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Estas órdenes procedentes del alto mando son completamente absurdas, escribió encolerizado en su diario Halder, jefe de estado mayor, los carros de combate se han detenido como si estuvieran paralizados.”

Su cólera estaba justificada. En aquel momento las tropas alemanas estaban en pleno apogeo de su éxito. El frente belga estaba a punto de derrumbarse, mientras que por el sur, el panzer-grupp de Kleist había llegado a la desembocadura del Somme en Abbeville y después, de haber realizado una conversión hacia el norte para ocupar Boulogne y cercar Calais, llego a menos de 20 Km. de Dunkerke. Presos en esta trampa, entre estas fuerzas acorazadas y los ejércitos alemanes que avanzaban por el nordeste, se hallaban cercados el ejército belga, 10 divisiones del 1º ejercito francés y casi la totalidad del cuerpo expedicionario británico. Los alemanes estaban a punto de obtener su decisiva y espectacular victoria. Y, sin embargo, las unidades acorazadas habían recibido la orden de detenerse inmediatamente.

Algunos días antes Halder había anotado en su diario, que el Fuhrer estaba terriblemente nervioso. Preocupado por su propio éxito, no está dispuesto a correr riesgos e insisten que nos detengamos.

El nerviosismo de Hitler encontró apoyo y confirmación el día 24 de mayo, cuando Von Rundstedt le indico que seria oportuno detener las divisiones acorazadas en la línea del río Aa hasta que llegaran refuerzos de infantería. Como la mayoría de los altos mandos alemanes, Von Rundstedt no había creído realmente en la posibilidad de que las fuerzas acorazadas consiguieran un golpe de tanta envergadura, y obsesionado por el temor de que no se pudiese continuar con la ofensiva, no elaboro ningún plan para cuando las fuerzas acorazadas llegaran al mar.

Por lo tanto, aunque en aquel momento el río estaba tan solo defendido por un batallón ingles, estando situado entre Gravelinas y St Omer. Von Rundstedt sostuvo enérgicamente la necesidad de hacer una pausa, que permitiera llenar los vacíos que se habían producido en las unidades alemanas y restablecer en su interior un conveniente equilibrio antes de realizar el último movimiento.

Hitler admitió inmediatamente la tesis de Von Rundstedt, y las disposiciones para una detención temporal fueron tomadas y las ordenes redactadas, llego la orden de detención definitiva.

Parece ser, según manifestó después de la guerra el general Blumentritt, jefe de operaciones de Von Rundstedt, que la actitud de Hitler obedecía también a motivos políticos. Consideraba que, después de la conclusión de “una paz razonable con Francia”, quedaría abierto el camino “para un acuerdo con Gran Bretaña”. A Alemania no le interesaba reducir a los ingleses a un estado de completa sumisión: una penosa humillación habría hecho más difícil el logro del acuerdo.

Pero aparte de las consideraciones políticas, por muy influyentes que fueran; aparte el temor de un posible cambio en la situación, que ensombrecía la alegría del éxito inicial, y aparte la preocupación de conservar la fuerza de su ejercito para descargar nuevos golpes en el sur, la orden de Hitler que tanto decepciono a Halder y Blumentritt, tenia también otra explicación.

Esta explicación, de la que los generales se enteraron una semana después, estaba relacionada con Herman Goering.

Según Halder, “Goering, que conocía bien al Fuhrer supo aprovechar hábilmente su estado de animo preocupado”. Se ofreció para terminar la gran batalla de cerco solo con la Luftwaffe, eliminando de este modo el riesgo de tener que utilizar las preciadas unidades acorazadas. Como hasta entonces el ejército había realizado las operaciones de un modo tan eficaz, Goering quería asegurar a su aviación el acto final de la batalla, para que de este modo la gloria recayera en é y en la Luftwaffe. Si los generales del ejercito hubieran podido atribuirse todo el merito de la victoria, el prestigio de Hitler en Alemania habría sufrido un golpe irreparable. Para evitar esto era indispensable que fuese la Luftwaffe, y no el ejército, la que ganara la batalla.

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Pero, mientras la Luftwaffe se disponía para dar el golpe de gracia, Lord Gort estaba preparándose para librar su propia batalla. Aunque todavía estaba supeditado a la orden de seguir el plan Weygand, rompiendo el frente en dirección a Cambrai, el 25 de mayo llego a la conclusión de que un ataque de este genero tenia pocas posibilidades de éxito.

Y puesto que los belgas se desmoronaban por momentos, y los franceses parecían no estar en condiciones de efectuar un ataque en condiciones en el norte, Gort comprendió que su única salida y esperanza de supervivencia de cuerpo expedicionario ingles era; abrirse paso hasta el mar.

