resultado aplastado entre las murallas de Antioquía y los ejércitos combinados de Mosul, Alepo y Damasco, lo que hubiese cambiado no solo la Historia de la Baja Edad Media, sino de toda la humanidad.

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Murallas de Edesa.

Es bien conocido como los sitiados, bajos de provisiones y moral, levantan su ánimo gracias a encontrar la Lanza Sagrada (con toda probabilidad un ardid, pero que consiguió su objetivo), deciden realizar una salida y aplastan a los musulmanes en una gran batalla que les abría el camino hacia el Sur. La partida se demoró por diversos motivos pero finalmente en Enero los diversos contingentes cruzados se ponen en marcha, pero no todos, Balduino no se movería de su Condado ni Bohemundo de Tarento de Antioquía, aunque consistió en que su sobrino Tancredo partiese con parte del contingente normando.

Como hombre práctico y conocedor de que la inmensa mayoría de sus nuevos súbditos eran armenios o turcos, Balduino permitió la libertad de culto en sus tierras, pero benefició a todos los caballeros latinos que se unieron a él con dinero y tierras, de modo que los armenios principales empezaron a barruntar que no habían ganado nada con el cambio de Thoros por el lorenés, más allá de la seguridad ganada con la desaparición de los turcos de Samosata y alrededores. Un grupo de hacendados conspiró para sustituir a Balduino por su suegro, pero informado el Conde de la maniobra actuó de forma expeditiva, cegando a los dos principales conspiradores, cortando orejas y nariz a otros y arrestando a todo aquel que le resultase sospechoso, consolidando su poder. El segundón que menos de tres años antes había partido a la aventura ahora controlaba un extenso territorio, ganado gracias a su inteligencia, audacia y dotes guerreras, pero el destino le reservaba un premio aún mayor de lo que nunca llego a suponer...
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Buen resumen de esta parte de la vida de Balduino, Lutzow :Bravo
Estos hechos son claves, cómo mencionas, para entender el fracaso del Emir de Mosul contra los cruzados, a pesar de su ejército superior; y además para entender el atractivo y carisma que logró un personaje como Balduino entre los aventureros de las Cruzadas.
Y nos muestra también, la catadura moral de este sujeto...un tipo al que no podías dar la espalda :-
El momento ideal para ser un héroe, es aquél en que se ha acabado la batalla y los otros tipos han muerto, que Dios los tenga en su gloria, y tú te llevas todo el mérito.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Tras penurias de todo tipo, por fin el 7 de Junio de 1099 la Cruzada alcanza Jerusalén, bien defendida por los fatimitas, lo que no impidió que un asalto general realizado el 14 de Julio rompiese las defensas y los cristianos penetrasen en la Ciudad Santa, culminando de este modo tres años de campaña con un triunfo total, aunque empañado por la masacre de todos los habitantes musulmanes y judíos de la urbe, excepto el Comandante de la guarnición y su escolta, parapetados en la Torre de David, que consiguieron un salvoconducto por parte de Raimundo de Tolosa a cambio de entregar la misma, lo que tendría repercusiones en el futuro.

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Murallas de Jerusalén.

Había llegado el momento tantas veces postergado de elegir un líder entre todos los grandes nobles que habían participado en la expedición, pues el legado papal, Ademaro de Puy, quien había sabido ganarse la confianza de los díscolos caballeros, había fallecido en Agosto del año anterior en Antioquía a causa de una enfermedad. No había muchos candidatos pues tanto Roberto de Normandía como Roberto de Flandes estaban deseando regresar a sus tierras en Europa tras haber cumplido sus votos, Bohemundo se encontraba al mando de Antioquía, su sobrino Tancredo, pese a destacar en la expedición y la propia conquista de Jerusalén, era considerado poco más que un advenedizo, y Balduino, pese a su reciente fama y riquezas no dejaba de ser un segundón y se encontraba en Edesa. Solo quedaban dos aspirantes obvios, Raimundo de Tolosa y Godofredo de Bouillon, pero el primero no contaba con las simpatías de sus compañeros de viaje y finalmente fue el hermano de Balduino el elegido, aunque modestamente renunció al título de Rey para conformarse con el de “Custodio del Santo Sepulcro”. Una vez conseguido el objetivo de la Cruzada las divisiones continuaron entre los líderes de la misma, con Raimundo resentido por no haber logrado su afán de ser elegido Rey de Jerusalén y los Robertos deseando regresar a Europa, lo que convertiría en precario el dominio cristiano de la zona ante el seguro contraataque proveniente de Egipto. Si los fatimitas hubiesen esperado más tiempo se hubiesen encontrado ante unas defensas muy debilitadas por falta de efectivos, pero en Agosto se supo que su ejército avanzaba hacia la Ciudad Santa, y por última vez todos los cruzados se unieron para un nuevo combate. Este se produjo el 11 de Agosto en una llanura cercana a la ciudad de Ascalón, los fatimitas fueron tomados completamente por sorpresa y arrasados por una carga de la caballería pesada que llegó hasta el campamento enemigo, en una nueva muestra de la superioridad de los caballeros cristianos ante unos rivales sin la preparación táctica ni moral para enfrentarse a ellos. La victoria resultó tan contundente que se quiso aprovechar para tomar las ciudades de Ascalón y Arsuf, consciente Godofredo de que para mantener Jerusalén había que tomar la costa, pues solo el pequeño puerto de Jaffa estaba en manos cristianas. Las guarniciones de ambas ciudades no albergaban muchas esperanzas de resistir y se mostraban dispuestas a entregarlas a cambio de sus vidas, aunque conocedores de lo ocurrido en la toma de Jerusalén solo aceptaban cederlas a Raimundo de Tolosa, quien se había ganado su respeto al haber salvado la vida de los musulmanes refugiados en la Torre de David. Sin embargo Godofredo se opuso a ello pues las deseaba para sí, mostrando escasas dotes de estadista, perdiéndose de este modo la ocasión de ocupar una ciudad con poderosas defensas como Ascalón (que no cayó en manos cristianas hasta medio siglo más tarde), pues en vista de la actitud de Godofredo un enojado Raimundo se marchó con sus tropas hacia el Norte, acompañado por el Duque de Normandía y el Conde de Flandes, que deseaban regresar a Europa, y las escasas fuerzas que quedaban sobre el terreno no podían mantener el asedio. Por suerte tras la derrota fatimita y las incursiones en Galilea de Tancredo y sus normandos, que amedrantaron al Emir de Damasco, a corto plazo no existía peligro para la Ciudad Santa, aunque Godofredo rogó a quienes regresaban a Europa que hiciesen una llamada para que partiesen nuevas expediciones hacia Tierra Santa para asegurar su precario dominio.

