Tras la Segunda Guerra Mundial en todo el mundo se inició un largo periodo de descolonización. Uno de los primeros estados en sacudirse el yugo colonial fue Indochina, que estaba en manos de los franceses desde finales del siglo XIX. El ejército francés fue vencido en la determinante batalla de Dien Bien Phu y fueron expulsados del territorio. A pesar de todo y tras los Acuerdos de Ginebra de 1954, Indochina se dividió en dos zonas de influencia. El norte, con capital en Hanoi se transformó en un régimen de corte socialista, mientras que el sur, con capital en Saigón, se convirtió en un estado capitalista apoyado por los Estados Unidos. 

La división del país en dos mitades no gustó a nadie, sobre todo a los políticos y militares del norte. La búsqueda de la unificación produjo un nuevo conflicto entre las dos zonas. El norte tenía un ejército y tradición militar más efectiva que el sur, por lo que poco a poco se fueron imponiendo. Al ver esta situación, y temiendo que el comunismo se expandiera por todo el Sudeste Asiático, los Estados Unidos decidieron intervenir. Primero en forma de asesores militares y recursos, y luego en forma de envío de tropas. Para el año 1965 ya había un buen contingente de soldados norteamericanos en Vietnam del Sur. La intervención estuvo justificada dentro del llamado “Efecto Dominó”, el cual se explica en base a que la caída de un país asiático en manos del comunismo produciría que otros países acabaran siendo estados socialistas. 

El por aquel entonces presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson, que había sido elegido para el cargo tras el asesinato de Kennedy en noviembre de 1962 y posteriormente ganó las elecciones, pidió ayuda a sus aliados para afrontar lo que sería una de las guerras más costosas y cruentas para la sociedad estadounidense. Una carta de ayuda llegó a manos del dictador y caudillo de España, Francisco Franco. España había sufrido a finales de la década de 1940 y hasta mediados de 1950 un aislamiento internacional, pero tras los acuerdos con Estados Unidos en 1953, Francisco Franco se había convertido en un aliado curioso para el “bloque capitalista”; debido a su acérrimo anticomunismo. En 1965, cuando llegó la carta del presidente Johnson, España comenzaba a relanzar su economía después de una dura posguerra. Podemos aquí destacar la ayuda militar que país peninsular recibió de parte de los Estados Unidos, ayuda traducida en el envío de abundante material militar moderno. Por aquella época (recordemos 1950) aún había viejos carros blindados T-26 y algún que otro Panzer IV de origen alemán. 

Imagen 1 - Soldados españoles en el nombrado Puente de España en el Mekong

Franco tardó un mes en contestar al mandatario estadounidense, y esta contestación no fue nada halagüeña para los amigos norteamericanos. El dictador español se negaba a enviar un contingente militar para ayudar a su socio. El motivo era que Estados Unidos tenía las de perder por introducirse en una guerra de guerrillas en una zona selvática, donde sería muy difícil combatir al enemigo. En palabras del caudillo “Mi experiencia militar y política me permite apreciar las grandes dificultades de la empresa en que os veis empeñados: la guerra de guerrillas en la selva ofrece ventajas a los elementos indígenas subversivos que con muy pocos efectivos pueden mantener en jaque a contingentes de tropas muy superiores; las más potentes armas pierden su eficacia ante la atomización de los objetivos; no existen puntos vitales que destruir para que la guerra termine; las comunicaciones se poseen en precario y su custodia exige cuantiosas fuerzas. Con las armas convencionales se hace muy difícil acabar con la subversión. La guerra en la jungla constituye una aventura sin límites”. Franco no solamente se contenta con responder negativamente a la carta, sino que halaba el carácter del líder norvietnamita Ho Chi Minh, al que considera un verdadero patriota y “el hombre que quizá Vietnam necesite en estas horas”. 

Realmente, el principal motivo por el que el ya curtido dictador español no quiere enviar tropas es su miedo a que con esta acción se critique su régimen y su imagen se vea deteriorada. Como bien es sabido por las nuevas investigaciones, el Régimen, con todo lo que conlleva el término era lo que había que defender a ultranza. Este reflejaba un modo de pensar, de política, de sociedad, de economía, etc. Sin embargo, Franco no va a negarse de forma rotunda a la proposición que le han hecho. Los americanos en los años 50, a parte de la ayuda militar, habían legitimado su gobierno a ojos de todo el mundo (entre otras cosas), por lo que siempre estuvo en deuda con ellos. Aunque tampoco es menos cierto, que Franco también había ayudado a los norteamericanos generosamente dejando colocar un determinado número de bases aéreas en España, algo que le ganó las críticas de personas dentro del propio ejército que veían que se estaba entregando territorio nacional a los extranjeros. 

