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INTRODUCCIÓN:

El levantamiento militar contra el gobierno de la República coordinado por el general Mola comenzó el 17 de julio de 1936 en el Protectorado de Marruecos y se propagó de inmediato por casi todas las guarniciones peninsulares, insulares y coloniales de España. Cuatro días después de su inicio, los militares sublevados habían logrado implantar su dominio indiscutido sobre todas las colonias, una amplia zona del oeste y centro peninsular (Navarra, Álava, León, Castilla la Vieja, Galicia, Cáceres y la mitad de Aragón), un reducido núcleo Andaluz (en torno a Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada) y en los archipiélagos de Canarias y Baleares (salvo la isla de Menorca). Sin embargo, la rebelión había sido aplastada por un pequeño sector del Ejército fiel al gobierno con ayuda de milicias obreras armadas urgentemente, en dos grandes zonas separadas entre sí. La zona centrosur y este peninsular (incluyendo Madrid, Barcelona y la región catalana, además de Badajoz, la Mancha y toda la costa mediterránea hasta Málaga) y en una estrecha y aislada franja norteña (desde Guipúzcoa y Vizcaya en el País Vasco hasta toda Asturias menos Oviedo, y la provincia intermedia de Santander).

La República retuvo dos tercios de la anticuada flota de guerra, cuya marinería se había amotinado contra los oficiales rebeldes y había implantado un bloqueo al Estrecho de Gibraltar para evitar el traslado de las decisivas tropas marroquíes al mando del general Franco. El fracaso de los militares sublevados, como hemos visto, en las partes de España mas desarrolladas económicamente, incluyendo la propia capital del Estado, les obligaba a emprender su conquista mediante verdaderas operaciones bélicas. El golpe militar parcialmente fallido devenía así en una auténtica y cruenta guerra civil. Y como ningún bando disponía de los medios y el equipo militar suficiente para sostener un esfuerzo bélico de envergadura, ambos se dirigieron de inmediato en demanda de ayuda a las potencias europeas más afines a sus postulados, abriendo así la vía al crucial proceso de internacionalización de la contienda.

LAS PETICIONES DE AYUDA DE LOS MILITARES SUBLEVADOS:

Franco estaba cortado en Marruecos, bloqueado por la flota republicana. Hacia el día 21 de Julio él y sus oficiales se deciden a solicitar formalmente el envío de aviones de transporte alemanes, encubierta la operación en el marco de una transacción comercial. Se siguieron dos senderos distintos para este fin: se recurriría a un contacto antiguo- el general Kühlental, quien en julio de 1936 desempeñaba el puesto de agregado militar en París y era conocido ya desde los años veinte, fue telegrafiado el día 22- pero, esto es lo más importante, también se optó por enviar una misión directamente a Hitler, saltándose todos los innumerables escalones intermedios.

Mola y Queipo de Llano, por el contrario, siguieron el primer paso dado por Franco de intentar obtener material por el conducto diplomático únicamente (El general Mola se dirigiría infructuosamente a Killinger, un funcionario de la industria aeronáutica alemana. Queipo de Llano acudió al consejero de la delegación alemana en Lisboa, Du Moullin, cuya gestión no dio ningún resultado)

El que la misión de Franco marchara a Alemania tan rápidamente como lo hizo se debió a un incidente fortuito: a la disponibilidad de un aparato alemán en las Palmas ya el 20 de Julio y en Tetuán unos cuantos días mas tarde. Se trataba de un trimotor “Junkers 52” con distintivo D-APOK bautizado con el nombre de "Max von Müler” pilotado por el comandante Alfred Henke.

El avión fué requisado en Las Palmas ya el 20 de julio mediante orden telegráfica de Franco al general Orgaz para que volase en él a Tetuán y pese a la resistencia de Otto Bertram, un ex teniente de la Marina alemana, jefe de distrito de la Lufthansa y encargado de las comunicaciones aéreas en el tramo del Atlántico sur. Esta oposición y resistencia a colaborar, (Bertram ya se había negado, frente al general Orgaz a suministrar un avión para trasladar a Franco alegando que no podía mezclarse en asuntos interiores españoles), sólo puede explicarse por una carencia total de instrucciones. Parece pues que no existe participación alemana en los preparativos del levantamiento.

La misión que se envió a Alemania para solicitar ayuda de Hitler, estaba compuesta por:
-Johannes Eberhad Franz Bernhardt, empresario miembro del partido nazi asentado en Tetuán cuya empresa representaba firmas alemanas y realizaba suministros para las autoridades civiles y militares.
-Adolf Langenheim, jefe del grupo local del partido nazi , ya que sorprendería que no fuese con Bernhardt el representante mas destacado del partido en Marruecos
-Francisco Arranz Monasterio, designado unos días antes como jefe del Estado Mayor de la menguada fuerza aérea del Ejército de África, (tan solo doce aparatos de muy diverso tipo), participó como emisario de Franco.
El piloto del avión sería Henke.

