ImagenDurante la guerra por las Islas Malvinas, el 2 de mayo de 1982 se produce el hundimiento del crucero de guerra argentino ARA General Belgrano.
La premier británica, Margaret Thatcher, buscó dar un gran golpe a la moral del enemigo. La respuesta no se hizo esperar, el 4 de mayo dos aviones Dassault- Breguet Super Éterdard de la armada argentina despegaron desde la base aeronaval Hermes Quijada ubicada en Río Grande, Tierra del Fuego. Utilizando dos misiles AM-39 Exocet atacaron al destructor HMS Sheffield, que finalmente se hundió el 10 de mayo a causa de los daños causados

Era noticia conocida que la Argentina había comprado cinco misiles Exocet a Francia, antes del inicio de las hostilidades, pero no se creía que podían llegar a utilizarlos. Los hechos y la prueba de la efectividad de estas armas alertaron a los británicos sobre la amenaza, si los misiles eran lanzados sobre el Hermes o el Invencible, buques madres de su flota, los resultados podrían ser catastróficos. Los Exocet debían ser descubiertos y destruidos. ¡Ataquen Río Grande! Fue la orden surgida en el más alto nivel del gabinete de guerra británico.
A primera vista, se podría haber utilizado algunos Harriers o bombarderos pesados Vulcan para regar de bombas la base aeronaval. Pero los Harriers eran muy pocos y necesarios como para arriesgarlos en tal misión, y los bombarderos por su parte, habían demostrado poca eficacia en sus ataques contra el aeródromo de Puerto Argentino.
Se pensó también en infiltrar un grupo del SAS (Special Air Service) desde Chile, para que operen como una alerta temprana e informen cuando los Super Éterdard despegaran. Finalmente este plan también fue descartado, ya que los Harriers no alcanzarían a los aviones argentinos antes de que lanzaran los temidos misiles.
Lo ideal sería una operación estilo Entebbe, montada por los israelíes para liberar rehenes en Uganda, operación que fue todo un éxito, con 103 rehenes rescatados, todos los secuestradores más 45 soldados ugandeses muertos, y 11 MIG-17 destruidos en tierra. La operación Mikado comenzaba a romper el cascarón

 

 


Mapa de la zona.

El director del SAS, General de Brigada Peter de la Billiere recibió la orden de planificar y estar al tanto de la ejecución de una operación que diera un golpe en el corazón del enemigo.
La maniobra comenzaría con el despliegue de un helicóptero Sea King que transportaría a un grupo de comandos cerca de la base aeronaval argentina Hermes Quijada.
Éstas tropas deberían reconocer el blanco, trazar la ubicación de los aviones y evaluar el dispositivo de defensa y alerta.
Una vez efectuado el reconocimiento, se ejecutaría el ataque, que podía ser realizado de dos formas:
1 – Guiados por el grupo de reconocimiento, dos Hércules C-130 con 55 hombres del Escuadrón B, Regimiento 22° del SAS a bordo, aterrizarían en la pista de Río Grande, descenderían en Land Rovers por las rampas traseras, destruirían los Super Éterdard y los Exocet, y además matarían a todos los pilotos argentinos.
2 – Veinticuatro hombres, pertenecientes al SAS y SBS, desembarcarían del submarino Onyx a bordo de botes con motor. El submarino los dejaría cerca de la costa para que el mal tiempo reinante en la zona no afecte la operación. Además del armamento personal, llevarían misiles Milán y Law, lanzagranadas y cargas explosivas. Con este armamento destruirían los aviones y matarían a los pilotos.

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El temible binomio Super Éterdard – Exocet.

La opción del aterrizaje con los Hércules era la menos aceptada por las tropas inglesas, la consideraban suicida. En los cuarteles del SAS en Hereford, el sargento Bake V. pidió una entrevista con el mayor John Moss, quién debía evaluar los riesgos de la misión. El suboficial fue claro y franco: Mikado era una acción mal concebida y que enviaba al sacrificio a su escuadrón, exigió que se suspendiera. El mayor Moss era de la misma opinión y consideraba que se desacreditaría a su regimiento, planteó sus omisiones, y por ello fue relevado.
Por otra parte, el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan, advirtió a Margaret Thatcher que una operación en territorio continental argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú o Venezuela, pero el gobierno británico optó por ignorar esa consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos. La operación debía realizarse cueste lo que cueste, resultaba muy fácil decirlo desde detrás de un escritorio.
El área de Río Grande estaba defendida por cuatro batallones completos de Infantería de Marina, que de las fuerzas conscriptas para la altura del año eran las mejor entrenadas, acondicionadas y armadas. Incluso algunos de sus oficiales habían sido entrenados anteriormente en Reino Unido por el SBS (Special Boat Service). Dentro del sistema defensivo resulta necesario destacar que las aeronaves de la Armada eran dispersados y replegados contemplando tres esquemas u opciones de dispersión de aviones: cercano, medio y lejano.
Dentro de esta red de defensas también se encontraban dos destructores que patrullaban las aguas cercanas a Río Grande, el ARA Bouchard y el ARA Piedra Buena.
El destructor argentino ARA Bouchard debía patrullar un área comprendida entre Cabo del Medio y el Faro Magallanes, aguas impiadosas por las que debería cruzar cualquier cosa que se dirija desde Malvinas a la base aeronaval Hermes Quijada.


