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LA BATALLA DE CANNAS

A final del 217 a.C. acabó el periodo dictatorial de Fabio Máximo y el senado romano decepcionado con la táctica conservadora de Fabio, decide volver al sistema tradicional de elección de dos cónsules, con la idea de atacar y derrotar a Aníbal en campo abierto. Las elecciones celebradas en Roma en un clima de intrigas políticas durante los primeros meses del 216 a.C., dieron como cónsules electos a Lucio Emilio Paulo de la facción patricia y hombre con experiencia militar al haber participado en la guerra Iliria y a Cayo Terencio Varrón, la figura utilizada posteriormente como culpable de la derrota. Varrón era de origen humilde siendo apoyado por el partido popular del senado. Hombre rudo y enérgico, según Tito Livio, contrastaba con la prudencia de Emilio Paulo y el tener ambos cónsules el mando en días alternos se demostraría como una táctica desastrosa.

Se decidió reclutar ocho nuevas legiones, el doble que en un año normal, lo que supuso que gran parte de los soldados romanos y aliados que lucharon en Cannas eran bisoños. El ejército romano incluía las nuevas levas, así como las veteranas legiones de las campañas anteriores I, II, XII y XIII y puesto que se quedaron dos legiones en Roma, esto daba un ejército consular de ocho legiones, a lo que habría que unir una fuerza similar de tropas aliadas.

Las legiones romanas en Cannas disponían de 4.200 efectivos, distribuidos en 30 manípulos de la siguiente forma: diez manípulos de 60 hombres de triarii, 10 manípulos de 120 hombres de hastatii y 10 manípulos de 120 hombres de princeps. Los 1.200 vélites se distribuían entre los manípulos. Además cada legión disponía de 300 jinetes. Las legiones aliadas disponían del mismo número de infantes pero de un mayor número de jinetes, unos 900 por legión. El ejército romano contaba también con 1.000 hombres enviados por Hieron de Siracusa, enemigo acérrimo de Cartago. Todo lo anterior daba un total de unos 80.000 infantes y 6.000 jinetes.

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Aníbal, abandono Gerunium a principios de julio hacia Cannas situada a 120 Kilómetros en dirección sur, un poblado casi abandonado que servía de almacén de grano para el ejército romano, provocando con ello la reacción enemiga. El cartaginés contaba con 40.000 infantes y 10.000 jinetes, pero esta tropa desde su salida de Hispania había cambiado cualitativamente. El núcleo seguía siendo los 12.000 libio- fenicios o africanos y 8.000 hispanos, supervivientes del paso de los Alpes y veteranos de las campañas anteriores, los 20.000 hombres restantes eran infantería celta. Del total de la infantería un tercio era infantería ligera. La caballería se componía de 4.000 númidas, 2.000 hispanos y 4.000 jinetes de caballería pesada celta.

El senado romano decidió presentar la batalla definitiva a Aníbal, por lo que a mediados de julio salieron desde Roma rumbo al sur los dos nuevos cónsules Varro y Emilio Paulo, al frente de 20.000 infantes y 1.500 jinetes, con el fin de unirse al ejército que vigilaba a Aníbal, al mando de los antiguos cónsules Geminio y Regulo, agrupándose todas las tropas, que incluían las legiones I, II, XII, XII, XIV, XV, XVI y XVII, días después en un punto situado a dos días de marcha de Cannas, para a continuación seguir hacia el sur y tomar contacto con el campamento cartaginés, situado a 9 kilómetros sobre una loma a uno de los lados del río Aufidius, el 29 de julio del 216 a.C. los romanos establecieron dos campamentos, uno a cada lado del río, el primero y principal enfrentado al cartaginés y que quedaría protegido por 10.000 triarii y uno segundo más pequeño en la orilla opuesta.

El terreno que enfrentaba a ambos ejércitos era prácticamente llano, lo que daba ventaja a la caballería cartaginesa, superior en número y calidad a la de Roma y sus aliados, pero a pesar de los consejos de prudencia de Emilo Paulo y después de algunas escaramuzas los días anteriores e intentos de provocar por parte de Aníbal un ataque general romano, el 2 de agosto de aquel fatídico 216 a.C. las tropas romanas al mando de Varrón salieron de ambos campamentos y cruzando las del campamento principal el río Aufidius, se unieron con sus compañeros de la otra orilla para presentar batalla en el la lado contrario de donde estaba el campamento cartaginés.

