Rendicion

 la firma de la rendición del Japón, a bordo del “Missouri”

Terminada la Segunda Guerra Mundial, entre el 20 de noviembre de 1.945 y el 1 de octubre de 1.946, representantes judiciales de EE.UU, URSS, Gran Bretaña y Francia llevaron a cabo en Nuremberg el famoso proceso contra los jerifaltes nazis acusados de crímenes de guerra. El día 3 de Mayo de 1.946 a instancias del comandante supremo de las fuerzas aliadas (general Douglas Mac Arthur) , se constituía a su vez en Tokio un Tribunal Internacional para Extremo Oriente encargado de examinar las responsabilidades de ciertos políticos y militares japoneses, este Tribunal fue el NUREMBERG JAPONES..Tras desechar las inculpaciones contra Hiro Hito, celebrar 417 sesiones, escuchar a 419 testigos, tomar nota de 779 declaraciones y registrar 4.336 documentos, el citado Tribunal dictaba siete sentencias de muerte, que se cumplieron sin publicidad la víspera de Nochebuena de 1.948 en el patio de la cárcel de Sugamo.

El citado 3 de mayo de 1.946 inició sus sesiones en Tokio el tribunal para juzgar a los criminales de guerra japoneses.. Los cuidadosos preparativos y la profusión de reflectores parecían destinados a impresionar al público. Si embargo eran muy pocos los japoneses sentados en silencio, en la galería. Alrededor del estrado del tribunal había un enjambre de periodistas, de observadores extranjeros y de abogados. Una doble hilera de policías militares rodeaba la zona reservada a los acusados y vigilaba los movimientos de los espectadores. Haces de luz atravesaban a lo largo y a lo ancho la sala del tribunal para facilitar el trabajo de los operadores cinematográficos y los reporteros autorizados.

Una parte de la sala había sido habilitada para las cabinas, de cristal para la radio y la traducción simultánea, (Este fue el hallazgo más brillante de la escenografía del proceso, puesto que en el Japón la técnica de la traducción simultánea era todavía desconocida y la aparición de los auriculares causó gran asombro entre el público y los acusados.

A la izquierda, conforme se entraba, había el estrado del Tribunal, construido considerablemente más alto para subrayar la potestad absoluta de los jueces; los acusados ocupaban un pequeño recinto de madera con tres niveles, detrás de la mesa de los defensores a la antigua usanza británica.

Cada gesto estaba medido, sometido a un procedimiento formalmente impecable. Todo parecía corresponder a las declaraciones del presidente Truman de que aquel juicio buscaba que las culpas de los incriminados provocaran en sus ex enemigos en la guerra la unánime repulsa del militarismo, de la agresión y de toda noción de superioridad racial.

La laboriosa preparación del proceso

El general Douglas Mac Arthur, comandante supremo, sonreía sosegadamente .pero había bregado lo suyo para montar aquel proceso. Largas y difíciles etapas habían precedido a la inauguración de aquel proceso: identificación y captura de los principales responsables de la guerra; preparación del estatuto para conferir los poderes al colegio judicial; designación de los jueces; recopilación de documentos de la acusación ; y, por último, organización de los servicios logísticos en una ciudad destruida moral y materialmente.

En virtud de los poderes de las instrucciones verbales recibidas y los poderes absolutos que le fueron conferidos con la rendición del 2 de septiembre de 1.945, Mac Arthur actuó sin titubeos,. La declaración de Postdam del 26 de julio le permitía proceder al arresto de los criminales de guerra (o presuntos criminales) en espera de que se les incoara el proceso. Las directrices de los Departamentos de Guerra y Marina, fechadas el 1 de noviembre, y la ulterior conferencia de Moscú del 26 de diciembre le ofrecieron valiosas indicaciones. Entre las normas de la ocupación del Japón, los párrafos 6 y 7 se referían a la desmilitarización de este país, así como la detención y encarcelamientos de los presuntos criminales. Se les definía como “sospechosos de crímenes de guerra” y debían ser tratados como prisioneros. Eran oficiales de alta graduación con funciones particulares de mando en el ejército, la policía, o la armada; miembros de organizaciones ultra-nacionalistas, terroristas o patrióticas secretas; y finalmente personas que hubiesen desempeñado un papel activo en las funciones gubernativas, económicas o financieras.

