Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Historia Militar de todas las épocas en las que directamente ha intervenido dichos países. Hasta el 2006.

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Rafa.Rodrigo (kappo)
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Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Hola a todos:

Hace ya muchos años, allá por 1992, presenté mi "Memoria de Doctorado" cosa que hot en día se llama trabajo de fin de master. Me he propuesto actualizarla poco a poco e compartiéndola con todos vosotros.

Espero que os guste

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
1º LA SITUACIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL.

1.1 El Ejército y el sistema canovista.
1.2 La situación del Ejército.
2º LOS ANTECEDENTES DE LAS JUNTAS :
2.1 Las Juntas de Defensa de otras Armas.
1.- La Junta de Artillería.
2.- La Junta de Estado Mayor.
3.- La Junta de Ingenieros.
2.2 La Comisión Militar de Barcelona.
3º LAS JUNTAS DE DEFENSA :
3.1 Los acontecimientos que provocaron el surgimiento de las Juntas. Causas y forma de su aparición.
3.2 Las pretensiones del movimiento juntista. Un análisis del manifiesto del 1º de junio.
4º LAS PRIMERAS CONSECUENCIAS DE LAS JUNTAS DE DEFENSA
4.1 El cambio de la situación política.
4.2 El papel de la corona.
4.3 La situación en el Ejército.
5º DEL VERANO DE 1917 A LA DISOLUCIÓN DE LAS JUNTAS :
5.1 Del verano revolucionario al Gabinete Alhucemas.
5.2 La Cierva en Guerra. La reforma de 1918.
5.3 Las disensiones dentro de las Juntas.
5.4 Del desastre de Annual a la disolución de las Juntas.
6º LAS JUNTAS Y PRIMO DE RIVERA :
7º LAS JUNTAS DE DEFENSA DE CLASES DE TROPA

Las Juntas de cabos y soldados.
8º CONCLUSIONES.
BIBLIOGRAFÍA.

APÉNDICES


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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

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Alfonso XIII en un acto con los Cazadores de Victoria Eugenia nº 22, con motivo del nombramiento
de S.M. La Reina como "Coronela honoraria del Regimiento" (1918)


INTRODUCCIÓN :

"Las causas de la intervención de los militares en la política no se encuentran en la naturaleza del grupo, sino en la estructura de la sociedad. En concreto se encuentra en la ausencia o debilidad de instituciones políticas de la sociedad."


A principio de Siglo XX en España existía un nivel de cultura política bajo, caracterizado por el alto diseño y la baja organización. La pérdida de legitimidad y la baja institucionalización que habían sufrido sus regímenes políticos durante el siglo XIX fueron consecuencia de la incorporación de nuevos sectores sociales a la política y estuvieron acompañados de una débil organización social y política. La sociedad civil no consiguió estructurarse suficientemente y los partidos fueron incapaces de representar y canalizar las distintas posiciones e intereses de la sociedad. El resultado fue la fragmentación y descomposición política de los sectores sociales dominantes, dándose una situación, ya definida por Finer , según la cual una minoría gobierna de una forma que las masas odian, pero son demasiado débiles para destruirla. Enfrentada a la indiferencia o al odio, la oligarquía gobernante se mantiene en el poder apoyándose en el Ejército y, de esta forma, éste se convierte en su dueño. Así el Ejército era la única fuerza para proteger al Régimen y las instituciones civiles.

Esta fue la situación que se presentó en la España del período que nos ocupa, las Fuerzas Armadas, que habían permanecido cómodamente integradas en el Régimen de la Restauración, pero la tradición intervencionista del Ejército no se había visto rota. Así, tras la derrota de Cuba en 1898, volvieron a desempeñar un papel destacado en la política del país. Su resentimiento contra los políticos, a los que consideraron como los responsables de la derrota, su oposición a los nacientes movimientos nacionalistas de catalanes y vascos, su costumbre de realizar labores políticas y administrativas en las colonias, su oposición a los intentos de reforma militar y su creciente utilización como fuerza policial en los conflictos político-sociales, les llevó a implicarse de una manera más intensa en la política interna de España, llegando a considerarse como el factor decisivo del Régimen en la medida en que este dependía, para su mantenimiento, del Ejército.

En 1917 en España se produjo una situación de "Gobierno militar", que Finer define como "Gobierno dual", al controlar los militares la política del Régimen de forma compartida con el Gabinete ministerial, mientras que Nordlinger la define como un tipo de régimen militar, al depender los gobernantes del apoyo del cuerpo de oficiales para mantenerse en el poder. En mi opinión, el término que mejor define a la situación política en España en el periodo 1917-1923 es el de "Pretorianismo político" donde los militares no forman gobierno pero influyen de forma decisiva tanto en su formación como en sus decisiones.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Schweijk »

Te sigo con interés Rafa. :dpm:
"No sé lo que hay que hacer, esto no es una guerra".

Lord Kitchener

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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Gracias, ya iré subiendo texto.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

1º) LA SITUACIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL

1.1.- El Ejército y el sistema canovista

La Restauración Monárquica de 1874 se produjo vía pronunciamiento. Este hecho es de gran importancia, ya que un régimen que se pre­sentó como civilista se inició con una acción que situó a los miembros del Ejército en una posición de especial preponderancia. Desde el principio Cánovas intentó limitar esa preeminencia del estamento militar en la vida política española[1].

El sistema ideado por Cánovas pretendió reafirmar los vínculos existentes entre la institución militar y la Corona, con el objeto de afianzar a ésta, mediante dos vías. La primera de ellas fue la vía constitucional, otorgando al Rey "el mando supremo del ejército y arma­da y dispone de las fuerzas de mar y tierra"[2], y señalando que "las Cortes fijarán todos los años, a propuesta del Rey, la fuerza militar permanente de mar y tierra"[3]. La segunda vía fue presentar a Alfonso XII como un rey­-soldado, al estilo prusiano, compartiendo la suerte de sus tropas en campaña durante la Guerra Carlista y, poste­riormente, presidiendo actos militares tales como maniobras o revis­tas de tropas en acuartelamientos. De esta forma se pretendió que los militares viesen al monarca como su "Jefe Natural". Se intentó conseguir así que el Ejército no tuviese grandes ambiciones polí­ticas, ya que al ser el Rey su "Jefe", expresaría sus opiniones frente al Poder Civil consi­guiendo que se adaptasen mejor al nuevo siste­ma.

No obstante, el sistema canovista no eliminó totalmente la influencia de los militares en la política nacional, no fue esta su intención, ya que se permitió a los generales de mayor importancia participar en la vida política, ya fuera a través de su nombramiento como senadores, ya mediante su nombramiento como presi­dentes del Gabi­nete. Además, los cargos de Ministro de la Guerra y de Marina recaían de ordinario en algún general veterano que contase con cierta ascendencia dentro del Ejército.

Así pues, en el mar que suponía la política española, los militares acabaron por adaptarse e integrarse en el barco que representaba el sistema de la Restauración, en el cual navegaron sin crear demasiados problemas, dejando la dirección en manos de los políticos civi­les y ejecutando las órdenes que de estos recibían. Fue la enorme marejada que supuso el desastre del 98 lo que les hizo interesarse en volver a adquirir el control de la nave, así, a partir de la Guerra de Cuba, los militares españoles comenzaron a protagonizar una serie de motines de mayor o menor importancia cuyo fin principal fue el de hacerse con el timón de la nave, cosa que finalmente consiguieron.

Los errores cometidos por el sistema en el "tema" militar acabaron, junto a otros factores, por destruirlo. Uno de ellos fue el encomendar al Ejército la defensa de los "enemigos interiores" y la defensa de "integridad de la Patria y el imperio de la Constitución y de las leyes", con lo que se instituyó al Ejército como el principal pilar en la defensa del Estado en los capítulos de Orden Público e Inte­rior. Esto supuso a la larga una absoluta dependencia estatal del Ejército a la hora de garantizar la salvaguarda del sistema frente a movimientos reivindicativos o revolucionarios, y por tanto hipotecó gravemente las relaciones Poder civil - Poder militar, ya que el primero se sostuvo en numerosas ocasiones en el segundo y éste aprovecho la circunstancia para plantear reivindicaciones y obtener privilegios. Esta situación subsistió durante todo el período de la Restauración. De hecho, puede comprobarse como gran parte de los problemas de los Gabinetes Ministeriales durante el reinado de Alfonso XIII se inscriben en la pugna Poder civil - Poder militar, en la cual, son los civiles, paradójicamente, quienes la mayoría de las veces tienen que ceder ante las presiones que les llegan desde la institución militar.

El segundo problema surgió con la llegada de Alfonso XIII al trono, ya que el Rey se consideró ante todo el Jefe de las Fuerzas Armadas, lo que le llevó a apoyar a "sus" militares frente al Parlamen­to. Así, Don Alfon­so asumió como propia la opinión de los militares, que culpaban a los políticos de la mala situación del país: "[...] los oficiales hacían responsables a los políticos civiles de haber conducido a España a una situación de tal pequeñez , anarquía y desprestigio en el concierto de los pueblos [...]"[4]. Y quienes se sentían depositarios de los más profundos valores de la Patria.

" El militar había llegado a creerse solo poseedor de la verdad entre miles de compatriotas errados; solo justo, solo honrado, solo patriota; y esta exaltación de un particularismo egoísta le llevó lógicamente a tratar de imponer sus opiniones a los demás, por todos los medios, despóticamente, dictatorialmente, declarando la guerra al Estado."
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1.2. La situación del Ejército

El Ejército español del período que nos ocupa poseía una serie de lacras que condicionaron su actuación, es lo que Mola vino a denominar "los vicios" del Ejército. Algunas de las mencionadas lacras fueron consecuencia de la derrota de 1898, que marcaron a toda una generación de oficiales y se man¬tuvieron vivas hasta el año de inicio del presente estudio, y otras, que se fueron produciendo durante los primeros años del siglo XX, marcaron definitivamente a los oficiales del Ejército.

La situación que padeció el Ejército español en Cuba fue del todo catastrófica, como así han señalado numerosos testigos y estudiosos. De hecho, de las 55.000 bajas sufridas durante toda la guerra solamente 2.159 fueron en combate. Así, la guerra de Cuba ha pasado a los anales de la Historia Militar como uno de los mayores, si no el mayor, desastre sufrido por el Ejército español, no tanto por la propia derrota, sino por la forma en que se produjo.

"En Cuba se puso de manifiesto nuestra incapacidad militar, llegando a extremos vergonzosos en todos los órdenes y muy especialmente en el relativo a servicios de mantenimiento: el de Sanidad, por ejemplo, era tan deficiente que el terrible vomito diezmaba los batallones expedicionarios; el de Intendencia no existía, lo que obligaba a las tropas a vivir sobre el país. Para colmo se suspendió el pago de haberes; cómoda medida que adoptaron los usufructuarios del Poder para nivelar la Hacienda"

Tan terrible derrota trajo consigo tres consecuencias de especial interés para el tema que nos ocupa. La primera de ellas fue el total enfrentamiento entre militares y políticos por la petición de responsabilidades en la derrota, herida abierta en ese momento y que las Juntas recordarían en sus manifiestos. El Ejército reaccionó a las críticas, que le señalaban como único culpable de la derrota, creando un frente común, un espíritu corporativo, que a su vez, pidió responsabilidades a los políticos que descui¬daron durante tanto tiempo a la institución militar. El re¬sultado de estas acusaciones cruzadas fue que no se creó ninguna comisión de investigación de respon-sabilidades por la pérdida de las colonias, ya que la mayo¬ría de los líderes políticos sabían que el fracaso iba mucho más allá de la responsabilidad de los militares. Así pues, sólo se abrió una investigación por parte del Ejército que dictaminó en agosto de 1899 que un almirante y dos generales fuesen retirados del servicio activo. Eso fue todo.

La segunda de ellas fue el exceso de oficiales, problema que de hecho subsistía desde el final de la última Guerra Carlista, y que se vio agravado por la reducción de los efectivos del Ejército tras la derrota. Esto supuso que los ascensos fuesen escasos y las posibilidades de promoción pocas, por eso los militares juntistas protestaron por los ascensos indiscriminados que se produjeron en la campaña de Marruecos.

La tercera de las grandes consecuencias del desastre de Cuba fue el recorte del presupuesto militar. La mayor obsesión de los sucesivos gabinetes fue el recorte del presu¬puesto del Ministerio de la Guerra, que pasó de representar cerca del 50% de los gastos del presupuesto nacional , duran¬te los primeros años de la Restauración, al 25-30% hasta 1909. Este recorte de los presu¬puestos incidió, básicamente, en los ca-pítulos de equipo e instrucción, precisamente en los que el Ejército se encontraba en peor situación, provocando que muchos oficiales no contasen con ningún cargo:

"Apenas había dinero para la instrucción y maniobras. En algunas guarniciones la mitad de los oficiales no tenían cargo alguno, y muchos otros carecían de ocupaciones precisas. Consiguientemente muchos oficiales preferían que se les dejara sin puesto fijo para poder dedicar todo su tiempo a otro empleo distinto"

Además, no se afrontó ningún tipo de mejora o modernización del Ejército, sino, que de hecho, toda petición o atisbo de reforma en el Ejército producía innumerables quebraderos de cabeza al Gobierno. Lo único que se hizo fue ir tapando hue¬cos, con unos resultados absolutamente desastrosos. Así el Ejér¬cito español continuó con una endémica falta de material e instrucción, tema abundantemente denunciado en la literatura militar.

Por otra parte el transcurso del tiempo trajo consigo otra serie de "males", tales como la Redención en Metálico, el fraccionamiento del cuerpo de oficiales y el intervencionismo de la corona.

La existencia de la redención en metálico impidió la formación de un verdadero Ejército Nacional como en otras naciones, al poder determinados individuos eludir el servicio militar, creando una discriminación y un sentimiento de que los únicos que se in¬corporan a filas eran "los de siempre".
Pese a que el Artículo tercero de la Constitución de 1876 indicaba que : "Todo español está obligado a defender la Patria con las armas, cuando sea llamado por la ley", en España existía en realidad una completa desigualdad social a la hora de ser llamado a filas. En la Ley de Reclutamiento y Reemplazo de 1885, se estableció una redención en metálico de 1.500 pts. que permitía, una vez satis¬fecha esta suma , evitar el acudir a filas. Esto supuso, en la práctica, que tan sólo aquellos a quienes su condición social se lo permitía pudiesen evitar cumplir el servicio militar. En 1912 se publicó una nueva Ley del Servicio Militar, en la que se eliminaba la redención en metáli¬co. Sin embargo, esto no trajo consigo el final de las diferencias existentes, puesto que junto a aquellos que debían cumplir el servicio militar se crearon dos tipos de "soldados de cuota": el prime¬ro de ellos pagaba 1.000 pts. para cumplir diez meses de servicio en filas, mientras el segundo cumplía únicamente cinco meses previo pago de 2.000 pesetas. Con lo que nada cambió.

Por otro lado, el cuerpo de oficiales se encontró sin rum¬bo y fraccionado. Ser militar significaba aceptar un código de costumbres y actitudes morales, pero dejó de ser una ver¬dadera profesión, ya que la escasez de medios hizo que muchos de los oficiales no tuvieran destino fijo, y aquellos que lo tenían, no encontraron ni tropas que mandar (en numerosas ocasiones de los 120 hombres de una compañía no se podía contar ni con un tercio a la hora de hacer la instrucción), ni medios que utilizar. Además con el Gabinete de Raimundo Fernández Villaverde se detuvo la adquisición de cualquier tipo de equipamiento militar, situación que duró hasta la llegada del Gobierno Maura en 1908.

Por otra parte se produjo una clara disociación entre la oficialidad, creándose dos grupos bien diferenciados : en primer lugar se encontraban los oficiales burócratas, con todas las connotaciones negativas del calificativo "burócrata", y en segundo lugar estaban los oficiales de filas que cumplían, de mejor o peor forma con las obligaciones que se suponen a estos, pero que se encontraban absolutamente superados por la escasez de material, la deficiente instrucción de la tropa, la falta de recursos y el desprecio e incomprensión de gran parte de la sociedad española. De aquí surgió un enfrentamiento entre ambos grupos al acusar los primeros a los segundos de incapaces y directos responsables de las derrotas sufridas en campaña, y los segundos a los primeros de auténticos "vegetales fósiles" cuyo mayor interés era su "sueldecito", que les dieran los menos problemas posibles y a quienes acusaban de tener una aversión pasmosa de estar a menos de 1.000 kilómetros del frente de combate.

Por si toda esta situación pareciese poco, intervino la corona, así con una Real Orden publicada el 15 de enero de 1914 se autorizaba a generales jefes y oficiales a establecer comunicación directa con el Rey sin tener que infor¬mar a sus superiores, con lo que se subvertía la escala de mandos. Aunque la orden en realidad autorizaba la contesta¬ción a cartas y telegramas de felicitación o agradecimiento enviados por el monarca, lo cierto es que se fue haciendo común la comunicación directa sobre cualquier tema entre el Rey y "sus" militares, saltándose por completo la escala de mando y como se dice en la Real Orden " [...] sin intervención de persona alguna". Con lo que acabó por crearse una "camarilla real" de militares favorecidos por sus relaciones con el monarca.

Esta era la lamentable situación en la que se encontraba el Ejército español en el momento de arranque del presente estudio, situación de inicio y verdadera culpable de todos los acontecimientos que se produjeron y principal elemento explicativo de las reivindicaciones que planteó el movimiento juntista.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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El cuartel "General Álava" de Victoria c. 1916.

