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Al tener referencia que la actuación [desordenada o cobarde, según quien juzgase; en todo caso indisciplinada] durante la batalla de Heiligerlee del Tercio de Cerdeña, originó la inquina del duque de Alba, que acabó aprovechando un posterior alboroto generado por esta unidad para proceder a su disolución o reforma ese mismo año, una de las pocas reformaciones con carácter eminentemente disciplinario de la que tenemos conocimiento, me dispuse a buscar información sobre la misma.

Hallé, no obstante, más información de la posterior batalla de Jemmingen [1]: la relación hecha por el duque de Alba en carta a S.M, una anónima [puede que redactada sobre la información suministrada por el castellano Andrés de Salazar enviado por Alba a la corte para – entre otras cosas – dar noticia de la misma] y la más elaborada contenida dentro de los “Comentarios…” de Bernardino de Mendoza. [2]

Al final no pude dejar de recuperar los acontecimientos que la precedieron, para que la historia quedara, sino completa, correctamente cimentada.

Antecedentes.
Las tropas de Alba hacía poco menos de un año que habían entrado en los Países Bajos, después de que la gobernadora Margarita de Parma, ante el estado de revuelta que juzgó generalizado en el verano de 1566 [la Furia Iconoclasta] solicitará a su hermano el rey el envío de tropas leales para combatir a los rebeldes calvinistas.

Entre acuerdos, cambios de ideas y preparativos, no estuvieron las tropas de las doce compañías de caballería [3] y las banderas de infantería de los cuatro Tercios de Italia [Lombardía, Nápoles, Sicilia y Cerdeña] dispuestas para partir desde Milán hasta el 20 de junio de 1567.

El duque de Alba, que traía amplías prerrogativas concedidas por el rey, pronto sustituyó el moderado gobierno de la gobernadora por el suyo propio, y a pesar de que se reconocía que la situación era más calmada que la existente el año precedente, se inició un régimen de mano dura para imponer la autoridad real de modo efectivo, iniciándose entonces un conflicto que había de durar 80 años.

La campaña en Frisia

La batalla de Heiligerlee.

Conocedor el duque de Alba de la ocupación del castillo de Wedde [propiedad patrimonial del conde de Arembergh] y del campeo que en tierras Frisonas hacían 6.000 infantes a cargo de Ludovico [o Luis en su forma moderna] de Nassau, hermano del príncipe de Orange, es enviado Johann de Ligne, conde de Arembergh [5], al mando de 5 banderas de alemanes bajos [4] de su regimiento, auxiliado por las 10 compañías del Tercio de Cerdeña [6] a cargo de Gonzalo de Bracamonte, que embarcados en Ámsterdam con 6 piezas de artillería se unieron con el conde a su llegada a Frisia.

El 22 de mayo la arcabucería del Tercio de Cerdeña traba escaramuza con los rebeldes, haciendo que estos se retirasen a Dam [Appingedam] donde tenían su alojamiento. Las murallas de la villa que habían sido demolidas en 1536 por orden de Carlos V no hacían de este lugar el idóneo para el planteamiento de defensa alguna, por la cual cosa, los rebeldes abandonaron Dam caminando hacia el este, encontrando alojamiento fuerte en la abadía de Heyligerlle [monasterio de monjas agustinas] lugar elevado sobre la campiña circundante.

El 23 de mayo las tropas de Arembergh y Bracamonte, caminan aprisa tras los enemigos, recibiendo aviso durante la mañana que el conde de Mega ha de llegar esa misma noche. No obstante, no aguardan la llegada de los refuerzos y siguen en su acoso a los rebeldes.

Al llegar por el camino que conducía a la abadía, ven dispuestos a los enemigos en dos escuadrones, uno de unos 1600 infantes, y el otro de unos 900, guarnicionados ambos con mangas de arcabuceros, a un lado la caballería, y al otro, sobre una pequeña loma contigua a un bosque, una manga de arcabuceros de mayor tamaño.

Los arcabuceros españoles que iban en vanguardia por el camino, llegaron al puesto que ocupaba esta manga de arcabuceros, y con las seis piezas de campaña que llevaban, comenzaron a batirles, haciendo desalojarles el puesto, retirándose estos hacia sus escuadrones.

Sin aguardar los arcabuceros españoles que se formase su escuadrón a las espaldas [formación que es la fuerza de un ejército, desde donde se alimenta el combate que se hace con la arcabucería, y donde se pueden recoger los soldados entre los piqueros si son rotos por el enemigo] comienzan a perseguir a los arcabuceros del enemigo, seguidos asimismo por doscientos coseletes [piqueros con armadura] que salieron a la deshilada [sin mantener ninguna formación].

Estos hombres serían rotos por las mangas de arcabuceros y los propios escuadrones del enemigo, que matenían su formación, detrás de un terreno privilegiado.

Bernardino de Mendoza atribuye al terreno lleno de fosos y lodazales [7] la mala actuación de los soldados; pero este mal terreno no impidió a los rebeldes matar a los que les atacaban, así que puede entenderse que fue el ataque desordenado y no el terreno, el que hizo perder la batalla a las tropas españolas.

El conde Arembergh había trabado batalla a su vez con la poca caballería que llevaba, alguna tropilla formada por caballeros particulares, contra la caballería del enemigo gobernada por Adolfo de Nassau. Ambos murieron en el choque, atribuyéndose al conde la muerte del tercer hermano de los Orange.

Vista la rota de la vanguardia española por las banderas del regimiento de alemanes de Arembergh, varias [tres, o cuatro según las fuentes] se rindieron rápidamente, negociando no servir al rey de España por seis meses [8].