Destructor ARA Bouchard

El diario de guerra, libro de navegación e informes oficiales de este buque son la fuente más confiable hasta el momento de los hechos ocurridos los días 16, 17 y 18 de mayo de 1982. En consecuencia, estos archivos serán la base de información sobre la operación, siguiendo o complementando con la versión ofrecida por Nigel West en su libro “La guerra secreta por Malvinas, los Exocets y el espionaje internacional”, y también la aportada por Jorge Muñoz a través de “Ataquen Río Grande: Operación Mikado”.
El día 16 de mayo de 1982, el destructor ARA Bouchard fondeó a las 10:42 hs entre Cabo del Medio y Cabo Domingo, a dos millas náuticas de la costa. Mientras, el destructor ARA Piedra Buena se encontraba fondeado a una distancia de 3.1 millas.
A las 16,30 hs la tripulación comenzó a sobresaltarse, el jefe de armas submarinas y un oficial que lo acompañaba detectaron en la popa del buque una emisión sonar que consistió en un pin sonar cada 5/7 segundos por lapsos de 15 a 30 minutos no continuos. Ante tal situación, a las 17:00 hs se ordena cubrir maniobras de anclas, pero la desaparición de las emisiones hizo que se volviera a situación normal, el destructor permaneció fondeado.
A las 17:10 hs se logra una escucha hidrofónica (se pudo constatar con los instrumentos de a bordo una emisión de sonar). Se dispuso que el CIC (Central de Información de Combate) se mantuvieran los repetidores radar en escala larga a fin de realizar búsqueda lejana. Los vigías estaban en máxima alerta y su atención se centraba especialmente en encontrar algún periscopio o avión enemigo.

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Entre las 19:05 hs y 19:10 hs, ya en plena noche, el radarista observó, junto con el oficial de guardia del CIC un eco pequeño e intermitente. En pocos minutos el contacto dejó de ser discontinuo y a las 19:12 hs se convirtió en tres ecos nítidos, con un punto muy intenso y una “V” saliendo del mismo en la dirección contraria a su movimiento relativo, movimiento típico de los botes tipo “gomones”, que tantas veces habían observado desde los repetidores los operadores de radar. Tal desplazamiento se presumía inteligente, es decir, imposible de imitar por fenómenos naturales o fauna. Los contactos se movían en formación, como punto más próximo pasaron a 1.200 yardas del buque, y se alejaron hasta las 3.000 yardas.
A las 19:22 hs el radar de control de tiro MK 25 logró adquirir los blancos, simultáneamente se solicita al Oficial en Comando Táctico autorización para abrir fuego con la batería principal, los cañones de 127,2 mm.
Se ordena levantar anclas para contar con libertad de maniobras, perseguir a los blancos y no estar expuestos a un ataque de submarino, ya que la presencia de una unidad de este tipo en la zona era muy probable.
A las 19:25 hs al fin se recibe la autorización para abrir fuego, con contacto firme en el radar de tiro el buque abrió fuego con dos salvas de dos cañones, y luego otro cañón una salva.
Los blancos, que hasta el momento se movían en formación, se abrieron en forma de abanico, alejándose del ARA Bouchard. A partir de ese momento los radares del buque pudieron observarlos sólo en forma intermitente.


