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Al principio de su presidencia enfrentó dos grandes crisis: la primera fue el martes de Carnaval de 1936 (14 de febrero), donde una manifestación popular llegó a Miraflores para exigirle mayores libertades, cosa a la que López accedió en parte; y la segunda fue la huelga laboral en junio de ese mismo año, donde el evidente propósito de la oposición era derrocarlo, cosa que no se cumplió.

Reformó la Constitución en julio de 1936, rebajando el periodo presidencial de 7 a 5 años, cláusula a que sorpresivamente se aplicó él mismo, y proscribiendo la ideología comunista, lo cual causó que varios políticos acusados de tales fueran expulsados del país, entre ellos Rómulo Betancourt.

En su gobierno, se realizaron muchas obras en diversos aspectos, casi todas ellas de largo alcance: entre otras, se dictó la primera Ley del Trabajo del país (1936), cuyo principal redactor, el joven Rafael Caldera, llegaría a ser Presidente del país; avanzó la educación progresivamente, creando el Instituto Pedagógico de Caracas (1937) para la formación de maestros; creó la Sociedad Bolivariana de Venezuela (1937); creó la Guardia Nacional (1937) para servir de cooperación a las fuerzas armadas y la policía; se inauguraron el Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias (1938); se creó el Banco Central de Venezuela (1940), para centralizar la emisión de monedas y billetes; se firmó el Tratado de Delimitación de Fronteras con Colombia (1941) que selló las diferencias en torno al territorio de Río de Oro.

En abril de 1941, y cumpliendo con el recorte del periodo constitucional que él mismo impuso, el Congreso eligió al General de División Isaías Medina Angarita, hasta ese momento Ministro de Guerra y Marina, como nuevo Presidente. Antes de entregar la presidencia, el Senado lo ascendió al máximo rango militar en Venezuela: General en Jefe. Tres días más tarde, el 5 de mayo, le hace entrega de la presidencia a Medina.

A partir de ese momento, se convierte en factor influyente en la vida política, militar y social del país. Política, porque en su período se desarrollaron muchas cosas (el escritor venezolano Rufino Blanco Bombona declaró que “López había hecho en 5 años lo que sus antecesores no habían hecho en 50”); militar, pues su rango de General en Jefe era el más alto grado militar, sus conocimientos en el área eran vastísimos y se le consideraba el principal renovador de las Fuerzas Armadas; y social, porque su reputación estaba muy bien cimentada por su cultura y por sus escritos (además de los citados, en 1944 publica su libro “Páginas para la Historia Militar de Venezuela”).

Sin embargo, surgieron serios desacuerdos entre López y Medina durante el periodo presidencial de éste, lo que derivó en una crisis institucional que culminó violentamente al suceder un golpe de Estado que derrocó a Medina el 18 de octubre de 1945, encabezado por militares jóvenes y activistas de los partidos políticos, entre ellos Rómulo Betancourt, quien presidió la Junta de Gobierno que surgió de dicho golpe. López, Medina y varios de sus colaboradores fueron apresados, luego expulsados del país y juzgados in absentia por peculado y enriquecimiento ilícito.

López fijó su residencia en Miami, EE.UU., donde vivió hasta 1948. Su casa se convirtió en centro de reunión de los adversarios a la Junta que gobernaba Venezuela. A su vez, la Junta lo consideraba “peligroso y subversivo”. En esos momentos de su vida, López comentó: “(…) estoy agradecido con este destierro, con la prisión, con esos juicios políticos que me tienen sometido, (pues) completan mi figura de político venezolano. Yo he sido de todo en Venezuela: Ministro, Presidente, Jefe de Guarnición, invasor, guerrillero, menos preso político y desterrado. Y en Venezuela no puede haber jefe político sin su historia de destierro…”.

El golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948 le permitió volver al país, aunque no estaba de acuerdo con la política llevada a cabo por el General Marcos Pérez Jiménez. Se retira a la vida privada, publicando tres libros más: “El triunfo de la verdad” (1949), “Temas de Historia Bolivariana” (1954) y “Proceso Político Social” (1955).

A partir de 1958, al caer Pérez Jiménez, vuelve a la palestra pública expresando su apoyo por la concordia nacional, y él mismo procede a cordializar con su antiguo enemigo político, Rómulo Betancourt, quien ahora era el presidente de la Nación. Éste, paradójicamente, tuvo que enfrentarse a situaciones muy parecidas a las que tuvo que enfrentar López en 1936.

Curiosamente, sus antiguos enemigos le fueron rindiendo toda clase de homenajes: primero, en 1961, por disposición constitucional, es nombrado Senador Vitalicio. Ocho de los firmantes de la Carta Magna fueron parte de los 43 que López, por decreto, había expulsado del país en 1937.

Luego, en 1963, le fue conferida la réplica de la Espada del Libertador, símbolo de los generales. Él fue el primero en recibirla, de manos del propio Presidente Betancourt. Existe la anécdota de que López, en un intermedio del acto (que fue en la casa de López), el viejo ex-presidente le preguntó a Betancourt:

- Presidente, ¿qué hubiese hecho usted si hubiese estado en mi lugar en 1936?

Esto causó desconcierto entre los presentes. Pero Betancourt no vaciló en responder:

- General, hubiese hecho lo mismo que hizo usted.

A medida que fue avanzando su edad, se deterioraba su salud, pero conservaba su lucidez. Siguió escribiendo artículos para los diarios, incluso publicó dos libros más (“El pensamiento de Bolívar Libertador”, en 1963, y “Gobierno y Administración, 1936-1941”, en 1966).

Sin embargo, el final estaba cerca.

A fines de 1972 sufre complicaciones pulmonares, y finalmente, muere en Caracas el 2 de enero de 1973. Se decretan tres días de duelo, se le rinden honores de Jefe de Estado y es sepultado al sonido de 21 salvas de cañón.

Tomás Polanco Alcántara, uno de los mejores historiadores venezolanos, expresa en su libro “Eleazar López Contreras”, una frase muy cierta: “Muchos de los Presidentes de Venezuela terminaron su vida del territorio nacional (…). Otros, (…), murieron en circunstancias trágicas. Muy pocos han tenido, como él, el privilegio de morir en Venezuela y en ambiente de tanto respeto”.

Fuentes: PÉREZ JURADO, Carlos. “Gómez, gomecismo y Ejército Nacional”. POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. “Eleazar López Contreras” MOLEIRO, Rodolfo. “De la dictadura a la Democracia. Eleazar López Contreras: lindero y puente entre dos épocas”.

Hans Joachim Marseille