2º) LOS ANTECEDENTES DE LAS JUNTAS

Varios autores han señalado al movimiento sindical como la "indudable" causa del origen de las Juntas, descartando otras opiniones que señalaban como origen de las Juntas de Defensa del Arma de Infantería a las Juntas ya existentes en otras Armas (Artillería, Ingenieros y Estado Mayor) caso de Carolyn Boyd o Carlos Seco Serrano, quien además indica como el antecedente directo de las Juntas a la Comisión Militar de Barcelona de 1910 :

" Por estos años el sindicalismo estaba en su apogeo, seguramente por la guerra europea; en el terreno social, iba conquistando envidiables posiciones, y este éxito actuó sobre el "desmedrado y encanijado" Ejército, a la manera de un señuelo. Esta mentalidad sindicalista está, indudablemente, en el origen de las Juntas Militares"

Reflexionando sobre las dos opiniones, parece bastante más razonable considerar a las Juntas de las otras Armas como los auténticos modelos en donde la Junta de Defensa del Arma de Infantería se inspiró, y de las que adoptó su organización, pretensiones y espíritu. Indudablemente es más lógico pensar que los oficiales de Infantería tomaran como modelo organizativo a sus compañeros de otras Armas, es decir, al propio Ejército, y no al "sindicalismo" al que, por otra parte, consideraban como una de las fuerzas disgregadoras de todos los valores para ellos fundamentales, es decir, Patria, orden y autoridad.

Pero, pese a que la opinión mayoritaria de los especialistas coincide en señalar como el antecedente de la Junta de Infantería a las homónimas de las otras armas la historiografía nunca ha tratado en profundidad sobre su organización, funcionamiento y objetivos , siendo esta por tanto una laguna a cubrir, ya que como veremos a continuación se pueden establecer claras concordancias entre unas y otra.

2.1. Las Juntas de Defensa de otras armas

2.1.1.- La Junta de Artillería :

El cuerpo de Artillería tuvo desde principios del siglo XIX su propia Junta Superior Facultativa. Esta, que había sido creada mediante una Real Orden del 13 de febrero de 1816, se constituyó como tal el 16 de mayo de 1816, siendo su Reglamento aprobado el 24 de agosto de ese mismo año .

La Junta de Artillería sufrió a lo largo del siglo XIX importantes modificaciones, así como suspensiones temporales. En 1864 se encontraba formando parte de la Junta Superior Facultativa de Guerra. En aquel año algunos coroneles y jefes comenzaron a reunirse en el café "La Iberia" de Madrid, formando una "peña artillera", la cual al cabo de los años, tras lentas y numerosas reuniones redactó unas bases y estableció la organización de una Junta Central que comenzó a funcionar, como tal, en 1888 .

Los pilares fundamentales de la Junta de Artillería fueron la unidad de procedencia y la escala cerrada. La primera se conseguía gracias a que todos los oficiales procedían de la misma Academia militar, cuya fundación data de 1764. Esto suponía en la práctica que todos los oficiales del Cuerpo habían sido compañeros de estudios, lo que proporcionó una mayor cohesión al grupo. La escala cerrada, es decir, el ascenso únicamente por antigüedad, fue un compromiso que surgió el 16 de junio de 1891, fecha en la que se comenzaron a recoger en un álbum las firmas de todos los componentes del Cuerpo, quienes se comprometían a renunciar a los ascensos que no les correspondiesen por antigüedad. Así, en 1898 solamente faltaban por firmar tres oficiales, y todos los años lo suscribían los nuevos graduados.

" Los artilleros que firman este albun (sic) quieren conservar el Cuerpo, y transmitir con su ejemplo a los que vengan a formarlo, el tradicional espíritu de honor, unión y compañerismo que recibieron de sus antecesores, con el que alcanzó las glorias y los prestigios de los que goza para bien de la Patria y honor de sus individuos.

Y considerando que la escala cerrada es condición indispensable para el logro de tan altos fines, resuelven mantenerla entre sí, ofreciendo por su honor renunciar (por los medios que la ley permita) todo ascenso que obtengan en el Cuerpo o en vacante de general a éste asignada, y no les corresponda por razones de antigüedad. ".


Este fue uno de los puntos de coincidencia con la Junta de Infantería, puesto que la escala cerrada se convirtió en uno de los puntos reivindicativos fundamentales del movimiento juntista.

Lo cierto es que este compromiso ayudó a la formación de un auténtico espíritu de cuerpo, que supuso, en la práctica , una mejora dentro del cuerpo de oficiales, tanto desde el punto de vista moral como técnico, y, lo que es más importante, contribuyó a que el cuerpo de oficiales del Arma actuase como una solo hombre, presentando un frente común en el momento que surgiese algún problema importante para ellos.

El 25 de abril de 1905 se aprobó el nuevo Reglamento de la Junta de Artillería, cuyo artículo primero, posteriormente recogido íntegramente por la Junta de Infantería, indicaba que la función principal de la Junta de Artillería debería ser la defensa de "sus intereses", aunque, eso sí, dentro del marco legal establecido.

" La Junta Central del Cuerpo tiene por objeto velar por sus intereses, que son los del Ejército y los de la Patria , dentro siempre de la más estricta legalidad "

Y el 30 de mayo del mismo año se acordó la forma y composición de la Junta Central, determinándose, a su vez, que las Juntas Regionales tendrían la misma composición que ésta, pero quedando sometidas a ella. La organización de la Junta Central de Artillería quedó con un general como presidente, cinco coroneles vocales, tres, tenientes coroneles vocales y un comandante de secretario.

También se decidió que la Junta Central contase con tres secciones, las cuales asesorarían a ésta en las cuestiones de su competencia: De empleo táctico, organización y tiro, de experiencias y proyectos y de producción y de adquisición de material de guerra.. Este es el único caso, de todas las Juntas, en el que se hizo tal tipo de división.

La Junta Central, elegida mediante votación democrática, resolvía por sí sola las cuestiones que afectaban al Cuerpo de Artillería sin consultas ni votaciones entre sus miembros, de cuya confianza era depositaria. Estas resoluciones eran respetadas sin discusión en virtud de dicha confianza y ante la coacción que ejercía la colectividad. De este modo, pronto los oficiales de Artillería se habituaron a someter a la consulta de la Junta y a su arbitraje las dudas y los pleitos que, relacionados con los intereses de la colectividad, se suscitaban, so pretexto de que, directa o indirectamente, se relacionaban con el sistema de ascensos.

Existían, aparte de la Junta Central con residencia en Madrid, Juntas Locales, que presentaban a la primera sus aspiraciones, consultas , quejas o propuestas.

La Junta Central resolvía sobre ellas, si era de su competencia hacerlo, siendo su decisión vinculante para dichas Juntas Locales, o, en caso contrario, daba cuenta al Jefe de la Sección de Artillería del Ministerio de la Guerra para que éste tomara en consideración las propuestas aprobándolas o rechazándolas, y, llegado el caso, si lo estimaba oportuno, las elevara al Ministro.

La Junta de Infantería aplicó este mismo sistema organizativo, es decir, una Junta Central de la que dependen las Juntas Regionales.

Pero pronto la Junta empezó a manifestar su opinión, favorable o de veto, no sólo sobre cuestiones que afectaban a la parte técnica del Cuerpo y al sistema de ascensos, verdadera razón del nacimiento de esta Junta, sino también de gobernación y política. Así en 1916 el Estado Mayor Central comenzó a estudiar un proyecto para eliminar la escala cerrada. Al conocer esto la Junta de Artillería se dirigió al Conde de Romanones, a la sazón presidente del Gobierno, a través del Presidente de la Junta, Coronel Ángel Galarza, quien formaba parte de la fracción política del presidente, con lo que se consiguió que el proyecto se desechara. Este hecho influyó directamente en la formación de la Junta de Infantería, al comprobar los oficiales de dicho Cuerpo que era posible influir en las decisiones del Gobierno si se contaba con la organización adecuada.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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2.- La Junta de Estado Mayor :

La Junta de Estado Mayor fue creada el 14 de octubre de 1878 y su reglamento aprobado por Real Orden el 1 de mayo de 1898, tenía localizada su Junta Central en Madrid, al igual que los artilleros, sin embargo durante el año 1917 trasladó su sede a Barcelona al igual que ellos.

La razón principal de la creación de la Junta de Estado Mayor fue el deseo de los oficiales de dicho Cuerpo de defenderse de los constantes ataques de que eran objeto, ya que muchos militares consideraban que el Cuerpo de Estado Mayor debía desaparecer como tal.

" Pero como esta Junta necesita partir de una base sólida e inquebrantable, para acudir a la defensa de nuestra constitución orgánica, de nuestra representación en el Ejército y nuestra dignidad colectiva, hoy puesta en tela de juicio y atacada en conversaciones, folletos y hasta en el parlamento; la primera condición que es necesario establecer y proclamar, es la de la existencia del Cuerpo como tal, y esto nos obliga a impetrar la declaración categórica, explícita y terminante de cada uno de sus individuos, de no atentar directa ni indirectamente a su constitución, ni favorecer con sus palabras o con sus actos la intromisión de elementos extraños en lo que es de su exclusiva competencia.
Entiéndase bien , que no se predica rebelión ni contumancia, sino defensa de lo constituido, amor a lo existente, a lo íntimo, a lo esencial; abnegación para sacrificar intereses particulares a los colectivos de una corporación que no puede consentir el entredicho, ni trata de presentar batalla , sino mostrar una fortaleza inexpugnable por su unidad, por su moral elevada y por la fuerza que la da la compenetración de sus valiosos elementos "
.

Los miembros debían rubricar un documento para formar parte de la Junta de Estado Mayor, elemento que recuerda al álbum de Artillería y que también fue empleado en la Junta de Infantería.

La Junta de Estado Mayor estaba constituida, al igual que la de Artillería, de una Junta Central y varias Regionales que dependían de la primera. Las Juntas Provinciales tenían una composición distinta, ya que al contar el Cuerpo con pocos miembros se pensó que con un representante por Capitanía o Comandancia sería suficiente, siendo este el Coronel Jefe o segundo Jefe de E.M.

" Un representante de cada Capitanía o Comandancia General. Claro es que el verdadero representante de cada sección de provincias ha de ser el coronel jefe o segundo jefe de E.M. pero para evitar a estos el estar en constante relación con los de Madrid y las cartas y viajes que esto podrían ocasionarles se propuso el nombramiento de un jefe u oficial que lógicamente ha de recibir la inspiración de su jefe así como las opiniones de sus compañeros "

De esta forma queda establecida claramente la preeminencia de la graduación en la Junta, al igual que en Artillería. Y es que la Junta de Estado Mayor lo último que pretendía era quebrantar la escala de mando.El sistema de votación era mediante voto individual no secreto con lo que se conocían perfectamente las ideas de cada uno de los miembros y la presión que ejercía la colectividad era mayor. De todas formas las discrepancias eran pocas y así por ejemplo en la constitución de la Junta Central en abril de 1914 se hizo con 251 votos a favor, 5 en contra y faltaban 54 contestaciones
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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3.- La Junta de Ingenieros :

El "Estudio histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército", publicado en 1911, señala a la Junta Consultiva de Fortificaciones y Defensas de ambas Indias, creada en 1798, como la predecesora de la Junta de Ingenieros. Sin embargo, parece más lógico considerar como su predecesora a la Junta Superior del Cuerpo de Ingenieros, creada en 1802, y cuyo reglamento fue aprobado el año siguiente, ya que la primera de ellas estaba formada por miembros del Ejército y la Armada y no solamente por Ingenieros. Así pues, esta fue la primera Junta en aparecer, siendo sus funciones las de estudiar y dictaminar sobre todos los proyectos, fortificaciones y obras concernientes a la defensa general del territorio español y colonias.

Al igual que la Junta de Artillería, la de Ingenieros tuvo una vida azarosa a lo largo del siglo XIX. Así en 1841 ostentaba ya el nombre de Junta Superior

Facultativa, nombre con el cual fue reinstaurada el 12 de septiembre de 1901, tras un período en el que fue disuelta, al igual que las de Artillería y Estado Mayor.

Así pues, en el período que nos ocupa, el cuerpo de Ingenieros contaba con una Junta Superior Facultativa, también llamada Junta de Títulos, que tenía fijada su residencia en Madrid, y cuya preocupación principal fue la de "velar por el honor y buen nombre del Cuerpo" así como la defensa de la escala cerrada. Y, en 1896 el Cuerpo de Ingenieros se comprometió, salvo contadísimas excepciones, a mantener la escala cerrada.

" La escala ha de ser cerrada en paz y en guerra, es decir, que nadie ascenderá sino por antigüedad sin defectos.
Caso de que se establezca para ello alguna excepción, todo ascenso concedido puede ser permutado por otra concesión."


Al igual que las Juntas de otros cuerpos la tarea principal de la Junta de Ingenieros se puede resumir en tres puntos : el primero, velar por el mantenimiento de la escala cerrada, el segundo, propiciar el compañerismo dentro del Cuerpo y el tercero, ocuparse de los temas técnicos relacionados con el Cuerpo de Ingenieros.

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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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BARCELONA. SOLDADO BATALLÓN CAZADORES INFANTERIA. ALBA DE TORMES. HACIA 1910.FOTOGRÁFICA.
Uniforme de rayadillo.En la chapa del cinturón lleva la identificación de la Unidad a la que pertenece. Dorso de Tarjeta Postal.


2.2 La comisión militar de Barcelona (1910)

Desde la ley Cassola el Arma de Infantería trató de conseguir un resultado análogo al de los cuerpos Facultativos, esto es, tener su propia Junta y defender la escala cerrada. Se pensó, además, que con la unidad de procedencia se lograría la unidad de pensamiento; pero el número era demasiado grande; y los fenómenos sociales y políticos no ayudaron a ello.

Hubo muchas reuniones y contactos, e incluso a algunas de ellas habían asistido siendo jefes, y no de los menos entusiastas, el Conde del Serrallo y D. Francisco Aguilera, quien más tarde llegaría a chocar con sus consecuencias.

Así las cosas, con la llegada de la campaña de Marruecos de 1909 y a la hora de los ascensos por méritos de guerra, que el Ministro de la Guerra repartió más que generosamente, los oficiales de la Brigada de Cazadores de Barcelona se consideraron perjudicados con relación a los ascendidos, a quienes acusaron de "provocar escaramuzas, exagerar su importancia o incluso de provocar bajas innecesarias"(18). De hecho a finales de año La Correspondencia Militar, periódico que con el tiempo se convertiría en el órgano oficial de las Juntas, dedicó una serie de artículos al tema, criticando al Ministro y el sistema de ascensos. De aquí nació una opinión favorable a la escala cerrada como forma de evitar el reparto indiscriminado de recompensas por méritos de guerra. Como resultado de ello en 1910 se realizó un intento por establecer la escala cerrada en Infantería, pero el resultado fue un fracaso.

El deseo de los oficiales de Barcelona llegó a percibirse en Madrid, donde circuló un folleto a comienzos de 1910 redactado por una "Comisión Militar" en el que se criticaba al gobierno y se pedía el riguroso ascenso por orden de antigüedad hasta el empleo de Coronel. A causa de ello se constituyó una Comisión extraparlamentaria presidida por Burell, quien consideró oportuno realizar una consulta, mediante una votación, entre los jefes y oficiales acerca del tema. El caso es que bien fuera por respeto a la disciplina , o bien por temor a la consolidación del sistema de votación, el General Luque, Ministro de la Guerra, se opuso tal formula, y propuso que cada uno de los jefes y oficiales se dirigiese a la comisión, sin previo requerimiento, para exponer su opinión sobre el asunto.

De todas formas, y tras una manifestación el día 12 de enero de 1910 de jóvenes oficiales frente a la sede de La Correspondencia Militar, que venía desarrollando una campaña periodística contra las recompensas otorgadas con motivo de las operaciones en Marruecos, el Gobierno decidió acabar con el asunto. Para ello se actuó con contundencia y eficacia procediéndose a la destitución del Capitán General de Madrid y al arresto de varios oficiales pertenecientes a la Comisión Militar, siendo este el final de la dicha Comisión.

Las peticiones de este movimiento militar se pueden encontrar en una carta anónima enviada a Antonio Maura poco después de la disolución de la Comisión. Estas peticiones serán prácticamente las mismas que años después expondrán los militares de las Juntas de Defensa, es decir, el deseo de regeneración dentro del Ejército, el excesivo número de generales y el riguroso ascenso por antigüedad.

Así pues, una vez visto todo lo anteriormente expuesto hay que descartar de forma definitiva el origen "sindicalista" de las Juntas de Defensa y afirmar sin miedo a equivocarse que estas se constituyeron tomando como modelo a las ya existentes en otros cuerpos de las cuales copiaron, organización (Junta Central y Regionales), reivindicaciones (escala cerrada), la carta de adhesión o incluso artículos de su reglamento. Y además que las Juntas de 1917 contaron con un antecedente concreto, como fue la Comisión Militar de 1910.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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UNA REVISTA EN BARCELONA. EL CAPITÁN GENERAL DE LA REGIÓN, SR. ALFAU (X), REVISTANDO EL BATALLÓN DE CAZADORES DE ALFONSO XIII, RECIENTEMENTE REGRESADO DE MARRUECOS Y DESTINADO A VICH Fuente: ABC


3º) LAS JUNTAS DE DEFENSA

3.1. Los acontecimientos que provocaron el nacimiento de Las Juntas . Causas y forma de su aparición .

Dos acontecimientos ocurridos en 1916, explican el interés del Arma de Infantería por hacerse con un organismo de presión y control.

El primero se refiere a la relación de la Junta Central de Artillería con los medios políticos y su influencia en ellos. La presión que la Junta Central ejerció sobre el presidente del Consejo de Ministros, el conde de Romanones, impidió que se aprobara un Proyecto de Ley que implicaba la desaparición de la escala cerrada. Esto hizo reflexionar a los oficiales de Infantería, quienes también deseaban la instauración de la escala cerrada.

