UN JAPÓN EN GUERRA

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Panel ukiyo-e de la batalla de Mikatagahara, por Utagawa Yoshitora.

El denominado Japón Sengoku Jidai, también conocido como el de los estados combatientes (1467-1615), es uno de los períodos más turbulentos de la historia del país asiático. Para ello, necesitamos entender como el shogunato Ashikaga perdió el control de una figura que fue ganando más privilegios desde el siglo XIV, y que nos ayuda a entender el auge de los daimyo o señores feudales. Esta figura es el shugo, una nobleza cortesana de los Ashikaga, que, gracias a ganar tierras, con el contexto de su explotación para uso militar y en defensa del shogunato, ganó gran importancia y se volvieron realmente poderosos . Estas familias al principio fueron elegidas por el propio emperador, pero otras, ya fuese por su ascenso dentro del régimen o su importancia militar, alcanzaron el entorno del shogunato, estos fueron denominados como <<tozamas>> o extranjeros. Esto se puede apreciar bien hasta el Shogunato Tokugawa (1603-1868) donde, para asegurar el control efectivo y evitar las rebeliones se llamaban a muchos de estos señores extranjeros para servir en la corte de Edo, tales como los Maeda y los señores de zonas muy rurales como Iga
.
Tanto el prestigio del emperador como el del shogunato, especialmente este último, quedó dañado en 1467, año de comienzo del conflicto Ōnin (1467-1477) donde los niveles de violencia alcanzaron cotas nunca vistas en Kyoto y así nos lo cuenta el Ōnin Ki, documento anónimo de mediados del siglo XV que narra el conflicto entre Yamana Sozen y Hosokawa Katshumoto con la destrucción correspondiente de Kyoto:
‘’Las villas de Katsuhisa, Shigeharu y Okabe fueron totalmente quemadas junto con numerosos templos budistas… En la parte más occidental hasta Senbon, Kitano y Saikyo muertos y heridos ocupaban los santos lugares, descansando como habían caído. No se podía dar dos pasos seguidos sin ver un hombre herido o un cuerpo sin vida’’.


La figura del emperador pudo mantenerse debido a la idea de ser el heredero de la diosa Amateratsu y por el prestigio de defender las reliquias sagradas que guardaban en la corte . También es importante remarcar la figura de prestigio del emperador que pudo premiar al daimyo con títulos que le legitimaban entre sus iguales, y con los que podía expandir sus acciones militares fuera de los dominios imperiales de Kyoto. Este es el caso de Mori Motonari (1497-1571), uno de los señores más poderosos de la actual prefectura de Chugoku. Motonari recibió el título de Mutsu No Kami, ósea, señor de la provincia de Mutsu, título cortesano que aseguraba la asistencia del clan Mori en caso de peligro del emperador, este título de los Mori sería usado hasta su derrota en Sekigahara (1600).

La Guerra Ōnin es decisiva por múltiples motivos que trataremos en este trabajo: La reconsideración y legitimización de un modo y grado de violencia nunca visto, la discusión entre una verdadera revolución militar o un mero avance y desarrollo, la importancia socioeconómica y el papel de los daymios para la unificación de un país fragmentado.

La transformación del daimyo, parecido a un señor feudal , que poseía un gran poder es una de las figuras más destacadas y que merece presentar. Los daimyos eran tan poderosos según el ejército que tenían, pero sobre todo por la unidad de kokus, o parcelas de arroz , que indicaban la extensión de terreno y los hombres que podían mantener, algo que indica de forma explícita su capacidad de levantar ejércitos y depredar zonas, generalmente las más cercanas a sus dominios. Estos señores de la guerra vieron en el período Sengoku una mutación de los valores de na (títulos o nombre), haji (vergüenza) y chijoku (deshonor), aspectos realmente individualistas que se funden con la comunidad y sentimiento colectivo que era el resultado de la influencia confucionista china y el budismo de tipo Zen . Esto, en parte, explica el fuerte carácter y el deseo de centralización que todos ellos intentaron llevar mediante el bellum artis . Los daymios utilizaron una fuerte legislación que sometía directamente a guerreros y campesinos por igual. Estos códigos de leyes se llamaban bunkoku-ho y en muchas ocasiones aseguraban el pago de impuestos (kandaka), así como las obligaciones agrarias y militares de la población . Cada clan tenía uno diferente y el daimyo era la persona que administraba justicia. Junto con él había varios administradores (bugyo), pero era muy importante el hatemoto o guardia personal. Un cuerpo de capitanes que solía ser tremendamente experimentado y que aconsejaba al señor, tanto en operaciones militares como en relaciones diplomáticas con otros daymios.

La guerra en este período fue el camino más directo, no solo para ganar poder, sino también para medrar en una sociedad altamente estratificada. No solo el famoso ejemplo del humilde origen de Toyotomi Hideyoshi, que provenía de un familia artesana de sandalias <<waji>>, sino por otros como Wakita Kyubei, un coreano que vio como su padre y tío murieron en la guerra Imjinn (1592-1598) y que fue capturado por Ukita Hideie (1572-1655) y hecho siervo de su esposa. Wakita fue entrenado como samurái de los Maeda en el típico intercambio de rehenes entre diferentes señores del período, pronto se hizo un nombre en las campañas de Osaka entre 1614 y 1615 y hecho capitán de los Maeda .