La disposición de las tropas de Aníbal es una de las más brillantes de la historia militar. La caballería de manera tradicional se dispuso en las alas de su línea de batalla, en el flanco izquierdo bajo el mando de Asdrúbal Imerida, colocó la caballería pesada celta, 4.000 jinetes y 2.000 hispanos, con la orden de despejar el ala derecha romana, apoyada sobre el río Aufidio. El extremo derecho de la línea cartaginesa, bajo el mando de Maharbal, consistía en caballería ligera con 4.000 númidas. El centro del ejército cartaginés integraba el grueso de la infantería celta e hispana, al mando de Aníbal y su hermano Magón, que se situó en forma de media luna, apuntando hacia el centro romano, más profunda en el centro que en los extremos, el motivo no era otro que amortiguar la carga de las legiones que podían hundir el centro cartaginés como en anteriores batallas. En ambos extremos de esa media luna, colocó en columna las dos falanges de sus 12.000 veteranos africanos.

El ejército romano y aliado formó con la caballería romana compuesta por 1.600 jinetes en su ala derecha al mando de Emilio Paulo, y en el ala izquierda al mando del propio Varrón la caballería aliada con 4.000 jinetes. El centro lo formaban las ocho legiones, estando los infantes de la Confederación Itálica en los extremos de la línea de infantería. En total se estima que el frente romano alcanzaba los 3.000 metros, pero que su profundidad era mucho mayor.

La batalla se inició con el choque de las tropas ligeras situadas al frente de ambos ejércitos, con un masivo intercambio de lanzas, jabalinas y piedras de los honderos de Aníbal, a continuación se lanzó al ataque la caballería cartaginesa de ambos flancos.

El choque principal se produjo en el flanco derecho romano, donde Aníbal empeñó su caballería pesada para eliminar del terreno a la romana al mando personal del cónsul Emilio Paulo. El estrecho frente de combate delimitado por el río y por la infantería romana hizo que la caballería romana absorbiera inicialmente el empuje de la de Aníbal, pero el mayor número de esta y el hecho de que en los primeros compases de la lucha Emilio Paulo resultara herido, hizo que primero empezara a retroceder la caballería romana, luego, quizás por haber desmontado el cónsul, la caballería pusiera pie a tierra para combatir como infantería en la ribera del río Aufidio, y finalmente huyera del campo de batalla, perseguida por la victoriosa caballería de Asdrúbal. Mientras en el flanco izquierdo romano la caballería númida mantenía una constante presión sobre la caballería de Varrón.

En el centro, al sonido de los cornice, empezaron a avanzar las ocho legiones hacia el centro del ejército cartaginés donde de manera alterna se encontraban galos e hispanos, los cuales fueron retrocediendo ante el empuje de la cada vez más compacta masa de infantería romana, pero entrando en el embudo formado a ambos lados por las falanges africanas, que todavía no habían sido empleadas en la lucha. Aníbal al observar que las legiones romanas y aliadas habían llegado a un punto donde su apelotonamiento prácticamente les impedía utilizar sus armas cortas y que además tenían en sus flancos las falanges africanas, ordena a estas que giren, calen sus cascos, empuñen las picas y ataquen sobre los lados de las comprimidas legiones en donde se ha refugiado el herido Emilio Paulo. Sumado a esto el general cartaginés ordena parar el avance romano contraatacando con las tropas ligeras retiradas al inicio de la batalla junto con celtas e hispanos. Ante tal situación la atrapada masa de infantería romana no puede prácticamente maniobrar para hacer frente a los ataques por tres lados.

Mientras la caballería de Asdrúbal Imerida, una vez despejado el campo de batalla de la caballería romana, atraviesa por detrás de las líneas romana y ataca primero a la caballería aliada, ya muy cansada debido al continuo ataque y retroceso de la caballería númida y provoca a su vez la desbandada de esta, para a continuación cargar desde la retaguardia contra la bolsa de infantería romana también muy presionada por las falanges africanas y el renovado ataque de celtas e hispanos.

La batalla se convirtió en una masacre de tropas romanas rodeadas e inmovilizadas, un tribuno llamado Lentulo, ofreció un caballo al cónsul Emilio Paulo para que escapara, pero este prefirió quedarse con sus tropas y sucumbir con ellas, su cuerpo sería recuperado más tarde y enterrado con todos los honores. Varrón mientras tanto huía hacia la vecina localidad de Canusium con los resto de la caballería.