El avión llegaría a Berlín el 24 de julio, primero se entrevistarían con el jefe de la A.O (Auslandsorganisation, encargada de llevar a cabo el adoctrinamiento nacional-socialista de las colonias alemanas en el exterior.), Ernst Wilhelm Bohle. En palabras del propio Bernhardt “solo podía intentar llegar a Hitler a través del partido (nazi). Para un desconocido como yo, apelar al Ministerio de Negocios Extranjeros o a la Wehrmacht (ejército alemán) habría carecido de lógica.” Bohle les remitió a Rudolf Hess, quíen mirando con simpatía sus propósitos, arregló una cita personal con Hitler en la ciudad de Bayreuth, donde este se encontraba asistiendo a los festivales de ópera.

Para entender la facilidad en la gestación de la reunión de Bayreuth hay que encuadrar la petición de ayuda en el siguiente contexto:

En ese momento el partido nazi se encontraba sumido en una dura lucha por ir consiguiendo los resortes de la administración, en tales circunstancias, promover la gestación de una decisión importante, como lo era el envío de ayuda militar a los sublevados, podría permitir a la A.O apuntarse un tanto muy significativo frente a la Wilhelsmtrasse- ministerio de negocios extranjeros.

LA REUNIÓN DE BAYREUTH

En esta reunión Hitler aceptó el envío de ayuda militar a crédito para Franco. Se trataba de representar los suministros alemanes como importaciones efectuadas por una empresa hispano-alemana privada, radicada en Marruecos. Tal empresa sería conocida como la HISMA (Hispano- Marroquí de Transportes, S.L”)

Se trataba de una estratagema destinada a encubrir la operación de transporte sin comprometer oficialmente al gobierno alemán, siendo la venta de aviones una transacción puramente privada.

Los motivos de Hitler para intervenir en la guerra española fueron esencialmente de orden político-estratégico: si el envío de una pequeña y encubierta ayuda alemana favorecía el triunfo de un golpe militar derechista, podría alterarse el equilibrio de fuerzas en Europa occidental puesto que se privaría a Francia de un aliado seguro en su flanco sur. Por el contrario, una victoria republicana sobre los militares insurgentes reforzaría la vinculación de España con Francia y la URSS, las dos potencias que cercaban a Alemania por el este y el oeste y que se oponían a los proyectos expansionistas nazis. En palabras del Führer a su primer representante diplomático ante Franco Wilhelm Faupel:

“Su misión consiste única y exclusivamente en evitar que, una vez concluida la guerra (con la victoria de Franco), la política exterior española resulte influida por París, Londres o Moscú de modo que, en el enfrentamiento definitivo para una nueva estructuración de Europa- que ha de llegar, no cabe duda -, España no se encuentre del lado de los enemigos de Alemania, sino, a ser posible, de sus aliados”

Aparecerán con el tiempo, a medida que su intervención a favor de Franco aumentaba, otras razones derivadas y secundarías. Podemos destacar, entre ellas:

- La pretensión alemana de asegurarse los suministros de piritas ferro-cobrizas y mineral de hierro español, esenciales para abastecer su programa de rearme acelerado. De hecho, a lo largo de la guerra, Alemania se convirtió en el primer importador de minerales españoles de interés estratégico (En 1935 la partida de piritas españolas adquiridas por Alemania era 562.584 toneladas, en 1938 ya era de 895.000, mientras que la partida de minerales de hierro pasó de 1.321.000 toneladas en 1935 a 1.825.401 toneladas tres años mas tarde)

-Igualmente, como otra razón derivada, podemos citar la voluntad de convertir la guerra española en un campo de pruebas militares donde el ejército alemán ensayaba técnicas, equipos y adquiría experiencia bélica con vistas al futuro. En este sentido tenemos el testimonio del propio Hitler, quien el 6 de abril de 1938 manifestaba, “ahora que la guerra va tocando a su fin, nuestros soldados ya no pueden aprender más”.

En cualquier caso, estas nuevas razones nunca llegarían a eclipsar el motivo central político-estratégico que había determinado en primer lugar la decisión germana de intervenir en apoyo de Franco.

LA AYUDA

El 27 de Julio se iniciaban en Alemania los preparativos individuales: se decidió que el primer “Junker” en regresar fuera el D-APOK que continuaría pilotando Alfred Henke. Otros nueve aviones partían poco después de manera escalonada y otros diez aparatos más se desmontaban y trasladaban a España en barco junto con otro material.

