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Este mes de septiembre de 2007 se cumplen los 70 años de una batalla desconocida. Desconocida por haber sido tratada de manera marginal, como su carácter geográfico. De hecho, nunca ha sido denominada de este modo. Probablemente sea ese carácter excéntrico de su localización geográfica el motivo de su olvido, pero merece ser rescatada de el. Primero por los muertos de uno y otro bando que cayeron defendiendo sus ideas, pero es que además tiene méritos propios para ser recordada. Las fuerzas empleadas y las bajas causadas por ambos fueron importantes, tanto cuantitativa como cualitativamente. Y es una de las escasas batallas en la que la Republica gana terreno y además lo conserva. Responde al patrón clásico de las ofensivas republicanas: éxito inicial, bolsas nacionales aisladas a retaguardia que frenan a los atacantes y contraataque nacional. Al igual que en las demás batallas ofensivas, la falta de madurez operacional, les impide olvidarse de las bolsas y explotar el éxito. De haberlo hecho, es muy posible que al menos Sabiñanigo hubiese caído en sus manos. La diferencia con otras es que esta vez el contraataque nacional apenas recupera el terreno perdido a pesar de usar tropas de élite. Y por último, le especificidad del terreno montañoso dónde se desarrolla es suficiente mérito para ser tratada.

LOS ANTECEDENTES

Golpe de estado y fijación del frente (hasta junio del 37)

Al amanecer del 19 de julio de 1936, la única fuerza militar en la Jacetania, el Regimiento de Infantería Galicia nº 19, se dispone a unirse al alzamiento desde su acuartelamiento en las afueras. Son pocos, menos de 400, gran parte del personal se encuentra de permiso estival. Una patrulla de 15 hombres al mando del comandante de la Vega sale desfilando a las 6 de la mañana y se dirige al centro a declarar el estado de guerra. De saber lo que les esperaba hubieran adoptado otro despliegue.

Desde la tarde anterior, a consecuencia de los rumores de alzamiento, las fuerzas de izquierda se movilizan. El jefe de Carabineros, fiel a la República, concentra sus dispersas fuerzas en Jaca y por la noche reparte mas de 60 fusiles entre los civiles de izquierda. Entre los líderes de estos destaca Antonio Beltrán “el Esquinazau”, quien dos años después mandara la 43 División del EPR, “la Heroica” de la bolsa de Bielsa. Estas fuerzas se emboscan en los accesos a Jaca desde la carretera de Pamplona.

Mientras tanto, la patrulla del comandante de la Vega inicia la subida hacia a Jaca por la carretera de Pamplona. Al llegar a la altura de la fábrica de harina, donde hoy esta el monumento a los caídos, es detenida en seco por una descarga cerrada de fusilería. Solo después de cuatro horas y la intervención de refuerzos se imponen los alzados pero con un saldo de 8 muertos y 14 heridos. Los milicianos huyen y el coronel del Regimiento Galicia declara el estado de guerra en toda la comarca.

De inmediato comienzan las consabidas detenciones y fusilamientos. Rápidamente se forma un “batallón” con voluntarios, al que se unen el 28 de julio 200 falangistas de la Rioja. A finales de mes estas fuerzas controlan los valles de Tena y el Aragón; y las vías de comunicación con Pamplona y Huesca, incluido el tren, están abiertas. Queda en manos del bando sublevado el importante complejo industrial de Sabiñanigo, productor de aluminio y explosivos. El 28 de julio llega por primera vez en esta zona la guerra desde el aire al bombardear un solitario Brevet XIX pilotado por el sargento Jaime Buyó las fábricas de Sabiñanigo.