La guerra Ōnin no solo fragmentó el panorama político, sino que también aportó lecciones diplomáticas y militares que serían decisivas en todo el período. Primeramente, el yari, una lanza con moharra recta que volvió a popularizarse, y es que llevaba desde el periodo Nara (710-794) sin usarse en los ejércitos nipones. El uso del Yari se diversifico en varias tipologías que podían variar desde el clásico modelo de 2-2,3 metros donde la moharra suponía 76 cms de la lanza , a algunos realmente grandes como las nagae yari, que hacían de picas y medían más de 5 metros y tuvieron una gran popularidad en los ejércitos de Oda Nobunaga . Los espacios abiertos, generados por la destrucción de mucho del tejido urbano, hacían estas armas realmente valiosas como bien cuentan numerosos enfrentamientos del periodo. Esto es recogido en el Chohen Ōnin ki, una crónica del período Tokugawa que narra como un samurái llamado Sumiya Magojiro derrotó y empaló a varios de sus enemigos con su yari y, cuando murió en la guerra, fue incinerado con esta arma .

El nuevo papel de la infantería: El Ashigaru.

Imagen Montículo donde descansan los restos de unos ashigarus de Chosokabe Motochika. Este daimyo logró gran poder al conseguir redactar un código fiscal y militar que le permitió aguantar de forma autonóma a daimyos que tenían más parcelas de arroz y, por tanto, soldados que él. Fotografía de Reggeaman.

Uno de los aspectos más debatidos para hablar de revolución militar es el papel que jugó el ashigaru (pies veloces en japones) en las guerras del período. Al igual que en la Europa del siglo XIV la infantería en el Sengoku volvió a tener una gran importancia, no solo porque los sistemas de reclutamiento mejoraron, sino porque hubo una <<democratización>> de la guerra fruto de la necesidad de los señores de engrosar sus filas con soldados poco instruidos pero que podían ser muy efectivos para las técnicas de guerra en campo abierta, acuartelamiento en guarnición y en tareas de asedio con las nuevas herramientas que tenían los daymios a su disposición. Aunque en este trabajo se discutirá el papel de la caballería japonesa en el período, lo cierto, es que la preponderancia de los ashigaru hizo que los ejércitos fuesen mayores.

Uno de los mayores casos en el que se puede ver la importancia de esta infantería es la invasión de Corea que desarrolló el segundo unificador de Japón, Toyotomi Hideyoshi, en 1592. Gotō Sumiharu, vasallo de Hideyoshi y que aportó 220 hombres donde el 90% era infantería . La ausencia de samuráis o bushi (literalmente servidores) que tenía para la guerra hacían que se fuese recurriendo cada vez más a los ashigarus. Es el caso de Oda Nobunaga, primer unificador de Japón que cuando su familia se asentó en Owari no tenía muchos soldados y solo gracias a un pequeño núcleo de samuráis y un número significativo de ashigarus pudo sorprender a su primo Oda Nobukata en Ukino (1558). Este liderazgo y cohesión del ashigarus era realmente decisivo ,puesto que tener ocupados a estos soldados-campesinos, hacía que mejorase su actuación como luego se pudo ver en Okehazama (1560) frente a Imagawa Yoshimoto. En esta ocasión, y al ser una operación nocturna, prácticamente la totalidad de los 2.000 hombres de Nobunaga eran infantería . La otra forma de provocar la lealtad de todos los vasallos son los famosos códigos de sangre de muchos daymios, verdaderas venganzas que se pagaban con la muerte de todo el que traicionaba al señor. El caso más impactante es el de Chosokabe Motochika, líder del clan Chosokabe de Shikoku y que pudo ir formando un gran ejército mediante su férreo código disciplinario Chosokabe Motochika Shikimoku, datado de 1597 . El ejército de Motochika, que al principio era de 200 soldados en el comienzo de su gobierno, acabó siendo de 7.000 hombres en la campaña de 1569 contra el clan Aki, la mayoría de ellos ashigarus muy veteranos .
Los reducidos ejércitos donde una pequeña élite a caballo combatía contra otra se había quedado desfasada a pesar de algunas excepciones y escaramuzas menores. Las grandes campañas de asedio, y la capacidad de levantar ejércitos mediante nuevos sistemas, vieron sus frutos en la mitad del siglo XVI japonés. En 1544, dos señores con ejércitos pequeños de 5.000 hombres cada uno, como Heiroku Toshikage en alianza con Kuroda Hidetada, podían hacer frente a daymios más ricos o en alza como contra el poderoso clan Uesugi en las primeras campañas de un joven Kenshin que pasaría como uno de los mejores generales del período.

A pesar de todo, el cuadro de mando de los ejércitos japoneses en el período Sengoku siguió teniendo mandos procedentes de la aristocracia en su gran mayoría. El ashigaru era liderado por un ashigaru-taisho (general de ashigarus) que solía ser un samurái con especiales dotes de mando para esta tarea, por debajo de él había dos kashira (suboficiales), donde sí se puede apreciar un origen más humilde . Debajo de ellos estaban los kogashiras, una especie de jefes de pelotón que se especializaban en las diferentes armas (teppo, yari, katana) o simplemente en intendencia .
La militarización de esta población también tuvo consecuencias negativas para estos señores, puesto las rebeliones fueron mucho más fuertes que en épocas anteriores, un caso claro es la cantidad de recursos que tuvo que usar Tokugawa Ieyasu en 1637 para aplastar la rebelión de campesinos cristianos en Kyushu. Ieyasu tuvo que mandar 150.000 soldados contra 30.000 campesinos, muchos de ellos veteranos del antiguo bando de los seguidores de los Toyotomi.

