La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Toda la Historia Militar desde la Prehistoria hasta 1453.

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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Tirador escribió: 03 Ago 2020 Pues como no sea la no batalla de Catalañazor… porque aunque dicen que Almanzor paso al disfrutar de las huríes del Paraiso de consecuencias de heridas de esa batalla, realmente esa batalla nunca existio, y el susodicho murió de muerte natural...
Da la casualidad de que llevo algunos días pensando sobre estas cosas. Hay que diferenciar el mito puro, exclusivamente oral, del mito histórico, un relato histórico que se ha acabado mitificando.

El nombre de Almanzor es histórico. Si no existiese la escritura, se habría olvidado cincuenta años después de su muerte. Si hoy lo conocemos no es porque se haya trasmitido oralmente, sino porque forma parte de la Historia. Si en un pueblo de Soria los paisanos dicen que Almanzor perdió allí el tambor, es porque lo han leído, no porque esa noticia haya pasado de padres a hijos durante mil años.

El mito puro, por el contrario, se construye dentro de ese plazo de cincuenta años inmediatos al suceso en sí, cuando todavía se mantiene el recuerdo; por ejemplo la leyenda de que Hitler no murió en el bunker, sino que escapó a Sudamérica. Este mito surge fuera de la Historia, aunque, por supuesto, para que sobreviva pasados esos cincuenta años se ha de transcribir o historiarse, pero desde un principio ya como mito.

En la actualidad los sucesos se transcriben prácticamente de forma inmediata, de manera que resulta muy fácil desmontar los mitos. Hay datos que confirman que Hitler murió en la cancillería. En la antigüedad, sin embargo, hasta que se transcribía un suceso pasaba mucho tiempo, casi cincuenta años, por lo que a esas alturas ya se hacía muy difícil identificar los mitos. Es más, Polibio, que escribe sobre Catón y Graco cuarenta y treinta años después respectivamente, lo tendría muy complicado para saber qué hechos protagonizaron uno u otro. No había documentación, por lo que no se podía confirmar nada.

En nuestro método es muy importante este matiz, la diferencia entre el mito puro y el mito histórico, porque informa de la distancia entre el suceso y la fuente, lo cual, entre otras cosas, permite identificar la fuente.


Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

¿Por qué destruyeron los romanos Sagunto/Iliturgi?

A- Porque los saguntinos atacaban las caravanas romanas que atravesaban su territorio (mito original).
B- Porque los saguntinos habían traicionado a los romanos durante la segunda guerra púnica (mito histórico).

Versión fabiana:

Los saguntinos vivían al sur del Ebro, pero tenían un pacto de amistad con los romanos. Cuando Aníbal los atacó, los romanos enviaron un ejército a Hispania y socorrieron a los saguntinos. Estos desagradecidos, sin embargo, aprovecharon un posterior momento de debilidad de los romanos para cambiar de bando y entregar la guarnición aliada al enemigo. Cuando acabó la guerra los romanos ajustaron cuentas.

Esta historia sólo tiene un problemilla, que a los saguntinos no les gustaba. Al principio no les quedaba más remedio que aceptarla, de todas formas todavía no eran muy saguntinos, pero cuando ya no vivía nadie que se acordara de lo sucedido y empezaron a sentirse de allí, la cambiaron. A partir de entonces el destructor pasó a ser Aníbal, y los saguntinos los amigos más leales que había tenido nunca Roma. A los que habían masacrado los romanos había sido a sus vecinos, los turboletas o turdetanos, los malos de la película.

Versión polibiana:

Por aquel entonces, da la casualidad, el clan de los Escipiones estaba creando su propia versión, y les vino muy bien el cambio introducido por los saguntinos. Si Aníbal había destruido Sagunto, ya no se podía decir que hubiese sido Catón. Esa también era otra ciudad. Ahora ya tenemos tres. La destuida por Catón, la destruida por Aníbal y una tercera que tampoco queda muy claro que la destruyera Catón. Esta tercera, entonces, la destruyó Escipión, y así vengaba a su padre y su tío, además de dejar Hispania pacificada a su marcha.

Aquí Polibio ya introducía un relato nuevo y necesario, el de las andanzas de los hermanos Escipión al sur del Ebro, necesario para justificar la venganza del Africano, ya que si no habían llegado hasta Iliturgi, o Sagunto al menos, dificilmente les podían haber traicionado sus habitantes. Ahí es cuando la acaba de liar.

Polibio plagia hasta el tema de la venganza, ya que en un principio esta implicaba a Fabio Máximo y Catón, su pupilo. Sagunto había sido liberada ocho años después de vencer a los cartagineses. Sin Polibio, o más aún, con un fracaso de Escipión, hoy podríamos estar acostumbrados a esa otra versión, aquella en la que el protagonista habría sido Catón. Interesante Historia alternativa, aunque a los saguntinos seguiría sin gustarles... Supongo que se habría suavizado un poco el asunto de la matanza. Ya en un principio se hablaba de unos mercenarios celtíberos que habían ocupado la acrópolis. Sagunto no dejaba de ser un castillo más.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

https://www.levante-emv.com/morvedre/20 ... 32323.html

Poco a poco se va poniendo en duda todo, o casi. Con algunas pruebas incluso. Personalmente, también pongo en duda que Anibal la atacara, porque destruirla está claro que no.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Tito Livio utiliza dos tipos de fuentes, las literarias y las oficiales. La clave está en estas últimas, en las actas y la correspondencia del Senado. Gracias a estas últimas se puede desmitificar a Polibio.

En el año 197 a. C. estalló una gran rebelión en Hispania. Todos los régulos que se habían pasado a los romanos al final de la segunda guerra púnica se implicaron en ella. Al parecer comenzó en la Bética, y de allí se propagó a la costa de Levante, donde se encontraban las bases romanas.

El primer suceso importante fue la batalla en la que murió Tuditano y su ejército quedó deshecho. Posiblemente los pillaran por sorpresa, acaso cuando el gobernador de la Citerior se dirigía hacia el sur para unirse con su colega. A partir de ese momento toda Hispania se encontraba ya en armas.

Los romanos entonces aparcaron el frente sur y se concentraron en recuperar los territorios perdidos al norte. El primer ataque se dirigió contra Sagunto. Cerca de allí se libró una nueva batalla, en la que esta vez los iberos fueron derrotados. Posiblemente se corresponda con la batalla en que murió Indíbil. Con todo, Sagunto siguió resistiendo.

Entre el 195 y el 194 a. C., Catón, partiendo desde Ampurias, acabó sometiendo toda la región del Ebro. Su campaña concluyó con la destrucción de Sagunto. En los dos años siguientes, el 193 y 192 a. C., la guerra se desplazó ya hacia el sur y, tal vez, hacia la Meseta, de ser cierto lo de Toledo. Esta segunda fase la protagonizaron Flaminio y Nobilior. Entre otras ciudades, fue tomada Jaén por segunda vez, y capturado el famoso Culchas/Cerdubelo, el que anteriormente había entregado allí mismo al último comandante cartaginés. Lo de Toledo, como digo, no lo tengo todavía nada claro. Podría traer también sorpresas. También allí, según Tito Livio, fue capturado vivo otro importante régulo, el tal Hilerno. Podría haber algún tipo de duplicación.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

En mi opinión, estos tres fragmentos siguen un orden cronológico. Las fechas concuerdan. Los turdetanos que se mencionan son los habitantes de la ciudad de Turda, que es Sagunto.

198 a. C.
“La guerra recomenzó en Hispania cuatro años después de haber finalizado la guerra púnica.”
Livio, XXXIII, 26, 5.

195 a. C.
“Cuando todo el mundo manifestaba sin rebozo su extrañeza por la pasividad ante la guerra desencadenada en Hispania, llegó una carta de Quinto Minucio en la que informaba de que se había enfrentado con éxito en una batalla campal a los generales hispanos Budare y Besadines cerca de la plaza de Turda; que habían muerto doce mil enemigos, el general Budare había caído prisionero, y los demás habían sido derrotados y puestos en fuga. Tras la lectura de esta carta era menos la alarma con respecto a Hispania, donde se había temido una guerra de grandes proporciones.”
XXXIII, 44, 4-5.

194 a. C.
“Yéndoles tan bien las cosas en Hispania, los romanos al fin sintieron vergüenza de que la ciudad de Sagunto, que era la causa de la guerra, siguiera en poder enemigo por espacio ya de ocho años. Recuperaron, pues, dicha plaza después de desalojar por la fuerza a la guarnición cartaginesa, y se la devolvieron a aquellos de sus antiguos habitantes que había perdonado el azote de la guerra. En cuanto a los turdetanos, que habían desencadenado la guerra entre los romanos y los cartagineses, los sometieron, los vendieron como esclavos y les destruyeron la ciudad.
Livio, XXIV, 42, 9-11.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 05 Ago 2020 https://www.levante-emv.com/morvedre/20 ... 32323.html

Poco a poco se va poniendo en duda todo, o casi. Con algunas pruebas incluso. Personalmente, también pongo en duda que Anibal la atacara, porque destruirla está claro que no.
Se va aproximando, pero se resiste a aceptar que se trate de la misma Sagunto. Eso implica desmontar todo el mito, casi una blasfemia. :~i

Una opción que vengo barajando es que Turda, Turba o Iliturgi sea "la ciudad del río", es decir, la parte baja, en oposición a Seguncia, la acrópolis.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Tchazzar »

Bernardo Pascual escribió: 15 Ago 2020
Poliorcetos escribió: 05 Ago 2020 https://www.levante-emv.com/morvedre/20 ... 32323.html

Poco a poco se va poniendo en duda todo, o casi. Con algunas pruebas incluso. Personalmente, también pongo en duda que Anibal la atacara, porque destruirla está claro que no.
Se va aproximando, pero se resiste a aceptar que se trate de la misma Sagunto. Eso implica desmontar todo el mito, casi una blasfemia. :~i
Estamos hablando de cambiar "la historia conocida". Mucha gente es reacia a los cambios. Mejor lo conocido que lo nuevo.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 12 May 2020 -Aparecen embajadores ilergetes. Esto es lo mejor. Piden ayuda a los romanos, que envíen 3.000 hombres porque su fortaleza está siendo asediada. Y hace la estratagema de embarcar a un tercio de sus hombres con provisiones. ¿Para socorrer la fortaleza de Ilerda finge que embarca? Nooo, tiene que ser una ciudad costera. ¿Te suena?
Por supuesto; la leyenda de Sagunto proviene de ahí, pero hay que tener cuidado porque, como ya dije, las sucesivas leyendas se van superponiendo como capas de cebolla a partir de ese núcleo histórico del que apenas queda nada.
“Y así me pongo en marcha hacia Turta para auxiliarlos; de allí continúo hacia Turta.”
Catón.
¿A quién trataba de socorrer Catón?
“Más difícil le ponían la guerra en Turdetania al pretor Publio Manlio los celtíberos contratados como mercenarios por el enemigo, como antes se ha dicho. Por eso el cónsul marchó para allá con sus legiones cuando el pretor le pidió en una carta que acudiera.”
Livio, XXXIV, 19.
Ya hemos desentrañado el gran misterio, pero ahora tocan los detalles. Sagunto, la fortaleza de los ilergetes, ha sido ocupada por un destacamento de mercenarios celtíberos. Su régulo pide ayuda a los romanos, pero Catón se opone a dividir sus fuerzas. Esto podría ser también una leyenda, una justificación. De nuevo los saguntinos estarían revindicando su lealtad a Roma, la cual les costó la vida, y, en cierto modo, el perdón. El perdón también se repite, igual que el gran valor que demostraron, en este último caso incluso sin importar en qué bando militaban.

Polibio plagia a Catón, y aquí vemos cómo ya con anterioridad se había convertido a los mercenarios celtíberos en los malos del cuento.
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

...Y aún se puede afinar más.
Poliorcetos escribió: 12 May 2020 ¿Para socorrer la fortaleza de Ilerda finge que embarca?
Embarca y luego se da la vuelta. ¿Te suena? :-B

Todavía no he desechado la idea de que Publio Cornelio hubiese sido enviado a Hispania en calidad de procónsul cuando Fabio Máximo fue nombrado dictador. Tal vez habría que dejar solos a los volcas enfrentándose a Anibal en el Ródano, lo mismo que los olcades. ¿Regresa el cónsul a Italia y deja a un particular sin imperio al frente del ejército? Demasiado nepotismo.

