Los historiadores antiguos suelen citar a Polibio, pero en la mayoría de los casos estas citas son falsas. Lo hacen para darse el pisto. Estrabón, en este caso, está mezclando varias fuentes. Por de pronto, la referencia a Numancia no puede proceder de Polibio. Tiene que ser bastante posterior, cuando Numancia ya se había convertido en un mito. Pero, además, al recurrir a varias fuentes, Estrabón comete una duplicación. Menciona dos veces Numancia. Esa Pallantia no es la actual Palencia, ni palenzuela. Esa Pallantia no es otra que Numancia, la ciudad de los pantanos.“De estos celtíberos hacen hasta cuatro partes: los más poderosos viven, principalmente, hacia el este y el sur; los posteriores, que limitan con los carpetanos y con las fuentes del Tagos –Nomantia es su ciudad más famosa, y demostró su valor en la Guerra celtibérica contra los romanos, que duró veinte años; en efecto, aniquilaron muchos ejércitos con sus generales, y los numantinos al final, asediados, se mantuvieron firmes, salvo unos pocos que entregaron la muralla-; también los lusones están hacia el este, limitando con las fuentes del Tagos; y de los arvactos es la ciudad de Segeda, y también Pallantia”
Estrabón (Traducción de Álvaro Capalvo, El territorio de Celtiberia según los manuscritos de Estrabón).
Otro detalle muy interesante:
Los numantinos no se suicidaron. Los numantinos entregaron a los romanos a Rectugenos y sus hombres, es decir, a los segovianos, a los que habían hospedado. El verdadero fin de Numancia aparece de forma mucho más humilde atribuido erróneamente a Pompeyo. Lo reproducen Apiano y Diodoro.“Nomantia es su ciudad más famosa, y demostró su valor en la Guerra celtibérica contra los romanos, que duró veinte años; en efecto, aniquilaron muchos ejércitos con sus generales, y los numantinos al final, asediados, se mantuvieron firmes, salvo unos pocos que entregaron la muralla.”
“A la vista de esto, Pompeyo marchó contra una pequeña ciudad llamada Malia, que custodiaban los numantinos, y sus habitantes mataron con una emboscada a la guarnición y entregaron la ciudad a Pompeyo.”
Apiano.
Y aquí tenemos otro brevísimo resumen de la guerra numantina. El tal Tangino no es otro que Rectugenos, y la Sedetania es Soria. Este es el verdadero suicidio de los bandidos segovianos.“Atacando Quinto Pompeyo la ciudad de Lagni, y poniéndole cerco, los numantinos, para auxiliar a sus congéneres, les enviaron durante la noche un refuerzo de cuatrocientos soldados. Los lagnitanos los recibieron con gran alegría, llamándoles sus salvadores y obsequiándoles con regalos. Pocos días después, atemorizados por el sitio, negociaron con Pompeyo la entrega de la ciudad, pidiendo la seguridad de sus vidas. Pero como Pompeyo no admitiese condiciones si primero no se le entregaban los soldados numantinos, los lagnitanos, no atreviéndose a hacer un tal agravio a sus bienhechores, prefirieron soportar el asedio. Pero más tarde, reducidos al último extremo, enviaron un mensaje a Pompeyo diciéndole que estaban dispuestos a pagar su salvación con la perdición de sus amigos. Pero no escapó este hecho a los amenazados, sino que al saberlo tomaron las armas, y atacando por la noche a los ciudadanos, hicieron una gran matanza. Pompeyo, al enterarse del tumulto, aplicó escaleras a las murallas y se apoderó de la ciudad. Exterminó a los lagnitanos, pero a los auxiliares numantinos, que eran en número de doscientos, los dejó ir sin peligro, sea porque se compadeciese del infortunado valor de aquellos hombres y del peligro a que la ingratitud les había expuesto, sea por captarse con este beneficio la buena voluntad de los numantinos hacia el pueblo romano. En cuanto a la ciudad, la arrasó.”
Diodoro, 33, 17.
“Éste, después de exigirles sus armas, así como rehenes, se trasladó a Sedetania que era desvastada por un capitán de bandoleros llamado Tangino. Pompeyo lo venció y tomó muchos prisioneros. Sin embargo, la arrogancia de estos bandidos era tan grande, que ninguno soportó la esclavitud, sino que unos se dieron muerte a sí mismos, otros mataron a sus compradores y otros perforaron las naves durante la travesía.”
Apiano.