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El 19 de agosto de 1942 5000 soldados canadienses fueron los protagonistas de una terrible prueba de fuego en el desarrollo de las operaciones combinadas, pero gracias a su sacrifico se inicio la etapa de victorias aliadas en las costas del Mediterráneo y Normandía. El lugar, la ciudad costera de Dieppe en la Francia ocupada, la operación se conocía como: Jubilee.

La Segunda División Canadiense al mando del General de División J.H. Robert con los fusileros Mont-Royal de Montreal, el Essex Scottish de Windsor, el regimiento Real de Toronto, el Regimiento Real de Infantería ligera de Hamilton, los Cameron Highlanders de Winnipeg, el regimiento South Saskatchewan mas el Regimiento acorazado de Calgary con 40 tanques Churchill , varios destacamentos de la Black Watch, un Regimiento escocés de Montreal, y 50 Rangers americanos a titulo de observadores en total de 6100 hombres de los cuales 5000 eran canadienses y 1100 británicos fueron las tropas que se tuvieron que enfrentar a la guarnición alemana , la División de Infantería 302 con el apoyo de seis baterías de medio calibre.

El ruido de motores procedentes del mar fue la primera señal de alarma, y los defensores escrutaron el horizonte con sus prismáticos. El rumor se hizo mas intenso cuando, unas oscuras sombras, apenas perceptibles a la difusa luz que procede al alba, aparecieron pronto ante su vista. Los centinelas apostados en la colina desbloquearon los mecanismos de disparo de las armas y a continuación introdujeron los proyectiles en las piezas de artillería. Aquello era ciertamente, un intento de desembarco.

En las embarcaciones de asalto, los componentes del Royal Regiment of Canada, vestidos con el uniforme caqui, observaban con atención su objetivo; la Blue Beach de Dieppe. El capitán Browne, de la artillería canadiense, recuerda que el fuego se inicio, desde uno de los reductos, por lo menos 10 minutos antes de que su embarcación llegase a tierra. Al principio el fuego fue espaciado e impreciso, pero después aumento en intensidad.

Browne, cuya misión era señalar que tipo de fuego de apoyo se precisaba, envió un mensaje en el que comunicaba que las oleadas de cabeza acababan de desembarcar; luego, sorprendido por una inesperada resistencia, descubrió que las ametralladoras enemigas disparaban desde puntos que nadie había localizado antes. Fuimos acogidos por un intenso y certero fuego de ametralladoras ligeras, recordó mas tarde sufriendo graves pérdidas. La 1ª y 2ª compañías, que habían desembarcado justamente enfrente del murallón, se encontraron con un fuego de ametralladoras inesperadamente intenso, procedente de distintas posiciones situadas encima del murallón.
Constituían la primera oleada unos 200 hombres, menos de tres compañías, refiere un informe oficial.

El resto de las tropas, engañado por la imprevista presencia de un segundo barco-guía en el área de reunión, había seguido a esta unidad erróneamente durante algunos minutos. Estas tropas desembarcaron ya a plena luz, como una segunda e improvisada oleada.

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A los hombres del regimiento canadiense se les había explicado la necesidad de actuar lo mas rápidamente posible; solo la sorpresa y la oscuridad les permitiría atravesar la playa sin peligro y trepar luego por los estrechos pasos de la escarpa.

Pero ya desde el comienzo no se cumplieron los tiempos establecidos; incluso las barcazas de desembarco que iban en cabeza llegaron 20 minutos tarde, con lo que el factor sorpresa quedo totalmente eliminado. El cabo Ellis, de la primera compañía, fue el más afortunado de todos: su barcaza evito gran parte del fuego, pero en cambio, la rampa de desembarco se estropeo a la mitad de su descenso y todos sus esfuerzos por bajarla fueron inútiles. Tanto el como sus compañeros tuvieron que saltar por encima de ella para alcanzar la playa. Y quizá esto le ayudo. Ellis llego al murallón en brevísimo tiempo, mientras que los que llegaron más tarde, cayeron muertos o heridos, antes de llegar al precario refugio del murallón.

El teniente Wedd, desembarco con una sección completa, se dio cuenta en seguida de que su unidad había quedado reducida a un puñado de hombres en la breve carrera desde la playa al murallón. No obstante, habiendo observado que el fuego procedía de una casamata situada sobre el murallón, dirigió un asalto frontal contra ella. Una granada bien colocada, lanzada a trabes de la tronera, redujo al silencio la posición; pero el teniente Wedd y varios de sus hombres lo pagaron con su vida.