Con el tema de los volcas y el Ródano podría estar ocurriendo igual que con Sagunto. En este caso se estaría superponiendo una leyenda marsellesa posterior. Los marselleses se estarían atribuyendo el mérito de haber sido los primeros en enfrentarse a Aníbal. También podrían estar mitificando su alianza con los romanos.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

Bernardo Pascual escribió: 17 Ago 2020 ...Y aún se puede afinar más.
Poliorcetos escribió: 12 May 2020 ¿Para socorrer la fortaleza de Ilerda finge que embarca?
Embarca y luego se da la vuelta. ¿Te suena? :-B

Todavía no he desechado la idea de que Publio Cornelio hubiese sido enviado a Hispania en calidad de procónsul cuando Fabio Máximo fue nombrado dictador. Tal vez habría que dejar solos a los volcas enfrentándose a Anibal en el Ródano, lo mismo que los olcades. ¿Regresa el cónsul a Italia y deja a un particular sin imperio al frente del ejército? Demasiado nepotismo.
Eso si que es lo más lógico. Con Aníbal camino a Italia, no es nepotismo dejar al ejército en manos de un particular todo un Cónsul, sería una estupidez mayúscula dejar el ejército del Cónsul fuera de Italia. El Cónsul da la vuelta y ¿El ejército no? Nooo.

Otro ejército reclutado entre aliados y la flota que tuviera asignada, si. El ejército consular no, ni prestado, ni nada. La mentira es muy útil. Justifica a Publio de muchas maneras: el Ródano, cumplir su misión, las palizas en Galia a pesar del número de tropas, el auxilio del otro Cónsul... no tenía su ejército. Eso, no llevar su ejército, hubiera sido crucifixión directa, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar los 20.000 denarios.

También repasando tu calendario: Si la guerra acaba en el 201AC, 8 años después seguía Sagunto en manos de sus enemigos, encaja, junto a la cita anterior. Lo que me choca es en manos de sus enemigos. Entonces eran pro-cartagineses desde el principio. Me encanta toda esta revisión. Buen trabajo.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 17 Ago 2020 También repasando tu calendario: Si la guerra acaba en el 201AC, 8 años después seguía Sagunto en manos de sus enemigos, encaja, junto a la cita anterior. Lo que me choca es en manos de sus enemigos. Entonces eran pro-cartagineses desde el principio. Me encanta toda esta revisión. Buen trabajo.
En esa cronología todavía se pueden enlazar dos fragmentos más, la guinda del pastel.

Año 195 a. C., a continuación de la batalla del Saltus Manlianus.
"Convocados después por Mandonio a una reunión, en la que se lamentaron de sus desastres y recriminaron con dureza a los promotores del levantamiento, acordaron enviar embajadores con el propósito de entregar las armas y llevar a cabo la rendición. Éstos echaron la culpa a Indíbil como promotor de la guerra y a los demás jefes, que en su mayoría habían caído en el campo de batalla, y cuando se ofrecieron a entregar las armas y rendirse se les respondió que se aceptaba su rendición a condición de que entregasen vivos a Mandonio y a los demás inductores de la guerra; en caso contrario, los romanos invadirían con su ejército el territorio de los ilergetes y de los ausetanos, y después el de los otros pueblos. Ésta fue la respuesta que se les dio a los embajadores y que transmitieron a la asamblea. Mandonio y los demás jefes fueron detenidos allí mismo y entregados al suplicio. Se les concedió la paz de nuevo a los pueblos de Hispania; se les exigió aquel año tributo doble y trigo para seis meses, y capotes y togas para el ejército, y se cogieron rehenes de cerca de treinta pueblos."
Livio, XXIX
"Aníbal, joven entonces, lleno de ardor militar, afortunado en sus propósitos y estimulado de un inveterado odio contra los romanos, como si hubiese tomado por su cuenta la protección de Sagunto, se quejó a los embajadores: de que originada poco antes una sedición en Sagunto, los vecinos habían tomado por árbitros de la disputa a los romanos, y éstos habían quitado la vida injustamente a algunos de los principales; que esta perfidia no la podía dejar él impune, pues los cartagineses tenían por costumbre, recibida de sus mayores, no permitir se hiciesen injurias."
Polibio, III.
Aquí está la verdadera historia de Indíbil y Mandonio, Budare y Besadines. Sus muertes habrían tenido lugar en el año 195 a. C., un año antes de la destrucción de Sagunto.

La verdad que la Historia de la Historia acaba teniendo más interés que la propia Historia. :wink:
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Tchazzar escribió: 16 Ago 2020 Estamos hablando de cambiar "la historia conocida". Mucha gente es reacia a los cambios. Mejor lo conocido que lo nuevo.
Hemos abierto brecha en la muralla, Tchazzar, pero no les corresponde a los viejos confirmarlo o aceptarlo, sino a los jóvenes, a los que vengan después de nosotros.

El epílogo de todo este extraño rompecabezas podría encontrarse en la campaña de Graco, el yerno del Africano y el suegro de Emiliano, campaña que no sería sino una duplicación más de la de Catón. Hay muchos paralelismos historiográficos en las actuaciones de sendos personajes en Hispania, Catón y Graco. Para empezar, ambos alardeaban de haber rendido más de trescientas ciudades, pero eso se quedaría en una mera anécdota si no fuera porque no sólo parece repetirse la batalla del año 195 a. C., la batalla en que murió Indíbil, sino toda la campaña en sí. El encuentro, la emboscada sufrida por Flaco, tiene lugar cuando éste se dirigía a Tarragona para reunirse con su sucesor, al mando, además, de unas tropas veteranas que debían licenciarse, lo mismo que ocurriera con Manlio y Helvio.

...Epílogo y prefacio al mismo tiempo. Tirando del hilo a partir de toda esta confusión, el discurso de Catón en Numancia no lo habría pronunciado Catón, sino Graco, pero tampoco Graco padre, sino Graco hijo, el auténtico orador de la familia. Entonces la paz de Graco, tantas veces evocada por los numantinos, sería en realidad la paz firmada con Mancino. La suplantación de personalidades acaba heredándose; una especie de justicia poética.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Tchazzar »

Bernardo Pascual escribió: 17 Ago 2020 Para empezar, ambos alardeaban de haber rendido más de trescientas ciudades
Que son ciudades?. Entre que llega el ejercito romano y se producen enfermedades, lesiones, deserciones ya ha perdido parte de su poder el Pretor, asola una pequeña región de aldeas (le llaman ciudades). Llega la fuerza tribal enemigo con la comida justa, no tiene intendencia (cuanto más lejos llegue los clanes menos tiempo tienen de estancia), "acampan" en el suelo o con sus pequeñas condiciones, enferman, se lesionan, etc... al final se dispersan y el Pretor conquista el "antiguo campamento" tras alguna escaramuza.

Muchas de los años son pequeñas racias solo que Roma le interesa mantener el espíritu de conquista (como todo político). Polibio y Herodoto son como Manfredi o Perez Reverte. Tipos que tienen que escribir una historia que atraiga a la gente. Al final la historia se repite porque no tienen otra gran campaña, el resto son pequeños avances y escaramuzas.

Por eso a los romanos no los gusta reengancharse para la Guerra de Hispania prefieren otros frentes.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

La mitificación o deformación de la cita se puede rastrear bastante bien (en realidad todo son versiones, no tenemos el texto original de Polibio, suponiendo que proceda de él, porque ya se comentó que eran muy aficionados a mencionarle):
“Dice Polibio que las murallas de todas las ciudades de esta parte del Betis fueron desmanteladas en un mismo día por orden suya; éstas eran numerosísimas y llenas de hombres valientes; el mismo Catón dice que tomó más ciudades que días pasó en España; lo que no es jactancia si es verdad que sometió a cuatrocientas.”
Plutarco.
"Cuando Polibio dice que Tiberio Graco ha destruido trescientas ciudades celtíberas, sonríe Posidonio y dice que es en beneficio de Graco que Polibio llama ciudades a simples fortines, como se hace en las pompas triunfales."
Estrabón.
"Graco castigó a los celtíberos con la demolición de ciento cincuenta ciudades."
Floro.
No hay ni una sola fuente que no la destripe, bien atribuyéndosela a Graco, bien confundiendo el escenario, o bien diciendo que las ciudades en cuestión fueron tomadas, cuando en realidad lo que hicieron sus habitantes fue demoler las murallas.

En todo caso, encaja perfectamente en el contexto de la campaña de Catón. Las murallas no fueron demolidas porque sí, sino ante la amenaza de una represalia tras la batalla del Saltus Manlianus.
"Éstos echaron la culpa a Indíbil como promotor de la guerra y a los demás jefes, que en su mayoría habían caído en el campo de batalla, y cuando se ofrecieron a entregar las armas y rendirse se les respondió que se aceptaba su rendición a condición de que entregasen vivos a Mandonio y a los demás inductores de la guerra; en caso contrario, los romanos invadirían con su ejército el territorio de los ilergetes y de los ausetanos, y después el de los otros pueblos."
Livio.
““El no rebelaros va en interés vuestro tanto como nuestro, puesto que hasta ahora la rebelión siempre ha supuesto mayor daño para los hispanos que trabajo para el ejército romano. La única manera de evitar que ello ocurra es, a mi juicio, conseguir que no os sea posible rebelaros. Yo quiero conseguirlo por el procedimiento más suave. Ayudadme también vosotros en este empeño con vuestros consejos; ninguno seguiré de mejor grado que aquel que vosotros mismos me deis”. Como guardaron silencio, dijo que les daba un plazo de algunos días para reflexionar. Convocados a una segunda reunión tampoco dijeron nada, y entonces en un solo día derribó las murallas de todas las ciudades, marchó contra los que aún no se habían sometido, y a medida que iba llegando a cada comarca se le sometían todos los pueblos que habitaban en el contorno. La importante y opulenta ciudad de Segéstica fue la única plaza que tomó con manteletes y parapetos.
Livio.
Poco a poco van encajando las cosas. Los únicos que se resistieron a abandonar la acrópolis fueron los saguntinos. La marcha de Catón desde Ampurias hasta Sagunto fue prácticamente un desfile triunfal. La batalla había tenido lugar antes de su llegada.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

La refundación de Ilurci también se acaba atribuyendo a Graco. En este caso se confunde con una ciudad llamada Gracurris, hoy Alfaro. Tiberio Sempronio nunca hubiera usado el cognomen para bautizar una ciudad, la habría llamado Sempronia, no Gracurris. Aparte, ese cognomen se hizo famoso ante todo con sus hijos, no con él.
"Tiberio Sempronio Graco, procónsul, recibió la sumisión de los celtíberos vencidos, y como recuerdo de sus hechos, fundó en España la ciudad de Gracurris."
Livio.
"Gracurris, ciudad de la región del Ebro, del nombre de Sempronio Graco, llamada antes Ilurcis."
Festus.
¿No es demasiada casualidad que Sagunto también se llamase Ilurci/Iliturgi? Desde mi punto de vista, todo concuerda. gc80gc
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

Bernardo Pascual escribió: 18 Ago 2020Poco a poco van encajando las cosas. Los únicos que se resistieron a abandonar la acrópolis fueron los saguntinos. La marcha de Catón desde Ampurias hasta Sagunto fue prácticamente un desfile triunfal. La batalla había tenido lugar antes de su llegada.
La misma marcha (o casi, faltaría o no pasar el Ebro) atribuida a todos los Escipiones. ¿Tarragona?
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 19 Ago 2020 La misma marcha (o casi, faltaría o no pasar el Ebro) atribuida a todos los Escipiones. ¿Tarragona?
Esa sigue siendo la pregunta del millón, Tarragona. La clave del reordenamiento territorial, estoy pensando, tal vez se encuentre en la demolición de las murallas de las ciudades iberas durante el consulado de Catón. ¿Qué supuso la demolición de las murallas o el abandono de los oppida? ¿Dónde fue a parar esa población? Por un lado se dispersaría en aldeas en el llano, pero por otro se concentraría en torno a aquellas acrópolis que pervivieron, controladas ahora por guarniciones romanas.
“Con la llegada de los romanos se inició un proceso de transformaciones en el sistema de ocupación y explotación económica del territorio; Ullastret, dentro del área de influencia directa de Ampurias, lugar del primer desembarco romano en la península, fue abandonado en el primer cuarto del siglo ii a. C.. No se conocen las causas aunque se cree que pacíficamente pues no hay indicios de destrucción por ocupación.”
Wikipedia.
Sin duda Ampurias se vio beneficiada, convirtiendose en la nueva capital de la región, y lo mismo cabe suponer de Sagunto. La acrópolis de Edeta en este caso habría sido abandonada, igual que Ullastret. Con Tarragona hay que imaginarse algo similar. Al no ser demolida, se convirtió en capital. Esto no nos aclara si la presencia romana allí se remonta a antes, pero su supervivencia apunta a ello, o al menos a unas buenas relaciones con Roma. Los romanos dejaron los puertos.

