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Probablemente una de las batallas más conocidas de la historia de España sea la derrota sufrida frente a la ciudad de Rocroi en 1643 por los tercios españoles a manos de un ejército francés al mando del futuro príncipe de Condé. 

 

Si bien es cierto que fue una derrota importante no lo es tanto que fuese el inicio del ocaso de las tropas españolas en Europa, más bien debemos de entenderla como fundamentalmente una victoria propagandística. Ese mismo año accedía al trono de Francia Luis XIV y ¿Qué mejor forma de comenzar un reinado que derrotando a los invencibles tercios? Es por ello que pese a ser una derrota importante la batalla con el paso de los siglos se ha convertido más en un mito propagandístico que en una derrota aplastante. 

 

La última gran victoria española sobre los franceses se produjo en Valenciennes en 1656, estando a punto su rey de firmar la paz con España. Desgraciadamente la guerra continuó hasta la paz de los Pirineos de 1659. 

 

Veamos qué es lo que sucedió realmente: 

 

La famosa batalla de Rocroi tuvo lugar el 19 de mayo de 1643, y desde entonces se toma esta fecha como final definitivo de la hegemonia española en Europa por ser la primera derrota de los Tercios de Flandes. No fue exactamente así. Los tercios ya habían sufrido antes reveses y tras esta fecha aún ganarían batallas a franceses y holandeses. Pero sí es cierto que se trató de la confirmación definitiva de lo exhausto que estaba el imperio y sistema español. 

 

Por no extendernos mucho hablando del estado de las tropas, nos limitaremos a señalar que el capitán general Francisco de Melo, mal mirado en la corte por ser 'hechura' del caído en desgracia Conde-Duque de Olivares (y además, ser portugués) concibió la idea de atacar a Francia por el norte para aliviar la presión sobre el frente de Cataluña. El año anterior, de hecho, sus fuerzas habían infligido un importante revés a los franceses en Honnecourt. Siguiendo las operaciones, sus fuerzas pusieron sitio a la plaza de Rocroi. Los franceses mandaron un ejército de socorro al frente del duque de Enghien, Luis de Borbón (...), de 21 años y sin apenas experiencia. 

 

La experiencia de Melo, sin embargo, no le evita cometer un error fundamental: No bloquea un desfiladero próximo a la ciudad, lo que permite a los franceses llegar frente a sus fuerzas y tomar posiciones para una batalla a campo abierto. Quizá estuviera confiado por su anterior victoria y el hecho de que cerca de allí estuviera un ejército imperial aliado, el del Barón de Beck, que sin embargo no llegó a tiempo a la batalla. 

 

Las fuerzas en conflicto eran similares: unos 20.000 hombres por bando, consiguiendo los españoles bloquear en un primer momento el socorro a la plaza. En el transcurso de las operaciones, la caballería francesa deja desguarecido el flanco izquierdo francés, pero Melo no aprovecha el momento para pasar al ataque. 

 

El 19 de mayo, los ejércitos forman en orden de batalla. Por parte española, los tercios españoles ocupan la primera línea: su sentido del honor no hubiera aceptado otra cosa y por tanto se aceptaba, tanto por ser tropas de élite como porque haberlos destinado a otras funciones en el frente hubiera dado lugar a conflictos. Reparemos en que las ordenanzas establecían castigos para quien se saltase el orden de batalla por ocupar una posición principal o más expuesta dada la frecuencia con que oficiales y soldados lo hacían. 

 

Los tercios españoles eran los de Velandia, Castellví, Garcíes, Mercader (ex -Alburquerque) y Villalba. El nombre respondía al del maestre de campo correspondiente. En posiciones menos expuestas estaban los tres tercios italianos junto con uno borgoñón. Los tercios valones y alemanes formaban en la reserva. El ala izquierda de la caballería imperial estaba mandada por el Duque de Alburquerque y estaba integrada por flamencos, y el ala derecha por el Conde de Isemburg, con escuadrones alsacianos. La artillería la mandaba Don Alvaro de Melo y estaba repartida por el frente. Los franceses también habían colocado la caballería en las alas, pero habían introducido entre ellas formaciones de mosqueteros, a la manera sueca.  

 

Melo había intentado un ardid: enviar a quinientos mosqueteros a ocupar una arboleda cercana, para obstaculizar el despliegue de la caballería francesa. Sin embargo, los franceses lo advierten y los rechazan. 

 

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La primera acción correspondió a la caballería francesa, que fue rechazada por los flamencos de Alburquerque, pero que consiguieron rehacerse protegidos por sus mosqueteros. Una segunda carga es perseguida por los flamencos, pero deben retroceder a causa de los mosqueteros de la caballería y los que ahora ocupan el bosque. En el ala derecha, la caballería de La Ferte ataca sin la orden de Enghien y son rechazados por los alsacianos de Isemburg. Estos llegan a las posiciones francesas y desbaratan su artillería pero en vez de continuar la carga, se dedican al saqueo. La infantaría española no aprovecha el desbarajuste francés para atacar. Ni Melo ni su adjunto, La Fontaine, hacen nada. 

 

En la derecha, la reorganizada caballería francesa se lanza contra los tercios de Villalba y Velandia. El combate es terrible y ambos mueren en la acción, junto al jefe francés La Fontaine. FInalmente, los franceses son también rechazados, pero su caballería consigue una vez más reorganizarse al amparo de sus mosqueteros. 

 

En aquel momento Enghien cambia de estrategia y la batalla se decide: los restos de la caballería francesa, reorganizados, se lanzan contra los alemanes y valones de reserva. Los derrotan y ponen en fuga. De retorno, atacan por la retaguardia a la caballería alsaciana de Isemburg, que también recibe otra vez la carga de los reorganizados jinetes de la otra ala francesa. Los alsacianos son destrozados y la caballería flamenca, diezmada, no puede prestar una ayuda efectiva. Ya sólo quedan en el campo los tercios españoles e italianos. 

 

Se dice que Melo dio a los italianos la orden de retirarse y a los españoles la de cubrirles, pero el caso es que aquellos estarían molestos por no haber ocupado la primera línea y abandonan el campo rápidamente. No menos velozmente los franceses rodean a los españoles y les ponen sitio con artillería tal y como harían con una fortaleza. Los españoles, sin esperanzas de socorro, ya que el duque de Beck ha recogido a los fugitivos, pero no puede acercarse, forman un frente de picas y resisten a tres asaltos y al fuego incesante de la artillería. En un frente cada vez más estrecho los soldados, muchos de ellos casi ancianos, exhaustos y cada vez con menos munición, se van agrupando en torno al último tercio, el de Mercader, mandado por un tambor mayor. 

 

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A las dos horas Enghien, admirado por la determinación mostrada, ofrece la capitulación en los mismos términos que si se tratase de una fortaleza. Finalmente, los supervivientes capitulan a condición de que se respeten sus vidas y se les de derecho de paso hasta Fuenterrabía. Las bajas se estiman sobre los dos mil quinientos muertos franceses y cuatro mil muertos y dos mil quinientos prisioneros imperiales sobre veinte mil soldados. La mayoría, españoles. 

 

¿Razones de la victoria o derrota? Por parte española-imperial puede pensarse en el error de Melo al no impedir el despliegue francés y la falta de iniciativa ante la ventaja inicial. Por parte francesa, destacar la eficacia de la caballería, que consiguió reorganziarse varias veces tras ser rechazada.

FORO DE DISCUSIÓN:

http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=45&t=3382&p=52354&hilit=rocroi#p52354