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Representación de la batalla de Heiligerlee.

Los españoles, que no habían formado escuadrón, viendo la huida de la vanguardia y el resto de los alemanes que huían, comenzaron a huir seguidos por los rebeldes, teniendo la suerte de encontrarse las tres compañías de caballos del refuerzo del conde de Mega que venían a cargo del castellano Andrés de Salazar, y oyendo las cornetas de la caballería, temerosos de la llegada de un refuerzo, se retiraron los rebeldes a su puesto en la batalla, salvándose entonces los que escapaban.

El resto de la rota [los soldados que escaparon] de Heiligerllee, fue recogida por el regimiento del conde de Mega, que caminaba tras Salazar. Tras pasar la noche en Zuidbroek, se retiraron tras lar murallas de Groninga, presidiada por cuatro banderas de alemanes del coronel Schamburg.

Murieron unos 450 españoles en la batalla, entre ellos, los 200 coseletes que se adelantaron tan temerariamente, perdiéndose las seis piezas de artillería. Entraron en Groninga algo más de 1000 españoles, cuando la muestra del Tercio de Cerdeña hecha en julio de 1567 era de 1728 hombres.

El duque de Alba, calificó como vergonzosa y cobarde la retirada del Tercio de Cerdeña, y dos meses después, se curaría de tal humillación disolviendo la unidad, excusando la reformación en unas alteraciones que estos provocaron a su regreso de Jemmingen [9].

 

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El socorro de Groninga

Encerrados en Groninga las tropas referidas desde el 24 de mayo, el duque de Alba resolvió enviarles un refuerzo, al tener noticias de que los rebeldes plantaron sitio a la villa:

Chapin Vitelli, con cargo de Maestre de Campo General, fue enviado con 1500 caballos herreruelos recién levantados por el duque Erico de Brunswick [con plaza de armas en Deventer o Ool de Seden, según fuentes dispares] las 10 banderas de infantería del regimiento de valones recién levantados de Monsieur de Hierges, y las 5 de valones de Gaspar de Robles, señor de Billy. Estas 15 banderas o compañías de valones [10], suponían un refuerzo de 3.000 hombres a los enviados por delante, y a los acantonados en Groninga.

Estas tropas llegadas a Groninga, animan al bando real, pero apenas si se traban algunas escaramuzas, continuando el sitio de la villa por los rebeldes, sin que estos llegaran a disponer su artillería en ningún momento contra las murallas de la misma.

Enfadado con las noticias que le llegan, resuelve Alba partir él en persona al mando del ejército.

La marcha del ejército real desde Flandes y Brabante a Groninga
El 23 de junio informa el duque a Su Majestad Felipe II, de la organización del socorro.

Se ordenó que las tropas españolas partieran de sus acuertelamientos hasta la villa de Bolduque, plaza de armas donde debía reunirse todo el Ejército de campaña que había de acudir a Groninga.

Alonso de Ulloa, partió desde Gante con 15 banderas del Tercio de Nápoles, dejando 2 en el castillo. Julián Romero, partió a cargo de las 10 banderas del Tercio de Sicilia desde Bruselas. Sancho de Londoño, condujo desde Maastricht [o Veneloy, según carta de Alba], las 10 del Tercio a su cargo: el de Lombardía.

Dio comisión el duque a Monsieur de Noirquermes, para que levantara 1000 caballos borgoñones, y a Monsieur de Blondeau y al Conde de Reulx, que reunieran cada uno un regimiento de 10 banderas de infantería valona. Estas tropas se levantaron para la ocasión, pero aunque no pudieron ser aprovechadas ahora, lo serían para próximas campañas.

Dándose orden a las 10 banderas de alemanes del conde de Ebrestain [6 alojadas en Valenciennes y 4 en Maastricht] de que partieran de sus alojamientos hacia Nimega, se amotinaron, pues querían recibir las pagas atrasadas antes de partir.

Se les pagó, mas como era el coronel pariente de los Nassau, ponía excusas para partir su persona por no verse en ese trance, y finalmente fue enviado su teniente de coronel, con solo 7 de las 10 compañías de su regimiento.

Respecto a la caballería, fueron movilizadas varias compañías de lanzas italianas y albanesas a cargo de los capitanes Juan Bautista del Monte, Aurelio Palermo y Jorge Machuca, y una de españolas a cargo de Lope de Acuña, que había sido teniente de la compañía del Prior Hernando de Toledo [11].

Viajaban asimismo las compañías de la guardia ordinaria del duque, a cargo de Sancho de Ávila, la de arcabuceros a caballo del capitán Montero, y las de lanzas de César Dávalos, Nicolo Basta y el conde Curcio.

Encargó el duque a Monsieur de Greisonne, que sacara de Malinas varias piezas de artillería: refiere 8 piezas de batir y 8 de campaña, que no fueron preparadas a tiempo.

No obstante, se llevaron 4 de batir y 6 medias culebrinas de campaña, que partieron al tiempo que el Ejército, pero que debido a las dificultadas de transporte, y a la velocidad con que viajó en esta ocasión la infantería, no llegaron al tiempo que ésta.

Como evidencia última de que el Ejército caminó hasta Bolduque cada cual por su camino, se puede ver como tras recibir Londoño orden de tomar Berchen o Bergen [villa de Limburgo] tuvo que reunir a su tercio que había partido de Maastricht, que estaba repartido entre Venlo y Grave, y tomando 5 piezas de artillería de Arnhem, fue a sitiar Bergen, huyendo su guarnición a Emmerich sin aguardar batalla.