La supuesta cita de Polibio tampoco estaría tan desencaminada al fijar el Betis como límite meridional de esta reestructuración. Al menos rebasa bastante las márgenes del Ebro. Prácticamente abarca todo el litoral de Levante.

Me recuerda un poco la llegada de Guillermo el Conquistador a Inglaterra y la construcción de una nueva trama de castillos. :~i
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Fuentes que utiliza Tito Livio para confeccionar la campaña de Catón.

En primer lugar hay que diferenciar las fuentes oficiales de las literarias. Las oficiales no plantean ningún problema. Son las más exactas y, al parecer, para esta época ya eran abundantes. Como se puede apreciar, antes de la llegada de Catón a Hispania sólo se dispone de fuentes oficiales. Eso daría a entender que todas las fuentes literarias provienen del propio Catón, bien directamente, sus memorias, o bien ya más digeridas y distorsionadas a través de varias leyendas posteriores o incluso alguna biografía un poco más currada y seria.

Oficial, carta de Marco Helvio.
“Así estaban las cosas en Asia, Grecia y Macedonia apenas finalizada la guerra con Filipo y obviamente con la paz sin formalizar aún, cuando estalló en la Hispania Ulterior una guerra de gran envergadura. El mando de aquella provincia lo tenía Marco Helvio; éste informó por carta al senado de que los régulos Culca y Luxinio se habían levantado en armas; que estaban con Culca diecisiete plazas fortificadas, y con Luxinio las importantes ciudades de Carmone y Bardón; que a lo largo de toda la costa podrían unirse a la insurrección de sus vecinos los malacinos y sexetanos y toda la Beturia, y los que aún no habían desvelado sus intenciones. Leída esta carta en voz alta por el pretor Marco Sergio, al que correspondía la jurisdicción en los litigios entre ciudadanos y extranjeros, el senado decretó que se celebrasen elecciones de pretores y que el pretor al que hubiese correspondido la provincia de Hispania sometiese cuanto antes a la deliberación del senado la cuestión de la guerra de Hispania.”
XXXIII, 21, 5-9.
Oficial, carta de Hispania.
“Una triste noticia llegada de Hispania hizo que la alegría general por la confirmación de la paz en Macedonia fuese mayor, pues se hizo pública una carta según la cual e procónsul Gayo Sempronio Tuditano había sido derrotado en una batalla en la Hispania Citerior, su ejército había sido deshecho y puesto en fuga, muchos guerreros famosos habían caído en el campo de batalla, y Tuditano había sido retirado del combate gravemente herido falleciendo poco después.”
XXXIII, 25, 8-9.
Oficial, actas del Senado.
“A continuación sortearon sus provincias los pretores, correspondiendo…a Quinto Fabio Buteón la Hispania Ulterior; a Quinto Minucio Termo, la Citerior… Un decreto dispuso que de las cuatro legiones que habían reclutado los cónsules entregaran a Quinto Fabio Buteón y a Quinto Minucio, a los que habían correspondido las provincias de Hispania, una a cada uno, la que ellos estimaran, así como cuatro mil aliados y latinos de infantería y trescientos de caballería a cada uno de ellos, que recibieron orden de partir cuanto antes para sus provincias. La guerra recomenzó en Hispania cuatro años después de haber finalizado la guerra púnica.”
XXXIII, 26, 1-5.

Oficial, actas del Senado, fastos triunfales.
“En las mismas fechas, Gneo Cornelio Blasión, que había tenido a su cargo la Hispania Citerior antes que Gayo Sempronio Tuditano, entró en Roma recibiendo la ovación por decreto del senado. Desfiló llevando delante mil quinientas quince libras de oro, veinte mil de plata, y treinta y cuatro mil quinientos denarios de plata acuñada. Lucio Estertino, que venía de la Hispania Ulterior, ni siquiera tanteó la posibilidad del triunfo y aportó al erario público cincuenta mil libras de plata, y con el producto de la venta del botín construyó dos arcos en la plaza de los bueyes, delante de los templos de la Fortuna y de Mater Matuta, y otro en el Circo Máximo, y sobre estos arcos colocó estatuas doradas. Esto fue a grandes rasgos lo que se hizo durante el invierno.”
XXXIII, 27.
Oficial, actas del Senado.
“El quince de marzo, fecha en que entraron en funciones, los cónsules Lucio Valerio Flaco y Marco Porcio Catón sometieron a debate en el senado la asignación de provincias. En vista de que la guerra de Hispania iba tomando tal incremento que se necesitaba ya un general y un ejército consular, el senado aprobó una resolución disponiendo que los cónsules se repartieran de mutuo acuerdo o por sorteo las provincias de Hispania Citerior y de Italia; aquel a quien correspondiera Hispania llevaría consigo dos legiones y quince mil aliados latinos y ochocientos jinetes, e iría al frente de veinte navíos de guerra; el otro cónsul alistaría dos legiones; éstas eran suficientes para defender la provincia de la Galia, al haberse quebrantado la moral de los ínsubres y los boyos el año anterior. El sorteo dio Hispania a Catón, e Italia a Valerio. Después sortearon sus provincias los pretores, correspondiendo… la Hispania Ulterior a Apio Claudio Nerón… Publio Manlio fue asignado al cónsul como colaborador para la Hispania Citerior… Apio Claudio fue autorizado a reclutar dos mil soldados de infantería y doscientos de caballería nuevos, aparte de la legión que había mandado Quinto Fabio. Igual número de hombres de infantería y caballería nuevos le fue asignado a Publio Manlio para la Hispania Citerior, además de la legión que había estado a las órdenes del pretor Quinto Minucio.”
XXXIII, 43.
Oficial, carta de Quinto Minucio.
“Cuando todo el mundo manifestaba sin rebozo su extrañeza por la pasividad ante la guerra desencadenada en Hispania, llegó una carta de Quinto Minucio en la que informaba de que se había enfrentado con éxito en una batalla campal a los generales hispanos Budare y Besadines cerca de la plaza de Turda; que habían muerto doce mil enemigos, el general Budare había caído prisionero, y los demás habían sido derrotados y puestos en fuga. Tras la lectura de esta carta era menos la alarma con respecto a Hispania, donde se había temido una guerra de grandes proporciones.”
XXXIII, 44, 4-5.

Literaria, memorias de Catón.
“Inmediatamente después de la derogación de la ley Opia, el cónsul Marco Porcio partió hacia el puerto de Luna con veinticinco navíos de guerra, cinco de los cuales eran de los aliados, dejando orden de que se concentrara allí el ejército. Tras enviar un bando por todos los puntos de la costa reunió naves de todas clases y al partir de Luna les dio orden de seguirlo hasta el puerto de Pireneo, desde donde pensaba marchar contra el enemigo con la numerosa flota. Dejando atrás los montes Ligustinos y el golfo Gálico, se encontraron en la fecha que había señalado. De allí pasaron a Roda, y desalojaron por la fuerza a la guarnición de hispanos que había en la fortaleza. Desde Roda, con viento a favor, llegaron hasta Emporias. Allí desembarcaron todas las tropas excepto las de marina.”
XXXIV, 8.
Este fragmento anterior que he catalogado como parte de las memorias de Catón, se puede rastrear en una frase atribuida también de forma directa a él. Catón va relatando su viaje: “Llego a tal sitio y desde allí me pongo en marcha a otro lugar.” Algo así. La descripción del recorrido se hace con mucho detalle.

A continuación comienza la primera leyenda. Como se ve, la Ampurias de entonces se describe desde un momento muy posterior, cuando ya se habían fusionado las dos ciudades. Lo normal en Tito Livio es empezar con Polibio, o al menos con la fuente más extensa. En este caso no podría asegurar que se trate de Polibio. Por de pronto, esta fuente limita las operaciones al norte del Ebro, prácticamente a la guerra con los bergistanos. Lo que está claro es que la campaña de los hermanos Escipión parece haberse sacado de aquí. Hay errores bastante gordos, pero tampoco sorprendería que procediesen de Polibio. Como dato curioso, en esta fuente falta el desmantelamiento de las murallas, pero como lo relata poco después en una fuente que parece más directa, tampoco ha de extrañar mucho. Ahí ya estaría duplicando conscientemente, y eso no es propio de Tito Livio. Tal vez por eso engancha el siguiente fragmento a continuación, el de las murallas.

Literaria, primera leyenda de Catón.
“Todavía en aquella época Emporias estaba formada por dos poblaciones separadas por una muralla. Una estaba habitada por griegos oriundos de Focea como los masilienses, y la otra por hispanos. Pero la parte griega, que daba al mar, tenía una muralla cuyo perímetro no llegaba en total a los cuatrocientos pasos, mientras que la muralla de los hispanos, más alejada del mar, tenía una circunferencia de tres mil pasos. La colonia romana que después incorporó el divino César tras la derrota de los hijos de Pompeyo constituyó un tercer tipo de población; actualmente están todos amalgamados en un solo cuerpo, al habérseles concedido la ciudadanía romana primero a los hispanos y finalmente también a los griegos. Quien los observara entonces, se preguntaría extrañado qué era lo que los defendía, pues por un lado estaba el mar abierto y por otro tenían delante un pueblo tan fiero y belicoso como el hispano. El guardián de su débil posición era la disciplina, que el miedo obliga a mantener cuando se está rodeado por otros más fuertes. Tenían muy bien fortificada la parte de muralla que daba al campo, y por aquel lado solamente habían puesto una puerta en la que siempre había alguno de los magistrados de guardia permanente. Durante la noche, una tercera parte de los ciudadanos vigilaba en las murallas; y no lo hacían sólo por hábito o por obligación, sino que ponían tanto cuidado en los turnos de centinela y en las rondas como si el enemigo estuviera a las puertas. No dejaban entrar en la ciudad a ningún hispano, ni tampoco salían ellos mismos sin una buena razón. La salida hacia el mar era libre para todos. Por la puerta que daba a la ciudad de los hispanos nunca salían sino en grupos numerosos, generalmente la tercera parte a la que había correspondido la vigilancia la noche anterior. El motivo de la salida era el siguiente: los hispanos, que no tenían experiencia en la navegación, se alegraban de comerciar con ellos y a su vez querían comprar los artículos que se importaban en barco y dar salida a los productos del campo. Estas ventajas mutuas eran la causa de que los griegos tuvieran libre acceso a la ciudad hispana. Éstos, por otra parte, se sentían más seguros por estar a cubierto bajo la protección de la amistad romana, que cultivaban con tanta lealtad como los masilienses aunque sus recursos eran menores. También en esta ocasión acogieron amable y generosamente al cónsul y al ejército. Catón se detuvo allí unos pocos días mientras averiguaba dónde estaban y cuántas eran las fuerzas del enemigo, y para evitar la inactividad incluso durante la espera, dedicó todo este tiempo al entrenamiento de sus hombres. Coincidió que era la época del año en la que los hispanos tenían el trigo en las eras; dijo; pues, a los abastecedores que no suministrasen trigo, y los envió a Roma diciendo: “La guerra se autoabastecerá”. Salió de Emporias y quemó y devastó los campos del enemigo, haciendo cundir el pánico y la huida por todas partes.”
XXXIV, 9.
¿Oficial o híbrida? ¿Fastos triunfales?
“Por la misma época, cuando Marco Helvio abandonaba la Hispania Ulterior con una escolta de seis mil hombres que le había dado el pretor Apio Claudio, le salieron al paso los celtíberos cerca de la ciudad de Iliturgi con un enorme contingente de tropas. Valerio refiere que eran veinte mil hombres armados, que fueron muertos doce mil de ellos, que la plaza de Iliturgi fue reconquistada y pasados por las armas todos sus jóvenes. Desde allí Helvio se llegó hasta el campamento de Catón, y como la región estaba ya a salvo de enemigos mandó su destacamento de vuelta a la Hispania Ulterior, marchó a Roma y entró en la ciudad recibiendo la ovación por el feliz resultado de su acción. Ingresó en el erario catorce mil setecientas treinta y dos libras de plata en bruto, diecisiete mil veintitrés monedas de plata acuñadas con la biga y ciento diecinueve mil cuatrocientas treinta y nueve de plata oscense. La razón de que el senado le denegase el triunfo fue el hecho de haber combatido con los auspicios y en la provincia de otro. De hecho había vuelto pasados dos años, cuando ya había entregado la provincia a su sucesor Quinto Minucio, reteniéndolo allí durante todo el año siguiente una larga y grave enfermedad. Por eso Helvio entró en Roma y recibió la ovación sólo dos meses antes de que entrase en triunfo su sucesor Quinto Minucio. Éste, a su vez, aportó treinta y cuatro mil ochocientas libras de plata, setenta y tres mil monedas acuñadas con la biga y doscientas setenta y ocho mil de plata oscense.”
XXXIV, 10.
Esta intromisión de una fuente oficial en medio de la primera leyenda sirve para fijar las fechas. Catón inverna y Marco Helvio regresa a Roma. Con todo, Livio se equivoca. Helvio regresó a Roma después que Catón. Por eso luego se vuelve a repetir el sitio de Sagunto/Iliturgi por Manlio. La batalla del desfiladero de Manlio, aquella en la que murió Indíbil, sin embargo, se libró un año antes, poco antes de la llegada de Catón a Hispania. Es la que queda referida también en la carta de Quinto Minucio un poco más arriba.