El segundo se refiere al intento por parte del Ministerio de la Guerra de valorar la capacidad de algunos jefes y oficiales en el mando de tropas, ya que la campaña de Ma¬rruecos estaba dejando al descubierto muchas incapacidades. Un intento del Conde de Serrallo ya fracasó en 1914, pero fue retomado por el Capitán General de Cataluña, General Felipe Alfau y Mendoza, en 1916. Estas pruebas que resulta¬ron humillantes para jefes y oficiales, convencieron definiti¬vamente al Arma de Infantería de la necesidad de crear su propia Junta de Defensa ( como así reconoce la propia Junta Central en el manifiesto del 13 de junio de 1917 ), ya que tanto ingenieros como artilleros consiguieron evitar tales pruebas apoyándose en la fuerza de sus Juntas.

Los primeros trabajos de organización de la Junta de Infantería se realizaron en Barcelona. Una vez formado el núcleo central, se comenzó a extender la organización. Esta se difundió por todas las guarniciones gracias al sistema de un oficial "convencido" que solicitaba el traslado a la circunscripción que se pretendía organizar, convirtiéndose allí en el alma y motor del desarrollo juntista.

La organización interna de las Juntas empezó a actuar rápidamente y así se elaboró un documento enérgico, por el cual los firmantes quedaban comprometidos a sostener la "Unión Sagrada" del Arma de Infantería, recurriendo, si fuera preciso, a las actitudes más extremas para conseguirlo. Este documento fue enviado profusamente a todas las guarniciones junto con un acta de adhesión, que una vez firmada obligaba a auxiliar a cualquier perseguido por realizar mandatos de las Juntas. El documento, debido a su dureza, se negaron a firmarlo bastantes jefes, in¬cluso en Barcelona. En diciembre de 1916 se redactó el primer reglamento que fue remitido a los oficiales del Arma, junto a una circular en la que se animaba a afiliarse .

Que el grado de coacción del Reglamento era altamente inaceptable fue puesto de manifiesto inmediatamente, desde el mismo seno de la familia militar, acusándolo de acto de indisciplina al considerar su funcionamiento similar al de ciertos grupos revolucionarios.

" [...] Es peligroso y pugna con la disciplina ,
citar teorías de carácter democrático, parangonandolas
con nuestra colectividad que , como militares ,
tiene por solo guía el honor y la Ordenanza ;
Es imposible el admitir el funcionamiento de
comités que tienden a coaccionar o a mermar las
prerrogativas de los poderes públicos; Se hace
sospechosa al espíritu más inocente, la exigencia de
promesa jurada y la imposición de absoluto secreto,
hasta con los más íntimos familiares, de cuanto tenga
relación con los fines perseguidos, sistema arcaico y
propio de los clubs revolucionarios"(20).


Las instancias superiores comenzaron a reaccionar a finales de 1916. El General Alfau, Capitán General de Cataluña, argumentó desde el comienzo que era muy difícil negar a un Cuerpo como Infantería lo que otros ya tenían. Alfau, que fue el mejor apoyo de las Juntas durante todo el período de su constitución, quiso aprovecharse de ellas pensando aparecer después como su inspirador, máxima ayuda o similar, albergando muy probablemente ambiciones políticas. En cambio, quien tuvo muy clara su opinión contra la oportunidad de las Juntas fue el General D. Agustín Luque, Ministro de la Guerra, quien consideró que con estas Juntas el poder del que habían gozado los generales podría desaparecer.

" Mi querido General y amigo : A pesar de la gran
reserva que han querido guardar, ha llegado a mi poder
hasta la copia del reglamento de la organización que
algunos pretenden hacer en el Arma de Infantería, para
constituir una Junta de defensa de su escala activa, y
aunque la complicada y misteriosa organización ,
denunciadora de algún fin oculto , ha de hacer
imposible su funcionamiento y por no corresponder a la
época en que vivimos, ha de ser rechazada por el
criterio de la inmensa mayoría de Jefes y Oficiales;
para evitar resoluciones que pudiera verme obligado a
tomar; deseo haga V. saber, reservadamente, a todos
los Jefes de Cuerpos, Centros y Dependencias, lo
contraproducente que puede resultar el objeto que
persiguen unos cuantos ilusos y que para la defensa de
toda clase de intereses del personal del Ejército, se
bastan y sobran los Capitanes Generales de las
Regiones con los demás Generales que estén a sus
ordenes y los Ministros de la Guerra, quienes nunca
se han negado a oír cuantas observaciones y
advertencias han querido hacerles y hasta han
procurado conocer la opinión de las Armas y
Cuerpos , siempre que han tenido que ocuparse de
algún asunto que pudiera afectarles "(21).

La correspondencia cruzada entre Alfau y Luque en los últimos días de 1916 y los primeros meses de 1917 resulta esclarecedora de las opiniones y actitudes de ambos. Así mientras Luque era taxativo en sus opiniones, Alfau pretendió dar las cosas por hechas y dejar correr el tiempo.

" Carta al General Alfau, fecha 30 de diciembre de
1916.
[...] Eres tu el único Capitán General de quien no he
tenido contestación, siendo precisamente la tuya la
que más deseaba tener, porque he sabido que el Coronel
que manda el Regimiento de Vergara, D. Cesar Márquez,
es el iniciador y el apóstol de tan celebre
organización que pudiera ser tolerada, si con ella no
se persiguiese otro fin que la unión y el prestigio
del Arma; pero tanto por la lectura de su reglamento,
como por los asuntos que van siendo sometidos a la
consulta y votación de las juntas locales, no es
posible tolerar su continuación por la tendencia que
tienen a ir en contra de lo legislado y por el riesgo
de que tal proceder relaje la disciplina, dando además
ocasiona al fomento de mezquinos intereses personales
de que tan sobrados vamos estando en el Ejército y a
que este puede ser utilizado para fines distintos de
los de su única misión "(22).

Mientras el resto de Capitanes Generales había expresado su desconocimiento de la existencia de tales Juntas y, en todo caso, manifiestan su interés por utilizar todos los medios posibles para evitar su aparición, la respuesta de Alfau, el 8 de enero de 1917, fue distinta al reconocer la existencia de contactos con la Junta, ya que, como él mismo dice, se ha reunido con su presidente para formular las observaciones pertinentes en la reforma del reglamento, y a la vez expresa su convencimiento de que una vez realizados estos, la Junta puede llegar a ser algo beneficioso para el arma. ¿ La respuesta del Ministro ? Llamó a Alfau inmediatamente a Madrid para tratar "el Tema", y le pidió que llevase consigo toda la documentación que obrase en sus manos. En esa documentación encontramos un documento el cual expresa perfectamente las que luego serán líneas maestras de los manifiestos de las Juntas en el verano de ese mismo año, es decir, mejora en los sueldos, destinos concedidos sin recomendaciones y escala cerrada.


" II enero de 1917
Socios inscritos hasta la fecha -- 4.215
Asuntos en estudio :
Mejora de la situación económica de los oficiales
(sin aumento de sueldo).
Salida de los oficiales de la Academia con cinco
años de estudio y empleo de Primer Teniente.
Que los destinos, excepto los de confianza, se
concedan por antigüedad de petición sin ninguna
clase de recomendaciones.
Escala cerrada--Ascenso a General del Coronel más
antiguo, sin defectos
Reorganización del Colégio de Huerfanos "(23).

De vuelta en Barcelona, y ya con las ideas bien claras, Alfau informó de la disolución de todas las Juntas. Pero desde el Ministerio se percibió que esa disolución no fue del todo cierta, y es que realmente el mismo Alfau se puso en contacto con los miembros de la Junta Central en Barcelona para estudiar la elaboración de un Reglamento más acorde con sus ideas. El Ministerio continuó pidiendo y luego exigiendo, en carta fechada el 17 de marzo de 1917, la disolución de las Juntas de forma definitiva.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

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Fotografía del general español Felipe Alfau Mendoza publicada en 1913

La importancia organizativa de las Juntas en abril y mayo de 1917 fue notable y el ministro de la Guerra temió que el número de afiliados fuese cada vez más alto. Para acabar con las argumentaciones del Capitán General de Barcelona, el Ministro de la Guerra le envió un telegrama el 3 de abril en el que le comunicó que estaban disueltas las Juntas de Artillería y de Ingenieros y que ya, por lo tanto, no quedaba pretexto alguno para formalizar ninguna más. La verdad es que algunas de las Juntas Regionales de Artillería no llegaron a disolverse y desde luego la de Barcelona subsistió. Alfau le contesta el 4 de abril acatando la orden y comunicando que los oficiales que redactaban las bases de constitución "han cesado en su tarea". Resulta curioso que el Capitán General reconociese que existía un grupo de oficiales redactando las bases de la Junta cuando en informes anteriores, en dos ocasiones concretamente, había admitido la disolución de tal Junta.

A pesar de la Orden Ministerial las tareas organizativas de la Junta continuaron y la inestimable ayuda de Alfau contribuyó a que los afiliados juntistas no viesen menguadas sus actividades.

Pero la situación se precipitó, cayó el Gobierno Romanones y García Prieto se hizo cargo del Gabinete con el General Aguilera en el Ministerio de la Guerra.

El trabajo de las Juntas continuó y el 9 de mayo el Ministerio cursó telegramas a todas las Capitanías Generales advirtiendo del peligro de una reunión de todos los representantes en Barcelona. En la reunión convocada, el día 10, por el Capitán General de Barcelona con "Generales y Jefes de Cuerpos de todas armas" estos dieron su palabra de que las Juntas habían cesado en sus actividades, pero de todas formas Alfau tenía "el convencimiento de que, aunque disueltas oficialmente, existen las Juntas de todas armas". Como ratificación de este telegrama, el propio Alfau telegrafió al Ministro el día 24 diciendo "Sé también continua su trabajo en otras regiones". Así, una circular de la Junta de Defensa de Infantería fue enviada el mismo día 10 de mayo para continuar recabando apoyos, en la cual se afirmaba la falsedad de que la Unión pretendiese inmiscuirse en política, que fuese antidinástica o la existencia de listas negras con respecto a las guarniciones de Madrid y África.

El General Aguilera conminó definitivamente a Alfau para que procediese a la disolución de las Juntas. Este, que pocos días antes se había entrevistado con Márquez únicamente para exigirle que se suprimiera del Reglamento la exclusión de los generales, a lo que los junteros se negaron, se reunió nuevamente con él y en su informe a Madrid aseguró que el presidente de la Junta de Infantería le había prometido el cese de las actividades de la Junta , terminando con un "... asegurando por escrito que mis ordenes serán puntual y terminante cumplidas" lo que añadía un tono de dureza en sus relaciones con Márquez desconocido hasta el momento.

Imagen
El general Aguilera fotografiado hacia 1912

Aguilera mantuvo el tono : disolución inmediata o consejo sumarísimo. El 25 de mayo se envío un telegrama del Ministerio al Capitán General de Barcelona para "exija á Coronel Vergara se envie cuanto antes circulares a Jefes cuerpos y centros haciéndoles saber está disuelta la Junta de Defensa de Infantería ". Alfau convocó una reunión el día 27 con los jefes de la Junta para conminarles a la firma de la circular exigida por el Ministro, pero estos se negaron ( según parece Márquez si estaba dispuesto ) , por lo que fueron conducidos al castillo de Montjuich. Fueron "un Coronel, un Teniente Coronel, un Comandante, cuatro Capitanes y un primer Teniente" a quienes se comenzó a abrir expediente para ser sometido a un Tribunal Militar. Pero la contestación Ministerial fue, por lo menos, extraña "Conviene suspenda actuaciones que ha ordenado y que queden [...] en Montjuich como providencia gubernativa". La razón fue que otra Junta tomó el relevo, la cual envió mensajes a todas las guarniciones informando de los acontecimientos. La respuesta fue inmediata y todos los integrantes de las Juntas Regionales del país se presentaron a sus superiores para ser arrestados.

Finalmente Alfau fue destituido como Capitán General de Cataluña y relevado por el General Marina, debido a graves "desacuerdos en esta cuestión" con el Ministro. La tensión había aumentado enormemente, y se produjo un hecho que puede resumir perfectamente la gravedad del momento, las Juntas Regionales de Valladolid y Zaragoza preguntaron a la de Barcelona sobre el paso del tren que conducía al nuevo Capitán General "digan si detenemos el tren y apresamos a Marina". Al llegar a Barcelona, Marina se encontró sin ninguna posibilidad de dar ordenes , la indisciplina era absoluta y se le negó totalmente el concurso y apoyo. En un telegrama enviado el 1 de junio al Ministerio, el General Marina explicaba la pésima situación en la que se encontraba, ya que tras tomar contacto con las tropas de la guarnición de Barcelona fue informado de que los Jefes y Oficiales de la misma, independientemente del arma a la que perteneciesen respaldaban a la Junta detenida.

" Esta mañana visité cuarteles Barceloneta y Sicilia
donde están los Batallones de Cazadores y Regimientos
de Vergara y Alcantara presentándose bien todos en
revista . He hablado con Oficiales y Jefes
exhortandoles a que mantengan la disciplina a toda
costa en provecho de la Patria y del Ejército; en
esta actuación me ayudan Generales y Jefes de Cuerpo,
pero estos estan comprometidos también y temen que
llegado un momento no sean atendidos.
[...] pero no responden Generales y Jefes de que
pudieran tomar actitud de protesta en lo relacionado
con la Junta del Arma de Infantería,viendose apoyados
con calor por Artillería y Caballería y con menos
calor por Ingenieros."

Finalmente ese mismo día llegó el conflicto a su punto máximo al enviar la Junta Superior un ultimátum al General Marina, pidiendo la rehabilitación de los arrestados y reposición de los privados de destino; garantía de no tener represalias y reconocimiento de las juntas(33). El Gobierno claudicó y liberó a los detenidos pocas horas después, y tras no poder aprobar el resto del reglamento dimitió. Mola lo definió perfectamente "¡Las Juntas habían vencido!".
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

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3.2. Las pretensiones del movimiento juntista . Un análisis del manifiesto del 1º de junio.

El documento conocido como manifiesto del 1º de junio, es en realidad el ultimátum presentado al Capitán General de Cataluña, General Marina, por los miembros de la Junta de Infantería. Con esta nota se esperaba que fuesen liberados los oficiales miembros de la Junta detenidos en el Castillo de Montjuich y que se diese satisfacción a sus demandas.

Aunque la propia Junta superior negase al manifiesto el carácter de pronunciamiento, éste tiene un fondo de imposición al Gobierno, al tratarse de un ultimátum dirigido al Ca¬pitán General de Barcelona y especificarse que en ese momen¬to el Ejército solamente obedecía las ordenes de la Junta Su-perior. Hay que señalar que en el momento de la presentación del ultimátum la Junta de Infantería no contaba todavía con la solidaridad de las Juntas de las otras Armas, aunque éstas no tardaron mucho en prestarles su apoyo.

En el ultimátum, aparte de las consabidas proclamas patrióticas, referencias al desastre del 98, dejación del Ejército por parte de los políticos y protestas habituales, podemos encontrar los tres puntos realmente importantes del documento que exponen las necesidades del Ejército.

1º De orden moral : para ellos el Ejército se ha visto abandonado durante los últimos 20 años en favor de la regeneración de otros organismos oficiales desde el desastre del 98, además se ha ido acrecentando el antimilitarismo en la sociedad española y el Ejército se ha convertido en un juguete de los políticos que repartían ascensos según sus intereses y donde el favoritismo real era el modo más rápido de ascenso.

El tema de ascensos y destinos venía de lejos, ya la Ley Constitutiva del Ejército determinaba de un modo muy concreto que "el empleo militar era una propiedad con todos los derechos y goces consignados en las leyes y reglamentos; pero el destino, comisión y cargo era de la libre voluntad del Rey a propuesta de su Ministro responsable".

Esto, que en teoría era irreprochable, al dejar en manos del Ministro la adjudicación de los destinos, introducía una seria causa de perturbación y de malestar.

Por ello se tuvieron que dictar leyes complementarias para cubrir las deficiencias. Así se limitó el tiempo de permanencia forzosa en África y Canarias ( el 29 de octubre de 1880 para Artillería y el 6 de abril de 1881 para el resto de las armas), se determinó el sistema para el destino de Capitanes y Tenientes a Ultramar ( 26 de agosto y 9 de diciembre de 1884), recurriendo al sorteo cuando faltaran voluntarios y de igual forma se dijo de forma definitiva (el 3 de marzo de 1893) que las vacantes que tuvieran lugar en los centros y dependencias del ramo de guerra, se proveyeran, sin restricción alguna, y a propuesta de los respectivos jefes, con el personal que reuniera mejor aptitud para el desempeño del cargo.

En cuanto al tema de ascensos en tiempos de paz este había quedado teóricamente zanjado por el Reglamento del 29 de octubre de 1890 en cuyo articulo 5º se decía que serían únicamente por antigüedad.

" El ascenso en todos los empleos de la carrera
militar, desde el de segundo teniente hasta el de
coronel inclusive y sus asimilados , será por
antigüedad sin defecto dentro de la escala de cada
Arma, Cuerpo o Instituto"


Pero quedaba la puerta abierta al ascenso, fuera del turno de antigüedad, por méritos de guerra, aunque el mismo reglamento autorizaba a los favorecidos a permutarlo por una recompensa inferior.

2º De orden profesional o técnico : en donde la protesta se basa en la falta de material, la falta de instrucción de la tropa y ciertos oficiales y el tedio castrense. Baste recordar lo ya descrito en la punto primero del presente estudio sobre la situación del Ejército español.