Incluso exponiéndose a molestar al general Weygand, Gort ya había tenido que ordenar al general de división Franklyn que se retirara del sector de Arras con la división 5ª y la 50ª Northumberland. Y ahora, todavía mas al norte y a ambos lados de Courtrai, algunas unidades del grupo de ejércitos B de Von Bock, habían efectuado un nuevo y peligroso ataque contra el frente belga. Si este ataque tenia éxito, como parecía probable, el flanco del Cuerpo de Ejercito II británico al mando de Brooke, quedaría peligrosamente descubierto. De momento, el frente noreste del cuerpo expedicionario británico estaba tranquilo, pero, ¿quien sabía el momento en que se reanudaría el ataque? Incluso en aquel momento, el ejercito I francés estaba sufriendo ataques enemigos en el sector de Denain.

A las 7 del dia 25 de mayo, sir Jhon Dill, segundo jefe de estado mayor del imperio, llegó al puesto de mando de Gort, en el castillo de Premesques, procedente de Londres. El día anterior Churchill, que esperaba impaciente las noticias del contraataque inglés, había enviado a lor Ismay un mensaje censurando la actitud de lord Gort y sus fuerzas; un mensaje que, como mas tarde reconocería Churchill, no hacia justicia ni a Gort ni a las tropas del cuerpo expedicionario británico. Pero a Dill le pareció claro, inmediatamente, que no tenía sentido cerrar los ojos ante la gravedad de la situación. “El cuerpo expedicionario britanico, le dijo al primer ministro, esta ahora sosteniendo un frente de mas de 140 km con 7 divisiones. Los alemanes han establecido contacto en todo el frente, y se dice que ayer tarde han conseguido romper la línea belga, infiltrándose por el nordeste de Courtrai

Aquella tarde Gort tomo su gran decisión, a las 6 de la tarde salió Gort de la sala del castillo, en la que había pasado varias horas estudiando los mapas y entró en la oficina de su jefe de estado mayor, general Henry Pownall.

Henry, dijo Gort, he tenido una idea. Debemos ordenar a las divisiones 5 y 50 que suspendan el ataque por el sur y enviárselas al general Brooke a la izquierda.

Se dará cuenta replico Pownall, de que esto va en contra de las ordenes recibidas y que, si retiramos aquellas divisiones, es poco probable que sin apoyo pueda atacar el ejercito francés.

Si, lo sé perfectamente afirmo Gort. No obstante debemos hacerlo.

De este modo se tomó una decisión grave y trascendente, pero que salvo al cuerpo expedicionario.

Cinco días antes, el 20 de mayo, en las profundas galerías de la escollera oriental, bajo el castillo de Dover se había celebrado una reunión. En una amplia habitación que en la primera guerra mundial se la doto de una instalación eléctrica, por eso se le conocía como la habitación de la dynamo, el vicealmirante Bertram Ramsey sostuvo una conferencia acerca de una evacuación de emergencia de fuerzas muy numerosas a través del canal de la mancha. 

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Vicealmirante Bertram Ramsay

 El problema principal era, naturalmente, el de encontrar un numero de barcos suficientes para evacuar aquella gran masa de hombres en el poco tiempo que dispondrían. Cuando se celebro la reunión se consideró que, aunque se contaba con tres puertos franceses véase; Calais, Boulogne y Dunkerke, no podrían embarcarse mas de 10.000 hombres por día, y aun ello solo seria posible si el enemigo no realizaba grandes acciones de hostigamiento.

No era posible recurrir a grandes buques a causa de los tortuosos canales y de los bajíos que había a lo largo de la costa, y también porque la amenaza de las baterías costeras se uniría a la mas grave; los bombardeos aéreos. Por otra parte se dejaba sentir una lamentable escasez de buques ligeros.

Afortunadamente, además de los barcos transbordadores de pasajeros, la mayor parte de los cuales construidos ex profeso para los puertos del canal de la mancha, y de las gabarras de motor que podían actuar también en aquellas aguas, los ingleses disponían de 40 barcos holandeses de cabotaje (schuits), que se habían refugiado en los puertos ingleses después de la caída de Holanda. Con la ayuda de estas y otras embarcaciones menores, incluso con la ayuda de embarcaciones de recreo, se esperaba que la operación Dynamo se llevase a termino con cierto éxito.

Sin embargo el plan se basaba en la hipótesis de que los puertos disponibles fuesen tres; pero el 23 de mayo la 2ª panzerdivision había efectuado un ataque demoledor contra Boulogne, y tres días mas tarde, después de una desesperada y épica resistencia, los restos de las unidades del general de brigada Nicholson cayeron prisioneros en la ciudad de Calais, así pues Dynamo estaba amenazada.