El resultado de la batalla en pérdidas humanas para Roma fue demoledor, al final del día habían perecido un cónsul electo, así como los anteriores cónsules Geminio y Minucio, 29 tribunos, 80 oficiales de rango senatorial, 47.000 infantes y 2.700 jinetes, aparte de unos 19.300 prisioneros de los cuales se pediría rescate sólo por los que eran ciudadanos romanos, no por sus aliados que fueron liberados. Del ejército romano que consiguió escapar, junto con las guarniciones de los campamentos reunidos en Canusium, quedaban escasamente unos 14.000 hombres al mando de un joven Publio Cornelio Escipión, ya que Varrón emprendió un rápido viaje de regreso a Roma para informar del desastre y justificar su actuación, aunque no hubo castigo.

Aníbal por su parte había obtenido su mayor victoria al coste de 6.000- 8.000 hombres. Casi todos los pueblos y ciudades del sur de la Península, es decir, samnitas, apulianos, brutinus, lucanos y colonias griegas de la costa se pasaron al bando cartaginés, pero ninguna colonia latina cambio de bando. Aníbal se dirigió a Capua, una de las principales ciudades del sur, que le abrió sus puertas, a la vez que abría la leyenda a un periodo de lujo para el ejército cartaginés. Pero Aníbal notaba la pérdida de sus veteranos que iban siendo remplazados por celtas e itálicos, a la vez que el territorio conquistado debilitaba su ejército debido a la necesidad de dispersar sus tropas en guarniciones. Este parece ser el motivo por el que Aníbal rechazó la insistencia de sus oficiales de atacar Roma, especialmente de Maharbal y más teniendo en cuenta que Sagunto había tardado ocho meses en sucumbir a un asedio y las defensas de Roma eran extraordinariamente superiores por lo que calculó que mantener un asedio tan prolongado teniendo que cortar los suministros de la ciudad y asegurando los propios le resultaría casi imposible. Mientras en Cartago, la facción enemiga de los Barca encabezada por Hannon empezó a perder la guerra al no apoyar el envío de refuerzos a Italia, salvo 4.000 númidas y cuarenta elefantes, a la vez que tampoco ocupaba Córcega y Cerdeña. El acuerdo entre Filipo V de Macedonia y Cartago quedó también sin efecto dada la falta de iniciativas estratégicas.

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En Roma se prohibieron manifestaciones de dolor, se crearon dos nuevas legiones mediante una leva extraordinaria, se reclutaron deudores y criminales de las cárceles a cambio de perdonar su condena y se compraron 8.000 esclavos a sus amos a cargo del erario público para formar otras dos nuevas legiones. Marco Junio Perea fue nombrado dictador, Tiberio Sempronio Graco fue designado jefe de la caballería y Marco Claudio Marcelo, veterano de las guerras galas se puso al frente del equivalente de las dos legiones supervivientes de Canusiounm, las cuales junto con los infantes desembarcados de la flota romana permitieron formar un ejército de casi 8 legiones. A pesar de haber perdido cerca de 100.000 hombres durante los primero años de guerra, Roma iba a ser capaz de tener cuatro años más tarde movilizadas a ni más ni menos que 25 legiones.

Sin embargo el año no acabó del todo bien para el estratega cartaginés. Desde Capua Aníbal ataca Nola pero la guarnición avisa a Marcelo que consigue rechazar el ataque. Posteriormente dirige sus tropas a Casilinum, sobre el río Volturno, a la que rinde tras someterla a un bloqueo. La ciudad fue entregada a los capuanos pero dejando una guarnición cartaginesa. Al final del año el vencedor de Cannas se retiró a sus cuarteles de invierno en Capua, sin haber recibido refuerzos y sin posibilidades reales de atacar a Roma, confiando en que su verdadera baza de victoria es disolver la confederación romana.

LOS AÑOS DE ESTANCAMIENTO, EL FIN DEL DOMINIO EN HISPANIA

El 215 a.C. el veterano Quinto Fabio Máximo y Tiberio Sempronio Graco son elegidos cónsules, mientras Marcelo es designado procónsul y al mando cada uno de un ejército convergen hacia Campania y Capua, entretanto un cuarto ejército comandado por Marco Valerio queda acantonado en la costa este para defender los puertos de Tarentum y Brindisium. Mientras un ejército cartaginés al mando de Himilcon pone sitio a Petelia y junto a ella caen las colonias griegas de Cosentia, Locri y Crotona, permitiendo desembarcar algunos refuerzos, númidas y elefantes al mando de Bomilcar, sin embargo, las tropas reclamadas en Cartago por Magón consistentes en 12.000 infantes, 1.500 jinetes y 20 elefantes son enviadas a Hispania, donde los hermanos Escipión luchan contra Asdrúbal Barca. Además, se desvía parte de esta fuerza a Cerdeña donde es derrotada por las dos legiones allí de guarnición al mando de Tito Manlio Torcuato. Finalmente, Roma enterada del acuerdo de Cartago con Filipo V de Macedonia, bloquea Brindisium para evitar desembarcos. La débil flota griega no pudo de esa forma enviar refuerzos a Italia. La situación parece muy equilibrada en ese momento, ya que pese a conseguir ciertos acuerdos con ciudades sicilianas y desembarcar un ejército cartaginés en la isla la situación se mantiene en tablas. Aquel contendiente que consiga ventaja en uno de los distintos teatros de operaciones puede inclinar la balanza de la victoria a su favor.

