El Africa Oriental Alemana fue un frente secundario en la Gran Guerra. El coronel y luego general Paul-Emil Von Lettow-Vorbeck, un jefe militar casi desconocido por el gran público. Los askaris zulúes, poco más de diez mil. Pero todos juntos protagonizaron una de las más fascinantes hazañas militares de todos los tiempos. Que se sepa, ningún otro ejército vencedor ha convocado nunca al derrotado para rendirse a él con armas y bagajes. La última 'guerra de caballeros' se libró en el Africa de las grandes extensiones, la naturaleza majestuosa y salvaje, los nativos misteriosos y la eterna fascinación que ejerce sobre el hombre blanco.

I. El modelo alemán

Esta historia comienza cuando en los tiempos del reparto colonial de Africa Alemania llega a tiempo de hacerse con las últimas migajas: como territorios principales se quedan con Camerún y Tanganika, la actual Tanzania (nombre que simboliza la unión entre Zanzíbar y Tanganika), donde años más tarde tendría lugar la historia de Von Lettow y sus soldados, que durante la I Guerra Mundial derrotarían en toda la línea a los aliados, de tal forma que al producirse la rendición alemana en Europa se dio en Africa el caso de que el ejército vencedor convocara al derrotado y perseguido para rendirse a él con armas y bagajes.

La colonización alemana tenía un problema añadido al de las resistencias nativas: La región era una base fundamental de los traficantes de esclavos árabes, que cazaban allí a sus víctimas o las compraban a sus soberanos en la zona o en la próxima Uganda. La llegada de los alemanes y su Compañía Comercial supuso para ellos un duro golpe, de tal forma que comenzaron a movilizar a todos los soberanos musulmanes de la zona. El rey Bushuri y otros juraron ante el Corán echar al mar a los europeos y llegaron a las proximidades de Dar es Salaam. Hubo víctimas europeas y Bismarck convocó a su despacho al comandante Von Wissman y le dio una sola orden: "Vaya a Africa y aplaste a quien se resista". El sultán no se resistió después de que cinco buques de guerra alemanes colocasen su palacio bajo el tiro de sus cañones el 7 de agosto de 1885

Von Wissman formó en Dar es Salaam una tropa formada por sesenta oficiales alemanes y dos mil soldados nativos, la mayoría sudaneses (acto de inteligencia, dado que sus enemigos eran de etnia zulú, y de este modo podía aprovechar las rivalidades locales. Igual hizo Cortés en México. Sólo ahora, en la hermana república, se comienza a reconocer que a los aztecas no les derrotaron doscientos españoles, sino doscientos españoles y doscientos mil toltecas y demás, oprimidos por los aztecas, pero no divaguemos...). El rey Bushuri acabó ahorcado.

Cuando los alemanes llegaron al interior los wahehe, zulúes, se sublevaron. En un grave error de cálculo, los alemanes destacaron a trescientos soldados al mando de varios oficiales germanos, que en Iringa vivieron su Little Big Horn: murieron todos tras haber agotado sus municiones....

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El reparto de Africa

Las rebeliones fueron intermitentes hasta que en 1905 estalló la revuelta general de los maji-maji. Exasperados por el trabajo forzado, la rapacidad de los funcionarios y la brutalidad de capataces y militares blancos, el sur de Tanganika se sublevó. Los rebeldes tomaban una mezcla milagrosa formada por agua, aceite de ricino, agua, maiz y pólvora que, según sus hechiceros, hacía disolverse las balas al entrar en el cuerpo, y en la que no perdieron la fe aún comprobando que no siempre funcionaba. La revuelta se extendió y murieron bastantes alemanes, incluidos altos militares y misioneros, incluso el obispo de Tanganika.

El ejército alemán respondió con su eficiencia y minuciosidad. Reclutó soldados locales de tribus diferentes a las sublevadas, se contrató a los acreditados mercenarios sudaneses y se trajeron tropas de Melanesia y Papúa. Con minuciosidad, fueron aniquilando aldeas rebeldes, devastando las tierras y ejecutando a cuantos nativos sospechosos caían en sus manos. En total, cuando la revuelta maji-maji fue derrotada, habían muerto más o menos 250.000 nativos. Aún hoy el sur de Tanzania es la región más pobre del país.