Por fortuna para los aliados, la desesperada defensa de Calais, calificada por Guderain como “heroica y digna de los mejores elogios”, había proporcionado a Lord Gort el tiempo necesario para desarrollar sus planes; el cuerpo expedicionario podía luchar todavía por su propia existencia con algunas posibilidades de éxito.

Ya el 19 de mayo Lord Gort había pensado en la evacuación por mar como una de las posibilidades de escape, y poco después el general Pownall ordeno al coronel Brigdeman que preparase los planes para tal efecto. Entonces seguían abiertos los puertos del canal, entre Boulogne y Zeebrugge; pero poco después el único sector que quedaba en manos aliadas eran los 50 km que mediaban entre Gravelinas y Nieuport. La difícil misión de Lord Gort era mantener abierto aquel corredor a través del cual sus hombres pudieran alcanzar aquel sector reducido de costa.

El 25 de mayo los belgas habían agotado sus reservas, y su frente fue roto entre Geluwe y el río Lys. Al día siguiente, la división 5 inglesa, que se había desplazado a aquel sector para apoyar al general Brooke, se encontró amenazada por las tres divisiones de Von Bock, además en el frente occidental, Hitler había autorizado a Von Rundstedt para reanudar el avance con las unidades acorazadas en dirección Tornai-Gassell-Dunkerke.

En Londres ya no se dudaba de la necesidad de aprobar la decisión de Lord Gort, auque esta fuera por iniciativa propia. El 26 de mayo Antoni Edden (Ministro de Guerra), envió a Gort un telegrama en el que decía que; “si las informaciones recibidas eran exactas la única posibilidad que queda es abrirse paso hacia el oeste, donde todas las playas y puertos situados al oeste de Gravelinas se utilizarían para las operaciones de embarque. La marina proporcionara barcos y pequeñas embarcaciones, mientras que la RAF asegurará el más completo apoyo. Como es posible que la retirada deba iniciarse muy pronto, los planes preliminares deben estar preparados con la máxima urgencia.”

Estos planes preliminares ya estaban preparados. El teniente general sir Douglas Brownrigg, intendente general, había organizado la evacuación de todas las unidades logísticas, así como otras tropas de primera línea. Además en colaboración con el general francés Blanchard (comandante en jefe del grupo de ejércitos 5), se preparo una retirada detrás del canal de Lys, y para la sucesiva constitución de una cabeza de puente que tuviera su base a lo largo del citado canal. Al principio se pensó que en este sector se podría contener a los alemanes, sin temor alguno a retirarse en opinión de Blanchard. Pero muy pronto se dieron cuenta que era imposible resistir en aquel lugar. Al mediodía del 26 cuando llego la orden de Hitler para reanudar la ofensiva esta empezó a dar resultado, se entablaron duros combates a lo largo del frente occidental, en el sector que defendía la 2ª división de infantería, y todavía una brigada del general Churchill, que aun no había abandonado la zona para acudir en ayuda de Alan Brooke, se vio empeñada en Carvin.

 

Sir Francis Alan Brooke

La 5ª división de infantería reforzada por la brigada de Muirhead, de la 48ª dimisión de infantería, fue trasportada durante la noche al punto en que se había abierto una brecha entre los belgas y el flanco izquierdo de Alan Brooke. Pero cuando llegaron a su destino, también estas fuerzas se vieron sometidas a un intenso ataque, por lo que tuvieron que entrar en acción en su flanco tres batallones de la 1ª división de infantería, y en esas condiciones la batalla continuo con furia durante el resto del día.

A retaguardia de estas tropas y más al oeste, la 2ª división tuvo que combatir asimismo durante todo el día contra las divisiones acorazadas del general Hoth, la artillería y los bombarderos, a fin de mantener abierto el corredor, que ya se estaba estrechando a pasos agigantados. Al anochecer, la división había quedado reducida a una brigada. Pero todavía quedaba abierto un paso entre esta unidad y la 5ª división del general Franklyn, que resistía estoicamente en la linea Comines-Yprés. Y fue precisamente a través de este paso por donde las 1ª, 3ª, 4ª, 42ª divisiones de infantería del cuerpo expedicionario y una tercera parte del ejercito francés consiguieron huir. Dos días después el cerco se cerró definitivamente.

Pero mientras tanto, los aliados habían conseguido organizar una línea defensiva más eficaz alrededor de Dunkerke. Esta línea se extendía desde Niepourt hacia el este, seguía por los canales situados entre Turnes y Bergues y terminaba por el oeste, en Gravelinas. Los franceses asumían la responsabilidad del sector occidental, mientras que los británicos tenían que defender el oriental.