Las fuentes estadounidenses pasan información básica al gobierno franquista, en estos datos se puede leer, que, en Vietnam del Sur, un país con 14 millones de habitantes, hay solamente 500 médicos. En este hecho ve Franco una oportunidad. La ayuda que daría España a la guerra que estaba desarrollándose en Vietnam en esos momentos sería de carácter sanitario. La misión española se formó con un pequeño grupo de médicos y esta se llevó a cabo oficialmente mediante la FWMAO (Free World Military Assistance Organization), organización que se encargaba del envío de contingentes militares en ayuda de Vietnam del Sur. El grupo al completo estaba formado por personal militar, que era el más adecuado para el lugar donde iban a viajar.

Imagen 2 - Miembros de la Misión Sanitaria Española formando en el  recinto del complejo hospitalario

En ese momento, otras naciones habían enviado ayuda médica a Vietnam del Sur. La RFA envío el navío hospital Helgoland, que originalmente fue un barco civil reconvertido para poder tener 50 camas y un personal de ocho médicos y 30 enfermeras; además estaba bajo la protección de la Cruz Roja. Más países que enviaron equipos médicos a la zona de conflicto fueron Italia, Reino Unido, Australia, Taiwán, Filipinas, Suiza, Irán, Corea del Sur y Nueva Zelanda. El equipo español era el número 44 de todos los participantes. El primer paso para montar la operación fue la orden comunicada el día 26 de abril de 1966 por parte del Teniente General Jefe del EM Central a los Capitanes Generales de las distintas Regiones Militares (Territorios africanos incluidos) solicitando personal de sanidad voluntario para una misión en Viet Nam del Sur en virtud de una decisión del gobierno de ayudar a esa república [1]. 

Este operativo tuvo por nombre Misión Sanitaria Española de ayuda a Vietnam del Sur. El pelotón enviado lo conformaban once sanitarios (siete enfermeros y cuatro médicos) y un intendente que haría la función de enlace con el ejército estadounidense. Todos eran pertenecientes al Ejército de Tierra. Una vez ultimados los preparativos, el día 6 de septiembre de 1966, a las 16:00 de la tarde, los doce primeros españoles de la misión cogieron un vuelo de la compañía Pan American desde el aeropuerto de Barajas hasta Saigón, donde llegaron el día 8 de septiembre después de realizar varias escaladas (Beirut, Karachi y Bangkok). Nada más llegar fueron recibidos por un suboficial yankee de origen hispano que les preguntó:
- ¿Cuántos sois?
- Doce
- Pues volveréis cinco o seis. Los Vietcong a los que primero disparan es a los médicos [2]

Realmente no fue un recibimiento nada agradable, pero la afirmación del norteamericano tampoco era una desmesura, la posibilidad de muerte era totalmente real. También fueron recibidos por el director del gabinete del Ministerio de Sanidad Dr. Nguyen Tan Loc. Una vez allí, estuvieron dos días en la capital para aclimatarse y se les proporcionó uniformes del ejército norteamericano, ya que venían con ropas y pasaporte de civil. Curiosamente se les permitió el llevar las insignias nacionales y podían vestir el uniforme español en tiempo de descanso, algo que hacían de forma recurrente para diferenciarse de los estadounidenses que no caían simpáticos por aquellos lugares. Después de esto fueron trasladados en helicóptero a su lugar de destino.

Imagen 3 - Militares españoles recibiendo una condecoración de manos  de un oficial del ejército survietnamita

Los españoles fueron enviados al anticuado y viejo hospital (databa de la época francesa) de la ciudad de Gò-Công, una localidad que llegaba a los 30.000 habitantes, otras fuentes hablan de 60.000 habitantes, es decir el doble. Geográficamente estaba en el delta del río Mekong. Asimismo, la urbe se encontraba a 45 kilómetros de la capital survietnamita, por lo que estaban relativamente cerca del centro neurálgico del gobierno y de los estadounidenses, y también a 7 kilómetros de la playa del Mar de China. Sin embargo, Gò-Công estaba cerca de la famosa ruta Ho Chi Minh en la que los vietnamitas del norte trasladaban tropas y material, por lo que normalmente debían de ser trasladados en helicóptero por el peligro que conllevaban las rutas terrestres hasta la ciudad. 