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Godofredo de Bouillon.

En Roma el Papa Urbano II, predicador de la Cruzada, había fallecido dos semanas antes de la toma de Jerusalén, no sin antes haber nombrado como nuevo legado papal a Dagoberto, arzobispo de Pisa, al llegar las nuevas sobre la muerte de Ademaro de Puy. Dagoberto partió hacia Antioquía acompañado de una pequeña flota pisana, y su llegada fue gratamente recibida por Bohemundo, quien convenció al legado papal para atacar el cercano puerto de Laodicea, en manos bizantinas, pues Bohemundo había decidido romper cualquier lazo con el Imperio. En esta tesitura llegan hasta allí los nobles procedentes de Ascalón, quienes se llevan las manos a la cabeza ante el disparate de ver combatir a cristianos occidentales y orientales, amonestando a Dagoberto por su apoyo a Bohemundo y haciéndole entrar en razón. Gracias al apoyo mostrado ambos Robertos son ayudados por los bizantinos para regresar a sus patrias vía Constantinopla, mientras Raimundo se queda en Laodicea, pues su interés seguía siendo permanecer en Tierra Santa. Con Dagoberto deseando ponerse en camino hacia Jerusalén, Bohemundo decide que es un buen momento para acompañarle y cumplir su voto de rezar ante el Santo Sepulcro. Enterado de ello Balduino se une a la expedición, y junto a ellos muchos peregrinos que sufrirían duramente por la falta de alimentos y los ataques musulmanes en el camino costero, hasta que tras mes y medio de viaje llegan a Jerusalén el 21 de Diciembre. Como delegado papal a Dagoberto no le costó mucho ser nombrado Patriarca de Jerusalén, y sus buenas relaciones con los normandos quedaron patentes cuando concedió el título de “Príncipe” a Bohemundo y Tancredo, respectivamente de Antioquía y Galilea, mientras al parecer las relaciones con Balduino no resultaron especialmente cordiales. En cualquier caso ni el Conde de Edesa ni el Príncipe de Antioquía deseaban permanecer mucho tiempo alejados de sus respectivos territorios, por lo ambos partieron el día de año nuevo hacia el Norte, siguiendo el camino que corre por el interior y sufriendo un ataque de las tropas de Damasco cerca de Baalbek, que fue rechazado sin mayor problema.

Algunos de los caballeros que habían realizado la peregrinación se quedaron allí aceptando tierras en Palestina ofrecidas por un Godofredo muy necesitado de guerreros, y que con los refuerzos que suponían más la flota pisana que acompañaba a Dagoberto realizó un intento de conquistar las ciudades costeras, sin conseguirlo, pero al arrasar sus campos mientras la flota impedía la llegada de víveres desde Egipto, consiguió que los Emires de Acre, Arsuf, Cesaria y Ascalón le ofreciesen un tributo por permitirles labrar sus tierras, llegándose a un acuerdo a este respecto. Mientras tanto la influencia de Dagoberto se extendía cada día más, presionando a Godofredo para conseguir el poder absoluto, hasta que este firmó un testamento en el que le concedía el Reino de Jerusalén, hecho que no fue bien recibido por los caballeros loreneses. A mediados de Junio de 1100 se supo de la llegada de una importante flota veneciana a Jaffa, partiendo Godofredo a su encuentro consciente de las posibilidades que le otorgaba para poder por fin conquistar las ciudades costeras en manos fatimitas, a despecho de los acuerdos recién firmados, pero de camino enfermó y tuvo que regresar a Jerusalén, donde Daimberto aguarda junto a su lecho para hacerse con el poder. Sin embargo un mes más tarde el Custodio del Santo Sepulcro se sintió mejor, lo suficiente para negociar con los venecianos su participación en la próxima campaña, aunque su enfermedad no le permitiría ponerse al frente de las tropas y delegó en el Conde borgoñés Guarnerio de Gray. Reunido el ejército lorenés con los normando de Tancredo, a mediados de Julio partieron rumbo a Acre para asediar la ciudad, acompañados del Patriarca Dagoberto, quien deseaba estar presente para ejercer su autoridad en el previsible reparto de tierras si la empresa triunfaba, pero antes de llegar a Jaffa Guarnerio también enfermó debiendo ser trasladado a Jerusalén, una circunstancia que cambiaría el destino de varios hombres y quizá el de Tierra Santa, pues apenas había llegado el Conde a Jerusalén Godofredo falleció el 18 de Julio, en un momento en el que no había nadie con autoridad dentro de la ciudad. Guarnerio tomó la rápida decisión de guarnecer la Torre de David con sus tropas y enviar un mensajero a Balduino de Edesa para que tomase la herencia de su hermano, intentando retrasar en lo posible las nuevas sobre el fallecimiento de Godofredo, aunque no pudo evitar que los venecianos se enterasen y la noticia llegase hasta el ejército, que decidió posponer la campaña contra Acre y tomar la más asequible Haifa, mientras Dagoberto se contentaba con enviar un emisario a Jerusalén para ocupar la Torre de David y hacer valer sus derechos.

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Torre de David.