Literaria, primera leyenda de Catón.
“Entretanto, en Hispania, el cónsul tenía su campamento cerca de Emporias. Allí acudieron tres representantes del régulo ilergete Bilistage –uno de ellos era su propio hijo-, y se quejaron de que sus plazas fortificadas estaban siendo atacadas y no tenían la menor esperanza de resistir a no ser que el romano enviase refuerzos; con tres mil hombres habría suficiente, y el enemigo se alejaría si llegaba un contingente de este volumen. A ello respondió el cónsul que sin duda era sensible tanto a su peligro como a su temor, pero que en modo alguno podía dividir el ejército y disminuir sus fuerzas sin riesgo cuando a corta distancia había un gran contingente de enemigos con el que previsiblemente tendría que enfrentarse en batalla cualquier día sin tardar mucho. Al oír esta respuesta los enviados se echaron a los pies del cónsul llorando y le suplicaron que no los abandonase en tan apurada situación; ¿adónde acudirían si los romanos los rechazaban? No tenían ningún aliado, ninguna otra esperanza en ningún lugar de la tierra; habrían podido verse fuera de aquel peligro si hubieran estado dispuestos a faltar a la lealtad y hacer causa común con los otros rebeldes; ninguna amenaza, ningún susto había hecho mella en ellos, confiando en que tenían en los romanos apoyo y ayuda suficiente; si ésta era inexistente, si el cónsul se la negaba, ponían a los dioses y a los hombres por testigos de que muy a su pesar se veían obligados a una ruptura, para no correr la misma suerte que habían sufrido los saguntinos, y que estaban dispuestos a sucumbir junto con los demás hispanos en vez de ellos solos.”
XXXIV, 11.

“Al menos aquel día fueron despedidos así, sin respuesta. Durante la noche siguiente la inquietud mantuvo al cónsul en la incertidumbre: no quería abandonar a los aliados, y no quería reducir su ejército, porque esto podría suponer que tendría que retrasar el combate o implicaría un riesgo si combatía. Prevaleció el criterio de no reducir las tropas, no fueran a infligirle entretanto alguna humillación los enemigos, y estimó que debía dar a los aliados la esperanza, ya que no la realidad, de una ayuda, que muchas veces, y especialmente en la guerra, lo aparente surte los efectos de lo real, y el que está convencido de contar con algún apoyo se salva gracias precisamente a esa confianza que le da esperanzas y audacia como si el apoyo fuese real. Al día siguiente respondió a los diputados que aun temiendo reducir sus tropas para favorecer a otros con ellas, tenía más en cuenta sin embargo la situación de peligro en que ellos se encontraban que su propia situación. Manda dar instrucciones de que un tercio de los soldados de cada cohorte preparen con urgencia comida cocinada para cargarla en las naves y que éstas estén listas para dos días después. Manda que dos de los diputados informen de ello a Bilistage y los ilergetes, y retiene a su lado al hijo del reyezuelo a base de un trato cortés y de regalos. Los diputados no se pusieron en marcha hasta que vieron embarcados a los soldados; cuando informaron de ello como de algo ya indiscutible, la noticia de la inminente llegada de los romanos se extendió tanto entre los suyos como entre los enemigos.”
XXXIV, 12.

“El cónsul, cuando los indicios de lo que quería hacer creer fueron suficientes, ordenó que se hiciera desembarcar a los soldados. Como estaba ya próxima la época del año en que era posible el desarrollo de las operaciones, él emplazó su campamento de invierno a tres millas de Emporias. Desde allí, según se presentaban las circunstancias, llevaba a sus soldados unas veces en una dirección y otras en otra a saquear los campos de los enemigos dejando una pequeña guarnición para la defensa del campamento. Salían casi siempre por la noche para alejarse lo más posible del campamento y coger al enemigo por sorpresa. Estas acciones servían de entrenamiento a los nuevos reclutas, y a la vez caían prisioneros un gran número de enemigos, que ya no se atrevían a salir fuera de las fortificaciones de sus plazas. Unas vez que puso a prueba suficientemente la moral de los suyos y del enemigo convocó una reunión de tribunos y prefectos, caballería en pleno y centuriones. “Ha llegado el momento, tantas veces deseado por vosotros, dijo, de que se os diera la oportunidad de poner a prueba vuestro valor. Hasta ahora habéis llevado una campaña más al estilo de salteadores que de guerreros; ahora vais a enfrentaros en una batalla en toda regla, enemigos contra enemigos; a partir de ahora vais a poder no ya devastar campos sino vaciar las ciudades de sus riquezas. Nuestros padres, a pesar de que los cartagineses tenían generales y ejércitos en Hispania y ellos no tenían ni un soldado, quisieron, no obstante, añadir al tratado de alianza una cláusula estipulando que la frontera de su imperio estaría en el río Ebro. Ahora que Hispania está ocupada por dos pretores, un cónsul y tres ejércitos romanos y desde hace ya casi diez años no hay ni un cartaginés en estas provincias, hemos perdido el dominio del lado de acá del Ebro. Es necesario que lo recuperéis con vuestras armas y vuestro valor y obliguéis a estos pueblos, que más que empeñarse en una guerra sostenida se rebelan de forma temeraria, a aceptar de nuevo el yugo que se sacudieron de encima”. Después de arengarlos sobre todo con consideraciones de esta guisa les anunció que por la noche los llevaría hasta el campamento enemigo y con esto les mandó marchar a reponer fuerzas.”
XXXIV, 13.

“A media noche, después de tomar los auspicios, el cónsul se puso en marcha al objeto de tomar la posición que quería antes de que los enemigos se dieran cuenta; dando un rodeo dejó atrás el campamento enemigo y al despuntar el día formó en orden de batalla y envió tres cohortes hasta el pie mismo de la empalizada. Los bárbaros, sorprendidos ante la aparición de los romanos a su espalda, corrieron a su vez a por las armas. Entretanto el cónsul se dirigió a sus hombres diciendo: “Sólo en el valor hay esperanza, y yo deliberadamente me he ocupado de que así fuese. Entre nuestro campamento y nosotros se encuentran los enemigos, y a nuestra espalda está el territorio enemigo. Tener la esperanza puesta en el valor es lo más hermoso y al mismo tiempo lo más seguro”. Dicho esto dio orden de que las cohortes retrocedieran simulando una huida para atraer a los bárbaros. Ocurrió tal como había previsto. Convencidos de que los romanos retrocedían presa del pánico, salieron de repente fuera de la puerta y cubrieron de combatientes todo el espacio que mediaba entre su campamento y las líneas romanas. Mientras tratan de formar atropelladamente el frente de combate y están aún desorganizados, los ataca el cónsul con todos sus hombres preparados y en orden. Lanzó primero al combate a la caballería desde las alas, pero en el flanco derecho fue rechazada al instante y al retroceder en tropel sembró también el pánico entre la infantería. Nada más percatarse de ello el cónsul ordenó que dos cohortes escogidas rodearan al enemigo por su lado derecho y aparecieran por la espalda antes de que se produjera el choque entre los frentes de infantería. Al cernirse esta amenaza sobre el enemigo se restableció el equilibrio perdido a causa del pánico de los jinetes romanos; pero la confusión en la infantería y la caballería del ala derecha era tal que el propio cónsul tuvo que echar mano a algunos y volverlos hacia el enemigo. De esta forma, la batalla se mantenía indecisa mientras se combatió con armas arrojadizas, mientras que en el ala derecha, donde se inició el pánico y la huida, los romanos resistían a duras penas; por el flanco izquierdo y por el centro los bárbaros, acosados, veían aterrados las cohortes que los amenazaban por la espalda. Cuando, después de lanzar los venablos de hierro y las faláricas, desenvainaron las espadas, fue como si se iniciara de nuevo el combate; no recibían heridas por lanzamientos imprevisibles efectuados al azar desde lejos; en el cuerpo a cuerpo confiaban por entero en su valor y fuerza.”
XXXIV, 14.

“Cuando los hombres estaban ya agotados, el cónsul los reanimó lanzando a la lucha a las cohortes de reserva desde la segunda línea. Se formó un nuevo frente. Los hombres de refresco, atacando con sus armas de lanzamiento íntegras a unos enemigos extenuados, primeramente deshicieron su formación con una dura carga en forma de cuña, y después, una vez dispersados, les hicieron emprender la huida: corriendo en desbandada por los campos trataban de llegar al campamento. Cuando vio que la huida estaba generalizada, Catón cabalgó de nuevo hacia la segunda legión que permanecía de reserva y le dio la orden de marchar tras las enseñas a paso de carga para atacar el campamento enemigo. Si algún soldado demasiado fogoso se adelantaba a la formación, él mismo le daba alcance a caballo, lo golpeaba con un pequeño venablo y ordenaba a los tribunos y centuriones que lo castigasen. Cuando ya se había iniciado el ataque al campamento, los romanos eran mantenidos a distancia de la empalizada a base de piedras, palos y toda clase de proyectiles. Al llegar la legión de refresco subió la moral de los atacantes al tiempo que los enemigos peleaban con más rabia en defensa de la empalizada. El cónsul lo examinó todo con la vista para lanzar el asalto por el punto en que la resistencia fuese menor. Vio que junto a la puerta izquierda había menos defensores, y dirigió hacia allí a los principes y hastati de la segunda legión. La guardia apostada junto a la puerta no resistió el ataque, y los demás, al ver que el enemigo estaba dentro de la empalizada y ellos habían perdido el campamento, arrojaron las enseñas y las armas. Fueron degollados en la estrechez de las puertas donde quedaban atascados debido a su propio número. Los soldados de la segunda legión descargaban tajos sobre las espaldas de los enemigos, los demás saqueaban el campamento. Valerio Anciate refiere que fueron muertos aquel día más de cuarenta mil enemigos; el propio Catón, nada dado, por cierto, a rebajar sus propias hazañas, dice que los muertos fueron muchos pero no da la cifra.”