3º De orden económico : por los bajos sueldos y pensiones, tanto respecto a los militares de otros países, como a las clases análogas del propio país, hecho agravado por el alza de precios que la Primera Guerra Mundial trajo consigo, llegando al extremo de que la oficialidad busque sobresueldos fuera del Ejército.

De hecho, aunque adelantando acontecimientos, una de las medidas tomadas por La Cierva fue un aumento de los sueldos de los oficiales.

De todas formas, un texto más elaborado y extenso que el manifiesto del 1º de junio ( de ocho páginas, frente a las dos del primer manifiesto) fue publicado por la Junta de Defensa en fechas posteriores. En él se analizaban con mayor profundidad los temas ya expuestos el primero de junio, es decir, el malestar del Ejército, la referencia al desastre del 98 y las cuestiones de orden : moral, técnico y económico. Pero, además de ello, se hacía referencia al deseo de la Junta de no ser instrumento de gobierno, la organización, el Reglamento de la Junta, la lucha Poder civil - Poder militar, el declarado apoliticismo de la Unión y la postura sobre la Guerra Mundial. Todo ello irá siendo analizando en páginas sucesivas, y se podrán comprobar como no pasó de ser una declaración de intenciones, haciendo la realidad que tales documentos quedase realmente en "papel mojado".
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Fernando Martín »

Muy, pero que muy interesante.
Una pregunta, ese general Marina ¿era el que había sido Alto Comisario en Marruecos?
Gracias Rafa.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Muchas gracias.

Pues si, el de 1909 y el Barrabco del Lobo.

El general de división José Marina Vega, comandante general de Melilla, pasa revista a sus tropas, Guerra de Melilla, 1909.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Fernando Martín »

Gracias Maestro.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

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Lectura del manifiesto del 1º de junio en la guarnición de Madrid.

4º) LAS PRIMERAS CONSECUENCIAS DE LAS JUNTAS DE DEFENSA

4.1. El cambio de la situación política

Los calificativos empleados por los protagonistas y estudiosos de esta época, de los acontecimientos de finales de mayo y principios de junio, son muy elocuentes "fecha memorable de nuestra historia", "el principio de una nueva España", "golpe de Estado" o "final de la Restauración" entre otras. Y contrasta con la timoratez y falta de firmeza del Gobierno que no quiso reaccionar, ni siquiera formalmente, en los momentos más álgidos del conflicto. Aunque el 30 de mayo se publicó un Real Decreto sobre destinos militares en el que se reconocía la antigüedad como principio básico para la provisión de cargos, no fue más que un "paño caliente que intentaba remediar algo que ya era inevitable". Así, y pese a todo lo sucedido, durante los primeros días de junio los miembros del Gobierno aseguraban en sus declaraciones a la prensa que todo estaba tranquilo, negando la existencia de una crisis y afirmando que el tema de las Juntas estaba totalmente controlado. Pero, evidentemente, la situación no estaba tranquila, de forma que la información sobre las Juntas fue censurada por el Gobierno al Ejército de África, con la intención de evitar que este se sumase al movimiento iniciado. Así, en un telegrama enviado por el General en Jefe del Ejército español en África al Ministro de la Guerra, el 9 de junio, se advertía de la retirada de la circulación " [...] todos aquellos periódicos que por sus comentarios exaltados a sucesos actuales puedan crear en estas tropas gérmenes de indisciplina", a lo que el Ministro respondió considerando "acertadísima" la medida.
Tras la primera victoria ostentosa de las Juntas, que había sido la puesta en libertad de los miembros de la Junta Central, la segunda no se hizo esperar. El 8 de junio el Gobierno escribió a Marina "El Gobierno considera muy acertado y patriótico que se establezcan relaciones oficiosas y cordiales entre la Junta y la Sección de Infantería de este Ministerio" para añadir "El Gobierno haciendose cargo del contenido del artículo primero del reglamento nada tiene que oponer al mismo". Así, después de la aprobación del reglamento de la Junta, realizado por el General Marina, el Gobierno, ante la manifiesta imposibilidad de aceptarlo decidió aprobar el artículo 1º y tras recomendar establecer relaciones con la Junta, dimitió

" Creerán algunos que la crisis se ha planteado por
discrepancias surgidas en la apreciación de la
oportunidad ó no de presentarse á las Cortes.
No es así.
La crisis a surgido por causas ajenas en absoluto á
este propósito.
Expliquemonos.
Tenía el Gobierno acordado reconocer oficiosamente la
Junta de Barcelona, y confiaba en que comunicando este
acuerdo al capitán general de Cataluña para que lo
conociese aquella guarnición, y principalmente la Junta
de Defensa, mereciera una acogida favorable.
El acuerdo á que aludimos fué transmitido por medio de
un telegrama y ratificado después por carta al capitán general de Cataluña


Tanto en el despacho como en la carta se justificaba por el Gobierno el hecho de haberse limitado al reconocimiento oficioso de la Junta , osea la aceptación del art 1º del reglamento de la misma, no extendiéndose a más con relación al resto del reglamento, por que los informes que hasta el Gobierno habían llegado, creía este que había una parte de la Infantería que se había reservado el derecho a analizar el contenido de todo el reglamento, para juzgarlo en su conjunto. El reconocimiento de la Junta en la forma en que se hacía, también lo explica el Gobierno , diciendo que creía acertado y patriótico que se estableciesen relaciones oficiosas y cordiales entre la Junta y la sección de Infantería del ministerio, para que ,conocidas por este conducto las aspiraciones del Arma, hallasen adecuada solución dentro de la legalidad."

Antonio Maura, el político conservador y sin dudas el hombre mejor informado de España, fue el elegido por las Juntas a finales de junio para que sustituyese al Gobierno Dato, al que ellos consideraban a punto de la dimisión. De esta forma los junteros realizaron gestiones cerca de Maura para que asumiese la presidencia. Para ello establecieron contactos con Gustavo Peyra, hombre de confianza de Maura en Barcelona, para que este ofreciese el Gobierno a Maura de parte de las Juntas. Contactos en los que también participó un hijo de Maura. Las negociaciones duraron pocos días , aunque fueron muy intensas. Además a la vez que los Junteros realizaban sus gestiones diversas personas enviaban cartas de apoyo a Antonio Maura para que asumiese la Presidencia. Lo cierto es que Maura nunca llegó a reunirse Peyra y el 23 de junio le escribió una carta renunciando a formar Gobierno.
Sustituyó al Gabinete dimisionario otro a cuyo frente se encontraba Eduardo Dato. Este nuevo Gobierno en su primera reunión, el día 12, aprobó el resto del Reglamento de las Juntas. Las reacciones que produjo esto fueron variadas, ya que desde parte de la sociedad civil se recibió de forma positiva, viendo a las Juntas como la solución del problema militar y como el posible detonante de la regeneración del País, mientras que fueron pocos los que en ese momento pensaron que no era más que una nueva imposición de los militares sobre Poder civil.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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4.2. El papel de la corona

El papel jugado por la Corona en el tema de las Juntas plantea numerosas incógnitas, que va desde su actuación en los primeros pasos y nacimiento de las Juntas, hasta la eclosión de estas en junio de 1917.

La posición en que el sistema canovista situó al Rey con respecto a las Fuerzas Armadas supuso, con la llegada al trono de Alfonso XIII, que éste asumiese de una forma demasiado directa su función como Jefe Supremo del Ejército. Así, el día en que juró la Constitución, Alfonso XIII vestía el uniforme de Capitán General, y en su proclama señalaba al Ejército como la institución que debía ser la base de todos los valores e instituciones de importancia:

" Dichoso el soberano que ve en vosotros el apoyo más firme del orden social, el cimiento más seguro de la paz pública, el defensor más resuelto de las instituciones, la base más sólida del bienestar y de la felicidad de la Patria"

Además de esto un el Real Decreto se decía que " El Rey [...] interviene directa y constantemente en cuanto se relaciona con las tropas así como en la concesión de mandos y ascensos"

No es de extrañar por tanto que Alfonso XIII, paulatinamente, fuese mezclándose cada vez en mayor medida en el conflicto Poder-civil Poder-militar, en el cual fue tomando partido, de forma progresiva (teniendo como origen el tema de las Juntas y como culmen el golpe de 1923), por el estamento militar en los temas que afectan a la política nacional, en perjuicio de la clase política española.

Indudablemente desde el principio uno de los objetivos programáticos de las Juntas fue rechazar la política de favoritismos y ascensos indiscriminados que, sin lugar a dudas, tenía en la antecámara real uno de sus centros principales. Lógicamente, los militares juntistas y Alfonso XIII, parece que debieron representar objetivos contrapuestos, mientras que los militares africanistas y el Rey debían formar un conjunto que avanzase unido. Sin embargo, no hay que olvidar que la división del Ejército no fue total, dependerá de las coyunturas, y de que hay que atender en muchas ocasiones a los objetivos y necesidades de la institución como tal. El Rey, además, no va a olvidar que él es un Rey de todo el Ejército, por eso ante las primeras reclamaciones de las Juntas, centradas en la escala cerrada y la eliminación de favoritismos, Alfonso XIII no tuvo motivos para apoyar el movimiento, pero tampoco para realizar un acto definitivo que acabase con él. De manera que se puede afirmar que Alfonso XIII actuó de una manera "tradicional", es decir, confiando en que el Ministro y los generales dominasen la situación y no tomando una postura realmente clara sobre el tema hasta fecha muy tardía, en la que se decantó del lado de su Ministro de la Guerra y por la disolución total de las Juntas, al darse cuenta de la gravedad de la situación.

Lo que no se puede poner en duda ni por un momento es que el Rey no estuviese informado de los movimientos de las Juntas, de hecho, durante los primeros meses de 1917 se va a establecer una verdadera lucha entre el Ministro de la Guerra y el Capitán General de Cataluña por ganarse el ánimo del monarca sobre el tema de la conveniencia o no de las Juntas. Y así mientras que el Ministro fue siempre contrario a todo tipo de Junta (en enero de 1917 cursó un telegrama a Alfau expresando su pesar por la falta de información "porque tengo que informar al Rey que censura como se merece constitución junta defensa infantería" , Alfau se mostró partidario de ellas (el 26 de febrero remite a su vez un telegrama al Ministerio indicando que " [...] en mi último viaje a Madrid me manifestó S.M. el Rey lo que le había complacido el comportamiento de Infantería al disolver las Juntas de Defensa, y me dijo que creía llegado el momento de organizarla una Junta en armonía con lo que han hecho las demás Armas y Cuerpos" . Pero además de ellos dos Alfonso XIII contaba con más fuentes de información, ya que también él fue capaz de informar sobre la situación a ambos "contendientes", sirva como ejemplo este extracto de un telegrama de Alfau a Aguilera : "Caballería la tiene [Junta de Defensa] o la está organizando, según personalmente me dijo S.M. en el mes de Enero" .

Pero de todo lo anteriormente dicho se puede sacar otra conclusión, y es que Alfonso XIII no tuvo hasta bien entrado el año 1917 un postura clara frente al problema de las Juntas, ya que tan pronto estaba de acuerdo como en franco desacuerdo. De forma que se puede afirmar que la falta de una postura clara del monarca sobre el tema "Juntas" supuso en la practica una situación que favoreció el crecimiento y desarrollo de las Juntas, ya que si el Rey desde un principio se hubiese colocado al lado de su Ministro de la Guerra y de la opción por él defendida, como en 1910, las Juntas no habrían conseguido desarrollarse. Así, cuando el Rey decidió finalmente apoyar al Ministro y se mostró contrario a las Juntas (probablemente entre las razones de ello se encuentre en el efecto que produjo la Revolución Rusa), estas estaban listas para defenderse por sí mismas.
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4.3. La situación en el Ejército

Las siguientes líneas vienen a demostrar como la victoria de las Juntas supuso, de hecho, una ruptura en el seno del Ejército, y que el éxito de éstas representa el triunfo de una parte de él, sin lugar a dudas el grupo más importante y poderoso del momento, pero ello no supone que todo el Ejército se aglutinase alrededor de las Juntas, ni que comulgase con sus ideales, contrariamente a lo afirmado por el profesor Lacomba al tratar sobre la situación de junio de 1917.

"Llegado a este momento, organizado, homogéneo, seguro de si mismo y de su fuerza, consciente de su poder, el Ejército penetraba, dispuesto a dirigirla, en la vida política de la nación."

Los jefes y oficiales, evidentemente, acogieron el triunfo de las Juntas como un hito fundamental en la historia contemporánea de España . Pero hubo varias reacciones en contra dentro del propio Ejército como fueron:

1.- La de los generales, que desde el principio quedaron al margen del movimiento juntista, (las Juntas incluían desde Tenientes a Coroneles, no permitiéndose la afiliación ni de Generales ni de Suboficiales) siendo acusados muchos de ellos como los causantes de la situación y de haber conseguidos sus puestos por medio de oscuros subterfugios, es decir mediante la intriga palaciega. La realidad es que las Juntas tuvieron a una serie de Generales, en lo se que podría llamar "una lista negra", mientras que otros eran vistos con agrado, al considerarles como los adecuados para el desempeño de determinados cargos .
2.- La segunda reacción contraria a las Juntas fue la protagonizada por las Clases de Tropa, es decir los suboficiales, que se vieron excluidos por sus superiores del movimiento juntista, tomando desde entonces una línea de acción contraria a estas Juntas. Los suboficiales crearon sus propias Juntas, que fueron disueltas posteriormente con algo más que el beneplácito de las Juntas de Oficiales.
3.- La última reacción en contra de las Juntas nació en el seno del Ejército de África, sentimiento que poco a poco fue aumentando hasta llegar a un total enfrentamiento, que llevará al Ejército a dividirse en dos bandos, los denominados "junteros " y los llamados "africanistas". Enfrentamiento que será finalmente una de las causas de la desaparición de las Juntas.

Si tenemos en cuenta las tres "enormes" excepciones anteriormente hechas, es decir generales, suboficiales y Ejército africano, tenemos que el "resto del Ejército", o sea el cuerpo de Jefes y Oficiales del Ejército peninsular se sintió identificado con el movimiento comenzado por los oficiales de Infantería, y se solidarizó con sus compañeros.

" Los Jefes y Oficiales del Cuerpo de E.M. destinados en ésta Región siguieron desde el primer instante, con el interés y la atención que el asunto merecía, el desenvolvimiento de los sucesos que en España se han desarrollado con motivo del funcionamiento de las Juntas de Defensa, y no habiendo escapado detalle alguno acerca de la gestación de dichas Juntas y del espíritu que las inspiraba, pudo también, desde el primer momento, con plena conciencia de sus actos, serenidad en la frente, entusiasmo en el corazón y energía en sus decisiones, adherirse a los actos y manifestaciones de los demás compañeros del Ejército, creyendo firmemente que la honra del uniforme, a lealtad, y la propia disciplina les impulsaba a obrar en tal forma, para que al imperar la justicia, renaciera la satisfacción interior sin la que la disciplina no existe"

Por ejemplo , en Estado Mayor los movimientos comenzaron el día 3 con la aparición en el periódico La Correspondencia de España de ese día de una información sobre la supuesta disolución de la Junta de Estado Mayor en Madrid, varios miembros enviaron cartas preguntando por los hechos e incluso censurando la actuación de los miembros de la Junta por no consultarles la decisión. Pese a que dicha disolución era falsa el día 6 se presento en Madrid "el Capitán Garrido de Oro, representante con amplios poderes de la 4ª región" para proponer que la Junta de Estado Mayor delegase sus poderes en otra que se constituiría transitoriamente en Barcelona hasta la elección de una nueva Junta Central. En la reunión celebrada en Madrid se acordó delegar los poderes en "los compañeros de Barcelona", acuerdo al que dieron su consentimiento el resto de Juntas locales del Cuerpo de Estado Mayor.

Esto supuso el inicio de los contactos entre las Juntas de las diferentes Armas, las cuales decidieron actuar en común, creando para ello los canales de comunicación necesarios.

" Del estudio hecho por nosotros del reglamento que regula el funcionamiento de las juntas de defensa de infantería y caballería y del cambio de opiniones cruzado con estas y las demás sobre el particular”

Lo que condujo a la creación de una Junta mixta de Infantería, Artillería y Caballería que comenzó su funcionamiento el 8 de junio . Además, con el tiempo se formó tanto una Asamblea de Presidentes de Juntas del Ejército, integrada por Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros, como una Comisión permanente de la Asamblea de Juntas del Ejército. Esta Comisión estuvo principalmente dirigida por los miembros de Infantería, y fue la encargada de tratar los temas que afectasen al Ejército en su conjunto. Mientras que las Juntas de cada Arma continuaron con su actuación en los asuntos de cada Cuerpo.

Pero la creación de una Asamblea de Presidentes no debe producir la impresión errónea de que "todo" el Ejército
comulgó con las ideas de las Juntas, ni de que formase un frente común totalmente uniforme ante los problemas que fueron surgiendo. No cabe duda que el poder que consiguieron las Juntas las posibilitó, en muchos casos, para acallar las voces que en su contra se alzaron dentro del Ejército, y que tal poder permitió que se inmiscuyesen en la política nacional provocando caídas de Gobiernos. Pero la existencia de las tres disensiones anteriormente mencionadas, esto es, generales, suboficiales y africanistas, elementos nada despreciables ni por su número ni por su influencia, representaron la grieta que acabaría por resquebrajar definitivamente la influencia de las Juntas y que llevó al desmoronamiento de las mismas. De aquí la importancia de señalar que el Ejército del período que nos ocupa no tuvo un comportamiento monolítico, ni actuó de una manera uniforme.
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Alfonso XIII y Eduardo Dato
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5º) DEL VERANO DE 1917 A LA DISOLUCIÓN DE LAS JUNTAS:

5.1. Del verano revolucionario al Gabinete Alhucemas

La concentración de elementos nuevos, por encontrar un término que los defina a todos, que en el verano de 1917 se produjeron, tuvieron una doble y distinta significación para el movimiento militar. Si bien las Juntas consiguieron sus grandes éxitos de critica y publico nada más nacer, debido al ambiente existente de rechazo al sistema político, también es verdad que ante la radicalización de algunos de los grupos sociales protagonistas del verano tuvieron que tomar partido y con ello perder las simpatías de los que en un principio les hubiera saludado como una ayuda para poder empezar a trans-formar la situación.