Tras un furioso asalto Haifa cayó el 25 de Julio en manos de Tancredo, y allí se enteró Daimberto a través de su emisario de que Guarnerio (quien falleció el 23 de Julio, pero dejando claras instrucciones a la guarnición) se negaba a entregar la Torre de David y se había enviado una embajada a Edesa para que Balduino acudiese lo antes posible. Aunque Tancredo se posicionó a favor de Dagoberto, pues sus relaciones con Balduino eran malas desde la aventura Ciliciana, sus tropas no eran lo suficientemente numerosas para enfrentarse a los loreneses, de modo que se decidió solicitar ayuda a Bohemundo de Antioquía, partiendo hacia allí el secretario del Patriarca con una carta donde este indicaba al Príncipe que debería acudir raudo a Jerusalén, e impedir que Balduino lo hiciese, utilizando la fuerza si era necesario; se estaba gestando una guerra entre normandos e italianos de una parte y francos por otra. Pero el destino quiso que el secretario de Dagoberto fuese detenido y registrado cuando a finales de Julio pasó por Laodicea, como sabemos en manos de bizantinos y de Raimundo de Tolosa, se le encontró la carta y fue arrestado, de modo que nunca llegó a manos de Bohemundo. Mala suerte para el Príncipe de Antioquía, que a primeros de Agosto inició una expedición a la ciudad armenia de Melitene, cuyo gobernador solicitó su ayuda ante la amenaza turca ofreciendo la ciudad a Bohemundo si este acudía en su ayuda. Melitene estaba bastante más cerca de Edesa que de Antioquía, pero tras los sucedido a Thoros parece ser que los gobernantes armenios no se sentían muy predispuestos a solicitar ayuda a Balduino. El caso es que Bohemundo partió confiadamente hacia Melitene con una pequeña fuerza de 300 caballeros y un complemento de infantería, acompañado por varios Obispos y su primo Ricardo de Salerno, cayendo en una emboscada tendida por los turcos. Cuando Bohemundo lo vio todo perdido envió a un soldado con un mechón de sus cabellos para solicitar ayuda a Balduino, el cual consiguió eludir el cerco y llegar hasta Edesa. Es difícil saber hasta qué punto se preocupó Balduino por rescatar a Bohemundo y Ricardo de Salerno (los únicos prisioneros, el resto fueron masacrados), sí que partió raudo hacia Melitene al frente de solo 140 caballeros precedidos por la noticia de que eran muchos más, haciendo huir a los turcos, a quienes persiguió durante algún tiempo, pero retirándose al internarse estos en las montañas, donde podría sufrir una nueva emboscada, sellando de este modo el destino de Bohemundo y su primo, que fueron encarcelados en el castillo de Neocesaria (actual Niksar), en el Ponto. Tras la sumisión de Melitene regresa a Edesa, donde por fin recibe las noticias del fallecimiento de su hermano y la petición llegada desde Jerusalén para que ocupase el lugar de Godofredo. Antes de partir debe dejar resueltos los asuntos del Condado, nombrando a su primo Balduino de Le Bourg nuevo Conde, y no fue hasta el 2 de Octubre cuando partió al mando de 200 caballeros y 700 infantes; a fin de cuentas, con Bohemundo fuera de juego, nadie podría disputarle su herencia.

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Castillo de Niksar.

Tras pasar por Antioquía y enviar a su mujer y su séquito por mar hasta Jaffa, Balduino y su pequeña hueste recorren el camino costero, siendo bien recibidos por el Emir de Trípoli, en lucha con el de Damasco que quería conquistar el litoral, recibiendo los cristianos víveres y la información de una emboscada en la calzada que corre hacia el Sur; una vez más la desunión entre los musulmanes jugará un factor importante. A la altura de Beirut el camino se estrecha hasta formar un desfiladero entre las montañas y el mar, en un paraje conocido como el río Perro, y es allí donde las fuerzas de Damasco junto a las de Homs esperan a un prevenido Balduino. Un primer intento de cruzar el río ante un número tan superior de enemigos fracasa, iniciando más tarde los cristianos una retirada fingida siendo perseguidos por los confiados musulmanes, pero allí donde el camino se torna más estrecho los caballeros de Balduino vuelven grupas y cargan contra las apretadas filas rivales, totalmente desprevenidas. Los que no son masacrados intentan retroceder y se crea una gran confusión en el todo el ejército, que termina huyendo en desbandada por las montañas o refugiándose tras los muros de Beirut. Tras la aplastante victoria Balduino tiene el camino expedito hasta llegar a Jaffa, ciudad que Tancredo intenta defender, pero él y los suyos son expulsados por sus habitantes, entrando el Conde de Edesa en la misma en los primeros días de Noviembre, para continuar su triunfal camino hacia Jerusalén. En la Ciudad Santa los intentos del Patriarca Dagoberto y de Tancredo para hacerse con la Torre de David habían resultado vanos, y al acercarse Balduino a la ciudad el de Pisa se retira prudentemente a un monasterio en el Monte Sión, y el normando a su Principado de Galilea. Recibido por una población entusiasta el Conde de Edesa entra en Jerusalén el 9 de Noviembre, donde dos días más tarde no tuvo los reparos de su hermano y adoptó el título de Rey de Jerusalén. Cinco años antes, al iniciarse la Primera Cruzada, nadie podía haber imaginado que el hermano menor de Godofredo fuese el primer hombre en ceñir la corona real, en parte por azar, aunque siempre acompañado de audacia, habilidad e inteligencia. Alcanzando el trono Balduino veía colmadas todas sus expectativas, pero como veremos pronto se marcó nuevas metas; de todos los grandes nobles que emprendieron la Cruzada ningún otro estaba tan capacitado para consolidar el embrionario Reino de Jerusalén.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Siguen las aventuras de nuestro "amigo" Balduino en las tierras del Levante...simplemente mencionar que el patriarca Dagoberto (se te han colado unos cuantos Daimberto, los nombres se parecen pero nada más :-b ) había sido previamente legado papal en Castilla...dónde (se dice, se comenta) que metió la mano en los tesoros que el rey Alfonso VI mandó al Papa como regalo :-
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Creo que es Runciman (o más bien el traductor de su magna obra) quien le llama "Daimberto" y al final termino liándome... %*} a ver si lo corrijo. En cualquier caso no era trigo limpio el amigo Dagoberto, ciertamente...

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

Leguineche le llamaba "un chorizo en la vía del Señor" :)
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Casi lo de menos es que fuese un chorizo, lo peor es que estuvo a punto de crear una guerra civil entre cristianos, primero apoyando a Bohemundo contra los bizantinos de Laodicea, luego dispuesto a afrontar una guerra entre normandos y francos con tal de hacerse con el Reino de Jerusalén (aunque de haberle salido bien la jugada, pienso que Bohemundo se lo hubiese quitado de enmedio de una patada...). Una alhaja de hombre...