Sin embargo, la revuelta tuvo una inesperada consecuencia. Las brutalidades cometidas en la represión soliviantaron a la opinión pública alemana, que por entonces se tenía por el pueblo más avanzado de Europa, y reclamó que a los nativos se les diese un trato humanitario en consonancia con la 'kultur' alemana. La consideración de los zulúes para los militares, paralelamente, creció enormemente al convencerles la dura resistencia que habían mostrado que ante ellos tenían gente de valor. Así, de acuerdo a la impecable lógica germana, la administración colonial cambió de signo hasta tal punto que en torno a 1910 la población del Africa Oriental Alemana era la mejor tratada por sus amos europeos (el concepto de derechos humanos para los africanos aún no había llegado), habiendo alcanzado unos aceptables niveles de desarrollo. Esto tendría su importancia porque en 1914, porque los nativos se mantendrían leales a los alemanes.

II. Guerra en el Paraíso.

Decimos que tras las matanzas de la revuelta de los maji-maji Tanganika se convirtió en un modelo de administración colonial. El parlamento alemán retiró a los militares la administración de la colonia y puso a civiles al frente de la misma. Albertch Von Rechenburg y Bernard Dernberg abolieron la esclavitud y el trabajo forzado, pugnaron por extender la educación y un sistema sanitario avanzado, mostrándose también respetuosos con los derechos de los nativos. No se abolió la esclavitud, pero sí se prohibieron los malos tratos, el tráfico y compra de nuevos esclavos, y se decretó la libertad para todos los hijos de esclavos nacidos después de 1906. El desarrollo económico de la colonia creció enormemente, así como el nivel de vida de los nativos.

Ambos legisladores fueron cesados por presiones de los colonos más radicales, pero la administración germana siguió en esta línea, de tal forma que en 1914 queda dicho que la situación en la Tanganika alemana era lo más parecido al 'sueño de Africa' que imaginarse pueda, y por supuesto mucho mejor que la de las colonias británicas, francesas y belgas. Cien mil niños nativos recibían educación primaria en swahili y secundaria y profesional en alemán. Incluso se promovía la emigración a Alemania.

Así, cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, británicos sobre todo y belgas contaron entre sus planes la conquista de Tanganika. Los alemanes propusieron que Africa fuera zona neutral pero los aliados no quisieron. Sin embargo, previendo los sucesos, el alto mando alemán reorganizó sus tropas en la zona poniendo al frente al coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck, de 44 años, veterano de la lucha contra los boxers en China y de luchas coloniales en Namibia, donde colaboró e hizo amistad con quien luego sería su gran rival, Jan Smuts, y que llegó a Tanganika precisamente en un barco inglés pocas semanas antes del inicio de la guerra. A su cargo estaría la fuerza llamada, con poca originalidad, Deutsche-Afrika Schutztruppe.

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Fusilero askari


La Sturmptruppe Deutsche Ostafrika estaba formada en su inicio por unos dos mil ochocientos soldados y suboficiales nativos y unos doscientos oficiales alemanes. Los nativos recibían el nombre de askari (soldado, en swahili). En principio eran sudaneses y luego también zulúes enrolados en la misma Tanganika, y muchos de ellos supervivientes de las guerras contra los mismos alemanes. A medida que la guerra se extendió, la fuerza de Von Lettow fue creciendo y en ella se integraron casi todas las etnias de la zona, que unieron a la belicosidad africana el entrenamiento y precisión germana, impartida por los oficiales alemanes. Todos ellos eran oficiales de carrera que habían pedido voluntariamente el destino africano, en el que debían servir dos años y medio por doble paga que en Europa. Pese a haber estudiado las tácticas de Clausewitz, Moltke y otros, aprendieron de sus soldados y adversarios la forma de pelear en selvas y sabanas.

Von Lettow no hizo sino apoyar y acentuar las características germano-africanas de su pequeño ejército. Los oficiales alemanes enseñaron a los askaris a no separarse nunca de su fusil (al que llamaban 'bibi' o esposa) las órdenes se daban en alemán y las explicaciones en swahili. Los soldados tenían el único deber de estar listos para el combate, y podían contratar criados para el resto de tareas. Su uniforme, que debía estar germánicamente impoluto en todo momento, era caqui, con quepis y pañuelo para protegerse del sol, al estilo de la Legión Extranjera. Se fomentaba entre ellos el espíritu del soldado de élite y hay que señalar cuando se trataba de reprimir revueltas, eran más temidos ellos que sus oficiales alemanes, que debían ocuparse de impedir que cometieran excesos. Sus armas eran el mauser, algunas ametralladoras y pequeños cañones.

