Las islas del canal, Jersey, Guernesey, Aldersey , Sark y Herm, fueron los únicos territorios de Gran Bretaña ocupados por los alemanes durante la 2GM.

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Las de Jersey y Guernsey mantenían el estatuto de autogobierno, si bien formaban parte de Gran Bretaña, a pesar de su situación más próxima a Francia que a Inglaterra. Las islas están situadas a unos 30 km al oeste de las costas de la península de Cotetin.

Desde el estallido de las hostilidades hasta la caída de Francia en junio de 1940, los isleños vivieron la guerra muy cómodamente.

A pesar de que sus derechos tradicionales les eximían de hacer el servicio militar fuera de las islas, su ingenua creencia en la inexpugnalidad de la línea Maginot y en la capacidad defensiva de los ejércitos aliados en Francia mantenía el conflicto a una distancia segura, física y psicológicamente hablando.

Lo cierto es que tan sólo una semana antes de que las botas nazis pisaran por vez primera el suelo de la isla de Jersey, la oficina local de turismo, presentaba alegremente las islas como “un remanso de paz para unas vacaciones en tiempos de guerra”, tranquilizando a los potenciales turistas con eslóganes tales como: “Sólo la radio y los periódicos le recordarán la guerra”.

La guerra llega a las islas, la desmilitarización y la evacuación:

Esta actitud confiada pronto quedó hecha añicos tras la dramática derrota de Dunquerque y la caída de París. Con todo, al principio nadie se preocupaba demasiado.

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Los isleños pensaban que Hitler se olvidaría de las islas y, si algo ocurría, el Gobierno británico acudiría decidido en su ayuda.

Previsiones éstas que resultaron infundadas. Pronto comprendió Gran Bretaña que las islas no se podían defender, y Hitler deseó ocuparlas por considerarlas estratégicamente valiosas para establecer una base avanzada de submarinos en el canal, privando a su vez a los británicos de un apoyo para acceder a las costas francesas. De suerte que el alto mando alemán proyectó su invasión con la denominada operación Flecha Verde (Grüne Pfeile) . La falta de directrices del Ministerio de la Guerra produjo casi un caos al crecer el sentimiento de abandono por parte de la madre patria entre la población de las islas.

En junio de 1940, todas las tropas británicas habían sido evacuadas de Alderney, Guernsey y Jersey, y trasladadas a Inglaterra. Por aquél entonces, los alemanes no estaban informados de la desmilitarización, y los resultados de la misma fueron trágicos.

El 28 de junio, seis Heinkel bombardearon las bahías de Guernsey y Jersey sin encontrar resistencia alguna; murieron 40 paisanos.

Dos días después, los británicos informaron oficialmente al Gobierno alemán, a través del embajador estadounidense en Berlín, que las islas habían sido desmilitarizadas.

La evacuación voluntaria de la población civil a Inglaterra se llevó a cabo de forma todavía más torpe. La primera partida de soldados había provocado mucho pánico, y en los muelles el nerviosismo era enorme.

De una población civil de 42.000 habitantes, 17.000 abandonaron Guernsey, pero sólo 6.600 de una población de 60.000 dejaron Jersey. En Elderney, con una población de 1.500, tan sólo siete personas optaron por alejarse de la sombra de la esvástica.

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La invasión:

La tarde del 30 de junio, una escuadra de la Luftwaffe con Junker Ju-52 transportó dos batallones que tomaron tierra en las pistas de Guernsey sin encontrar ninguna resistencia. El 1 de julio se rinde Jersey, y el 4 julio es ocupada sin oposición la isla de Sark.

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El primero de julio se arrojaban sobre Jersey copias del ultimátum alemán, firmadas por el general Wolfram von Ritchthofen, comandante de la Lutwaffe en Normandía; en tales octavillas se ordenaba a la población que pintase grandes cruces blancas en los puntos estratégicos del interior de la isla, y que se pusieran banderas blancas en los edificios públicos como señal de su rendición incondicional.

Ante la alternativa de un bombardeo masivo, el alguacil de Jersey, Alexander Coutanche, no le quedaba ottra opción que obedecer. En las ventanas aparecieron todo tipo de banderas blancas, hechas incluso con ropa interior.

Un destino similar aguardaba a las islas de Alderney y Sark los días 2 y 4 de julio. La operación Flecha Verde había sido un éxito completo.

La vida bajo la ocupación alemana:

Durante los cinco años de ocupación se estima que 70.000 isleños languidecieron bajo la ocupación de una guarnición de 35.000 alemanes. Los comandantes militares alemanes fueron: desde octubre de 1941 a septiembre de 1943, el General de división Brich Müller ocupó este cargo. Le sucedió el Coronel (más tarde General de división) Graf Rudolf von Schmettow. En febrero de 1945, Schmettow fue reemplazado por el Vicealmirante Friedrich Hüffmeier, quien finalmente rindió las islas.

Pasadas las primeras semanas de la ocupación, el Mayor Ambrose Sherwill, presidente del Comité de Control de Guernsey, pronunció una charla por radio dirigida a los isleños evacuados en el Reino Unido. En ella elogiaba la cortesía y la conducta correcta de las tropas alemanas: fue una victoria propagandística para los alemanes que indignó a muchos isleños.