Económicamente la región destacaba por su sector agrícola Este estaba dedicado al cultivo del arroz, cereal básico para muchas de las culturas asiáticas. El arroz se desarrollaba muy bien por ser la zona un lugar fértil, regado con las lluvias y las crecidas del Mekong. Por otro lado, también se cultivaban otros productos tales como el tabaco, el café, la caña de azúcar o el té, aunque debido al subdesarrollo de muchas de las zonas del país asiático, el hambre y la pobreza siempre estaban presentes. 

El lugar de alojamiento para los expedicionarios era una antigua mansión colonial francesa a dos kilómetros del hospital. Allí estaban contratadas por el ejército estadounidense varias mujeres de la zona que se encargaban del mantenimiento de la misma; esto es de la limpieza y de la cocina. El estar lejos de la patria hace que se añoren sus costumbres, es por esto por lo que los médicos intentaron en la medida de lo posible «españolizar» la mansión. En primer lugar, en el patio, siempre ondeaba la bandera nacional y dentro de la misma podía escucharse música española. El tiempo de descanso era utilizado en juegos de mesa, practicar algún deporte y la lectura, esta última de algún libro o revista, porque la prensa de España no llegaba a esas latitudes. 

La misión española era muy pequeña para el número de personas que iban a tener que atender, además hay testimonios de que había carencia de ciertos suministros, incluso en alguna ocasión se tuvieron que traer desde España, aunque esto estaba a cargo de las autoridades americanas. Acercándonos un poco más a la expedición española, los integrantes eran primeramente voluntarios. La integración jerárquica fue de seis oficiales y seis suboficiales. Entre los oficiales había un comandante, tres capitanes y un teniente. Mientras que los suboficiales eran dos subtenientes y cuatro brigadas (al final se añadirán más datos sobre los integrantes de la primera tanda de sanitarios). Esta primera rotación tuvo una duración mayor al año. Algunos de los que fueron relevados en esta primera toma de contacto luego repitieron en las siguientes misiones, incluso hubo algún integrante que estuvo en los tres relevos que se hicieron a lo largo de la operación. 

Asimismo, el centro sanitario contaba con 150 camas, lo que era un número muy bajo. Para “aumentar” este número se utilizó una artimaña muy útil. Las camas estaban donadas por los norteamericanos, y eran muy grandes, pero los vietnamitas eran muy pequeños, por lo que en cada cama se metían dos hospitalizados; si estos eran niños cabían tres y hasta cuatro. Estaba estructurado en pabellones independientes dedicados a cada una de las tareas: quirófano, sala de curas, salas de pediatría y medicina general. No disponían de agua corriente ni de luz eléctrica. Los médicos españoles se encargaban de las urgencias, de las operaciones y en definitiva de la primera toma de contacto con el paciente. A su cargo había un grupo de enfermeras vietnamitas que se encargaban de hacer los cuidados, y, por último, la alimentación estaba a cargo de los familiares de los pacientes, que normalmente, si venían de un lugar lejano también había que hospedarlos. Cuando llegaron a este modesto hospital estaba dirigido por el médico vietnamita Dr. Bac Si Dinh-Bahao que, además estaba especializado en el aérea de Tocoginecología. Cuando era necesario, que era más de una vez, realizaba las funciones de cirugía general y ayudaba a los españoles.

Si por algo fueron conocidos los médicos españoles en aquella zona de Vietnam fue porque no realizaron distinciones de bando cuando se trataba a los pacientes, aunque el grupo tenía el objetivo principal de solo tratar a personal civil, pero el devenir de la guerra hizo que se impusiera otra realidad. Una de las acciones que hacían los españoles era el recorrer aldeas cercanas a Gò-Công, estas aldeas eran: Hoa-Binh, Bin Thang, Hoa-Lao y Hoa-Dong. Al principio es cierto que había un gran riesgo, pues las gentes de la localidad (muchos de ellos simpatizantes del Vietcong) no conocían a los nuevos médicos. Las rutas hasta las aldeas estaban flanqueadas por exuberante vegetación y campos de arroz. En estos lugares siempre había francotiradores enemigos esperando a sus víctimas, por lo que, para contrarrestarlos, el camino se hacía a gran velocidad. Igualmente, se podía tener la mala fortuna de pasar por encima de una mina, aunque para la suerte de los sanitarios españoles esto nunca ocurrió. 