En cada localidad se trazaron listas interminables de personas comprometidas con el régimen derrocado. Se incoaron centenares de procesos y se efectuaron numerosas redadas de sospechosos .La operación más espectacular fue la del 4 de enero de 1.946, que afectó a varios millares de personas; muchas de ellas no fueron procesadas y quedaron inmediatamente en libertad.

Una novedad en este tipo de procesos fue el traslado de los presuntos criminales a los lugares donde habían realizado sus tristes hazañas. Así, el general Tomobuni Yamashita, comandante en jefe de las Filipinas, fue juzgado y ahorcado en Manila; varios altos funcionarios gubernamentales fueron procesados en Yokohama, lugar donde desempeñaron sus cargos; y los responsables de los atropellos cometidos en Manchuria fueron entregados a los soviéticos en virtud del principio de competencia territorial. En total 1.288 personas comparecieron ante tribunales militares aliados; 428 fueron absueltos y los restantes condenados; 174 a muerte; 176 a penas que oscilaban entre veinte años y cadena perpetúa y los demás a periodos menores.

El proceso de Tokio afectó a veintiocho acusados, que representaban el grupo dirigente nipón durante la guerra, excluidos los miembros de la familia imperial japonesa. Este grupo de un causado matiz político, eran cuatro primeros ministros, tres ministros de asuntos exteriores, dos embajadores, un consejero del emperador, un ministro de la Guerra, un ministro de Marina, un ministro de Hacienda, doce militares de alta graduación, un secretario de Estado, un ministro sin cartera y un ideólogo del expansionismo.

El resto de los responsables habían preferido ocultarse o suicidarse, antes o después de la rendición. En la noche del 14 de agosto, el ministro de la Guerra Koreckika Anami, recurrió al seppuru (o hara-kiri) para expiar su gran culpa, a la mañana siguiente, el vicealmirante Onishi, creador de los “kamikazes” se suicidó también.

Fueron días de exaltación, durante los cuales se quitaron la vida los generales Gen Sugiyama, Selichi, Tanaka, y Shigeru Honjo. El 24 de agosto, catorce miembros del Daito Juku (Instituto para el Gran Oriente) se hicieron el seppuru después de haber desfilado por las calles centrales de la capital, dos días después de la rendición , otros doce civiles , todos ellos miembros de la Meiro Kai( Asociación del Sol Refulgente), con su líder Waichi Hibi al frente se suicidaron frente al Palacio Imperial; y el 16 de diciembre ,otro ex primer ministro Fuminaro Konoye, prefirió envenenarse antes de soportar el deshonor del arresto.

Sin embargo, este singular sentido del honor no fue unánime, Masanobu Tsuji , uno de los jefes nipones de los mares del Sur, se sustrajo al arresto británico y erró durante tres años por el Sudeste Asiático ,disfrazado de monje budista hasta que pasó el peligro y regresó al Japón ,donde recobró su posición social de antaño.