El Primer Ministro Winston Churchill montó en cólera ante la impotencia británica y satisfacción alemana. Así ordenó una incursión súbita a las islas que debía realizarse los días 14 y 15 de julio de 1940.

Esta incursión y otro intento menor llevado a cabo los días 3 y 4 de octubre de 1942 (operación basalto) fueron mal proyectados, improvisados a toda prisa, y resultaron fracasos sin paliativos. Además cabe señalarse que en 1943, el Vicealmirantel Lord Mountbatten proyectó un plan para retomar las islas del canal llamado operación Constellation. Sin embargo, nunca se llevó materializar.

Las relaciones entre los isleños y los alemanes eran notablemente cordiales. Estaban autorizados los servicios religiosos, se podía cantar, previa autorización, el himno nacional, y estaban permitidas las diversiones públicas. Pero todos estos privilegios dependían del buen comportamiento de los isleños.

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Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y empezó a notarse la falta de alimentos y otros productos esenciales, hizo su aparición un mercado negro y la situación empeoró.

Si bien no hubo un movimiento de resistencia organizado (había un alemán por cada dos isleños), algunos isleños odiaban a los invasores y llevaron a cabo una campaña implacable de resistencia, de desobediencia civil y sabotajes. La “V”, señal de la victoria, apareció pintada en las grandes plazas; era sólo un detalle pero que molestaba a los ocupantes alemanes. Otros soportaron la ocupación con estoicismo, esperando el día de su liberación. Una minoría colaboró abiertamente con los alemanes a cambio de favores especiales, y aún perduran los ecos de unos comentarios que acusaban a algunos insulares de enviar cartas a los alemanes denunciando a sus vecinos. Las mujeres que se acostaban con los soldados germanos eran particularmente despreciadas.

Las fuerzas de ocupación no perdieron el tiempo en convertir las islas en uno de los baluartes más fuertes de Hitler en Europa. Tan sólo Jersey alardeaba de poseer 400 piezas de artillería y 30.000 toneladas de municiones. La Organización Todt, un núcleo compuesto por trabajadores extranjeros y personal administrativo alemán que llegó a las islas en 1941, realizó edificaciones militares. Se emprendió un amplio programa de fortificaciones, incluyendo hospitales subterráneos y un sistema de comunicación ferroviaria; más tarde se mandaron a las islas, como fuerza de trabajo, a los prisioneros políticos y de guerra (muchos de ellos prisioneros rusos y republicanos españoles). A estos hombres se los albergó en un campo de concentración llamado Lager Sylt, instalado en Alderney. Muertos de hambre, apaleados y torturados, se supone que fueron muchos los que murieron, aunque nunca se descubrieron sus cuerpos. El campo lo dirigían las SS, que se mostraban implacables.



Miles de edificios y casi todos los hoteles fueron ocupados por los alemanes. Eran utilizados como aposentos, almacenes de suministros, centros administrativos, hospitales y prostíbulos.

Por lo general, la disciplina era elevada entre los soldados alemanes, y los castigos por incumplimiento de las leyes eran impuestos más o menos imparcialmente por igual a civiles y militares. La educación seguía siendo la misma que antes que comenzase la guerra, pero el estudio del alemán, que al principio era una poción voluntaria, se hizo obligatorio con el paso del tiempo.

Se aplicaron todas las restricciones propias de los tiempos de guerra: censura de noticias, toque de queda y el cierre de las playas por temor a las minas. El fútbol era un juego como lo eran los bailes públicos y privados, auque a veces se les prohibía por “razones médicas”.

Pronto se agotaron las películas inglesas o americanas, y en las salas de cine empezaron a exhibirse cada vez más películas alemanas.

Los aparatos de radio y las cámaras fotográficas fueron requisados, aunque muchos los ocultaron y siguieron usándolos. Se declaró ilegal la Francmasonería y todas las organizaciones, salvo aquellas que eran de utilidad pública.

Una de las grandes amenazas con la que los isleños tenían que enfrentarse era el robo, en particular de alimentos racionados, que llegó a alcanzar proporciones alarmantes en 1944; los soldados y los trabajadores extranjeros prácticamente morían de hambre y cogían alimentos allí donde los encontraban.

A medida que las raciones disminuían aumentaba la escalada de violencia. Por la noche los campesinos vigilaban su ganado, y muchos cabeza de familia llegaron al extremo de llevarse sus provisiones a la cama.

Las represalias de Hitler, La evacuación forzosa:

A pesar de la actitud generalizada de colaboración pasiva, se producían numerosos intentos de fuga (como el de Peter Leslie Crill ). Eran pocos los que salían bien; la mayoría trágicamente en algún punto del mar. Los que eran capturados sufrían prisión.

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El 25 de agosto de 1941, británicos y rusos invadieron Irán, y tras solicitar a las autoridades iraníes que les fuera entregado determinado número de alemanes, metieron en campos de concentración a algunos de los que luchaban contra los aliados.