En estas aldeas se realizaban curas y tratamientos preventivos (pequeñas campañas de vacunación) contra algunas enfermedades. Antes de entrar en la localidad, los habitantes de esta avisaban de la llegada de los médicos por megafonía. Las conversaciones se realizaban en francés o mediante un intérprete. Gracias a su gran trabajo con todas estas gentes, muy pronto los miembros de la guerrilla comunista dejaron tranquilos a los sanitarios españoles, es más se ganaron su aprecio por tratar a sus compatriotas. La misión española trató tanto a campesinos, guerrilleros y por supuestos soldados estadounidenses llegado el momento. El Capitán Médico y experto en medicina general Francisco Faúndez Rodríguez, que estuvo presente en el primer reemplazo, dio testimonio sobre una de estas visitas “no teníamos miedo porque no valorábamos el peligro real que corríamos. A 40 grados con un 90% de humedad los objetos no se perciben igual, las situaciones no parecen las mismas” [3]

El cariño demostrado por los vietnamitas fue tal que llegaron a bautizar un puente que cruzaba uno de los brazos el Mekong con el nombre de Puente de España. Como se puede ver el trato entre españoles y habitantes fue más allá de lo cordial. Otros contingentes médicos enviados a Vietnam por otros países no pudieron decir lo mismo y sufrieron bajas en el personal sanitario. Los estadounidenses no veían con buenos ojos que los médicos españoles atendieran a personas que les estaba creando tantos problemas en el terreno militar, pero lo cierto es que los yankees nunca impusieron sus condiciones a los hispanos y les dejaron hacer su trabajo a gusto. 

Entrando más específicamente en las enfermedades que trataban el personal español se encontraban las fiebres tifoideas, disentería, paludismo, tuberculosis (estas dos últimas muy frecuentes en la España de la década de 1940 y 1950) e incluso algún caso de lepra. El horario de trabajo era de 8:00 de la mañana a 18:00 de la tarde, se disponía de dos horas independientes para comer y descansar. El domingo era único día libre que los sanitarios españoles tenían. Uno de los integrantes de la misión, el ya retirado general Antonio Velázquez reconoce que entre los españoles había muy poca preparación especial (a parte de lo ya aprendido en sus años en la Península Ibérica) para lo que se enfrentaron en aquellas tierras tan lejanas. El grupo de médicos y enfermeros tuvieron que esforzarse al máximo para aprender lo más rápidamente posible las formas de tratar enfermedades que no existían en territorio peninsular y que allí eran endémicas. El general Velázquez también recuerda que se les repartió un decálogo del buen oficial médico y sobre los usos y costumbres de la zona. 

Continuando con Antonio Velázquez, por aquel entonces un joven teniente, estuvo destinado al aérea de pediatría del hospital. Según cuenta, la peor enfermedad que afectaba a los niños era el paludismo cerebral producido por el protozoo Plasmodium Falciparum, que dejaba en coma al paciente después de un determinado periodo de tiempo; coma del que no se les podía sacar y al final fallecían. En sus propias palabras: “yo llegaba a la consulta y elegía a los más graves de los 60 chiquillos que podían estar esperando y de los que todos los días se me morían tres o más” [4]. Otro de los problemas graves de esta zona eran los niños que llegaban directamente de las aldeas cercanas. Antes de que los sanitarios españoles les hicieran una revisión, en sus localidades, las familias recurrían a los curanderos. Al ser los casos de diarrea muy frecuentes se les introducía a los jóvenes “bolas de opio”. Estas cortaban la diarrea, pero les provocaba una parálisis intestinal que los llevaba a la muerte. 