Este comportamiento de la infantería tuvo varias manifestaciones que se materializaron en episodios violentos. Uno de los más conocidos en la rebelión Ikkō-ikki que finalizó Oda Nobunaga, primer unificador de Japón, en 1580. Los Ikkō-ikki fueron una secta budista de la rama Zen que buscaba una emancipación de los diferentes señores y luchaban, paradójicamente, por la finalización del estado bélico en el que vivían mediante una apología de la <<Tierra Pura>> que creían construir en forma de comunidades . El mantenimiento de esta comunidad de guerreros-campesinos estaba directamente relacionada con su patriarca Kennyo, una figura meramente simbólica que tuvo grandes problemas para liderar a estos rebeldes como se vio al final. Esta especie de patriarca más que liderar coordinaba los diferentes templos budistas de la red Honganji-principalmente la región de Kaga, en el actual sur de la prefectura de Ichikawa-y con el que acabó siendo una fuerza disidente de la dominación de los Oda. Además, el concepto religioso era un peligro para los señores de los territorios colindantes con los Ikkō-Ikki debido a que sus vasallos podían cambiar de bando por motivos religiosos, aparte de evadir los impuestos de una parte proporcional muy grande de tierras en las que personajes tan importantes como Oda Nobunaga o Tokugawa Ieyasu ambicionaban.

Nobunaga llevaba combatiendo a estos soldados desde 1575, con un ejército curtido en campañas contra los Takeda y en 1578 contra la poderosa familia Mori que estaba aliada con los Ikkō-Ikki. Fue en 1575 cuando Nobunaga exterminó a más de 12.000 prisioneros de los Ikkō-Ikki en un intento de acabar con el problema en la provincia de Echizen . En esta década de combates y con los bienes y tierras arrebatados a los rebeldes se dice que Nobunaga pudo, gracias a esto, incorporar un mayor número de arcabuces a sus ejércitos, así también con un enriquecimiento hasta esas fechas nunca visto gracias al comercio y la consolidación de nuevas rutas de intercambio.

La composición y tácticas de estos rebeldes fueron totalmente irregulares, aunque muchos tenían experiencia en campañas, pero donde también había campesinos bisoños e incluso mujeres. El caso más revelador es de la crónica Ou Eiki Gunki que narra como unas mujeres ikki defendieron el castillo de Omori contra un vasallo de Nobunaga en 1599 usando una catapulta hecha de madera:
‘’Unas doscientas o trescientas mujeres de dentro de castillo empezaron a cargar con pequeñas y grandes piedras para luego dispararlas. Mientras tanto, gritaban y defendían sus posiciones y consiguieron eliminar a más de veinte asaltantes mediante este procedimiento. Muchas fueron heridas al salir de sus posiciones al lanzar piedras ya que caían al foso. Los disparos de veinte arcabuceros no pudieron amedrentar su valor …’’
Esta variabilidad y replanteamiento de la infantería, que trajo como consecuencia el Japón Sengoku, hizo que los especialistas duden muchas veces para distinguir los diferentes contingentes y su papel, por el hecho de los numerosos cargos relacionados con el mundo militar y que papel jugaban en el reclutamiento de infantería. Hemos elegido el caso del clan Hōjō de Izu y su registro de 1559 donde se expone bien la complejidad del reclutamiento rural por parte de un daikan (intendente-sargento). El papel del samurái Jizuka, que recibió, finalmente en 1586, la confirmación de sus tierras en el pequeño pueblo de Kitadani, en la región de Kozuke. Posiblemente este intendente tenía unas labores de reclutamiento de ashigarus pero no sabemos el cargo real que desempeñaría en tiempos de guerra y si estaba exento de servicio militar . Este problema de estos conceptos viene también de la traducción de numerosos aspectos que desde el siglo XIX en Japón siguen siendo no precisos en su totalidad .
Esta importancia del ashigaru trajo también otras consecuencias y es que en la clase samurái hubo una empobrecimiento generalizado al reducir el número de hatamato (generales y personas de confianza del daimio) al haber una redistribución de recursos en estas figuras que aseguraban el engrosamiento de filas, así como un desarrollo logístico mucho más grande donde los precios de variación del arroz, alimento base en Japón, subió de forma considerable. Así también como en el final del período un remate final por parte del desempleo y la falta de guerras de esta clase militar, causa primordial de la campaña de Hideyoshi a Corea .

Pólvora y caballería, nuevas consideraciones.