El 31 de Julio de 1936, llegó a España el primer contingente de soldados alemanes a bordo del vapor rápido “Usaramo”. Eran ochenta y seis hombres que vinieron camuflados como un grupo de turistas del club de vacaciones “Kraft durch Freude” (La fuerza por la alegría). La farsa y el cinismo de la no-intervención comenzaban. Durante los siguientes tres años, el Tercer Reich enviaría nuevos contingentes hasta completar una cifra aproximada de 18.000 soldados, si bien nunca se superó la cifra de 5.600 hombres en un mismo momento (los frecuentes reemplazos tenían como objetivo extender la experiencia bélica al mayor número de soldados posible). Su fuerza aérea se mantuvo regularmente en torno a 140 aviones de modo permanente, a los que asistían un batallón de 48 tanques y otro de 60 cañones antiaéreos. Dentro de esta ayuda tenemos que sumar los instructores alemanes para la formación de alféreces y sargentos provisionales, ya que, con los aumentos del contingente de tropa, reclutamientos y movilizaciones existía una urgente necesidad en el ejército español de mandos intermedios e inferiores. Durante la guerra se formaron unos 22.000. A partir del 30 de octubre de 1936 la unidad sería conocida por el nombre de “Legión Cóndor”, con el número 88 dentro de las fuerzas aéreas alemanas. Sus comandantes fueron generales de la Lüftwaffe (fuerza aérea alemana) de reputado prestigio: Hugo Sperrle (hasta octubre de 1937), Hellmuth Wolkmann (hasta noviembre de 1938.), y el barón Wolfran von Richthofen. Como tal unidad prácticamente autónoma del resto del ejército nacionalista tomó parte en casi todas las operaciones militares desarrolladas hasta el final de la guerra (un conjunto total de 30 combates o batallas con un saldo global de 371 muertos y 232 aviones perdidos).

CONSECUENCIAS

El valor de esta ayuda a crédito para el general Franco se sitúa entre los 225 y los 245 millones de dólares. Las autoridades nacionalistas tuvieron que asumir su endeudamiento y tratar de compensarlo con la reorientación hacía Alemania de su comercio exterior.

Este apoyo alemán fue un elemento absolutamente esencial para que el golpe militar de 1936 se configurase como guerra civil y para que se desarrollara como tal. El apoyo diplomático nazi fue complementario, pero no menos importante, ya que, unido a la posterior intervención soviética del lado republicano, contribuyó a la retracción de las potencias democráticas, (Alarmadas por la posibilidad de una bolchevización de España en caso del triunfo del gobierno Republicano.), lideradas por Inglaterra (con Francia a rastras.), se mantuvieron firmes al Acuerdo de No Intervención respetando el estricto embargo de armas y municiones que ahogaba a la República, pero que, por el contrario, perjudicaba en poco o en nada a las tropas insurrectas. Además, la decisión de Alemania e Italia de suministrar armas a los rebeldes también levantó el espectro de que estallara una guerra europea por causa del conflicto español. Por medio de la política de no-intervención se buscaba evitar esta posibilidad.

La común participación en la guerra civil española consolidó el acercamiento entre las dictaduras fascistas, el llamado “Eje Roma-Berlín”, hacia el cual ya apuntaban las tensiones anglo-italianas en el Mediterráneo y la Política antifascista del Gobierno francés.

Esta ayuda proyectó a Franco en el primer plano de la política española y, al ser él y no Mola o Queipo de Llano el único receptor de la ayuda, contribuyó a elevarle a una posición de preeminencia que ya no abandonaría hasta su muerte. En un sentido profundo, sin Hitler ni Mussolini quizá no hubiera existido Franco. Al reconocer a Franco como Jefe del único Gobierno legítimo en España, el 18 de noviembre de 1936 (ya que parecía muy próxima la caída de Madrid), Italia y Alemania declaraban al mundo entero su determinación por encargarse de que no fuera derrotado, era un gran compromiso político. En palabras del embajador de los Estados Unidos en Berlín: “Hitler y Mussolini deben encargarse de que tenga éxito (Franco), o si no su nombre irá unido a un fracaso. Esto es algo que un dictador no se puede permitir”.

BIBLIOGRAFIA:

-“El reñidero de Europa”- Enrique Moradiellos
-“La Alemania nazi y el 18 de julio”- Angel Viñas
-“Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil”- Angel Viñas
-“La ayuda alemana a España 1936-1939”-R. Hidalgo Salazar
-“La Intervención Fascista en la guerra civil española”- John F. Coverdale, págs 92-126
-“Revista Serga Nº1, historia militar del siglo xx” pags 18-31 “1936 Spanien 1939”- Antonio González Sánchez

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