Había sido enviado a Bolduque el Prior de Castilla [Hernando de Toledo] general de la caballería, junto con Francisco de Ibarra a Deventer, donde debían aprovisionarse [municiones y vituallas] para llevar al campo de Groninga.

Por su parte el duque había hecho el camino desde Bruselas a Malinas [desde donde marchó con el Tercio de Nápoles] para pasando por Amberes, llegar a Bolduque el 2 de julio.

Una vez reunida la infantería en Bolduque, se dio orden que caminasen a Deventer por diferentes partes [12]. Puesto que era necesario cruzar la Mosa, el Rin, el Ijssel y el Waal, se hizo recaudo de barcas en los caminos que hacía cada unidad, para que fuera cruzada sin problema, y no retrasar la marcha.

El 10 de julio se reúnen en Deventer, donde está también Hans Bernard, con 400 herreruelos levantados con plaza de muestras en la misma villa.

El 11 de julio parten de Deventer, llegando a Omme el 12. El 13 llegan a Coevorden y el 14 a Rolde o Roden, a 2 leguas [12 kms] de Groninga. Un largo trecho cubierto a pie [y barcas] en apenas cuatro días, desde Deventer hasta Rolde.

Se tuvo noticia estando en esta villa de Rolde de un socorro esperado por los rebeldes, a cargo del conde de Hoochstrate: 600-800 herreruelos y 1000-1500 arcabuceros franceses, valones y loreneses, que al final quedarían en 500 caballos y 600-800 infantes.

Chapin Vitelli, que se había adelantado a recibir al duque desde Groninga, recogió la caballería a cargo de Brunswick, y regresó a Groninga con instrucciones del duque de Alba para el conde de Mega de sacar todas las tropas, así como la artillería que pudiera de Groninga, pues pensaba llegando al campo del enemigo plantarles batalla.

El 14 de julio se parte de Rolde, llevando 400 mosqueteros a cargo de los capitanes Montesdoca, Diego de Bracamonte y Lorenzo Perea, [150 según versiones] en 20 carros para que llegaran descansados ese día a la batalla, llegándose a las 10 de la mañana.

Salen de Groninga las 7 banderas de Ebrestain, las 4 de Mega, los regimientos de Hierges y Robles, y el Tercio de Cerdeña, dejando la villa a cargo del coronel Schamburg con sus 4 compañías de alemanes.

Puesto que la artillería que había provisto el Duque todavía estaba por llegar, las cinco piezas que sacaron de la villa fueron las únicas presentes aquel día.

La batalla de Groninga.
Los rebeldes, que tenían dispuestas sus fuerzas en dos alojamientos, sacaron las tres banderas que estaban en una abadía a una milla de Groninga, y la juntaron en el alojamiento atrincherado que tenían delante de Groninga, a la otra banda del río.

Los rebeldes estaban formados en 2 grandes escuadrones de infantería y uno de caballería, con su arcabucería destacada en la trinchera que les guardaba, estando el río entre la trinchera y su plaza de armas.
A la derecha del escuadrón de los rebeldes, a la otra parte del río, donde estaba Alba con sus tropas, había una casa, llamada la casa roja, con un puesto de guardia de los rebeldes, que guardaba el paso a un extremo de la trinchera, la cual carecía de foso en este tramo. Tras ella se encontraba el puente de la derecha [el de la izquierda estaba igualmente guardado por tropas alojadas en casas atroneradas] por el cual se podía cruzar el río hasta el campo del enemigo.

[A] Tras escuadronar las tropas enfrente de los rebeldes, el río y la trinchera en medio, ordenó Alba a Gaspar de Robles que tomara la casa roja. Con 200 arcabuceros de su regimiento de valones, y los capitanes Cermigny y Gauteau, se lanzó Robles a ese menester.


[B) Por su parte, considerando la manera de arrimarse al enemigo, comenzó Alba a desbrozar y preparar una explanada de terreno a donde mover su escuadrón. Puesto que de los 1000 gastadores [zapadores] con que había de contar, sólo habían llegado 100, el trabajo fue lento, más si cabe, porque la artillería [C] de los rebeldes, entre el río y la trinchera de su “fuerte”, disparaba contra ellos, escoltados estos gastadores por unas compañías de caballería prevenidas contra alguna salida de las trincheras de los rebeldes. El trabajo en esta zona se excusaba en que serviría para una vez tomada la trinchera, hacer avanzar el ejército por aquí para adecuar una playa desde la que cruzar el río en barcas que se habían traído a ese efecto.

Escuadronando el ejército, una tropilla del enemigo salió a escaramuzar atacando al propio duque de Alba, que fue defendido por 80 arcabuceros valones a cargo de Juan de Spuche, retirándose los atacantes a sus puestos.

[D] Los arcabuceros de Robles consiguieron desalojar la guardia de la casa roja, y para afirmarlos en su recién tomada posición, recibieron 200 arcabuceros a cargo de Francisco de Belmonte, capitán del Tercio de Cerdeña. 

[E] Hecho esto, se ordenó a Diego de Enríquez e Iñigo de Medinilla, que con sus dos compañías de arcabuceros, más 150 mosqueteros [de los que habían venido en los carros] a cargo de Montesdoca y Diego de Bracamonte, cubiertos por 400 arcabuceros a cargo del maestre de campo Gonzalo de Bracamonte, [F] caminando detrás para recogerlos en caso de que fueran rotos, que se dirigiera a tomar el puente de la izquierda de la plaza del enemigo.
Al tiempo, las compañías de lanzas de Sancho de Ávila y Nicolo Basta, y la de arcabuceros a caballo de Montero, fueron enviadas con doble intención: la una, que cubriera a los enviados contra el puente, y la otra, que hicieran creer al enemigo que tenían reconocido un paso por el cual vadear el río [G].