En Italia ocho legiones hostigan a Aníbal y van recuperando poco a poco poblaciones. Mientras el cartaginés ataca Cuma pero es rechazado por Graco. De nuevo le sucederá lo mismo en Nola, donde tras una batalla incierta debe retroceder, por su parte Hanon es derrotado por el legado Sempronio Longo en Lucania, viéndose obligado a retirándose al sur, a Brutinium, lo que provocó la primera de las dos únicas deserciones importantes del ejército cartaginés al pasar 1.200 jinetes númidas e íberos al bando romano. Desalojado de Campania Aníbal se retiró hacia el Adriático, poniendo fin al año donde la táctica romana de desgaste y la reducción de tropas fiables y refuerzos en el bando cartaginés empezaban a dar sus frutos.

El 214 a.C. fueron elegidos cónsules Fabio “el escudo de Roma” y Marcelo “la espada de Roma”, quienes disponen de 20 legiones, de ellas nueve empeñadas contra Aníbal, pero evitando el combate si los cartagineses son comandados por el caudillo púnico. Capua amenazada pidió auxilio al general cartaginés, el cual acudió levantando el cerco. Tras esto y de nuevo en Nola, por tercera vez, es rechazado por Marcelo al abrigo de las fortificaciones. Aníbal ordenó entonces a Hanon que se uniera a él desde Brutinum, pero ese ejército formado por reclutas lucanos y brutinos y un contingente de caballería africana fue interceptado por Graco y aniquilado. Aníbal se retiró a pasar el invierno a Salapia en la costa Adriática. Con el repliegue cartaginés Marcelo y Fabio bloquean la ciudad de Casilinum que capituló, siendo masacrados los supervivientes cartaginenses a pesar de haberse pactado su retirada.

En otros frentes Roma tomaba la iniciativa, primero contra los macedonios en la costa ilírica donde quemaba las naves de Filipo. En Hispania los Escipiones reconquistaron Sagunto e impedían a Asdrúbal enviar refuerzos a su hermano. Además en Siracusa el nuevo rey Jerónimo firmaba una alianza con Cartago por lo que Roma enviaba a Marcelo a sitiar la ciudad lo que provocaba que el general cartaginés Himilcón al mando de 25.000 infantes, 3.000 jinetes y 12 elefantes, desembarcara en Agriento con el fin de levantar el sitio. Todo ello redundaba en una forma u otra en la falta de efectivos en Italia, el cual debería de haber sido el teatro de operaciones principal para los cartagineses.

Tiberio Sempronio Graco y el joven Quinto Fabio Máximo son elegidos cónsules en el 213 a.C. disponiendo de 22 legiones, ocho de ellas amenazando a Aníbal. Fabio captura Arpi, donde un millar de íberos desertan, mientras el general cartaginés se dirige al sur a Tarentum, donde una facción de nobles encabezados por Filomeno pacta acabar con la guarnición romana. En un ataque nocturno que dirige personalmente el caudillo púnico, con 10.000 infantes y un puñado de jinetes númidas, asedia la ciudadela donde se refugia la guarnición romana, no consiguiendo su rendición. Sin embargo, caerán en sus manos varias las ciudades griegas del sur. Mientras en África se abre un nuevo frente a los cartagineses, ya que el soberano númida Sifax firma una alianza con Roma, lo que obliga a Asdrúbal Barca a acudir con su ejército desde Hispania, el cual, junto con Másinisa, el otro caudillo númida, consigue derrotar a Sifax. Así pasaba otro año y Aníbal seguía sin recibir refuerzos.

En el 212.a.C. cae Siracusa, muriendo Arquímedes, artífice de las máquinas de anti-asedio que tanto dificultaron el cerco. El contraataque cartaginés de Himilcon y los siracusanos de Hipócrates fue rechazado por los romanos, a la par que una epidemia diezma a ambos bandos, pero en concreto a los líderes del ejército cartaginés y siracusano. El resto de cartagineses en Sicilia al mando de Hannon y Epicides fueron derrotados por Marcelo, que terminó con el dominio púnico en la isla.