“Se considera que el cónsul tomó aquel día tres decisiones dignas de encomio. Una, el haber llevado al ejército dando un rodeo lejos de sus naves y de su campamento, iniciando el combate con el enemigo de por medio donde la única esperanza era el valor. La segunda, el haber puesto las cohortes como barrera a la espalda del enemigo. La tercera, el haber ordenado que la legión segunda, mientras todas las demás andaban dispersas en persecución del enemigo, avanzase hasta la puerta del campamento a plena marcha, pero en perfecto orden y formación con las enseñas al frente. Ni siquiera después de la victoria hubo descanso. Una vez dada la señal de retirada llevó a sus hombres de vuelta al campamento cargados de botín, les concedió unas pocas horas de descanso durante la noche y los llevó a los campos a saquear. Como los enemigos se habían dispersado en la huida, el saqueo se llevó a cabo en un radio más amplio. Esta circunstancia, no menos que la derrota sufrida el día anterior, indujo a la rendición a los hispanos de Emporias y a sus vecinos. También se rindieron muchos de otras ciudades que estaban refugiados en Emporias; a todos éstos se dirigió en tono amable y los mandó a sus casas después de darles vino y comida. A continuación emprendió la marcha con rapidez, y en todas partes por donde pasaba la columna salían a su encuentro diputaciones de ciudades que se le rendían; cuando llegó a Tarragona, toda la Hispania del lado de acá del Ebro estaba sometida, y los bárbaros le traían al cónsul como regalo los prisioneros romanos y aliados latinos que habían sido sorprendidos en Hispania por diversas circunstancias. Corrió luego el rumor de que el cónsul pensaba marchar a Turdetania al frente de su ejército, y a las montañas remotas llegó la falsa noticia de que había partido ya. Ante este infundado rumor que carecía de fuente segura se sublevaron siete plazas fuertes del país bergistano. El cónsul acudió allí con su ejército y los redujo de nuevo a la obediencia sin batalla alguna digna de mención. Pero el caso es que no mucho después, cuando el cónsul había regresado a Tarragona y antes de que marchase de allí a parte alguna, estos mismos se rebelaron. De nuevo fueron sometidos. Pero no hubo la misma indulgencia con los vencidos: todos ellos fueron vendidos como esclavos, para que no perturbasen la paz cada dos por tres.”
XXXIV, 16.
Literaria, memorias de Catón.
“Entretanto, el pretor Publio Manlio marchó a Turdetania con el ejército que le había entregado su antecesor Quinto Minucio, al que se había unido también el ejército de veteranos de Apio Claudio Nerón procedente de la Hispania Ulterior. Los turdetanos son considerados los más ineptos para la guerra de todos los hispanos. Confiados, no obstante, en su superioridad numérica, salieron al paso de la columna romana. Una carga de la caballería desbarató su formación en un instante. Apenas sí hubo combate con la infantería: los soldados veteranos, que tenían experiencia bélica y conocían bien al enemigo, no dejaron ninguna duda acerca del resultado. Sin embargo la guerra no quedó decidida con esta batalla. Los túrdulos reclutaron diez mil mercenarios celtíberos y preparaban la guerra con armas ajenas. El cónsul, entretanto, tras el susto de la rebelión de los bergistanos, suponía que también otras ciudades harían otro tanto si se les presentaba la ocasión, y desarmó a todos los hispanos de lado de acá del Ebro. Este hecho les resultó tan intolerable que muchos se quitaron la vida a ellos mismos, pues aquel pueblo indómito estaba convencido de que la vida sin armas no es tal. Cuando se informó de esto al cónsul convocó a los senadores de todas las ciudades y les dijo: “El no rebelaros va en interés vuestro tanto como nuestro, puesto que hasta ahora la rebelión siempre ha supuesto mayor daño para los hispanos que trabajo para el ejército romano. La única manera de evitar que ello ocurra es, a mi juicio, conseguir que no os sea posible rebelaros. Yo quiero conseguirlo por el procedimiento más suave. Ayudadme también vosotros en este empeño con vuestros consejos; ninguno seguiré de mejor grado que aquel que vosotros mismos me deis”. Como guardaron silencio, dijo que les daba un plazo de algunos días para reflexionar. Convocados a una segunda reunión tampoco dijeron nada, y entonces en un solo día derribó las murallas de todas las ciudades, marchó contra los que aún no se habían sometido, y a medida que iba llegando a cada comarca se le sometían todos los pueblos que habitaban en el contorno. La importante y opulenta ciudad de Segéstica fue la única plaza que tomó con manteletes y parapetos.”
XXXIV, 17.
El fragmento anterior lo considero parte de las memorias, aunque acaso esté un poco contaminado. Alguien, al parecer, las pasó a limpio, evidentemente. El estilo es bastante grandilocuente, lo cual le pega muy poco a Catón. Más trabajado, no obstante, está el siguiente. Se parecen mucho, pero, con todo, matizo esa diferencia un tanto subjetiva entre memorias y biografía.

Literaria, biografía de Catón.
“Tenía mayores dificultades para someter a los enemigos que los primeros que habían llegado a Hispania, porque los hispanos se pasaban a aquellos por estar hartos de la dominación cartaginesa, mientras que él es como si tuviera que reducirlos a esclavitud después que habían conseguido la libertad; y lo encontró todo tan revuelto que unos estaban en armas en tanto que otros eran asediados para obligarlos a rebelarse y no iban a resistir mucho más si no se acudía a tiempo en su auxilio. Pero el cónsul tenía tal fortaleza de espíritu y de carácter que se ocupaba personalmente de todos los asuntos, grandes y pequeños, y los resolvía, y no sólo pensaba y ordenaba lo que era pertinente sino que en la mayoría de los casos se ocupaba él mismo de su ejecución; a nadie imponía una disciplina más rigurosa y estricta que a sí mismo; en austeridad, velas y fatigas competía con el último de los soldados, y aparte del rango y el mando no tenía ningún privilegio en su ejército.”
XXXIV, 18.
Literaria, memorias de Catón.
“Más difícil le ponían la guerra en Turdetania al pretor Publio Manlio los celtíberos contratados como mercenarios por el enemigo, como antes se ha dicho. Por eso el cónsul marchó para allá con sus legiones cuando el pretor le pidió en una carta que acudiera. En el momento de su llegada, los celtíberos y los turdetanos tenían campamentos separados. Con los turdetanos, los romanos entablaron inmediatamente pequeños combates atacando sus puestos de avanzada, y siempre salían victoriosos incluso de los enfrentamientos iniciados de forma temeraria. En cuanto a los celtíberos, el cónsul dio instrucciones a unos tribunos militares para que fuesen a entrevistarse con ellos y les diesen a elegir entre tres opciones; la primera, pasarse a los romanos, si querían, recibiendo el doble de paga que habían pactado con los turdetanos; la segunda, marcharse a sus casas recibiendo públicas garantías de que no les acarrearía ningún perjuicio el hecho de haberse unido a los enemigos de los romanos; la tercera, si a toda costa optaban por la guerra, que fijasen el día y el lugar para medirse con él en una batalla decisiva. Los celtíberos pidieron un día para deliberar. Celebraron una tumultuosa asamblea en la que participaron los turdetanos, razón de más para que no se pudiera tomar ninguna decisión. Aunque no estaba muy claro si se estaba en guerra o en paz con los celtíberos, los romanos traían provisiones de los campos y plazas fuertes de los enemigos como en tiempo de paz, cruzando a menudo sus trincheras en grupos de diez, como si en una tregua particular hubieran pactado intercambios recíprocos. El cónsul, en vista de que no era capaz de atraer al enemigo a una batalla, primeramente llevó algunas cohortes ligeras a saquear los campos de una comarca aún intacta, y después, enterado de que todos los bagajes y el equipamiento de los celtíberos habían quedado en Seguncia, dirigió hacia allí su marcha para atacarla. Como no hubo forma de ponerlos en movimiento abonó la soldada tanto a sus hombres como a los del pretor y regresó al Ebro con siete cohortes dejando el resto del ejército en el campamento del pretor.”
XXXIV, 19.
De nuevo, los detalles se narran casi en primera persona, y aquí se acaba lo bueno. Los dos siguientes fragmentos, la segunda y la tercera leyenda, claras duplicaciones del relato anterior, de la primera leyenda, están ya más deformados por el tiempo. Ambos fragmentos se limitan a la destrucción de Sagunto. Como siempre, Tito Livio deja las fuentes menores para el final, y como no las relaciona entre sí, no se da cuenta de que está duplicando, las engancha sencillamente una tras otra.

Literaria, segunda leyenda de Catón.
“Con estas fuerzas tan reducidas tomó algunas plazas. Se pasaron a él los sedetanos, los ausetanos y los suesetanos. Los lacetanos, pueblo remoto y salvaje, continuaban en armas, bien por su natural fiereza o bien por su conciencia de haber saqueado a los aliados con incursiones por sorpresa mientras el cónsul estaba ocupado con su ejército en la guerra de los túrdulos. Por eso el cónsul, para atacar su ciudad fortificada, además de las cohortes romanas llevó también a la juventud de los aliados, justamente resentidos hacia ellos. Tenían una ciudad muy extendida a lo largo pero mucho menos a lo ancho. Hizo alto a unos cuatrocientos pasos de distancia. Dejó allí un retén de cohortes escogidas y les dio orden de no moverse de aquella posición hasta que él estuviese de vuelta; con el resto de las tropas dio un rodeo hasta el extremo opuesto de la ciudad. El contingente más numeroso de sus fuerzas auxiliares estaba constituido por jóvenes suesetanos, a los que dio orden de avanzar para atacar la muralla. Cuando los lacetanos reconocieron sus armas y enseñas recordaron con cuánta frecuencia se habían paseado impunemente por su territorio y cuántas veces les habían derrotado y puesto en fuga en batallas campales, abrieron súbitamente la puesta y se precipitaron en masa sobre ellos. Los suesetanos apenas sí resistieron su grito de guerra, cuánto menos su ataque. Cuando vio el cónsul que las cosas se desarrollaban como había pensado que ocurriría galopó a lo largo de la muralla enemiga hasta las cohortes, se las llevó con él mientras andaban todos dispersos en persecución de los suesetanos, las metió en la ciudad por la parte en que estaba silenciosa y desierta, y lo tomó todo antes de que volvieran los lacetanos. Poco después, como únicamente les quedaban las armas, se rindieron.”
XXXIV, 20.

Literaria, tercera leyenda de Catón.
“Inmediatamente después el vencedor marchó hacia el frente de Bergio. Éste era más que nada un refugio de salteadores desde donde partían las incursiones a los territorios ya pacificados de la provincia. Desde allí se pasó al cónsul un jefe bergistano y comenzó a disculparse a sí mismo y a los suyos diciendo que ellos no tenían el gobierno en sus manos, que los bandidos a los que habían dejado entrar se habían adueñado por completo del fuerte. El cónsul le dijo que volviese a casa y que inventase alguna explicación plausible de su ausencia; cuando viera que él estaba al pie de las murallas y que los bandidos estaban concentrados en la defensa de las fortificaciones, que estuviese atento para ocupar la ciudadela con los hombres que estaban de su parte. Se hizo todo según sus instrucciones; de repente cundió entre los bárbaros el pánico por un doble motivo; por una parte, los romanos estaban escalando los muros, y por otra, la ciudadela había sido ocupada. Dueño de esta posición el cónsul dispuso que quienes habían ocupado la ciudadela quedaran libres junto con sus parientes y conservaran sus bienes; dio órdenes al cuestor de poner en venta a los demás bergistanos, y a los bandidos los hizo ejecutar. Pacificada la provincia, estableció un elevado impuesto sobre las minas de hierro y plata, medida esta que supuso un enriquecimiento cada día mayor para la provincia. Con motivo de estas operaciones llevadas a cabo en Hispania, los senadores decretaron un triduo de acción de gracias.”
XXXIV, 21.
Oficial, correspondencia del Senado.
“Casi a un tiempo llegaron los informes enviados por Tito Quincio acerca de las operaciones desarrolladas en Lacedemón y por el cónsul Marco Porcio desde Hispania. El senado decretó tres días de acción de gracias por cada uno de ellos.”
XXXIV, 42, 1.


Veamos ahora el relato de Apiano, para contrastarlo con el de Tito Livio.