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Von Lettow-Vorbeck en 1914


La disciplina, evidentemente tratándose de alemanes de 1914, era estricta. Entre algunas normas señalar que las ametralladoras debían estar siempre montadas. La munición debía ir siempre con la tropa y nunca con porteadores alejados de ella. Nunca debía acamparse en zonas de hierbas alta o con escasa visibilidad. No se debía abandonar al grupo para perseguir al enemigo. No se permitía el pillaje. Nunca se debía dispersar excesivamente la fuerza y los porteadores debían ser advertidos que en caso de combate tenían que permanecer junto a los combatientes, pues los que huyeran serian abatidos para impedir que hablasen. En cuanto a los propios askaris, se confiaba en que nunca revelarían nada al enemigo.

 



Formación de Askaris


Von Lettow organizó a sus tropas en unidades autosuficientes e independientes previendo una guerra de guerrillas. Cada una contaba con ocho oficiales, doscientos askaris, dos equipos de ametralladoras, porteadores y ocasionales irregulares, que debían transportar medicnas, alimentos, munición y lanchas desmontables. Cuando se acababan los alimentos, se tomaban al enemigo, se requisaba en las aldeas sin asolarlas pues no se sabía si se habría de volver, o se cazaba. En cuanto a la medicina, se usaba tanto la europea como la africana.

IV. La batalla de Tanga.

Tan pronto como empezó la contienda en Europa, Von Lettow tuvo que acantonar a sus askaris en diversas zonas de las fronteras para prevenir infiltraciones británicas y belgas una vez que, como queda dicho, los aliados se negaron a declarar neutrales los territorios africanos contribuyendo, de este modo, a extender un poco más la destrucción bélica, si bien tenían la buena razón de ambicionar la posesión de Dahomey, Camerún y Tanganika.

En el caso que nos ocupa, Londres dispuso que una fuerza expedicionaria al mando del general Edward Aitken partiera de la India para atacar Tanganika. Se dispuso que el desembarco tendría lugar al norte de Dar es Salaam, en una ciudad que ha dado nombre a una de las más importantes contribuciones del siglo XX a la felicidad de la humanidad: Tanga.

La operación era sencilla: ocho mil hombres entre oficiales británicos y soldados indios y gurkhas –la doctrina militar británica no era muy favorable al uso de soldados africanos, al los que consideraban poco capaces pese a los problemas que les habían dado los zulúes en Sudáfrica. Los indios, en cambio, estaban mucho más contrastados-, para enfrentarse a la menguada tropa de Von Lettow, que como hemos dicho había tenido que enviar diversos contingentes de su fuerza a zonas fronterizas, en especial al Kilimanjaro.

Los británicos, sin embargo, no contaban con dos factores: la pericia del desconocido Von Lettow-Vorbeck, el valor de sus tropas y la incompetencia de Aitken, perteneciente a esa especie de generales ingleses que causaron a su ejército más pérdidas que el enemigo. Los barcos ingleses llegaron frente a Tanga en 2 de noviembre de 1914 y desembarcaron a sus primeros hombres, que fueron recibidos a tiros por los askaris. Sin embargo, dado que sus fuerzas eran escasas y los atacantes estaban protegidos por la artillería naval, se retiraron y durante dos días Aitken desembarcó su material.

Tarjeta postal de la época: batalla de Tanga.

Lettow, sin embargo, se había apresurado en llegar, acompañado de los pocos askaris que pudo retirar del norte y el Kilimanjaro. Él mismo, en bicicleta y con el rostro ennegrecido, entró en Tanga acercándose sin problemas a las líneas británicas. Comprobó que los suyos estaban en inferioridad numérica de cuatro a uno.

El 6 de noviembre, los británicos comenzaron su avance hacia Tanga. Los askaris, parapetados en las hierbas altas y maizales del camino, disparaban a placer contra ellos pero Aitken dio orden de no romper la formación. Llegaron a Tanga con graves pérdidas, conquistaron los edificios principales y Aitken dio una orden clave: ordenó preparar el champán.

En ese momento, los askaris salieron de los maizales gritando, disparando y finalmente cargando a la bayoneta contra los indios y gurkhas, que les seguían superando enormemente en número. Sorprendidos, huyeron en desbandada hacia las playas mientras Aitken, temiendo un segundo ataque con 'las reservas', les siguió sin saber que en aquel ataque suicida habían participado todos los askaris y oficiales con los que contaba Von Lettow. Perseguidos por los insultos de los askaris ('insectos' les llamaban, un grave insulto en swahili) se refugiaron de nuevo bajo el tiro de la artillería naval.