"Las Juntas de defensa perdían el tiempo en largas y estériles deliberaciones. Cambó les ad¬vertía del grado de peligro de que estallase la huelga General y les colocase en la situación de tener que apoyar al Gobierno que querían derribar, y tener que ametrallar al pueblo cuya simpatía querían conservar"

Las Juntas de 1917 sabían de su íntima vinculación a la situación política existente, ya que si alcanzaron tanto poder fue debido a la debilidad del sistema.

"No cabe pensar en organizar un Ejército en una Nación desorganizada. Pero cabe pensar en la posibilidad de que exista en una Nación desorganizada, un Ejército bien organizado. Parte integrante de un todo, no puede admitirse que, si éste está enfermo, aquella goce de robusta salud; su dependencia es demasiado íntima, sus conexiones son cada vez más estrechas"

La participación de las Juntas en el verano tuvo dos fases:

1º.- Una primera, en junio, sirvió de detonante a una situación dada. Los parlamentarios renovadores y las organizaciones obreras comenzaron su actuación en la calle sabiendo herido al Gobierno. La literatura de las Juntas en esta etapa estuvo impregnada de referencias políticas generales, de votos pa¬ra regenerar al país, y de actitudes reformistas. La si¬tuación dio un vuelco en agosto al recordar los movimientos regionalis¬tas y el Ejército que sus intereses nunca fueron paralelos.
Los contactos entre la asamblea de parlamentarios y las Juntas de Defensa no desembocaron en nada. Existieron varios intermediarios entre ellos, uno fue el padre Planas y otro, que es desconocido, informaba puntualmente al capitán Suñol. Finalmente la relación se concreto en un cruce de cartas entre Márquez y Cambó, relación que era conocida desde el Gabinete, ya que cierta correspondencia fue interceptada por la capitanía de Barcelona que informó al Gobierno.

"Tengo en mi poder una carta impresa firmada F. Cambó dirigida a los coroneles en cuyo escrito se establecen conexiones entre las Juntas de Defensa del Ejército y el catalanismo. Lo comunico a V.E. por si desea se la remita y para su conocimiento"

En una carta enviada por Cambó a Márquez el día 10 de julio y que posteriormente fue difundida profusamente, el Coronel Márquez preguntaba a Cambó por sus inquietudes y el líder re¬gionalista le contestaba en una amable carta explicándole los motivos de su participación en la asamblea de parlamen¬tarios, insinuándole que sus intenciones eran las mismas que animaron a los militares el primero de junio, es decir, liberar al país de un sistema político al que consideraba acabado.

"La situación actual de Cataluña tiene gran parecido con la con la situación que se ha creado en el ejército desde el 1º de junio. Ni el Ejército ni Cataluña pueden emplear su fuerza con miras exclusivistas, sino que han de liberar a España entera de un sistema de política que, de persistir conducirá a España a su perdición."

Pero la relación entre ambos movimientos no podía llegar a buen fin, así días más tarde el tono había cambiado y en los papeles internos de las Juntas se tildaba a los políticos de aprovechados, más interesados en su bienestar personal que en la mejora del País.

"Los políticos parlamenta¬rios catalanes y vizcaitarras son unos verdaderos "congrios" que van derechos al turrón del pan y lo mismo les da que se hunda el país con tal de gobernar y mangonear las cosas del estado"

2º.- Ante la huelga de agosto el Ejército reaccionó de la única forma posible, esto es, poniéndose de parte del Gobierno y encabezando la represión de los huelguistas.
Pese a los intentos previos por parte de los huelguistas de ganarse el ánimo del Ejército "[...] en realidad. [...] no había ni la mínima probabilidad de colaboración por parte de los militares." . La represión fue tan dura por parte del Ejército, incluyendo al regimiento encabezado por Márquez, que dentro de las Juntas surgieron voces discordantes con tal actuación.

"La imagen que los oficiales tenían de si mismos como representantes del pueblo español "verdadero y patriótico" (distinto de los políticos, acaparadores, regionalistas y subversivos de España) no coincidían con el papel que habían desempeñado recientemente contra los trabajadores"

Sin embargo, durante el proceso penal contra el Comité de huelga las Juntas fueron partidarias de condenar a los integrantes del mismo a la última pena. Así el 28 de agosto exigieron la aplicación del fuero militar en los procesos abiertos con motivo de la huelga. Pero las Juntas se dieron cuenta que esta postura lo que provocaba era la pérdida del prestigio que habían conseguido en el mes de junio. El 7 de septiembre la Junta Central enviaba una circular a todas las Juntas Regionales en la que se justificaba la actuación del Ejército durante la huelga cargando las tintas sobre el Gobierno. Llevada esta postura a su punto más extremo exigieron la caída del Gobierno Dato, cosa que consiguieron (Ap-75):

"Imprevisión del Gobierno fue que una huelga que debió desarrollarse pacifica, tomase, en algunas localidades, el carácter de revolucionarias: Sin grandes dificultades logró dominarlas. No es cuestión de discutir su triunfo. Pero si conviene al Ejército evitar que habilidades políticas echen sobre él exclusivamente la responsabilidad de la represión y sus consecuencias. Y que por generalización de conceptos se pretenda colocar al Ejército frente al Pueblo - que en su mayoría estuvo ausente del movimiento revolucionario - vertiendo especies, como se hace, que le induzcan a creer que el Ejército es quien sostiene el estado de guerra y quien exige escarmientos más próximos a la cruel venganza - tan ajena a su espíritu- que a la ecuánime justicia propia del carácter generoso de los que son fuertes y no lo saben"

La correspondencia cruzada entre el Rey y las Juntas decidió al monarca a un tipo de Gobierno, que pudiera "gobernar" basado en una coalición de fuerzas. Comenzaban los "Gobiernos de concentración". Atrás quedaba el turnismo, empezando unos gabinetes en los que los ya muy cuarteados partidos dinásticos llevaban a los cabecillas de sus facciones. Además esto significaba que las Juntas comenzaron a "gobernar" la vida política nacional. El Gabinete de noviembre de 1917 presidido por García Prieto fue el primer ensayo y contaba con la participación de mauristas, romanonistas y catalanistas. La Cierva cuenta en sus memorias que el Rey intento formar Gobierno con Maura a la cabeza pero que don Antonio no lo consiguió, tal vez, por la oposición de las propias Juntas.

"No sé si el resultado negativo de la gestión que habían hecho anteriormente los militares cerca de Maura , les movería a entorpecer la formación de su gobierno"
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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5.2. La Cierva en Guerra. La reforma de 1918

Pero ¿por qué un civil en guerra?, ¿por qué Juan de La Cierva? La propia versión del interesado es importante.
En sus memorias relata que tanto Dato como García Prieto, le habían ofrecido la cartera y que él, de acuerdo con Maura, la había rechazado considerando que era un Gobierno excesivamente hete¬rogéneo para poder llevar a cabo sus objetivos, pero dos peti-ciones le hicieron cambiar de idea, la del Rey y la de las propias Juntas.

"Me expusieron la difícil y peligrosa situación de las cosas. El Ejército aunque unido momentáneamente se hallaba separado de los generales y los sargentos daban muestras de querer organizarse independientemente de los jefes y oficiales, constituyendo también Juntas de Defensa.
Era, pues, una gran fuerza desmantelada que podría dar al traste con la disciplina y el Estado unitario, provocando una revolución que constituyera serio peligro para España entera. Que había cambios políticos que acechaban y querían aprovechar el movimiento, pero ellos no tenían confianza más que en mi, por mi carácter, mis actos de gobierno, sobre todo en gobernación y en la semana sangrienta de Barcelona.
Que ellos mismos deseaban que alguien con energía y lealtad les hiciera volver a la disciplina dando al Ejército las reformas indispensables y el espíritu de justicia y rectitud que necesitaba, apartándole de los censurables ejemplos de los últimos años"


Con La Cierva en Guerra, el movimiento juntista se dio por satisfecho. No pretendieron las Juntas ya ni la reforma del Ejército a fondo ni, mucho menos, el cambio de España que habían pedido en alguno de sus manifiestos, llegando a pedir Cortes Constituyentes.
Las Juntas cambiaron el carácter y contenido en sus propuestas debido a que triunfó en su seno la tendencia menos "politizada" y más "gremial" (el entrecomillado es obvio ya que los dos términos requieren numerosas matizaciones). Corrientes poco definidas, nada estructuradas, ni organiza¬das, por supuesto, pero que se delimitaron en un momento en el que las circunstancias exteriores al mundo militar les hicieron una llamada de atención. En un momento en que "tomar partido" significaba ponerse en uno de los dos lados de la contienda, el Ejército retomó sus puntos de vista tradicionales pero mantuvo el sentimiento más amplio, más sentido y, también de menor contenido. Las propuestas aglutinadoras fueron las que se referían, estrictamente, a la mejora de su situación profesional, esencialmente económica y al alejamiento de cualquier variación que perjudicara su "status quo" casi funcionarial, es decir, al mantenimiento de la escala cerrada. Y los protagonistas de la época captaron, según sus propios puntos de vista, estas diferencias dentro del movimiento juntista.
El poder civil se encontraba ahora con una perspectiva aparentemente más fácil de solucionar. El Ejército, una vez más, les había sacado del atolladero, poniendo sus fuerzas al servicio de sus intereses. Las exigencias militares en contrapartida no eran ya proclamas regeneracionistas ni propugnaban cambios para el país. Las pretensiones mas extendidas, eran de carácter fundamental¬mente gremial. El Gobierno y su hombre más representativo se dedicaron intensivamente a ello.
La preocupación que guió la obra de La Cierva en el Ministerio de la Guerra fue la de dar salida a las reivindicaciones de las Juntas y convencerlas de que no necesitan una organización especial, ya que han cumplido sus objetivos. Tarea nada fácil, pues tuvo que enfrentarse no ya contra las Juntas de Defensa de cada Cuerpo por separado, sino con una "Comisión Permanente de la Asamblea de Presidentes de Juntas del Ejército", formada por los representantes de Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros e Intendencia que celebraba reuniones conjuntas emitiendo declaraciones y notas comunes.
La primera actividad del nuevo Ministro fue la de eliminar a los enemigos de sus mentores, con su eficacia habitual, dentro del mismo cuerpo del Ejército. Su línea de actuación pasó por tres etapas:

1º.- A primeros de 1918 acabó de manera ejemplar con las Juntas de sargentos y clases de tropa que se estaban empezando a desarrollar. Los más comprometidos fueron expulsados del Ejército.
2º.- Con la cúpula militar, primero se enfrentó - el anciano general Weyler y él mantuvieron alguna conversación en tonos más altos de los que aconseja la cortesía - y más tarde, la acogió en sus reformas.
3º.- Los dirigentes juntistas más "politizados" fueron apartados. A Márquez un Tribunal de Honor lo expulsó del Ejército y emigró a Cuba.

Una vez "saneado" el Ejército La Cierva pasó al desarrollo de las reformas. Las reformas, basadas en un cuestionario que se había sometido a los oficiales no pasaron de la epidermis del pro¬blema, centrándose en aumentos salariales y determinados ascensos, pero no se afrontó ninguna reforma en profundidad del Ejército.

"Fue una reforma en beneficio del personal. Plantillas, sueldos, situaciones, escalas, todo eso se tocó. Se cambiaron también algunos nombres y números; pero no se abordó nada que pasara de nuestra epidermis militar, nada que llegara al alma de la institución. El sistema de ascensos para constituir el mando, el reclutamiento de la oficialidad, la reorganización de las armas y servicios, todo eso, que era lo único que interesaba quedo fuera. Sin reducción alguna en los vastos dominios de la burocracia y de la administración, antes al contrario ampliándolos aún más, se crearon porción de cuerpos nuevos cuando no había soldados para nutrir los antiguos u hubo que tenerlos todos en cuadro.
Los regimientos quedaron reducidos a batallones y escasos ; las unidades a partir de esta, no llegaron a tener existencia real, como nunca lo habían tenido. Los regimientos, las brigadas, las divisiones, continuaron siendo desconocidas en nuestra organización y figurando solo en papel"


La manera en que fue aprobada la reforma, que se plegó al interés de sus promotores, provocó una crisis en el Gabinete. Se pretendió evitar el paso de su discusión por las Cortes, la argumentación para esto se basaba en criterios de eficacia y rapidez, pues prometía que las Juntas se disolverían nada más promulgarse las medidas. Naturalmente hubo oposición a esta maniobra, que intentaban sustraer a las Cortes una discusión tan importante, y las pretensiones de los militares fueron tales que se hubo de llegar a un acuerdo, las reformas se aprobarían pero no se aplicarían hasta después de la discusión en las Cortés. Es innecesario hacer algún comentario sobre esta curiosa forma de legislar. Las reformas fueron precedidas de una larga conversa¬ción entre el Rey y La Cierva, mientras que la guarnición de Ma¬drid permanencia reunida en el Circulo Militar dispuesta a intervenir. La Cierva aprovechó la baza de las reformas para reunir una Asamblea de Presidente de las Juntas de todas las armas, el 15 de Marzo, y proponerles que desapa-recieran, ya que ninguna fracción política querría encargarse del poder.

Formuló tres preguntas:
- ¿Deben o no disolverse en el momento actual las Juntas?
Contestación: 13 No, 1 Si
- Caso negativo ¿Deban continuar organizadas como lo están pero sin actuación alguna?
Contestación: 11 No, 3 Si
- ¿Deben seguir funcionando sólo en lo privativo de cada arma o cuerpo sin exteriorizar sus actos?
Contestación: 13 Si, 1 No (70)

Con la aprobación de las reformas y el resultado de la consulta planteada a las Juntas, La Cierva consiguió someter a las Juntas a su autoridad, ya que estas a partir de ese momento dejaron de resultar una molestia de Gobierno mientras duró su Ministerio.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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El general Severiano Martínez Anido

5.3. Las disensiones dentro de las Juntas

Las Juntas, que cambiarían el nombre por el más aséptico de Comisiones Informativas, parece que disminuyen su actividad en estos años, hasta Annual primero y el golpe de Primo de Rivera después. Sin embargo, su presión sobre la sociedad, sobre el poder civil, se manifestó con toda su crudeza. Sólo por la debilidad el sistema político se puede comprender que una organización militar, que no era todo el Ejército, que no contaba con las simpatías populares, que casi carecía de organización y, en cierta medida de ideología, consiguiera en muchos casos imponer sus propósitos, que tampoco aparecían claramente definidos.

El Real Decreto del 30 de diciembre de 1919 les dio el nombre de "Comisiones Informativas" (Ap-96). En dicho decreto se establecía que las Comisiones dependieran directamente de la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra, estando formadas por un presidente y un número de vocales que variaba según el Cuerpo, siendo aprobada la existencia de una Junta por cada uno de los Cuerpos, Armas e Instituciones siguientes:

NºVocales NºVocales –
- Estado Mayor (3) - Infantería (13)
- Caballería (6) - Artillería (6)
- Ingenieros (5) - Guardia Civil (5)
- Carabineros (1) - Jurídico (1)
- Intendencia (5) - Intervención (1)
- Sección de medicina de S.M.(3) - Clero Castrense (1)
- Sección de Farmacia de S.M.(1) - Veterinaria (1)
- Oficinas Militares (1) - Equitación (1)

En estos años que van hasta el desastre de Annual, los gabinetes caen con más velocidad incluso que la de los años anteriores (Ap-7). Ya hemos visto que desde el verano de 1917 las Juntas han tenido una participación destacadísima en la crisis de los diferentes gabinetes. En la caída de García Prieto en junio de 1917, por no aprobar el reglamento; en noviembre acabaron con el Gobierno Dato, al que antes habían sacado del atolladero y luego consideraron que emborronaba su imagen ante la opinión pública; en abril de 1918, el modo de aprobación de las reformas militares y la actuación de los junteros había terminado con el Gobierno; en abril de 1919, Romanones y las Juntas difieren en el tratamiento de la solución de los problemas sociales en Barcelona y por último, el grave conflicto con la expulsión de los alumnos de la escuela de Estado Mayor, implica el fin del Gobierno Sánchez de Toca.

Veamos estos dos últimos conflictos. El primero tuvo como marco la situación laboral en Barcelona. Sus protagonistas fueron el General Martínez Anido y el Coronel Arlegui, quienes comenzaron una actuación, que posteriormente continuaron cuando Primo de Rivera ocupó el poder. Su actividad contra los cenetistas de Barcelona subida de to¬no. Favoreció la situa¬ción de enfrentamiento con la patronal. Esto duró hasta que las irregularidades se hicieron excesivamente notorias y el gobernador Milans del Bosch fue sustituido por Weyler. Sin embargo, las presiones de los junteros consiguieron que Martínez Anido fuese designado Gobernador Civil. El Ejército se preocupó de mantener el orden social a toda costa y por ello redactaron un documento que presentaron al Rey. El dos de abril se celebró una reunión entre los coroneles presidentes de Caballería e Ingenieros con el Rey, en ella Alfonso XIII les dijo que obraba en su poder el documento "Intervención del Ejército en los conflictos sociales" el cual había sido presentado al Gobierno por conducto del Ministerio de la Guerra el 27 de marzo. El Gabinete lo consideraba incompatible con su permanencia en el poder, al igual que los demás personajes y facciones políticas, lo que suponía para el Rey una dificultad insuperable para ejercer su prerrogativa regia, dejándole como única solución una dictadura militar, la cual según el monarca traería graves complicaciones. Por todo ello, y tras asegurar que no dudaba del patriotismo del Ejército, reconoció que en la redacción del documento no se había perseguido fin político alguno y que por ello deseaba fuese sustituido por otro en el que la aparente conminación desapareciese. Sin embargo las Juntas se negaron a cambiar el documento, dejándolo tal cual, y asegurando que " [...] surtirá sus efectos con la adquiscencia regia en caso necesario" , tal era el poder de las Juntas.