Mientras Aníbal seguía enfrentado a los ejércitos de Quinto Fulvio Flacco y Apio Claudio, teniendo que acudir nuevamente en auxilio de Capua, ya que el primer contingente enviado es rechazado. El cartaginés desde Tarentum evita cuatro legiones romanas que bloquean el camino llegando a la ciudad y rechazando al ejército romano, el cual, además, pierde a su general Graco en una emboscada. Los cónsules deciden trasladar sus tropas lejos del área de Capua, con el fin de atraer a Aníbal, cosa que hizo, al salir dirección a Tarentum para intentar tomar de una vez la fortaleza y el puerto pero aunque de camino destruyó al ejército romano de Marco Sentenio que muere en la batalla, no consigue conquistar ni la ciudadela ni Brindisium.

Afortunadamente para Cartago, en Hispania Publio Cornelio Escipión “el viejo” y su hermano Cneo son derrotados en sendas batallas por Asdrúbal Giscón, Magón, Másinisa y Asdrúbal Barca, lo que permitió a Cartago recuperar la línea del río Ebro. Mejorando así de forma notable la posición estratégica púnica en la Península.

El 211 a.C., comienza con 23 legiones romanas en campaña, seis de ellas asediando Capua. Son cónsules Publio Sulpicio Galva y Cneo Fulvio Centumalo. Aníbal desde Tarentum con 30.000 hombres y 33 elefantes, ataca conjuntamente con las tropas sitiadas, que incluye 2.000 númidas pero es rechazado. Maniobra hacia Roma, que mantiene una guarnición de 40.000 hombres, para atraer a sus adversarios y levantar el asedio, pero solo la mitad del ejército romano le sigue. El pánico cunde en Roma “Hannibal ad portas” pero la finta no tiene efecto, la mala climatología impide un enfrentamiento y el cartaginés retorna al sur, sellando el destino de Capua.

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Marcelo y Valerio Levino son los cónsules para el 210 a.C. Roma sigue evitando el enfrentamiento con Aníbal, procurando arrinconarle al sur. Un ejército romano al mando de Fulvio Centumalo avanza para conquistar la ciudad de Herdonia, pero es interceptado por Aníbal que partiendo desde Brutium con 30.000 infantes y 6.000 jinetes, lo derrota, muriendo Fulvio en la lucha. El año pasa sin que el general púnico entable combate con Marcelo. Sin embargo un acontecimiento en apariencia no muy relevante cambiará este equilibrio en la guerra. En Hispania se nombra con veinticuatro años como jefe supremo de las tropas romanas a Publio Cornelio Escipión, hijo del comandante romano caído el año anterior. Las cosas no serán lo mismo en Hispania con este cambio en el mando.

El 209 a.C. tras el invierno, Marcelo atrae a Aníbal al norte, pero en realidad se trata de una estratagema para que Quinto Fulvio Flacco libere la ciudadela de Tarentum, privando así a los cartagineses del puerto para recibir refuerzos. El general cartaginés, tras conocer el ataque romano sobre la parte de la ciudad en manos cartaginesa retorna apresuradamente, solo para ver la pérdida definitiva de este enclave estratégico.

Mientras, Escipión en Hispania consigue tomar la capital púnica de Qart Hadast a la que bautiza como Cartago Nova, posteriormente derrota a Asdrúbal Barca en Baecula, el cual huye al norte con el fin de contactar con su hermano en Italia. En Hispania, las tropas cartaginesas se concentran con Asdrúbal Giscón en Lusitania, Massinisa en Gades y Magón en Baleares. Pero la balanza ya está claramente inclinada del lado romano en esta zona.

La situación en el 208 a.C. para Aníbal es crítica, sin Capua ni Tarentum se esfumaba la posibilidad recibir refuerzos en un buen puerto. Aun así, el cartaginés golpeará de nuevo. Los cónsules Marcelo y Quinto Crispino inician el asedio a Lokri, uno de los puertos que les quedan a los púnicos en Italia. Viendo la posibilidad de triunfo ordena marchar contra los ejércitos consulares, derrotando a una legión que iba a reforzar el asedio, además un grupo de reconocimiento romano con ambos cónsules entra en una colina boscosa donde se oculta la caballería númida, cayendo muerto Marcelo y herido Crispino, el cual consigue huir. Aníbal honrará a su enemigo muerto y finalizará el año en el extremo sur de la Península Itálica, probablemente lamentando la cantidad de veces que pudiendo recibir refuerzos para derrotar decisivamente a los romanos éstas eran enviadas a otros destinos del Mediterráneo.

