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La posteridad y la controversia

Desde entonces, hasta la mitad del siglo XX, la historia de los Niños Héroes era vista como un episodio más de la historia mexicana, dentro de un contexto más generalizado. Uno de los cadetes que logró sobrevivir, Miguel Miramón, llego a ser general y presidente de México en 1860 (el más joven de su historia, con 27 años), y luego se convirtió en defensor del Segundo Imperio (1864-1867), apoyando al emperador Maximiliano; caído el imperio, Miramón, Maximiliano y el general Tomás Mejía fueron fusilados en Querétaro en 1867. Curiosamente, Miramón es muy poco mencionado en la historiografía mexicana como uno de los Niños Héroes.
Muchos años después de terminada la guerra, se exaltó la memoria de los Niños Héroes con un monumento situado en el perímetro del cerro de Chapultepec, cerca del castillo, en 1906, realizado por Ernesto Tamariz.

 

 

Monumento a los Niños Héroes

A pesar de que los cadetes que quedaban en el castillo eran más (unos 200), se honró la memoria de seis de ellos: Melgar, Escutia, Montes de Oca, Suárez, Márquez y de la Barrera. Amado Nervo les dedicó el poema “Los Niños Mátrires de Chapultepec”, cuyo verso principal dice así:

Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.

Sin embargo, durante el periodo presidencial de Miguel Alemán (1946-1952), se produjo un hecho que despertó la controversia: la visita al monumento de los Niños Héroes por parte del presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, en 1947.

El 4 de marzo de ese año, Truman se encontraba de visita oficial en México. Estando en la capital, Truman quiso visitar el monumento citado y se dirigió al mismo, acompañado del secretario (ministro) de Relaciones Exteriores de México, Jaime Torres Bodet, y por el Embajador de EE.UU. en México, Walter Thurston. Truman anotó en su diario lo siguiente:

“(…) El Ministro de Exteriores y yo nos dirigimos a Chepultepec (sic) donde deposité una corona de flores en el Monumento a los Ninos Heros (sic) – cadetes que hicieron frente a Old Fuss and Feathers (el Viejo Meticuloso, refiriéndose al general Winfield Scott) hasta que todos menos uno fueron muertos. El se envolvió en la bandera mexicana y saltó 200 pies. El monumento está donde él cayó. Todos los cadetes que estaban en formación y el Ministro de Exteriores y el Comandante de los cadetes lloraron – también los periodistas y fotógrafos. Casi lloro yo también. Parece que el tributo a estos jóvenes heros (sic) provocó la visita. Ellos se lo merecían”.

Harry Truman y el embajador de EE.UU. en México, Walter Thurston, colocando la ofrenda ante el monumento de los Niños Héroes, marzo 1947 


A pesar de que en la prensa mexicana se publicaron grandilocuentes titulares aplaudiendo la acción de Truman, hubo reacciones notorias de repudio hacia la misma, pues el hecho se produjo justo en el año centenario de la batalla de Chapultepec, y muchos mexicanos lo sintieron como una ofensa. Esa misma noche, algunos cadetes del Colegio Militar retiraron la ofrenda que había dejado Truman y la arrojaron a la sede de la embajada estadounidense.

Luego de este incidente, la noticia del hallazgo de seis calaveras durante unas excavaciones al pie del cerro de Chapultepec motivó al gobierno mexicano a asegurar que “correspondían a los restos de los Niños Héroes”, por decreto presidencial. Para completar este episodio, en 1952 se realizó una ceremonia oficial de entierro de los restos en el monumento, aun con dudas de los historiadores sobre la veracidad de los mismos.

A partir de ese momento, se hace resaltar en la historia oficial la valerosa hazaña de los Niños Héroes, realzando la escena de la muerte de Juan Escutia, envuelto en el tricolor mexicano, adquiriendo tintes de leyenda.

En los últimos años, algunos revisionistas en México han llegado a sugerir versiones como de que en realidad la gesta de los Niños Héroes nunca sucedió, o de que los cadetes estaban drogados cuando efectuaron la defensa. Sin embargo, hay personas que desmienten el halo de mito que ha querido envolver a este hecho, aclarando puntualmente que hubo ciertas cosas que “se exageraron”.