Bombardero ligero Breget XIX, capaz de portar 440 kg. de bombas

Al fallar el golpe de estado, comienzan los dos bandos la generación de fuerzas para lograr imponerse al adversario, los alzados mediante la movilización de voluntarios y quintas. El regimiento Galicia ira generando batallones de infantería con los reclutas de los distintos reemplazos que se van movilizando: a los I y II que ya existían antes de la guerra se suman el III en noviembre, el VIII se creó en diciembre pero para servir en el frente de Madrid, el IV en febrero del 37 y el V y VI en abril y el VII, creado en julio, se refundió con el V. En cuanto a los voluntarios son 4 unidades tipo compañía las que se activan en la comarca: la 1ª Centuria de Falange en Jaca y la 2ª Centuria en Sabiñanigo en agosto, la Compañía de “Voluntarios del Valle de Tena” en septiembre y la Compañía de Esquiadores que organizada en Zaragoza se instruye en Candanchú en las navidades del 36. Con menos de estas reducidas fuerzas, ya que importantes contingentes del Galicia tienen que ser enviados a defender Huesca o permanecer de reserva en Jaca, mas carabineros y guardias civiles, se conformara el frente nacional en los Pirineos según se va estableciendo el contacto con los milicianos republicanos. Por ser el frente de Aragón secundario para los nacionales, y en particular este pirenaico, tendrá un carácter estático, caracterizado por los espacios abiertos en que operan patrullas y se producen pequeñas escaramuzas y golpes de mano, principalmente para robar cabezas de ganado. Las fuerzas son tan escasas que se limitan a establecer fortificaciones para contener a los republicanos y patrullar las zonas que controlan.

El frente queda definido en noviembre de la siguiente manera: el macizo montañoso al norte de la carretera de Bisecas a Torla queda como tierra de nadie patrullada desde las posiciones avanzadas del balneario y pueblo de Panticosa. El Fuerte de Santa Elena, cuello de botella del valle de Tena, es ocupado por la compañía de “Voluntarios del valle ce Tena”. Biescas y Gavín forman una cabeza de puente y antes de Sabiñanigo esta la posición de Senegüe, luego Sabiñanigo y otra cabeza de puente en Yebra de Basa. Descendiendo el Gállego, dominan los nacionales los pasos del río, y cuando gira al este, las posiciones avanzadas de Ipiés, Lanave, Serué, castillo de Lerés y Layés. Y por ultimo Bentué de Rasal antes de enlazar con las fuerzas de Ayerbe en la Sierra de Gratal.

Pocas de las fuerzas milicianas que se generan en Cataluña llegan a este frente; las tres capitales aragonesas ejercen de imanes para las mismas. Las pocas que llegan desde Boltaña se unen a las de los aragoneses ya presentes, muchos de ellos huidos de Jaca y Sabiñanigo. Al mando de estos últimos, conocidos como Batallón Alto Aragón o Columna Bueno, estaba el comandante retirado de Carabineros Bueno Ferrer. Este batallón, unificado en enero con los catalanes de las Milicias Pirenaicas, bajo el mando de Bueno, formaran la Agrupación Alpina. Estas fuerzas pretendieron alcanzar Biescas en repetidas ocasiones en octubre, pero al chocar con los nacionales en Gavín son incapaces de superarlos. El frente republicano se estabiliza en noviembre cuando el invierno llega a la montaña. Queda definido por las posiciones de Bujaruelo, Yésero, meseta de Santa Orosia (puerto Orosia para ellos); y por la Guarguera, a caballo de la carretera se llega hasta Ordovés enlazando con la posición de Arguis (esta dependiente de la Columna “los Ciervos” del frente de Huesca).

No puede hablarse de frente el estricto sentido de la palabra ya que no se trata de una sucesión de posiciones y trincheras, sino de posiciones fortificadas muy separadas unas de otras que se limitan a patrullar el terreno vacío entre ellas. Téngase en cuenta que el denominado por los republicanos Sector Pirenaico (desde la frontera hasta el puerto de Monrepós) tiene en noviembre alrededor de 1000 milicianos, y la nacional Circunscripción Jaca (desde la frontera a la sierra de Gratal) alrededor de 1700 soldados y voluntarios.