Pero el movimiento militar llegó más lejos en su defensa del orden social. En una asamblea de presidentes "se trata la creación de una organización supletoria del Ejército". Sería una organización de núcleos de jefes y oficiales armados que liderarían la oposición al anarquismo y al bolchevismo . Todo ello sirvió para debilitar al Gobierno de Romanones y, en defi¬nitiva, al poder civil.

Sin embargo, no todo el Ejército compartía estos puntos de vista y los africanistas empezaban a pensar que se estaban llevando las cosas demasiado lejos. Millán Astray se enfrentó públicamente con las Juntas y hubo un documento firmado por 26 jefes de Artillería pidiendo su desaparición. Pero las Juntas toda¬vía triunfaron y de 1640 jefes y oficiales, 1117 votaron por su con¬tinuación.

Otro sector que se va a enfrentar a las Juntas, no por africanistas, sino por defender criterios tan estrictos como el tema de los ascensos por exclusiva antigüedad fueron los alumnos de las escuela de Estado Mayor.

A los oficiales alumnos de Estado Mayor se les instaba a permanecer en los escalafones de sus cuerpos o a renunciar a la antigüedad. Hubo un grupo de la promoción de 1919 que no se plegó a tal exigencia y se desvinculó de las Juntas, haciendo pública su protesta. Las Juntas les llevaron a un Tribunal de Honor que firmó su expulsión de la Oficialidad. La arbitrariedad de la medida repercutió en ese sector del Ejército, ni africanistas ni junteros, que empezaba a no entender la radicalidad de estos últimos (Ap-80).

Además desde el campo civil importantes intelectuales pidieron su readmisión, entre otros figuraban Benito Pérez Galdós, Jacinto Benavente, Ramón y Cajal, Daniel Zuloaga o Gregorio Marañón.

La disconformidad con las Juntas comenzaba a mostrarse de tiempo en tiempo sin recato alguno, y en ocasiones con cierta violencia. Cuando la Junta Central de Artillería, a raíz de la Asamblea de agosto de 1919, trató de amenazar a los disidentes de ella, el Teniente Coronel Marchessi se dirigió en circular a sus compañeros exponiendo de un modo rotundo y sin eufemismos su disconformidad y condena del sistema instaurado por las Juntas. Es una circular enérgica y dura, en la que expresa claramente las razones por las cuales las Juntas deben desaparecer y que son un perfecto resumen de porque estas desaparecieron definitivamente.

"1º. Porque considero que es una institución contraria al espíritu de la Ordenanza, que quebranta la disciplina, se opone al Mando y con su funcionamiento no hay ejército posible.
2º. Porque es una institución clandestina, cuya existencia se niega constantemente por los Jefes superiores del Ejército, y no se han atrevido a confesar públicamente los mismos que la forman.
3º. Porque su actuación ha dado origen a hechos lamentables e indefinibles en Barcelona y Burgos que yo sepa.
4º. Porque hasta la fecha no han hecho nada que redunde en prestigio ni beneficio de la Patria.
5º. Porque su ejemplo ha sido imitado por otros organismos entorpeciendo la buena administración del Estado.
6º. Porque no hay Gobierno que se avenga con semejante tutela.
7º. Porque por bien constituidas que estén son propensas a inmiscuirse en asuntos políticos.
8º. Porque se opone a la tradición del Cuerpo de respetar las opiniones de cada cual y ejerce coacción sobre los disidentes.
9º. Porque aceptando su fundamento no es lógico prohibirlas en las clases de tropa y reservas.
10º. Porque es para mi apodíctico que deben desaparecer por completo y que sólo se sostienen por el temor que despiertan en las autoridades.
11º. Por otras razones que no creo conveniente publicar."
[...] y 100 millones de ducados [...]
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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5.4. Del desastre de Annual a la disolución de las Juntas.

Según se fue acrecentando la actividad militar en Marruecos la tensión entre junteros y africanistas se agravó, sobre todo cuando se pretendió establecer ascensos por méritos de "paz" como premio a aquellos que hubieran prestado "extraordinarios servicios al arma" , mientras que se pedía la total supresión de los ascensos por méritos de guerra por dañar "el decoro personal y colectivo" . Es decir, que las Juntas propusieron ascensos por servicios al Ejército, esto es, para ellos mismos, presentando toda una serie de patrióticas alegaciones, mientras pedían la desaparición de los ascensos por méritos de guerra (¡Realmente inaudito!).

En el mes de mayo de 1921, por iniciativa de jefes y oficiales de Tetuán, se redactó un documento firmado por unos quinientos oficiales de la Legión y Regulares, en la que se desvinculaban de las Juntas. Pese a los intentos por parte de la Junta de reintegrarlos estos se negaron, haciendo a partir de entonces caso omiso de la Junta.

Finalmente se produjo el desastre de Annual. ¿Responsabilidad militar? ¿Responsabilidad civil? La polémica estuvo en el Gobierno, en el Parlamento, en los cuartos de banderas, en la calle. El vizconde de Eza, Ministro de la Guerra, creía que "sobran motivos de censura en esa como en todas las esferas de la Administración pública" , mientras al diario El Sol puso el dedo en la llaga señalando que tan culpables fueron los políticos que abandonaron al Ejército como los militares que se convirtieron en políticos.

" [...] la política ha hecho imposible en España la existencia de un Ejército organizado y a la política se ha debido que nuestros regimientos y nuestra artillería no exista más que en los papelotes archivados en el Ministerio [...] No creemos que baste con aclarar las responsabilidades"

Los militares africanistas vieron llegado su momento. Las requisitorias contra las Juntas, públicas y notorias, fueron de extrema dureza y les acusaron de ser los máximos responsables de la derrota.

"Los primeros responsables, al ocuparse sólo de cominerías, desprestigiar el mando y asaltar el presupuesto con aumentos de plantillas, sin ocuparse del material, que aún no tenemos, ni de aumentar la eficacia de las unidades"

Pero las Juntas continuaron y La Cierva, de nuevo en el Ministerio de la Guerra con el Gobierno Nacional de Antonio Maura, no creyó que fuese el momento de disolverlas. El Rey se lo pidió pero Primo de Rivera le insistió en que no era el momento, las Comisiones Informativas continuaron su vida mientras Ma¬rruecos continuaba siendo el centro de atención nacional.

Cuando en España se conocieron las dimensiones del desastre de Annual en julio de 1921, se produjeron dos reacciones de distinto signo; una de protesta y de exigencia de responsabilidades por él y otra "patriótica" de voluntad de desquite. En un primer momento es esta segunda la que se impone, y se produce una cierta movilización para apoyar el esfuerzo bélico en Marruecos. Pero esta situación no tardó mucho en transformarse y pasó a dominar la exi¬gencia de responsabilidades.

Lo que es claro es que desde entonces el desmoronamiento de las Juntas es un hecho plausible. El propio La Cierva político favorito de las Juntas mantuvo una tensa reunión el 7 de enero con la cúpula de las mismas, el resultado fue un decreto sobre el futuro funcionamiento de las Juntas en el que se pretendía:

1º Que se alojasen en el Ministerio de la Guerra
2ª Prohibición de toda cotización
3ª Elección de los representantes por el Ministro, en terna, presentada por el Arma.

El documento fue presentado al Rey, pero este que ya había tenido contactos con la Comisión Informativa de Infantería el día 9 y a los que había dicho que "Estad tranquilos. Si se presenta ese decreto, como soy bastante torpe, tengo que estudiarle algunos días", retrasó su firma provocando la dimisión del Gobierno el día 11. La reacción ante esta coacción de las Juntas fue de unánime repulsa. Antonio Maura, a la sazón Presidente del Gobierno, recibió una cantidad ingente de cartas y telegramas de adhesión.

"Numerosas personalidades pertenecientes a todos los partidos han venido a visitarme expresando su protesta por la actuación Juntas Militares que han motivado presente situación y me manifiesta haga presente a V.E. su incondicional adhesión al Gobierno."

Ante tal reacción el Rey no tuvo más remedio que confirmar al Gabinete, enviando un escueto telegrama a Maura " Muy agradecido. Felicitación y buenos deseos = Alfonso Borbón " y el proyecto fue publicado el día 16.

Volviendo al asunto de Annual, la opinión pública, alentada por los partidos de izquierda, opinaba que el desastre mostraba la ineficacia de la organización militar y del régimen político, la ineptitud de los mandos militares y la inmoralidad que regia la administración del protectorado marroquí, algo muy cercano a la realidad. Berenguer dijo ante el Senado el 14 de julio de 1922 que "Allí no tenemos un Ejército, tenemos unidades, hombres armados, pero no un Ejército".

El Ministro de la Guerra del Gabinete Allendesalazar, Vizconde de Eza, encargó el 4 de agosto al General Picasso una información "para esclarecer los antecedentes y circunstancias que concurrieron en el abandono de las posiciones del territorio de Melilla", información que acabará con el más que famoso "Expediente Picasso". El Expediente se concluyó el 18 de abril de 1922 y sus conclusiones, de orden estrictamente técnico-militares, fueron presentadas al Consejo Supremo de Guerra y Marina, y si bien no fueron dadas a conocer, movilizaron a la opinión pública. En julio, el Consejo Supremo ampliaba el numero de encausados por el expediente Picasso, desde 37 hasta 76.

Sánchez Guerra, Presidente del Gobierno, decidió que las Cortes entendieran sobre el expediente Picasso y el 20 de julio se creó una Comisión parlamentaria para estudiarlo. El dictamen de esta Comisión, formada por 11 conservadores y 10 liberales fue totalmente inofensivo. Pero el 18 de noviembre la Prensa publicó el informe del fiscal del Consejo Supremo de Guerra y Marina. El escándalo fue mayúsculo. Indalecio Prieto emitió un voto particular el 21 de noviembre acusando al Rey, a los Generales Berenguer y Navarro, a los coroneles de la Comandancia de Melilla y a los Gobiernos de Allendesalazar y Maura. La propuesta fue rechazada, pero poco después los liberales y regionalistas catalanes pedían que el Congreso acusase ante el Senado a Allendesalazar y a sus ministros de Guerra y Estado. Los conservadores por su parte sólo querían la intervención de la justicia militar, evitando la posibilidad de hablar de responsabilidades civiles.
El asunto de las responsabilidades enfrentaba, pues, a dos sectores:

1º.- El primer grupo era el formado por el Rey y los africanistas, cuyos intereses por ocultar las responsabilidades son obvios, y una buena parte de los sectores conservadores, que eran los gobernadores en el momento de los hechos y la responsabilidades no sólo suponían un problema para las personas que se vieran afectadas, sino también a su prestigio como partido.

2º.- El segundo grupo estaba formado por tres grupos. La opinión pública, principal motor de todo el asunto. Los Liberales, considerados como el Gobierno de concentración de 1923, quienes en un principio hicieron suya la cuestión de las responsabilidades, pero a partir del triunfo electoral suavizaron sus posiciones, actuando de hecho como cómplices en el aplazamiento del asunto. Y finalmente una buena parte del mismo Ejército, encabezado por la Juntas, cuya actitud a lo largo de 1922 fue la de exigir una investigación. Este deseo de depurar responsabilidades era debido a que afectaba directamente a los africanistas, contra los que luchaban implacablemente.

"Primero, que se hagan efectivas, [...], todas las responsabilidades de orden militar en que hayamos incurrido nosotros y nuestros compañeros"

Pero tampoco figuras tan relevantes como el General Weyler (Jefe del Estado Mayor Central) o el General Aguilera (Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina) estaban dispuesto a olvidar el tema de las responsabilidades.

De todas maneras el poder político de las Juntas estaba ya herido de muerte y finalmente Sánchez Guerra, Presidente del Gobierno y también Mi¬nistro de la Guerra, aprovechando el "tumulto" provocado por la derrota de Annual y la exigencia de responsabilidades, procedió a la disolución de las Juntas el 14 de noviembre de 1922. La medida pasó en cierto modo desapercibida, apenas se habló sobre ella y los comentarios al respecto fueron para corroborar lo acertado de la medida. Lo cierto es que tanto la opinión pública como los partidos políticos estaban totalmente absortos en el tema de las responsabilidades y la disolución de las Juntas les pareció una medida que podría enmarcarse dentro de las posibles depuraciones dentro del Ejército. Por su parte el Ejército, que se encontraba en ese momento cerrando filas con intención de defenderse de los ataques que le llegaban desde todos los estamentos de la Nación, saludó con agrado la disolución de las Juntas, ya que estas habían pedido en varias ocasiones la investigación de responsabilidades.

Este fue el final "oficial" del movimiento protagonizado por las Juntas de Defensa, nacidas en 1916 y disueltas en 1922, seis años durante los cuales fueron la pieza clave en el nombramiento y cese de los Gabinetes Ministeriales que gobernaron España, llegando a gobernar "de facto" durante determinados períodos de tiempo. Las Juntas en su nacimiento fueron acogidas como el posible detonante de la regeneración de España, pero tras sus actuaciones en el verano de 1917 comenzaron su lento pero continuo descrédito. Seis años por tanto de paulatino desgaste, en el transcurso de los cuales se fueron ganando numerosos enemigos, dentro y fuera del Ejército, quienes aplaudieron efusivamente su disolución en 1922. Pero aunque disueltas el poder y espíritu de estas no desapareció y durante casi una década se pudo asistir a nuevos rebrotes juntistas.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería y Primo de Rivera
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

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7º LAS JUNTAS DE DEFENSA DE CLASES DE TROPA (I)

Este es un tema al que la historiografía ha prestado muy poca atención, probablemente porque resultaba más atrayente el movimiento protagonizado por el Cuerpo de oficiales. Sin embargo, tanto por su desarrollo como por su formulación el movimiento iniciado por la clase de tropa merece la pena ser conocido más en profundidad. Movimiento del que además contamos con toda la documentación necesaria para establecer su formación, desarrollo y disolución. La documentación procede, principalmente, de los registros de los domicilios del Sargento Jesús Arenas Chacón (Presidente de la Junta del Regimiento de Infantería Wad-Ras y primer Presidente de la Junta Central de Madrid) y del Brigada Francisco Jordá Gisbert (Presidente de la Junta Central de Valencia), que fueron realizados el 4 de enero de 1918.

A diferencia de sus superiores las Juntas de Clases de Tropa fueron surgiendo aquí y allí, sin un reglamento ni plan establecido y en la mayor parte de las ocasiones sin contacto previo entre ellas, no como las de oficiales que comenzaron en la guarnición de Barcelona y fueron extendiéndose de una forma paulatina.

Hay que hacer una puntualización de capital interés. Debido a la falta de cohesión del movimiento entre las clases, surgieron Juntas de clases de tropas por todas las guarniciones del Ejército sin tener contacto entre ellas y en ocasiones sin conocer la existencia las unas de las otras. Se produjo una situación en la que dos Juntas, las de Madrid y Valencia, lucharon por hacerse con el título de Junta Central. Estas dos guarniciones iniciaron los trabajos de propaganda y adhesión de otras plazas, elaboraron sus propios proyectos y emitieron sus propios comunicados. Por ello es importante tener en cuenta este punto, ya que nos encontraremos con una duplicidad en determinados aspectos que es provocada por esta razón. Por ello es errónea la afirmación de Boyd según la cual "los organizadores de la junta de suboficiales, con base en Valencia, habían ido creando desde Madrid una red clandestina".

Una vez conocidos los acontecimientos de mayo y junio de Barcelona, las clases de tropa decidieron seguir el ejemplo de sus superiores y formar sus propias Juntas de Defensa. La idea, en un principio, fue adherirse a la Junta de oficiales. Las clases tenían toda una serie de reivindicaciones y agravios que consideraban de gran importancia el resolver.

El 23 de junio de 1917 como adhesión a la Junta de Defensa de Infantería las clases de Madrid enviaron un escrito. En dicho escrito, tras la habitual proclama de respeto por la disciplina y adhesión al movimiento iniciado por los oficiales, se lamentaban de la moral baja que reinaba entre las clases, en parte motivada por la Ley de 1912 de la que pedían una reforma, se pedía la creación del Cuerpo de suboficiales, la posibilidad de ascender a oficiales de la escala activa, un aumento salarial, la obligatoriedad del saludo por parte de la tropa, el derecho al voto y la escala cerrada (Ap-89).

Además de esto se elevó un documento al Gobierno , por parte de los miembros de las clases de Madrid, el cual constaba de 25 puntos reivindicativos, que en términos generales se corresponden con las quejas planteadas en el documento entregado a los oficiales.

Por su parte la Comisión de clases de Valencia después de presentar un manifiesto de adhesión al movimiento juntista decidió realizar una gestión directa ante la Junta de Oficiales de Barcelona, con el fin de tratar el tema de sus reivindicaciones. Para tal fin se envió un delegado, quien mantuvo reuniones con las clases de tropa de Barcelona con el propósito de aunar criterios, además se tuvieron en cuenta las opiniones de las guarniciones de Madrid, Mahón, Sevilla, Zaragoza y Castellón. Tras estos contactos se elaboraron unas Bases que fueron las presentadas a los oficiales.

