Cuando uno es predecible es vulnerable, y si nos encontramos en medio de un conflicto armado esta afirmación tiene una mayor relevancia.

Un claro ejemplo lo podemos observar durante las operaciones de bloqueo de Port Arthur por la escuadra japonesa a principios de mayo de 1904. Veamos que sucedió.

Los japoneses ya habian puesto el pié en la península de Liaodong, y para dar apoyo a las operaciones de desembarco de tropas en Pi-tsé-ouo, el bloqueo de Port Arthur por parte de la flota se intensificó.

Durante el día los acorazados se mantenían a la vista de la bocana del puerto a unas 10-15 millas, siempre fuera del alcance de las baterías de costa. Durante la noche, el miedo a las torpederas rusos hacia que se retiraran a sus bases, dejando en las labores de vigilancia a las torpederas japonesas.

Estos movimientos estaban perfectamente reglados, lo que dio al contraalmirante Witheft, la idea de sembrar de minas la ruta que seguían estos navíos.

 

 

Contraalmirante Witheft

Contraalmirante Witheft

El capitán de fragata Ivanov, comandante del minador Amur recibió la orden correspondiente. Había que aprovechar el momento del cambio de guardia frente al puerto, evitando ser detectado por los buques japoneses. Se debió de esperar hasta la noche del 14 de mayo de 1904, durante la cual se produjo una espesa niebla, lo que hizo que los acorazados japoneses, por miedo a un ataque ruso, se retiraran antes de tiempo.

El Amur salió a toda máquina, escoltado por 4 torpederos, depositando en el lugar escogido una línea de 50 minas, perpendicularmente a la ruta seguida por los barcos japoneses. Las escuchas de radio certificaban que la operación no había sido detectada por el enemigo. Y se regresó sin novedad a puerto.

Minador Amur (1898)

Minador Amur (1898)

Al día siguiente, domingo, a las 9:50, puntualmente apareció la flota de bloqueo japonesa a la distancia y con su rumbo habitual (3 acorazados y 2 cruceros de segunda clase). El primero en saltar fue el Hatsuse, un acorazado de 15.000 tn, que rápidamente comenzó a dar la banda. Minutos después el Yashima, otro acorazado de 12000 tn, hacia saltar dos minas. Los buques japoneses se creyeron atacados por submarinos y desataron un fuego infernal contra un enemigo imaginario.

El Kasagi tomó a remolque al Hatsuse, cuando a las 10:30 volvió a tocar una mina que le hizo saltar la santabárbara, desapareciendo en segundos (serán salvados 23 oficiales, entre ellos el almirante Nashima, y 313 marineros).

Acorazado japonés Hatsuse (1899)

Acorazado japonés Hatsuse (1899)

La suerte el Yashima no fue mejor, la enorme vía de agua pudo ser taponada, y a las 11:30 el acorazado recuperó la movilidad y comenzó a alejarse lentamente. Nunca llegaría a su base, perdiéndose en el camino (este importante hecho no fue conocido por los servicios de inteligencia rusos hasta el final de la guerra).

Acorazado Japonés Yashima (1896)

Acorazado Japonés Yashima (1896)

A pesar del éxito de la operación, los rusos no supieron aprovechar el éxito. Los buques capitales estaban con las calderas apagadas, y sin posibilidad de salir a terminar con los restos de la escuadra japonesa. En ese momento el contraalmirante Witheft disponía de 3 acorazados y cinco cruceros, pero sólo mandó salir al encuentro del enemigo a sus torpederos escoltados por el crucero Novik, los cuales fueron fácilmente rechazados por los restos de la escuadra japonesa.

Si quieres saber más : 
  • PIOUFRE, Gerard. La guerre ruso japonaise sur mer, Nantes: Marines édition, 1999
  • von ESSEN, Nikolai Ottovich. Les derniers jours du Sebastopol à Port Athur. Paris: Agustin Challamel, 1914.