El frente pirenaico en noviembre de 1936

El crudo invierno transcurre sin mas acciones importantes que los bombardeos aéreos de las fábricas de Sabiñanigo. La relativa tranquilidad cambia el 21 de febrero del 37 cuando la Agrupación Alpina asienta una batería de 3 obuses de 105 mm Schneider 1919 en la meseta de Santa Orosia que pueden bombardear Sabiñanigo a placer. Es de suponer que la dificultad de acumular munición a 1.600 m de altitud sobre el nivel del mar usando sendas de montaña es lo que evita la destrucción sistemática del núcleo industrial de Sabiñanigo. Otra batería igual opera en la Guarguera. La llegada a la zona de dos baterías antiaéreas nacionales de 75 y 76,2 mm impone a la aviación republicana los bombardeos nocturnos o a mayor altura y de menor precisión.


Obús de montaña de 105/11mm Schneider mod.1919 con una alcance máximo de 7700 m.

Con la primavera llegan refuerzos a los milicianos alpinos. Dos batallones creados a principios de año: el “Cinco Villas” a la Guarguera, y el “FETE” (Federación Española de Trabajadores de Enseñanza) al macizo de S. Orosia. Los cuatro batallones darán vida el 28 de abril a la 130 Brigada Mixta. Sus batallones son el 517 (Alto Aragón), 518 (Cinco Villas), 519 (FETE) y 520 (Izquierda Republicana).

En la primavera, la Circunscripción nº 1 de Jaca contaba con 4000 hombres y 8 piezas de artillería (piezas obsoletas sacados de os fuertes de la plaza). La reorganización orgánica de abril le convierte en I Brigada de la División de Aragón nº 2, después, en mayo, 51 División. Dispone esta Brigada de los batallones del Galicia nº 19 (excluidas nueve de sus compañías que estaban en Huesca y el VIII en Madrid), dos centurias de Falange, la compañía de esquiadores y la de voluntarios del valle de Tena.

Como se puede apreciar las fuerzas están equilibradas de tal modo que ninguna puede imponerse a la otra. Todos los intentos republicanos de conquistar Biescas se saldan en fracasos, y los nacionales son incapaces de ganar la iniciativa. Pero eso va a cambiar a consecuencia de la fracasada ofensiva contra Huesca del Ejército Popular Republicano (EPR) en junio del 37.


Ataque a Santa Orosia y rectificaciones del frente en junio del 37

Desde el principio de la guerra Huesca parece una fruta madura a punto de caer. Pero, a pesar de encontrarse comunicada con un único estrecho corredor, resiste todos los intentos de conquista del bando republicano.

Al comenzar el verano del 37, la situación en el Norte es critica, Bilbao esta a punto de caer en manos de los nacionales. La antigua Conserjería de Defensa de la Generalidad de Cataluña ya esta militarizada y se ha convertido en el Ejército del Este. Aunando los deseos de probar la nueva estructura, de ayudar al frente norte y de conquistar la desafiante y pertinaz Huesca, se decide una ofensiva contra Huesca para el 12 de junio. Además, para fijar a las fuerzas enemigas en el sector pirenaico, se realizan movimientos el mismo día 12 y el 13 que resultan en el aislamiento de la guarnición nacional de Yebra de Basa al tomar posiciones desde las que baten la carretera, y la ocupación de Casa Batanero desde dónde se bate por fuego directo el ferrocarril de Ayerbe a Jaca. Pero la ofensiva de Huesca fracasa y los nacionales aprovechan la ocasión, enemigo desgastado y fuerzas de la Brigada Móvil cerca del Pirineo, para mejorar la situación táctica en Sabiñanigo, sobre todo tras el intenso bombardeo artillero del día 27 de junio.