Para llegar a este puente, tenían los rebeldes un bastión en el camino guarnicionado con algunas tropas [H]. A pesar de que el camino era un dique con pantanos a los lados, por el que sólo podían caminar siete hombres de ancho, el cuerpo de guardia del puente se retiró a la otra parte del río, presionado por la arcabucería y mosquetería española.


[I) No obstante, habían previsto los rebeldes llenar de fajina [haces de leña fina seca] el puente, al que prendieron fuego. Siguiéndolos Diego Enríquez y Alonso de Vargas [capitán sin comisión] cruzan el puente comenzando éste a arder, “quemándose las barbas y los vestidos”. Los que no pudieron cruzar el puente, lo hicieron por un vado que hallaron, en el cual les llegaba el agua los pechos. Una vez cruzado, comenzaron a cargar contra la caballería que habían dejado los rebeldes de retaguardia cubriendo la retirada de la infantería, haciéndola huir también a esta.

[J] Desde la casa roja, Robles lanzó a su vez un ataque contra la trinchera sin foso que guardaba el puente, ganándola, y haciendo que los que la guardaban se retirasen y quemasen el puente a su vez, alimentado el fuego por la fajina que también aquí se había previsto. La caballería albanesa que les seguía cruzó a nado el río, lanza en ristre para dar sobre los que huían.

Viendo los escuadrones de los rebeldes que comenzaban los de Alba a cruzar el río, se retiran, iniciándose el alcance [la persecución que tenía lugar en las batallas que acababan con la retirada sin orden del enemigo] por parte de 2.000 arcabuceros a cargo de Chapin Vitelli, así como la caballería que consiguió cruzar, volviendo a Groninga los perseguidores a las 10 de la noche. La valoración de las muertes del enemigo varían entre las 300 que da Mendoza, y los 900 infantes y 500 herreruelos que da Gaspar de Robles, en un recordatorio al rey de las mercedes prometidas y aún no otorgadas.

Lo cierto es que los rebeldes consiguieron escapar con bastante buen pie de esta batalla, en comparación con otras, y no teniendo quien les recogiera, pero el estar a la otra banda del río, fue lo que les salvó de las tropas del duque de Alba.

Aquella noche, se alojó el Ejército entre la villa y el campo. Se ordenó que durante el 15 se reparasen los puentes, y el Duque acudió a Groninga para poner las guardias de la villa. Ordenó asimismo, que se habilitasen puentes de barcas para que al amanecer del día siguiente se cruzase el río partiendo en busca de los que hasta entonces tantos problemas le habían dado.

Hacia la batalla de Jemmingen


Buscando al enemigo
Cuando partió Alba el día 16 rumbo al este, mandó que se adelantase Chapin Vitelli con 2.000 arcabuceros para que fueran preparando los alojamientos donde habrían de hacer noche.

Lo seguía con todo el ejército, quedando en Groninga la guarnición de Schamburg, y los 1500 caballos herreruelos de Brunswick, que se consideraban de poco servicio por no poder campear en tierras llenas de lagunas, lodazales, canales y fosos, con caminos [diques] por lo que sólo pasaban siete o nueve infantes de ancho. Pero no dejó atrás los 500 caballos españoles, italianos y albaneses, y los 400 herreruelos de Hans Bernard, imprescindibles para adelantarse, reconocer el camino y permitir a las distintas unidades comunicarse, como veremos.

De vanguardia caminan los españoles, seguidos de los valones y los alemanes del conde de Mega, detrás, el resto de los alemanes con la artillería, y a la retaguardia, toda la caballería que queda dicha.

Adelantándose el duque de Alba con dos compañías de caballos [una de ellas la de arcabuceros de César de Ávalos] tiene aviso de que se retiran dos compañías de infantería rebelde de Dam, los cuales se encuentran desalojando todos los puestos tomados en Frisia. Asimismo, marchan las 2 que tienen en Delfzijl y la del castillo de Wedde.

Teniendo noticia de que las dos banderas rebeldes de la guarnición de Dam caminaban a Zuidbroek en persecución de su grueso derrotado en Groninga, mandó al capitán de lanzas César de Ávalos para que recogiendo 500 arcabuceros de la avanzadilla de Chapin Vitelli, y con su compañía, tomara un paso del camino de Dam a Zuidbroek, para romper a los de la guarnición que huían, mas quedaron en la espera, pues los de Dam, temiendo quizás que el camino estaría tomado, tomaron otro alternativo, más largo, pero a la postre más seguro.

Se alojó el ejército en Slochteren, donde se avituallaron, y desde donde estuvieron enviando caballos a averiguar el camino que habían tomado los enemigos, pero sin noticia de éstos, pues amén de que les llevaban casi dos días de ventaja [la noche del 14, y el 15 enteros] los pobladores de la tierra “eran unos grandísimos herejes” y no colaboraban dando información fiable a los caballos que se enviaban a “tomar lengua”.

No obstante, el 18 consiguió el capitán Montero averiguar la derrota de los rebeldes, teniendo “noticia segura” de que estaban alojados en Reyden [Rhede (Ems)] villa cerrada del arzobispo de Munster, en Alemania, lugar magnífico para la defensa, pues a la parte del río Ems había un puente ancho que podía ser cruzado rápidamente y que podía ser quemado una vez pasado, dejando atrás al Duque, que sin barcas suficientes para hacer puente, no podría seguirlos, perdiéndose los rebeldes en tierras de Westphalia.