La captura de los acusados en el proceso de Tokio se verificó en diversos momentos. Tojo, primer ministro japonés durante gran parte de la guerra, la orden de detención ostentaba fecha de 11 de septiembre y fue cumplimentada en circunstancias dramáticas. El hombre que había planeado la guerra en el Pacífico comprendió que si se suicidaba cargaría con toda la culpa de la derrota y, con ello evitaría ulteriores afrentas a la familia Imperial y a las máximas jerarquías niponas. Ante los periodistas que fueron a entrevistarle- circulaba ya el rumor de su próxima detención, difundido a propósito para darle tiempo a suicidarse-se mostró tranquilo y afirmó “hay una diferencia sustancial entre la dirección de una país en guerra y ser considerado un criminal de guerra”

Faltaban pocas horas para la llegada de la policía militar norteamericana , Hideki Tojo hizo salir a su esposa de su lujosa vivienda situada en los alrededores de la capital, y esperó rodeado por un grupo de policías japoneses, a la patrulla militar que había de conducirle al cuartel general de Yokohama .Llegado el momento , después de ser identificado por el mayor Paul Kraus , pidió a éste sus credenciales , después de examinarlas ,entró en su casa ,empuñó la pistola que había hecho servir su yerno para suicidarse en el momento de la rendición y se disparó una balazo contra un signo que se había hecho dibujar sobre el pecho y correspondía al corazón.

El disparó alertó a los militares americanos que se precipitaron al interior. El general yacía en una butaca con su pistola todavía humeante en su diestra .Se perdió tiempo esperando a los médicos, mientras tanto los corresponsales americanos recorrieron “avidamente” todas las habitaciones buscando recuerdos. Uno de ellos cortó un trozo de pantalón del herido, otro empapó el retal en su sangre. Pasaron más de dos horas cuando llegó el médico americano que procedió a la sutura de la herida rodeado por los fotógrafos que le exigían que se colocase al herido donde mejor lo pudieran captar sus cámaras.. Fuera, la esposa rezaba de rodillas para que la muerte le llegara lo antes posible, pero Tojo no había sabido disparar con firmeza y no murió.

El general Tojo es asistido después de su fallido intento de suicidio

Entre el 17 de noviembre y el 1 de diciembre se efectuaron otras detenciones y el 23 de enero de 1.946 se presentó espontáneamente Yosuke Matsouka , que en su calidad de Ministro de Asuntos Exteriores, había firmado el Pacto Tripartito en septiembre de 1.940. El último detenido fue Mamoru Shigemitsu , otro ex ministro de Asuntos Exteriores, descubierto el 28 de Abril.




Los inculpados

El inculpado número uno era el general Tojo, llamado “la navaja de afeitar”, al iniciarse el proceso contaba con 62 años de edad. En 1.930 era coronel del ejército del Kuantung, en Manchuría; siete años más tarde se convirtió en jefe del Estado mayor de este mismo ejército y en 1.938 fue llamado a Tokio para confiarle la cartera de viceministro de la Guerra; dos años después era ministro de la Guerra y en octubre de 1.941, fue encargado de formar gobierno.

Tojo aparecía como uno de los más destacados exponentes del militarismo japonés y como principal responsable del conflicto en el Pacífico, ya que en determinados momentos desempeñó simultáneamente la jefatura del gobierno, el ministerio de la guerra y el mando supremo del ejército “No participé en la agresión a Pearl Harbour , puesto que me enteré apenas dos días antes” dijo en el proceso. Su estrella declinó tras la toma de Saipán, cuando la suerte del Japón estaba definitivamente sellada.

Los demás acusados , todos ellos habían ocupado altos cargos en el gobierno y en las fuerzas armadas, en su mayoría , generales: Seishiro Itagaki, jefe de estado mayor en el ejército de Kuantung y más tarde ministro de la guerra y jefe de las tropas que ocuparon Singapur; Yoshiru Umezu, viceministro de la guerra en los años previos al conflicto; Sadao Araki, uno de los nacionalistas de la expansión en Manchuria; Kenryo Sato, de 50 años, uno de los más jóvenes, comandante supremo del ejército en el periodo central de la guerra; Kenji Doihara, apodado por su intrigas” El Lawrence de Manchuria” , jefe en aquella región de los servicios especiales de ejército nipón; Iwane Matsui, comandante en jefe de las fuerzas en la China Central y uno de los responsables del saqueo de Nankin ; Akiro Muto, jefe del Estado Mayor en Filipinas y anteriormente comandante supremo del ejército nipón; Heitaro Kimura , viceministro de la guerra y jefe de los ejércitos en Birmania y Naoki Hoshino , jefe del gabinete de Tojo, amigo y colaborador de éste ,desde la época de la guerra de Manchuría.