Apiano:
39-. Algún tiempo después, cuando los romanos estaban en guerra con los celtas de en torno al Po y con Filipo de Macedonia, los iberos se levantaron de nuevo, a la vista de los muchos trabajos en que estaban inmersos los romanos. Y fueron enviados desde Roma, como generales, contra ellos, Sempronio Tuditano y Marco Helvio, y después de aquéllos, Minucio. Y como refuerzo, al hacerse mayor la sublevación, fue enviado Catón con fuerzas más numerosas. Éste era aún un hombre en exceso joven, pero austero y laborioso, destacado por su sagacidad y elocuencia(…)

40-. Cuando Catón arribó a Iberia en el lugar llamado Emporion, se congregaron contra él los enemigos desde todos los lugares hasta un número de cuarenta mil. Él, a su vez, se tomó un cierto tiempo en ejercitar a sus tropas y, cuando se dispuso a trabar combate, envió de regreso a Masalia las naves que tenía e hizo comprender a su ejercito que lo que había que temer no era el hecho de que los enemigos les sobrepasaran en número pues siempre puede vencer el valor a la superioridad numérica, sino el que no disponían de naves y que no existía otra salvación posible que la victoria. Nada más decir esto, entabló combate, tras haber animado a su ejército no, como otros, con la esperanza, sino con el temor. Cuando se llegó al combate cuerpo a cuerpo, iba de un lado para otro animando y arengando a sus tropas. Hacia el atardecer, como el resultado de la pelea era aún incierto y habían caído muchos de ambos bandos, corrió con tres cohortes de reserva hasta lo alto de una colina elevada para poder observar a un tiempo toda la acción. Y tan pronto como vio que el centro de sus líneas era el que se hallaba en una situación más comprometida, corrió en su ayuda exponiéndose al peligro y rompió las líneas enemigas con su acción y con sus gritos de aliento, y fue el primer artífice de la victoria. Después de perseguirlos durante toda la noche, se apoderó de su campamento y mató a muchos de ellos. A su regreso, los soldados le abrazaban y elogiaban como el autor de la victoria. Después de esto concedió un descanso a sus tropas y vendió el botín.

41-. Todos le enviaron emisarios y él les exigió otros rehenes, envió cartas selladas a cada una de las ciudades y ordenó a sus portadores entregarlas, todas, en un mismo día. El día lo fijó calculando en tiempo que aproximadamente tardarían en llegar a la ciudad más distante. Las cartas ordenaban a los magistrados de todas las ciudades que destruyesen sus murallas en el mismo día que recibieran la orden y, en el caso de que lo aplazaran, les amenazaba con la esclavitud. Éstos, vencidos recientemente en una gran batalla y dado que desconocían si estar órdenes se las habían dado a ellos solos o a todos, temían ser objeto de desprecio, con toda razón, si eran los únicos, pero si era a todos, los otros también tenían miedo de ser los únicos en demorarse y, puesto que no había oportunidad de comunicarse unos con otros por medio de emisarios y sentían preocupación por los soldados que habían venido con las cartas y que permanecían ante ellos, estimando cada uno su propia seguridad como lo más ventajoso, destruyeron con prontitud las murallas. Pues, una vez que se decidieron obedecer, pusieron el máximo celo en tener en su haber, además, una pronta ejecución. De este modo y gracias a una sola estratagema, las ciudades ubicadas a lo largo del río Ebro destruyeron sus murallas en un solo día, y en el futuro, al ser muy accesibles a los romanos, permanecieron durante un largo tiempo en paz.
Como se puede apreciar, aunque bastante más resumido, encaja perfectamente con la que he denominado la primera leyenda. Hay que destacar un detalle. No duplica, a diferencia de la primera leyenda, la destrucción de Sagunto, primero el campamento ibero y después el fuerte bergio, acaso porque Apiano, al contrario que Livio, no prolonga su relato enganchando después otras fuentes. Eso lleva a pensar que las últimas líneas de la primera leyenda constituyen un nexo, un añadido de Livio para que las distintas fuentes casen entre sí. Eso confirma que en la primera leyenda Catón no cruza el Ebro. Este cruce sólo se menciona en las fuentes oficiales y en las fuentes literarias más directas, aquellas que designo como memorias o biografías.
“Corrió luego el rumor de que el cónsul pensaba marchar a Turdetania al frente de su ejército, y a las montañas remotas llegó la falsa noticia de que había partido ya. Ante este infundado rumor que carecía de fuente segura se sublevaron siete plazas fuertes del país bergistano. El cónsul acudió allí con su ejército y los redujo de nuevo a la obediencia sin batalla alguna digna de mención. Pero el caso es que no mucho después, cuando el cónsul había regresado a Tarragona y antes de que marchase de allí a parte alguna, estos mismos se rebelaron. De nuevo fueron sometidos. Pero no hubo la misma indulgencia con los vencidos: todos ellos fueron vendidos como esclavos, para que no perturbasen la paz cada dos por tres.”
Si se le quita este añadido a la primera leyenda, lo que queda coincide al pie de la letra con Apiano.
Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

En mi opinión, después de dar muchas vueltas al asunto, para el periodo comprendido entre el 218 y el 194 a. C., en lo que se refiere a la Península Ibérica, existen únicamente tres fuentes literarias directas y fiables:
  • Fuente púnica, básicamente una biografía de Magón Barca.
  • Fuente anónima que se ciñe tan sólo a la campaña de Silano y Escipión, centrada principalmente en la batalla de Baécual, a la que acaso haya que añadir algún testimonio directo de los protagonistas o incluso del propio Africano.
  • Las memorias de Catón.
Lo demás son leyendas posteriores muy distorsionadas y erróneas. Polibio y los saguntinos, además, lo lían todo. Éstos destripan la historia de Indíbil y la rebelión de los ilergetes. Con todo, todavía no consigo enganchar el motín de la flota y las incursiones de los ilergetes o turboletas contra sus vecinos. Polibio solapa sendos sucesos, pero en medio parece haber un periodo de paz tensa. Tal vez el asalto a la caravana romana que causa los dos mil muertos se corresponda con la derrota de Tuditano y no con el ataque de Asdrúbal a la flota.
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“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Supongamos que Tito Livio reproduce íntegras las memorias de Catón. En ese caso sólo habría que eliminar los textos que intercala entre ellas para recuperarlas. El resultado es el siguiente.
“Inmediatamente después de la derogación de la ley Opia, el cónsul Marco Porcio partió hacia el puerto de Luna con veinticinco navíos de guerra, cinco de los cuales eran de los aliados, dejando orden de que se concentrara allí el ejército. Tras enviar un bando por todos los puntos de la costa reunió naves de todas clases y al partir de Luna les dio orden de seguirlo hasta el puerto de Pireneo, desde donde pensaba marchar contra el enemigo con la numerosa flota. Dejando atrás los montes Ligustinos y el golfo Gálico, se encontraron en la fecha que había señalado. De allí pasaron a Roda, y desalojaron por la fuerza a la guarnición de hispanos que había en la fortaleza. Desde Roda, con viento a favor, llegaron hasta Emporias. Allí desembarcaron todas las tropas excepto las de marina.”
XXXIV, 8.

“Entretanto, el pretor Publio Manlio marchó a Turdetania con el ejército que le había entregado su antecesor Quinto Minucio, al que se había unido también el ejército de veteranos de Apio Claudio Nerón procedente de la Hispania Ulterior. Los turdetanos son considerados los más ineptos para la guerra de todos los hispanos. Confiados, no obstante, en su superioridad numérica, salieron al paso de la columna romana. Una carga de la caballería desbarató su formación en un instante. Apenas sí hubo combate con la infantería: los soldados veteranos, que tenían experiencia bélica y conocían bien al enemigo, no dejaron ninguna duda acerca del resultado. Sin embargo la guerra no quedó decidida con esta batalla. Los túrdulos reclutaron diez mil mercenarios celtíberos y preparaban la guerra con armas ajenas. El cónsul, entretanto, tras el susto de la rebelión de los bergistanos, suponía que también otras ciudades harían otro tanto si se les presentaba la ocasión, y desarmó a todos los hispanos del lado de acá del Ebro. Este hecho les resultó tan intolerable que muchos se quitaron la vida a ellos mismos, pues aquel pueblo indómito estaba convencido de que la vida sin armas no es tal. Cuando se informó de esto al cónsul convocó a los senadores de todas las ciudades y les dijo: “El no rebelaros va en interés vuestro tanto como nuestro, puesto que hasta ahora la rebelión siempre ha supuesto mayor daño para los hispanos que trabajo para el ejército romano. La única manera de evitar que ello ocurra es, a mi juicio, conseguir que no os sea posible rebelaros. Yo quiero conseguirlo por el procedimiento más suave. Ayudadme también vosotros en este empeño con vuestros consejos; ninguno seguiré de mejor grado que aquel que vosotros mismos me deis”. Como guardaron silencio, dijo que les daba un plazo de algunos días para reflexionar. Convocados a una segunda reunión tampoco dijeron nada, y entonces en un solo día derribó las murallas de todas las ciudades, marchó contra los que aún no se habían sometido, y a medida que iba llegando a cada comarca se le sometían todos los pueblos que habitaban en el contorno. La importante y opulenta ciudad de Segéstica fue la única plaza que tomó con manteletes y parapetos.”
XXXIV, 17.
Sólo quedaba Segéstica/Seguncia, donde se encontraba Manlio. Hacia allí se dirigió Catón una vez pacificado el norte del Ebro.
“Más difícil le ponían la guerra en Turdetania al pretor Publio Manlio los celtíberos contratados como mercenarios por el enemigo, como antes se ha dicho. Por eso el cónsul marchó para allá con sus legiones cuando el pretor le pidió en una carta que acudiera. En el momento de su llegada, los celtíberos y los turdetanos tenían campamentos separados. Con los turdetanos, los romanos entablaron inmediatamente pequeños combates atacando sus puestos de avanzada, y siempre salían victoriosos incluso de los enfrentamientos iniciados de forma temeraria. En cuanto a los celtíberos, el cónsul dio instrucciones a unos tribunos militares para que fuesen a entrevistarse con ellos y les diesen a elegir entre tres opciones; la primera, pasarse a los romanos, si querían, recibiendo el doble de paga que habían pactado con los turdetanos; la segunda, marcharse a sus casas recibiendo públicas garantías de que no les acarrearía ningún perjuicio el hecho de haberse unido a los enemigos de los romanos; la tercera, si a toda costa optaban por la guerra, que fijasen el día y el lugar para medirse con él en una batalla decisiva. Los celtíberos pidieron un día para deliberar. Celebraron una tumultuosa asamblea en la que participaron los turdetanos, razón de más para que no se pudiera tomar ninguna decisión. Aunque no estaba muy claro si se estaba en guerra o en paz con los celtíberos, los romanos traían provisiones de los campos y plazas fuertes de los enemigos como en tiempo de paz, cruzando a menudo sus trincheras en grupos de diez, como si en una tregua particular hubieran pactado intercambios recíprocos. El cónsul, en vista de que no era capaz de atraer al enemigo a una batalla, primeramente llevó algunas cohortes ligeras a saquear los campos de una comarca aún intacta, y después, enterado de que todos los bagajes y el equipamiento de los celtíberos habían quedado en Seguncia, dirigió hacia allí su marcha para atacarla. Como no hubo forma de ponerlos en movimiento abonó la soldada tanto a sus hombres como a los del pretor y regresó al Ebro con siete cohortes dejando el resto del ejército en el campamento del pretor.”
XXXIV, 19.
Catón ya no estaba presente cuando finalmente cayó Seguncia. Fueron Manlio y Helvio los que la tomaron, o al menos el primero. Lo de Helvio en este momento no lo tengo tan claro. Puede que partiera antes, incluso que acompañara a Catón.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Se suele tener la idea de que la conquista romana de Hispania, a diferencia de otras como la de Grecia, por ejemplo, o la de las Galias, fue un proceso continuo, es decir, que los romanos, en la Península Ibérica, siempre sostuvieron guerras contra una tribu u otra. Estoy empezando a pensar que no fue así, que no se diferencia mucho del resto de sitios. En realidad los conflictos son contados, muy pocos, y los enemigos de Roma acaban formando siempre grandes alianzas. Los romanos no fueron sometiendo ciudad tras ciudad, como tampoco lo hicieron en Grecia, en las Galias, en Britania, en Asia, o en África. Catón sometió todo el Levante tras una sola batalla, y esa guerra, es más, no concluyó hasta que no fue pacificada toda Hispania, dos años después, posiblemente con la toma de Toledo. La propaganda de guerra se justificaba acusando a los iberos de bandidos, encubriendo de ese modo las revueltas generalizadas.