El día 19 de julio, parten pues para Reyden, pasando por Heilegerlee y Wedde, donde tienen noticia de que los rebeldes no han entrado en Reyden.

Sabiéndolo, se parte el día 20 hacia aquí, con la intención de ocupar el puesto antes de que los rebeldes, en caso de que estos aún guarden intenciones de cruzar por al puente, llegando las tropas de Alba a la villa a mediodía.
Aquí construyen un rebellín para guardar el puente, dejando una compañía de alemanes para custodiarlo.

Estando en Reyden, se tiene noticia de que el enemigo está a dos leguas al norte, siguiendo la ribera del Ems, y se envía a Chapin Vitelli con 50 celadas [lanzas a caballo] para que se acerque a reconocer el lugar que ocupan los rebeldes y saber si tienen barcas para cruzar el río.

Regresando Vitelli aquella noche, explica que tiene avisos de que el enemigo está en los contornos de Jemmingen, en la ribera del río Ems, lugar abierto [villa sin amurallar] del condado de Emden, aunque sin tener claro el lugar exacto del alojamiento.

El día 21 se parte a Jemmingen, para dar sobre los rebeldes antes de que escapen y se pierdan cruzando el río.

Caminando hacia el enemigo
Habiendo caminado desde Reyden por el dique y camino en la margen izquierda del Ems, legua y media larga, dejó el duque a su hijo el Prior con la mayor parte de la caballería guardando un puente.

Ordenó adelantarse a Sancho de Ávila con 30 arcabuceros a caballo para que tomara lengua del enemigo, y el propio duque, con monsieur de Noirquermes, Chapin Vitelli y tres caballeros, partió por otro camino para lo propio.

Viendo el Duque que había un lugar que convenía ser guardado [una bifurcación o confluencia de caminos] ordenó que uno de los caballos que le acompañaba fuera a avisar al Prior, para que ordenando a César de Ávalos que con su compañía de caballos, tomase 200 arcabuceros del Tercio de Lombardía [que fueron a cargo de Diego de Caravajal] para quedarse de guardia en el cruce del camino que exploraba.

Por su lado, Sancho de Ávila había llegado a una aldea donde prendió a un herreruelo del enemigo, el cual envió al duque, pidiéndole asimismo que le entregara 500 arcabuceros, pues los infantes de la aldea estaban abriendo las exclusas y puertes de los diques, para que entrase por ellos la creciente de la marea, y de esa manera impedir el paso a sus perseguidores [con la marea que elevaba el nivel del Mar del Norte dos veces al día, subía el nivel del río Ems, al cual iban a parar estos canales cerrados con exclusas, las cuales abiertas o rotas, permitían la entrada del río en la tierra]

Con la llegada del herreruelo prendido, se forma consejo. Hay disparidad de opiniones. El herreruelo informa de que ha dormido la noche anterior en la aldea donde ha sido capturado, y que el día lo pasó en el campo principal, habiendo salido de Jemmingen la tarde anterior, y de que no había intenciones de mover el campo.

Otros, decían que el enemigo había cruzado el río, y estaba ya a salvo a la otra parte del río. Otros que se había embarcado para marchar a Emden, o que se estaba embarcando para esto o para cruzar el Ems, y que convenía enviar arcabucería a impedírselo.

El duque resolvió que lo de las barcas no podía ser, pues contando el enemigo con 12.000 hombres, no habría barcas para cruzarlos a todos, tardando más de dos horas en ir y volver, por la anchura y fuerza del río, que impedía cruzarlo perpendicularmente, y que con pocas barcas, estarían ya peleando entre sí para tomar los primeros puestos y embarcarse.

Y las barcas que habían visto algunos, eran las de los villanos de la tierra, que temerosos del saqueo que llevaban aparejado los ejércitos, intentaban salvar hacienda y vida cruzando el río, pero en aquel momento no se supo.
Se decidió de marchar sobre Jemmingen con precaución y guardando los pasos.

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Marchando sobre el enemigo
Al frente marchó Sancho de Ávila, Alonso de Vargas y el castellano Andrés de Salazar, con la compañía de arcabuceros a caballo del capitán Montero, acompañados por 30 caballeros particulares.

Tras ellos iban 500 arcabuceros de los capitanes Marcos de Toledo, Diego Enríquez y Hernando de Añasco, adelantándose a caballo estos capitanes con Sancho de Ávila por reconocer el enemigo antes de llevar sus tropas.

Otros 500 arcabuceros a cargo del maestre de campo Julián Romero [según fuentes, los 500 adelantados que marchaban tras Sancho de Ávila formaban parte de los 1.000 que llevaba a cargo Romero] y 500 más a cargo de Sancho de Londoño, con 300 mosqueteros más.

Estas tropas [los 1500 arcabuceros y los 300 mosqueteros] habían sido entresacados [escogidos] de varios de los tercios presentes por Francisco de Valdés, sargento mayor del Tercio de Lombardía.


El refugio seleccionado por los rebeldes, la “península” de Reiderland, entre el Ems y el Dollart.”Jemmingum” en el centro del octavo superior derecho, ribera del río Ems.

Iban seguidos por las compañías de caballos de César de Ávalos y el conde Curcio.

Tras esta caballería marchaban los maestres de campo Alonso de Ulloa y Gonzalo de Bracamonte con los escuadrones, manteniendo el orden con que partieran de Reyden, pero apretados por las estrechuras de los caminos o diques por los que caminaban, quedándose a distancia de la vanguardia para recogerlos en caso de que fueran rotos por el enemigo.

