Otra cosa no, pero si algo hemos aprendido en este tiempo, es a identificar los sucesos; no a datarlos, ni siquiera a ubicarlos o a llegar a conocer a los que los protagonizaron, sino simplemente a identificar el suceso en sí, hasta el punto de poder decir que la batalla de la muerte de Indíbil es la misma que Metauro. No me preguntes, sin embargo, dónde ocurrió, cuándo o quienes comandaban los ejércitos.
Voy a poner un ejemplo mediante la comparación de dos fragmentos:
A la vista de esto, Pompeyo marchó contra una pequeña ciudad llamada Malia, que custodiaban los numantinos, y sus habitantes mataron con una emboscada a la guarnición y entregaron la ciudad a Pompeyo.
Apiano, 77.
“Atacando Quinto Pompeyo la ciudad de Lagni, y poniéndole cerco, los numantinos, para auxiliar a sus congéneres, les enviaron durante la noche un refuerzo de cuatrocientos soldados. Los lagnitanos los recibieron con gran alegría, llamándoles sus salvadores y obsequiándoles con regalos. Pocos días después, atemorizados por el sitio, negociaron con Pompeyo la entrega de la ciudad, pidiendo la seguridad de sus vidas. Pero como Pompeyo no admitiese condiciones si primero no se le entregaban los soldados numantinos, los lagnitanos, no atreviéndose a hacer un tal agravio a sus bienhechores, prefirieron soportar el asedio. Pero más tarde, reducidos al último extremo, enviaron un mensaje a Pompeyo diciéndole que estaban dispuestos a pagar su salvación con la perdición de sus amigos. Pero no escapó este hecho a los amenazados, sino que al saberlo tomaron las armas, y atacando por la noche a los ciudadanos, hicieron una gran matanza. Pompeyo, al enterarse del tumulto, aplicó escaleras a las murallas y se apoderó de la ciudad. Exterminó a los lagnitanos, pero a los auxiliares numantinos, que eran en número de doscientos, los dejó ir sin peligro, sea porque se compadeciese del infortunado valor de aquellos hombres y del peligro a que la ingratitud les había expuesto, sea por captarse con este beneficio la buena voluntad de los numantinos hacia el pueblo romano. En cuanto a la ciudad, la arrasó.”
Diodoro, 33, 17.
Estos dos fragmentos están contando el final de Numancia. Los numantinos traicionaron finalmente a los segedanos que se habían acogido a ellos. Escipión se lo pagó cortando las manos a la juventud numantina.
¿Se capta el truco? Ahora ya Numancia se vuelve inconfundible. Da igual que se la llame Lagni o Malia o que se diga que la rindió Pompeyo.
Igual que Pompeyo, según Apiano, ataca Numancia, Tiermes y Malia, con sucesos y resultado similares en todas ellas, Aníbal, en un mismo año prácticamente también, en este caso según Polibio, ataca a los olcades, tomando su capital, Altea, seguidamente a los vacceos, con la toma de Helmántica o Salmatis, y finalmente Sagunto, es decir, Ilurci o Arse. Ya establecimos una clara similitud entre el sitio de Salmatis y el de Sagunto, con el protagonismo desempeñado por las mujeres, la bajada desde la acrópolis y el embudo en la puerta.
Cuanto más próxima sea una fuente, más desmitificará a Numancia, de manera que ya ni siquiera se referirá a ella como tal, sino simplemente como una aldea rodeada de pantanos. Lo mismo ocurre con Sagunto, pero exponenciado a la cuarta. Igual que la fundación de Tarragona por los Escipiones incurre en un anacronismo en su simple formulación, hay siempre un anacronismo intrínseco a las propias fuentes, pues sólo se pueden referir a lugares ya conocidos. El que destruyó Sagunto nunca se referiría a ella como tal, del mismo modo que el que luchó en la Primera Guerra Mundial no se enteró de ello hasta entrados los cuarenta.
Hay algo discordante tanto en el sitio de Astapa como en el de Sagunto. En el de Astapa salen a campo abierto despreciando la ventaja que confieren las murallas, y en el de Sagunto la ciudad es asaltada tras nueve meses de asedio. Si tienes unas murallas te defiendes en ellas, y si has sitiado al enemigo durante nueve meses, no asaltas la fortaleza.