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

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Incluso antes de ceñirse la corona Balduino quiso aprovechar su fama y el temor que despertaba entre los musulmanes tras sus victorias en Edesa y el Río Perro para consolidar su territorio, por lo que tras pasar solo una semana en Jerusalén partió al frente de su exiguo ejército realizando una provechosa batida que le llevó hasta los muros de Ascalón, Hebrón y el Mar Muerto, alcanzando los alrededores de Petra y atemorizando a los beduinos de la zona, que en el futuro evitarían realizar incursiones en territorio cristiano. De regreso en la Ciudad Santa fue coronado como Rey por Dagoberto, quien ha cambio fue confirmado como Patriarca, el día de Navidad del 1100. El problema de tener a Tancredo como Príncipe de Galilea se solucionó cuando el tío de este, Bohemundo de Tarento, fue capturado por los musulmanes en el transcurso de una batalla y se ofreció a Tancredo la regencia de Antioquía, que aceptó encantado abandonando el Principado de Galilea en manos de Hugo de Saint-Omer. En la primavera del año siguiente Balduino es informado del paso de una gran caravana por Transjordania, la ataca y se hace con sus riquezas, matando a la mayor parte de hombres y convirtiendo en cautivas a las mujeres apresadas. En este pasaje ocurre uno de estos hechos que tan atractivos resultan para los estudiosos de la Edad Media, época donde conviven casi de forma natural crueles matanzas con los gestos más caballerosos. Resulta que Balduino es informado de que una de las principales damas capturadas está a punto de dar a luz, por lo que decide que se la deje en libertad, junto a su criada, dos camellos y abundante comida y bebida. Allí, junto al camino, la encuentra su esposo, un jeque de la tribu que había conseguido escapar del ataque inicial y regresaba en busca de su familia. Tras el feliz parto corre en pos de Balduino, para agradecerle su gesto y prometerle que le devolvería su gentileza en el futuro. Como veremos más adelante, cumpliría su palabra.

En la administración del Reino Balduino repite la política que tan buenos frutos le dio en Edesa, respetando las costumbres de los cristianos ortodoxos y de los musulmanes que permanecían en su territorio, consciente de la necesidad de mantener la población nativa ante la falta de efectivos latinos, máxime tras el fracaso de las Cruzadas de 1101, tres expediciones que intentaron atravesar Anatolia con hombres de armas y miles de campesinos deseosos de asentarse en Tierra Santa, pero todas ellas resultaron masacradas por los turcos, escapando muy pocos hombres del desastre. Entre ellos Raimundo de Tolosa, que dedicaría sus próximos esfuerzos a conquistar Trípoli, y también Esteban de Blois, el caballero que había huido del asedio de Antioquía. El pobre Esteban no tuvo tiempo de deshacer el equipaje al regresar a su tierra cuando su abochornada esposa le envío de vuelta a Tierra Santa, a la que acabaría por llegar junto a otros supervivientes del desastre anatolio. Nos volveremos a encontrar con él.

En el campo financiero el cobro del rescate de los prisioneros tomados en el Río Perro más los presentes entregados por las atemorizadas ciudades de Acre. Tiro, Cesarea y Arsuf resolvieron las penurias inmediatas, hecho que no las libraría de estar bajo el punto de mira de Balduino, consciente de la necesidad de conquistar la franja costera en manos de los fatimitas para consolidar su Reino. La ocasión se presenta cuando a mediados de Abril una importante flota genovesa atraca en el puerto de Jaffa, acordando con el Rey que si colaboraban en la captura de una ciudad se les recompensaría con un tercio del botín y una calle en barrio comercial. El primer objetivo en Arsuf, cuya resistencia pronto se derrumba, acordando sus autoridades que todos los habitantes que lo deseen puedan partir junto con sus bienes, llegándose a un pacto con Balduino, que escolta a quienes así lo desean hasta Ascalon. A primeros de Mayo el ejército cristiano se presenta ante Cesaria, cuyos habitantes deciden resistir en sus murallas bizantinas, sin mayor éxito pues el 17 del mismo mes es tomada por asalto. Se ofrece vía libre a los soldados para saquear la ciudad, y lo que sigue es una matanza en la que todos los habitantes son masacrados, excepto el magistrado principal y el jefe de la guarnición, con el fin de obtener el correspondiente rescate. Con su política de palo y zanahoria en Cesarea y Arsuf Balduino lanza un claro mensaje; quienes acepten sus condiciones serán tratados con magnanimidad, quienes intenten resistir deberán atenerse a las consecuencias.

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Murallas de Cesarea.

Con el ejército cristiano ocupado en la toma de Cesarea, desde Egipto un ejército fatimita se internó en Palestina con el fin de tomar Jerusalén, pero advertido Balduino se dirigió a Ramleh con el fin de cortarles el paso. Los egipcios se replegaron hasta Ascalón en espera de refuerzos, y una vez obtenidos se dirigieron de nuevo hacia el campo de Ramleh, donde se libraría la batalla. Según las crónicas cristianas Balduino solo contaba con 260 jinetes y 900 infantes, enfrentándose a 11.000 jinetes y 20.000 infantes, pero hemos de pensar que si bien las cifras en el bando cristiano podrían ser correctas, en el fatimita están claramente infladas. El caso es que Balduino dividió su pequeño ejército en cinco cuerpos, reservándose el mando de los dos últimos. El primero de ellos cargó contra los musulmanes y resultó completamente aniquilado, al segundo que acudió en su ayuda le ocurrió lo mismo, y el tercero, comandado por Hugo de Saint-Omer, sufrió graves pérdidas y se retiró hacia Jaffa siendo perseguido por el ala izquierda fatimita. Estos pensaban que la batalla estaba ganada cuando sufrieron la carga de los dos últimos cuerpos cristianos con el Rey al frente, con el resultado de que el centro musulmán resultó deshecho y el ala derecha abandonó el combate. Más allá de las cifras fue una gran victoria que demostró una vez más la superioridad del guerrero cristiano sobre los inexpertos y mal armados egipcios, y que alejó el peligro de una invasión durante ese año, pero los recursos de Egipto en hombres y dinero eran casi ilimitados, pronto se libraría otra gran batalla en los campos de Ramleh.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