Llegando Sancho de Ávila con los suyos a un puente sobre un canal que desaguaba [o recogía según la marea] agua al [o del Ems] encontró unos caballos y arcabucería del enemigo, que estaban procediendo a abrir las dos o tres exclusas del canal, antes de desalojar sus puestos de guardia para recogerse en Jemmingen, y de aquella manera inundar la campiña y estorbar el paso de los perseguidores.

Cargando Sancho de Ávila sobre ellos, los hizo retirarse y pudieron cerrar a tiempo las exclusas, aunque en la campiña llegaba el agua ya a la altura de las rodillas.


La batalla de Jemmingen
Continuó Sancho de Ávila avanzando sobre el camino, cruzando los puentes sobre los distintos canales, hasta que a las diez de la mañana llegó al último puente antes de Jemmingen. De allí enviaron los enemigos, apercibidos por los cuerpos de guardia en retirada, un grueso de arcabuceros [Mendoza da la enorme cifra de ¡4.000!] para rehacer lo deshecho por Dávila: volver a tomar las exclusas para abrirlas.

Dispuestos a defender el paso, se desmontaron los arcabuceros a caballos y todos los caballeros particulares que iban con Dávila, manteniéndolo por media hora, gracias precisamente, a la estrechez de paso, que impedía que muchos atacantes se aproximaran a él al mismo tiempo. En este apretado momento, llegó la arcabucería que caminaba de vanguardia, haciendo recular a los rebeldes hasta su campo.

Llegados a este sitio, recordaron Romero y Londoño que habían dejado atrás a los capitanes Rodrigo Zapata y Diego de Caravajal, que con 200 arcabuceros guardaban sendos pasos en el camino por el que habían transitado, por los cuales se temía que podían dar en sus espaldas los de la guarnición de un castillo del conde de Emden que estaba en la otra ribera, desde el cual, por la mañana, habían demostrado su preferencia por los dos contendientes, disparando tres esmerilazos a Sancho de Ávila cuando fue a tomar lengua y capturó al herreruelo del puesto de la aldea.

Así pues, enviaron un refuerzo por si los 200 no fueran suficientes.

El Duque de Alba por su parte, ocupaba otro camino que iba a parar al que la arcabucería española caminaba, con alguna parte de la caballería que traía el Prior, guardando este paso, dejando a la vanguardia del otro camino llevar el peso del ataque.

Los españoles continuaron avanzando, y reconociendo el sitio Londoño y Romero, mandaron a pedir picas al duque, pero este rechazó la petición, respondiéndoles de que bastaban ellos solos para romper al enemigo. No contentos con la respuesta, las volvieron a pedir, demandando asimismo caballería que les guardara las espaldas. Por tres veces hicieron su petición, sin que el duque lo concediera.

Los rebeldes [unos 12.000] estaban formados en dos escuadrones de infantería tras una trinchera, con la caballería en dos escuadrones a la derecha, el río a su izquierda, y Jemmingen a las espaldas, haciendo frente al camino o dique de la ribera izquierda del Ems por el que avanzaban los españoles.

Guardaban la entrada del camino a la plaza fuerte de los rebeldes, cinco piezas de artillería, flanqueadas por dos rebellines con su cuerpo de guardia.

A medida que se aproximaban los españoles, iban dejando unidades de arcabucería tras de sí, por cubrirse la retirada, sin saber que el duque hacía lo propio. Así, al tiempo que Londoño y Romero dejaban dos casas [casares o aldeas] guardadas con arcabuceros y mosqueteros a cargo de los capitanes Iñigo de Medinila a Pedro González Mendoza, y un cruce de un camino perpendicular al dique por el que iban, otra guardia a cargo de Juan de Salazar con 100 arcabuceros, el duque enviaba a Félix de Guzmán con 300 arcabuceros y a César de Ávalos con dos compañías de caballos a la aldea donde habían capturado al herreruelo con la misma idea, pero sin comunicárselo a los de la vanguardia.

Tal vez, receloso el duque por la derrota de Heiligerlee, en la cual los españoles del Tercio de Cerdeña habían atacado con desorden y sin la más mínima prevención de cubrirse las espaldas, no informaba a la vanguardia de las precauciones que él tomaba para recogerlos en caso de que fueran rotos, y forzar así a estos a avanzar con las máximas previsiones, menguándolos, eso sí, con cada guardia que dejaban atrás.

Con esta subdivisión de las tropas, las barcas que enviaron río arriba los rebeldes desde Jemmingen, para reconocer a los españoles que por el camino que venían hacia ellos por la orilla del río, consideraron que era arcabucería suelta que se podía romper fácilmente, y decidió entonces Ludovico de Nassau sacar los dos escuadrones de infantería a cargar contra ellos, caminando por la campiña rasa para tomar el dique, a los que cargaron la mosquetería y arcabucería que en el camino estaba, siendo rechazados y volviendo a su puesto fuerte.
A Lope de Figueroa, que le correspondía la vanguardia con sus mosqueteros, viendo la retirada de los escuadrones del enemigo, se lanzó, acompañado de los 30 caballeros particulares, sobre los reductos que guardaban la artillería, ganando los dos rebellines y las piezas.

Estando nublado, se preocupó el duque que quedara la arcabucería inutilizada [por mojarse con la lluvia mecha y pólvora] y envió al Prior fuera a dar orden a los escuadrones de la retaguardia para que comenzaran a avanzar.