El sector ingles estaba dividido en tres partes, cada parte tenía su propia zona de playa para la evacuación, así como sus propios depósitos de aprovisionamiento situados dentro de su perímetro y una “zona de reunión” fuera de este perímetro. Para resolver el problema de la saturación de tráfico todos los vehículos se abandonaban en la orilla opuesta de los canales, salvo contadas excepciones. A lo largo de estos últimos se reforzarían las defensas a medida que los cruzaran las tropas en retirada.
Pero había de pasar mucho tiempo antes de que las tropas que se encontraban fuera de esta zona consiguiesen entrar. En efecto, en las primeras horas del día 28 se rindió el ejercito belga, y entonces el flanco izquierdo de Lord Gort quedo al descubierto hasta el mar, a lo largo de un frente de mas de 30 kilómetros.

El cuerpo de ejercito II de Alan Brooke, que combatía duramente para rechazar los ataques del 6º ejercito alemán, se vio así obligado a desplegarse en un frente mas extenso. A la 50º división británica se la hizo avanzar hacia el norte, mientras que al mismo tiempo, la 3º y 4º división fueron trasladadas a toda velocidad hacia el norte, en columnas motorizadas para prolongar las defensas del muro oriental del corredor que conducía a Dunkerke.

Pero antes de que estas fuerzas consiguieran cerrar el hueco provocado por el derrumbamiento de los belgas, la 256 división alemana lanzo un ataque en Nieuport, en el extremo oriental del perímetro de Dunkerke, amenazando con efectuar una ruptura que la conduciría al litoral, a espaldas del cuerpo expedicionario. Pero en Nieuport los alemanes se encontraron con auto-blindados del 12º regimiento de lanceros, estos consiguieron detenerlos. Antes de que dicha división pudiera organizar un ataque mas potente, el general de brigada Lawson reforzó a los lanceros con una unidad de ingenieros y artilleros que combatían como infantería; además se empeñaron en el combate unidades de la 60º división francesa.

Los combates continuaron durante el resto del día a lo largo del frente oriental, desde Nieuport a Comines, y a lo largo del frente occidental donde las restantes fuerzas del cuerpo expedicionario se batían ferozmente para rechazar a las fuerzas acorazadas alemanas que estaban atacando la línea Merville_Gravelinas.

La batalla fue dura y confusa en el sector occidental. El enlace entre las distintas divisiones inglesas era escaso o nulo. Varias veces los tanques alemanes consiguieron irrumpir en la retaguardia de las posiciones defensivas, salvando el intenso fuego de barrera de la artillería y de las armas portátiles, lo que obligaba a los defensores a replegarse a posiciones mas retrasadas.

Mientras tanto, en el extremo meridional, la resistencia se iba debilitando poco a poco ante los ataques de los brazos de un nuevo movimiento de tenaza de la 7ª división Panzer de Rommel que avanzaba por el oeste y de la 7ª división de Van Boock, que lo hacia por el este. La tenaza se cerro dejando cercadas a 6 divisiones del 1º ejercito francés al sudoeste de Lille, estas continuaron combatiendo hasta la extenuación y de forma heroica, hasta su rendición.

Un poco mas al norte 8 divisiones de infantería alemanas golpearon de forma violenta, durante la tarde del 28 de mayo, el frente oriental, este estaba defendido por las tropas de Alan Brooke, mientras que cinco divisiones acorazadas alemanas y cuatro motorizadas atacaban el frente occidental obligando a las divisiones inglesas a retirarse hacia el reducido recinto formado por lagunas, esclusas y arena.

La 44º división, sufriendo graves perdidas se retiro a una nueva posición en el Mont des Cats; los restos de la 2º división se retiraron a través de Poperinge, numerosas unidades de la 48º división que luchaban por defender Cassel fueron progresivamente aniquiladas.
La retirada continuo el día siguiente, mientras la artillería inglesa disparaba sus ultimas municiones contra los alemanes que cerraban el cerco. Cuando cayo la noche, las unidades situadas en la retaguardia de la 50º división y la de 3º del general de división Montgomery se retiraron de la línea de Poperinge, en tanto que la 42º división y la 5º abandonaban el alto curso del Yser. En todo el frente, que se estaba reduciendo con gran rapidez, y a lo largo de los caminos saturados, las brigadas, mas o menos intactas pero fraccionadas en batallones y compañías se abrieron paso luchando y consiguieron establecer contacto de nuevo, situándose en la altas orillas del canal para defenderlo.

El 26 de mayo, a las 18,57 horas, el almirantazgo indico a Dover:”La operación Dinamo debe comenzar.”

Realmente los problemas del almirante Ramsey eran enormes. EL puerto de Dover, con los 8 muelles para transbordadores de pasajeros y unas 50 boyas anticuadas de amarre, no parecía lo mas apropiado para soportar la congestión que requería la operación. No obstante pronto amarrarían en ellos, en filas de tres, hasta 20 barcos al mismo tiempo. Mientras que las boyas soportarían un flujo ininterrumpido de buques que debían abastecer de combustible o cargar provisiones. En Dunkerke la situación era mucho peor. La ciudad y los muelles estaban sometidos, desde hacia varios días, a duros bombardeos aéreos. Los docks ya no se podían utilizar; un rompeolas y dos muelles era todo lo que quedaba.

