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Trirreme romano (G. Rava). Está representado con un corvus, siendo bastante improbable que los trirremes fueran dotados de uno ya que afectaría demasiado al delicado balance de pesos de la trirreme y además el abordaje no era la misión principal del trirreme. Lo que sí podría llevar es alguna pieza de artillería ligera como la que se muestra.

 

2.1.3. Trirremes.

 


El trirreme (triremis), al parecer inventado en Sidón o en Corinto, marcó una época viniendo a sustituir a la pentecóntera como navío de combate de las principales armadas mediterráneas, durante los siglos VI a IV a.C. Se trata de la galera clásica antigua, una galera en la que cada hilera tienes 3 remos, cada uno de ellos remados por un único remero.

 

La configuración clásica del trirreme es la de 170 remeros distribuidos en 3 órdenes: 54 talamitas (remeros del orden inferior), 54 zigitas (remeros del orden intermedio) y 62 tranitas (remeros del orden superior). A los remeros se añadían 4-5 oficiales, hasta 16 marineros y hasta 40 “infantes de marina”, aunque normalmente se conformarían con la mitad. Dependiendo de su función podría darse en versión afracta (abierta) o catafracta (con cubierta).
Un trirreme rondaba los 36 metros y su peso rondaría las 46 toneladas. Su velocidad era en principio mayor que la de los birremes como la liburna. Si acaso los modelos más veloces podían aspirar a competir con las versiones más pesadas de las trirremes, y tal vez ni eso. Pero en general podemos asumir que un trirreme en buenas condiciones era capaz de dar caza a cualquier de nave inferior rango y de escapar de aquellas superiores.

No tenemos evidencia de cuando empezaron a usar los romanos el trirreme, pero es de suponer que en algún momento de los siglos IV o III. Se ha aventurado como fecha la del 311 a.C. que es cuando se crea en Roma el cargo de los “duoviri” navales, ante la necesidad de organizar mejor lo que debía ser una creciente escuadra ante las cada vez mayores necesidades navales debido a una creciente línea de costa.

 

 

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Al estallido de las guerras púnicas (264 a.C.), debía de ser la galera de mayor enjundía con la que contaba Roma. No se podía afrontar una guerra contra una potencia naval como Cártago sólo con trirremes, pero no por ello había que dejarlas totalmente del lado. Así en el programa de armamento naval de emergencia romano de cara a a enfrentarse con Cartago se incluyeron 20 nuevas trirremes como refuerzo de los 100 quinquerremes. Y de nuevo, de cara a la guerra “siria” (192 a.C.) que se preveía con Antíoco, se ordenaron otras 20 (sobre un total de 50 galeras).

 

Además de los trirremes propiamente romanos, hay que tener en cuenta que los romanos demandaron naves (y tripulaciones) de sus aliados: los socii navales. Probablemente entre las naves propias que pudieron aportar habría un buen puñado de trirremes, ya que las principales ciudades costeras solían contar con algunos de ellos aunque sólo fuera para labores anti-piratería.

Los primeros trirremes romanos tal vez fueran parecidos al modelo griego clásico, pero en la época de las guerras púnicas el trirreme habría evolucionado hacia un modelo catafracto más pesado y protegido. Aunque más pesado, el trirreme seguía siendo una nave ligera para lo que era la época cuya utilidad residía en su velocidad y agilidad. Es probable que los trirremes pesados portaran alguna pieza de artillería pero en principio no era muy conveniente sobrecargarlos. Es improbable que fueran equipados con torres, salvo tal vez alguna desmontable de las diseñadas por Agripa si era lo suficientemente ligera. 

 

Ocasionalmente también se podían adaptar como transportes, incluso de caballos. Así en la escuadra romana reunida en el 256, iban 20 trirremes alistadas como transportes de caballos.