Mientras que en Europa el uso de la pólvora y las nuevas formas de reclutamiento habían generado un impulso de números de efectivos que en Japón tuvo una cierta repercusión, lo cierto, es que el impacto real que tuvo la pólvora en el Japón Muromachi (1333-1573) numerosas ocasiones se ha mitificado y lo cierto, aunque tuvo una presencia destacada a partir de la segunda mitad del siglo XVI, la combinación de esta armas y su efectividad solo se consolido a partir de la segunda mitad de dicho siglo. Uno de los factores que a veces queda desapercibido es la baja calidad de la pólvora y su fórmula tan primitiva, así como pocas tipologías de armas de fuego, especialmente en artillería, que son realmente diferentes y mucho menos variadas si se compara con el caso borgoñón y los inicios de la pólvora en Europa . La presencia de armas de fuego en Japón es rastreada con pequeñas espingardas y cañones de dimensiones limitadas en algunos señores del sur, principalmente el clan Shimazu, a principios de siglo, está documentada un pistola de 1510 . En este mismo año está documentado la importación de armas de fuego por los registros de Murakami Yoshikiyo y la primera referencia del uso de arcabuces teppo de una forma muy detallada, ya que cincuenta ashigarus tenían arcabuces junto con tres balas por hombre . Realmente, el encuentro portugués de un navío que había naufragado y había llegado a la isla de Tanegashima (actual prefectura de Kagoshima) en 1542 fue la primera introducción de armas de fuego de forma generalizada. Bajo la intermediación de la piratería china que controlaba la zona parece que el arcabuz fue comprado en propiedades lo suficientemente grandes para ser relevantes para el ‘’rey’’ de Kyushu en 1542.

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La raza de caballo kiso, de pequeña alzada y patas redondeadas era la más común en los campos de batalla japoneses. Siendo casi ponys los caballos habían supuesto en épocas anteriores, como la Heian, plataformas para disparar con el arco. Fotografía de Yanajin33 para https://upload.wikimedia.org/wikipedia/ ... 0412135433
Es al final de esta década cuando tenemos algunas noticias de como los bushi ya se estaban formando en el manejo de estas armas, el joven Oda Nobunaga antes de liderar el clan parece que se formó en el uso del arcabuz junto con varios de sus futuros generales en Owari .

El caso más icónico de la larga discusión entre el uso de la caballería en el Japón que estudiamos frente a un armamento de pólvora totalmente emergente es el caso de la batalla de Nagashino (1575) donde el poder de los Takeda de Kai, que llevaban todo el siglo logrando grandes conquistas al mando de Takeda Shingen, quedó totalmente destruido ante el emergente Oda Nobunaga. La campaña de Takeda Katsuyori, el hijo de Shingen que ya había participado en varios encuentros, resultó ser una emulación de la campaña de los Takeda de 1572.

Katsuyori tenía 36.000 hombres a su disposición, en su gran mayoría caballería. La famosa caballería de los Takeda era famosa desde tiempos del abuelo de Katsuyori, Takeda Nobutora, la mejor del país. Los caballos japoneses, frente a la creencia y comparados con las razas occidentales, son mucho más pequeños. No todos los clanes poseían los territorios óptimos para la cría de estos animales, pero los Takeda por sus grandes llanuras cubiertas por formaciones montañosas en el sur y norte de la provincia de Kai se especializaron en el uso de la caballería. Los caballos nipones son de la llamada raza kiso, de pequeña alzada (120-140 cms) con patas redondeadas, pero aun así realmente fuertes y resistentes, tanto por su capacidad de carga como por su aguante a la dura climatología de Kai . El caballo fue siempre un animal icónico en el imaginario sintoísta y su uso generalizado desde época Nara para disparar con arco desde él. Esta práctica es el yabusame que tuvo como máximo apogeo en las Guerras Genpei (1180-1185), esta práctica desde el período Kamakura fue potenciada también por el clan Osogawara, creando incluso escuela de esta práctica que es usada hasta nuestros días . Hay que recalcar el papel que juega este animal en su dimensión comercial entre los europeos y japoneses. Hay algunos casos que remarcan la prioridad que le daban los japoneses a este animal como en el caso del caballo de Toyotomi Hideyoshi que, tras su muerte, siguió siendo cuidado cerca de una gran imagen votiva de Buda que había erigido su antiguo amo.

En Nagashino los 3.000 arcabuceros de Oda Nobunaga eran solo una pequeña parte de las fuerzas totales del señor de Owari que sumaban entre 36.000-38.000 hombres, según las estimaciones . La potencia de fuego de Nobunaga solo puede ser entendida por varios motivos, y no meramente por el uso del arcabuz. Primeramente, Katsuyori esperaba la defección del bando de Nobunaga de Sakuma Nomori en favor del suyo, algo que nunca llego a pasar. La protección de los flancos en Nagashino estaba bien cubierta por vallas defensivas hechas de bambú, lugar que fue objeto de los ataques de la caballería que, por culpa de Katsuyori, no concentró sus fuerzas en un ataque frontal debido al miedo de la guarnición cercana de más de 10.000 hombres del castillo de Nagashino . El factor importante de la combinación de una fuerte proporción de arqueros junto con los arcabuces, que hace que se deba tener en cuenta que el fuego concentrado y masificado no es de la manera europea y para algunos expertos no es usado de esta forma hasta la invasión japonesa de Corea (1592-1598) . El uso escalonado de estas armas, y no solo el mero empleo de ellas es lo que consideramos, junto con los factores anteriormente descritos, como las claves de la victoria de Nobunaga. El alcance óptimo de estas armas eran de máximo 500 metros, pero solo podían efectuar un impacto a considerar a menos de 200 metros.