Además de esos inconvenientes había otros como por ejemplo; la travesía del canal de la mancha entre Dunkerke y Dover. ¿Cómo proteger la ruta de los submarinos?, ¿como responder al fuego de las baterías alemanas situadas en Calais?, ¿como proporcionar una respuesta antiaérea efectiva?, ¿como limpiar de minas los canales que conducían al puerto?, ¿como luchar contra los U-Boot procedentes del mar del norte?, ¿como luchar contra las unidades navales que tenían su base en Flushing?, ¿como hacer frente a todo esto y al mismo tiempo embarcar miles y miles de hombres en el espacio de días? Pues cuando pasaran estos dos días los alemanes harían del todo imposible cualquier operación. Este panorama era desmoralizante y todas estas cuestiones tenían que solucionarse en mayor o menor medida, para una correcta evacuación de las tropas.

Para las tripulaciones de los barcos el mayor peligro lo constituían el tiro de las baterías costeras del sector de Calais y claro esta los bombardeos aéreos. El capitán Duggan, comandante del Monas Queen, que atravesó el canal para acudir a Dunkerke la primera noche, narro más tarde que se había desencadenado el infierno cuando su barco fue atacado desde tierra, por las baterías costeras, su narración continua así; “Los proyectiles caían alrededor del buque. La primera salva paso sobre nosotros y la segunda cayo a popa. Creí que la siguiente salva nos daría de lleno, pero afortunadamente quedo corta y dio directamente bajo la popa. El navío quedo acribillado por la metralla, que en gran parte cayo sobre la cubierta de botes y la de pasajeros. Después fuimos atacados desde el cielo, un Junker se lanzo en picado sobre nosotros y arrojo 5 bombas, pero no dio en el blanco, se desvió unos 50 metros, todo esto ocurrió mientras desde tierra estábamos bajo el fuego costero, otro Junker ataco pero fue derribado”.

 



Entrar en el puerto de Dunkerke no solo era arriesgado, si no que parecía imposible. En la ciudad ardían los depósitos de combustible, así como los almacenes y talleres a lo largo de los muelles, las llamas se elevaban claramente sobre las ruinas de la población o quedaban ocultas por una densa cortina de humo negro. Además, los numerosos restos de buques hundidos hacían peligrosa la navegación en el puerto. Los bombarderos alemanes no respetaban ni a nada, ni a nadie.
Se vio claro entonces que las operaciones de embarque, imposibles de realizar en el puerto, tendrían que efectuarse a lo largo de las playas que se extendían a ambos lados de Dunkerke. En aquel momento Ramsey solo disponía de unas pocas embarcaciones de pequeño desplazamiento, imprescindibles para transportar a los hombres desde la playa hasta los buques, que naturalmente se encontraban a cierta distancia de la playa. El almirantazgo pidió urgentemente se le enviasen mas embarcaciones pequeñas. Mientras tanto, en Londres, el capitán Wharton se había dedicado por propia iniciativa y desde hacia una semana a recoger cuantas barcas pudo: en el Tamesis, cerca del embarcadero de Westminnster, ya tenía unas 40 disponibles. Ante el llamamiento, se enviaron muchas mas desde las asociaciones náuticas, pequeños astilleros y embarcaderos privados.

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La evacuación siguió a buen ritmo durante la noche del domingo, a medianoche unos 30.000 hombres estaban a salvo ya en Dover. Pero el lunes la cosa fue distinta, el fuego de las baterías costeras y los bombarderos aumentaron en intensidad y efectividad, muchos barcos sufrieron graves desperfectos y otros tuvieron que alterar su ruta. A bordo del Mona Isle murieron 23 hombres y otros tantos resultaron heridos al ser atacado desde tierra y aire a la misma vez y el Yewdale fue hundido cerca de Calais.

Era evidente que la breve ruta hacia Dunkerke, libre de minas, pero bajo la acción de las baterías de Calais, tendría que haberse abandonado y sustituirla por otra alternativa, pero el tiempo principal enemigo de los ingleses descarto otras alternativas.

Cuando al atardecer de ese lunes el comandante Tennat, desembarco en Dunkerke como oficial de marina de mayor graduación se percato al instante del poco tiempo que tenían. Un informe del cuerpo expedicionario revelo que la situación de las fuerzas británicas era precaria, y lo mismo podía decirse de la situación en Dunkerke. Los ataques aéreos continuaban, ese día hubo 12 incursiones, la ciudad era pasto de las llamas. A las 20 horas Tennat envió a Dover el siguiente mensaje: “Os ruego enviéis todos los medios disponibles, mañana por la noche la evacuación será problemática”.