Sostener que los romanos no conquistaron el País Vasco, por ejemplo, es un argumento absurdo en su mismo planteamiento. Simplemente, lo que hoy es el País Vasco carecía de importancia estratégica, igual que para los visigodos o para los árabes, igual que Escocia para los romanos. No necesitaban conquistarlo. Controlando cierto porcentaje de la Península, ésta se podía dar por conquistada. Nadie se lanza a una guerra si no tiene ciertas garantías de ganarla o conseguir sus objetivos.

La organización en pequeños reinos o incluso apenas jefaturas no implica para nada que los conflictos sean de baja intensidad pero muy frecuentes. Lo serán entre esos reinos, pero no contra un invasor poderoso. Pero eso ocurre en todo Occidente. La disgregación política se ha mitificado en ese sentido al calificar a los iberos de bandidos. La revuelta, como diría Polibio,no comenzó porque los saguntinos o turdetanos atacaran a sus vecinos o asaltaran las caravanas romanas, sino que esos actos ya forman parte de dicha revuelta. No son la causa. La verdadera causa es la presión a la que los somete Roma.

En principio, los pretores realizan una labor policial y fiscal. Los abusos puntuales generan delincuencia, acompañada de medidas represivas, pero cuando el descontento se generaliza es cuando estalla la guerra y se hace preciso enviar a un Cónsul. Es un proceso cíclico.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

Bernardo Pascual escribió: 28 Ago 2020Con todo, todavía no consigo enganchar el motín de la flota y las incursiones de los ilergetes o turboletas contra sus vecinos.
El de la flota ¿La cartaginesa, que dejaron tirado a Asdrúbal? ¿O te refieres a los legionarios del Africano? A mi me parecen igual de raros ambos casos.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 29 Ago 2020 El de la flota ¿La cartaginesa, que dejaron tirado a Asdrúbal? ¿O te refieres a los legionarios del Africano? A mi me parecen igual de raros ambos casos.
En mi opinión, el motín de la flota cartaginesa es una duplicación del de la flota romana. Éste tendría que ver con la incursión de Asdrúbal desde el norte contra Tarragona cuando los romanos avanzaron hasta Cástulo. La marinería dispersa habría abandonado sus puestos. Acaso poco antes se hubiese librado la batalla naval del Delta.

Otra cuestión es la acusación que se lanza contra Ilurci o Iliturgi de haber atacado una caravana romana o de haber masacrado a una guarnición. Antes pensaba que esto también tenía que ver con la mencionada incursión de Asdrúbal en la zona del Ebro, pero ahora creo que es posterior, que es Polibio quien solapa sendos sucesos. Bueno, en realidad Polibio, al mismo tiempo que adelanta la sublevación de Indíbil al 206 a. c., también adelanta la batalla del Delta y la incursión de Asdrúbal al 217 a. C., así que en su relato, por más que ficticio, también se mantiene ese margen o separación.

Polibio no deja nada suelto. Me refiero a la destrucción de Ilurci o Iliturgi por el Africano. Por eso desplaza periodos en bloque.
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Si se toman las fuentes al pie de la letra y se niega la equivalencia entre Sagunto e Iliturgi, acto seguido hay que negar también la equivalencia entre Iliturgi e Iliturgi. A poco que se profundice, no queda otra que establecer la existencia de dos Iliturgis. El problema radica en que la gente es muy bruta y no se lee las fuentes. Lo de identificar Iliturgi con Mengíbar ya es la repera. Todavía no se de dónde sale eso, si de algún documento medieval indescifrado o de algún descubrimiento arqueológico que nos ocultan.
"Durante muchos años se pensó que la ciudad de Iliturgi se hallaba en la actual Andújar,2​ posteriormente se identificó con la «Encomienda de Maquiz» en el término municipal de Mengíbar, hipótesis aún vigente aceptada por la mayoría de arqueólogos e historiadores. En 2019, unos autores propusieron que podría hallarse bajo la actual ciudad de Jaén.3​ “
Wikipedia.
Esos autores son, según la Wiki, Juan Antonio López Cordero y Enrique Escobedo Molinos. gc96gc

Iliturgi, ni Andújar ni Mengíbar.
https://cadenaser.com/emisora/2019/05/3 ... 98926.html
“Para ello, los autores del mismo, Juan Antonio López Cordero, doctor en Historia, y Enrique Escobedo Molinos, cronista oficial de la Cerradura, se basan en descripciones históricas y geográficas de historiadores clásicos, como Tito Livio, o el Itinerario de Antonino. En dichos textos clásicos aparecen numerosas descripciones topográficas de Iliturgi que coincides con las características de la capital giennense.”
Como digo, la gente lee poco, porque aquí, mismamente, eso ya se había propuesto. Es más, me da que algunos lo poco que leen lo leen a escondidas y luego no cuentan en dónde lo han leído. En fin, da lo mismo, porque se siguen equivocando. Aunque Jaén también se llamase Ilurgi o Iliturgi, de ahí la confusión de Plinio, la Iliturgi supuestamente destruida por el Africano (que tampoco fue destruída por él) fue Sagunto. Bueno, pues ahora a esperar tranquilamente aquí sentados a que algún otro valiente lo descubra.

Imagen

El cambio de una ubicación equivocada sostenida, no obstante, durante mucho tiempo es como el cambio de una festividad religiosa a otra fecha. Siempre queda una marca cuya total eliminación parece un poco sacrílega y que, por tanto, hay que conservar o proteger. Vamos, como cuando se cae una hostia consagrada al suelo. Ahí tenemos el caso del día de los Reyes Magos, que no es sino la Navidad previa a la reforma gregoriana del calendario, y que todavía mantiene su estado original en los países ortodoxos. De ahí que la Revolución de Octubre aquí coincidiese con noviembre.

Andújar dejó de ser considerada Iliturgi al ser sustituida por Mengíbar, pero como nombres no faltan, para suavizar la destitución se le otorgó un nombre menor, de los que sobraban. Hay que reconocer que están hechos a medida. Si Andújar no era Iliturgi, bien podía ser al menos Amtorgis. El caso es que le encaja como anillo al dedo. A partir de aquí, incluso se sorprenden de lo cerca que cae de Iliturgi.
Nelitis neque litis

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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

"La arqueología, que podría ayudar a esta interpretación, con frecuencia desprecia los textos históricos, para centrarse exclusivamente en hallazgos físicos genéricos de un período determinado, para a través de ellos aplicarlos a ubicaciones específicas. Prueba de ello lo tenemos en la supuesta ubicación de la batalla de Baécula en el Cerro de las Albahacas del municipio de Santo Tomé o el Arco de Jano en Mengíbar, contestadas por historiadores especialistas en Historia Antigua."
Del enlace que pusiste.

Por otro lado, la insurrección de la flota cartaginense me suena a ésto:
Bernardo Pascual escribió: 28 Ago 2020que a lo largo de toda la costa podrían unirse a la insurrección de sus vecinos los malacinos y sexetanos y toda la Beturia
¿Por qué se iban a rebelar contra Asdrúbal los "tartesios"? Apiano cita a Sifax. ¿O con los romanos contra las cuerdas o aplastados atacan las zonas de influencia griega? ¿O por qué los de influencia griega de la costa podían rebelarse contra los romanos? ¿O eran, como ya tocamos alguna vez, pro-cartagineses y enlaza con los preparativos de la III GP?

La flota romana, no se subleva, es castigada por haber sido sorprendidos. Esa es una de las justificaciones del motín de los legionarios, los castigos a la flota, los ánimos ya estaban exaltados contra el Africano. (Un bloque desplazado también)

Perdona por insistir en esto de las flotas, pero creo que son muy importantes. En caso cartaginés, con Apiano es la causa por la cual no pueden atender debidamente a los romanos, rebeliones. Y con el Africano, peor, además de los nativos, su propio ejército. Y para que pasara a las crónicas semejante manchón, tuvo que ser muy gordo, incluso con la alabanza a su resolución, es vergonzoso.

Y me ronda, cual mosquito nocturno que oyes y no ves, la idea que, al contrario, los cartagineses dedicaran tiempo y esfuerzos a someter zonas costeras. Eso implica que los romanos no eran siquiera una molestia. O eran pocos o habían sido apalizados convenientemente antes de lo imaginado. Es una idea, nada más, un ejercicio.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 30 Ago 2020 "La arqueología, que podría ayudar a esta interpretación, con frecuencia desprecia los textos históricos, para centrarse exclusivamente en hallazgos físicos genéricos de un período determinado, para a través de ellos aplicarlos a ubicaciones específicas. Prueba de ello lo tenemos en la supuesta ubicación de la batalla de Baécula en el Cerro de las Albahacas del municipio de Santo Tomé o el Arco de Jano en Mengíbar, contestadas por historiadores especialistas en Historia Antigua."
Del enlace que pusiste.
Demasiada casualidad, mi querido historiador especialista en Historia Antigua. No había visto el clik. Coincide con nuestro trabajo ya publicado por esas fechas. Es muy curioso que sitúen el campamento de Piedras negras en la Bética y no en la Ausetania. En todo caso, en mi opinión, se equivocan de Mentesa. Y Si se hubiesen esperado un poco no irían tan por detrás. De aquello a lo de ahora hemos descubierto cosas que vuelven a darle a todo la vuelta. Tengo que leerlo más detenidamente, pero así en principio me parece muy flojo, poco atrevido.
Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 30 Ago 2020 Por otro lado, la insurrección de la flota cartaginense me suena a ésto:
Bernardo Pascual escribió: 28 Ago 2020que a lo largo de toda la costa podrían unirse a la insurrección de sus vecinos los malacinos y sexetanos y toda la Beturia
¿Por qué se iban a rebelar contra Asdrúbal los "tartesios"? Apiano cita a Sifax. ¿O con los romanos contra las cuerdas o aplastados atacan las zonas de influencia griega? ¿O por qué los de influencia griega de la costa podían rebelarse contra los romanos? ¿O eran, como ya tocamos alguna vez, pro-cartagineses y enlaza con los preparativos de la III GP?

La flota romana, no se subleva, es castigada por haber sido sorprendidos. Esa es una de las justificaciones del motín de los legionarios, los castigos a la flota, los ánimos ya estaban exaltados contra el Africano. (Un bloque desplazado también)

Perdona por insistir en esto de las flotas, pero creo que son muy importantes. En caso cartaginés, con Apiano es la causa por la cual no pueden atender debidamente a los romanos, rebeliones. Y con el Africano, peor, además de los nativos, su propio ejército. Y para que pasara a las crónicas semejante manchón, tuvo que ser muy gordo, incluso con la alabanza a su resolución, es vergonzoso.

Y me ronda, cual mosquito nocturno que oyes y no ves, la idea que, al contrario, los cartagineses dedicaran tiempo y esfuerzos a someter zonas costeras. Eso implica que los romanos no eran siquiera una molestia. O eran pocos o habían sido apalizados convenientemente antes de lo imaginado. Es una idea, nada más, un ejercicio.
Todavía no acabo de entender bien a dónde quieres ir a parar, pero me huelo que aquí hay algo gordo. Me ha dado una especie de escalofrío.
¿O eran, como ya tocamos alguna vez, pro-cartagineses y enlaza con los preparativos de la III GP?
:Bravo
La revuelta en la Bética, pese a que Livio data su estallido en el 197 a. C., es sofocada entre el 193 y el 192 a. C., después de haber pacificado la zona del Ebro, justo, además, cuando en Cartago se produce el escándalo del tal Aristón, el mensajero enviado por Aníbal para sublevar la ciudad. La situación estaba muy tensa debido a las agresiones de Masinisa, y romanos y cartagineses estuvieron a punto de entrar en guerra. Incluso, Livio menciona algo sobre un tratado de paz muy extraño entre romanos y cartagineses por esas fechas, como un intento de reconciliación por parte de los primeros.
Nelitis neque litis

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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

La Iliturgi del Itinerario de Antonino no puede ser Jaén, a no ser que se establezca otra longitud para la milla. Si la milla mide 1481 m. y el Itinerario marca 20 millas entre Iliturgi y Cástulo, eso son casi 30 km., pero en línea recta resulta que hay algo más de 32 km., un error, casi 3 km., demasiado grande. Desde donde cuadra muy bien es desde Puente Tablas, pero resulta que este yacimiento, por lo visto, se abandonó en el siglo III a. C. Algo sigue fallando.
Nelitis neque litis

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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Poliorcetos »

Voy con retraso, no paso del principio. Bajo mi punto de vista:
aquella parte de España llamada Emporio. Allí, desembarcando a sus tropas, puso sitio a todos los pueblos marítimos hasta el Ebro que rehusaron obedecerle, y recibió con agasajo a los que de voluntad se entregaron, procurando en lo posible no se les hiciese extorsión alguna. Después que hubo asegurado estas conquistas, penetró tierra adentro con su ejército, ya notablemente engrosado con los aliados españoles. Al paso que se iba internando, recibía unos pueblos en su amistad, otros los reducía por fuerza. Los cartagineses que mandaba Hannón en aquellos países vinieron a acampar frente a él, alrededor de una ciudad llamada Cissa; pero Escipión, formadas sus huestes, les dio la batalla, la ganó y se apoderó de un rico botín; ya que en poder de éstos había quedado el equipaje todo de los que habían pasado a Italia. Aparte de esto, contrajo alianza y amistad con todos los pueblos de esta parte del Ebro, y tomó prisioneros al general Hannón y al español Indivilis. Éste era un potentado en el interior del país, que había sido siempre sumamente afecto a los intereses de Cartago.
Esto creo que es la campaña de Catón, con Hannón interpolado. La última frase es reveladora (alguien del interior "de siempre" afecto a Cartago). Ya expresé mi extrañeza de cómo un ejército cartaginés no esperaba por el otro y acudía a batalla campal en solitario. Y otra vez la batalla es alrededor de una plaza fuerte. Creo que responde a la necesidad de otorgar a Cneo algún papel en la campaña, dignificar su estancia en Hispania. Y qué menos que con unas hazañas tales como las del máximo rival de la familia.