Los askaris tomaron posiciones para mantenerlos en la playa bajo el fuego de sus fusiles y ametralladoras, de tal forma que al día siguiente Aitken tuvo que ordenar el reembarque urgentemente. Había perdido trescientos hombres entre muertos y heridos, dejaba cuatrocientos prisioneros y, lo más importante, todo el material desembarcado: un millar de fusiles, dieciséis ametralladoras, medio millón de cartuchos, teléfonos de campaña y equipos de comunicaciones y gran cantidad de uniformes. Von Lettow ya tenía material para librar su guerra.

En cuanto a Aitken, fue degradado. Dicen quienes le conocieron que bastaba que oyera el nombre de Von Lettow para sumirse en la depresión. No sería el único. Poco después, cuando los británicos suponían a Von Lettow aún en Tanga (es decir, en la costa ), otra tropa británica atacó por la zona del Kilimanjaro... para encontrarse que los askaris se habían desplazado con una tremenda rapidez, y fueron igualmente rechazados. En 18 de enero de 1915, en Jassin, los aliados decidieron posponer sus planes para la conquista de Tanganika en favor de objetivos más asequibles.

V. El ejército fantasma

Una vez conquistadas todas las colonias alemanas de Africa (Namibia, Camerún,. Togo…), volvieron de nuevo su vista hacia el Oriente. En 1916, los británicos planificaron una operación a gran escala para expulsar a Von Lettow, sabedores además de que de este modo podrían enviar una gran cantidad de recursos a la guerra europea. Un ataque combinado de británicos, belgas, franceses, sudafricanos y después de que entraran en guerra, portugueses, entraría en Tanganika desde todas partes. Lettow, a todo esto, no había podido recibir suministros desde el Reich, de tal forma que se había dedicado a seguir preparando a sus askaris, aunque no sumaban más allá de diez mil. Jassin, donde a pesar de la victoria había tenido muchas pérdidas irreemplazables, le había convencido de que no podía soportar una campaña convencional, con lo que había decidido pasar a la guerrilla cuando se viera acosado.

Durante dos años, Von Lettow y sus askaris fueron la pesadilla del sudafricano general Smuts. Poco a poco, fueron cayendo en manos aliadas Tanga, la región del Kilimanjaro y el lago Victoria, Bagamoyo y Dar es Salaam. En todos los casos, sin apenas resistencia.

Von Lettow había desaparecido. Sus askaris vagaban por la sabana, apareciendo en el lugar más inesperado, desplazándose con enorme rapidez y tomando del enemigo todos sus suministros. Lettow sabía que su única esperanza era mantener en Africa un número importante de enemigos, evitando que pasarn a los campos de batalla europeos y consiguió que Smuts tuviera a su cargo a trescientos mil para cazar a los diez mil askaris con los que llegó a contar.

No lo consiguieron. Contra él lucharon cientro treinta generales. Causó al enemigo muchísimas veces más bajas que las que sus fuerzas sufrieron pero, al no tratarse de una guerra especialmente cruenta, lo más importante fueron las ingentes pérdidas de material que causó a los aliados. Aparte de lo que destruía, sus tropas estaban equipadas con material tomado al enemigo con una excepción importante: cuando el crucero alemán Königsberg, destinado a la lucha en corso en el Indico, se vio acosado por la Royal Navy en el río Rufigi en 1916, sus hombres evitaron su completa destrucción recuperando sus cañones, para los que construyeron cureñas y usaron como artillería de tierra. En 1915, por cierto, los británicos ocuparon la isla de Mafia, frente a la costa, para dar cobertura a los barcos que cazarían al Konisgberg. Para el desembarco precisaron no menos de seis companías contra una defensa de veinte askaris y dos oficiales alemanes.


El Konigsberg


Las tropas aliadas pensaban que sus askaris estaban protegidas por un algún tipo de hechizo. Cuando Smuts tomaba Dar es Salaam, los askaris amenazaban Nairobi. Cuando se les buscaba en el interior de Kenia, aparecían en Mozambique. Cruzaban a pie los desiertos y bebían orina cuando escaseaba el agua. Cazaban su comida y comieron carne de hipopótamo, serpiente y modo y cuando se acabaron las medicinas 'europeas' recurrieron a la tradicional africana, además de arreglar sus ya maltrechos uniformes con lo que encontraban a mano. Y sin embargo, las poblaciones nativas, que preferían el dominio alemán al británico, no apoyaron al invasor, ni desertó un solo askari.

