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El comienzo de la guerra Sioux de 1876, estuvo oficialmente señalado por la petición del Comisionado Federal Indio de que los Sioux fueran avisados de que debían cesar sus prácticas de merodeo, y establecerse definitivamente en una reserva. El 9 de noviembre de 1875 el Inspector para los asuntos Indios de los Estados Unidos, E.C. Watkins, presentó un informe a la Comisión de Asuntos Indios donde señaló:

Tengo a honra dirigirme a usted con relación a la actitud de ciertas bandas hostiles de indios Sioux en Dakota y Montana que he observado durante mi reciente recorrido por su país y a lo que considero debe ser la política del gobierno hacia estos. Me refiero a la banda de Toro Sentado y a otras bandas de la nación Sioux bajo jefes hostiles. Estos indios ocupan el centro y se proyectan sobre Dakota del Este y el este de Montana, incluyendo los ricos valles del Yellowstone y del Río Powder y están en guerra con los Arikaras, los Mandans, los Gros Ventres, los Assiniboins, los Pies Negros,  los Crow y otras tribus amigas ubicadas en el perímetro de esas áreas. Por su posición central incursionan en el este, el norte y el oeste, roban caballos y agreden a las tribus amigas así como a colonos e inmigrantes que carecen de la suficiente fuerza para resistirlos. La verdadera política, a mi juicio, es enviar tropas contra ellos en el invierno, cuanto antes mejor y lograr que sean subyugados. Esta gente merece ser castigada por su incesante actitud guerrera y los numerosos asesinatos de colonos blancos y sus familias o de cualquier hombre blanco que han encontrado desarmado”.

 

Dicho documento fue enviado al Departamento del Interior, el que a su vez lo puso en conocimiento del Secretario de la Guerra para su “consideración y acción”. El gobierno entonces olvidó el Tratado de Laramie de 1868, y el 3 de diciembre de 1875 ordenó a los Sioux evacuar el territorio y decretó un plazo perentorio (31 de enero de 1876), tras el cual aquellos que rehusaran retornar a las reservas serían considerados hostiles con todas las consecuencias que implicaba este término. El primero de febrero de 1876 el Secretario del Interior dirigió la siguiente comunicación al Secretario de la Guerra:

“El tiempo concedido a Toro Sentado para que regrese a una agencia ha caducado y el consejo recibido de la comisión india, ante el rechazo de Toro Sentado de cumplir con las directivas del comisionado, es que dichos indios pasen a ser responsabilidad del departamento de guerra, para las acciones que el ejército considere pertinentes bajo las circunstancias”.

Desarrollo del conflicto

   

 Grl. George Crook                                  Toro Sentado                                    Caballo Loco

El gobierno, decidió organizar una expedición militar para expulsar por la fuerza a los ahora “hostiles” del territorio que formalmente se les había reconocido apenas ocho años atrás. En febrero de 1876, se iniciaron los preparativos. Se preveía una campaña larga y extensa, habida cuenta de las dificultades del clima y la inmensidad del territorio que se debía recorrer. En una primera expedición punitiva, el general George Crook partió el primero de marzo de 1876 hacia los valles del Yellowstone y el Río Powder, con la misión específica de destruir la aldea del jefe Sioux Caballo Loco y otras bandas hostiles mencionadas por el Inspector Indio E. C. Watkins . Sin embargo la expedición debió abortar ante el terrible frío imperante y otros factores que forzaron el retorno de la tropa a Fort Laramie, quedando de hecho las acciones suspendidas. El Gobierno concluyó que era conveniente aguardar a la primavera y enviar una fuerza más numerosa para asegurar el éxito de la operación. El teniente general Phillip Sheridan, estratega de las campañas militares contra los indios, era partícipe de métodos violentos para forzar la reclusión de los indígenas en las reservas. Su principio básico era la aplicación de la guerra total y sin contemplaciones. Por instrucciones del Departamento de la Guerra procedió a diseñar un nuevo plan para capturar a los Sioux. En tal sentido adoptó una estrategia de pinzas, que consistió en la formación de tres columnas que marcharían en maniobra envolvente desde diferentes puntos y que debían converger entre el límite de Montana y Wyoming, donde supuestamente se encontraban las tribus hostiles.

Paralelamente a estos hechos. El coronel George Custer jefe del 7.º regimiento de caballería había sido convocado para testificar en Washington ante una comisión del Congreso norteamericano que investigaba irregularidades cometidas por el Secretario de Defensa del presidente Grant, que involucraba comisiones y negociados en la administración de agencias indias y las concesiones que servían al abastecimiento de los puestos militares en la frontera del oeste. En su intervención, Custer, que desarrolló una relación particular con los indios, mezcla de paternalismo y desprecio, abogó esta vez por los derechos de los Sioux y Cheyennes, denunció las duras condiciones en las reservas y hasta llegó a implicar al hermano del presidente en las irregularidades que se venían cometiendo. Por estas declaraciones, fue sancionado por el Presidente de los Estados Unidos.