Después, el increíble episodio de Abilix en Sagunto, que tiene que estar relacionado con otra cosa, como una extorsión romana posterior. Que no encaja ni a martillazos en la secuencia temporal.
CAPÍTULO V
Rivalidad entre los jefes cartagineses.

Después de triunfar de sus contrarios, no pudieron los jefes cartagineses triunfar de sí mismos. Mientras se les creía en guerra con los romanos, peleaban unos contra otros. Las sediciones causadas por la ambición y avaricia innatas en los cartagineses desolaban a Cartago. Asdrúbal, hijo de Giscón, abusó del poder hasta el extremo de exigir crecida suma de plata a Indibilis, el más fiel aliado de los cartagineses, a Indibilis, que permitió ser arrojado de su reino antes de faltar a la adhesión que les tenía, y a quien por reconocimiento restablecieron en el trono. Creyendo dicho príncipe que la República tomaría en cuenta su constante amistad, no se apresuró a cumplir las órdenes de Asdrúbal; mas éste, para vengarse, inventó contra él atroz calumnia, obligándole a dar sus hijas en rehenes.
Además de las idas y venidas de ejército púnicos que me cuesta comprender, está la rebelión de Sífax. Los Barca, dejan sus feudos para socorrer Cartago, esto me cuesta horrores. Máxime cuando sería Masinisa el principal artífice de la derrota y no el ejército de campaña hispano con los romanos allí. Cuanto más vueltas doy, menos me gusta todo.

Así tenemos a unos Escipiones muertos por:
-Rebelión/traición de Iberos.
-Masinisa.
-Indíbil.

Los romanos, los hermanos, pudieron hacer campañas por la ausencia de éste ejército, o eso cuentan, en cuanto vuelve, los destrozan, no antes, qué curioso. Apiano cuenta que retorna con más tropas y otros dos generales. ¿Los que se pegan entre ellos tras matar a los hermanos?

Como los cartagineses también tuvieron que hacer frente a sus propias rebeliones, más se justifica la campaña romana, para cubrir que antes de Sífax no fueran destruidos. Los iberos y los de la flota. La flota, por eso lo decía, tenían que ser de ciudades costeras en buena lógica. Para Apiano:
[24.41] La lucha contnuó este año en Hispania con fortuna variable. Antes de que los romanos cruzaran
el Ebro, Magón y Asdrúbal derrotaron a enormes cantdades de hispanos. Toda la Hispania ulterior
habría abandonado el bando de Roma de no haber cruzado rápidamente Publio Cornelio Escipión el
Ebro, confrmando con su oportuna aparición a los aliados indecisos.
Para Livio:
[23.26] Mientras se hacían estos preparativos en Italia, la guerra en Hispania se llevaba a cabo con tanta
energía como siempre y, hasta el momento, a favor de los romanos. Los dos Escipiones, Publio y Cneo,
habían dividido sus fuerzas entre ellos, Cneo iba a operar por tierra y Publio por mar. Asdrúbal, el
comandante cartaginés, no se sienta seguro de la fidelidad de ninguno de sus dos ejércitos y se mantuvo
a salvo en posiciones fortificadas a distancia del enemigo hasta que, en respuesta a sus angustiosas
peticiones de refuerzos, se le enviaron cuatro mil infantes y mil jinetes desde África. Luego, recobrando
su confianza, se trasladó más cerca del enemigo y dio órdenes para que la flota se dispusiera a proteger
las islas y la costa. En medio mismo de sus preparativos para una nueva campaña, quedó consternado
por la noticia de la deserción de los prefectos de las naves. Después de haber sido muy censurados por
su cobardía al abandonar la flota en el Ebro, ya no habían sentido mucha lealtad ni por su general ni por
la causa de Cartago. Estos desertores habían provocado una revuelta entre la tribu de los Tartesios y
habían inducido a rebelarse a varias ciudades, habiendo, de hecho, tomado una de ellas al asalto. La
guerra se desvió de los romanos a esta tribu, y Asdrúbal entró en su territorio con un ejército invasor.
Chalbo, un general distinguido entre ellos, estaba acampado con un poderoso ejército ante los muros de
una ciudad, que había capturado unos días antes, y Asdrúbal decidió atacarlo.
Son los prefectos de las naves los que sublevan a los Tartesios, los prefectos serían de localidades costeras "tartesias" y sin embargo, una es tomada al asalto por los rebeldes. Pero lo más extraño, que Asdrúbal entra en calidad de invasor. Ya ni comento que la flota cartaginesa debía proteger las costas y las islas, tras la batalla de las Bocas del Ebro, siendo entonces cuando desertan.
Cuando las
resoluciones de los cartagineses y la marcha de Asdrúbal fueron puestas en conocimiento de los
generales romanos, los dos Escipiones a la vez dejaron de lado todo lo demás y se dispusieron a
enfrentarse con él con sus fuerzas unidas y detener su avance. Creían que si Aníbal por sí solo ya era
demasiado para Italia, con un general como Asdrúbal y su ejército hispano a su lado significaría el fin del
imperio romano. Con tanto que hacer, se concentraron ansiosamente con sus fuerzas en el Ebro y
cruzaron el río
. Deliberaron bastante tempo sobre si debía enfrentarse con él, ejército contra ejército, o
si les bastaría dificultar su propuesta marcha atacando las tribus aliadas con los cartagineses. Este último
plan parecía el mejor e hicieron los preparativos para atacar una ciudad que por su proximidad al río era
llamada Hibera, la más rica ciudad de aquel
país. Tan pronto como Asdrúbal se dio cuenta de esto, en vez de ir en auxilio de sus aliados procedió a
atacar a una ciudad que acababa de ponerse bajo la protección de Roma. Ante esto, los romanos
abandonaron el asedio que habían iniciado y volvieron sus armas contra el propio Asdrúbal.
Aunque no creo en la existencia de esa batalla, es muy significativa su ubicación para Livio.

Bueno, que me disperso y lío yo sólo. Los Escipiones, aparte de operar sólo al norte del Ebro, debieron morir mucho antes de lo que nos cuentan, no creo que duraran mucho, un par de años si acaso ¿? El resto es relleno cogido de aquí y allá como el subsodicho Indíbil o Sagunto, momento tras el que los cartagineses aprovecharon para completar el dominio de más territorios, divididos sus ejércitos para abarcar más terreno, incluso de las localidades digamos griegas. Una vez más, creo que la rebelión es una conquista encubierta. Además, hasta puede ser todo de tiempos romanos. Pero algo pasó con los cartagineses también. Y hasta ya me planteo si salieron de Hispania no uno, sino varios ejércitos cartagineses. A publio nunca lo llamaron de Roma, ni en los momentos de pánico tras Cannas. Castigado, pensaba, por su funesta actuación en Galia. Pero ahora me decanto más por fiambre.
[25,32] Durante dos años no había ocurrido nada muy notable en Hispania; el conficto se desarrolló más
a través de la diplomacia que de las armas.
Por ahí van los tiros que preguntabas. Que esa parte de la historia, es falsa entera. No por ello hay que desdeñarla, pues son narraciones de cosas que si pudieron pasar, en otro lugar y en otro tiempo.

Tengo que dar otra vuelta a Sífax. Bueno, y a Cerdeña y a más, esto es infinito.
Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme.
IV Item. Decreta que Don Alfonso, Rey de León y de Galicia estableció en la Curia de León en 1.188
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Re: La rebelión de los iberos (197-191 a. C.)

Mensaje por Bernardo Pascual »

Poliorcetos escribió: 31 Ago 2020 Voy con retraso, no paso del principio. Bajo mi punto de vista:
aquella parte de España llamada Emporio. Allí, desembarcando a sus tropas, puso sitio a todos los pueblos marítimos hasta el Ebro que rehusaron obedecerle, y recibió con agasajo a los que de voluntad se entregaron, procurando en lo posible no se les hiciese extorsión alguna. Después que hubo asegurado estas conquistas, penetró tierra adentro con su ejército, ya notablemente engrosado con los aliados españoles. Al paso que se iba internando, recibía unos pueblos en su amistad, otros los reducía por fuerza. Los cartagineses que mandaba Hannón en aquellos países vinieron a acampar frente a él, alrededor de una ciudad llamada Cissa; pero Escipión, formadas sus huestes, les dio la batalla, la ganó y se apoderó de un rico botín; ya que en poder de éstos había quedado el equipaje todo de los que habían pasado a Italia. Aparte de esto, contrajo alianza y amistad con todos los pueblos de esta parte del Ebro, y tomó prisioneros al general Hannón y al español Indivilis. Éste era un potentado en el interior del país, que había sido siempre sumamente afecto a los intereses de Cartago.
Esto creo que es la campaña de Catón, con Hannón interpolado. La última frase es reveladora (alguien del interior "de siempre" afecto a Cartago). Ya expresé mi extrañeza de cómo un ejército cartaginés no esperaba por el otro y acudía a batalla campal en solitario. Y otra vez la batalla es alrededor de una plaza fuerte. Creo que responde a la necesidad de otorgar a Cneo algún papel en la campaña, dignificar su estancia en Hispania. Y qué menos que con unas hazañas tales como las del máximo rival de la familia.
El que desembarca en Ampurias es Catón, y también el que somete las ciudades de la costa hasta el Ebro.

El que avanza hacia el interior, sin embargo, es Silano. La batalla es la de Baécula, y la ciudad donde se encontraba el tesoro de los Barca es Jaén, Elinga.

Hanón, como bien dices, es Hanón/Himilcón, el que quedó al mando en Hispania después de marcharse los Barca, el que sustituyó a Asdrúbal, pero éste fue apresado en Jaén junto a Culchas/Cerdubelo, no junto a Indíbil.

Todos estos suceos se mezclan para crear la leyenda del Africano, que después se duplica, como añades, para darle un poco de relleno a Gneo. Por de pronto, también es muy poco probable que el Africano desembarcara en Ampurias, así que se puede apreciar ese paso intermedio. Lo de Cissa también recuerda mucho a la ubicación del campamento de Piedras Negras en la Ausetania. Indíbil, Cissa, Ausetania; alguien se resiste a abandonar el Ebro. No le cuadra llevar la campaña al Guadalquivir, al saltus castulonense.
Poliorcetos escribió: 31 Ago 2020 Después, el increíble episodio de Abilix en Sagunto, que tiene que estar relacionado con otra cosa, como una extorsión romana posterior. Que no encaja ni a martillazos en la secuencia temporal.
También lo estaba pensando. Para mí que Abilix y Bilistages tienen algo que ver.
Nelitis neque litis

“...Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedará en el aire ni le faltarán hombres cabales; su belleza atraerá a muchos que lo tomarán bajo su responsabilidad y se esforzarán por llevarlo a cabo.”
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