Los demás generales eran Kingoro Hashimoto, Shunroku Hata y Jiro Minami, a los cuales se les atribuían responsabilidades menores. Sólo había dos almirantes: Shigetaro Shimada , sombra de Tojo y hombre impopular en el país, ministro de Marina de 1.941 a 1.944; y Takasumi Oka, responsable de las fuerzas marítimas durante toda la contienda.

Cerca de una tercera parte de los inculpados estaba representado por elementos civiles, entre éstos el más comprometido era Kori Hirota, primer ministro desde marzo de 1.936 hasta febrero de 1.937, o sea el periodo en que los militares consiguieron el control total del país y prepararon su proyecto expansionista. El aristócrata Koichi Kido, en su calidad de consejero personal del emperador y responsable del Jushin( Consejo de la Corona), era el personaje no militar más prestigioso , con graves responsabilidades políticas.

En el grupo figuraban también el embajador en Berlín Hiroshi Oshima, firme defensor de la Alianza Tripartita y el embajador en Roma , Toshio Shiratori, con los políticos Kiichiro Hiranuma, Okinori Kaya, Kuniaki Koiso,y Telichi Susuki y entre los menos comprometidos estaban el ministro de Asuntos Exteriores Shigemori Togo , titular del del Gaimusho en la época de Pearl Harbour , y el también ministro Mamoru Shigemitsu que dirigió Asuntos Exteriores en la época del último gobierno de Tojo y fue el que subió a bordo del acorazado “ Missouri “ para firmar la rendición del Japón.

Tres de los inculpados desaparecieron durante el proceso : dos por causa de muerte y otro Shumai Okawa, por demencia manifiesta. Este, al iniciarse la vista y mientras se llevaba a cabo la lectura de las acusaciones, atacó a su vecino Tojo, golpeándole en la cabeza. La sesión fue suspendida temporalmente y al reanudarla el doctor Okawa se puso a sollozar como un niño. Un mes después el tribunal autorizó su internamiento en una clínica psiquiátrica y un año más tarde borró su nombre de la lista de acusados. Los otros dos- Yosuke Matsuoka y Osami Nagumo, el responsable del ataque a Pearl Harbour – murieron por causas naturales, el 27 de junio de 1.946 y el 5 de enero de 1.947. Por otra parte a pesar de su titulo de militar, solo había en él tribunal dos jueces de uniforme: el representante norteamericano y el soviético: Además era auténticamente internacional pues sus miembros pertenecían a once países.


Presidia el Tribunal el australiano sir William Flood Webb, asistido por el coronel Vern Walbridge, como secretario general. Los jueces eran : Edward Suart Mac Dougall, canadiense; Mei Ju Ao, chino ; Bernard Victor, A. Roling, holandés; Erima Harvey Borthcraft, Nueva Zelanda; Ivan M. Zaryanov, ruso, Myron C. Cramer, estadounidense, que sustituyó a John P. Higgins , el 22 de julio de 1.946; Henri Bernard, francés, lord Patrick, de Gran Bretaña; Radha M. Pal, indio; Delfín Jaranilla, filipino( estos dos últimos se incorporaron después de las sesiones iniciales). Se trataban todos ellos de reputados juristas y magistrados muy conocidos en sus respectivos países