Al inicio del 207 a.C. Asdrúbal Barca marcha hacia el norte de Hispania, para unirse con su hermano en Italia, pero los cónsules Cayo Claudio Nerón y Marco Livio Salinator, actúan rápido. Mientras, Asdrúbal Barca pierde un precioso tiempo poniendo sitio a Placentia, sin resultado, además la fortuna le da definitivamente la espalda cuando fueron interceptados correos donde informaba de su plan. La batalla se produjo en Metauro en el norte de Italia, en la que dos ejércitos romanos derrotaban al ejército de Asdrúbal perdiendo este la vida. Los romanos no honraron a su enemigo muerto y le cortaron la cabeza arrojándola al campamento de Aníbal que dirección norte iba a socorrer a su hermano, tras lo que el general cartaginés se retiró al sur a Brutium a pasar el invierno. La diosa fortuna se alejaba del clan de los Barca, no solamente Hispania parecía perdida, sino que la misma posición púnica en el Sur de Italia estaba más que comprometida.

El 206 a.C. no vio operaciones en Italia, donde Aníbal con un ejército debilitado se mantuvo a la expectativa, al igual que Roma, la cual prefiere acabar con los cartagineses en Hispania. Escipión derrota a Asdrúbal Giscón y Magón, el cual abandona Gadir refugiándose en las Baleares dejando toda Hispania ya en manos romanas, Aun así, Magón, al año, siguiente con un ejército reclutado en las islas de 12.000 infantes y 2.000 jinetes desembarca en el Norte de Italia en vez de navegar al sur donde está el ejército púnico, además desde Cartago por enésima vez envía a Magón y ¡no a Aníbal! un refuerzo de 7.000 hombres, siete elefantes y 25 naves más cierta cantidad de dinero, ordenándole que se dirigiera al sur para contactar con el caudillo púnico, pero los cónsules Escipión y Publio Licinio Craso, impiden la unión de ambos ejércitos cartagineses.

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ESCIPIÓN AFRICA Y ZAMA

Empieza el 204.a.C. con Publio Sempronio Tuditano vigilando a Aníbal en Brutium y Marco Cornelio Cetego, con igual misión en el norte en Etruria, vigilando al ejército de Magón. Demostrando nuevamente sus dotes tácticas el general cartaginés con la mitad de tropas que sus oponentes obtiene la última victoria de importancia en Crotona ante el ejército de Sempronio, compuesto por cuatro legiones romanas y cuatro aliadas.

Pero Escipión como procónsul en Sicilia y con las tropas que allí dispone, muchas de ellas supervivientes de Cannas, embarca en primavera en Liliboeum con 30.000 hombres y desembarcan cerca de Utica, donde se le unen los númidas de Másinisa el cual se ha pasado con el bando romano, enfrentado a su vez a Sifax, ahora aliado de Cartago.

Escipión inicia el avance aniquilando una fuerza cartaginesa al mando de Hannon que sale a su encuentro, pero al igual que Aníbal anteriormente en Roma, no avanza hacia Cartago pobremente defendida por un ejército de reclutas al mando de Asdrúbal Giscón prefiriendo establecer posiciones cerca de la ciudad de Utica a la que asedia.

En el 203 a.C. con Escipión junto con Massinisa derrotan de nuevo a Asdrúbal y Sifax, haciendo prisionero a este último. El Consejo de Cartago reclama a los dos ejércitos que mantiene en Italia. Magón con los restos de sus tropas que han sido derrotadas en el norte, embarca en Liguria, pero muere en un naufragio durante la travesía. Por su parte Aníbal embarca en Crotona con los 24.000 hombres que le quedan, pero sin naves adecuadas debe sacrificar los caballos de su ejército. En otoño desembarca en Leptis, después de dieciséis años de guerra en Italia, que han costado a Roma, unas bajas de cerca de 300.000 hombres el general que ha tocado el triunfo con la punta de sus dedos se prepara para un combate que todavía le puede dar la victoria a su ciudad Cartago. En África Aníbal pasará el invierno en Susa preparando la campaña definitiva.