Aquella guerra, además, era 'caballerosa'. No hubo bombardeos, ni trincheras ni gases axfisiantes. Tras los asaltos a tiros y bayonetazos, no había ensañamiento con el enemigo derrotado. Los prisioneros aliados eran liberados bajo palabra de no volver a combatir. Cuando Von Lettow fue condecorado con la Cruz de Hierro con las máximas distinciones la noticia le llegó con un emisario de Smuts, que le transmitió su felicitación. Se dice que en varias ocasiones se concertaron conferencias entre mandos de ambos bandos, pero quizá no sea más que una leyenda porque no hay referencias claras de lugar y fecha.

En octubre de 1917 los aliados consiguieron por fin localizar a los askaris y obligarlos a una batalla campaña. Se enfrentaron en el paraje de Mahiwa, sufriendo un centenar de bajas. Los aliados perdieron a 1.600 hombres y tuvieron que dejar escapar de nuevo a los ‘alemanes’.

 


Postal de la época: 'Heridos'


El 9 de noviembre de 1918, los askaris alcanzaban la ciudad de Kasama, en Zimbabue y el 13 completaban su conquista. Dos días antes, Alemania se rendía en Europa. Le llegaron noticias del armisticio, pero no estuvo seguro hasta que capturó a un mensajero aliado que llevaba noticias que lo confirmaban. Von Lettow dio a cada uno de sus hombres un certificado que avalaba su pertenencia al ejército alemán (esto tendría su importancia), los licenció y mandó emisarios al enemigo que había puesto en fuga, anunciando su disposición a rendirse.

Cuentan testigos que el general sudafricano Van Deventer, que recibió la rendición en Abercom (Zimbabue), parecía bastante incómodo. Von Lettow se constituyó prisionero con 155 de los 218 oficiales que habían iniciado la guerra (sus askaris sufrieron también pocas bajas, aunque no se pudo comprobar al haberlos dispersado) y entregó treinta ametralladoras británicas, miles de fusiles belgas y británicos, una batería antiaérea portuguesa, varios obuses y morteros belgas y cientos de cajas de munición aliadas. De su armamento original quedaban siete ametralladoras y algunos fusiles. Todas sus tropas, además, estaban vestidas con uniformes enemigos modificados.

VI. Derrota, gloria y abandono.

Von Lettow-Vorbeck fue liberado y volvió a Alemania con sus oficiales. Su trayecto hasta Dar es Salaam fue un paseo triunfal, jaleado por multitudes de colonos alemanes pero también de nativos que lo consideraban un héroe legendario que había conducido a sus guerreros a la victoria. En Alemania desfiló con sus oficiales por la Unter den Linden como el único general victorioso de la guerra y después abandonó el ejército estableciéndose en Hamburgo. 


Desfile de los hombres de Lettow-Vorbeck en Berlín, 1919


El turbulento panorama político de la República de Weimar también le arrastró en su torbellino. Conservador convencido, cuando se produjo la insurreción comunista de los espartaquistas se puso al frente de los Freikorps paramilitares de ultraderecha en Hamburgo y dirigió la represión de la sublevación. Hay que decir que con bastantes muertos. Parece ser que también apoyó el ‘putsch Kapp’, también de extrema derecha contra el gobierno de Baviera, por lo que tuvo que dejar el ejército. En ese intento de golpe de estado participaron personajes que luego intervendrían en el posterior de Hitler, y bastantes miembros de lo que luego serían las SA.

Sin embargo, Von Lettow no simpatizó con el nazismo (posiblemente porque sus vivencias africanas le hubieran hecho inmune a las proclamas racistas de Hitler) y formó un partido conservador que trató de oponerse al totalitarismo nacionalsocialista, siendo diputado en el Reichstag. Cuando este llegó se retiró de la vida política.

Hitler, no obstante, trató de captarle para su movimiento y le ofreció el apetitoso puesto de embajador en Gran Bretaña. Cuenta algún biógrafo que mandó a Hitler, literalmente, a tomar por culo. El Führer montó en cólera pero no se atrevió a proceder contra aquel héroe popular. Se le dio un rango militar honorífico y se le olvidó.

Uno de sus oficiales, Theodore Von Hippel, se mantuvo en activo en la Reichswehr y, de acuerdo a lo aprendido en Africa, impulsó la doctrina de las operaciones especiales en el ejército alemán. Se le recuerda como creador de los Comandos de Brandeburgo. Su cuerpo no gozaba de demasiada popularidad entre los altos jerifaltes del partido porque no excluía a los no arios, pese a ser una unidad de élite. Más bien los prefería cuando se trataba de realizar acciones contra enemigos que no lo eran. 