La gran duración del proceso se debió en gran parte en la cautela en el examen de pruebas y testimonios en busca de una culpabilidad efectiva y directa de los acusados. El clima oriental incitó a la reflexión, sin que por ello sufriera quebranto la inflexibilidad del juicio. No tardaron en darse cuenta de ello los acusados, en cuyo alrededor se apiñaban una multitud de abogados y consejeros legales, norteamericanos y japoneses. Los miembros de la defensa eran 104, cosa verdaderamente excepcional, muy a menudo se quejaron de la meticulosidad de los controles, inadecuación de los servicios, lentitud en la recepción de los materiales y de la resistencia a facilitar ciertos informes por ellos solicitados. Por otra parte la diversa mentalidad jurídica norteamericana y japonesa no permitían una batalla defensiva bien organizada. Hay que destacar las figuras del capitán Beverly M. Coleman y de John W. Guider, por un lado y los abogados Terasaki Ferry y George Yamaoka por el otro. Sin embargo, tras las incertidumbres iniciales, los prisioneros japoneses contaron con una asistencia legal, plena y satisfactoria.

En cuanto a la acusación, que contaba con el apoyo pleno y directo del mando supremo aliado, cada una de las once naciones había aportado su representante oficial; en conjunto un colegio de 72 personas.




El presidente, sir William Flood Webb, juez australiano de 59 años, con cerca de 40 años de experiencia, era también el presidente del Tribunal de Queensland. Con sus acertadas y oportunas intervenciones consiguió aclarar las cuestiones más complejas, ya que en vano había estado dirigiendo durante dos años una comisión de crímenes de guerra japoneses en las áreas de interés para Australia. Precisamente por este precedente, la defensa esbozó una protesta, sin insistir en exceso, antes de reconocer plenamente la imparcialidad del presidente. Dicho tribunal adopto el inglés como idioma principal, y el procedimiento anglosajón, pero también se recurrió a formas mixtas, originales, para satisfacer exigencias particulares. Los jueces; francés, indio, soviético y holandés se mostraron especialmente exigentes en un principio, pero Webb logró en todo momento resolver los problemas.

¿ y por qué no, Hiro Hito?

La controversia más clamorosa, en el interior del Tribunal surgió a causa de la insistencia del presidente en colocar a Hiro Hito, bajo acusación. Desistió ante la decidida oposición de sus colegas y las auto acusaciones de los inculpados unánimes en su deseo de exculpar al mikado. Entre otros, Tojo declaró” el emperador no imaginaba el grado de preparación militar y el progreso del plan de agresión contra los Estados Unidos.

Otra violenta discusión se produjo entre Webb y el abogado Smith, defensor de Hirota, quien puso en tela de juicio la autoridad jurídica de Mac Arthur, “el general ha violado la Constitución Americana al aceptar su investidura con el poder supremo y al abusar de su autoridad en nombre del Tribunal Internacional militar”, a lo que le contestó Webb, “El Tribunal no es un congreso ni un parlamento y no puede usted discutir públicamente la figura de Mac Arthur” . Después ya más calmado Webb, asintió “Más tarde, si ello es necesario en interés de la justicia, podrá usted presentar sus quejas en forma de argumentos legales, pero no en una acusación de carácter político”. Varios de los defensores se apresuraron a presentar sus excusas a Webb, asegurando que no pretendían poner en duda la autoridad del comandante supremo del Pacífico.

En los primeros meses, la defensa asistió al proceso prácticamente como observadora. Se limitó a escuchar los cargos y presenciar el desfile de testigos, hasta que por fin el 27 de enero de 1.947, tras unas breves escaramuzas y repitiendo una maniobra de los defensores de Nuremberg hizo una moción para pedir la suspensión del procedimiento contra los 25 acusados. Motivos: la incompetencia de los jueces, la inexistencia de una pretendida conspiración contra el mundo y la irresponsabilidad de los acusados e los crímenes contra la humanidad cometidos por las tropas japonesas.