En la primavera de 1102 llegan a Jaffa por barco los supervivientes de las fracasadas Cruzadas del año anterior, dirigidos por Guillermo de Aquitania, y entre quienes se encontraban Esteban de Blois, Esteban de Borgoña y el Condestable Conrado. Son recibidos por el Rey y pasan la Pascua en Jerusalén, con la idea de regresar a Europa tras la misma. Lo consigue Guillermo de Aquitania, pero el barco donde viajaban Esteban de Blois y compañía encalla en las costas de Tierra Santa tras una tempestad, justo en el momento en el que se informa que un nuevo ejército fatimita dirigido por el propio hijo del Visir se concentra en Ascalón, por lo que sus servicios son requeridos ante la nueva amenaza. El Reino se prepara ante este nuevo intento de invasión reuniendo a todos sus hombres en las fortelezas entre Jaffa y Jerusalén, pero las fuerzas de reconocimiento de Balduino traen la noticia de que una pequeña fuerza algarera musulmana se encamina hacia el campo de Ramleh, y este decide salir a su encuentro con los 500 caballeros que se encontraban en Jerusalén, sin concentrar sus fuerzas. Esteban de Blois indica que se debería realizar un reconocimiento más exhaustivo antes de partir, pero tras su deserción en Antioquía sus consejos no son escuchados, de modo que todos parten con poco orden seguros de obtener la victoria. Cuando alcanzan el campo de Ramleh se dan cuenta de su error al encontrarse con todo el ejército egipcio, formado por unos 20.000 hombres. Es demasiado tarde para volver grupas porque ya han sido vistos y la caballería ligera rival se mueve por sus flancos para rodearles, solo queda la opción de cargar contras las masas musulmanas. Estas vacilan pensando que el grupo que le ataca es solo la avanzadilla de una fuerza mayor, pero cuando comprueban que nadie les sigue se preparan para el combate, que no podía acabar de otra forma que no fuese la derrota cristiana. Muchos caen, pero algunos hombres consiguen retirarse hacia Jaffa, mientras Balduino y sus acompañantes se abren paso hasta la pequeña fortaleza de Ramleh, donde solo la caída de la noche evita que sean atacados inmediatamente. El castillo no es defendible excepto una torre restaurada el año anterior por Balduino, en la que se agrupan todos los supervivientes, y donde durante la madrugada se presenta un árabe pidiendo parlamentar con el Rey. Se trata del jeque cuya mujer embarazada había sido liberada por Balduino durante su ataque a la caravana en Transjordania, y acude a indicar a los cristianos que al amanecer se realizará un asalto por parte de todo el ejército egipcio, por lo que el Rey debe intentar huir antes de que este se produzca. A Balduino le cuesta abandonar a sus compañeros en peligro, pero consciente de que su persona era necesaria para la supervivencia del Reino, parte en silencio confiado en su caballo “Gazela”, acompañado de cuatro hombres, y consigue escapar del cerco. A la mañana siguiente comienza el asalto fatimita, quienes apiñan madera alrededor de la torre y le prenden fuego. Antes de morir quemados los cristianos deciden realizar una última carga, en la que la mayor parte resulta muerta y el resto capturada, entre estos últimos el Condestable Conrado, cuyo valor impresionó a los egipcios. Allí cayeron Esteban de Borgoña, Hugo de Lusignan, Godofredo de Vendome y Esteban de Blois, cuyo valor en el combate le rehabilitó de pasados errores; como escribe Runciman, por fin su esposa Adela podía dormir satisfecha.

Algunos supervivientes de la batalla inicial llegaron a Jaffa, donde se encontraba la Reina, que ante las noticias del desastre planeó huir en barco, pero el día 20 el ejército y la flota fatimita se presentaron ante la ciudad, impidiendo cualquier salida. Mientras, Balduino erraba por los campos hasta que tras dos días de zozobra alcanzó Arsuf, donde se encontraban las tropas de Galilea bajo el mando de Hugo de Saint-Omer. Mientras este y sus hombres intentaban entrar en Jaffa a través del cerco egipcio, el Rey lo hacía por mar en un barco inglés, aprovechando el viento del Norte que impidió la actuación de la flota rival. Envió mensajeros a Jerusalén para que enviasen refuerzos, que consiguieron entrar en Jaffa con muchas dificultades, y también a Tancredo de Antioquía y Balduino II de Edesa, que se prestaron a partir hacia el Sur. Pero antes un golpe de fortuna ayudó a los cristianos en forma de flota de 200 barcos, en su mayor parte ingleses, que se presentaron en Jaffa a finales de Mayo repletos de soldados y peregrinos. Con estos refuerzos Balduino se aventuró a presentar batalla en campo abierto, donde se libró una nueva batalla en la que una vez más la caballería pesada resultó decisiva para desbaratar el ejército fatimita, que derrotado huyó a refugiarse a Ascalón dejando su campamento en manos cristianas. Tras un inicio desastroso la campaña de 1102 concluyó en una nueva victoria para el Reino de Jerusalén, si bien propiciada a un cúmulo de casualidades favorables, como la huida del Rey desde Ramleh y la imprevista llegada de la flota inglesa. Pero la amenaza de Egipto seguía latente sobre los Reinos cristianos.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Antigono Monoftalmos »

La verdad es que Balduino tenía baraka, la suerte que dirían los árabes, o que tenía un ángel de la guarda verdaderamente competente. Es increíble la de veces que salvó su pellejo en situaciones peliagudas, la de Ramleh es la más apurada de lejos.
También mencionar lo tremendamente incompetentes que eran los mandos fatimitas, no habían dado la talla ante los turcos, y no la darían ante los cruzados :~i
El momento ideal para ser un héroe, es aquél en que se ha acabado la batalla y los otros tipos han muerto, que Dios los tenga en su gloria, y tú te llevas todo el mérito.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Como soldados eran muy inferiores a los expertos cruzados, y como dices sus mandos unos incompetentes, ni capaces de sitiar Jaffa en condiciones ni de enviar parte de sus fuerzas a tomar una desguarnecida Jerusalén... El Egipto fatimita era como el hombre enfermo de Oriente Medio, en pocas décadas pasaría a ser un actor secundario ante la pujanza del Reino de Jerusalén y de la Siria unificada...