La caballería, a pesar de su drástico cambio, siguió conviviendo en los campos de batalla japoneses, su nuevo rol de exploración brindaba a los espías (shinobi) y de persecución de enemigos nuevos planteamientos tácticos que fueron provechosos para el manejo de grandes masas de hombres. No fue hasta la guerra de Corea con las nuevas necesidades de guerra de sitio cuando las armas de fuego tuvieron un papel totalmente protagonista. Principalmente por el desarrollo paralelo de calibres mayores en toda Asia . Hay que remarcar que no hubo una desaparición total de la caballería,y es que en la invasión de Japón el caballo fue decisivo en la coordinación de ataques y su gran número (50.000 animales) viene bien reflejado en los documentos de Hideyoshi. En esta campaña se puede comprobar como las fuerzas de los daimios podían ser muy diferentes, la aportación del clan Shimazu no incluye ningún soldado a caballo listado (cuarta división de Hideyoshi y entre 15.000 a 17.000 hombres), mientras que en los de la isla de Goto si se incluye una pequeña fuerza de ellos, 27 dentro de los 700 .

Fortificar y atacar: La guerra de asedio

En un modo similar al siglo XI europeo y por la atomización de territorios, se ha intentado comparar al Japón Sengoku, en cuanto a la dimensión de control territorial, con esa Europa que estaba en un proceso de encastillamiento como el de la Francia de los Capeto, algo que genera varias problemáticas . En primer lugar, tenemos que entender que el proceso de creación de los castillos (shuri) de montaña (yamashiro), junto con los anteriormente creados, eran mucho menos complejos en tipología que los europeos. Esta mejora constitutiva de las posiciones de castillos , junto con la incorporación de nuevos elementos, como sistemas de empalizadas y lienzos de muralla de piedra más complejas, barbacanas o trincheras y fosos defensivos hicieron que la guerra de asedio copase las páginas de las operaciones militares japonesas en esta época, donde la guerra a campo abierto suele ser el resultado de una operación poliorcética o una búsqueda de desenlace total de un conflicto que llevaba tiempo enquistado, generalmente de clanes rivales fronterizos, como le pasó al del Ouchi, que fue totalmente erradicado en la batalla Itshukushima (1555) por el clan Mori . Un buen ejemplo de la eficacia de los nuevos castillos es el valle de entrada a la provincia de Suwa, un estrecho comparable a las termopilas apodado Suwa Guchi donde estaba el castillo de Kuwabara para vigilar las incursiones de los Takeda .
Los castillos japoneses generalmente contaban con una base de piedra que no solo era una buena respuesta frente a los intentos de quemar y destruir los pilares y aproximaciones de los enemigos, sino también para prevenir la acción sísmica tan grande de Japón. En contraste con los castillos europeos, quitando los principales de las cortes de los clanes, en la mayoría de ellos solo estaba reservado a una guarnición y la vida dentro de él no era tan diversa como en el de los castillos europeos donde solían componer verdaderos núcleos económicos y sociales. Muchos de ellos tras la época Tokugawa (1615-1867) fueron abandonados y supusieron grandes debates para la gestión del gobierno central. Esto se puede comprobar bien con el castillo de Shuri, en el actual sur de la prefectura de Okinawa, que junto a su estilo de construcción chino solo sirvió como regalo del emperador chino y quedó totalmente desfasado . Una de las características más importantes de estos castillos es el tejado a dos aguas que tiene y donde se combinaban varios estilos arquitectónicos que fuera de los artístico también daban solidez contra los proyectiles enemigos. Un caso revelador es el de castillo Himeji que gracias a las tres técnicas de su tejado (Chidorihafu, Karahafu y Hiyoku-irimo) conseguían una apariencia muy característica .

La red de castillos de frontera tenía una finalidad totalmente militar, muchas veces una red de estos lograba un control territorial muy intensivo donde el espionaje de los shinobi era más difícil. No siempre eran castillos, y como bien se diferencia del caso europeo, a veces solo eran meros puestos de vigilancia como los que hicieron varios clanes. Estos puestos (noroshida) podían contener rápidamente invasiones u organizaban líneas logísticas para las propias operaciones. La coordinación de estos puestos de mando se hacía con unas pértigas inflamables que mandaban la señal al castillo principal y por el día funcionaba por la combustión de hojas secas que producían grandes humaredas.

La organización de estos castillos se fue jerarquizando en el Japón Sengoku y en época de Oda Nobunaga el territorio estaba distribuido entre sus comandantes más fieles: Shibata Katsuie en la región de Echizen, Hashiba Hideyoshi en Kita-Omi y su hijo Nobutada en Owari y Mino. Entre estos se repartían, a su vez, zonas a vasallos menores donde lograban así mantener su lealtad. Por ejemplo, sabemos que un yamashiro fue dado a Harada Naomasa en el oeste del río Katsura, por su buen servicio durante un largo tiempo de servicio militar a Shibata Katsuie . Las personas que lideraban estas posiciones fueron variando considerablemente en el tiempo y sabemos que los orígenes de los castellanos de estas fortificaciones fueron muy variados en la época de Hideyoshi (1537-1598) donde hubo muchos capitanes de una extracción social que en principio no fue alta.