( dos famélicos y depauperados prisioneros de guerra británicos)

Los cargos de la acusación

Los 28 acusados debían responder ante el Tribunal y ante el mundo de conspiración contra la paz; de crímenes contra la humanidad, de crímenes de guerra y de haber desencadenado la agresión contra los aliados, En otros términos se les adjudicaban hechos tales como la invasión de Manchuria, la agresión contra la China y el ataque a Pearl Harbour sin previa declaración de guerra; los malos tratos infligidos a los prisioneros de guerra; y a la población civil en las zonas ocupadas el saqueo de Nankin y la destrucción de Manila. La acusación abarcaba toda la actividad política y militar de los japoneses desde 1.931 hasta el final de la guerra Mundial. Así bajo el dominio del Sol Naciente, los partidarios del expansionismo habían cometido una serie de infamias que empeoraron el 19 de septiembre de 1.931, cuando, pretextando un supuesto atentado en una línea ferroviaria controladaza por el Japón, el ejército del Kuantung invadió Manchuria y en poco tiempo liquidó las escasas tropas chinas.(Un año después el Japón creaba en Manchuria el estado satélite de Manchukuo). La agresión contra China se inició con el bombardeo de Shangai en enero de 1.932 y con la ocupación de las provincias de Jehol y Chahar en 1.935. Tras un periodo de relativa calma, mientras el Japón se había retirado de la Sociedad de Naciones, desencadenó en 1.940 un conflicto que trastornó a toda Asia al crear otro estado satélite del Japón enlos territorios de la China oriental y meridional, con una “Gobierno central de la República china” en Nankin.

En cuanto a la agresión a Estados Unidos, bastaba con recordar el deseo de Hiro Hito de iniciar las hostilidades con una declaración formal, el ardid empleado por los militares con la nota diplomática en el último instante para aprovechar al máximo el factor sorpresa y los contratiempos en la embajada japonesa en Washington debido a los cuales el documento fue entregado al Departamento de Estado cuando ya había comenzado el bombardeo de Pearl Harbour.


(La sumaria decapitación de un soldado británico por los japoneses)

Aunque el Japón figuraba entre los firmantes de la Convención de Ginebra de 1.929 sobre el trato a los prisioneros de guerra, fueron innumerables los episodios atroces, como el exterminio de gran parte de los 78.000 prisioneros defensores de las Filipinas capturados en abril de 1.942 en Bataan, obligados a caminar bajo un sol abrasador, mal alimentados y con escasas reservas de agua; la ejecución de los aviadores prisioneros después del primer bombardeo del Japón (misión Doolittle) o como la matanza de 16 pilotos americanos en 1.945, ejecutados personalmente por oficiales japoneses a puñetazos y golpes de karate en el cuartel general de Fukuoka, con ocho muertos en el transcurso de ritos ceremoniales y el asesinato de los demás después de la explosión de Nagasaki. El proceso reveló también los crímenes contra la población civil en las zonas ocupadas y sobre todo en China; a partir de 1.931, millares de chinos que se negaron a cooperar fueron asesinados sistemáticamente, otros deportados. Algunas de estas ejecuciones fueron ejecutadas con gas. El saqueo de Nankin en 1.938 –durante el cual perecieron cerca de cien mil personas-.


(entrenamiento de los soldados japoneses con prisioneros chinos)

Las tentativas de la defensa por amortiguar el efecto de las revelaciones tuvieron poco éxito y el debate se dio por concluido.

El 4 de noviembre de 1.948 se dio lectura por el Tribunal, del acta final, con más de 1.200 páginas, que duró ocho días. Nada se omitió en esta síntesis del prolongado proceso que había durado más de dos años y medio, celebró 417 sesiones, escuchó a 410 testigos y 779 declaraciones por escrito y registró 4.336 documentos.