Cuando Hitler se enteró de este asunto decidió llevar a cabo represalias deportando a todos los varones insulares con nacionalidad inglesa, y a sus familias a Alemania. Por ingleses se entendía las personas nacidas en el Reino Unido y que habían ido a vivir a las islas del Canal. Debido a la ineficacia administrativa, la acción quedó postergada durante un año. Pero el 15 de septiembre de 1942, en los periódicos de las islas se publicaron las oportunas órdenes para que las infortunadas victimas se preparasen para la deportación.

A pesar de las violentas protestas y de las manifestaciones públicas, en las cuales se detuvo a muchas personas, la orden de evacuación fue aplicada. Unos 2.000 deportados fueron trasladados a campos de concentración a Alemania.

Se les permitió llevar equipaje de mano, un máximo de cincuenta marcos alemanes y se les dio cartilla de racionamiento. Al siguiente mes de enero se unieron a éstos unos 200 isleños más, como represalia por el ataque de un comando británico en la isla de Sark. Luego resultó que a los deportados no se les trató mal en Alemania. Recibían tantos paquetes de comida de la Cruz Roja, que a veces los enviaban a las islas los alimentos que les sobraban.

En 1944, Hitler estableció zonas defensivas de combate en las islas, con órdenes estrictas de luchar hasta el último hombre.

Cuando los Aliados desembarcaron en Francia en junio de 1944, las islas se fueron quedando cada vez más incomunicadas.

Cuando los alemanes se dieron cuenta de que los Aliados tenían la intención de dejarles morir de hambre, trasladaron al continente la brigada de las SS encargada de la construcción del penal y de la vigilancia de los reclusos del campo de concentración.

El principio del fin, el retorno de los británicos:

A medida que 1944 avanzaba, los alemanes dependían cada vez más de los productos agrícolas para asegurar su alimentación.

En septiembre tan sólo quedaban provisiones para 45 días, tanto para los civiles como para los militares. El Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania envió un mensaje a Gran Bretaña, vía Suiza, pidiendo alimentos y suministros. Churchill respondió diciendo que era responsabilidad alemana alimentar a los isleños.

La situación se hizo crítica; las reservas de materias grasas, aceite y harina estaban casi agotadas; el jabón estaba reservado a los hospitales; faltaban el gas y la electricidad, no se encontraban fósforos, hojas de afeitar ni los principales medicamentos.

Churchill, que deconfiaba de los alemanes, seguía negándose enviar alimentos a las islas, porque estaba persuadido de que los alemanes se harían en gran medida con ellos, lo que les permitiría resistir por más tiempo.

Finalmente, el 7 de diciembre, el Premier cedió. El SS Vega, un buque sueco fletado por la Cruz Roja, partió de Lisboa con un cargamento de 750 toneladas de alimentos con destino las islas. El Vega realizó seis viajes a las islas del Canal, entregando casi medio millón de paquetes de comida.

En febrero de 1945, el tranquilo Von Schmettow fue destituido por su jefe de gabinete, el Vicealmirante Hüffmeier, un nazi implacable y fanático. A pesar de que en la primavera de 1945 era evidente que la guerra estaba terminada, Hüffmeier juró combatir hasta el último hombre y la última bala. Al mismo tiempo, los británicos habían designado al Contingente Naval 135 para liberar las islas del canal, en la denominada operación Nidal. A primeros de mayo, las noticias sobre el suicido de Hitler levantaron la moral de los isleños, y su excitación llegó al paroxismo cuando supieron que el Alto Mando alemán se había rendido sin condiciones el 7 de mayo en Europa. Al día siguiente era saludada con vítores la referencia a “nuestras queridas islas” que Churchill hizo en un histórico mensaje radiofónico.

El destructor HMS Bulldog, escoltado por el HMS Beagle, transportando ambos unidades de desembarco se toparon con un dragaminas alemán a 6,5 Kms. De las costas de Guernsey. El representante de Hüffmeier propuso un armisticio, amenazando con disparar contra los buques británicos con la artillería de costa. Pero el 9 de mayo, los alemanes aceptaron la rendición sin condiciones, entrando el HMS Bulldog en St. Meter Port, Guernsey; mientras que el HMS Beagle hará lo mismo en Jersey.

Al día siguiente, cuando los británicos llegaron a la isla de Sark, se encontraron que una firme y decidida mujer, la señora Sybil Hathaway, que con el nombre de Le Seigneur de Sark, aquel que correspondía a los antiguos gobernadores feudales de la isla, era quien controlaba la situación.

Las fuerzas de ocupación habían aceptado complacidas sus órdenes dictadas en correcto alemán. Alderney fue liberada de 16 de mayo, haciendo prisioneros a sus 2.332 alemanes (quizá el último reducto que puso fin a la 2GM en Europa).


Bibliografía:

Imágenes de la Guerra 1939-1945 (Ed. Rialp)

http://en.wikipedia.org/wiki/Occupation_of_the_Channel_Islands

http://www.occupied.guernsey.net/

http://www.thisisjersey.com/hmd/


 

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