Para salvar la cercada posición de Yebra de Basa se organiza una columna de ataque de dos agrupaciones: la del comandante Cáceres (2 compañías de fusiles y una sección de ametralladoras del I/ Galicia 19, la compañía Voluntarios del Valle de Tena y 50 carabineros, unos 350 soldados en total) y la del comandante Clarós (2 compañías y sección de ametralladoras del I/Galicia y la centuria de falange de Sabiñanigo, otros 350 soldados). Los apoyos de fuegos los da una batería de montaña de 105 mm y la reserva es la Mehal-la de Tetuán (de la Brigada Móvil, reserva del V C.E.). Las bases de partida son Osán y Yebra para Cáceres y Allué para Clarós. Por objetivos tienen San Román la primera, y el alto de las Cucullas de revés la segunda. Los republicas intercambian fuego pero se retiran ante la superioridad enemiga siendo conquistados ambos objetivos el día 16 de junio.

El 18, y con la misma organización (ahora al mando del Coronel Caso, jefe del la I brigada) se ataca Casa Batanero para despejar las comunicaciones paralelas al río Gállego. Clarós atacara de frente la casa y la cota Bailín desde la pardina de Centenero. Cáceres progresa desde Ipiés en paralelo por el este. El ataque comienza a las 02:00 con abundante apoyo de artillería y morteros. Los defensores, unos 100 hombres, aguantan toda la noche y parte del día hasta que su jefe, un teniente, cae herido. Las bajas para los dos bandos son importantes. Se ocupan las alturas del Campo Corona.


Liberación de Yebra y rectificaciones del frente, 16 y 18 de junio del 37

El macizo del Oturia (1921 m) y la mesta de Santa Orosia dominan por completo Sabiñanigo y su comarca. La meseta presenta unos bordes escarpados con muy pocos accesos en sus fortísimas pendientes. Desde enero del 37 es origen de los fuegos que machacan Sabiñanigo y además amenaza la posición de Yebra de Basa por su flanco norte. Era necesario expulsar de allí al enemigo pero las fuerzas del sector eran insuficientes y las reservas eran necesarias en otros sitios. El 28 de junio, casi toda la Brigada Móvil, que estaba en Huesca conteniendo la ofensiva del EPR, rompe el contacto, y, en camiones, al atardecer, se dirige a Jaca para atacar durante la madrugada del 29 el Oturia y Santa Orosia junto a las fuerzas locales de la I Brigada/ 51 división. Buscando el factor sorpresa dos columnas se infiltran a las 00:00 amparados por la noche y la niebla. Las fuerzas enemigas son dos batallones de la 130 Brigada Autónoma: el de la FETE y el Cinco Villas. Una columna desde Senegüe, la del teniente Coronel Gorgojo, y la otra, Teniente Coronel Galera, desde Yebra. Las fuerzas de Galera, tras un duro ascenso ocupan el Monte S. Cristóbal a las 04:45, y el santuario de Santa Orosia a primera hora de la tarde. Las de Gorgojo finalizan el cruce del Gállego a las 03:30 asaltando al amanecer la loma de San Martín y después el alto San Quilez y Casbas de Jaca. Progresa después por la divisoria encontrando fuerte resistencia a 800 m de la cima del Oturia ocupándose esta después de las 12:00 por el Tercio de requetes “Nª Sª del Pilar”. A las 15:00 se retira el enemigo por miedo a ser copado. El día 3 se ocupa la posición del Cuezo. Los contraataques que lanzan los republicanos entre el 4 y el 10 de julio son infructuosos.





Ataque al Monte Oturia (1921 m) el 29 de junio de 1937.

No quisiera dejar en el olvido la particular guerra de guerrillas que se desarrolla aisladamente en las altas montañas que separan el valle del Ara del de Tena. Consisten estos en los combates de encuentro de las patrullas de esquiadores que desde sus respectivas cabecearas, Bujaruelo para los republicanos y Balneario de Panticosa para los nacionales, realizan para vigilar los collados o infiltraciones para ejecutar golpes de mano. Destaca, englobado en el conjunto de operaciones de la 130 B.M. para el día 12, un intento de golpe de mano contra la presa del ibón de Bachimaña fácilmente contenido por los esquiadores nacionales y otro contra el Fuerte de Santa Elena (estratégicamente emplazado en el estrechamiento de entrada al valle de Tena) también rechazado.

El frente permanecerá estable hasta finales de septiembre.