Iniciado el periodo de hostilidades, Escipión levanta el cerco de Utica y se dirige al sur a través del valle de Bagrada, con un doble objetivo, devastar esa zona, principal área de suministros de Cartago, y unirse con su aliado Másinisa, el cual avanza desde el este. Aníbal, desplaza su ejército desde la costa en dirección oeste, con el fin de impedir la unión de los ejércitos rivales, pero al no poder evitarlo toma posiciones sobre una pequeña colina enfrente del ejército romano y aliado que se encontraba cerca de la ciudad de Nagarra y del curso del río de esa región.

Una vez frente a frente ambos ejércitos Aníbal solicita parlamentar personalmente con Escipión. El motivo de dicho encuentro donde ambos se encontraron acompañados por un intérprete no está claro, aparte de la curiosidad de conocerse ambos caudillos, también es cierto que Aníbal probablemente tantease un acuerdo de paz, ya que era consciente que una derrota acabaría con Cartago, mientras que, aunque venciera a Roma esta podía enviar nuevos ejércitos a África. El caso es que las probables condiciones planteadas por Escipión no pudieron ser aceptadas, con lo que al día siguiente ambos ejércitos avanzaron al combate hacia la llanura de Zama donde se decidiría el destino tanto de Cartago como del mismo Aníbal.

El ejército de cartaginés tenía ligera superioridad numérica sobre Escipión. Se componía de algo más de 50.000 hombres de diversa calidad, entre levas de ciudadanos cartagineses, en total unos 12.000, más ligures, galos e itálicos, restos del ejército de Italia, y algunos macedonios enviados por Filipo. Las mejores tropas seguían siendo el cada vez más reducido grupo de veteranos de la campaña de Italia. La caballería la componían un pequeño grupo de númidas más la Banda Sagrada, unos 2.500 jinetes ciudadanos de Cartago integrados en una de las pocas unidades permanentes del ejército cartaginés. Disponía también de 80 elefantes africanos. A su vez Escipión alineaba unos 43.000 hombres distribuidos entre cuatro legiones, dos romanas y dos aliadas, en total 20.000 hombres, más 14.000 infantes ligeros, 3.000 jinetes romanos al mando de Lelio y 6.000 jinetes númidas proporcionados por Másinisa.

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Aníbal a pesar de no estar bien adiestrados coloco los 80 elefantes en primera línea de su ejército y a continuación tres líneas de infantería, en la primera los galos y ligures, en la segunda los reclutas cartagineses y africanos y en tercera línea en reserva los veteranos. En ambos flancos dispuso la caballería, a la derecha la cartaginesa y a la izquierda sus númidas.

La estrategia de Aníbal era romper el centro romano con los elefantes para envolver luego ambos flancos del ejército de Escipión. Sin embargo, éste se anticipó a dicha maniobra cambiando la tradicional disposición del ejército romano, en lugar de colocar los Hastati, Principes y Triarii en líneas de batalla intercaladas como un tablero de ajedrez, colocó cada manipulo de unos 160 hombres uno detrás de otro, dejando “calles” abiertas en el frente del ejército romano, por donde pudieran pasar los elefantes y atacarlos por los flancos y espalda. La disposición romana se completaba con una primera línea de vélites y en los flancos la caballería, Másinisa a la derecha y Lelio a la izquierda.

La batalla en aquel caluroso día de principios de otoño se inició con el ataque de los elefantes, pero Escipión ordenó que sonasen las trompetas de su ejército, lo que unido a la lluvia de jabalinas lanzadas por sus vélites hizo que los bisoños paquidermos se volvieran contra el frente cartaginés, especialmente contra su flanco derecho, desbaratando la caballería númida de Aníbal, hecho que aprovecho Másinisa para cargar contra sus compatriotas y expulsarles fuera del campo de batalla. El resto de elefantes pasaron a través de los huecos dispuestos entre las legiones en donde sus guías y soldados montados en una raza ya extinguida de elefantes con una altura de no más de 2,5 metros, fueron presa fácil de los soldados romanos. Mientras Lelio aprovechaba la confusión para atacar y derrotar con su caballería a la caballería cartaginesa del ala derecha.

Escipión a continuación cerró los huecos inicialmente dispuestos de su ejército y cargo con sus hastatii contra la primera línea de Aníbal donde poco a poco galos y ligures fueron cediendo terreno, más si cabe debido a que la segunda línea cartaginesa, no acudió en su apoyo, por lo que huyeron del campo de batalla. Aníbal ordenó entonces el avance de su segunda línea de cartagineses y africanos, a través de un terreno ya cubierto de caídos, consiguiendo rechazar a los hastatii, sin embargo los oficiales romanos ordenaron a los príncipes acudir en auxilio de sus compañeros. Los romanos al tener una línea de combate más alargada que la línea cartaginesa acabaron rodeando a esta diezmándola.