Además de peligrosas, las operaciones que se desarrollaban en las proximidades de las playas eran terriblemente lentas. Los buques tenían que utilizar sus pesadas y poco manejables lanchas de salvamento, y las unidades de guerra sus canoas y chalupas. A pesar del duro trabajo de los tripulantes, aquella noche solo embarcaron 2500 soldados. Solo la inmediata llegada, de embarcaciones más pequeñas, podía evitar el desastre. El comandante Tennat considero que no había otra alternativa que la de intentar efectuar embarques por el muelle este. El oleaje bajo las pasarelas, hacia peligroso el atraque, Tennat ordeno a un buque que lo intentase; este lo consiguió y el embarque de soldados resulto mas efectivo.

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Al día siguiente, 28 de mayo, se aprovecho de nuevo el sistema ideado por Tennat. En pocas horas seis destructores, cinco barcos correos y transbordadores embarcaron muchísimos soldados y partieron hacia Dover. A pesar de las dificultades y peligros que presentaba la navegación en el canal y los muchísimos riesgos que corrían los buques, rozando y a veces chocando contra los muelles de hormigón y otros buques atracados, los destructores consiguieron embarcar 900 soldados cada vez, los soldados eran alojados en compartimentos habitualmente cerrados, en cubierta, bajo ella, incluso se abrieron las puertas de los compartimentos estancos para tener mas sitio disponible. Las cubiertas superiores estaban tan llenas de soldados, que cuando los destructores intentaban efectuar maniobras evasivas para evitar los bombarderos estos escoraban peligrosamente.

A veces era imposible esquivar las bombas. En el estrecho canal de entrada a tierra estaba lleno de restos de embarcaciones hundidas y de diversos objetos; no había espacio suficiente para maniobrar y al atracar el caos era indescriptible. El Lonch Harry después de haber terminado las operaciones de embarque fue alcanzado por las bombas y durante bastante tiempo no pudo salir del puerto, pues a su lado un destructor cargaba soldados a través de sus cubiertas y otras tres embarcaban por popa. Aquel día las perdidas fueron enormes, muchos buques que salieron indemnes del puerto, fueron averiados o hundidos en alta mar. El Queen of te Chanel fue bombardeado y hundido cuando salía del puerto, el mercante francés Douaisien con 1000 hombres a bordo choco con una mina y se fue a pique, el dragaminas Brigton Belle choco contra un pecio hundido que le desgarro la quilla, hundiéndose con toda su carga de soldados.

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Mientras tanto estaban llegando a la playa en largas filas remolcadas las primeras embarcaciones pequeñas, balleneras, lanchas salvavidas, barcas a motor, barcas a vela, y numerosos buques de pequeño cabotaje.

El 29 de mayo las pérdidas fueron aun mayores que el 28. El destructor Wakeful fue alcanzado por la mañana por un torpedo, partiéndose en 2 hundiéndose en 15 segundos con todos los soldados que llevaba a bordo, poco después el destructor Grafton recibía otro impacto de un torpedo, que estallo bajo la cámara de oficiales matando a todos los que estaban descansando. El capitán del navío murió a consecuencia de una ráfaga de ametralladora, poco después el Grafton su hundiría. En total aquel día 3 destructores fueron hundidos y otros 6 fueron seriamente averiados.

Mas importante si cabe fueron las perdidas de otros buques. El Clan MacAlister, el mayor mercante utilizado en Dunkerke, fue objeto de un duro bombardeo, a causa de este se desencadeno un incendio y el mercante fue pasto de las llamas. Algunos de los bloques de hormigón, proyectados en todas direcciones a causa de una explosión, abrieron vías de agua bajo la línea de flotación del Fenella. También el Crested Eaglea, en vapor a ruedas que recogió a los supervivientes del Fenella, fue alcanzado e incendiado embarrancando en la playa al este del muelle. El Monans Queen choco con una mina y se hundió en menos de dos minutos, la misma suerte corrieron los pesqueros: Polly Jonson, Comfort, Nautilus, Calvi, otros muchos buques resultaron averiados incluido el destructor francés Mistral.
La mayor parte de esas perdidas fueron producidas por un bombardeo aéreo lanzado sobre el muelle sobre las 16 horas, al cambiar la dirección del viento y llevar el humo que hasta entonces había ocultado el puerto y la rada, hacia la ciudad. Sobre las 17 horas se hubo de suspender toda actividad en el muelle y el almirante Ramsey, fue informado de que el puerto de Dunkerke se encontraba bloqueado por la cantidad de barcos averiados y que por lo tanto toda la actividad de embarco se debería de hacer de nuevo en la playa.

