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Luego de su excelente desempeño como Director de Guerra, en 1923 es ascendido a General de Brigada y designado Jefe de la Guarnición de Caracas. En 1924 encabezó la delegación militar y diplomática que representó a Venezuela en las celebraciones del Centenario de la Batalla de Ayacucho, hecho que lo motivo a escribir su primer libro, “El Callao histórico”, que trata sobre la capitulación de El Callao en 1826. Fue publicado en 1926 y tuvo muy buena acogida por la crítica.

En ese cargo, tuvo que enfrentar dos movimientos insurreccionales de distinta índole, y todos el mismo año: 1928.

Primero fue la protesta estudiantil de febrero. Varios estudiantes de la Universidad Central de Venezuela protestaron contra la tiranía gomecista, y muchos fueron apresados por la policía. Vale decir que dos de ellos, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, llegaron a ser presidentes de la República, mucho más tarde. López no intervino en estos acontecimientos

Estos sirvieron de base para el movimiento armado que le siguió, y la forma en que López lo contrarrestó es asombrosa, por no decir increíble.

El 6 de abril de 1928, López se enteró de que cadetes de la Escuela Militar preparaban una sublevación, combinados con el Cuartel de San Carlos, al norte de la ciudad, y varios estudiantes, a los cuales se les suministrarían armas. Se encontrarían en el cuartel y de allí saldrían al Palacio de Miraflores, sede del gobierno, a pocas cuadras de allí. Ante esta situación, López fue hasta el citado cuartel, acompañado sólo de su chofer y llevando como única arma un fuete (fusta).

El automóvil de López llegó al cuartel primero que los estudiantes sublevados, y desconcertó a los soldados rebeldes dentro del cuartel. López aprovechó al situación para ordenar que le abrieran el portón del cuartel, y someter a los soldados sólo con voces de mando… y el fuete en la mano. De pronto, mandó arrestar al Capitán Rafael Alvarado, uno de los oficiales del cuartel, quien luego se supo que era el jefe de toda la revuelta. Cuando los estudiantes armados llegaron al cuartel, en vez de encontrar a los soldados abriéndoles el portón, vieron que todos estaban apuntando sus armas contra ellos. Hubo un pequeño intercambio de disparos, luego de los cuales los estudiantes son dominados y hechos prisioneros por el propio general en persona. Más tarde se supo que el alzamiento de los cadetes de la Escuela Militar también estaba bajo control del gobierno.

Al día siguiente, como Jefe militar de Caracas, actuó como Juez Instructor suplente en el expediente contra todos los alzados. Pero, inesperadamente, López dictó un auto por el cual se inhibía de conocer el caso, y por la regla de ese entonces, remitió el expediente al Gobernador de Caracas.

¿El motivo?

Entre los cadetes alzados de la Escuela Militar se encontraba nada menos que su hijo mayor, Eleazar López Wolkmar, de 20 años. Esto le creó un dificilísimo dilema a López: cumplir con su deber o sacar al hijo de prisión. El presidente Gómez, de un plumazo y sin consultar, solucionó todo: le ofreció la libertad al joven, pero éste se negó, por lo que resolvió dejarlo en prisión y desterrarlo al año siguiente; a López lo envió a la frontera como Jefe de la Guarnición del Táchira, estado clave políticamente.

Al año siguiente, López fue nombrado de manera provisional Jefe del Estado Mayor General, en ocasión del desfile conmemorativo del Centenario de la muerte del Libertador (1930). En ese mismo año, publica dos libros: “Síntesis de la vida militar de Sucre” y “Bolívar conductor de tropas”.

En 1931 fue ascendido a General de División y designado por Gómez como Ministro de Guerra y Marina, convirtiéndolo en el militar de carrera más influyente del país.

Después de dos divorcios, en 1934 contrajo matrimonio por tercera vez con María Teresa Núñez Tovar, de quien tiene dos hijas.

Cuando Gómez muere en diciembre de 1935, López es designado Encargado de la Presidencia de la República hasta abril de 1936. Logra sofocar un conato de rebelión propiciado por los familiares del dictador fallecido, decreta la libertad de los presos políticos y restablece la libertad de prensa.

Luego, al terminar el periodo constitucional, es nombrado por el Congreso como Presidente Constitucional de la República para el periodo 1936-1943.