Este control del territorios mediante edificaciones y este juego de fronteras variables fue adoptado por algunos samuráis como una manera de especializarse y diferenciarse en esta forma de guerra tan común. Este es el caso de Hideyoshi que desarrolló al máximo esta actividad y gracias a esto logró numerosas victorias para su señor Nobunaga. Una de las acción más reseñables del futuro unificador de Japón fue a las órdenes de Nobunaga en una operación que hoy podríamos calificar de <<comando>> para tomar el castillo de Odani. Este castillo era uno de los más famosos de Japón por su complejidad y robustez en su sistema de bastiones y elementos defensivos en las zonas de honmaru, konmaru y kyogokumaru. Este último, el bastión frontal, fue asaltado de forma nocturna gracias al rápido golpe de mano de Hideyoshi, que identifico bien el eslabón débil de la fortaleza al tener los defensores poca capacidad de coordinación para defender esta parte . Este encastillamiento masivo del territorio tuvo, en la mayoría de las ocasiones, una consecuencia del recrudecimiento de la actividad bélica. En el caso de los Ikko Ikki y la famosa última campaña de Nobunaga contra ellos hizo que el templo-fortaleza de Enryakuji quedase destruido y donde se ejecutó a todos los defensores, incluidos mujeres y niños en lo que se calculan dos mil personas .

El papel de los rehenes y como los niños crecían en lugares alejados de sus familias para asegurar pactos de no agresión y la lealtad se ponía a juego en los asedios. En 1573 el clan Okudaira, anteriormente vasallos de los Takeda, se había alineado con Tokugawa Ieyasu, este había entregado a su líder, Sadamasa, el castillo fronterizo de Nagashino como muestra de la nueva alianza. Cuando Takeda Katsuyori se enteró de la defección de su bando de Sadamasa mandó crucificar a la esposa y el hermano pequeño del líder de los Okudaira como castigo por su traición .
Provincias como Echigo tenían, no solo por la orografía, sino también por las tropas de los clanes de allí y los castillos, que ser tomadas por varias fuerzas en conjunto para hacer una división de fuerza en las guarniciones y optar a una conquista más efectiva, algo que suponía grandes esfuerzos y donde se ponía a prueba la eficacia de los sistemas defensivos de frontera. Mientras que Uesugi Kenshin desarrollaba una campaña ofensiva en 1560 contra el norte de Shinano, acción producto de las alianzas de los Kitajo y Okuma con Kenshin, este tenía que defenderse de la invasión de Jinbo Yoshiharu a principios de año . En las diferentes ganancias y pérdidas de castillos entraban en juego las campañas predatorias que en la mayoría de los daimios no podían ser muy largas debido a que el gran número de campesinos en sus ejércitos hacía que se necesitase de su fuerza para la siembra y recogida de la cosecha. Este paradigma se dio en el caso de Chosokabe Motochika que, a pesar de ser uno de los señores con ashigarus mejor entrenados, nunca llegaba a sobrepasar los dos meses de duración en campaña por este motivo, algo que reducía enormemente su rango de acción .

Por último, en la guerra de asedio un elemento que tiene gran importancia y que en muchas ocasiones suponía la toma más o menos sencilla de las plazas eran los espías, denominados en japónes shinobis y que han pasado a nuestros días como ninjas. El origen de este término es controvertido puesto que parece que desde la China de los Reinos Combatientes (475-221 a.C) parece que se utilizó y luego parece que hay una transmisión de los manuales chinos a Japón, como el Ts’aom Ching-lueh durante la dinastía Ming (1358-1644) . El shinobi, por sus características, es una especie de antítesis del samurái, donde este último tiene un camino de honor (bushido) y donde el ninja, simplemente, busca una utilidad mucho más terrenal y juega con elementos de engaño.

Estás tácticas de guerrilla irregular, espionaje, y ejecución de enemigos de una manera secreta viene también de una necesidad de provincias pobres como Iga y Koga, donde pasarían a la fama por sus ninjas, que les haría volcarse en un mercado mercenario para irrumpir prácticamente en todos los escenarios. Una de las primeras actuaciones registradas de estos shinobis es, justamente, dentro de castillos, buscando eliminar al líder de la guarnición del castillo de Kasagi (1541):
‘’Esta mañana los ninjas de Iga entraron en el castillo en secreto (shinobi itte) y prendieron fuego a varias estancias de los monjes y se fueron. Ellos también quemaron varios edificios en los alrededores del castillo, así como dos partes de la muralla exterior.’’

Esta formación (ikki) de varias personas para oponerse al señor fue una herramienta y, que es argumentada por varios especialistas, para entender la interacción social de las provincias de Iga-Koga frente a los poderos ejércitos de sus enemigos . Aquí, es decisivo también la orografía de estas provincias, muy montañosas que favorecían a este tipo de tácticas. Además, tras 1581 y la completa asimilación de estos territorios a Nobunaga hizo que el estado pseudo-republicano en el que vivían estas provincias pasase a estar bajo el mando de jizamurais (samuráis de zonas rurales) de Oda Nobunaga, algo que fomentó el empleo de los shinobis para las operaciones de asedio y control de los vasallos disidentes ya en época de Hideyoshi. Esto se puede comprobar bien por la medida de la caza de espadas (Katanagari) y búsqueda de pacificación y control del Japón en 1587 siendo estas provincias unas de las más afectadas .