Como el precio de la operación estaba resultando demasiado elevado, el Almirantazgo decidió retirar de las operaciones a sus destructores mas modernos. Pues si las pérdidas continuaban a ese ritmo las líneas de comunicación de Gran Bretaña se verían seriamente comprometidas.

Con esta decisión para Dynamo quedaron disponibles tan solo 15 destructores viejos y pequeños, como otros muchos barcos habían sido hundidos o averiados parecía imposible mantener el ritmo para la completa evacuación del cuerpo expedicionario ingles antes de que se derrumbase el perímetro de Dunkerke.

Mientras tanto, las tropas que defendían el perímetro de la bolsa se retiraron a una nueva y mas corta línea defensiva, los aliados se proponían defender la cabeza de puente con todo lo que estuviera a su alcance; cañones antiaéreos, todos los cañones anticarro disponibles, mas todas las fuerzas que no hubieran embarcado todavía. El perímetro se había ido reduciendo progresivamente desde el día 30 de mayo por la mañana; al ministerio de guerra había llegado un mensaje que decía “el perímetro actual no puede defenderse durante mucho tiempo”, pero durante aquel día los alemanes redujeron sus ataques en todos los sectores. El problema alemán era que no sabían todo lo que estaba aconteciendo en Dunkerke. La idea de que los ejércitos cercados, habían sellado su destino, persistió en los mandos alemanes. Con complacencia un comunicado alemán afirmaba que el ejército francés de Artois tenía sus horas contadas, además de que las fuerzas inglesas que han sido duramente castigadas durante la batalla, están a punto de ser aniquiladas por nuestro ataque concéntrico.

La indecisión de los oficiales alemanes sobre donde asestar el golpe decisivo, había llevado a casi una total calma el frente, el día 30 de mayo un oficial de operaciones del 4º ejercito alemán escribió; “ la impresión de que ya nadie se ocupa de Dunkerke se esta extendiendo por entre los soldados”.

El general Halder también escribió en su diario; “la destrucción del enemigo cercado continua, sus unidades avanzadas siguen combatiendo con uñas y dientes, pero todas las demás fuerzas están huyendo en dirección al mar, intentando atravesar el canal de la mancha en cualquier cosa que flote”.

Aquel mismo día el mando alemán se dio cuenta que la despectiva afirmación; “sobre cualquier cosa que flote”, subestimaba en gran medida la flota de pequeñas embarcaciones que constantemente hacían el trayecto de ida y vuelta en el canal de la mancha. Finalmente se tomo la decisión de romper las líneas de vanguardia del cuerpo expedicionario. En el sector de Fournes la presión fue en aumento desde las primeras horas del alba, hasta tal punto que los ingleses tuvieron que reducir aun mas su perímetro defensivo. Los aliados se tuvieron que retirar a la línea que se extendía a lo largo de la frontera franco-belga, esta retirada sirvió a los aliados para perder 15 km mas de litoral entre Dunkerke y Nieuport y dejar las playas situadas al oeste de La Panne expuestas al fuego de la artillería alemana.
Esta retirada sirvió también para que Lord Gort no tuviera excusa y acatara las ordenen en la que se le decía; que debía regresar a casa en el momento en que las fuerzas bajo su mando se hubieran reducido hasta tal punto que pudieran ser dirigidas por un mando subalterno. Gort solicito permiso para seguir al frente de sus hombres hasta el final, pero su petición fue rechazada, el 31 de mayo dejo las tropas de retaguardia a las órdenes del general Harold Alexander, mientras él y Alan Brooke regresaban a Inglaterra humillados por la derrota a la que habían sido sometidos, de todas maneras en todo momento Gort en inferioridad manejo la situación con soltura y sangre fría.

La presión alemana continúo durante todo el día, hasta que un bombardeo sobre las tropas alemanas del grupo de ejércitos B situadas en Niuport, pareció aflojar la presión sobre las tropas del cuerpo expedicionario y el peligro de ruptura del frente. Pero Alexander estaba seguro de no poder aguantar hasta que todas las tropas estuvieran embarcadas, como le pedía el almirante Abrial. El 1 de junio se produjo la rotura del frente, este quedo roto por en el sector de Bargues y Hoymille, lo cual llevo a los ingleses a un nuevo repliegue y a su ultima cabeza de puente.

El comandante de operaciones de Dunkerke decidió que era indispensable que las unidades de retaguardia embarcasen en las playas, pues el caos, la oscuridad y el desorden reinaban en el puerto hacían imposible cualquier intento. Una vez mas fueron llamadas las tripulaciones de los barcos pequeños, para trabajar hasta el limite de sus fuerzas, además los problemas a los que se enfrentaban eran aun mas graves; la mayoría de las tropas eran ahora francesas con lo cual hacerse entender y decirles lo peligroso que resultaba abalanzarse y sobrecargar las embarcaciones, era una labor dificilísima.