Imagen 4 - Mapa, provincia de Go-Cong

 

El punto de inflexión de la guerra de Vietnam llegó a finales de 1968, cuando se produjo la Ofensiva del Tet (año nuevo vietnamita). Los norvietnamitas apoyados por el Vietcong atacaron numerosos puntos de todo Vietnam del Sur. Aquel enero de 1969, los norteamericanos tuvieron que combatir duramente en muchos lugares, a destacar la ciudad de Huê en donde se llevó a cabo una lucha de casa por casa. Durante la ofensiva, los guerrilleros comunistas incluso atacaron la embajada norteamericana en Saigón, lo que produjo un duro golpe moral, ya que la embajada era considerada territorio estadounidense. Los españoles no se vieron envueltos en los combates directamente, aparte de que la explosión de unas granadas rompió los cristales del edificio donde se alojaban y un proyectil de mortero que hirió a uno de los componentes de la misión [5], matando a su vez a dos soldados survietnamitas que estaban de escolta [6]. Durante aquellas jornadas, la misión española no dio abasto por todos los heridos que se habían producido.

La Ofensiva del Tet fracasó militarmente para los norvietnamitas, pero concienció a la sociedad estadounidense de que aquella guerra debía terminar. Al no ser una guerra declarada, no había censura estrictamente militar, por lo tanto, muchas imágenes llegaron al público. En esas fechas llegó Richard Nixon a la Casa Blanca, este no dudó en ir retirando tropas de Vietnam de manera gradual. Corría el año 1971, por Vietnam ya habían pasado tres rondas de médicos, que en total sumaban medio centenar de sanitarios, aunque también se ha dado la cifra de una treintena. En septiembre de ese mismo año, y viendo que los estadounidenses ya estaban abandonando la zona, España ordenó replegar a su pequeño contingente y devolverlo a suelo nacional. Los médicos españoles saldrían para España en octubre. 

Los españoles que fueron a Vietnam fueron condecorados allí por las autoridades locales y también a su vuelta a España. En su país de origen fueron condecorados con la Cruz del Mérito Militar con distintivo Rojo, que es uno de los máximos reconocimientos a los participantes en acciones de guerra. La misión española en Vietnam ha sido desconocida hasta estas últimas décadas cuando se ha escrito algún que otro artículo sobre el tema, la gran mayoría de sus autores provienen del ejército español. Fue una acción que se llevó más que en secreto, con mucha discreción por parte de las autoridades españolas. En los últimos años se ha exagerado esta cuestión y realmente no fue tan secreta como se ha dicho. 

En los periódicos y diarios nacionales de entonces aparecieron noticias que es verdad que no fueron publicitadas por el régimen. Durante los tres años de permanencia en el país asiático, las noticias fueron paulatinamente algo más abultadas como lo demuestran las crónicas que Luis María Ansón mandaba al diario ABC desde la zona [7]. Por otra parte, el embajador español en Tailandia, Máximo Cajal, intentando ser lo más confidencial posible intentó obligar a los médicos españoles el vestirse como civiles para no levantar sospechas o comentarios desafortunados. Sin ir más lejos el día 31 de diciembre del mismo año en que partieron (1966) se publicada una pequeña nota de prensa en el ABC del periodista García Granado, en la que se podía leer “(…) lo mismo están catorce que veinticuatro horas al día, como solían decir, para eso estamos”. 

Los médicos que conformaron las tres tandas de la Misión Sanitaria Española de ayuda a Vietnam del Sur aprendieron mucho de esta experiencia. El aprendizaje se dio tanto en temas sanitarios como militares. Los médicos españoles tuvieron la oportunidad de colaborar con los médicos estadounidenses que tenían la sanidad militar más avanzada del mundo. Igualmente aprendieron que su profesión era mejor considerada e independiente de lo que ellos pensaban, de este hecho tenemos el testimonio del enfermero y ayudante de cirugía Ramón Gutiérrez de Terán “yo entré en un primer momento como ayudante de uno de los doctores de la Asociación Médica Americana, y recuerdo su profesionalidad y excelente trato, de auténticos compañeros, algo que no ocurría entre los españoles”. 