Lo valioso que eran estos soldados se puede ver en varias operaciones de asalto y golpes de mano que demuestran como podían conformarse como una fuerza de élite. Tokugawa Ieyasu contrató a los ochenta hombres de Tomo Sukesada, de Koga, para poder liberar a sus familiares atrapados en el castillo de Kaminojo durante una acción de 1560 . Esta tradición guerrera fue también promovida por los Tokugawa que fueron defensores de los pequeños señores de Koga, y estos, a cambio de su protección, les dotaron de soldados en fechas tan tardías como 1600. En el castillo de Takatori los shinobi de Koga eliminaron a todos los enemigos del castillo, a excepción de un enemigo, que le cortaron las orejas y nariz como muestra de su fiereza .

Sobrevivir en el caos: La experiencia del Daimyo.

Un aspecto que debemos tratar en este trabajo y del que se diferencia de otros periodos por la figura estudiada del daimio es la de comprender las claves de cómo tras dos unificaciones, Tokugawa Ieyasu logró unificar un Japón humeante todavía de los humos de la guerra y el destino de los daimios. Es por eso mismo que hay que desvincular meramente las capacidades de los clanes con mayor posibilidad de sobrevivir militarmente como una causa directa y única. Los Go-Hojo, con una de las estructuras militares, principalmente de reclutamiento y fiscalidad de territorios más desarrolladas, no pudieron resistir a los Oda de Owari, mucho menores en número de soldados y recursos. Su mando único que recuerda a una monarquía absolutista necesitaba también de un respaldo interno y una política externa que muchas veces adoleció de no tener el clan.
El liderazgo militar podía ser decisivo, como hemos visto en el caso Takeda ,que se forja desde Nobutora hasta decaer en Katsuyori. Esta búsqueda de control y dominancia para preservar el honor frente a clanes vasallos a veces podía dar narrativas tan peculiares como las relaciones homosexuales entre señor y vasallo. Este es el caso de Oda Nobunaga con Mori Yoshinari que le sirvió como paje (kosho) y mensajero y del que en la propia crónica de Nobunaga nos relatan sus aventuras . Otras veces, los señores, eran, simplemente, incapaces de servir como ejemplo de sus vasallos y acababan siendo presa del juego de alianzas de la época. El caso más sonado es el de los Ouchi, en el Oeste de Honshu, que fueron destruidos por Sue Takafusa y sus territorios redistribuido en varios clanes y que a partir de 1540 combatirían por la preponderancia en el territorio.

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i]Un bandido intenta sorprender a Akechi Mitshuhide, el denominado shogun de los trece días que tras el incidente Honno-ji donde eliminó a Oda Nobunaga fue derrotado en Yamazaki a manos de Toyotomi Hideyoshi.
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El tener que competir entre numerosas familias que buscaban lazos matrimoniales para trazar alianzas política no privaba que los señores buscaban la especialización en ciertos aspectos económicos que eran decisivos para su futuro. Al igual que los Takeda lograron especializarse en la cría de caballo otros clanes, como los Maeda, del que es difícil de enmarcar como un clan grande o pequeño, logró en la planta de moreras y gusanos de seda un poderoso aliado para trazar rutas comerciales. Política y economía han ido siempre de la mano y, utilizando otra vez el caso de los Maeda, estos lograron vincularse rápido a Toyotomi Hideyoshi para ser sus aliados en todas las campañas de 1580 pero siendo Maeda Gen uno de los mercaderes de confianza del propio Hideyoshi en Kyoto, la capital . Otros, como el famoso daimio cristiano (kirishitan) de Date Matsamune lograron especializarse en el comercio marítimo y estas habilidades les forjaron una posición no solo para el intercambio comercial con los salvajes extranjeros (nanban) portugueses y españoles, sino también para ser el ‘’almirante’’ de los Tokugawa y afianzarse al lado ganador desde Sekigahara (1600) con el transporte marítimo de tropas. En este marco de luchas constantes, y muchas veces imbuidos por una imagen moderna de los samuráis que se ha producido desde Hollywood y en la literatura ha hecho que su figura sea mal interpretado. Esto viene por la idea del samurái fiel, muchas veces sin un perfil psicológico complejo y meramente apegado a su señor con el que, incluso, tenía que cometer seppukku de manera casi obligatoria. Visto así, la traición tiene que ser comprendida por la mentalidad de la época como resultado de una gran inestabilidad política y un sentimiento de alerta constante de los samuráis (zanshin). El uso del engaño era una herramienta no solo usada de forma generalizada, sino también premiada en los heikes (poesía épica japonesa) . De la misma manera muchos otros se diferenciaron por el gran sentimiento que profesaron a sus señores, en el hatamoto de Ieyasu varios de los comandantes habían servido en su bando como Kuroda Kanbei o Hosokawa Tadaoki, veteranos de las campañas coreanas y como más destacado vasallo Torii Mototada, amigo de la infancia de Ieyasu que pereció, comprando tiempo a su señor y amigo, en el castillo de Fushimi, al comienzo del 1600 contra Ishida Mitsunari, antiguo consejero de Hideyoshi.