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Había una espesa barrera de alambre de púas a lo largo de la cima del murallón que impedía avanzar más allá. A la clara luz de la luminosa mañana, los hombres intentaron, desesperadamente y bajo un fuego terrible, cortar la alambrada con cargas Bangalore. La primera carga abrió una brecha, a través de la cual el cabo Ellis intento introducirse; pero la explosión atrajo hacia el lugar el fuego del enemigo y todos los que intentaron seguir al cabo Ellis murieron.

Era aquella situación sin salida y el desastre parecía inminente. En aquel momento llego a la orilla la última embarcación de desembarco del regimiento canadiense, que conducía a más tropas y al comandante, D.E. Catto. A través de una cortina de fuego, los hombres corrieron a refugiarse en el murallón; pero el único resultado fue aumentar mas la confusión que ya existía.
Poco después se creo un momento de esperanza, pues en vuelo rasante sobre las escolleras de varios aviones que, bombardearon y ametrallaron las posiciones enemigas sobre la abrupta pendiente.
Aprovechando aquel momento, el comandante logro imponer un poco de orden. Se apostaron algunos fusiles automáticos Bren en el lado occidental de la playa, detrás de las rocas y en los bordes sobresalientes de la escollera, para hacer fuego contra la pendiente opuesta.
Así se consiguió reducir la cadencia de tiro del enemigo, y en consecuencia la primera oleada del regimiento Black Watch, que desembarcaba a continuación, lo hizo con menos pérdidas que las sufridas por los primeros grupos del Royal Regiment of Canadá.

 


Asimismo, los disparos de uno de los destructores comenzaron a aumentar el efecto del bombardeo aéreo, y Catto decidió entonces llegar a las posiciones mas elevadas. Ya que no quedaban cargas bangalore, por lo que fue necesario cortar el alambre de púas a mano cubiertos por un oficial armado con un fusil Bren, Catto y el sargento Cole subieron al murallón y, tendidos en tierra para ofrecer el menor blanco posible, empezaron a cortar el alambre con los alicates. Se tardo media hora en abrir la brecha, pero a las 6’30 se había conseguido y Catto hizo la señal a sus hombres para que lo siguieran.

Unos 20 soldados pudieron pasar antes de que el fuego enemigo, concentrado sobre la brecha abierta en la alambrera, impidiera que cualquiera intentara seguir a su comandante.
Catto y su pequeño grupo quedaron aislados del batallón, y aunque habían alcanzado la cima de la escarpa, desalojando a los a los alemanes de tres casas mientras avanzaban, hallaron el camino que discurre por la cima tan bien vigilado que ya no estuvieron en condiciones de intervenir en la batalla, Catto y sus hombres permanecieron solos en territorio enemigo, completamente aislados y abandonados. Al final, tuvieron que rendirse a los alemanes.

A las 8’30 horas todo había acabado en la Blue Beach. Los que habían sobrevivido al intenso fuego procedente de la escollera se rindieron; la mayor parte de ellos habían sido heridos, por lo menos una vez. ¡En cambio el cabo Ellis parecía invulnerable¡ Volvió atrás por si mismo, a través de la brecha en la alambrera; nado mar adentro y fue recogido por una unidad de salvamento naval. Fue uno de los pocos hombres que volvieron de la Blue Beach.

El fracaso de esta operación dejo intactas la mayor parte de las defensas del reducto oriental; pero en el sector occidental, en Pourville, pareció que la cosa iba a ir mucho mejor.