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Schweijk »

Hombre, por fin continúa el hilo. Y sigue igual de interesante. :Bravo
"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Gracias Schweijk, pera ya sabes, sufro el mal contemporáneo; trabajo más, gano menos y no dispongo del tiempo que me gustaría para poder dedicarme a la escritura... Solo por tu aliento estiro los minutos y continúo un capítulo más...


Cuando Balduino de Edesa y Tancredo de Antioquía se presentaron junto a sus huestes en demanda de la ayuda solicitada tras la derrota en Ramleh el peligro había desaparecido, pero se aprovechó la reunión de todos los ejércitos cristianos para asolar todos las tierras junto a Ascalón, aunque no se intentó tomar la ciudad, bien fortificada y guarnecida. Junto a Tancredo viajaba el Dagoberto, expulsado un año antes del patriarcado de Jerusalén por manifiesta corrupción, y su aliado el Príncipe de Antioquía pretendía reinstalarle en la sede, pero Balduino I forzó un sínodo donde de nuevo quedó demostrada la deslealtad y avaricia de Dagoberto, expulsado definitivamente de Jerusalén. El Rey maniobró para que fuese nombrado un patriarca a su conveniencia, consiguiendo de este modo y de forma definitiva que el Reino de Jerusalén estuviese sometido a la Iglesia, imponiendo el poder secular tras las anteriores indecisiones de su hermano Godofredo.

En 1103 un nuevo ejército fatimita parte de Egipto con la misión de reconquistar Tierra Santa, pero en esta ocasión no llega la sangre al río porque la animadversión entre el jefe de las tropas terrestres y la armada impidieron cualquier ofensiva, malogrando el esfuerzo requerido para reunir las tropas. Balduino aprovechó el respiro para poner sitio a Acre junto a algunas embarcaciones inglesas, aunque el intento resultó frustrado cuando una flota procedente de Egipto rompió el bloqueo naval abasteciendo la plaza. Tras levantar el asedio Balduino dedica sus esfuerzos a intentar limpiar de bandoleros los caminos desde la costa a Jerusalén, resultando herido en los riñones durante una escaramuza en Monte Carmelo, quedando postrado y llegándose a temer por su vida. Con el Rey curándose en Jerusalén los fatimitas hacen un intento de tomar Jaffa, pero una vez reestablecido Balduino partió al frente de sus tropas y los musulmanes tuvieron que cejar en el empeño. En 1104 una flota de 60 galeras genovesas se presenta en la costa, y rápidamente se llega a un acuerdo con el Rey para ayudarle en la toma de Acre, con el reparto del botín y una calle en el barrio comercial de la ciudad. El sitio se inicia el 6 de Mayo y veinte días más tarde, ante la falta de ayuda desde Egipto, el jefe de la guarnición decide pactar la entrega de la ciudad a cambio de la salida de todos aquellos habitantes que así lo deseasen. Se llega a un acuerdo y los cristianos entran en la ciudad mientras muchos musulmanes salen de la misma cargados con sus bienes, cuando estos resultan atacados por los genoveses, quienes matan a muchos y roban a todos. Un encolerizado Balduino se prepara para atacar a los italianos y solo la intervención del patriarca logra evitarlo. La conquista de Acre es importante pues posee el mejor puerto de toda la costa, siendo el lugar donde embarcan los productos que desde Damasco se exportan a Europa, comercio que los musulmanes que aún residen en la ciudad desean mantener, con las favorables repercusiones económicas para el Reino de Jerusalén.

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Murallas de Acre.

En el verano de 1105 los fatimitas realizan un último intento por expulsar a los cristianos, en esta ocasión buscando el apoyo de Damasco, cuyo anterior Emir había fallecido, alcanzando un acuerdo con el nuevo, quien envío 1.300 arqueros montados turcos a reunirse con los egipcios en Ascalón. Juntos avanzaron hacia Palestina, esperándoles Balduino con todos los hombres que pudo reunir, 500 caballeros y 2.000 peones, en el inevitable campo de Ramleh. El enfrentamiento se produjo el 27 de Agosto, cuando los francos cargan contra las masas rivales, siendo en un principio casi vencidos por los aguerridos turcos, que acto seguido amenazan la retaguardia cristiana. Balduino les sale al paso con el resto de las tropas repeliendo la amenaza, para cargar nuevamente contra el centro rival. Aunque en esta ocasión los egipcios combaten con mayor vigor del habitual y la batalla se alarga durante varias horas, finalmente resultan vencidos y su campamento saqueado, huyendo los supervivientes hacia Ascalón. Sus bajas debieron resultar muy elevadas, pues se sabe que varios mandos cayeron en combate o fueron capturados, las de los cristianos también aunque obviamente en menor proporción, pero el hecho de que no persiguiesen al enemigo en retirada tras saquear su campamento así lo sugiere. En cualquier caso esta nueva victoria significó el fin de los intentos fatimitas por expulsar a los cristianos de Tierra Santa, pues incluso los vastos recursos financieros y humanos de Egipto tenían un límite.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Ahora también en podcast:
http://www.elgrancapitan.org/portal/ind ... historicos
[...] y 100 millones de ducados [...]
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Muy bien, pero me faltan como dos o tres folios para terminar de narrar la vida de Balduino I... :-

Saludos.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

¡Qué punto! Me ha encantado escuchar el relato, y ahora compruebo que se deja a medias, en espera de que continúe el artículo, lo que pienso hacer en breve... Rafa, dale las gracias de mi parte a Antonio Cruz por su gran narración... :dpm:

