Hoy nos parece claro que Alemania tenía todas las de ganar, pero si nos situamos en la época el planteamiento era bastante diferente. Francia contaba con una población muy superior a la de Prusia (36,9 millones frente a 27,4), e incluso a la de la Confederación de Alemania del Norte (CAN), que era de 30,5 millones (ó unos 28 si excluyéramos a Sajonia -potencial aliada de Francia-). Si comparamos sus ejércitos vemos que el ejército francés enfrentaba 108 regimientos de infantería (100 de línea más ocho de la guardia, 115 si incluimos las tropas africanas) a los 102 del prusiano, (ó 114 del ejército de la CAN), por lo que el balance de fuerzas era bastante equilibrado, aunque el hecho de que Prusia, con una población inferior, contase con fuerzas iguales ya nos indica una de las causas, la superior organización militar prusiana. Por otro lado, en el campo naval la superioridad francesa era abrumadora, contando con 16 acorazados, frente a los 3 (más dos pequeños buques) de la marina prusiana.
En mi opinión, para entender la aplastante victoria alemana hay que tener en cuenta:
1.- Los graves errores políticos de Francia. Se suele olvidar que fue Francia quien declaró la guerra a Prusia, pese a que sus dirigentes eran conscientes de la superioridad militar alemana. Además del error de declarar la guerra conociéndose la inferioridad de su sistema militar, está el hecho de que el que Francia apareciese como agresor no dejó otra alternativa a los estados alemanes del sur, potenciales aliados de Francia, que apoyar a la Confederación de Alemania del Norte. Dejó así escapar su oportunidad en 1866, apoyando a Austria y sus aliados, e incluso en 1868, cuando algunos estados alemanes del sur le hubieran apoyado. Por ello finalmente Francia debió enfrentarse a la totalidad de los estados alemanes, inclinando la balanza del lado alemán: la población era ahora similar, pero frente a los 108 regimientos de infantería franceses había 148 regimientos de los ejércitos alemanes (114 de la CAN, 16 de Baviera, 6 de Baden, 4 de Hesse-Darmstadt y 8 de Württemberg). Lo mismo ocurrió en el capítulo de la población, ya que la de toda Alemania era de 39,55, superior por ello a la francesa.
2.- Prusia contaba con una organización militar muy superior a la francesa, lo que no es raro ya que fue éste estado alemán quien introdujo la organización militar ‘moderna’ basada en el servicio militar universal que permitiera la creación de grandes reservas con instrucción militar, movilizables rápidamente en base al trabajo previo del excelente cuerpo de estado mayor, así como en la organización permanente de grandes unidades (cuerpos y divisiones). Todo esto permitía poner en el teatro de operaciones un gran ejército en poco tiempo que. Se asistió a una movilización alemana impecable frente a una francesa caótica, que puso de manifiesto las enormes carencias del sistema de instrucción y movilización francés (a 1º de Agosto mientras que Francia disponía de 550.000 hombres en armas, Alemania llegaba a los casi 1.200.0000).
La guerra de 1866 ya había puesto de manifiesto la bondad del sistema prusiano, llevando a Francia a la reforma de su sistema militar en 1868, pero ésta fue insuficiente y además aun no había tenido tiempo de ser efectiva.
3.- Por otra parte Napoleón III no era su tío y sus errores como general jefe fueron notables. Esto se sumó a las deficiencias del sistema de mando y control francés. Francia careció además de una estrategia coherente y la dirección de las operaciones fue desastrosa, embotellando a su mejor ejército (
L'armée du Rhin) en la plaza fortificada de Metz, donde capitularía el 27 de Octubre. Por su parte el Ejército de Châlons (el resto de su ejército de preguerra) fue envuelto en Sedan y tuvo que rendirse tras ser derrotado y no tener capacidad de retirada, casi sin combatir. Y no faltó valor, por que los franceses combatieron con denuedo, casi siempre en inferioridad numérica, causando muchas bajas a los prusianos.
Tras el desastre Francia aun fue capaz de crear varios ejércitos (principalmente el de París y el del Loira) dado que no habían aprovechado todo su potencial humano y económico. Estos nuevos ejércitos combatieron con gran valor, pero el deficiente sistema de reclutamiento de preguerra determinaría la escasez de unidades de reserva y de personal con instrucción militar, lo que limitó mucho sus capacidades.