El regimiento Sout Saskatchewan desembarco en la Blue Beach, exactamente como se había previsto, logrando la sorpresa que no consiguieron los Royal. Todavía era de noche cuando las primeras oleadas de soldados atravesaran la playa sin que se les disparase ni un solo tiro. No obstante, su presencia fue descubierta en seguida por los centinelas, informando rápidamente a las demás posiciones defensivas de Dieppe, por lo que los canadienses que avanzaban se vieron pronto sometidos al fuego del reducto occidental.
En aquel sector, los defensores eran hombres de la 6ª y 8ª compañías del regimiento 571. Aprovechando la circunstancia de que todas las unidades de asalto habían desembarcado al oeste del río Scie, en vez de hacerlo a ambos lados, el enemigo logro bloquear los intentos del South Saskatchewan de pasar a la otra orilla. Y así, mientras una compañía realizaba buenos progresos y alcanzaba sus objetivos en las colinas de Pourville, los que intentaban llegar a la estación de radar, entre Pourville y Dieppe, fueron detenidos en momento en el que se disponían a atravesar el único puente.
Mientras tanto el comandante, Teniente Coronel C.C. Merritt, que había situado su puesto de mando en la playa, avanzando después hacia el interior para observar la actuación de sus hombres, se dio cuenta de que la zona que se extendía desde la embocadura del puente estaba cubierta de muertos y de moribundos y que el ataque había sido detenido. Pero la intervención personal de Merritt, hizo que el ataque se reemprendiese de nuevo, atravesando el puente barrido por el fuego, con el casco de acero en la mano sostenido por el barbuquejo, consiguiendo que un centenar de sus hombres le siguieran hasta el refugio temporal que ofrecía una casa de la orilla opuesta.
Desde este punto Merritt, lanzo un ataque contra una casamata, que impedía cualquier avance posterior, empleando un proyectil fumígeno de mortero para cegar a los defensores. Tras esta rápida decisión, dejo que sus hombres prosiguieran el ataque y él volvió al puesto de mando. En el interior otra de sus compañías, había expulsado de Pourville al resto de la guarnición alemana, haciendo 50 prisioneros durante la acción. Esto preparo el terreno el terreno para la siguiente fase, y así los Cameron Highlanders of Canadá llegaron a la Green Beach a las 5’30. Toda la unidad desembarco en una sola oleada, lanzándose a través de la playa y por las orillas del río. Pero una casamata que permanecía intacta, detuvo al coronel A.C. Gostling, que cayo muerto nada mas pisar tierra. El mayor Law, lo sustituyo inmediatamente.

Fue entonces cuando los errores del servicio de información empezaron a complicar los planes de los Cameron. Se les había informado de que el murallón en Pourville tenia, aproximadamente, un metro de altura, cuando en realidad tenia mas de dos. La llamada playa estaba constituida por cantos rodados de la dimensión de un huevo e incluso mayores y era muy difícil de atravesar. No obstante los Cameron avanzaron, abrieron una brecha en la alambrada del murallón y entraron en el pueblo. Su misión era avanzar hacia el interior, destruir el aeródromo de St Aubin y un puesto de mando de división que se suponía próximo a Arques-la-Bataille. Tenían que tomar una carretera al este del río Scie; pero se había previsto otra alternativa en caso de necesidad, lo cual fue una prudente precaución. Los Sout Saskatchewan no habían realizado muchos progresos al este del río.

Dejando una compañía para que ayudase a los Sout Saskatchewan, ya empeñados en el combate, el comandante Law avanzo hacia el interior con el resto de sus tropas. No estaba enlazado con el puesto de mando de brigada, (la radio había sido inutilizada durante el desembarco); pero en cambio estaba en contacto con los Sout Saskatchewan.
Mientras estos últimos combatían duramente en el sector oriental, hacia la estación de radar, esperando que el ataque principal sobre Dieppe les proporcionaran algún alivio, los Cameron, moviéndose con rapidez por los márgenes de las boscosas alturas del río Scie, alcanzaron la ladea de Petit Appeville.


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El asalto contra la playa principal, de la ciudad había sido desde el principio, el objetivo más importante. Los Royal a la izquierda y los Sout Saskatchewan a la derecha tenían misiones que, de haberse llevado a buen terminó, podían haber aniquilado gran parte de las fuerzas enemigas; pero su papel era de apoyo solamente.

El ataque de los royal fue rechazado, lo que dejo a los cañones y morteros del reducto oriental en situación de contrarrestar el ataque principal; tampoco los Cameron y los Sout Saskatchewan, aun obteniendo mejores resultados, habían sido capaces de reducir al silencio los cañones emplazados detrás de la ciudad: así, pues todos ellos entraron en acción contra las fuerzas principales alemanas y el escenario (el paseo marítimo que tanta fama había dado a Dieppe) quedo preparado para la tragedia.

Al asalto de la playa de Dieppe se lanzaron dos batallones (uno del regimiento de infantería Royal Hamilton y otro del Essex Scottish), ambos procedentes de Notario, que desembarcaron en el momento previsto y apoyados eficazmente por los ataques a baja cota de los caza-bombarderos Hurricane. Pero la acción de estos aparatos, aunque útil en el momento de en que se desarrollaba, no podía ser continua. Intervinieron también como apoyo, aparte de los carros de combate, los cañones de 102 mm de cuatro destructores; pero las piezas de artillería de este calibre tenían un efecto muy limitado contra las defensas de tierra. Por su parte, las embarcaciones de desembarco que transportaban los carros de combate, que quizás podían haber resuelto la situación a favor de los canadienses llegaron un cuarto de hora tarde.