Jan Smuts

Von Lettow-Vorbeck pasó la segunda guerra mundial en el ostracismo, en Hamburgo, bajo los bombardeos. Dos de sus hijos murieron en el frente y al acabar la contienda estaba en la indigencia (tenía, recordemos, setenta y cinco años). La salvación le vino, increíble para los usos y costumbres del siglo XX, de sus antiguos enemigos, los británicos, pues su viejo y caballeroso rival, Jan Smuts, consiguó una pensión británica para él..

VII. La vuelta a Africa

Von Lettow volvió a Africa en 1953, invitado de nuevo por Smuts. En su camino a Ciudad del Cabo quiso pasar por última vez por Dar es Salaam, donde el gobierno colonial iba a recibirle con los máximos honores.

El día de la llegada de von Lettow los británicos repararon en un grupo de ancianos situados en la primera fila del público. Eran apenas una docena, pero cuando el viejo general pisaba de nuevo la tierra de Tanganika, rompieron la barrera de protección, se plantaron ante él y se hincaron de rodillas antes de ponerse en pie y saludar militarmente. Eran supervivientes de la Schutztruppe, y que de ese modo volvian a cumplir la promesa de estar siempre junto a su general como estipulaba su himno, 'Haya Safari', cuya letra cantaban oficiales y soldados en swahili. Von Lettow los abrazó y luego desfilaron por el muelle cantando 'Haya Safari'. Fueron su guardia de honor durante toda su visita.

Von Lettow murió, casi centenario, en 1964, después de conseguir que el Bundestag aprobase por fin pagar los sueldos y pensiones atrasadas a sus soldados. A tal fin se desplazó una delegación alemana provista de fondos a la ahora independiente Tanzania y dado que ni ellos ni el estado sabían muy bien como articular el cobro, convocaron mediante anuncios a todos los supervivientes.

El día del cobro se presentaron unos trescientos ancianos, pero muy pocos conservaban el documento que les extendió Von Lettow. Como a la minuciosidad alemana repugnaba tanto que alguien que mereciera la pensión quedase sin ella como que la cobrase algún intruso, pensaron en un medio de control.

Un funcionario alemán una feliz idea. Entregó a cada anciano un bastón y, seguidamente, les ordenó en alemán formar, presentar armas, marchar, apuntar... Ni uno solo había olvidado la instrucción recibida cincuenta años atrás y ningún intruso había osado hacerse pasar por uno de aquellos que seguían siendo reverenciados como héroes. Las pensiones fueron pagadas (una auténtica fortuna para cada uno) y Lettow pudo, por fin, cumplir su última deuda con sus soldados.

Se dice que hasta hace algunos años aún podía encontrarse en Tanzania a algún anciano que se presentaba diciendo 'Mimi ni askari mdaichi'. O sea 'Soy un soldado alemán'.

...Y se acabó.

Fuentes:

El hilo conductor de esta historia lo podemos encontrar en “El Sueño de Africa”, de Javier Reverte.
Otras aportaciones, sobre todo de índole militar, las podemos encontrar en:
http://en.wikipedia.org/wiki/Paul_Erich_von_Lettow-Vorbeck
http://www.firstworldwar.com/bio/lettowvorbeck.htm
http://www.todaviapordeterminar.com/usr/rianxeira/HistCon/GM1/GM1Africa.html
http://www.histarmar.com.ar/InfGral/Konigsberg-1.htm
http://www.deutsche-schutzgebiete.de
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/fuerzas-armadas-GER/brandenburg1.html
www.elgrancapitan.org
Estos libros yo no los he consultado personalmente, pero los he encontrado en varias de las fuentes consultadas, de modo que deben ser la raíz última de este artículo.

von Lettow-Vorbeck, Heia Safari! Deutschlands Kampf in Ostafrika Leipzig, 1920.
von Lettow-Vorbeck, My Reminiscences of East Africa (English translation of the above) ISBN 0898391547
von Lettow-Vorbeck, Mein Leben Koehlers Verlaggesellschaft, Biberach an der Riss, 1957.
Charles Miller, Battle for the Bundu: The First World War in German East Africa, MacMillan, 1974, ISBN 0025849301
Byron Farwell, The Great War in Africa, 1914-1918, W. W. Norton & Company, 1989, ISBN 0393305643
Ross Anderson, The Forgotten Front: The East African Campaign, 1914-1918, Tempus Publishing, 2004 ISBN 0752423444

 


 

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