"[...] escribimos las adjuntas Bases y nombramos un compañero para que se pusiera de acuerdo con los de Barcelona y las presentara personalmente a la Junta de Defensa de los Señores Jefes y Oficiales"

En las conferencias entre las clases de tropa y las Juntas de Defensa estuvieron representadas las clases de Barcelona y Valencia, y por parte de las Juntas asistieron "[...] los señores capitanes Villar y Pérez Palá, y con el Señor Comandante Quirante, Presidente de la Junta compuesta de todas las Armas que ha de resumir nuestras Bases."

La circular número uno fue enviada a diversas guarniciones con la intención de animar a la afiliación a las Juntas de Clases de Tropas, e informar de los trabajos realizados, junto a ella se remitían las Bases presentadas a las Juntas de Defensa de oficiales (20 páginas y 55 puntos) y la carta de afiliación. Las aspiraciones se pueden dividir en cuatro grandes grupos.

1.- En las Bases las Clases de Tropas se quejaban del desprecio de la sociedad, pese a los estudios que debían realizar, comparables, según ellos, con los del oficial de correos (como ejemplo de este desprecio se indicaba que determinadas Sociedades se prohibía admitir clases de tropa). Para mejorar esto se pedía el tratamiento de Don, una mejora de la cultura, la abolición del termino Clases de tropa y la creación de una nueva carrera, la de Oficial práctico (como base de plan de estudios para esta nueva carrera indicaban la de oficial de correos), que constaría de los empleos siguientes: Sargento - Subteniente 2º - Subteniente 1º - Teniente y Capitán efectivos y los de Comandante - Teniente Coronel y Coronel graduados. Además se pedía que sólo pudieran ser desposeídos del título por expediente.

2.- Otra serie de demandas se centraban en mejoras dentro del ámbito militar. Se pedía un uniforme parecido al oficial y no al soldado, saludo obligatorio por parte de todos los inferiores, supresión de firma (derecho a pernoctar fuera del cuartel), derecho a vestir de paisano, la concesión de la carta de identidad al brigada, la tarjeta al sargento y un ordenanza.

3.- Otro grupo de demandas se centraban en mejoras económicas. Así pedían que los gastos de traslado del mobiliario (caso de cambio de destino) fuese a cuenta del Estado, que sus hijos tuviesen los mismos derechos que los de los hijos de oficiales, paga como una carrera y viajar en 2ª clase si era por asunto oficial.

4.- Finalmente otro conjunto de peticiones eran comunes con las expresadas por los oficiales de las Juntas. Pedían: ascenso por antigüedad, la escala cerrada - solo concesión de medallas, destino a África como los oficiales y la creación de tribunales de mala conducta.

Los oficiales de la Junta de Defensa del Arma de Infantería recibieron numerosas bases por parte de las clases de tropa (Ap-90), quizá, y tras estudiar los escritos con las aspiraciones de las clases realizaron un acertado resumen de las aspiraciones. Un deseo de una mayor consideración social, ya que las clases gozaban de un trato y una reputación mucho más parecida a la del soldado que a la de los oficiales, cosa que sería más justa. La posibilidad de ascender a oficial, algo imposible hasta aquel momento. La remoción de las escalas, ya que la imposibilidad de ascender a oficial producía un atasco en el escalafón, lo que originaba un desanimo generalizado. Y finalmente un aumento de los sueldos, menguados a causa del aumento de los precios.

"PRIMERO - Gozar de mayor consideración social y militar y que su trato no sea parecido al que se le da hoy al soldado-
SEGUNDO - Creación de Academias para el ascenso a Oficial rechazando la forma mortificante y condicionada que ofrece el último proyecto sometido a la deliberación de las Cortes-
TERCERO - Remoción de las Escalas, para que no se queden sin ascender a Suboficial la tercera parte de los Brigadas y a brigadas las dos terceras partes de los Sargentos-
CUARTO- Aumento de sueldo a Suboficiales, Brigadas y Sargentos"


Como se puede ver las aspiraciones de las clases de tropa no eran revolucionarias ni por asomo, limitándose a pedir una mejora en su consideración social, militar, económica y profesional. Sin embargo, según las clases, los oficiales de las Juntas respondieron a estos escritos y contactos con la más absoluta de las indiferencias, de hecho las clases afirman que en Barcelona las Juntas de Oficiales se rieron de su representante. "En Barcelona según noticias se han reído de vuestro representante a quien consideran como a un pobre hombre y lo que pedís un abundo" .

Las Juntas de Clases de Tropa, y como resultado lógico del rechazo inicial por parte del movimiento juntista, decidieron formar sus propias Juntas y establecer su propia orientación. Por ello las Juntas de clases fueron elevando varios escritos al Gobierno durante el mes de junio, en las que criticaban la actuación de sus Jefes y Oficiales afirmando además que "[...] entre las clases de tropa y la Oficialidad existe un divorcio absoluto [...]"

Ante la manifiesta existencia de Juntas de Clases de Tropa, la reacción desde el Ministerio no se hizo esperar y el 23 de junio se cursaban telegramas a todas las Capitanías Generales para evitar la formación de estas juntas, ya que se debía evitar que "[...] los más nobles anhelos y el más acendrado patriotismo [...]" del que habían dado prueba los Oficiales con la formación de Juntas de Defensa " [...] sean desviadas a causa de la menor cultura de las Clases de Tropa [...]" con lo que se debía "[...] impedir el desarrollo de tan nocivo germen de indisciplina [...] que amenaza a la tranquilidad social, con mengua para la honra de la familia militar [...]" . El redactor de este telegrama fue el General Primo de Rivera, a la sazón Ministro de la Guerra, quien ya se había opuesto en su momento a la creación de las Juntas de Oficiales. Resulta de todas formas curioso el comprobar que mientras las Juntas de oficiales gozaban del beneplácito gubernamental, a las de Clases de Tropa se las consideraba una terrible amenaza.

Pero pese a todo, y al igual que sucedió con las Juntas de Oficiales, los trabajos de las Juntas de Clases de Tropa continuaron, y ante la buena respuesta a la primera circular la Comisión de Valencia envió una segunda circular indicando cual sería la organización a seguir . Para ello se señalaban los tres tipos de Juntas "Juntas de Cuerpo, Plaza y Central" y la composición de las mismas sería la siguiente:

Juntas de Cuerpo:
Presidente, vicepresidente, secretario y dos vocales.
Donde hubiese menos de 40 clases: Presidente, secretario y vocal.
Juntas de Plaza:
Presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y el resto Vocales.
La Junta Central: será elegida por votación de entre las regionales y por las regionales.

En la circular se hacía referencia a que "Para nombrar la juntas no se tendrá en cuenta la categoría sino las aptitudes", luego el Presidente no tenía por qué ser el de mayor graduación. También se dice que "Nos han contestado la mayoría, anunciándonos que han remitido nuestras bases a la Junta de Oficiales. [...] De nuestras bases tienen varias docenas de ejemplares, la Junta de Oficiales, cursadas de las distintas regiones." con lo que la Comisión de Valencia continuaba confiando en una supuesta colaboración o permisividad por parte de las Juntas de oficiales.

El resultado, al igual que en la primera circular, fue de éxito, y así en la tercera circular difundida se indicaba que se mantenían contactos "con 454 Cuerpos, dependencias y destacamentos. [...] incluso África, Baleares y Canarias." Esta circular trataba en general sobre asuntos de organización y al final se cerraba con una pequeña arenga a fin de mantener los ánimos y continuar con la formación de Juntas.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

LAS JUNTAS DE DEFENSA DE CLASES DE TROPA (II)

Pero las Juntas de oficiales comenzaron a tratar de desbaratar los trabajos de las clases, y se emitió una circular en la que se instaba a evitar o deshacer cualquier manifestación de Juntas en las clases de tropa. Se pidió, además, recabar toda la información posible al respecto. Lo más curioso de esta circular eran los motivos que se alegaban para evitar la formación de Juntas de suboficiales, la intervención de personas ajenas al Ejército que pretendían indisponer a las clases contra sus oficiales, haciendo de ellos instrumentos políticos. Es decir, las mismas consideraciones hechas por el Ministro cuando se enteró de la formación de Juntas de oficiales, solamente que sustituyendo clases por oficiales y oficiales por generales .

"La Junta Superior de la Unión y Defensa del Arma de Infantería manifiesta:
1. Se recomienda llevar al ánimo de las clases de tropa que su dignidad e interés están bajo la salvaguardia de la Unión y que nadie con mejores títulos podrá encargarse de tan importante cometido.
2. Es muy conveniente no se constituyan organismos especiales de clases de tropa, pues su existencia solo serviría para restar eficacia y autoridad a lo que ha de verificar la Unión: este debe ser asunto de especial vigilancia y a la de creación y habilidad de la oficialidad ha de quedar encomendado evitar o deshacer cualquier agrupación de esta clase.
3. Para que la Unión pueda cumplir debidamente informada la misión inmediata en el párrafo 1º es conveniente pedir informe a los propios interesados sobre sus aspiraciones. Estos informes deben recabarse en cada unidad y dependencia por el jefe de la misma, empleando los procedimientos que estime más convenientes.
4. Hay noticias de que por personas ajenas o enemigas de las instituciones militares y en especial de la Unión del Arma de Infantería, se intenta provocar el descontento de las clases de tropa y la desconfianza hacia sus oficiales. Conviene hacer entender a dichas clases el peligro que corren de convertirse en instrumentos de miras y ambiciones de carácter político, si no están muy atentas a rechazar las solicitaciones de que puedan ser objeto.

Barcelona 6 julio de 1917

El Presidente: Benito Márquez."

El resultado de esta circular fue rápido y así se puede comprobar. El 13 de julio se remitía una carta de Algeciras a Valencia denunciando presiones por parte de los capitanes de la guarnición para entregarse a Junta de oficiales .
Sin embargo, viendo los continuos éxitos obtenidos y tras una reunión celebrada en la sala de estudios del Regimiento de Infantería, Mallorca nº13, con sede en Valencia, se decidió constituir una Junta formada por un Brigada como Presidente (Brigada Fco. Jordá Gisbert), un Vicepresidente, un Secretario y dos Vocales, todos ellos Sargentos, que agrupaba a Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros, Intendencia y Sanidad, la cual fijó su residencia en Valencia, y cuyos cometidos fueron el conseguir las aspiraciones de las clases, es decir, una mejora en su consideración social, militar, económica y profesional, la redacción de un reglamento, ya que se carecía de él por las razones ya apuntadas y el conseguir el reconocimiento oficial de las Juntas de Clases de Tropa.

"1.º A conseguir la creación de una carrera, con la denominación de Cuerpo de Contabilidad del Ejército u otra análoga, sobre la base de Sargentos, Brigadas y Suboficiales.
2º A organizar el personal que ha de constituirla, designando las categorías que ha de ostentar, funciones que ha de desempeñar, sueldos y retiros que ha de disfrutar, uniforme que ha de vestir, y cuanto se refiera a la prosperidad y bienestar de las mencionadas clases; así como, ver los medios de adquirir la cultura necesaria, que nos permita alternar, dignamente, en Sociedad.
3.º A todo lo que signifique progreso, ya sea en el orden moral o material.
4º A fomentar el verdadero compañerismo, que nos obligue a ayudarnos y defendernos mutuamente, con franca caballerosidad; no por el temor de incurrir en la censura de los compañeros o en los correctivos a que pudiéramos dar lugar, sino por decoro y fraternidad, dando ejemplo en todo momento de la mayor prudencia y sensatez que debe caracterizarnos.
5.º A velar por el prestigio de la clase.
6.º A redactar el reglamento por el que debe regirse la Unión.
7.º A Buscar, discretamente, y valiéndose de cuantos medios estén a su alcance o pueda valerse, sin faltar a la disciplina, la forma de que se nos reconozca, oficialmente, nuestra Unión.
8.º A que los Sargentos de Ambas Leyes tengan el mismo sueldo.
9.º Para todo esto la Junta Central se pondrá de acuerdo con las de la Plaza, y estas a su vez, con los Cuerpos a que representan; no siendo válidos los acuerdos sin dichos trámites, en los cuales será siempre la mayoría quien decida.
10.º Cuantos casos se presenten, no provistos en las anteriores condiciones, se resolverán en la forma que previene el artículo 9.º de las mismas."


Firmaron el documento 3 Suboficiales, 9 Brigadas y 58 Sargentos. También se firmó una "Relación nominal de las clases que desean se nos permita reunirse en forma análoga a como se les ha concedido o tolerado a los señores Jefes y Oficiales" firmando también los 70.
Por su parte el movimiento en la guarnición de Madrid había comenzado en el verano. La primera Junta que se formó fue la del Regimiento de Infantería Wad-Ras con fecha de 18 de julio de 1917.
Una vez transcurrido el verano la Junta comenzó con los trabajos de propaganda. En el mes de octubre se comenzaron a establecer contactos con otras guarniciones, a las que remitía una circular en la que tras una introducción, calificable como planfletaria y de arenga, con referencias a la virilidad, se animaba a la creación de una "Unión" entre las clases del Ejército y la Armada y se aseguraba que se pretendía actuar " Dentro de la más estricta disciplina y respeto a los poderes establecidos". En la circular muestran su discrepancia con la Junta de Valencia "únicamente en la organización de las Juntas, que creemos, [...] deben ser cinco por Cuerpo, Regionales o Central [...] que la Central radique en Madrid". Junto a esta circular se envió un documento en el que se explicaba cómo debían constituirse y funcionar las Juntas, que a rasgos generales no difería mucho de la propuesta de la Junta de Valencia.

"La composición de las Juntas será la siguiente:

De Cuerpo

Suboficiales................ 1
Brigadas.................. 1
Sargentos acogidos a la Ley de 1908..... 1
- - - - 1912...... 1
- comprendidos en la Ley de 1912.. 1

Regionales

Constaran de tantos miembros como Armas y Cuerpos tenga de guarnición la Plaza designada, atendiendo, al ser posible, que todas las categorías y Leyes estén representadas.
Centrales

Igual composición que las regionales.

DE LAS JUNTAS DE CUERPO

Para la formación de estas Juntas se procederá en cada Regimiento Batallón o Dependencia a la elección, en la forma que crea más oportuna, de las clases necesarias para su constitución.
[...]
De los no adheridos a la unión remitirán relación a la Regional, como también un estado en el que se expréselos individuos que componen dicha Juntas con los domicilios a donde deba remitírseles la correspondencia.

JUNTAS REGIONALES

Constituidas las Juntas de los Cuerpos, las primeras de estas en cada Región elegirán, de común acuerdo, la Plaza en donde ha de residir la Junta Regional, que puede ser donde radique la Capitanía General, y una vez designada se procederá a la elección de Junta, cuya composición queda indicada.
[...]
Además, los Cuerpos que estén fuera de la Plaza darán, por medio de acta, poderes a la Junta de cada uno de los Cuerpos de la guarnición de la Plaza y al margen por los elegidos aceptando el cargo.
[...]
Estas Juntas deberán remitir a la Central dos relaciones; una de no adheridos dentro de la Región y otra de las distintas juntas, tanto Regionales como de Cuerpo, haciendo constar en esta la Junta y Cuerpo a que pertenecen, con instrucciones reservadas para el cambio de correspondencia.

JUNTA CENTRAL

Esta Junta será nombrada por las Regionales y autorizará sus actas en igual forma que lo hacen aquellas; [...] las Regionales, estas remitirán a la Central dos actas, una de constitución de Junta Regional y otra autorizando la constitución de la Junta Central; esta última sólo debe estar firmada por los miembros de la primera Junta Regional.

ACLARACIONES

[...]
C. El nombrar cinco Juntas tiende a garantir, dentro de lo posible, la continuidad en la actuación, evitando el desconcierto que pudiera, si por cualquier causa cesaran de actuar las Juntas Directoras,, toda vez que se hará constar en las actas de las segunda, tercera, cuarta y quinta, que tienen la ineludible obligación de proseguir los trabajos de su inmediata anterior si esta cesa de actuar por cualquier causa.
D. Los miembros de la Junta Regional, lo serán a su vez de la primera de su Cuerpo, [...], sin que por esto cesen en el cargo que tienen en la Junta de Cuerpo.
E. Las Juntas de Cuerpo se dirigirán a la Central y viceversa por conducto de la Regional, y sólo en casos de acuerdos urgentísimos se transmitirá directamente desde la central [...] a las primeras Juntas de los Cuerpos [...]"

A lo largo de los meses de noviembre y diciembre la correspondencia entre la Junta de Madrid y las de otras guarniciones va creciendo en importancia. Las respuestas que se dan a la invitación de los "compañeros" de Madrid para la creación de la Unión son de dos tipos. La primera es afirmativa, remitiéndose numerosas Actas de constituciones de Juntas de acuerdo con el modelo enviado y adhiriéndose a la Junta de Madrid, A la cual eligen como Central. Sin embargo, en el segundo tipo de contestaciones se notifica a los miembros de la Junta de Madrid que con anterioridad ya se han adherido a la Junta de Valencia, a la que han remitido sus actas de constitución. La razón de esto es que la Junta de Valencia había comenzado los trabajos de organización con anterioridad a los de Madrid, aunque con mayor tranquilidad y prudencia. Sin embargo, la Junta de Madrid se lanzó a una desenfrenada carrera por organizar Juntas lo más rápidamente posible, consiguiendo a inicios de 1918 contar con la adhesión de unas 60 Juntas.
[...] y 100 millones de ducados [...]
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Hasta ese momento la Comisión de Valencia había llevado a cabo sus trabajos con una relativa tranquilidad y con una cierta permisividad, si no ayuda, por parte de las Juntas de oficiales (algunas Juntas daban cuenta de que una vez informado el Coronel del regimiento, este había autorizado la formación de dicha Junta, a pesar de la circular de la Junta Central). Pero la irrupción en escena de la Junta de Madrid, sobre todo en noviembre, mes en que la citada Junta se lanzó a una actividad desenfrenada, hizo que la Comisión difundiera su cuarta circular, 15 de diciembre de 1917 . Los miembros de la Comisión acusaban a Madrid de que mientras ellos trabajaban, en Madrid dormían y de que su única preocupación era la de ser la Junta Central.