El terrible fuego que se abatió sobre la playa apenas cesaron los ataques de los Hurricanes sorprendió a las tropas mientras intentaban todavía atravesar las alambreras defensivas de la misma playa. Pronto se desvaneció el ímpetu del asalto. Los hombres pensaron mas en su salvación que en avanzar, y los que llegaron a situarse bajo el murallón se acurrucaron allí, unos juntos a otros, totalmente desmoralizados en espera de alguna inesperada salvación. Una unidad tipo, 4ª compañía del Royal Hamilton, quedo casi aniquilada como fuerza operativa, incluso antes de entrar en acción.

Las casas, los hoteles, y el casino de la Promenade estaban llenos de posiciones alemanas que el servicio de información británico no había localizado. Ningún campo de tiro quedaba sin cubrir. El alambre de púas se había empleado abundantemente para canalizar eventuales ataques desde el mar hacia las zonas batidas por las ametralladoras. Faltándoles el apoyo necesario, los soldados canadienses supervivientes combatieron con tesón y se dirigieron hacia lo que les ofrecía mayor protección; el casino. Este imponente edificio, en el extremo occidental de la Promenade, había sido parcialmente por los alemanes, que comprendieron su importancia como punto de apoyo, y entre las ruinas se habían construido casamatas que cerraban todos los accesos.

El Essex Scottish, al encontrar alambre de púas tupidamente dispuesto a lo largo del murallón, coloco una carga bangalore, pero la explosión solo logro una parte del efecto esperado. El Royal Hamilton tuvo más suerte, pues abrió una brecha y en seguida se empleo a fondo en la eliminación de las casamatas.

Aproximadamente en aquel momento entraron en acción los carros de combate, saliendo de las LCT y avanzando ruidosamente por la playa. El regimiento Toronto-Scottish, unidad dotada de ametralladoras Vikers, cubrió la última fase de su aproximación con un intenso fuego desde las lanchas de desembarco.

Entonces, con todas las fuerzas ya en tierra, pareció que la situación mejoraba. A pesar de todos los errores y de la adversa fortuna, el asalto a lo largo de la Promenade tuvo éxito. Un carro supero el murallón y entro en acción a breve distancia. Le siguieron otros varios. El teniente E. Bennett describió así la situación:
Eran aproximadamente las 6 de la mañana cuando nuestra LCT se vio sometida al fuego de enemigo mientras avanzaba para desembarcar en la playa principal de Dieppe. Nos hallábamos en la LCT que iba en cabeza de la segunda oleada. Yo me encontraba en la proa de la embarcación. Luego, apenas había vuelto a mi carro y estaba a punto de subir a el, nos alcanzo un disparo que hizo estallar los depósitos de hidrogeno que servían para rellenar los globos de barrera antiaérea. Resulte con quemaduras en una mano y en la cara y con esquirlas de granada en el ojo derecho. Los restantes miembro de la tripulación quedaron indemnes, y yo, en pie me las ingenie para ayudarles a apagar el fuego en la parte posterior del carro, provocado por una lona impermeable que se había incendiado. Me aplicaron la primera cura a una herida en el cuello, pero no pudimos continuarla porque en aquel momento nos aproximábamos a la playa. Lo primero que vimos fue a un ingeniero, con una bolsa llena de explosivos, atrapado en el alambre y que intentaba liberarse. Nos trasladamos a la izquierda, hacia la red Beach; pero fue imposible seguir adelante. El foso frente al murallón parecía infranqueable. Recorrimos toda la longitud de la playa hasta el casino. Fue una triste marcha, porque a nuestro paso encontrábamos muchos cuerpos. Maniobramos para evitarlos, pero no siempre era posible, mientras bajaba la marea.
Bennet y su tripulación encontraron al fin un paso sobre el murallón y empezaron a disparar sobre las casas que había en la escollera y que tantos daños había creado a la infantería.
Sigue Bennett; los alemanes tenían inmovilizada en la playa a la infantería, estaban apostados frente a los edificios de la Promenade. Los atacamos con ímpetu y con gran sorpresa por nuestra parte, salieron de todas partes corriendo como condenados entre las casas. Nuestras ametralladoras abrieron fuego y alcanzamos a muchos enemigos, entre ellos a uno que intentaba rodearnos.

Sin embargo, nuevas fuerzas alemanas fueron llegando gradualmente a la zona para reforzar la guarnición, con lo que la situación cambio en perjuicio de los canadienses. Hacia las 11, todos los atacantes habían sido rechazados a la playa, dando la impresión de una evacuación bien conseguida más que un plan con miras a establecer un enlace con las unidades que atacaban en Pourville.