4.- Pasando al campo armamentístico la situación de superioridad alemana era menos clara. Los ejércitos alemanes (excepto el bávaro) estaban armados con el
fusil de aguja Dreyse de 15,4 mm (la mayoría con el modelo 1862 prusiano), que no era sino una mejora del modelo 1841, arma revolucionaria en su día pero que en 1870 estaba anticuada. Su cartucho de papel ocasionaba escapes de gas por la recámara y su calibre excesivo y baja velocidad inicial limitaban el alcance (todos los ejércitos estaban adoptando fusiles de 11 ú 11,5 mm y con cartucho de vaina metálica). Su contrapartida , el
fusil Modèle 1866 o
Chassepot de 11 mm, era mucho más moderno, solo tenía un defecto heredado del Dreyse, el cartucho de papel (y seda), aunque incorporaba una junta de caucho que garantizaba la estanqueidad a los gases, ... hasta que se estropeaba a los diez o doce disparos. Tenía un alcance y precisión muy superiores al Dreyse y causó estragos entre las cerradas columnas de compañía alemanas.
El Ejército Bávaro había adoptado el excelente
fusil Werder de calibre 11 mm y cartucho metálico, que era una mejora del Peabody estadounidense (del que derivaba a su vez el Martini reglamentario en los ejércitos británico, turco, …). Era llamado el rayo bávaro por la rapidez de su carga. Pero su influencia en el conflicto fue escasa ya que se habían distribuido aun muy pocos y la mayoría de las tropas llevaban
fusiles M-1858/67 de calibre 13,9 mm y cartucho de papel, que no eran sino viejos modelos de avancarga convertidos a retrocarga mediante el sistema
Podewils- Lindner.
El nuevo gobierno francés, formado tras la rendición de Napoleón III en Sedán, adquirió a los EE.UU. más de 250.000 fusiles, principalmente Springfield excedentes de la guerra de secesión estadounidense convertidos a retrocarga por el sistema
Springfield-Allin calibre 12,7 mm, ... y en general todo aquello que encontraron. Lo mejor fueron los
60.000 Remington egipcios cal. 11,4 mm que el Jedive de Egipto (conocido francófilo) aceptó que se vendieran a Francia y otros 10.000 excedentes de la
US Navy en cal. 12,7 mm. El Remington ‘Rolling Block’, adoptado por numerosos países, era posiblemente el mejor fusil militar de la época (equivalente al Mauser o al Kalashnikov) y todas las unidades los preferían a otras armas disponibles, como el
modèle 1867 à tabatière calibre 17,8 mm (conversiones tipo Snider), el Springfield-Allin calibre 12,7 mm e incluso al Chassepot de 11 mm. Francia ya había probado el Remington en 1867, quedando muy favorablemente impresionados, incluso se plantearon adoptarlo.
Los franceses contaban además con un nuevo tipo de arma, la
mitrailleuse de 13 mm (ametralladora accionada a mano), arma con aspecto de pieza artillera pero que lanzaba un diluvio de balas y que cuando fue bien empleada aniquilo a las filas prusianas. El gobierno republicano adquirió algunas ametralladoras en Estados Unidos, principalmente sistema
Gatling.
En el campo artillero la cosa se invertía. La artillería alemana disponía de los
cañones de campaña Krupp de 4 libras (8 cm) y 6 libras (9 cm), que eran armas de acero y retrocarga muy superiores a los cañones franceses de bronce y avancarga sistema
La Hitte de 4 libras (85 mm) y el de
12 libras transformado, que pasó a ser
rayado de 120 mm. Antes de la guerra se había adoptado el
sistema Meudon de cañones de broce de retrocarga, pero estuvo disponible en número limitado. También se adquirieron en los EE.UU. bastantes cañones rayados de avancarga de hiero forjado sistema
Parrott.
En combate el mayor alcance del
Chassepot y la letalidad de la
mitrailleuse fueron anuladas en buena parte por el mayor alcance y cadencia de tiro de la artillería de campaña alemana.
5.- La táctica francesa trataba de aprovechar la potencia de fuego del nuevo fusil, manteniendo líneas estáticas para realizarlo a larga distancia, y una vez batido el enemigo se procedía la carga a la bayoneta. La doctrina imperante en el ejército prusiano favorecía el ataque, dirigiéndose las unidades siempre hacia el fragor de la batalla. El ataque se realizaba en columnas de compañía, más pequeñas que las anteriores de batallón (que no obstante aun se empleaban a veces), avanzándose en orden cerrado, lo que les costó muchas bajas frente al certero fuego de fusil francés.
Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados, para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de ducados