En un gesto de dominio táctico sobre el terreno, Escipión reordenó sus tropas colocando los hastatii en el centro de su formación y la mitad de los príncipes y triarii en cada flanco, formando una fuerza compacta que se lanzó contra la tercera línea cartaginesa de veteranos al mando del propio Aníbal. La lucha fue equilibrada e incluso en algunos momentos parecía que los veteranos de tantas campañas y victorias volverían a triunfar sobre sus enemigos romanos. Sin embargo, todo acabó cuando la caballería de Lelio y Másinisa volvieron al campo de batalla, acabando con la resistencia cartaginesa.

Las bajas romanas ascendieron a unos 2.000 hombres y las cartaginesas a 20.000 y once elefantes, más un elevado número de prisioneros, pero lo más importante es que Cartago había dejado de ser una potencia en el Mediterráneo.

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ÚLTIMOS AÑOS EN CARTAGO. DESTIERRO Y MUERTE

Las condiciones para Cartago fueron duras, aparte de la pérdida de Hispania debió destruir su flota de 500 navíos y pagar en 50 años una indemnización de 10.000 talentos. No obstante Aníbal es necesario para Cartago, ya que elegido sufete inicia como estadista una serie de reformas político-económicas para levantar el imperio cartaginés. La situación es difícil, debiendo poner freno a las incursiones de Másinisa en territorio cartaginés a pesar que Cartago tiene prohibido el declarar la guerra sin el permiso de Roma y a la vez se relaciona a Aníbal con la rebelión que al mando de antiguos oficiales cartagineses estalla en el norte de Italia.

Roma presiona para extraditar a Aníbal y aunque inicialmente se consigue evitar, los enemigos políticos del caudillo Púnico en el 195 a.C. denuncian sus contactos con Antíoco III de Siria, enemigo de Roma, lo que le obliga a huir a su reino. Allí, se produce el segundo encuentro entre Aníbal y Escipión enviado junto con la delegación romana que iba a plantear sus exigencias a Antíoco. Se dice que Escipión preguntó a Aníbal quien era el mejor general de la historia y éste respondió que Alejandro Magno, Escipión insistió y le volvió a preguntar por el segundo mejor general, esperando oír su nombre, a lo que el cartaginés respondió que Pirro. Escipión irritado le dijo ¿Qué habrías dicho de haberme derrotado a mí?, a lo que su interlocutor contestó que entonces él mismo hubiera sido el mejor general de la historia, Escipión entendiendo este cumplido se echó a reír.

Mientras Aníbal estuvo en el reino de Antíoco las intrigas de la corte no le permitieron tener el mando sobre el ejército sirio, lo que hizo que, privado de un liderazgo adecuado, el ejército de Antíoco fuera aplastado por Roma en el 189 a.C. en Magnesia y que cuando el general cartaginés vio la disposición de las tropas de Antíoco, comento sarcásticamente que “Si, serán bastantes para los romanos, por muy hambrientos que estén”. Ya con sesenta y cuatro años huye nuevamente de los romanos primero a Creta y por ultimo al pequeño reino de Bitinia, donde acorralado por los romanos decide acabar con su vida tomando veneno:

pongamos fin a la gran angustia de los romanos que han considerado demasiada larga y pesada la tarea de aguardar la muerte de un odiado anciano “.

Corría el año 183.a.C.

NOTAS:

Bibliografía

“Aníbal “– Sir Gavin de Beer - Ed. Bruguera 1969

“Los Grandes Asedios - (Sagunto) “-V.Melegari - Ed. Noguer 1973

“Las Batallas de Aníbal”- Paolo Proserpio -Ed. Columna 1974

“Aníbal y los Enemigos de Roma “- Peter Connolly - Espasa Calpe 1981

“Las Legiones Romanas “- Peter Connolly - Espasa Calpe 1981

“Armies of the Carthaginian Wars “Terence Wise - Osprey 1982

““Battles of the Great Commanders (Scipio - Zama) “-Anthony Livesey- Tiger Books 1987

“Aníbal “- Gisbert Haefs Edhasa 1990

 “Cannas 216 a.C.”- Mark Healy – Ed. Prado 1995

“Ancient Armies “- T. Newark & Angus Mc Bride- Concord 2000

“Técnicas Bélicas del Mundo Antiguo”- Varios autores – Libsa 2007

“War Elephants “- Konstantin Nossov- Osprey 2008

“Los Grandes Asedios de las Legiones Romanas “R. Sáenz de Heredia – Ed Almena 2009.

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