Es, por tanto, el equilibrio entre todos los aspectos lo valedor de que Tokugawa Ieyasu lograse llegar a ser bakufu y ostentar el shogunato. El estar relativamente lejos de la corte, el poderío militar de unos vasallos de recursos lo suficientemente poderosos para poder luchar en el plano militar y político y, no menos importante, la habilidad de escoger bandos y presionar políticamente a sus enemigos o aliados son, lo que, de forma lenta pero continuada, le hizo llegar al poder.
Conclusiones

Hemos visto que la evolución de la guerra en Japón tiene un punto de inflexión el periodo Muromachi (1393-1573). El conflicto Onin (1467-1477) supuso también un momento decisivo para la historia de Japón, pero de cara al desarrollo militar en la mayoría de las ocasiones solo supuso una recuperación de cierto elementos, tales como la infantería y elementos de la panoplia samurai que fueron utilizados en otros periodos, un claro ejemplo es el de la naginata en el periodo Nara. Otros, meramente, quedaron abandonados por mera practicidad, esto se puede apreciar con el kanasaibo. Una especie de maza de madera que tiene un uso generalizado hasta 1540 pero que al irse abandonando el combate individual no tiene lugar en las nuevas tácticas de los daimios, especialmente poco útil en los asedios . Las decisiones y enseñanzas, especialmente en el campo político, quedaron reflejados en cartas. Mantener a los vasallos contentos y asegurar su sustento, así como el control efectivo de la población, eran prioridades que luego tuvieron su época en el período Edo (1603-1868) .

La figura del daimyo marcó profundamente el periodo, las decisiones y el juego político de ello marcaron el periodo Sengoku. Con unas tasas de baja supervivencia desde los clanes cercanos a la capital de Kyoto y en las islas maneores se contraponen los del oeste y este del país. Los clanes que sobrevivieron al periodo fueron aquellos que combinaron esfuerzos bélicos, política y una especialización en recursos que les hizo diferenciadores de sus enemigos . Estas figuras, que podían ser desprovistas de su poder y territorio debido a la debilidad interna del clan, como en el caso de los Otomo y Ouchi, eran también los garantes, en medio de una idea de caos total, de una sociedad que realmente estaba muy jerarquizada y donde la violencia, en la mayoría de los casos, estaba monopolizada por una clase guerrera. Una clase guerrera que, a pesar de incorporar un grueso de sus hombres de bajo origen social, moría de la misma manera o mayor que ellos. En Nagashino (1575) ocho de los veinticuatro generales de alto rango de los Takeda perecieron en el campo de batalla, eso sin contar los 97 samuráis que conocemos su nombre por tener algún tipo de rango en el ejército de Katsuyori que también perdieron la vida . El remplazamiento de esos comandantes supuso desafíos para los daimios más poderosos, como le pasó a Ieyasu con Suganuma Sadamasa, castellano de Furumiya y uno de los comandantes más fiables de los Tokugawa . Este liderazgo también se tradujo en una mayor sofisticación de los sistemas de señalización de batalla como el uso de varias tipologías de Mon (estandartes) que controlaba las grandes masas de ashigarus con motivos heráldicos para una mejor organización.

Hemos visto que la inclinación al uso de la infantería en detrimento de la caballería tiene sus matizaciones y explicaciones debido al uso de algunos clanes como los Takeda como su mayor baza militar, contando que estos tenían unas siete formaciones de combate de caballería registrado en la crónica de su clan, el Koyo Gunkan. En muchos casos la caballería Takeda fue decisiva para lograr resultados contra enemigos mucho más numerosos, como la campaña de Shingen en 1542 contra la coalición de los Suwa, Ogasawara y los Murakami, saliendo victorioso el futuro unificador de Kai . Los señores solamente refinaron sus bazas militares que habían incubado antes del conflicto Onin y habían conseguido nuevos sistemas fiscales más efectivos . Aun así, muchos de los señores tuvieron que seguir usando métodos de leva feudal y la profesionalización de los ejércitos solo estuvo presente ya bien entrado el periodo Edo. La exención de impuestos y las promesas de tierras fueron las motivaciones más frecuentes que se ponían a disposición de los vasallos . Estos vasallos, muchas veces, eran levantiscos y el concepto de lealtad y fidelidad tiene que ser entendidos en su tiempo, teniendo que leer de forma crítica los escritos de los Tokugawa que justificaran y consolidasen su posición hacía sus vasallos en época Edo con diferentes relatos .

En cuanto a las líneas de investigación que todavía no han sido incorporadas desde el japones a lenguas occidentales queda todavía por profundizar el campo de la guerra naval en Japón, solo estudiado con cierta profundidad en el caso de la invasión de Corea pero que sabemos que tuvo relevancia en algunas partes geográficas como el desarrollo de ello del clan Satsuma. Así también sería interesante analizar qué papel jugó el cristianismo en los señores feudales. Los daimios que se habían convertido al cristianismo pudieron experimentar un cierto sentimiento cruzadista contra las sectas budistas por la documentación que se puede extraer del padre Organtino o Luís de Forlí. La religión y el comportamiento que tuvo Nobunaga contra los ikko-ikki también pudo ser uno de los motivos de traición en el caso de Mitsuhide.
Paradójicamente, la clase de los bushi quedaría tremendamente empobrecida, no solo por la falta de guerras, sino también por el encapsulamiento que llevó a Japón a un régimen cerrado hasta la llegada del comodoro Mathew Perry en 1854. En materia bélica los japonese se irían fijando de los grandes imperios durante el shogunato Tokugawa. En la restauración Meiji los samuráis seguirían siendo un focos de inestabilidad política y después de la pacificación de la revuelta Satsuma (1877) ese 6% de la población tuvo que reincorporarse a la vida civil siendo profesores o mercaderes.

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