Special Service Boat

El personal del CIC (Central de Información de Combate) y de control de tiro trataron de mantener los contactos, pero pese al esfuerzo, en pocos segundos se hicieron inconsistentes. Se decidió ir en busca de los blancos, no obstante haber encendido todos los reflectores, la niebla espesa impedía la búsqueda visual. En máxima alerta, y luego de una exhaustiva búsqueda, la misma se dio por finalizada. A las 20:40 hs el ARA Bouchard fondeó prácticamente en el mismo lugar donde se encontraba antes de iniciar la persecución.
Lo ocurrido esa noche del 16 de mayo, podría interpretarse como el primer intento de ataque. La noche siguiente, del 17 al 18 de mayo se celebraba el día de la Armada Argentina, y los británicos presumían que ese día las fuerzas argentinas estarían distraídas en festejos o que bajarían las defensas.
Aproximadamente a las 04:08 hs, el operador radar informó al oficial de guardia CIC que había detectado algo. El oficial comprobó que había un eco, y el operador se trasladó inmediatamente al puente para operar simultáneamente con el radar “Decca”, que con su emisión en Banda I podría discriminar mejor lo obtenido por el SPS 10.
Se confirmó lo detectado y se mantuvo en emisión ambos radares, también se informó al destructor ARA Piedra Buena del hallazgo. Como precaución se intentó establecer comunicación con la aeronave por todas las frecuencias posibles, y con Río Grande para preguntar si era una aeronave amiga. Medidas totalmente necesarias debido a la zona en la que se encontraba operando el destructor.
A las 04:42 hs Río Grande informó que no se tenían aeronaves amigas en el aire.
A las 04:46 hs el objeto identificado había descendido y se perdió en proximidades de una estancia designada “La Sara”. Instantes después volvió a elevarse y retornó la tensión para mantenerlo detectado. Se lo pudo seguir por alrededor de diez minutos más. A las 05:02 hs se informa que la aeronave estaría en la frontera con Chile. Desde la base aeronaval se dispone inmediatamente el envío de varias patrullas en seis helicópteros, pero sus observaciones no descubrieron nada en la zona, de todas formas se reforzó la guardia de la base con una compañía adicional de infantes de marina y se minaron varios puntos de sus alrededores.

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Super Éterdard

A través del libro anteriormente nombrado, Nigel West complementa la información disponible, los que nos ayudará a sacar importantes conclusiones.
Según este autor británico, la primera fase de la operación se llevaría a cabo desde el portaaviones HMS Invencible, de él despegaría un helicóptero Sea King de la escuadrilla aeronaval 846. El helicóptero operaría en su máximo radio de acción, transportaría a 8 soldados de las SAS. Estos comandos tendrían la misión de reconocer el terreno en cercanías de la estancia de nombre “Las Violetas”, muy próximo a Río Grande.
Hay que señalar que según otras fuentes, el helicóptero en realidad despegó del HMS Hermes.
El Sea King era pilotado por el Teniente Richard Hutchings (un boina verde) del Royal Marines, y era secundado por el Teniente Alan Riginald Courtenay y Bennet de la Armada Real, y el suboficial Meter Blair Imrie, también de la armada. La maniobra se llevaba a cabo de acuerdo a lo planificado, hasta que el piloto advirtió que habían sido detectados por un radar hostil, mientras el copiloto pudo ver una bengala. A pesar de ello se prosiguió con la misión, pero cuando los comandos comenzaban a descender de la aeronave, una segunda luz, esta vez más cercana, les advirtió del peligro que acechaba, se decidió abortar la misión y se dirigieron directamente a Punta Arenas.

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Tractores chilenos “tapando” la evidencia.

Por otra parte, Jorge Muñoz en su libro (“Ataquen Río Grande: Operación Mikado”) señala que al suceder los eventos con el Sea King, los dos C-130 Hércules se encontraban volando y en cercanías al objetivo, es decir, que la misión se abortó sólo instantes antes de que ocurra una posible catástrofe.
El historiador argentino también señala que fuentes del Servicio de Inteligencia Naval, en forma extraoficial, le habrían sugerido que el helicóptero podría haber despegado del RRS Bransfield que operaba desde Punta Arenas, o también desde el aeródromo de la ciudad.
Continuando con la versión ofrecida por Nigel West, el Sea King habría dejado en un lugar alejado al grupo del SAS con todo su armamento, para luego dirigirse hacia una huella en un paraje denominado Canadá de los Ciervos, de la Bahía Agua Fresca, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Punta Arenas. Los británicos creían estar en territorio argentino, incendiaron el helicóptero y se desplazaron unos 20 kilómetros hasta “El Parrillar” y su lago. Allí descubren que se encontraban en territorio amigo, y se entregan a carabineros.
Los pilotos fueron transportados a Punta Arenas, luego a Santiago, donde dieron una conferencia de prensa expresando que habían sufrido un desperfecto mecánico, las palabras del Teniente Richards Hutchings fueron las siguientes:
“…mientras patrullábamos la costa notamos un fallo en el motor, debido al mal tiempo no fue posible regresar a nuestro barco, así que tuvimos que buscar refugio en el país neutral más cercano…”
Finalmente los pilotos fueron embarcados a Londres.

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Pilotos británicos durante la conferencia de prensa.

Los SAS se entregaron días más tarde a las autoridades chilenas. Algunos sostienen que permanecieron en Santiago de Chile hasta la finalización de las hostilidades, otros que fueron embarcados hacia Inglaterra sin tener contacto con nadie, y otros señalan que aprovecharon su estadía para entrenar a los comandos chilenos como prueba de su agradecimiento.
Diversas fuentes coinciden en señalar que posteriormente se intentó un nuevo ataque, pero fue postergado luego de que 8 comandos del escuadrón “D” del SAS murieran al caer al mar el helicóptero que los transportaba de un barco a otro. Sin embargo, luego de que el 25 de mayo se produzca el hundimiento del buque logístico “Atlantic Conveyor”, se reanudaron los intentos de ejecutar la Operación Mikado.