Lectura de la sentencia a la luz de los reflectores

El 12 de noviembre de 1.948, el Tribunal Militar Internacional para Extremo Oriente se dispuso a dictar sentencia. La atmósfera en la sala era tensa y silencio total, los acusados de pie bajo la luz deslumbrante de los reflectores presentaban un aspecto más deprimido que de costumbre. El presidente sir William Webb, anunció con voz firme y dicción rápida las diversas condenas. En su mayoría los acusados se esforzaron en mantener una actitud impasible, pero no todos los consiguieron: Itagaki sonreía burlonamente, Tojo se despojó de los auriculares para no oír la traducción de la sentencia, esperando como sabía la máxima pena. Además de él fueron condenados a muerte los generales Doihara, Itagaki, Kimura, Matsui y Muto y un solo civil, Hirota. Para dieciséis prisioneros más la condena fue a perpetuidad, mientras Togo, considerado no culpable del retraso en la entrega de la declaración de guerra a EE.UU., era sentenciado a veinte años de cárcel. La sentencia más benigna fue para Shigemitsu-siete años de cárcel-el cual solo tubo de comparecer ante el Tribunal por la insistencia de los soviéticos, ya que en otros tiempos había ejercido de embajador en Moscú.

En el país, no faltaron las reacciones e incluso corrió el rumor que Hiro Hito estaba dispuesto a abdicar si se llegaban a cumplir las sentencias, rumor que el tiempo se encargaría de desmentir. Los elementos derechistas se movilizaron y el 20 de noviembre los miembros del Partido de la Juventud Nipona se manifestaron a favor de Tojo. “Nadie es infalible en sus decisiones, pero es necesario confiar en el procedimiento seguido en el curso del proceso”, manifestó Mac Arthur al comentar las sentencias y llamando al general Walter, jefe del VIII ejército, dispuso las ejecuciones para la semana siguiente, el 25 de noviembre.

Pero las ejecuciones tuvieron que ser aplazadas, pues los defensores de siete condenados (Doihara, Hirota y Tojo, a la ultima pena y Kido, Oka, Sato y Shimada, a cadena perpetua) presentaron recurso al Tribunal Supremo de los EE.UU. Tokio y todo el Japón estuvo a la espera del recurso. El Tribunal Supremo examinó el recurso y el 20 de diciembre dio a conocer su respuesta en un seco comunicado “El general Mac Arthur ha sido elegido y actúa como jefe supremo de las fuerzas aliadas. El Tribunal Militar ha sido instituido por el general en su calidad de órgano ejecutivo de las fuerzas aliadas: El Tribunal de los EE.UU. no tiene pues el poder ni la autoridad para revisar, confirmar, rechazar o anular la sentencia. Por consiguiente la petición es rechazada”.

Una vez eliminada esta esperanza, no había motivo para aplazar la sentencias y se decidió ejecutarlas la noche del 22 al 23 de diciembre, en la cárcel de Sugamo.

Los condenados, con la mirada vacía se acercaron al patíbulo. Tojo vestía un desteñido uniforme de auxiliar del ejército, sin galones ni condecoraciones, fue el primero en subir a la tarima. El verdugo cubrió las cabezas de los cuatro hombres con capuchones y ciñó los nudos corredizos alrededor de sus cuellos. El silencio fue roto por el grito de “banzai”, que precedió por un instante a la ejecución. También las otras ejecuciones fueron despachadas con rapidez y 35 m. después de la medianoche el médico certificó la muerte de los siete reos. Más tarde sus cadáveres fueron cargados en furgones policiales y trasladados al crematorio de Kubyama. Las cenizas partieron después con rumbo a una localidad cuyo nombre se mantuvo en secreto.

Diez años después, un comité japonés aseguro haber recuperado las cenizas de los ajusticiados , a los que se les dedicó un monumento funerario.


(Tojo en el momento de su ejecución)

FUENTES:

La corte penal internacional, por César Humberto Ulloa Diaz

La rendición del Japón, por Juan M. Marguch

El Nuremberg Japonés, por Giacomo de Antonellis y Guiliano Colliva.

Historia Universal, el Japón contemporáneo, por Paul Akamatsu.[*]


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