Para crear más confusión, la reserva que permanecía aun en el mar recibió la orden de desembarcar. En el buque de mando, el destructor Calpe, el general de división Roberts disponía de poca información y en gran parte errónea. Las comunicaciones por radio, en las que tanto se había confiado, no llegaron a facilitar un cuadro exacto de la situación. El fuego alemán había destruido los equipos y los operadores habían caído; únicamente en la playa principal, desde un carro de reconocimiento inmovilizado, se trasmitían informaciones claras. Allí el comandante G. Rol, oficial de trasmisiones del único comandante de brigada desembarcado, hizo una rápida relación de lo que podía ver de la batalla. Y estas informaciones impulsaron a Roberts a ordenar a las 6, el desembarco de los fusileros del Mont-Royal.

 

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Los francocanadienses se acercaron a la Red Beach a la 7, siendo acogidos por un intenso fuego apenas sus barcazas entraron en el radio de acción de las armas alemanas. De todas partes las ametralladoras, disparaban implacablemente contra las tropas apenas desembarcadas, como había sucedido con las unidades que le habían precedido. El comandante de los Mont-Royal coronel D. Mernard, fue herido en cuanto puso el pie en tierra y el resto de su batallón, desorientado por la potencia y violencia del fuego enemigo, busco refugio a lo largo del murallón, junto con los desalentados supervivientes del Royal Hamilton y del Essex Scottish. Desde aquel abrigo lo mejor que se podía hacer cada uno era mantener un fuego intermitente.

A las 9, Roberts llego a la conclusión de que la situación en tierra estaba empeorando rápidamente. Ya no era posible realizar nuevas incursiones en la ciudad, y el fuego de los morteros, que había sustituido al de las ametralladoras de las casamatas inutilizadas cubrió toda la playa. A partir de este momento, cualquier indecisión podría comprometer el plan de evacuación hasta el punto de hacerlo irrealizable. El estado mayor conjunto, que se encontraba en el Calpe preparo entonces un improvisado plan, teniendo en cuenta el cambio de situación y asi, a las 10’22 horas, la marina envió a tierra, bajo la cobertura de cortinas de humo y de aviones, las embarcaciones las embarcaciones de desembarco que aun quedaban a flote.

No fue posible salvar a muchos hombres. El soldado J. Maier, del Essex Scottish, recuerda que cuando llego la orden de evacuación, la marea era baja y el limite de las aguas estaba a unos 100 metros del murallón. Él había sido herido por una esquirla de granada de mortero, y tuvo que ser ayudado por sus compañeros para llegar a la lancha. Uno de sus compañeros, el soldado Ostopovick, se apoyo con los hombros contra la rampa de la barcaza apenas esta se hubo alejado de la línea costera batida por los alemanes, evitando así que muchos heridos fueran alcanzados de nuevo.
Este riesgo se hizo presente en todas partes, salvo en la Blue Beach, estrecho y ensangrentado sector de desembarco en el que solo seis u ocho hombres pudieron ser salvados. 



El coronel Stacey, historiador canadiense, ha calculado que únicamente se consiguió evacuar de la ciudad 350 hombres, junto con otros 600 del sector de Pourville.

Hacia las 13 horas fue evidente que ya nada se podía hacer. Y entonces los hombres que yacían junto al murallón se rindieron; fueron trasladados a la parte alta, donde los alemanes curaron a los heridos, y comenzaron los largos trámites de los interrogatorios, identificaciones y clasificaciones.

A lo largo de toda la costa, desde Le Puy a Pourville, carros de combates en llamas, barcazas destrozadas y soldados muertos quedaron como triste testimonio de aquel trágico día.

Se concedió la Victoria Cross a los oficiales que tomaron parte en el raid. Una, al teniente coronel Merritt, por las excepcionales dotes de mando que demostró antes de que le hicieran prisionero, y otra al capellán del los Royal Hamilton, capitan W. Foote, quien presto sus auxilios con gran abnegación a los heridos de la White Beach y que cuando llego el momento de la evacuación, prefirió quedarse con sus hombres.

De los 2000 canadienses capturados, más de 550 estaban heridos. Otros 1000, aproximadamente, murieron en la playa. Y así quedo en la costa francesa, la mitad de las fuerzas empleadas en la acción.

Fuentes consultadas;

Volúmenes 1º y 2º de “Así fue la 2ª guerra mundial”, de Sir Basile Lidell Hart.

http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/2WWdieppe.htm

http://www.rpi.edu/~fiscap/history_files/dieppe.htm


Foro de debate para este articulo: http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=53&t=8339&p=901380#p901380

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