Saludos.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Aunque no hubo más intentos a gran escala por parte de Egipto para reconquistar Jerusalén, durante los siguientes años se sucederían importantes razzias que incluso llegaron hasta las murallas de la Ciudad Santa; Ascalón sería durante décadas una espina clavada en el costado del Reino, pero sus poderosas murallas eran más de lo que los limitados recursos de Balduino podían lograr expugnar, de modo que puso sus ojos en el resto de ciudades marítimas en manos musulmanas, consciente de la necesidad de ocupar toda la franja costera, tanto por razones militares como comerciales. En 1106, aprovechando la llegada a Tierra Santa de un gran convoy de peregrinos se prepara para asediar Sidón, pero enterado el Gobernador de la ciudad de los preparativos, compra dos años de tregua a cambio de una enorme suma de dinero. Transcurrido este plazo, y apoyado en esta ocasión por una flota llegada de puertos italianos, Balduino vuelve a partir para atacar Sidón, cuyo Gobernador en esta ocasión gasta su dinero en comprar el apoyo de mercenarios turcos, pero que no llegaron a resultar necesarios porque una gran flota proveniente de Egipto derrotó decisivamente a los italianos, obligando a Balduino a levantar el sitio. En 1109 el Rey apoya a Beltrán de Tolosa a conquistar Trípoli, y en justa reciprocidad, el flamante Conde envía tropas en 1110 para un intento de tomar Beirut, gracias a la llegada de una flota de genoveses y pisanos. El asedio se desarrolló desde Febrero a Mayo, y en esta ocasión las flotas fatimitas no fueron capaces de romper el bloqueo, motivo por el cual el desesperado Gobernador huyó una noche entre los barcos italianos para dirigirse a Chipre y entregarse al Gobernador bizantino de la isla. Beirut es tomada por asalto el 13 de Mayo, resultando saqueada y muchos de sus habitantes asesinados por las tropas italianas antes de que Balduino consiguiese restablecer el orden.


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Embriago por la victoria Balduino decide sitiar la propia Ascalón, cuyo Gobernador estaba cansado de estas continuas guerras que arruinaban el comercio, comprando la voluntad de los sitiadores con una gran suma de dinero que pensaba sacar de los habitantes de Tiro, que estaba bajo su jurisdicción. Informado de ello el Califa envió refuerzos a la ciudad con órdenes de sustituir al Gobernador, quien sospechando acertadamente que su falta de coraje no habría sido bien recibida en El Cairo, se niega a abrirles las puertas, y acto seguido se dirige a Jerusalén para poner Ascalón bajo la protección de Balduino, que se apresura a aceptar enviando 300 hombres a la ciudad.



Resultó un año fructífero para los intereses cristianos este 1110, pues durante el verano desembarcó en Acre Sigurd, Rey de Noruega, quien había partido en peregrinación desde sus lejanas tierras tres años antes. Era el primer Rey que visitaba Tierra Santa y fue recibido con todos los honores por Balduino, tras lo cual no puso inconvenientes para participar en el sitio de Sidón, que se inició en Octubre. La ciudad se defendió con bravura y una flota fatimita estuvo cerca de desbaratar a la noruega, pero la llegada de una flota veneciana bajo el mando del propio Dogo selló las esperanzas de recibir refuerzos y suministros por mar. Su desesperado Gobernador urdió un plan para asesinar a Balduino en la esperanza de salvar la ciudad, logrando contactar con un renegado musulmán del séquito del Rey de Jerusalén, el cual se comprometió a asesinarlo a cambio de una importante suma de dinero. Nuevamente la suerte sonrió a Balduino, pues los cristianos nativos dentro de Sidón se enteraron del plan, enviando un mensaje sujeto a una flecha al campamento de los sitiadores, desbaratándose de este modo el plan. Sin posibilidades de continuar la resistencia, la ciudad capitula el 4 de Diciembre, en un pacto por el cual sus potentados pudieron abandonarla junto a todo lo que pudiesen cargar, mientras el pueblo pasaba a ser súbdito de Balduino, cuya primera medida fue imponerles un tributo de 20.000 besantes.

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Plano de Ascalón.

Al iniciarse el 1.111 Tiro era la única ciudad costera en manos musulmanas, y consciente su Gobernador de que sería el próximo objetivo de Balduino, decidió por una parte pagar al Emir de Damasco por un cuerpo de 500 arqueros, y por otra enviar todos sus bienes hasta allí por lo que pudiese pasar. No le salió bien la jugada, pues al atravesar territorio controlado por las huestes de Jerusalén, intentó comprar a un caballero franco para que les guiase y protegiese, este hizo como si aceptase pero en realidad avisó a Balduino, quien cayó sobre la caravana. El Gobernador perdió todo lo que transportaba pero consiguió huir, solo para ver como Balduino aprovechaba la ventaja que le había proporcionado la aventura para poner la ciudad bajo asedio en Noviembre. Pero Tiro era una ciudad muy fortificada que resistió bravamente los asaltos cristianos, y en esta ocasión no había una flota a mano que ayudase a bloquearla, excepto una bizantina que no quiso comprometerse más que a enviar alimentos a los asaltantes, debido a las buenas relaciones entre Constantinopla y El Cairo. Finalmente un ejército de socorro damasceno pagado por el Gobernador convirtió a los sitiadores en sitiados, teniendo Balduino y su hueste que abrirse paso combatiendo hasta Acre. Tampoco los asuntos en Ascalón trascurrieron bien para los cristianos, pues la población se levantó contra el Gobernador que había vendido la ciudad a Balduino, asesinándolo y de paso masacrando a los 300 hombres del Reino de Jerusalén, volviendo a ser Ascalón la avanzada fatimita en la costa palestina.
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Re: Balduino I, el cruzado sin alma.

Mensaje por Lutzow »

Mientras Balduino se hacía cargo del frente principal en el Oeste contra la amenaza fatimita, no perdió de vista el peligro que en el Este representaba el Emirato de Damasco, aunque delegando en el Príncipe de Galilea tanto la defensa del territorio como las ofensivas contra el del rival. Un cargo peligroso el del Príncipe de Galilea, pues aunque no se libraron en la zona batallas de especial relevancia las razzias y pequeños encuentros resultaron una constante, de tal modo que el en 1105 el Príncipe Hugo de Saint-Omer falleció en una emboscada cuando regresaba de una incursión por territorio damasceno, siendo sustituido por Gervasio de Basoches, quien en 1108 resultó apresado en un combate cerca de Tiberíades. El precio por su liberación fue fijado en la devolución de todas las ciudades costeras, petición que Balduino no podía asumir, motivo por el cual Gervasio resultó ejecutado. Falto de candidatos al Rey de Jerusalén no le quedó más remedio que restituir el Principado a su viejo conocido Tancredo, aunque posiblemente de modo nominal ya que este se encontraba en Antioquía. Por entonces firmó una tregua que duraría cinco años con el Emir de Damasco, con la intención por ambas partes de reavivar el comercio, y por la cual se repartirían los ingresos de los territorios en disputa. Cuando Tancredo falleció en el 1113 Balduino premió con el puesto a Joscelino de Courtenay, que había sido desterrado por Balduino de Edesa.