También hubo oportunidad de ver como estos trabajaban con los helicópteros para la evacuación de heridos, los actuales MEDEVAC que hoy día España utiliza a diario y también en misiones internacionales. Los helicópteros fueron usados intensamente por los norteamericanos en Vietnam, realizaron más de 370.000 evacuaciones entre 1965 y 1969, dos enfermeros españoles pudieron participar en una de estas misiones. Como epílogo; tras su vuelta a Madrid ninguna autoridad ni civil ni militar les esperaba, al bajar por las escalerillas del avión solo vieron a sus familias, que seguro que fue el mejor recibimiento posible tras su interesante y peligrosa aventura en tierras asiáticas. Sin embargo, uno de ellos comentaría “los militares somos muy tontos, no queremos dinero ni honores, solo queremos que se nos reconozca la labor que desempeñamos” [8].

Por último y para finalizar, esta aventura fue la primera misión sanitaria española en el extranjero y fue sin duda un bonito gesto humanitario por parte de España, que como hemos visto se ganó hasta el respeto de sus enemigos ideológicos. Curiosamente, la ciudad de Gò-Công (actualmente de 107.000 habitantes) ha quedado ligada a los españoles, pues a finales del siglo XIX, soldados españoles también estuvieron aquí destinados durante la extravagante guerra en la entonces llamada Cochinchina, guerra que iniciamos en ayuda de Francia, que como todos sabemos, luego se quedó con el “pastel”. 

Notas: 
[1] Sierra, Francisco. La sanidad militar española en Viet Nam. Madrid, Boletín Informativo de Sanidad Militar, 2013, p. 21
[2] Ibidem, 2016. 
[3] Ibidem, 2016, p. 23
[4] Ibidem, 2016, p. 22
[5] Según Francisco Sierra, después de este episodio, un jeep con miembros del Vietcong paró delante de los médicos españoles para disculparse por el incidente. 
[6] Ibidem, 2016, p. 23
[7] Ibidem, 2016, p. 21
[8] Gutiérrez, J. Carlos. Enfermeros españoles en la Guerra de Vietnam. Zaragoza, Ilustre Colegio Oficial de Enfermería en Zaragoza, 2016, p. 20

Bibliografía consultada: 
Criado Gutiérrez, J. Carlos (2016): 50 años de la participación española en la Guerra de Vietnam, en Cuerpos y armas n.º 133, Academia Militar General, Zaragoza, Pg. 65-72. 
- “Enfermeros españoles en la Guerra de Vietnam”, en Noticias de Enfermería n.º 108, Ilustre Colegio Oficial de Enfermería en Zaragoza, Pg. 16-20.
Martín Sierra, Francisco (2013): “La sanidad militar española en Viet Nam”, en Boletín Informativo de Sanidad Militar n.º 16, Ministerio de Defensa, Madrid, Pg. 19-23. 
Martell Freire, Gema (2016): 50 aniversario de la participación de la sanidad militar española en Vietnam, en Enfermería Gaditana, Revista digital del Excmo. Colegio de Enfermería de Cádiz, disponible en: https://enfermeriagaditana.coecadiz.com ... n-vietnam/
Villarejo, Esteban (2015): «Confidencial»: los militares que Franco envió a la guerra de Vietnam, Periódico ABC, sección de Historia Militar, disponible en: https://www.abc.es/historia-militar/201 ... 41945.html
Docufilia – “Go Cong. La guerra secreta de los españoles”, 22 de diciembre de 2014. Visible en: https://youtu.be/NRy19afM9R0

Anexo 1 – Componentes de la primera expedición (Nombre, rango y oficio)
Argimiro García Granados (comandante médico, radiólogo y jefe de la Misión Sanitaria) 
José Linares Fernández (capitán médico, cirujano) 
Luciano Rodríguez González (capitán médico, medicina general) 
Francisco Faúndez Rodríguez (capitán médico, medicina general) 
Manuel Vázquez Labourdette (capitán de intendencia, oficial que ejerció de administrador y enlace con el Ejército norteamericano) 
Manuel García Matías (teniente practicante, laboratorio).
Francisco Pérez Pérez (subteniente, anestesista) 
José Bravo López- Baños (subteniente practicante) 
Joaquín Baz Sánchez (brigada, reanimación y pediatría)
Juan Pérez Gómez (brigada, ayudante consultas externas) 
Juan Outón Barahona (brigada, ayudante de cirugía) 
Ramón Gutiérrez de Téran Suárez- Guanes (brigada, ayudante de cirugía,)

Por Ismael López Domínguez Codirector y miembro fundador de Archivos de la Historia.

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