El "ruido" que organizaron desde Madrid provocó la aparición en diversos periódicos de noticias sobre la formación de Juntas de Clases, noticias que no habían aparecido con anterioridad, ni siquiera durante el verano. Esto supuso que la relativa tolerancia con la que hasta entonces contaban las Juntas de clases fuese sustituida por una creciente inquietud en las altas esferas, que comenzaron a presionar en el entorno de las clases para que se adhiriesen al movimiento de oficiales. Sin embargo, la Comisión ya no deseaba supeditarse a las Juntas de oficiales, sobre todo después del decepcionante Proyecto de reforma aprobado en octubre.

"4º Si nos piden la adhesión a la Junta de oficiales, contesten: Nosotros no vamos contra nadie, ni delegamos más que en nuestras Juntas, que podrán apoyar las gestiones de ustedes, si cuentan antes con ellas, y prometen o formalizan la recíproca, se puede admitir el apoyo de Central a Central, entre la de Ustedes y la nuestra, pero no fundirlas en una sola."

Como resultado de los contactos anteriores, las Juntas de oficiales decidieron crear una Ponencia que estudiase las aspiraciones de las clases de tropa. De esta ponencia surgió un Proyecto de bases para la reorganización de las clases de tropa del Ejército, que fue aprobado por los representantes de la Juntas de Carabineros, Intendencia, Sanidad, EM, Guardia Civil, Artillería e Infantería, citados por el presidente de la Junta de Infantería (Barcelona, 6 de octubre) . El acuerdo sería llevado por el Presidente de Infantería al General Marina para rogarle su curso al Ministerio. De hecho este fue el Proyecto de reorganización que aprobó el Ministerio, que fue rechazado por las clases al considerar que no habían sido consultados para su elaboración y que, además dañaba sus intereses. Tras examinar el Proyecto de reforma de las clases que había publicado la Junta de oficiales en el mes de octubre, decidieron elevar un nuevo documento al Gobierno exponiendo una serie de peticiones. En el borrador de la carta se pide una mayor dignificación de su situación socio-profesional, se dice que si trabajan en la sombra es por respeto a la disciplina y no por miedo, "suplican" al ministro, ni piden ni exigen, que tenga en cuente sus peticiones que suponen desconoce el Ministro, al considerar que solo escucho a los oficiales y consideran que las bases de reforma de clases hechas por oficiales no sirven al no habérselas tenido en cuenta.

Ya a mediados de diciembre y viendo la paridad de fuerzas entre Madrid y Valencia se comenzó a establecer comunicación directa entre ambas Juntas (existe correspondencia entre los presidentes de ambas Juntas, Arenas y Jordá) para tratar de acercar posiciones. El principal asunto para la Junta de Madrid será la fijación de la Junta central.

El 19 de diciembre de 1917 en acta de la Junta Regional de Madrid se otorgan poderes al Presidente para que fuese a Valencia a fin de llegar a un acuerdo sobre donde debía residir la Junta Central. Finalmente tras una votación entre todas las Juntas se eligió a Valencia como sede de la Junta Central, "solo nos faltaba llegar a un acuerdo con los compañeros de Madrid, para que la Unión fuera general", así "celebrada la votación eligieron a Valencia como central y los de Madrid se adhirieron" . Pero en esa misma circular se quejaban de la negativa de los oficiales a reconocer sus Juntas. Ya que, pese a que el coronel Márquez reconocía que "todas las colectividades que crean Juntas para defender sus intereses, debe protegérseles, y unirse unas con otras, y en cambio se niega a reconocer la nuestra, siguiendo la costumbre de tratarnos como niños o seres que no tienen derecho a la vida". Pero, sin embargo, ellos mismos decían que a "los cabos y soldados, que debemos considerar como nuestros hermanos menores". Es decir, que en el Ejército español todos deseaban tener Juntas de Defensa pero ninguno deseaba que los escalafones inferiores las poseyesen para así manejarles a su antojo. Lo cierto es que en esta circular daban por acabada la primera etapa de su programa y plantea las siguientes líneas de actuación: Mantener la Unión, solicitar su reconocimiento, redactar un proyecto de reorganización y plasmar el reglamento.

Sin embargo, y al igual que las Juntas de oficiales, en Juntas de clases no siempre eran todo acuerdos y parabienes. De hecho se seguía el sistema de arrinconar a aquellos que se oponían a ellas, discrepaban airadamente o decidían desligarse de su compromiso. Un ejemplo es el documento con el membrete del Regimiento de Asturias Nº31 en el que se citaban los nombres de 3 Suboficiales y 2 Brigadas considerados como traidores, considerando que debían ser expulsados del Ejército.

"Clases de tropas que juraron a sus compañeros ayuda para defender sus ideales colectivos, ante el ofrecimiento de unas míseras pesetas, han faltado a su juramento, haciéndonos traición; indignos de vestir nuestro honroso uniforme, despreciarlos y trabajar con fe hasta conseguir que ellos y los que imiten su conducta, dejen de pertenecer a nuestra honrada y leal clase."

Una vez asentada la Junta Central en Valencia se comenzó a consideran seriamente la posibilidad de tener un periódico como órgano portavoz, al igual que los oficiales contaban con el suyo. Se proponía crear un periódico exclusivo de la clase, "administrado por nosotros y dirigido por Félix Verdún", con quien ya se habían mantenido contactos.

"Los periódicos de las izquierdas no les pueden ofrecer a ustedes garantías, porque no van más que a defender intereses políticos de tal o cual personaje, y en cuanto a los periódicos de las derechas, que son partidarios o cuanto menos "inspiradores" en política afín a las Juntas de Defensa, contando con redactores que son jefes y oficiales del Ejército, no creo que les puedan ofrecer aquella independencia que ustedes necesitan para que sean defendidos sus intereses con todas la garantía que les sea precisa, pues cualquier mala intención o tendencia les será tanto más perniciosa que si directamente les combatieran.

En Blanco Nomdedeu, de "La Patria" y "El Combate", no se deben fiar ni una pizca, porque ese es capaz de vender a su padre por dos pesetas, y está muy desacreditado aunque no falta quien le proteja por eso, porque se sabe que es materia dispuesta para todo en dándole un duro.
"El Ejército Español" es órgano de Luque, y "Ejército y Armada" también"


Para decidir sobre el asunto se pidió el voto a los afiliados. De todas formas con anterioridad, el 5 de octubre, se redactó una carta con la intención de preguntar al diario La Acción si quería ser el órgano de las clases de tropa. Al mes siguiente, el 6 de noviembre, se remitía una carta a Jordá con el membrete del periódico El Combate indicando que había recibido una carta de las clases de Castellón con objeto de desarrollar un plan "para hacer El Combate, órgano de las Juntas de defensa de las clases de tropa, como las de oficiales han elegido La Correspondencia Militar"

Esta idea también llegó a oídos de las altas esferas y de las Juntas de oficiales, considerando que el peligro de las Juntas de clases era cada vez mayor. Asimismo no hay que olvidar que a España llegaban cada vez más noticias sobre la Revolución en Rusia, estas noticias que eran confusas hacían ver que "eso de los soviets" y las Juntas de clases podían tener un cierto parecido. Pero, además, la situación de las Juntas de clases se había deteriorado demasiado, se había llegado a tal extremo que el periódico España Nueva publicó el siguiente chiste, en el que un niño pregunta a su padre: "Ingenuidad. - Papa, ¿Quién manda más? ¿un coronel, el brigada o un general?... - ¡demonio de chico! ¿Sabes que me pones en un gran aprieto?" .

De todas formas se hicieron los últimos intentos por parte del Ministerio para reconducir el movimiento. Desde Algeciras se comunicó a la Junta de Valencia que el día 3 el Coronel recibió una carta del Ministro pidiendo las bases de aspiraciones de las clases de tropa con vista a confeccionar un proyecto de ley. Además el 6 de diciembre el periódico La unión mercantil informaba de gestiones de las clases cerca del Ministro.

Pero finalmente el Ministro de la Guerra decidió cortar por lo sano en el tema de las Juntas de clases. El 4 de enero de 1918 se procedió a la detención y al registro de los domicilios de los líderes juntistas más destacados, entre ellos los del Sargento Jesús Arenas (Presidente de la Junta Regional de Madrid) y del Brigada Francisco Jordá (Presidente de la Junta Central). La reacción de los miembros de las Juntas de Clases de Tropas fue parecido al realizado por sus superiores el 1 de junio de 1917, es decir, presentarse todos a sus inmediatos superiores y afirmar su pertenencia a la Junta de Defensa. Sin embargo, hubo dos diferencias con lo sucedido en junio de 1917. La primera fue la actuación desde el Ministerio, ya que se licenció y abrió expediente de expulsión a todos los miembros de estas Juntas. Con fecha de 10 de enero entraban en el Ministerio la mayor parte de los informes de las Capitanías con la documentación incautada. La segunda se produjo a los pocos días cuando varios miembros de juntas de clases comenzaron a tratar de salvarse ellos solos, unos decían que habían sido obligados a pertenecer a las juntas, otros mandaron cartas a titulo personal pidiendo el perdón y otros renegaron de su pertenencia a las Juntas, no como la actuación conjunta de las Juntas de Oficiales. Tomando como ejemplo a la guarnición de Zaragoza se licenciaron a 16 Brigadas y 40 Sargentos, mientras que 2 Suboficiales, 49 Brigadas y 134 Sargentos renegaban de la asociación. El resto de la guarnición de clases, es decir, 6 Suboficiales, 2 Brigadas y 29 Sargentos no pertenecían a la Unión. Con esta actuación se rompió el frente unido que debían presentar las Juntas y el movimiento promovido por las clases se diluyó mansamente sin provocar grandes repercusiones. De esta forma a finales de enero de 1918 se puede afirmar que las Juntas de Clases de Tropa estaban totalmente desmanteladas y el movimiento había sucumbido. Es claro que la desorganización del movimiento, debido a que nació como copia del producido por los oficiales, y el enorme poder con el que contaban las Juntas de Defensa de oficiales, que ya habían provocado la caída de varios Gobiernos y el nombramiento de un Ministro de la Guerra de su entera confianza, fueron los dos elementos claves del fracaso de las Juntas de clases de Tropa.

LAS JUNTAS DE CABOS Y SOLDADOS

Pese a lo afirmado por la historiografía, en el sentido de que nunca llegaron a formarse Juntas de cabos y soldados, y que la disolución de las Juntas de clases obedeció en cierto modo al deseo de evitar que los soldados organizaran sus propias juntas, podemos comprobar como las Juntas de cabos y soldados si existieron. La documentación con la que se cuenta es escasísima, solamente son seis documentos que fueron remitidos desde la Capitanía General de Canarias al Ministerio a primeros de 1918, pero bastan para demostrar la existencia de las Juntas de Cabos y soldados, la organización y sus reivindicaciones (Ap-94).
El primer documento con el que contamos es una circular, fechada el 1 de julio de 1917, y dirigida por la " Junta de Defensa Organizadora " de Madrid a las clases de cabos y soldados de las islas Canarias. Este primer documento nos proporciona cierta información esclarecedora:

1º.- Se inspiran en las Juntas de Jefes y Oficiales y en las posteriores de Clases de Tropa.
2º.- Tienen como principal intención el recoger las quejas y enviarlas al Coronel del Regimiento y llegado el caso, incluso, al Gobierno.
3º.- Adoptan el conocido organigrama de Junta central y Juntas parciales.
4º.- Se inicia en Madrid, donde reside la Junta organizadora.
5º.- Al igual que las otras Juntas sus primeros pasos son en verano de 1917.
A la tropa de Canarias también le remitieron las bases de organización para las Juntas, donde se explicaba su cometido y forma de actuación.
Tras la lectura de las Bases de organización se puede observar como las Juntas no tienen ningún tipo de reclamación que pueda calificarse de revolucionaria. Las Juntas persiguen que se mejore la situación de la tropa y se acaben los abusos de sus superiores. Solamente se habla de temas militares y en ningún casi se toca ni remotamente algún tema que tenga que ver con la política. Se pide que se cumplan las reales ordenanzas en todos sus puntos administrando así justicia y construyendo un Ejército digno de España. En cuanto a la organización, Juntas de Cuerpo (1 cabo o soldado en cada compañía), una Junta de guarnición (dos o más cabos o soldados de cada cuerpo), una Junta Regional (una de las de Guarnición) y una Central donde se diga, no se hace sino seguir el ejemplo de oficiales y clases.
A finales de Julio ya se había terminado de establecer el organigrama de las Juntas de Cabos y soldados, que es el siguiente (Ap-5):

" ORGANIZACIÓN DE LAS JUNTAS

Junta Central- Barcelona- Dirección: Zona de Barcelona 27.
Vice-Junta- Santander- Dirección: Cabos de la zona Num. 41.

JUNTAS REGIONALES

1 Región Madrid cabos de la zona Nº 1
2 Región Sevilla - - - - - 10
3 - Valencia - - - - - 19
4 - Barcelona - - - - - 27
5 - Zaragoza - - - - - 33
6 - Burgos - - - - - 37
7 - Valladolid - - - - - 43
8 - Coruña - - - - - 50

Baleares - Palma Cabos Gastadores del 1º B. Regimiento Palma 61
Canarias - Tenerife - Cabo Gastadores del Regimiento Tenerife 65
Melilla - Cabo Gastadores del Regimiento Melilla 59
Ceuta - Cabo Gastadores del Bon Cazadores Barbastro 4
Larache -Cabo Gastadores del Bon Cazadores C. Rodrigo 7"

En este documento se ve que las Juntas de tropa no solo sí que existían sino que su organización era buena y extensa, cubriendo todo el territorio nacional además del protectorado de Marruecos.
En lo que se refiere a la actuación de las Juntas solamente contamos con las dos actas del Regimiento Tenerife nº 64. La primera de ellas con fecha de 24 de diciembre de 1917 nos informa de que se procedió a la elección de la Junta que quedó constituida de la siguiente forma:

Presidente: cabo Francisco Doblas
Secretario: cabo Arturo Zamora
Tesorero: cabo Francisco Rodríguez Díaz
Vocal 1º: cabo Leonardo Castillo
Vocal 2º: cabo Ángel Rufino

En ella se acordó también reunirse los domingos en las inmediaciones del Lazareto por no contar con local adecuado y considerar conveniente el no hacerlo en el cuartel. Como se ve no es más que el acta de constitución de la Junta. Más interesante es la segunda Acta, del 30 de diciembre, en ella tras dar lectura del acta anterior y a las circulares y cartas recibidas se tomaron los siguientes acuerdos:
1.- Nombrar una comisión que redacte el reglamento.
2.- Nombrar un delegado para comunicar a la junta de clases de tropa lo que sea conveniente decir y fijar concretamente el poder que se le concede y hasta donde puede hablar.
3.- Comunicar a las demás juntas de cabos que existe la constitución de esta y establecer relaciones con ellas. 4.- Juramento de que quien ascienda a sargento no diga nada.
Esta Junta, sin embargo apenas duró unos días, y a primeros de enero de 1918 ya estaba disuelta por orden del Ministro:

"Como con antelación fueron sorprendidos los cabos del Regimiento de Tenerife que trataban de constituirse en junta y fueron depuestos de empleo en su mayoría, cuya medida fue aprobada por V.E. en su telegrama de primero del actual, quedan disueltas tan peligrosas Juntas, pero no ceso, como previene V.E. en la más exquisita vigilancia"

La importancia histórica de las Juntas de cabos y soldados no deja de ser marginal, pero nos muestra como el movimiento iniciado por los oficiales en 1917 llegó a todos los niveles del Ejército.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Fernando Martín »

En todo este movimiento, casi sindical, ¿hubo alguna inspiración en los motines del ejército francés tras la fallida ofensiva Nivelle?.
a por ellos que son pocos y cobardes
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

Perdón por el retraso...

La respuesta es compleja. No se inspiraron ya que la génesis y posterior formación de las juntas, tanto de oficiales como de tropa, es anterior a los motines de septiembre de 1917.

Sin embargo, la revolución que acabó con los Romanov es de febrero (marzo) y el descontento en los ejércitos en guerra ya existía, por lo que evidentemente tuvo que influir.
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Re: Las Juntas de Defensa del Arma de Infantería (1917-1922)

Mensaje por Rafa.Rodrigo (kappo) »

FUENTES MANUSCRITAS :

Archivo Antonio Maura, Madrid.
Archivo del Congreso de los Diputados, Madrid.
Archivo General Militar, Segovia.
Archivo Histórico Nacional, Madrid.
Archivo Militar de Avila.
- Guerra Civil
Archivo Militar de Segovia.
Archivo Personal del Autor.
Servicio Histórico Militar, Madrid.
- África
- Documentos Colección Adicional
- Apendice a la Colección General de Documentos

FUENTES IMPRESAS :

Anuario Militar Español
ABC
Ejercito y Marina
El Debate
El Dia
El Diario
El Ejército Español
El Independiente
El Imparcial
El Liberal
El Pueblo Vasco
El Sol
España Nueva
Heraldo de Madrid
La Acción
La Correspondencia de España
La Correspondencia Militar
La Gaceta de Madrid
La Patria
La Tribuna
Memorial de Artillería
Memorial de Infantería
Memorial de Ingenieros
Paginas de Historia Militar

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