Enterado de la organización de la expedición, Custer, cuyas ambiciones políticas de alcanzar la Casa Blanca eran más que evidentes, hizo lo posible e imposible para integrarse en ella. Al parecer consideraba que una campaña victoriosa contra los indios era vital para mantener su prestigio y catapultarlo hacia la presidencia. Un libro escrito por él, de gran éxito, “Mi vida en las praderas” había ayudado a promocionar su imagen, pero requería además la gloria que implicaba un triunfo militar contra aquellos considerados como los enemigos de la civilización. Sin embargo, el Presidente Ulisses Grant había dispuesto que Custer, al fin y al cabo sancionado, simplemente fuera marginado de la campaña. El impetuoso oficial tuvo que solicitar su inclusión a todos los niveles posibles. El 6 de mayo dirigió una carta al Presidente en los siguientes términos:

“He visto que sus órdenes, transmitidas a través del general del ejército disponen que no se me permita acompañar la expedición que pronto avanzará contra los indios hostiles. Como mi regimiento al completo forma parte de la  expedición y como yo soy el oficial de más alta graduación de dicho regimiento, respetuosamente, pero con la mayor brevedad, solicito que si bien no se me conceda el mando de la expedición, al menos se me permita servir con mi regimiento en el campo. Le pido a usted, como soldado, que me libre de la humillación de ver marchar a mi regimiento a encontrarse con el enemigo y que yo no pueda compartir sus peligros”.

Presiones de la prensa y la intervención de los generales Sheridan y Sherman, muy cercanos a Ulisses Grant, convencieron al Presidente para devolverle el mando del Séptimo de Caballería. Custer sin embargo sufrió un duro revés cuando se dispuso que la columna que partiría de Fort Lincoln fuera comandada por el brigadier general Alfred Terry. Grant había cedido, pero sólo hasta cierto punto; Custer se mantendría al frente de su regimiento, pero la expedición en su conjunto marcharía bajo la conducción de un oficial de mayor jerarquía.

           

Ulisses Grant                               Willian Tecumseh Sherman          Phillip Sheridan         

mayo de 1876 comenzó la campaña. La primera columna, compuesta por mil trescientos hombres al mando del brigadier general George Crook avanzó hacia el norte, desde el reconstruido Fort Fetterman  y  Fort Laramie en Wyoming. La segunda columna,  al mando del coronel  del 7.º de Infantería John Gibbon, veterano de la guerra contra México y los Seminolas incursionó por el este, desde el Fort Ellis en Montana. Gibbon contaba con 6 compañías del 7.º de Infantería, 4 compañías del 2.º de Caballería, 25 exploradores Crows y una batería Gattling. En total 401 hombres.  Por su parte el ejército del brigadier general Terry partió de Fort Lincoln, en el territorio de Dakota el 17 de mayo. Esta fuerza estaba integrada por tres compañías y media del 6.º de Infantería, dos compañías del 17.º de Infantería, una batería Gatling y el 7.º de Caballería con sus doce escuadrones y sus 35 exploradores Arikaras. Ciento cincuenta vagones; cabezas de ganado; y provisiones. En el camino fueron reforzados por una compañía del Sexto de Infantería y otro cañón Gatling. Esta fuerza sumaba en total, 40 guías Arikara, 45 oficiales, 968 soldados y 170 civiles, poco más de 1,200 hombres, de los cuales unos 700, incluidos 32 oficiales, pertenecían al Séptimo de Caballería. Esta era, en consecuencia, la más importante de las tres columnas. Mientras tanto, la prensa y diversos sectores de la población exigían expulsar a los indios a la fuerza para dar paso al avance del hombre blanco. El 17 de junio, en plena campaña, el diario  Tribune de Bismarck escribió:

El pueblo americano necesita las tierras que hoy ocupan los indios; mucha de nuestra gente esta desempleada; las masas necesitan nuevos desafíos. La guerra ha concluido... la depresión prevalece en cada mano. Una guerra india no hará daño, pues debe venir, tarde o temprano”.

La posición oficial del Gobierno sin embargo se presentaba diferente. El Presidente Grant declaró al Congreso que:

“Las presentes operaciones militares no se dirigen contra la nación Sioux, sino contra elementos hostiles de ella que desafían al Gobierno, y se realizan de conformidad a lo solicitado por la Comisión de Asuntos Indios. Ninguna de estas operaciones se efectúa dentro de o cerca a la reserva Sioux. El descubrimiento accidental de oro en la frontera occidental de la reserva Sioux y la intromisión de colonos dentro de esta no ha causado la guerra, sino que la ha complicado. Los jóvenes guerreros aman la guerra y frecuentemente escapan de sus agentes para ir de caza o a pelear, que es su único objetivo en la vida. La razón de esta expedición militar es por el interés del mayoritario sector pacífico de la nación Sioux, que comprende al menos nueve décimas partes del total y ninguno de estos indios pacíficos ha sido molestado por las autoridades militares”.

Al salir de Fort Lincoln, el Séptimo, fue dividido en dos alas, la derecha, bajo el mando del mayor Marcus A. Reno y la izquierda comandada por el capitán Frederick Benteen. El 7 de junio Terry alcanzó la confluencia de los ríos Powder y Yellowstone, de donde continuó al encuentro del coronel  Gibbon el día 9. El ala izquierda del Séptimo de Caballería, al mando de Reno y con un cañón Gatling de apoyo, realizó una misión de exploración por el río Powder, para continuar al río  Tongue y de ahí retornar. Al parecer Reno se excedió en las ordenes, pues continuó hasta el oeste de Rosebud Creek, donde finalmente descubrió el rastro indio, el cual siguió por cerca de 75 kilómetros antes de volver al Yellowstone. El 16 de junio la columna de Terry llegó al lugar donde se hallaba un cementerio Sioux, confirmación de que iban por el camino correcto. El 21 se encontró con la columna del coronel Gibbon.