Sin esperarlos, los escuadrones de los rebeldes, cargados por la arcabucería española de vanguardia, entre la una y media y las dos de la tarde, comenzaron a ver su fin, y sin ofrecer más resistencia, tomaron cada cual su camino para escapar. Muchos intentaban montarse en las pocas barcas que había, quedando atrapados entre el embarcadero y los españoles que los iban degollando. Los que conseguían montar en las barcas, las sobrecargaban tanto que las volcaban y hundían ahogándose los que en ellas iban. [El Ems tiene una anchura en su cauce normal de más de 500 metros. Inundado entre diques, la distancia es superior a un kilómetro]

En Groninga tuvieron noticia rápida de la rota de los rebeldes, pues los sombreros que bajaban por el río abajo y que fueron vistos por los pescadores que faneaban en el estuario del Ems, reconociendo su estilo propio de la manufactura alemana, dedujeron la victoria española.




Formando el terreno donde habían elegido refugiarse los rebeldes una península, Reiderland, con el Dollart al oeste y el río Ems al este, y el terreno poco adecuado para el tránsito, fue según quienes participaron, uno de los alcances mejor dados tras una victoria: había poco sitio por donde escapar.

Algunos herreruelos consiguieron cruzar a nado hasta una isleta que había en el río, donde cruzando al otro día las tropas del rey, los atraparon y degollaron.

Otros herreruelos consiguieron marchar al sur, y buscando un puente por el cual cruzar el Ems, para entrar en Westphalia, fueron a parar al puente de Reyden, guardado por el rebellín que custodiaban los alemanes, donde algunos fueron muertos, y otros escaparon.

Como siempre, la peor parte la llevaban los infantes que huían. Se estima que entre 7 y 10 mil de los 12 mil que formaban el ejército de Nassau murieron atravesados por las espadas o ahogados en el río. El 22, día siguiente, salieron tres tropas a buscar lo que hubieran encontrado refugio. Lope de Figueroa, Monsieur de Hierges, y Gaspar de Robles, cada uno con 400 arcabuceros fue entrando en casas y bodegas, degollando a los que atrapaban. Si ofrecían demasiada resistencia, quemaban la vivienda.

Muchos soldados, los que primero cayeron sobre el abandonado bagaje, se hicieron ricos, aunque poco duraría su fortuna, consumida en apuestas de dados y cartas.

Se ganaron 16 piezas de artillería. 20 de las 24 banderas de la infantería. Se consiguen 1500
caballos, entre los de los herreruelos, carros y bagaje.

Como anécdota, se recogieron ricas ropas en la orilla del río. Reconocidas por un paje de Ludovico de Nassau como las de su amo, se dedujo que éste había intentado cruzar el río a nado, y que dada la anchura, éste debía haberse ahogado. Confundiera el paje las ropas, mintiera a los españoles [pues no parece lógico que el jefe de los rebeldes perdiera un puesto en la barca] o fuera el Nassau un magnífico nadador, estaría vivo por varios años para seguir dando quebraderos de cabeza al rey Felipe II.

Números del Ejército del Rey. Número de los rebeldes.

Amén de que no disponiendo de las cifras que proporcionan las tomas de muestras de los distintos regimientos, tercios y compañías, me queda sólo realizar una estimación, se le añade el despropósito de la variedad de cifras en las distintas relaciones: así, el duque de Alba cifra primero el número de banderas a cargo del Conde Mega en 5, para después decir que eran 6, y en otro lugar de su correspondencia, aparecer el número de 4.

De las tropas de Arembergh que participaron en la batalla de Heilegerlee [algunas de las cuales se rindieron y otras fueron muertas o hallaron refugio en la vanguardia del conde de Mega que conducía Andrés de Salazar] se da igual disparidad: 4, 5 o 6 banderas, y que fueron 3 las que se rindieron, con votos de no servir a S.M por tres meses [según Alba] o seis [según Mendoza].

Si sumamos los 1500 caballos herreruelos que levaba Erico de Brunswick y que condujo Chapin Vitelli al socorro de Groninga a primeros de junio, a los 400 que Hans Bernard unía a la expedición de Alba el 10 de julio en la villa de Deventer, tenemos 1900 caballos. En la batalla de Groninga, el día 14 de julio, refiere el duque que eran 1500, con lo cual, se puede entender que los 1500 era la previsión de la leva que no pudo llegar a cumplirse.

No obstante, referiremos las cifras que da el duque de Alba de los escuadrones de la batalla de Groninga: once mil infantes, 500 caballos ligeros [lanzas + arcabuceros a caballo] y 1500 herreruelos. Si descontamos o no los 200 arcabuceros de las tropas de Gaspar de Robles que estaban atacando la casa roja en el momento de escuadronar, no varía demasiado la cifra.

Las unidades de infantería son las referidas en el texto: “5” banderas de alemanes del conde de Mega. 7 del coronel Ebrestain a cargo de su teniente [de coronel]. Las 10 del regimiento de valones de monsieur de Hierges, y las 5 del regimiento de Gaspar de Robles, que sumaban entre ambos 3.000 hombres. Los Tercios de Nápoles, Sicilia, Lombardía y Cerdeña, contando este último después de Heiliegerlee con poco más de 1.000 hombres.

Si asumimos que las 12 banderas de alemanes sumarían unos 2400 hombres [a media de 200 por compañía, siendo el teórico de 300] y que es correcta la cifra de 3000 valones, detrayéndolos de los 11.000 infantes, tenemos que los españoles no sumaban más de 5.600. A pesar de la merma del de Cerdeña [de 1728 hombres en la muestra de agosto de 1567 a los poco más de 1000 de ahora] teniendo en cuenta que hasta la fecha no había habido choques con pérdidas de importancia, salvo éste que diezmó a las tropas de Bracamonte, resulta extraño que de los 8652 infantes españoles con que contaba el año anterior [aún quedando dos compañías - ¿350 hombres? del Tercio de Nápoles alojadas en Gante] se viera reducido a 5600. Faltan más de 2.000.