En su vida personal, el discreto pero mujeriego Balduino no encontraba razones para mantener a su esposa armenia, que no le rentaba ninguna ventaja política tras cambiar el Condado de Edesa por el Reino de Jerusalén, de modo que en el 1112 decide separarse acusándola de infidelidad. Puede que hubiese algo de razón en ello, pues tras refugiarse en Constantinopla, donde años antes lo habían hecho sus padres ante el temor a su yerno, dicen la malas lenguas que llevó una vida repleta de placeres terrenales. Quizá Balduino hubiese seguido soltero el resto de sus días de no ser por dos motivos, la siempre acuciante necesidad de dinero y que la viuda Condesa Adelaida de Salona se había retirado de la regencia de Sicilia al alcanzar su hijo Roger II la mayoría de edad, y toda Europa sabía que era una de las mujeres más ricas de su tiempo. Balduino se adelantó a todos pidiendo su mano, propuesta que fue aceptada con la condición de que Roger sería el próximo Rey de Jerusalén cuando falleciese Balduino, promesa que no hizo gracia al Consejo del Reino, que no fue consultado al respecto. Pero Balduino solo tenía ojos en la gran dote que traía Adelaida, que desembarcó en Acre con un boato no visto en la zona desde los tiempos de Cleopatra, y fue recibida con júbilo por parte de la población. En posesión de dinero fresco, Balduino vio la oportunidad que estaba esperando hacía tiempo, ocupar permanentemente Transjordania, y de este modo evitar la comunicación terrestre entre Egipto y el resto de territorios musulmanes. Al mando de su ejército atraviesa valles y desiertos hasta llegar al oasis de Shobak, muy cercano a Petra, y donde decide construir un castillo de sonoro nombre, el Krak de Montreal.

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Krak de Montreal.

Al año siguiente regresa por el mismo camino, visita el flamante castillo y continúa hacia el Sur, hasta alcanzar el Mar Rojo en Aila, donde construye una ciudadela, y un segundo castillo en la cercana isla de Graye. Con la ocupación permanente de Transjordania por los francos, cualquier caravana de las muchas que comerciaban entre Damasco y El Cairo podría resultar atacada por las guarniciones de sus castillos, causando un grave perjuicio al mundo musulmán.

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Castillo en la isla de Grave.

Si en el aspecto económico el nuevo matrimonio resultó un acierto, en lo marital no podemos decir lo mismo, pues Adelaida echaba de menos su vida en Sicilia, cuyos lujos no podía permitirse la frugal Corte de Jerusalén, mientras Balduino tenía que reprimir sus aventuras amorosas. Además, pronto surgieron voces recordando que el Rey ya tenía una esposa anterior, y los enemigos de Arnulfo, Patriarca de Jerusalén con la bendición de Balduino y quien había oficiado el matrimonio, no dejaron de aprovechar esta circunstancia para elevar sus quejas al Papado. Si bien Balduino había dejado claro que en Tierra Santa sus disposiciones estaban por encima de las de la Iglesia, en esta ocasión no pudo evitar que un Legado papal depusiese a su amigo Arnulfo tras estudiar el asunto y otros varios de simonía. Pero no era este un hombre que se dejase vencer fácilmente, viajó a Roma bien cargado de dinero que supo repartir entre las manos adecuadas, consiguiendo que le repusieran como Patriarca de Jerusalén con la única condición de que anulase el matrimonio pecaminoso. No tuvo Arnulfo problemas en aceptarla, sabedor de que su Rey estaba pesaroso del matrimonio, anulándose este y regresando Adelaida a sus tierras menos rica y más humillada, un hecho que durante generaciones pesó en las relaciones de Sicilia con el Reino de Jerusalén.

En 1117 Balduino erigió un nuevo castillo en las cercanías de Tiro, aislando este último reducto fatimita por tierra, y al año siguiente partió en Marzo a una expedición de castigo contra Egipto al frente de un reducido número de tropas, con las que por primera vez un ejército cristiano alcanzó el Nilo desde los gloriosos tiempos de Bizancio. Pero en aquel momento de esplendor le llegó la caída, al contraer unas fiebres que le consumieron rápidamente. Muy enfermo, fue trasladado por sus hombres de regreso al Reino, pero el 2 de Abril, en la pequeña guarnición fronteriza de al-Arish, exhaló su último suspiro.

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Muerte de Balduino I, en cuadro de Gustave Doré.

Cuando se proclamó Rey, 18 años antes, Balduino heredó un pequeño Reino rodeado de poderosos enemigos, casi sin salida al mar y codiciado por el Papado. Tras su muerte deja como legado un Reino fuerte, donde no se discute la monarquía ni su preeminencia sobre el resto de Estados cristianos en Ultramar, en poder de la costa palestina exceptuando Tiro y Ascalón, y de toda Transjordania, aislando a suníes y fatimitas, derrotando en varias batallas a estos últimos, debilitándolos hasta eliminar el peligro que representaban para la existencia del Reino. Balduino I sentó las bases de un Estado poderoso, que continuó expandiéndose durante las siguientes décadas bajo el mando de Reyes enérgicos, el primero entre ellos su primo y sucesor, Balduino de Edesa, que pasó a reinar como Balduino II. Las medidas tomadas por Balduino I durante su reinado en lo concerniente a fomentar el matrimonio entre occidentales y nativos dieron su rédito durante las siguientes décadas, pues los hijos y nietos de estos primeros enlaces nutrieron el Ejército del Reino de Jerusalén, que siete décadas más tarde pudo poner en campaña a 15.000 hombres al mismo tiempo. Desgraciadamente todo este esfuerzo se vino abajo en un solo día por culpa de un mal Rey, pero esa es otra historia…

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