Helicóptero Sea King

El 29 de mayo seis botes, con hombres del SAS Y SBS, se habrían lanzado a la costa desde un submarino, pero fueron detectados por un radar de la Fuerza Aérea ubicado sobre la Ruta 3, cuando se dieron cuenta que eran iluminados por un radar hostil, cancelaron la misión y volvieron al submarino.
De acuerdo a la información disponible, estos fueron los intentos por llevar a cabo la operación Mikado, y pese al secreto de guerra sostenido por Gran Bretaña, es posible sacar algunas conclusiones.
Si bien la noche la noche del 17 al 18 de mayo los aviones y sus pilotos se encontraban cumpliendo un programa de dispersión lejana, que hubiese dificultado el cumplimiento de la misión de los SAS, algo muy diferente ocurrió la noche del 16 de mayo. Esa noche los comandos podrían haber completado la operación en forma completa, pero fueron detectados por el ARA Bouchard, que además abrió fuego sobre ellos, lo cual les hizo desistir de sus intenciones. A partir de ese momento la sorpresa había sido perdida.
La versión que nos da Nigel West, según la cual el Sea King habría descendido cerca de la estancia “Las Violetas” parece errónea según los datos en la documentación oficial argentina, de donde se desprende que la aeronave habría descendido al Sur de la estancia “La Sara”.
También es improbable que el helicóptero haya despegado de Chile, carece de sentido que se interne en el mar para regresar a tierra, sabiendo que la zona era vigilada, al menos que quieran ser detectados claro.

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Ruta del helicóptero Sea King

Una opinión que no puede ser dejada de lado es la del vicealmirante argentino Horacio Zaratiegui, quien estaba a cargo de la zona Austral en Tierra del Fuego. A él lo habían entrenado también los propios ingleses en su Escuela de Inteligencia de Gran Bretaña.
El vicealmirante estaba convencido de que el helicóptero Sea King regresaba de una misión de reconocimiento, con un grupo de comandos que intentaban volar la planta de combustibles de la Bahía de San Sebastián, en Tierra del Fuego. Esta planta era la encargada de abastecer de nafta especializada JP1 a los cinco aviones Super Éterdart, a los seis aviones Dagger, y a los viejos Neptune de reconocimiento.
Posteriormente a la guerra, los comandantes de la Armada Argentina admitieron que esperaban se produjera algún golpe de mano empleando comandos de las SAS, pero no se les habría cruzado por la cabeza que aviones C-130 Hércules aterrizarían directamente sobre la base.
Otra afirmación que puede realizarse con toda seguridad es que de haberse realizado el ataque, los comandos británicos habrían sido perseguidos por los infantes de marina argentinos, aún en territorio chileno, ya que habían sido preparados y entrenados para tal circunstancia.
No está de más imaginarnos las implicancias que podría haber tenido tal ataque en el ámbito político, que seguramente hubiera sido la excusa para Venezuela y Perú de ingresar en la guerra del lado argentino.
Posteriormente, en una entrevista periodística preguntaron al por entonces Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Chilena (FACH) General Fernando Matthei:
“-¿Los argentinos no se enteraron del incidente? (del helicóptero en cercanías a Punta Arenas)
- Si, y nosotros tuvimos que darles largas explicaciones, jurando “de guata” que anda sabíamos. No sé si nos creyeron o no, pero la verdad es que me enojé muchísimo con los ingleses, y tuve que poner la cara con Pinochet, diciéndole: mire lo que hicieron estos imbéciles…”
Terminado el conflicto, los tres pilotos del Sea King fueron distinguidos y condecorados por su actuación en este operativo. Pese a su frustración, recibieron la Distinguished Service Cross y la Cruz de la Reina Victoria.

Fuentes: Boletín del Centro Naval. Número 823. Enero- Abril 2009. Argentina.
La Guerra Secreta por las Malvinas, los Exocets y el Espionaje Internacional. Nigel West. Editorial Sudamericana, 1977.
http://forejercito.forumup.es/post-229-forejercito.html
Ataquen Río Grande: Operación Mikado. Jorge Muñoz. Instituto de publicaciones navales, 2005.
http://www.taringa.net
Diario “La Tercera” de Chile.
http://es.wikipedia.org
http://www.surenio.com.ar
Diario “Clarín” de Argentina, Domingo 31 de Marzo de 1996.
http://www.veteranoscontinentales.org

 


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