En los combates entre grandes escuadras, el trirreme estaría normalmente relegado a funciones auxiliares de exploración y persecución, dejando el peso de la batalla a los polirremes. Al tratarse del navío más rápido de la flota, tendrían un papel destacado dentro de las fuerzas de exploración, sobre todo como parte de la pantalla que debía evitar la aproximación de naves de reconocimiento enemigas. 

 

Aunque las grandes batallas ya no se decidieran con ataques ágiles con espolón, eso no quiere decir que a los trirremes no les surgieran oportunidades para lanzarse al ataque -aunque sólo fuera contra los remos de las naves rivales-; eso sí tratando de evitar enzarzarse en un combate de abordaje y/o de proyectiles con los polirremes.

 

Durante los combates navales en torno a Marsella (49 a.C.) entre pompeyanos y cesarianos, se nos narra como dos trirremes massaliotas estuvieron a punto a embestir la nave insignia del cesariano Decimo Bruto (al parecer un hexarreme), que se salvo por los pelos con una maniobra en el último momento.

A pesar de lo comentado anteriormente, podían darse situaciones en que no hubiera mas remedio o se considerara mas eficiente formar una escuadrilla en base a los trirremes. Así tenemos el caso de una lucha ante Gadir en el 206 a.C: los romanos (Cayo Lelio) contaban con 7 trirremes y un quinquerreme y los cartagineses (Adherbal) con 8 trirremes y un único quinquerreme. Se entiende que los dos “cincos” serían los respectivos buques insignia de cada bando; y el peso de la acción quedaría en manos de los trirremes de ambos bandos.

 

Asimismo los trirremes serían habituales en tareas de escolta y patrullaje de las rutas comerciales.

Aunque no fuera adoptado por los romanos, hubo otro otro tipo de “trieres” en el mundo mediterráneo denominado trihemolia. La trihemolia fue muy popular entre armadas como la rodia, que en ocasiones estuvieron aliados con Roma, ya que tenía casi el mismo rendimiento que un trirreme pero exigía menos tripulación (y por ende era más barata de operar). En la trihemolia los remeros se reducían a 120 y se aprovechaba mejor el espacio reduciendo a la mitad los remos de uno de los tres niveles, en concreto el inferior. Asi pués los remeros inferiores se situaban en la parte central, donde el casco es de cualquier forma más ancho, pero al no tener que acoger remeros a todo lo largo se podía conseguir un casco más afinado.

 




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Reconstrucción del sistema de remado de un trirreme (Coates). A la derecha el “tradicional” griego haciendo uso de una estructura denominada “parexeiresía” para apoyar el 3er nivel de remos. A la izquierda, un sistema simplificado, sin necesidad de usar parexeiresia, que se atribuye a los trirremes púnicos, a partir de mediados del siglo IV.


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Reconstrucción de dos trirremes romanos, uno temprano “de estilo clásico griego” y el otro más protegido del siglo II a.C. (M. Pitassi).


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Trirreme romano (G. Rava). Aquí vemos un trirreme catafracto en acción durante la campaña de Pompeyo contra los piratas. Da la impresión de que faltan remos hasta los supuestos 85 por amura y probablemente la estructura para proyectar los remos debería dejar hueco para la ventilación.


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Trihemolia (J. Coates)


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Tácticas para combate con espolón. Aunque los trirremes se tuvieron que adaptar al nuevo campo de batalla; las tácticas clásicas se debían seguir teniendo presentes y eran aplicables a cualquier nave equipada con espolón.
La 1ª (periplous) y la 4ª (diekplous) son mas bien tácticas de escuadra, con el objetivo de situarse a proa de las naves enemigas. En la 1ª mientras una parte de la escuadra fija a la rival se envían naves por el flanco a rodear al enemigo; mientras que en la 4ª una escuadra trata de penetrar por un hueco en la línea de batalla enemiga. 
La 2ª y la 3ª son formas de ataque individual. La 2ª es un ataque contra los remos del rival; y en la 3ª se ha ganado el flanco de la nave enemiga y se procede a atacarla (en ángulo) con el espolón para perforar el caso.