A causa de los bombardeos, el miedo continúo a la llegada de los alemanes, al hambre y a la debilidad muchos hombres habían llegado al limite de sus fuerzas y algunos habían cedido, desde hacia días vivían en un mundo en el cual solo los mas fuertes eran capaces de continuar luchando por sus vidas.

También hay que reconocer que la disciplina sobre todo en las primeras fases se había relajado en exceso, sobre todo en algunas unidades que se habían fragmentado en el trascurso de la retirada. Muchos soldados se encontraban borrachos en Dunkerke, muchos almacenes, negocios, bares fueron saqueados salvajemente. Muchos de ellos bajaban a las playas llevando con ellos un verdadero botín; desde licores, cigarrillos, juguetes, bicicletas, aparatos de radio, vajillas, cubiertos de plata. Y después en las playas no colaboraban mucho con los que intentaban poner orden en aquel grandioso caos, en realidad en ocasiones no había el menor rastro de organización, ni de mando alguno. El sistema ideado por Adams parecía bastante sencillo y funcional; dividir la playa por sectores separados, pero este sistema resultaba inútil para todos aquellos hombres que habían quedado aislados de sus unidades y no sabían donde dirigirse. Miles de estos soldados vagaban de fila en fila, de grupo en grupo, en busca de una cara conocida o de algún oficial que le dijera que hacer, donde tenia que dirigirse, la mayoría de estos estaban extenuados, casi sin fuerzas e incapaces de caminar por el muelle y la playa.

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A media noche del día 1 junio el numero total de hombres puestos a salvo en aquella jornada fue de 65.000, la noche siguiente se completo la operación Dynamo, el general Harold Alexander fue recogido por el almirante Walter y a las 23,00 horas desde Dunkerke el comandante Tenannt trasmitió a Londres un lacónico mensaje; “el cuerpo expedicionario británico ha sido evacuado”.

El lunes 3 de junio los alemanes lanzaron el ataque decisivo contra la cabeza de puente de los aliados, que se encontraba reducida al mínimo. La retaguardia francesa combatió valerosamente, contra fuerzas alemanas que las doblaban en número, pero se vio obligada a replegarse a una nueva y ultima posición defensiva en los suburbios de la ciudad, a poco más de 3 kilómetros del muelle este. El ministerio de marina francés, conjuntamente con el almirantazgo habían decidido retirar aquella noche a aquellas fuerzas que calculaban en un numero de 30.000 hombres. Ramsey envió los buques y barcos necesarios para embarcar a estas tropas. Pero en Dunkerke quedaban más de 30.000 soldados por eso cuando los hombres del general Barthelemy abandonaron sus posiciones defensivas y descendieron hacia el mar, una multitud de soldados de distintas nacionalidades apareció decidida a no dejar escapar su oportunidad de escapar, negando esta oportunidad a los hombres que se habían batido por ellos hasta el último momento.

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Por ello cuando el destructor Shikari, el ultimo barco que se alejo de Dunkerke, partió hacia Inglaterra mas de 40.000 soldados quedaron a merced de los alemanes, que finalmente alcanzaron la playa. A pesar de esto fueron repatriados a Inglaterra, entre franceses e ingleses, cerca de 340.000 soldados. Las perdidas del Cuerpo Expedicionario británico fueron terribles; 70.000 hombres fueron heridos, muertos o hechos prisioneros, 2500 cañones, 64.000 camiones, 21.000 motocicletas y alrededor de 500.000 toneladas de víveres y provisiones.

La Royal Navy pago un precio bastante elevado también; 243 embarcaciones hundidas entre ellas 6 destructores y 20 resultaron gravemente averiados.

La R.A.F. pago un alto tributo también, derribó 140 aviones alemanes y perdió 106 aparatos.
El precio francés fue bastante alto, perdió a sus ejércitos mas experimentados y una cantidad enorme de hombres y material 2.000.000 hombres, entre ellos 90.000 muertos, el resto fueron hechos prisioneros o eran desaparecidos.

FUENTES CONSULTADAS.

http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/2WWdunkirk.htm

http://www.elgrancapitan.org/phpbb2/viewtopic.php?t=1203&start=510

http://www.panzertruppen.org/heer/grenadier/20motoper.html

http://batidoradigital.f2o.org/article.php3?id_article=96

http://66.249.93.104/translate_c?hl=es&u=http://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Dynamo%23Preliminary_events&prev=/search%3Fq%3DThe%2Bnine%2BDays%2Bof%2Bdunkirk%26hl%3Des%26lr%3D%26sa%3DG

Así fue la 2ª Guerra Mundial Vol I y Vol II.

Churchill memoria Vol I.

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