Por lo dicho, hay que poner en duda las cifras aportadas, y tomarlas como una estimación, antes que como una relación detallada.
Más, entonces, si cabe, cuando hablamos de las bajas del enemigo referidos por los cronistas españoles: En Jemmingen, de un ejército de 12.000 infantes, y unos 500 herreruelos, muertos entre 7.000 y 10.000.




NOTAS
[1] Jemmingen: holandés. Yemecon: aliteración española del nombre de la villa de Jemgun. Este último es el que han de buscar en un mapa, en la actual Frisia Oriental [Ostfriesland] alemana.

[2] Bibliografía. Los textos que han servido de fuente para la redacción de este artículo son los detallados:
Correspondencia del duque de Alba,
Colección de Documentos Inéditos para la historia de España, v.XXX. v.XXXVII.

Relación de lo subcedido en Frisia víspera de la Magdalena, XXI de julio de 1568, en la batalla que se ganó de los enemigos,
Colección de Documentos Inéditos para la historia de España, v.XXXI

Comentarios de don Bernardino de Mendoza, de lo sucedido en las Guerras de los Payses Baxos, desde el año de 1567 hasta el de 1577.

Fuentes complementarias: “El ejército de Flandes y el Camino Español. 1567-1659”, de Geoffrey Parker

Datos sobre las tropas de caballería:
La caballería lijera y arcabuceros de á caballo que llevó el Duque Dalba de Italia á Flandes.Colección de Documentos Inéditos para la historia de España, v.IV


[3] Las tropas de caballería [española, italiana y albanesa] que partieron de Italia en 1567 eran las siguientes. Se entiende que las cifras se dieron redondeadas, cada compañía con el nombre de su capitán:
D. Lope Zapata con cien lanzas: 100
D. Juan Velez de Guevara: 100
D. Rafael Manrique otras 100
D. Cesar Dávalos: 100
Nicolao Basta: 100
D. Ruy López Dávalos: 100
Conde de Novelara: 100
Conde Curcio Martinengo: 100
Conde de Sant Segundo: 100
Montero cien arcabuceros: 100
Pedro Montañés otros ciento: 100
Sancho Dávila, Capitán de las guardas del Duque, con cien lanzas y cincuenta arcabuceros

En total, 1250 caballos: de los cuales 250 arcabuceros a caballo, y mil lanzas [caballería ligera, celadas o jinetas].
A estos se les unirían después 400 caballos borgoñones en 4 compañías.

[4] Alemanes bajos: Tropas de los Países Bajos españoles de lugares de nación [habla] alemana: Limburgo, Luxemburgo y Gelderland [o Güeldres].

[5] Que venía de servir al rey de Francia, por orden del duque de Alba.

[6] El Tercio de Cerdeña a cargo de Bracamonte, sólo recibió ese calificativo a partir de 1566: fue levado en 1564 para socorrer a los aliados Genoveses en la isla de Córcega, donde habían de combatir al rebelde Sampietro Corso. En 1565 acudieron en la misión encabezada por el virrey de Sicilia don García de Toledo para socorrer La Goleta [Túnez] y Malta, asediadas por los turcos. A primeros de 1566 llegaban a Cerdeña, de donde partieron en la primavera a Nápoles para una nueva expedición de defensa del Mediterráneo contra los turcos que preparaba García de Toledo, mas el inicio de la sublevación hizo que recibieran órdenes del rey para partir a finales de ese año a Milán, por galeras vía Génova.

[7] Terreno ahuecado por la extracción de la turba; en palabras de Bernardino, “tierra que se quema”.

[8] Curiosamente, al mes acudieron al castillo de Groninga a solicitar refugio. El duque de Alba, informado del hecho, dio instrucciones por carta al gobernador de la villa de que se les negase la entrada.

[9] La alteración o indisciplina en que se excusó el duque para reformar el Tercio de Cerdeña, fue la quema de algunas casas de la villeta de Heiligerlee por parte de los mozos [mochileros] y algunos soldados del Tercio.

[10] Las unidades valonas estarían formadas tanto por Flamencos [Flandes y Brabante, principalmente] como de naturales de Valonia.

[11] Sin embargo no marcharon con el ejército. Si se compara esta pequeña lista de capitanes de caballería con la del año precedente [Nota 3] se aprecian diferencias: no coincide ninguno de los capitanes. Esto es así, porque la mayoría de esa caballería fue “despedida” por el duque poco antes de la campaña de 1568, mas como los caballos no habían partido aún para Italia, se levantaron de nuevo las compañías para esta ocasión, nombrando nuevos capitanes.
Sancho Dávila [capitán de las guardias del duque] el capitán Montero [de arcabuceros a caballo] Lope de Zapata, César de Ávalos, Nicolo Basta y el conde Curcio, mantuvieron sus puestos.
El Prior de Castilla, Hernando de Toledo [primogénito ilegítimo del duque] tenía cargo de Comisario General de la Caballería; no obstante, en la relación de 1567 no aparece su nombre entre los de los capitanes, cuando lo habitual era que el Comisario tuviera su propia compañía, amén de que su teniente fue uno de esos nuevos capitanes que aprovechó la ocasión.

[12] El marchar por separado tiene ventajas de tipo logístico: facilita encontrar avituallamiento, alojamientos, y en el caso de tener que cruzar un río embarcados, permite que se realice a relativa mayor velocidad [pues hay menor acumulación de gente en los puntos de embarque y desembarque] con menor número de barcas.


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